Mi suegra II
Es la segunda parte de un relato que escribí hace algunos años, lo tenía perdido entre mis cosas. Lo he vuelto a encontrar y quería compartirlo.
Pasaba el tiempo y no pasaba nada, mí suegra actuaba como si nada hubiera ocurrido, Yo no intentaba nada, ni siquiera me acercaba a ella, ella tampoco lo hacía, no le había dicho nada a mí mujer, y sabía que mí suegra tampoco había dicho nada, Todos los días me hacía mí paja en el salón, soñando con volver a ver a mí suegra entrando por esa puerta.
Ya me había olvidado de lo ocurrido, hasta que una mañana sentí la puerta abrirse. sabía que era ella por como introducía la llave en la cerradura, estaba sentado en el salón, pero aún no había comenzado a hacerme mí paja. Apareció por la puerta, se quedó parada en la puerta.
Llevaba un vestido, no es mujer que suela llevar vestidos para salir por la calle, los suele llevar en su casa, vestidos que se cuelan por la cabeza o con botones al frente, pero vestidos de andar por casa, no para salir por la calle, llevaba una especie de rebeca encima. Ya hacía calor, y no hacía falta llevar mucha ropa encima.
Se quedó en la puerta del salón. Ninguno de los dos decíamos nada, la miraba y ella me miraba pero ninguno de los dos nos atrevíamos a decir nada. Sabía que o me decidía o se marcharía. Comencé a desabrocharme el pantalón, seguía mirando, me levanté y me lo quité, me bajé el slip y me senté echándome hacia atrás, la dejé con la visión de mí polla como la vez anterior. Mí polla no tardó en ponerse dura, su cara cambiaba por segundos, notaba como respiraba más profundamente. No hizo falta decirle nada, poco a poco se fue acercando hasta estar como la vez anterior delante mía. Me seguía pajeando despacio. Esta vez estaba dispuesto a llegar más lejos, lo había soñado durante casi dos meses. Me enderecé y la miré desde abajo, ella me miraba desde arriba. alargué mí mano derecha y toqué directamente su muslo, su piel por debajo del vestido, no decía nada, me dejaba hacer. subí mí mano por su muslo hasta tocar el comienzo de su culazo. Estaba tocando su braga, el tacto era de una braga de algodón, mis dedos se colaron fácilmente por debajo de la costura, estaba tocando esa nalga, acerqué mí mano izquierda a la otra nalga, se dejaba hacer. ya tenía sus nalgas en mis manos, eran grandes, flácidas, blandas, era una pasada. Tiré de ella hasta poder colocar mí cara en su bajo vientre. saqué mis manos de su culo y levanté el vestido para poder colocar mí cara en su braga, era blanca, una braga de vieja, lisa, sin dibujos, olía a suavizante, me volví a retirar un poco y desabroché el primer botón del vestido, no dijo nada, se dejó hacer, me atreví a desabrochar otro y otro más, ya no necesitaba levantar el vestido, me bastaba abrirlo, besé su ingle, pasé mí lengua, y se movió, parecía no aguantar, me la jugué y con un movimiento rápìdo tiré de la braga hacia abajo, no dijo nada, se la había bajado y había caído al suelo, tenía ante mí vista su abundante mata de vellos. tenía más vellos de lo que hubiera imaginado. Vellos canos, castaños, claros, medio rubios. vellos largos, ásperos, se notaba que eran vellos de una mujer mayor, me daba igual, siempre había soñado con poder refregar mí cara por un coño así. Mordí esos vellos, los chupé, no decía nada y se dejaba hacer, se movía con mis empujones, pero se mantenía de pie con las piernas un poco abiertas, se los había chupado todos, había mordido todo su bajo vientre, apretaba entre mis dedos sus gordas nalgas, me gustaba ese tacto, me había atrevido a pasar varias veces mis dedos por la honda canal y rozar el agujero de su culo, no había sentido ningún bulto raro, parecía que iba a tener un agujero lisito, me había parecido sentir estrías en ese agujero, pero me estaba poniendo burro de solo pensar que iba a poder mamar ese agujero.
