Mi suegra es la amante de... mi marido (Final)

Me liberé en un escandaloso orgasmo que me hizo gritar enloquecida, mientras yo me pellizcaba insaciable mis propios pezones, reflejando el tremendo estado de lujuria en el que me encontraba al estar cogiendo con la madre de mi esposo.

MI SUEGRA ES LA AMANTE DE….. MI MARIDO. (Final)

Como lo prometí pongo a su conocimiento el resto de mi historia esperando comprensión y ayuda, es una situación difícil para mí y creo que para cualquier mujer lo seria, espero que os interese y agrade. Continúo para vos.

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¿Pero nadie sospechaba nada?... le pregunté a mi suegra intrigada… ¿Tu familia o tus amistades?

No, aprendimos a guardar lo nuestro para nosotros como tu lo has constatado… me dijo Ana Rosa totalmente abierta a mis oídos… y nunca nos permitimos caricias o ademanes que nos delataran ante la gente, ese día de la revista las cosas volvieron a cambiar y a mejorar, me comentó de las fotografías en que se veía a una pareja cogiendo en varias posiciones, me pidió que las hiciéramos, por supuesto que me pareció interesante, en cierto modo los dos estábamos descubriendo nuestra sexualidad y estábamos felices de ello. Así que empezamos a practicar desde la primera fotografía, había unas poses casi imposibles de hacer pues en ellas se necesitaba una verga descomunal como la del hombre de las fotos pero otras fueron mas fáciles y nos dieron mucho placer al hacerlas, una de sus favoritas es cogerme con mis piernas en sus hombros pues así el me las abre y ve claramente como me mete la verga hasta adentro, otra de las que nos gustan mas es la de perrito mientras me agarra de las chiches para sentir como me cuelgan y como se me menean al estarme cogiendo, o bien me mete sus dedos entre las piernas y me acaricia el clítoris o me mete sus dedos en el culo, otra de nuestras favoritas es conmigo arriba de él, cogiéndomelo mientras me agarra las chiches o me las mama hasta dejármelas secas, yo tengo mi favorita y es montándome en él pero dándole la espalda, así mientras el me mete sus dedos en el culo, yo me frotó con su verga mi punto G y me acaricio el clítoris o me mamo mis chiches saboreando mi leche, eso me provoca tremendos orgasmos que inclusive me han hecho eyacular algunas veces cuando estoy muy caliente.

¿Pero no te cuidas para no embarazarte?… intervine inquieta… ¿Qué le decías a él?

Fernando todavía no había eyaculado en mi vagina… dijo con naturalidad Ana Rosa… yo le había explicado que no lo hiciera porque podía quedar embarazada y no debería tener un bebé con él, al menos no en ese tiempo, así que cuando él sentía que se iba a venir, sacaba su verga para eyacular completamente en mi boca, le enseñé a masturbarme y yo se lo hacia a él, aun mas cuando menstruaba. Consiguió después una película porno que vimos varias veces mientras cogíamos divertidos en las posiciones que hacían los actores. Para entonces los negocios me habían funcionado muy bien y ya había comprado esta casa para los dos. Así que para nosotros vivíamos en el paraíso. A los 16 años me dijo que quería venirse dentro de mi vagina y que me quería coger por el culo, quedé sorprendida pero como siempre accedí con gusto y curiosidad pero le di un tiempo para encontrar el método anticonceptivo mas seguro y mientras, investigábamos las técnicas para el sexo anal pues no quería ser lastimada de nuevo y echar por tierra lo nuestro.

Entonces si tienes un método para no embarazarte… afirmé tranquilizándome.

Claro que si… contestó sonriente Ana Rosa al ver mi cara preocupada… nunca creí conveniente embarazarme de nuevo, así que cuando estuve protegida le anuncie que se fuera preparando pues le tenia una sorpresa, el dedujo lo que era y todo el día anduvo impaciente, abrazándome y besándome apasionadamente, me sobaba las chiches y me las mamaba ansioso, hasta que al llegar la hora después de comer me dijo que fuéramos a dormir una siesta, como era de esperarse, apenas entramos a mi recámara empezó a besarme y a manosearme precipitado por cogerme de una vez. Yo le pedí paciencia y le explique que para mí ese momento iba a ser de los más importantes de mi vida y quería que lo disfrutáramos al máximo los dos, que fuera inolvidable para ambos. Como siempre aceptó mi propuesta y espero a lo que le tenia preparado, pero como consolación me saque las chiches y se las ofrecí, el se acercó a mi y me besó tiernamente mientras me jalaba a la cama para ponernos mas cómodos mientras me mamaba pero no lo deje que me masturbara. Quería yo que estuviéramos lo mas completos y que el estuviera con toda la carga de su semen entera par depositármela por primera vez en mi vagina.

Antes de oscurecer le pedí que fuera a hacer algunas compras al centro comercial, en cuanto salió de la casa subí como novia enamorada con el corazón palpitante a arreglarme y ponerme bonita para el que desde esa noche seria mi hombre, ya tenia planeado todo el vestido el peinado, perfume en fin todo mi paraíso para lo que en mi equivalía a mi noche de bodas. Cuando oí llegar el auto, mi corazón dió un vuelco de emoción. Le grité que me esperara en la escalera, y aso lo hizo después de dejar las compras en la cocina, cuando estuve segura de que él me esperaba a que bajara avancé decidida y coqueta, llevaba un vestido de color verde esmeralda con falda amplia hasta media pantorrilla, la parte superior era sin espalda solo con unos tirantes que se ataban por detrás del cuello dejando mis brazos desnudos y mis senos libres para que se movieran sin limitaciones a todos lados, bamboleándose con cada uno de mis pasos el pelo lo llevaba con un peinado alto exponiendo mi cuello a las miradas, caricias y besos que pudiera recibir. Bajé lentamente como entre nubes mientras Fernando me esperaba al pie de la escalera. Me abrazó y me besó deseoso, acariciando mi espalda de arriba-abajo. Le pedí que se fuera a cambiar que tenia un regalo que quería yo que estrenara. Cuando bajo con el traje de gala me dejó sin respiración, pasó por mí al sillón y salimos de la casa, a cenar en un lujoso restaurante.

