Mi suegro

Después de vivir viudo algunos años accede a vivir con nosotros.

Hacía dos semanas que mi suegro estaba en casa viviendo con nosotros. Era invierno y a causa de una ola de frio polar estábamos helados,  también en casa pues no teníamos una buena calefacción tan sólo una estufa de gas. Por ello, cuando acabábamos de cenar, nos sentábamos los tres en el sofá delante de la estufa y con una manta que nos cubría a los tres. Si bien aquella noche pasó algo que cambio algo las relaciones con mi suegro.

Acabamos de cenar y ellos dos se fueron al sofá y yo me quedé aseando la cocina y fregando. Cuando acabé me reuní con ellos y me senté, como siempre, entre los dos, en medio. Pero aquel día estaba realmente cansada  y me acosté poniendo mis pies sobre el regazo de mi suegro, Paco, y la cabeza sobre mi marido. Saque la cabeza  de la manta con lo cual deje destapado, casi por completo, a Quique, mi marido, quien se cubría sólo las piernas mientras que yo quedaba completamente resguardada y Paco también.

Todo ocurrió muy rápido, mi suegro tocaba mis pies y mis piernas  y de repente casi sin darme cuenta tenía el pantalón del pijama bajado hasta el final de mis nalgas y tenía un dedo suyo metido en el culo. Su dedo era el pulgar y el cabrón me lo metía todo lo que podía. Además me preguntó:

-Estas a gusto Ana?  -Yo no sabía que contestar, pero al final logré contestar:

-Sí, sí. Estoy bien.

En eso que Quique se levanta y dice que se va a dormir, él si se queda traspuesto en el sofá luego le duele todo y le cuesta conciliar el sueño en la cama. Yo continuaba siendo “empalada” por el pulgar de Paco.

  • Ahora enseguida voy.

  • Tranquila, acaba de ver esta película. Buenas noches.

Me dejo en manos de su padre y caliente como estaba ese fue su error. Paco hizo que me incorporara, él se tumbó de lado en el sofá apoyado contra el respaldo y me hizo a mí colocarme delante de él, de costado también acoplando mi culo a su polla. Y estiró la manta nuevamente  por encima de nuestros cuerpos. Todo ocurrió tan rápido como unos minutos antes. Me bajo el pantalón del pijama pero ahora casi hasta los tobillos, enseguida noté su polla golpeándome  las nalgas, punteo la entrada a mi vagina y me la metió de un golpe. Estuvo follándome más de una hora, a ratos moviéndose, otros sólo dejándomela dentro, sin moverse. Yo en ese periodo de tiempo me corrí dos veces. Jugaba con mis tetas, con mis pezones. Apretaba su nariz contra mi hombro y aspiraba mi aroma de hembra, su esposa había fallecido tres años antes y el hombre lo necesitaba. Me llenó el coño a rebosar con su semen y estuvo un buen rato sin sacármela. Cuando se salió estuvo tocándome , acariciándome, por ello no tuve prisa en insistir para irnos a dormir, me gustaba como sus manos, sus dedos, trabajaban mi cuerpo. Y cual no fue mi sorpresa al notar de nuevo su polla intentando penetrarme. Y lo consiguió, esta vez me hizo correrme una tercera vez pero él ya no se volvió a correr. Con sus 55 años seguía siendo todo un macho. Yo me levanté y fui a lavarme y cuando salía del baño  él se despidió de mí con un largo beso y nos fuimos cada uno a su habitación.

Aquella madrugada, como muchas otras veces, mi marido me montó, haciéndolo con suavidad, lentamente. Eso sí, yo ahora no reprimía mis gemidos, como había hecho desde que Paco se vino a vivir con nosotros, me daba igual que me escuchara, es más me gustaba saber que, seguramente, estaría oyéndome desde su cama.

-Cariño, que son casi las ocho. –Entonces el aumentaba el ritmo de sus embates y se corría a los pocos segundos, dejándome con una sensación de placer pero al mismo tiempo con esa insatisfacción. Mientras mi marido se duchaba para irse al trabajo yo me puse un vestido  corto de color rojo estampado y de manga corta y salí a la cocina a prepararle el desayuno. Cuando tomó su café y tostadas se marchó a su oficina. Recogí la cocina y me quedé unos instantes escuchando, por si se levantaba mi suegro. Aunque después de lo de anoche no me llamaba tanto llamarle “mi suegro” sino llamarle simplemente Paco. No me lo pensé y entré a su dormitorio.

-Estás durmiendo Paco?

-Ahora ya no soy “suegro”? Como voy a estar despierto con los gemidos y grititos que dabas, putita.

  • Tú has sacado esa puta que hay en mí, quiero ser tu puta, sólo tuya.

