Mi suegra Matilde

Es una historia verídica, de como conocí la verdadera personalidad de mi suegra

Mi suegra

Esta es una historia verídica que ocurrió hace varios años, aproximadamente quince. Cabe mencionar que tengo dieciséis años de casado, vivo fuera de mi país natal, procuro viajar una o dos veces al año, necesito de mi familia y de mis amigos para soportar la tristeza de la lejanía.

En uno de mis primeros retornos fui invitado al pueblo de mi suegra, en su ciudad natal Ayacacho en Perú, un clásico pueblito pequeño donde los únicos edificios de jerarquía son la iglesia, la municipalidad y la comisaria, mi suegra en ese entonces tendría unos sesenta años. Cabe mencionar que mi suegra es una persona común, delgada, pero muy conservadora en su actuar, casada desde hace mucho tiempo, en un feliz matrimonio.

Una mañana vino como siempre Felipillo, un vecinito muy joven que mi suegra vio nacer y crecer, el vino buscando a mi suegro con quien irían a recoger paltas, ese día mi suegro tenia un intenso dolor de espalda y fue mi suegra en su lugar.

Me acostumbré a la diaria visita, Felipillo en la puerta, con sus pantalones cortos algo envejecidos por el exceso de uso y su camiseta con los colores de su quipo de futbol favorito. Esta nueva mañana irían a recoger mangos, llegaban luego de un par de horas cargados de una mata llena de mangos maduros muy apetecibles.

Una mañana salí a correr por los alrededores de la chacra, y como de costumbre mi suegra y Felipillo nuevamente habían salido para hacer unos recados, mientras hacia mi recorrido pude escuchar a lo lejos una conversación entre los arbustos, me escondí descubrí que esa conversación se llevaba a cabo entre mi suegra y Felipillo, al principio era inaudible por lo que tuve que acercarme cuidando de no ser visto, y lo que escuché me sorprendió.

-señora Matilde alguien nos puede ver- Felipillo decía, mientras miraba a uno y otro lado, mi suegra muy decidida y con voz autoritaria le decía -no te preocupes y sácala que te la quiero chupar-, Felipillo tímidamente desabrochaba sus pantalones cortos dejando escapar un pinga ya hinchada y cabezona.

Mi suegra rápidamente se arrodillo y empezó a mamar dicho enorme trozo de carne, chupaba ese grueso pene con hambre de sexo, con su lengua recorría sus huevos. sus ingles y mientras hacía esto abría sus piernas dejando ver la gran mata de pelos que cubría su hambrienta concha, podía ver como goteaba un liquido brilloso y viscoso de ese maduro, pero apetecible agujero.

Esos calientes diálogos me originaron una enorme erección, nunca imagine a mi suegra decir todos esos términos que tanto hacían palpitar mi verga, -que rica pinga tienes Felipillo, desde chiquito ya te quería sentir-, mientras ella seguía mamando con avidez. Felipillo ya no se veía asustado ni tímido ahora estaba arrecho y envalentonado, -que rico la chupas señora Matilde, sigue mas fuerte-.

De pronto mi suegra se detuvo se levanto la falda y se arrodillo, se puso en cuatro patas esperando su premio, Felipillo se la metió si previo aviso, un grito silencioso se dejo escuchar, ahora se escuchaban los golpeteos producto del deseo y del morbo, veía como esa mata de pelo se abría dejando entrar esa enorme y joven pinga en una chucha llena de deseo y experiencia, la concha de mi suegra esta hambrienta de juventud y leche fresca, veía como salía la verga de Felipillo brillante y esbelta reluciendo gracias a los flujos que mi suegra le regalaba.

Mi suegra ágilmente acariciaba los huevos de Felipillo mientras sentía la arremetía, ella solo gemía y decía ser su puta, decía ser su mujer y que nunca dejaría de serlo, Felipillo seguía bombeando con fuerza e intensidad,  era una imagen morbosa intensa y lujuriosa.

De pronto…….

Continuara