Como pude intenté bajar para poder mamar esa raja, ya olía a sexo, olía mucho, era un olor penetrante, mucho más fuerte que el que desprendía mí mujer, pero me gustaba, siempre me había gustado los chochos sabrosos y olorosos. pasé mí lengua por sus arrugados labios.
No podía abrir más las piernas sin perder el equilibrio. Tiré de ella hasta sentarla en el sillón, estaba excitada, lo notaba en su cara, nunca me hubiera imaginado que esa mujer se pusiera de esa manera, no emitía ninguna palabra, solo me miraba con cara de salida.
La miré a la cara, no aguantó la mirada, miró hacia un lado, pero no decía nada, tiré de sus riñones hasta sacar casi su culo del asiento del sillón. Estaba delante de ella, me agaché para ver su coño de cerca, era impresionante, el color de esa zona era mucho más oscura que el resto de su piel. Solo tenía vellos arriba, alrededor de su raja no había vellos, sus labios mayores eran grandes, prominentes, y sus labios menores impresionantes, mucho más grandes que los de mí mujer, labios grandes arrugados, todo brillaba, casi podía ver el agujero de su entrada trasera, el comienzo de sus nalgas eran blancas, en el interior de sus muslos tenía varices, normal en una mujer de esa edad. Acerqué mí nariz para oler esa raja, la sentí resoplar, el olor de su flujo era intenso, pasé mí lengua como sí fuera un helado desde casi la entrada de su culo hasta sus vellos, había abierto sus labios menores con mí lengua y había sentido la dureza de su clítoris, un botón más grande de lo que me hubiera imaginado, me llenó la boca de caldo, mordí el comienzo de su coño, fue la primera vez que ella me tocó, había colocado sus manos en mí cabeza y empujaba suavemente para que volviera a bajar. Coloqué mis manos directamente en su coño abriéndolo, tirando de sus labios menores, me lancé a comerle el clítoris, soltó un sonoro gemido, no se había podido aguantar, le pasaba la lengua, lo sentía duro, se lo mamaba como se lo hacía a mí mujer, a ella le gusta que lo haga rápido, el clítoris de mí suegra era mucho más grande que el de mí mujer, el caldo que salía era más espeso y más sabroso, era una pasada, la escuchaba resoplar cuando no me apretaba con sus muslos la cabeza.
Me apretó con fuerza, se había vuelto a correr, con sus manos me instó a que dejara de chupar, no podía soportar más movimiento en ese botón. Mordí sus vellos, mordí su barriga, volvió a apartar sus manos, besé y chupé su tripa. Paré y comencé a desabrochar los botones del vestido, me miró con cara de sorpresa, pensé que me iba a decir que no, pero no dijo nada, solo dejó de mirarme, apartó la mirada, mirando a un lado. Era como decir sí no lo veo, no te digo que no. Le solté varios botones más del vestido, y sin esperar, metí mí mano por una de las copas y saqué su gorda y pesada teta derecha, hice lo mismo con la otra, volvía a tener esas dos gordas, pesadas, blancas e inmensas ubres delante de mí cara, sus pezones estaban más grandes que la vez anterior. Me volví loco de nuevo con esas tetazas, ella me dejaba hacer, no decía nada, se limitaba a mirar a un lado, gemía cuando mis chupetones eran más fuerte de lo normal. Mí polla estaba apoyada en su bajo vientre, sentía sus vellos en la base y en mis huevos, me retiré un poco y cogiéndome la polla pasé mí capullo para abajo, dió un pequeño grito cuando sintió mí capullo entre sus labios, me miró a la cara con la boca abierta cuando mí capullo se abrió paso entre sus labios y se coló en su viejo coño, solté mí polla y pegué mí cuerpo al suyo, mí polla se coló en su coño, se la había metido hasta los huevos, había entrado de una sola vez, y eso que es grande y gorda, resoplé y me pegué a ella, era una pasada, el sueño hecho realidad, tenía el cuerpo de una mujer madura, mucho mayor que yo abierta de piernas y yo entre su cuerpo. y además esa mujer madura era mi