Mi suegra y la tarea

Mi suegra realiza la tarea que no puede realizar su hija.

Yo mantengo una excelente relación con mis suegros, con los que siempre hacemos bromas y tenemos muy buena onda, sobre todo con mi suegra, a quien le gusta mucho las bromas en doble sentido, lo que a mi esposa a veces le molesta. Pues bien, esta situación que les comentaré sucedió mientras mi esposa estaba en la clínica, recuperándose del parto de nuestro primer hijo, mismo que había sido la tarde anterior. En esos días, como es costumbre en muchos lados y en muchas familias, mi suegra iba a mi casa a ayudar con las labores y de vez en cuando, le ayudaba a mi mujer a preparar la comida, todo esto mientras mi suegro estaba en su trabajo.

Ese día muy temprano fui a la clínica, le llevé ropa de mi mujer y ropa para el recién llegado, así que mi estancia en la clínica fue breve, pues las enfermeras me indicaron que por la mañanas aprovechaban para bañar a las señoras recién paridas, así como a los recién nacidos, por lo que me sugirieron retirarme y regresar por la tarde.

En esos días, yo tenía permiso de no asistir al trabajo, por lo que decidí regresar a casa y al ver abierto, supuse que mi suegra estaba en casa pero al entrar, no la vi en ninguna parte, entonces salí al patio posterior y allí estaba lavando algunas cosas y por alguna razón, se había mojado más de lo normal, incluso una parte de la blusa y del pantalón estaban empapados, al grado que se le notaban los pezones bien paraditos.

Solo atiné a saludarle diciendo "¡hola señora!, veo que se está refrescando", ella me respondió algo sorprendida "y usted, ¿qué hace tan temprano en casa?, por favor, déjeme un momento sola pues necesito terminar de lavar esto y cambiarme de ropas pues con lo mojada que estoy, se trasluce y se nota más de lo normal mi ropa interior" e insistió "por favor váyase, déjeme sola". Sin embargo, yo pensé para mis adentros "¿y perderme el espectáculo de verla en paños menores, suegrita?, ¡por ningún motivo!". Al instante, ella me reiteró "hablo en serio, no te hagas el chistoso y déjame sola" haciéndose la enojada pero su actitud y su tono al dirigirse a mí cambió, incluso su tono de voz cambió notablemente mientras me repetía "déjame sola, por favor", a lo que solamente contesté "¡no suegrita!, solo de verla me esta tentando el diablo, pues su hija me tiene a dieta y yo que ando medio caliente...". Ella solo sonrió y me dijo "¡mire no más!, ¿y por qué anda tan abultado ese pantalón?, ¿se puede saber?", a lo que respondí "pues su hija tiene la culpa, desde hace meses me tiene sin hacer la tarea, por aquello del embarazo…, etc.".

Luego de escucharme, ella exclamó "¡qué tonta es mi hijita!, cuando yo estaba embarazada, le daba duro, hasta último momento, ja, ja, ja" y añadió "bueno, por favor, pasa a la cocina o al comedor mientras subo a cambiarme, recuerda que soy tu suegra y ¡me debes respeto!". De inmediato, le dije "¡es que tengo unas ganas enormes de faltarle al respeto, suegrita!" y ella me pidió "¡ya yernito caliente, váyase!".

En ese momento, yo me di vuelta y entré a la cocina mientras ella subió rápido por las escaleras y se metió a mi recámara, dejando la puerta entre abierta; sin hacer ruido, subí y observé, a través de la rendija que quedó entre la puerta y mientras yo observaba, ella se quitó la ropa mojada quedando solo en ropa interior. Ella vestía un sostén blanco y un calzón tipo bikini, también de color blanco y con lo mojado, se le traslucía el pezón grande y oscuro y entre sus piernas, una gran mancha negra denotando que tenía una mata de vellos abundantes sobre su panocha.

Apresuradamente, ella buscaba algo que ponerse, alguna ropa de su hija cuando de repente, se puso frente al tocador y por el espejo se dio cuenta que yo estaba ahí, entonces solo atinó a decir "¡ah, qué fisgón es usted!" y cerró la puerta. Ante eso, no me quedó otra más que aguantarme la pena y la calentura.