Al regresar puse una suave música y lo invité a bailar conmigo, mas que baile fue un cachondeo ansioso, que no duro mucho, Fernando a sus 16 años ya estaba mas alto que yo y bastante desarrollado, me cargo fácilmente y subió conmigo por las escaleras hasta mi habitación, le pedí que me dejara bajar y así lo hizo, nos besamos largamente saboreando nuestras salivas y nuestras lenguas, mientras sus manos recorrían ansiosas todo mi cuerpo, le pedí que soltara las ataduras del vestido atrás de mi cuello, dejando mis temblorosos y erizados senos a su disposición, con sensualidad sui mis brazos por arriba de mi cabeza sujetándome la nuca y mirándolo con deseo fijamente a los ojos, el sabia lo que significaba aquello y lenta pero deliciosamente besó el largo de mis brazos de arriba-abajo. Dando excitantes lamidas en mis desesperadas axilas deseosas de cariños, que repercutían en la punta de mis senos contrayendo mis areolas y endureciéndome los pezones. Sus caricias fueron aumentando de intensidad prácticamente mamándome la sensible piel de la unión de mis brazos, dándome suaves mordidas como nunca lo había hecho, estaba totalmente caliente y actuaba desesperadamente, me lamía, mamaba i mordisqueaba mis axilas frenéticamente, mientras me levantaba la falda para sobarme las nalgas y tratar de meterme sus ansiosos dedos en mis agujeros. Yo me repegaba a él y no oponía ninguna resistencia, me gusta sentir su fuerza y dejarle manejar mi cuerpo a su antojo, sentía su respiración agitada en mi cuello poniéndome la piel enchinada, paso su boca a mis orejas y las besó casi rozándolas con los labios haciéndome una eróticas cosquillitas que me enloquecieron y lo abracé por el cuello entregándole el mío para que lo disfrutara con sus labios y su lengua.

Me tomó por las nalgas y me hizo montarme en su cintura, colgándome de su cuello pasé mis piernas por su redondo culo mientras me llevaba a la cama. Le pedí paciencia entre jadeos y gemidos de los dos.

Espera un poco mi amor, quiero que lo hagamos con calma, quiero disfrutarte como nunca, ahora que me vas a hacer tu mujer completamente… le dije ansiosa. Me acerqué a mi hijo y lo ayudé a desvestirse sacándole el saco y dejándolo caer al suelo, desabroché toda su camisa y la jalé para sacarle del pantalón dejando todo su ancho pero aun juvenil torso descubierto, pasé mis manos nerviosas por todo su pecho sintiendo la suave piel de niño y la dureza de su juvenil musculatura, rocé sus masculinos pezones y sentí que endurecían al contacto de mis palmas húmedas, apreté sus tetas de hombre resaltando sus pezones y le susurré al oído.

Ahora vas a sentir lo que siente mamita cuando le mamas las chiches… le besé húmedamente el cuello dejándole una huella de mi saliva en él, y baje mi cara para mamar ese pecho varonil succionando sus pezoncitos, y calentándome aun mas al sentir como se endurecían en mi boca y se pareaban para permitirme mamarlos a mi gusto, el se meneaba gozoso por mis húmedas mamadas en sus sensibles pechos, en tanto me pellizcaba amorosamente mis pezones con sus dedos, sobando todas mis colgantes chiches, mientras me dedicaba a mamarlo tratando de regresarle las maravillosas sensaciones que me había brindado desde que lo pegué por primera vez a una de mis chiches. Lo mamé golosa por ser la primera vez para mí que mamaba así a un hombre, mis manos forcejeaban liberando el broche de su cinturón, y desabotonándole el pantalón para bajarle en cierre de la bragueta. Mis manos buscaron hábilmente el resorte de sus calzoncillos y los bajé impaciente, sintiendo como su verga se enganchaba en el resorte como si quisiera impedir el desnudo.

Nos causó risa el obstáculo pero hábilmente metí mi mano entre la prenda y su piel tomando con firmeza la dura verga destrabándola del elástico para desnudársela toda. Estaba caliente y palpitaba sola cabeceando hacia arriba como buscando ciega un lugar calido y húmedo en donde introducirse completa, la apreté entre mis manos amorosas y le pedí que se acostara en nuestro lecho. Recosté mi cabeza en su bajo vientre viendo de cerca su hirsuta mata de pelos púbicos totalmente negros y rizados, hasta mi nariz llegó el inconfundible aroma de su esmegma recién producido, tomé con mi mano su hermosa verga y me dedique a acariciarla y sobarla con cachondería, subiendo y bajando el suave prepucio liberando y cubriendo el brillante y amoratado glande, desde esa posición lo veía enorme grueso y reluciente, al subir mi mano por el poderoso tronco que marcaba sus venas orgullosas, miraba como de su meato brotaba una cristalina gotita viscosa que atrapaba con mi dedo y la llevaba a mi boca para paladear su exquisito sabor, poco a poco acerqué mi cabeza hasta tener a pocos centímetros de mis ojos esa majestuosa verga que en unos momentos llenaría mis entrañas con su cálido semen depositando en mi millones de semillas de vida. No había contemplado jamás así la verga de mi hijo, todo su tronco la piel de su prepucio, sus resaltadas venas azulosas, y esa enorme y fascinante cabeza que se mostraba poderosa e imbatible, apretaba su tronco con mi mano sin poderla rodear toda con mis dedos que dando una separación entre las puntas del ancho de dos de mis dedos juntos.