suegra. Volvió a gemir cuando me moví despacio, gemí con ella, un poco para que no pensara que no me gustaba, quería que pensara que estaba loco con lo que me estaba dejando hacer. me quité rápido la camiseta y me pegué a ella, quería sentir esas tetas en mí pecho. Besé su mejilla, y casi sin querer me dejó besar sus labios, se la estaba metiendo y sacando despacio, ella gemía, me miraba con los ojos abiertos, como sí no se creyera lo que le estaba haciendo, volví a morder su labio inferior, ya no me rechazaba, ya no volvía la cabeza. Apreté sus tetas y comencé a darle más fuerte, más hondo y más fuerte, aunque la postura de rodillas tampoco dejaba que lo hiciera como yo deseaba. Estuve un rato embistiendo, ella resoplaba, gemía, fruncía el ceño, las manos agarradas con fuerza a los reposa brazo del sillón. Era una pasada verla así sentada con el vestido abierto solo con el primer botón abrochado, sin braga y con las tetas fuera del sujetador.
Me dolían las rodillas, me levanté y sin pensarlo le llevé la polla a la cara, cerró la boca, pero me dejó pasarle el capullo por toda la cara, le gustaba, lo notaba, le había golpeado en las gafas, no podía ver nada, le pasé el capullo por la nariz, por encima del labio superior, no pensaba que esa mujer estuviera acostumbrada a mamar muchas pollas, daba la impresión que era la primera vez, pero parecía gustarle, apreté mí capullo en su boca, la mantenía cerrada, pero no se apartaba, cedió y mí capullo se coló en su boca, me clavó los dientes, gemí, y eso hizo que abriera más la boca, La agarré por la cabeza y metí mí polla todo lo que pude, la sentí en su garganta, y como le daba una arcada, se la sacó de la boca, me agaché y mordí sus labios, chupé sus labios y la baba que había soltado, se estaba excitando más, lo notaba por como respiraba. Era el momento de seguir follándomela, la cogí de la mano e hice que se levantara, primero se extrañó, pero cuando vió que lo que quería era que se diera la vuelta, no opuso resistencia. Se dejó hacer.
La coloqué de rodilla mirando al respaldar, ella ya sabía que iba a seguir follándomela, me miraba con cara de salida, era mí sueño hecho realidad. tenía a mí suegra de rodilla en un sillón, con el vestido abierto y sin braga, con las tetas fuera del sujetador.
Me quedé un momento mirándola, giró la cabeza, para ver que hacía, al ver que me estaba pajeando, la noté sonrreir, no dijo nada, volvió a mirar al frente y sentí como tímidamente hundía los riñones, al hacerlo su tremendo culo subió un poco, había intentado abrir un poco las piernas. Volvió a mirarme, yo tenía la boca abierta y me pajeaba con más fuerza, hizo algo que jamás hubiera imaginado que pudiera hacer, llevó su mano derecha a su espalda y tiró despacio del vestido hacia arriba. Poco a poco fue apareciendo su culazo, casi me corro.
Era lo que siempre había soñado con ella, estaba viendo sus muslos, blancos, marcadas por las varices, por las venas azules, rojas, unos muslos grandes, había asomado su coñazo, lo estaba viendo en todo su esplendor, era grande, era el coño de una mujer madura, era el coño de mí suegra. Sus labios mayores prominentes, oscuros, más oscuros que su piel, alrededor no había vellos, los vellos solo se mantenían en su monte de venus. Los labios mayores los partían los labios menores, grandes, arrugados, del mismo color que sus labios mayores, todo se notaba mojado, sus labios menores estaban algo abiertos, en su interior se notaba la piel rosada, y como abultaba justo en el principio lo que debía ser su clítoris, escondido bajos los pliegues de sus labios, había dejado el vestido sobre su espalda, tenía todo su culazo al aire, era impresionante, blanco, con la piel de gallina, sus nalgas eran tan gordas que no podía ver el agujero de su culo, incluso en pompa como estaba hacían un pliegue al contacto con sus muslos.