Mi suegra es una mujer de unos 54 años, bajita, algo gordita sin ser obesa, con un par de ricas piernas y un par de tetas grandes y redondas y ahora que me di cuenta, un culo realmente excitante, de grandes nalgas pero bien formado, de rostro no muy hermoso pero normal para una mujer de su edad. Lo que sí tiene y ya lo dije, es una gran simpatía. A los pocos minutos, ella bajó del dormitorio vestida con un vestido de mi mujer de color blanco, que le quedaba ceñido a su cuerpo y con un gran escote, solo con tirantes delgaditos. En sus manos, llevaba el sostén y el calzón blanco, los que estrujó un poco en el lavadero y los tendió en el patio para que se secaran junto con la demás ropa, enseguida me dijo sonriente "ahora vamos a preparar algo de comer, ¿ya?", como olvidando lo ocurrido y dirigiéndose a la cocina.

Yo la observé mientras caminaba, se veía cachonda, o al menos, así la miraba con el vestido ceñido a sus grandes nalgas, por supuesto no traía nada abajo. Luego, me paré entre el marco de la puerta de la cocina, mirándola detenidamente y me atreví a preguntarle "y usted suegrita, ¿cada cuándo hace la tarea con mi señor suegro?", ella respondió "¡uuuuf!, hace mucho que no pasa nada…, tú sabes que tu suegro tiene sus años, además de su enfermedad…, me tiene un poco olvidada…" y terminó suspirando.

Enseguida, le dije riéndome "es una lástima, suegra porque usted está para el crimen del padre Amaro", a lo que ella señaló "hace rato me faltaste al respeto y ahora me quiere matar, ja, ja, ja, y ¡¡eso que me quiere usted!!". Entonces, la corregí "pero la mataría de gusto, suegrita", a lo que me dijo suspirando "¿y qué le puede gustar de esta vieja gorda?"; al momento, me acerqué detrás de ella y tomándola de las caderas, acerqué mi cuerpo a ella y le contesté "¡esto me gusta!", bajando mis manos y posándolas en sus ricas nalgas, duras y suaves sobre la tela de su vestido y añadí "y esto" mientras continuaba subiendo las manos tomándole las grandes tetas sobre el vestido, grandes, duras y con unos pezones que iban creciendo cada vez más.

Al instante, le pegué mi miembro duro a su trasero y ella empujó su culo hacia atrás acomodándolo entre sus grandes nalgas y refregándose con mi bulto, por lo que, sin dejar de acariciarle sus ricas tetas, la besé en el cuello y ella se dio vuelta abrazándome y enredamos nuestras lenguas en un beso súper cachondo.

Enseguida, yo le bajé los tirantes de su vestido y sus grandes tetas quedaron desnudas a mi vista, entonces las tomé con ambas manos y acaricié sus pezones que se endurecían mientras la besaba y le refregaba mi pene en su sexo y de igual forma, también le agarraba sus grandes nalgas, era una delicia.

Mientras estábamos así, le dije en un susurro "suegrita, hace tanto tiempo que me tiene caliente…" y ella me respondió "y usted a mí, si supiera lo que me calienta cuando empieza con sus bromitas…, sobre todo cuando no está mi marido…" y al tiempo que se apretó más a mí, añadió "¡deseaba tanto este momento!". Enseguida, comencé a besarle y a chuparle esas ricas tetas mientras ella gemía de placer y se retorcía en mis brazos, no dejaba de acariciarle sus grandes nalgas y su vestido ya estaba por la cintura, al tiempo que mis manos seguían disfrutando de esas carnes abundantes pero excitantes de mi suegra, distintas a la esbeltez de mi esposa.