Ya estaba su glande al alcance de mi boca y cuando brotaban sus perlas por la punta las tomaba directamente con mi lengua dando un chupetón a esa suave y brillosa piel, enloqueciéndome por el inconfundible olor del esmegma limpio y nuevo, no resistí mas y le mamé la verga con avidez metiendo en mi boca toda esa cabezota olorosa y húmeda, mamando y gimiendo de ansiedad tratando de comérmelo todo y tenerlo siempre dentro de mi. Pero me detuve y le pedí que me chupara el mi vagina, le explique brevemente entre besos y cachondeos de los dos, como debería mamarme usando como ejemplo dos de sus dedos unidos simulando mi panochita, pasé mi lengua de arriba-abajo en la forma que me gusta que me mamen la vulva, Fernandito entendió de maravillas y desde el primer lengüetazo me hizo gemir, encendiéndome las entrañas de lujuria y mientras él me mamaba mi panocha yo brincaba y reparaba en el lecho arrastrando en mi cadera su cabeza, la que había yo sujetado y apretaba contra mi vulva que manaba rios de flujo vaginal que mojaban su boca, mentón y mejillas dejando impregnado en su cara mi espeso néctar femenino, hasta que estallaron incontrolables mis entrañas en mares de fluidos y sacudidas internas de todas mis paredes vaginales que se contraían en miles de espasmos abriendo y cerrando mi ardiente vulva lanzando fuera de mi deslizantes rios que cruzaban hasta el canal entre mis nalgas bañando mi ano agradecido. Llame a Fernandito para que por fin se dispusiera a montar a su madre.

Mi amor quiero que metas tu verga muy despacito… le pedí ansiosa con la voz entrecortada por la terrible venida que me había arrancado con su boca de niño… quiero sentir cada pedacito de tu verga pasar dentro de mi panochita, házmelo lento mi vida, quiero que tu también disfrutes esta cogida con tu madre, y que siempre la recordemos. Ahora mi amor ponme tu cabeza en mi panocha, así mi rey, siente como se abre para ti, ¿Sientes lo caliente que estoy, mi amor? Así me tienes, y me encanta. Ve metiéndomela chiquito mío empújamela suavecito, ya estoy sintiendo como entra tu cabezota, hoy la tienes mas gorda que otros días, me siento mas abierta, pero me llena delicioso. Ay mi amor que rica verga tienes, ve metiéndola despacito papito. ¿Ay mi amor tú también me sientes?

Si mamita, te siento calientita y muy mojada, mas apretadita que otras veces… respondió entre susurros mi hijito… así despacito siento como se te abre tu panocha y como me va apretando.

Déjame besarte mi amor, dame tu boca… le pedí suplicante de lujuria.

Y al besarlo saboreé mis jugos en sus labios, encendiéndome ante el femenino sabor que tanto me gusta en las vulvas de mis amantes, y al disfrutar el mío en la boca de Fernandito o de otras mujeres me enardece y no paro de besar y chupar todas sus caras bebiendo hasta la ultima gota de mi néctar. Así lo hice con Fernandito mientras seguía clavando dentro de mí esa gorda verga que es mi orgullo. Por fin sentí que sus pesados huevos chocaron con mis nalgas y nos quedamos quietos un instante en tanto nuestras lenguas se trenzaban en un imposible nudo, deliberadamente inicié un aprieta y afloja con mi vagina logrando sacar leves suspiros de placer de mi hijo. Quien no resistió más la inmovilidad y despacio movió en círculos su cadera empujando fuerte sobre mi pubis, frotando su abultado pelambre sobre el mío, tallando mi desnudo clítoris con sus gruesos y largos vellos, esa áspera sensación me provocó un rápido e inesperado orgasmo que me hizo morderle un hombro dejándole la marca de mis dientes.

Así mi amor, hazme gozar… dije con voz ronca de pasión… soy tuya mi vida, soy solo para ti y siempre lo seré. Cógeme mi amor, cógete a tu mamita. Hazme tu mujer completamente.

Vente mamita, vente toda mamá… dijo jadeando Fernando… Mmmmh, que sabroso se siente cuando te vienes mamacita.

Agárrame las nalgas mi amor y cógeme lento y fuerte… le pedí suspirando sin aliento, mientras levantaba mis caderas para dejar pasar sus manos bajo mis temblorosas y transpiradas nalgas.

Empezó entonces un movimiento de vaivén entre los dos cuerpos, ya sudábamos a pesar del aire acondicionado, sentía mi pelo humedecido en mi nuca y al acariciar la espalda de mi niño, esta estaba totalmente húmeda, pasé frenéticamente mis manos por su piel, apretando mi cuerpo contra el suyo en tanto nuestros sexos bombeaban cada vez con mas rapidez y fuerza, haciendo que sonaran los cuerpos, al chocar las pieles húmedas. El sudor corría por su cuello y yo lo bebía ansiosa y sedienta de su cuerpo y de todos sus jugos, él aceleró aun mas su ritmo y fuerza y sentí con asombro cómo se le inflaba mas su gorda verga y se endurecía entrando mas profundamente en mi, que estaba con las piernas levantadas y abiertas al máximo sobre su espalda por la fuerza de su cogida.

Del fondo de su garganta se empezó a formar un rugido que llegó a su más alto volumen, al arrojar por su verga chorros de ardiente semen dentro de su madre, los primeros de muchos litros que depositaria en mí. Me sorprendió de pronto un nuevo orgasmo pero mas intenso que el anterior quedando desmadejada entre los brazos y bajo el cuerpo de mi hijo. Él bombeó con mas fuerza reventando su interior, en un verdadero río eyaculado por ese juvenil pero poderoso pene, mandando a lo profundo de mi útero su mensaje de vida, y derramándose por mis paredes y su tronco el resto de la cantidad de semen, que no cupo dentro de mi estrecha vagina. Quedamos agotados por la intensidad de nuestra entrega, por fin había recibido el semen de mi hijo en mi vagina ahora ya era yo su mujer, y él era el único hombre de mi vida. Estábamos adormilados mientras su semen y mis jugos resbalaban por el canal de mis nalgas, aun apresadas por las manos de Fernando. Su respiración era recibida en mi oreja, sintiendo la calidez de su aliento con aroma de mis íntimos néctares de amor. Al percatarme de que su verga cobraba nuevos bríos surgió en mi la llama de la lujuria y pasamos toda la noche cogiendo en todas nuestras posiciones favoritas mientras mi vagina rebosaba y derramaba las enormes cantidades de semen eyaculadas en su interior, estando todos mojados entre sudor, semen y fluidos vaginales. Nos sorprendió la luz del amanecer conmigo chupando golosa su verga, mientras me quedaba dormida. Desde esa noche nuestra unión se hizo todavía más fuerte y nos llenábamos completamente el uno a la otra, hasta poco antes de que aparecieras tú y volvieras a darnos luz y vida con tu presencia y tu amor.