Me acerqué y pasé mí capullo por sus vellos, no quería tocar su cuerpo, solo hacerlo con mí capullo, subí y abrí sus labios, mí capullo se mojó por completo, era una baba espesa, transparente, apreté hacia arriba y conseguí que mí capullo se hundiera entre sus nalgas, sentí el contacto de su caliente agujero, el agujero de su culo era prominente, estriado, sentía las estrías en contacto con mí capullo. Estaba deseando verlo, llevé mis manos a sus nalgas y se las abrí, creí que me corría, esas nalgas eran mucho más blandas que las de mí mujer, eran como sus tetas, tuve que agarrarlas con fuerza para poder abrirla y ver su agujero. Su ano era grande, no estaba hundido, sobresalía, era un agujero lleno de estrías, del mismo color que su coño, impresionaba, sus nalgas eran muy blancas, su coño oscuro, y el perineo y el agujero y la piel alrededor justo del agujero de su culo. Se estaba impacientando, volví a colocar mí polla en la entrada de su coño, y la hundí despacio, Volvió la cabeza, tenía la boca abierta, cerró los ojos cuando mis vellos tocaron su piel, se la había metido hasta los huevos. Me agarré a sus caderas, era una pasada, le di varias veces suave, y comencé a darle fuerte, parecía que le gustaba más cuanto más fuerte le daba, sus gemidos acompañaban mis embestidas. Había terminado por colocar la cara pegada al respaldar del sillón, sus tetas se movían con mis embestidas, me tuve que echar un poco sobre ella para poder alcanzar esas ubres, era una pasada, no me cabían en las manos, eran demasiado grandes para abarcarlas con una sola mano, sentía sus pezones duros, mí suegra se movía, era ella la que empujaba su cuerpo para que mí polla llegara todo lo adentro que podía.
Sí seguía así me iba a correr sin remedio, y aún no deseaba hacerlo. Paré y me agaché para hundir mí cara en su coño, me llenó toda la cara con su flujo, era mucho, su coño estaba abierto, mí lengua se colaba dentro, podía morder sus labios, y casi apretar entre mis labios su duro clítoris. Abrí sus nalgas y subí mí lengua, no dijo nada, ya no podía decir nada, estaba a punto del orgasmo, sentí como apretaba el esfínter y las nalgas cuando sintió mí lengua hurgando en ese agujero, pero ni siquiera se apartó lo más mínimo, dejó que chupara y que metiera mí lengua todo lo que pude. Tampoco se apartó cuando me levanté y coloqué mí capullo en la entrada de su culo, me dejó apretar, me costó traspasar esa barrera, pero una vez que mí capullo se abrió paso, mí polla entró hasta los huevos, mí suegra solo levantó la cabeza y dejó escapar un pequeño gemido, le había metido toda la polla en el culo, y ni siquiera había protestado. O ya estaba acostumbrada, o era muy puta y le gustaba. Solo pude darle un par de veces, me corrí como un poseso dentro del intestino de mí suegra. Y ella se dejó hacer. Había aguantado con mí polla hasta los huevos y ni siquiera había protestado. Ya se había corrido varias veces, pero no ahora. Aguanté todo lo que pude con mí polla en su culo, no protestó, no me hizo sacarla, eso hizo que mí polla no bajara su dureza, me había dejado recrearme tocando y amasando esas dos moles que tenía por nalgas.