Mi suegra tiene grandes muslos, exuberantes y abundantes nalgas y sus tetas grandes que contrastaban con el cuerpo de su hija, produciendo un morbo extraordinario en mí. En tanto, ella comenzó a acariciarme mi miembro sobre el pantalón y así, abrazados, nos fuimos a la recámara, donde caímos sobre la cama abrazados. Ella se acostó boca arriba y comenzó a sacarse el vestido pero la detuve diciéndole "no, no, suegrita, no se lo quite, quiero tenerla así como me imaginaba, así me imaginé que algún día me la cogería, así me la imaginé".

Ella sonrió y se quedó así, con el vestido enrollado a la cintura, con las tetas y el culo al aire y entre sus muslos, en su conjunción, una mata abundante de vellos negros que adornaban su rica panocha, además de una vagina de labios grandes y rosados que invitaban a ser acariciados… Así, comencé a besarle su cuerpo, bajando mis labios por su estómago hasta llegar a su rica panocha, en donde entreabrí sus vellos con mis dedos y comencé a lamerle suavemente; inmediatamente, un olor a limpio y a hembra caliente inundó mi nariz, lo que hizo que me calentara aún más e introduje mi lengua entre sus grandes labios, que estaba jugosos, en busca de su clítoris.

Pronto encontré este y dirigí mi ataque hacia allí, por lo que mi suegra se removió en la cama, como escabulléndose mientras con mi lengua, yo lamía y chupaba esa rica panocha ansiosamente, que ya derramaba jugos que yo tragaba golosamente. Al mismo tiempo, ella gemía, se quejaba y se movía en la cama diciéndome "así, mi hijito…, así…, sigue…, sigue por favor…, que estoy gozando como hace mucho no lo hacia!, sigue…, sigue por favor…, aaaaaaaaaay, qué rico…, ¡aaaaay!, ¡estoy llegando tan rico…, estoy..., acabando…, llegóóóó, que, que, ricooooo!".

En ese preciso momento, ella inundó mi boca y mi cara de sus ricos jugos y moviéndose cadenciosamente, lanzó sus últimos grititos y un orgasmo intenso la inundó, quedando con sus ojos cerrados y su respiración entrecortada. Después, ella me susurró, una vez ya repuesta "¿sabes José?, tengo dos fantasías, dos caprichitos que nunca he podido cumplir con mi marido… y ahora contigo…, quiero que me los cumplas". Luego le comenté entusiasmado "dígame suegrita, yo le haré lo que me pida" pero ella me señaló "me da vergüenza pero nunca he hecho un "69" y..., el otro te lo diré después". Al escucharla, la cuestioné incrédulo "¿en serio suegrita, nunca lo ha hecho?", a lo que respondió "en serio, mi marido nunca me ha pedido que se lo chupe y él me ha lamido la cosita tan solo una o dos veces pero ni la sombra de cómo lo haces tú, mi hijito…, me hiciste acabar como nunca con tu pura lengua".

Al momento, le comenté "suegrita, ahora usted aprenderá muchas cosas ricas con su yernito que la quiere" y ella me dijo entusiasmada "sí, mi hijito, quisiera hacer todas esas cochinaditas ricas que nunca he hecho con mi marido y que solamente me las imagino cuando me masturbo". Enseguida, le señalé "bueno suegrita, ¿mire cómo tengo mi verga para usted solita…?, ¡tóquela!" y tímidamente, mi suegra comenzó a sobármela y a pasar sus dedos por la cabeza de mi verga, para entonces algo húmeda. Mientras me la acariciaba, me indicó "¡qué grande la tienes!, me da miedo, la de mi marido es chiquitita pero esta, ¿no me dolerá cuando me la meta?", entonces reí diciéndole "ja, ja, ja, suegrita, le va a gustar tanto que lo va a agradecer, si no me cree, ¡pregúntele a su hijita!". Al momento, ella me desvistió mientras la abrazaba y la besaba, luego me acosté boca arriba y puse a mi suegra acostada sobre mí a la inversa, quedando con su entrepierna a escasos centímetros de mi boca y ella, con mi verga casi en su boca.