¿Y no tuviste curiosidad de coger con otros hombres?... indagué curiosa y mas relajada.

Claro que si desde la primera cogida con Fernandito… confesó Ana Rosa… había un cliente muy guapo que me hacia invitaciones y proposiciones que yo rechazaba, pero después de coger con mi hijo, me animé y acepté salir con él, aunque no me sentía atraída, y terminamos en un hotel, ahí me hizo todo lo delicioso que puede haber de caricias encendiendo todo en mi. El sexo oral que me hizo me vació varias veces y me enseñó a manipular mi punto G, haciéndome gritar y rugir de un placer totalmente desconocido, lo manipuló con firmeza y seguridad provocándome algunas de mis raras eyaculaciones, creí que había superado mi aversión hacia los hombres, pero al tratar de mamarle su verga no pude, me dió asco y le pedí paciencia y tiempo para hacerlo, y cuando me la metió, aunque fue muy cuidadoso y lo hizo tiernamente, no lo aceptó mi mente, haciendo un esfuerzo lo dejé venirse dentro de mi pero inmediatamente me levanté al baño a vomitar, Salí apenada del baño, diciendo que algo de la comida me había caído mal, que me perdonara que me sentía mal y quería irme a mi casa, no obstante esa experiencia hice dos intentos mas, con los mismos resultados. Solo me satisfacía con mi hijo y con algunas mujeres hermosas. Con ellas mi sexualidad se ha complementado, claro que Fernando no sabe que soy lesbiana y que he cogido con mujeres, pero mi misma inclinación me lleva a la necesidad de disfrutar esa parte de mi sexualidad, solo tu ahora y esas mujeres que han sido mis amantes lo saben, pero lo de mi hijo y yo solo lo sabes tu y nadie mas. Ni siquiera ellas.

Te agradezco la confianza… dije de corazón conmovida por la vida que había llevado ella, traté de comprender el terrible trauma que debía haber en la mente de Ana Rosa y que ese mismo padecimiento la llevó a salir de la realidad y cometer incesto con su hijo, pero lo hizo sin darse cuenta de ello, ni de la magnitud de su acción, aparentemente no lastimó a nadie pero esa sexualidad que nació en ellos interfería en la sexualidad de su hijo y la mía. Comprendí como todo había surgido entre ellos y que esa era su forma de vida, pero mis bases educacionales, sociales, religiosas y morales me gritaban que eso era una aberración, que era anormal y prohibido, mas mi amor por ellos al vivir cerca de estas personas maravillosas y que me amaban, abrían mi lado humano y sentimental, ese lado instintivo me hacia ver el amor que existía entre ellos y que todavía alcanzaba mucho para mi, ese lado femenino y maternal en mi, comprendía y perdonaba todo el secreto de esa pareja extraña y adorable… Pero se que no me hubieras dicho nada a no ser que los ví cogiendo.

Tienes razón Lidia… admitió Ana Rosa… no estaba contemplado que lo supieras jamás. Pero ahora te lo cuento con el amor de madre, que ve que si te alejas de Fernando, él no lo va a soportar y se me va a marchitar, el te ama con todo su ser, incluso mas de lo que me ama a mi, tu eres su mujer su complemento, si hubieras visto lo emocionado que llegó a la casa cuando te conoció, me dijo que había visto a la mujer mas hermosa del mundo, decía que era el mas afortunado de los hombres por haberle tocado vivir en el mismo mundo y en la misma época que tu, que iba a tratar de hacerte su amiga y después su esposa. Fue hasta bastante tiempo después que reparó en que te parecías a mi, era tanto el impacto que causaste en él, que no vio esa obvia semejanza entre nosotras. Y cuando yo te conocí aprendí a amarte como a una hija, pero ten la seguridad de que te amamos porque eres tú, por quien eres, por ti, y porque formas parte de nuestras vidas y sabemos que si nos dejas todo va a acabar. Fernando te necesita tanto a ti, como a mi, antes de conocerte ya cogíamos muy espaciadamente, ya casi no me mamaba mi leche, yo estaba triste y preocupada pues es muy joven para perder el interés en el sexo, pero al conocerte su deseo volvió, así que tu eres esa parte que faltaba en su vida.

No sé Ana Rosa… dije pensativa, mientras veía como mi suegra cambiaba de posición en su camastro y se quitaba la corta batita quedando solo en las breves prendas, en tanto me sugería que me quitara también mi bata, sin considerar nada la obedecí, al estirarse por su bebida uno de sus pezones se salió del brasier, lo que nos causo risa, que rompió un poco la tensión, pero en mi causo una grata impresión ver ese deseado pezón de cerca… Son tantas cosas las que debo pensar que no puedo darte una respuesta en este momento, está toda mi educación y forma de vida, que rechaza lo que ustedes hacen, pero también pienso en el amor que se tienen y la manera como surgió todo entre ustedes y te aseguro que te entiendo y te comprendo, fue un acto natural que creció junto a los dos, pero tengo muchas raíces en mi mente que debo analizar.

Lo entiendo… dijo Ana Rosa. desalentada… solo te pido que no te vayas y pienses aquí lo que tengas que pensar. Ahora que te parece nadar un poco para refrescarnos.

Me parece bien… dije sonriendo con tristeza… está haciendo calor. Vamos.