Cuando no pude más y le saqué la polla del culo, se levantó del sillón, sin decirme nada, solo con la mirada me hizo sentar, no en ese, me hizo sentar en el sillón de dos plazas. Se acercó y ella misma colocó una rodilla a mí lado y pasó la otra por encima de mis piernas, me tuve que echar más para atrás, tenía a mí suegra a horcajadas encima de mis piernas, solo tuve que aguantar mí polla hacia arriba y ella sin espera se sentó insertándose mí polla hasta los huevos. Me hizo gemir hasta a mi. Tenía ese cuerpo que era mucho más ancho que el mío, ese cuerpo que era mucho más pesado que el mío, sobre mí polla, y lo mejor es que tenía sus tetas justo delante de mí cara, sentía su barriga sobre la mía, sentía sus vellos sobre los míos. mordí su pezón derecho, lo mordí con fuerza, ella colocó su mano debajo para ofrecérmela como la que da de mamar a un niño. A la vez la sentía moverse despacio, movía sus caderas para meterse con más fuerza mí polla dentro, sentía la dureza de su clítoris justo en la base de mí polla, agarré sus caderas, y solté su teta para que me diera la otra, lo hizo ella misma, las tenía las dos cogidas con sus manos y dejaba que las mordiera, dejaba que chupara como sí me fuera la vida, gemía, la escuchaba gemir con más fuerza, no tardó en correrse de nuevo, yo agarraba sus muslos, amasaba su tripa, apretaba sus gordas tetas con las dos manos, y ella se corría en un orgasmo sin final, tenía la cabeza echada para atrás y la sentía gemir, sus manos agarrándome por los hombros, y moviendo su coño de delante a atrás.
Estaba cómoda, no se levantaba, se había corrido y seguía moviéndose, me gustaba, me estaba volviendo a entrar ganas de correrme. Cuando ya parecía cansada, paró de moverse. Fue la primera vez que me habló.
.-¿Quieres volver a correrte?
Asentí con la cabeza.
.-¿Quieres follarme otra vez el culo?
Sonreí, no dijo nada más, le había gustado que le follara por detrás, se levantó y se dió la vuelta delante mía, colocó las piernas entre las mías y colocando sus manos en mis rodillas hizo el intento de sentarse, parecía que esa postura era difícil para esa labor, pero aguantandome la polla con la mano, no tardó en encontrar el agujero de su ojete y resbaló hasta tenerla hasta los huevos, no me lo podía creer, terminó por colocarse con las piernas abiertas y las mías entre las suyas, así entraba mejor, era ella quien impartía la velocidad y la intensidad, yo solo podía agarrar sus nalgas y empujar alguna vez hacía arriba mí cuerpo, cuando se dió cuenta que me iba a correr, hizo algo que me dejó de piedra. se giró se colocó de rodillas delante de mis piernas, y cogiendo mí polla con una de sus manos, abrió su boca sacando la lengua, me la meneo con fuerza. Me estaba mirando a los ojos, no me lo podía creer, mí suegra me estaba mirando, y me instaba a correrme en su boca abierta.
El primer chorro de leche impactó en su cara, su gafa y su ojo izquierdo quedaron cerrados, el siguiente fue directo al interior de su boca, con la lengua sacada. para el tercero se afanaba en pajearme con mí capullo dentro de la boca, la sentía demasiado gorda para que le cupiera más de la mitad, aunque ella se afanaba por llegar con ella a su garganta, pero le estaba soltando tanta cantidad de leche que casi no podía respirar, se la sacó para tragar y volver a la labor de chupar mí capullo, se había tragado toda mí leche, sin reparo ninguno, y seguía chupando y lamiendo mí capullo como sí le fuera la vida en ello. No pude aguantar mucho más, mí polla menguaba y ella se afanaba por chupar mí capullo, cuando me la tuvo sin rastro de leche se levantó y se colocó las tetas dentro del sujetador, recogió la braga del suelo y se la colocó, se cerró los botones del vestido y se lo alisó. No dijo nada más. se volvió y me dejó con la polla en reposo y recostado en el sillón de mí salón.
Desde ese día por lo menos un par de veces a la semana mí suegra viene por las mañanas, lo único que me ha dicho que es una pena desperdiciar ese líquido precioso y que mientras yo quiera ella vendrá para que no se desperdicie.