Por instinto, ella comenzó a lamérmelo y a acariciármelo, como si de un manjar se tratara, incluso le pasaba su lengua suavemente y le daba pequeños chupaditas a la cabeza; yo la dejaba que aprendiera y comencé una lamida como a mí me gusta para calentarla más todavía. Pareció que esto surtió efecto pues a los pocos minutos, ella metió mi verga en su boca y me la chupaba y se la metía casi hasta su garganta, chupándola y degustándola.

Yo comencé a levantar y a bajar mis caderas en un movimiento rítmico para que lo sintiera y ella hizo lo mismo, empujaba y levantaba su pelvis como culeando mientras mi lengua hacía estragos en su panocha y mi verga en su boca… Al corto tiempo, ella comenzó a gemir y a dar pequeños grititos sin sacarse mi verga de su boca y a intensificar sus meneos, estaba próxima a acabar de nuevo y yo también, de manera que aumenté mis movimientos cuando sentí que ella nuevamente me inundaba de sus ricos jugos y gemía largamente.

Yo tampoco me aguanté más y acabé copiosamente, empujando mi verga en su boca y lanzándole chorros de mi esperma que la hicieron atragantarse y toser un poco pero trató de no perder la leche que llenaba su boca y nuevamente se lo metió y me lo chupó con más ansias hasta que todo mi semen fue directo a su garganta… Para entonces, sus labios chorreaban leche pero ella la atrapó con la lengua y la degustó, sin dejar de acariciarme mi verga, como si de un juguete se tratara hasta que perdió su erección. Ella había alcanzado no sé cuantos orgasmos y estaba muy agitada, así que se recostó en mi pecho mientras nos acariciábamos, luego se levantó para ir a buscar unas cervezas para reanimarnos. Se veía excitante con su vestido enrollado en su cintura y las grandes tetas y su culo al aire, provocando calentura nuevamente en mí con el movimiento de sus ricas nalgotas desnudas.

Cuando regresó con los vasos, mi verga ya estaba nuevamente parada y al verme, exclamó "¡mira como la tienes nuevamente!, ¡parece que me está esperando para meterse en mi panochita!", a lo que respondí "no tan solo en su panochita, suegrita". Enseguida, ella me confesó "esa es mi otra fantasía, mi hijito" y continuó "¿conoces a la señora de la tienda de la esquina?", entonces le respondí "sí, la señora de tremendo culo" y mi suegra siguió diciendo "esa misma" y continuó "pues ella me ha contado que su marido siempre se la pone por el culo…, que al principio le dolió mucho pero cuando pasó el dolor, le gustó tanto que no hay día que no se lo pida por el culo, ¡con razón tiene el culo tan grande!, ja, ja, ja".

Enseguida, le pregunté "y usted suegrita ¿también lo quiere probar por atrás?" y ella me contestó "José…, quisiera hacer tantas cosas… pero por ahora, me conformo con lo que hemos hecho y quisiera tenerlo metido en mi panocha, quiero sentir esta rica verga dentro de mí…, ¿podrás todavía?" y siguió "lo del culo me prometes que será para la próxima vez, por ahora me da mucho miedo…", a lo que contesté "tendremos tiempo" y ella exclamó "¿cierto mi hijito?".

Al momento, yo la abracé y comencé nuevamente a calentarla, mi verga estaba dura y dispuesta a otro ataque así que la acosté para la penetración pero ella me dijo que le gustaba a ella arriba, de modo que me acosté boca arriba y mi suegrita se me fue montando lentamente, luego refregó mi verga por los labios de su conchita, que ya estaba mojada nuevamente y se recostó en mi pecho, aplastando sus grandes tetas contra mi cuerpo.