Entramos al agua sintiendo su frescura, y nadamos juntas un poco, para recargarnos en una orilla bajo al sombra, estábamos juntas una a la otra con nuestros brazos tocándose de cuando en cuando, el agua nos daba a la cintura, hasta que de la nada estallé en un llanto incontrolable, por la tensión enorme que me invadía el cuerpo y el alma, Ana Rosa me abrazó maternalmente, tratando de consolarme frotando mi espalda y mis brazos mientras yo me acurrucaba en su regazo y ocultaba mi cara en su pecho, mojando con mis lágrimas sus senos, ella acariciaba mi cabeza con paciencia, diciendo que me amaba, que por favor no los dejara, que iban a tratar de buscar ayuda si yo así lo quería, pero que permaneciera con ellos para siempre, sentí sus labios en mi cabeza dándome tiernos besos, a los que yo correspondí besando lo que estaba al alcance de mis labios.

Recordé, no sé por qué, a mi marido tomando esos senos desnudos y mamándolos ávidamente para recibir la leche que ellos guardaban para él. Sin pensar en nada seguí besando esos hermosos senos, hasta caer en cuenta que había deseado hacerlo desde que la conocí y cómo llamaban mi atención cuando vestía con sus generosos escotes y como se marcaban sus gruesos pezones con sus breves bikinis, como en trance me ví besando aquellos deseados senos, animada tal vez por la confesión de su lesbianismo, pero estaba disfrutando de esa tersa piel, ya los tenia sujetos con mis manos y Ana Rosa me había separado un poco para permitirme tocarlos a mi antojo, recordando a mi marido busqué un pezón con mi boca y mi suegra entendiendo mi intención liberó una de sus bellas chiches dejando desnudo su erecto botón de vida con la areola ya ovalada por la excitación, contemplé por primera vez en mi vida un pezón femenino de cerca, lo toqué extasiada, se lo pellizqué suavemente, y saltó un blanco chorro que cayó en mis senos, enloquecida por esa inesperada salpicada, me prendí con la boca de ese jugoso pezón para beberme toda la leche que guardaba ese deseado seno, mamé y tragué sin parar toda la leche y después pasé al otro seno y lo mamé con avidez, sujetando con mis dos manos la bella chiche de Ana Rosa mientras la apretaba sintiendo en mi boca la fuerza de los chorros de leche que calmaba mi sed lujuriosa.

Ana Rosa ya había liberado mis chiches y me las acariciaba con una mano en tanto con la otra se estaba tocando la vagina por debajo de la tanga, gimiendo y suspirando al amamantar a la mujer de su hijo, y aun cuando se acabó la leche de los dos senos yo seguí mamándolos un poco mas, enardecida por esa pasión que se había despertado en mi. Salimos de la alberca, nos secamos y fuimos a la habitación de Ana Rosa ahí, me acosté en su cama llena de lujuria y deseo, no pensaba en nada y no quería pensar en nada mas que en Ana Rosa y yo, me desató el bikini y mamó tiernamente mis pezones, diciendo que también mis chiches son muy grandes y hermosas me mamaba deliciosamente sabiendo exactamente donde tocarme para que yo sintiera mas placer, pensé si así era de tierno el amor entre las lesbianas que conocían sus cuerpos y su puntos de placer y los sabían tocar en la forma exacta y mas placentera para las mujeres.

Me hizo levantar mis brazos y yo sabiendo lo que me iba a hacer se lo permití gustosa, tocó mis delicadas axilas deleitándose con su forma, acercó su nariz y las olió embelesada, pasó su lengua por ellas casi rozándolas para después mamarlas y hacerme deliciosas cosquillas que ponían erectos mis pezones, se contraían mis areolas, provocando que mis fluidos bañaran mis entrañas y mi vagina, percibí que ya la habitación se llenaba del aroma de nuestros jugos íntimos, regresó lentamente su boca a la mía besándome por primera vez haciéndome sentir un vacío en el estómago como si revolotearan dentro de mi miles de pequeñas alas de mariposa, se dirigió a mis temblantes chiches, mamando con fuerza los pezones por unos deliciosos instantes mas, mientras yo me retorcía de deseo por satisfacer mi líbido, bajó su boca besando, lamiendo y chupando cada centímetro de mi anhelante y erizada piel.

Al llegar a mi ombligo metió en él su lengua suavemente y lo besó casi con veneración, siguiendo su recorrido hacia abajo, estrujó con sus manos mi bajo vientre dándome oleadas directas en mi vagina, mis contorsiones eran cada vez mas incontrolables, llegó a la delgada tanga que estaba completamente mojada por mis dulces néctares, me la quitó haciendo que levantara la cadera mientras besaba mi vello púbico también humedecido, tomó la tanga en sus manos y mirándome fijamente, la olfateó deleitándose con su femenino aroma y entrecerrando sus oscuros ojos la chupó glotonamente abriendo de nuevo los ojos y clavando su sensual mirada en la mía para ver mi reacción, yo sentí que le devolví una lujuriosa mirada que la hizo sonreír eróticamente, para bajar entonces su cara hacia en medio de mis piernas, separándomelas al máximo con sus manos, para apartar con sus delgados dedos mi tupido vello púbico, hasta llegar a mis ocultos y sonrosados labios vaginales con habilidad frotó mi erecto clítoris arrancándome sonoros suspiros de agradecimiento, sin mas, apoyó su lengua en mi vulva y la lamió ávidamente estremeciéndose su cuerpo ante la dócil entrega de mi sexualidad a sus expertas caricias, cada lamida desde el perineo hasta el clítoris, me hacían estremecer y retorcerme involuntariamente, mientras saboreaba mi néctar, que en ese momento, era solo para ella, no paró de lamer y mamar mi panochita hasta terminar de chupar todos mis fluidos dejándome la vagina palpitando de ansiedad, abriéndose y cerrándose por si sola esperando que algo se introdujera dentro de ella y calmara su sed.

Sentí que tomó mi clítoris entre sus labios y lo mamó dulcemente, lo cual ya no pude soportar mas y me liberé en un escandaloso orgasmo que me hizo gritar enloquecida, mientras yo me pellizcaba insaciable mis propios pezones, reflejando el tremendo estado de lujuria en el que me encontraba al estar cogiendo con la madre de mi esposo, ella colocó su mano sobre mi vulva, sintiendo complacida mis contracciones en la entrada de mi vagina hasta que espaciaron y me fui recuperando de la agitación provocada por mi suegra.