-Vaya Ana, a ti lo que te pasa es que tu marido te ha echado un polvo mañanero y te has quedado con ganas de más, sí o no?  - Yo por toda respuesta esbocé una sonrisa picarona y me senté al borde de su cama. Cogí su mano derecha ya posé sobre mi pierna. Él no quiso jugar a ese juego. Me cogió por la cadera con sus dos manos y me hizo acostar bocarriba a su lado, ahora sí, metió su mano derecha por debajo de mi vestido, acariciando las piernas, muslos y metiéndome tres dedos en mi coñito, aún empapado del semen de su hijo. Mientras me besaba haciendo que casi me ahogara con sus besos. Me hizo darme la vuelta, culo a él, y me bajó la cremallera de la espalda que llegaba casi hasta  mis nalgas.  Me incorporé y me saqué, con su ayuda, el vestido por la cabeza. Sólo llevaba un tanga de los favoritos que tenía.

-Por fin te veo desnuda, nuera.

-Verme sí, porque tocarme ya me tocaste anoche bastante.

-Y hoy voy a comerte viva, nuera.

-Ahora soy tu nuera… no Ana?

-No notas lo dura q se me pone cuando te llamo nuera?

-Que cabrón eres Paco. –Él ya se comía mis tetas, con avidez pero sin desesperación. Teníamos tiempo hasta medio día… No me comió el coñito, sabía que estaba el semen de su hijo  y no le apetecía, me follaba el coño con sus tres dedos y ahora me comía los lóbulos de  mis orejas y bajaba a mi cuello y me volvía a besar con furia.

-A partir de hoy eres mi puta!

-Desde ayer lo soy, desde que te decidiste a meterme tu dedo gordo en el culo delante de mi marido y hacerme mojar como nunca. Quiero un hijo y hasta ahora, en estos 4 años de casados no me lo ha podido dar, me lo darás tú. Quien mejor?  -Me besó con más pasión si cabe, se montó encima de mí y me la metió en el coñito empezando la fricción dentro fuera… Le clavaba mis uñas en la espalda cosa que mi marido sabe que sólo lo hago cuando estoy excitadísima. Aguantó una media hora dándome gusto y cuando yo le avisé:

  • Ya llego Paco… ya ya yaaaaaaaaaaa, me corroooooo Pacooooo – Lo rodeé con mis piernas mientras estallaba en una explosión de sensaciones y en la mitad de mi éxtasis note como mi suegro, sin avisarme, se vertía dentro de mí. Había gritado como una posesa, me temía que Alberto, mi vecino de abajo q estaba en paro, al que solía follarme alguna mañana, me hubiese oído. Pero no había podido reprimirme, Paco me excitaba mucho más a pesar de su edad o precisamente por ello. Él se quedó medio dormido y yo me quedé recordando aquella noche, tenía 16 años, me fui  a dormir con mi madre por la tormenta y el viento endemoniado que silbaba por toda la casa.

-Mama me puedo acostar contigo?

  • Ponte entre  los dos y no despiertes  a tu padre  - me dijo mascullando las palabras. – Pocos minutos después venía mi hermano con el mismo cuento. Le dejé mi sitio abrazada a mi madre, se colocó y se abrazó a ella con sus bracitos de once años. Yo me abracé a mi padre dándole la espalda a mi hermanito. Pronto nos quedamos dormidos todos. Me desperté sobre las 4 de la mañana con una buena sensación de tener un sueño erótico, estaba follando con alguien… coño, lo estaba haciendo en realidad, en la oscuridad y con la somnolencia me costó un poco distinguir quien era el propietario de la herramienta que tanto gusto me estaba dando. Era mi hermano el que me estaba dando, desde  atrás, despacio, entraba y salía de mí. Yo puse mi mano, como sin querer, sobre el paquete de mi padre, el  a poco dejó de resoplar y me pareció que se despertaba y sí lo hizo pues me cogió con sus fuertes manos haciendo que la polla de mi hermano saliera de mí. Yo quedé estirada sobre el cuerpo de mi padre, con sus piernas hizo que yo separara las mías a ambos lados de su cuerpo, se dio cuenta de que mi pantalón del pijama y mis braguitas estaban en mis pies, y a los pocos segundos ya estaba intentando metérmela con cuidado para no lastimarme pues su pene era bastante más grande que el de Felipe, mi hermanito.

-Ahhhhh- se me escapó el gemido cuando la tuve toda dentro. Mi padre me tapó la boca y me dijo bajito:

  • Shhhhhhhhhhh – poniéndose el dedo sobre sus labios. Mi cabeza reposaba sobre el pecho de mi padre, y en un momento dado oí que mi a mi madre se le escapaba un gemido, como me había pasado a mí.

Fue una noche memorable que no se volvió a repetir pero aquella experiencia con mi familia fue algo que no he olvidado, ni olvidaré. Me levanté de la cama de mi suegro, me di una ducha rápida y me quedé sentada en la cocina mirando el móvil. Efectivamente Alberto me había oído cuando estaba follándome Paco.

-A quien te estabas follando, zorrita? - Me hablaba por wasap.

-A tu padre, estoy en mi casa y puedo hacer lo que quiera.

-No te enfades fierecilla, pero he sentido envidia, sabía que no era tu marido, entre otras cosas porque él no se llama Paco, Paco es tu suegro, no?

En aquel momento odié haberme enrollado con Alberto, me sentía espiada. Y no me fiaba de él. Oí la ducha y al rato entro mi suegro. Le pregunté si quería desayunar algo, y me dijo que sí , a mí, que cabrón.