Así, me señaló "¡aaaaay José…, cuánto deseaba tener esta rica verga en mi cosita…!, ¡es tan grande y tan rica!..., así mi hijito…, métasela todita a su suegrita caliente, a su suegrita que hará las tareas con usted cada vez que estemos necesitados…, no me importa que mi marido no me atienda…, lo tengo a usted, mi hijito… y si su señora…, aaaaaaaaaaaay, qué rico…, así, así…, siga…, siga…". Para entonces, mi verga ya estaba metida hasta la mitad de la panocha de mi suegra y ella se movía desesperadamente, montada en la verga que la clavaba

Eso lo aproveché y empecé a sobarle las nalgas y a meterle un dedo en su culito, enseguida ella reaccionó instintivamente esquivándolo pero ante mi insistencia, se dejó hacer entre gemidos y grititos ahogados. Así, le introduje dos dedos y aunque estaba apretado su agujero, mojé mis dedos con el jugo de su panocha lubricándolos bien y pude meterle nuevamente mis dedos en su grandioso culo, que tanto me calentaba. Para entonces, ella cabalgaba con mi verga ya bien clavada, enterrada totalmente en su panochita y se dejaba penetrar por el culo con mis dedos hasta que poco a poco, su ano se fue dilatando y de pronto, con mi verga bien parada y mojada con sus jugos, se la saqué rápidamente y cambié de agujero, metiéndole la punta en su ano. Ella lanzó un grito sorprendida pero entendió mi proceder y se dejó penetrar poco a poco, lanzando otro grito de dolor diciéndome "¡aaaay, mi hijito!, ¡me estás partiendo!, ¡cuidado que me duele mucho…!, me duele muuuucho…, aaaaaaay…, aaaaaaaaaaay…, me duele…, me partes el culo…".

Al escucharla, le propuse "suegrita, si quiere se lo saco…" pero ella me suplicó "¡no, por favor!, si me lo sacas no podré metérmelo de nuevo… y lo que más quiero es tenerlo en mi culo…, ¡sigue!, aunque me partas…, ¡sigue..!, duele mucho pero aguantaré…, mmmmmffff…., qué rico…, creo…, que…, ya no…, ya no me duele…, ahora gozo…., aaaay, qué rico…, ¡sigue por favor!".

Mi suegra se movía como loquita sobre mi herramienta enterrada en su apretado culo, al tiempo que yo sentía la gloria estrenando el culo de mi suegra, mi verga apretada por tan precioso estuche, al tiempo que ella bufaba, se quejaba y gritaba pero no dejaba de moverse, estaba caliente al máximo… De pronto, meneando la cabeza para todos lados, le vino en un tremendo orgasmo que la hizo aumentar el ritmo de su cabalgata pidiéndome "aaaaay…, uuuufffff…, mmmggggffffmmm…, estoy acabando de nuevo…, tócame la panocha…, tócame la panocha por… favor que estoy acabando…, tan rico…, ¡oooooooooooh!, oooooooooooh!".

Con tan excitantes ruidos y gemidos y con lo apretado de su culo, yo también me vine a chorros dentro de su culo, después ella cayó como desmayada sobre mi pecho, con su respiración entrecortada, jadeando y sudando tremendamente. El olor a sexo inundaba la habitación, ambos estábamos abrazados y sin movernos disfrutábamos de la rica cogida que habíamos echado por el rico culo de mi caliente suegra, por lo que le dije sorprendido "nunca imaginé que era tan caliente y tan rica para la cama, querida suegrita". Luego, ella me señaló riendo "creo que no me podré sentar en varios días pero no importa, cumplí mis dos fantasías nada menos que con mi rico yernito…, mi hija podrá hacer su cuarentena tranquila pues tu suegrita te ayudará con las tareas de casa y con las tareas sexuales, mi querido yernito…" y me pidió "guardaremos el secreto celosamente y cada vez que podamos…, aquí me tendrás".

Alcanzamos a bañarnos y a vestirnos, cuando sonó el timbre de la puerta, era mi suegro que venía a buscar a su esposa, luego nos abrazamos y nos tomamos unas cervezas y cuando miré para el patio, vi el calzón y el sostén de mi suegra tendidos, así que disimuladamente los tomé y los guardé en mi bolsillo, en un descuido de mi suegro. Luego, ellos se despidieron y se fueron felices por el nuevo nieto que tenían; yo quedé solo en la casa, acariciando su calzón y su sostén, mudos testigos de una tarde súper entretenida con mi suegrita.