Al verme calmada me besó largamente en la boca metiéndome su inquieta y dulce lengua, buscando la mía que la esperaba ansiosa y cansada, sentía su mano hurgar en mi vagina mientras nos besábamos apasionadamente, hasta que al tocar en mi interior ese sensible punto interno, me hizo perder la respiración, por la intensa sensación que invadió mis entrañas, me percaté que había introducido dentro de mi dos largos y finos dedos, los que estiraba y contraía sobre el sensible botón, creando en mi oleadas de placer con cada contracción de sus dedos en mi punto G, lo agitaba vigorosamente sacudiéndome mientras mi vagina se abría y se cerraba oprimiendo sus expertos dedos, sentí convulsionar mi interior y estallé en un orgasmo y en una copiosa eyaculación que baño su mano y mis piernas con grandes chorros calientes de mis entrañas, me agité con los intensos espasmos del tremendo orgasmo que me había arrancado mi suegra. Después quedé desmadejada y sin fuerzas a su merced, poco a poco recobré mis sentidos y busqué su boca agradecida con ella.

Se acostó a mi lado apoyando la cabeza en su mano con el brazo flexionado y acariciaba mi sudoroso abdomen tiernamente, su axila estaba al lado de mi oreja y al voltear a verla olfateé su delicioso aroma de suave perfume y sudor fresco y limpio, no pude resistir la tentación y estirándome un poco logré lamer y chupar ese terso lugar, ella suspiró suavemente ante mis lengüeteadas y se acomodó mejor para dejarme mas acceso, las chupé paladeando su exquisito sabor de mujer haciéndola gemir de deleite, la acosté y ella sola levantó el otro brazo invitándome a chupársela también me encimé en su cuerpo para alcanzar la anhelante axila y mi seno quedó a la altura de su boca, rápidamente sentí como me succionaba deliciosamente el pezón, mientras le chupaba ávidamente la sensible piel.

Después de unos minutos de intercambio de caricias deslicé mi cara por su costado y lamí el nacimiento de su seno bajo su axila ella sin bajar los brazos, se meneaba con sensualidad por debajo de mi cuerpo. Continué y ví con grata sorpresa que sus chiches ya estaban cargadas de leche nuevamente, con glotonería me prendí de sus pezones mamándolos ansiosamente tomando de esa leche que ya no recordaba haber tomado de mi madre, ella me dejaba hacer, mientras mantenía sus brazos levantados en una pose de lo mas sensual que hubiera yo visto en alguna mujer, en ese momento caí en cuenta que tal vez mi verdadera tendencia era ser bisexual pues gozaba con mi marido pero me estaba gustando mucho coger con mi suegra, le mamé las chiches de mil formas imaginables, jugando con ellas mordiéndolas, estrujándolas, las separaba, juntaba sus pezones y los mamaba los dos al mismo tiempo, hasta dejarlas secas de nuevo, di sonoros chupetones como marcando el final de las mamadas, y bajé la mano a su arreglada vulva, de inmediato separó sus piernas y metí fácilmente mis dedos en la húmeda cueva de placer, recordé como me había arrancado uno de mis mas violentos orgasmos y como me había hecho eyacular con su mano, y decidí darle el mismo tratamiento, introduje decididamente mis dedos medio y anular hasta tocar el colchoncito en el medio de las dos zonas rugosas, hice con mis dedos el movimiento de rascar con las yemas de mis dedos apoyadas en el punto G de mi suegra y presioné con firmeza como queriendo levantarla por la vagina mientras mis yemas sobaban con fuerza el colchoncito altamente sensible, Ana Rosa se sacudía con fuerza ante mis manos, yo presioné con mi mano libre su pubis hacia abajo en sentido contrario a mi otra mano, mi suegra agitó con mas violencia su cadera y presionando mis manos con las suyas se vació en una copiosa eyaculación, mas abundante que la mía, sentí en mis dedos como palpitaba su vagina y las deliciosas contracciones que hacían sacudir su pelvis oprimiendo mis mojados dedos como si los chupara con la vagina.

Volteé a ver su cara y estaba con una satisfecha sonrisa viéndome con amor, con la respiración muy agitada todavía que sacudían sus pesadas chiches de arriba-abajo, sin dejar de mirarla saqué mis dedos de su vagina y sonriendo los introduje en mi boca, paladeando lentamente todo el sabor del néctar femenino de esa increíble mujer, que acariciaba con ternura mis piernas dobladas haciendo surcos en ellas con sus largas y afiladas uñas.

¿Quieres sentir mi sabor? Yo te lo voy a dar todo para que desde ahora seamos la una para la otra. Me dijo con voz ronca de pasión… ven acuéstate aquí.

¿Aquí, así?... pregunté obedeciéndola dócilmente… Ven hazme lo que quieras.

Ahora tu eres la que vas a hacer algo… dijo sonriéndome con lujuria, y con un extraño brillo en los ojos.

Se montó en mi cara con su vello púbico sobre mi nariz, en tanto que yo observaba sus colgantes chiches mientras apoyaba sus manos en la cabecera de la cama, bajó despacio su cuerpo hasta casi sentarse en mi boca, la que abrí para besar y lamer esa mojada vulva que se me entregaba por completo, di suaves lengüetazos a lo largo de su panocha, mientras ella resoplaba con deleite cimbrándose ante cada descarga del clítoris, me las ingenié para poder meter mis manos entre sus piernas y abrirle los enrojecidos labios vaginales casi de color mamey claro, una vez abierta su vulva al máximo la chupé y sorbí cada gota de sus fluidos lamiendo y mamando el clítoris hasta que su cuerpo se tenso y descargó su orgasmo.

Yo con glotonería seguí sorbiendo sonoramente todo el flujo que manaba de su abertura haciéndola sacudirse sobre mí en incontrolables y agudos gritos lujuriosos. Temblándole las piernas se desmontó de mi cara y prácticamente se tiró a mi lado resoplando sin respiración y sudando copiosamente por el desgaste de nuestra tremenda y espontánea cogida que nos dimos sin planearlo.

¿Qué va a pasar ahora Ana Rosa?... pregunté preocupada, mientras le pellizcaba delicadamente un pezón en círculos, viendo como se endurecía y hacia que la areola cambiara de forma…no sabia esa faceta de mi, ahora me siento mas confundida que antes.

Tómalo con calma… dijo Ana Rosa… no te precipites, lo que me preocupa es Fernandito pues ahora si decides quedarte, y yo te lo ruego con toda el alma que no te vayas, sé que no podré evitar desear tus caricias y que cojamos tu y yo algunas veces.

Si también esa nueva situación… asentí pensativa, y repuse… que crees que pasará cuando Fernando se entere de lo nuestro.

No tengo idea… confesó Ana Rosa, pero creo que preferirá tenernos a las dos por sobre todas las cosas, aun así debemos ir tanteando el terreno.

Ay Ana Rosa, como se me complicó la vida en unas cuantas horas… dije en un puchero… si no hubiera tirado la leche hoy seria un día como cualquier otro, sin embargo todo ha cambiado para mí. No se si pueda hacer a un lado todas mis enseñanzas y creencias para cambiar y ajustarme a una forma de vida muy diferente y que hasta hoy consideraba anormal.

Sé que debe ser difícil para ti entrar de pronto en nuestra vida secreta… argumentó mi suegra… y en el descubrimiento de tu sexualidad completa. No quiero influir en tu decisión, solo te pido calma y que nos entiendas, ya tu misma viste como se pueden dar las cosas y no es porque seamos anormales, solamente se dan y ya.

Tienes razón en eso… admití con timidez… pues ahora me doy cuenta de que me atrajiste sexualmente desde que te conocí. Tus chiches tenían una extraña atracción hacia mi, que llegué a soñarlas algunas veces.

Tal vez intuías que estoy lactando y eso provocaba tu interés… dijo Ana Rosa pensativa. Yo también me sentí atraída por ti, me encantas eres hermosa, pero sabia que no debería insinuarte nada y solo amarte como hija y nada mas.

Ahora si me amas como hija tuya… dije bromeando… ya me amamantaste y me cogiste. ¿Sabes? Me siento feliz y eufórica, como liberada, pero sé que al estar sola voy a pensar mucho y me van a caer encima los reproches de lo aprendido en mi vida. creo en este momento que dejemos que las cosas sigan así en secreto.

Para mi está magnifico mi amor… dijo Ana Rosa abrazándome y dándome un tierno beso en la boca… ahora te invito a que nos bañemos pues olemos a amor por todos lados y cuando llegue Fernandito se va a dar cuenta de lo ocurrido.

Nos metimos a su baño en el jacuzzi, para limpiar las huellas aromáticas de nuestros cuerpos y ahí mismo nos volvimos a masturbar una a la otra con tranquilidad y sin prisas, alcanzamos unos relajantes orgasmos que nos dejaron adormiladas por varios minutos, relajadas por el suave hidromasaje no despertamos hasta que sentimos la presencia de Fernando frente a nosotras, con cara de asombro pero sin imaginar siquiera lo que habían vivido su madre y su esposa hacia unas cuantas horas.

¿Lidia que pasó, estas mas calmada?...me preguntó Fernando preocupado… ¿Qué hacen aquí? ¿Ya hablaron?

Si Fernando tu madre y yo ya hablamos un poco… dije extrañamente tranquila… pero tenemos que seguir hablando todavía mas, pero ahora entre los tres juntos. Permítenos salir del agua.

Si hijo no deberías de habernos encontrado aquí… secundó Ana Rosa… Pero tal vez sea mejor así.

¿Pero por que se bañaron las dos juntas?... dijo Fernando sorprendido… no entiendo.

Espera mi amor vamos a otro lado mas cómodo… lo invité yo, parándome dentro de la tina, y mostrándome desnuda ante los dos, Salí decidida del agua y comencé a secarme seguida de Ana Rosa.

Él no resistió mucho a lo que le mostrábamos las dos, por debajo de la ropa podíamos ver como su verga iba levantándose y engrosándose divinamente, las miradas de Ana Rosa y mía estaban clavadas en nuestra amada verga estuvimos totalmente secas. Lo besé calidamente en los labios repegando mi cuerpo al suyo para que sintiera cada milímetro de mi piel fresca, me abrazó por la cintura y delicadamente deslizó sus manos a mis rotundas nalgas que se erizaron con el contacto de su dueño. Sus dedos recorrieron toda la longitud de mi canal tocando suavemente mi ano, haciéndolo fruncirse.

Fuimos a la recámara de Ana Rosa y nos sentamos en la pequeña salita. Lo senté en medio de las dos y comenzamos a hablar, mientras nos cubríamos con dos batas de Ana Rosa.

Mi amor… dijo la voz de mi suegra rompiendo el tenso silencio… le he platicado a Lidia como empezó nuestra relación desde que eras un bebé. Ya no viene al caso la culpa de mi acto, sino el hecho en como está afectando a tu esposa. Hemos hablado también de otras cosas que han pasado, y que son importantes que las sepa Lidia para conocer a fondo mi vida. No busco disculparme pues no se si tenga derecho al perdón, pero sepan que todo lo que he hecho, ha sido con todo el amor del que soy capaz de ofrecer.

Ana Rosa, no creo que haya motivo de sentirte culpable… le dije con sinceridad… fue una situación que creció y los envolvió en una firme relación que a perdurado por años y se ha convertido en su forma de vida, que en verdad, a mi no deja de asustarme y mas con lo que han avanzado las cosas.

¿Las cosas han avanzado, en qué forma?... preguntó mi marido preocupado.

En forma íntima e inesperada, hijo… dijo con severidad Ana Rosa.

Yo la miré asombrada por la revelación, y el color invadió mis mejillas, sin pasar desapercibido para mi marido, sin poderlo evitar me puse muy nerviosa, y por mi mente pasó la idea de que no iba a poder resistir tanta tensión en mi vida. El incesto descubierto, mi naciente bisexualidad y la infidelidad que recién había cometido a mi marido con su propia madre, todo junto formaba algo, que mi raciocinio me obligaba a rechazar y salir huyendo de ahí, pero mi amor y mi razonamiento instintivo y humano me decían lo contrario. Ví a los ojos a mi suegra buscando una respuesta y ella me asintió con la mirada, inmediatamente entendí que debíamos contarle a Fernando toda la parte que aun no conocía, y que recién, yo me había enterado de una forma insospechada. Ana Rosa comenzó a narrarle la historia de la violación tal como me la contó a mí, mientras mi marido cambiaba de colores al enterarse de la oculta verdad de su madre.

Pero eso no es todo Fernando… le dijo tímidamente mi suegra quien se apoyaba en mi, con una mirada sonriente, pero tensa y nerviosa, temblándole levemente el labio inferior… hay algo mas que te he ocultado desde siempre. Tú eres el único hombre con el que puedo coger, no soporto a ningún otro.

Pero eso no tiene nada de malo… dijo con naturalidad Fernando… estoy seguro que por ahí que encontraras a alguien y seguirás siendo feliz.

No mi amor… lo contradijo Ana Rosa… es algo muy diferente, los hombres no me interesan, no me gustan, mi inclinación sexual es diferente, soy lesbiana.

¿Cómo es posible, y yo?... preguntó escandalizado mi marido… no puede ser, no podrías hacerlo conmigo.

Contigo es diferente… dijo Ana Rosa… contigo es amor, pero el deseo sexual que me atrae, es con las mujeres, contigo el sexo nació del amor puro.

Pero no es posible, nunca he visto nada en ti… argumentó Fernando.

No Fernandito, nunca he mostrado esa parte de mi vida a ti… dijo Ana Rosa…y solo muy pocas mujeres conocen ese lado mío.

¿Pero has estado con mujeres?... inquirió escandalizado mi marido… ¿Cómo, cuándo?

Mira mi amor… explicó Ana Rosa… mi naturaleza sexual me reclama ser calmada de cuando en cuando, y debo desfogar esas necesidades. El coger contigo, mi mente y mi cuerpo lo toman como una parte del gran amor que te tengo y que ha crecido junto con nosotros en tu desarrollo sexual, yo cojo contigo por amor y por deseo maternal, pero la verdadera atracción sexual mía, es por las mujeres hermosas. ¿Te parece mal que yo sea así?

Mira Fernando… intervine yo, al ver que mi esposo permanecía callado, impactado por la noticia, quedando mudo en sus reflexiones… Yo como mujer, entiendo a Ana Rosa, y aunque no hemos tenido hijos, tengo el instinto maternal de cualquier mujer, sé que su amor por ti es inmenso igual que el tuyo por ella, también sé del impacto de ser violada y el efecto que eso deja en las mentes de las mujeres atacadas, por coincidencia tu apareciste en nuestras vidas, y te ha tocado sacarnos adelante a las dos de nuestros traumas con tu amor. Es muy importante para todos que comprendas y decidas la actitud que vas a tomar ante la confesión de tu madre. Si necesitas tiempo para pensarlo, tómatelo. Pero antes hay algo mas que debes saber.

Me levanté y me pasé del lado de su madre, dejándolo a él en frente de las dos, deslicé mi brazo sobre los hombros de Ana Rosa, y recargué mi cabeza en su hombro, mientras que mi otra mano la abrazaba por en abdomen bajo la bata.

Tu amas a tu madre, en toda la extensión del amor… le dije con voz ronca y sensual… pero yo también he aprendido a amarla como hija, y hoy aprendí a amarla como mujer.

¿Qué quieres decir Lidia?... me preguntó Fernando… No te entiendo, no entiendo lo que está pasando.

Que descubrí otra faceta de mi que no conocía… dije sobando el abdomen de Ana Rosa… y que acabo de descubrir hoy mismo aparte de lo otro que he descubierto desde anoche.

Fernando me veía desconcertado, y pasaba su vista de mí a su madre, sin saber que decir. Mientras yo introducía mi mano por la abertura de la bata y apresaba su enorme seno, moviéndolo en círculos y pellizcando el pezón, lo descubrí de la suave tela y estrujándolo un poco para hacer saltar un chorrito de leche en dirección de mi marido, bajé mi cabeza y lo mamé delicadamente, ante el asombro de Fernando y de mi suegra a quien le dije.

Creo que es mejor así… exclamé sonriendo con cinismo… ustedes me ocultaron su secreto estos años y me parece justo que en pago yo descubra ante ustedes los suyos.

Pero Lidia… murmuró Ana Rosa espantada por mi actitud… ¿Qué va a pasar ahora?

Pasará lo que tenga que pasar… dije decidida, pero sintiendo el corazón en la garganta por el miedo a la reacción de la madre y el hijo… lo sabremos ya y no habrá mas secretos entre nosotros, ya sea que sigamos juntos o yo me vaya de aquí.

No, no te vayas Lidia… se oyó la voz exaltada de Fernando… no me dejes. Pídeme lo que quieras pero no me dejes mi amor.

Solo quiero una cosa en este momento. ¿Qué opinas de esto?… pregunté cínicamente mientras besaba en la boca a Ana Rosa y bajaba mi cabeza para mamar su aprisionada chiche que goteaba copiosamente su leche en mi mano.

Lidia por favor… suplicaba Ana Rosa, con la voz quebrada por la incertidumbre del momento, con la cara enrojecida, por la vergüenza de que su hijo la viera con una mujer, aunque fuera yo… Esto no lo iba a saber Fernando.

Pero ahora me parece justo que hablemos sin mascaras y él vea realmente tu forma de vida… expuse con aplomo… que te conozca sin secretos, para mi fue muy doloroso enterarme que ustedes dos son amantes a mis espaldas, cuando yo siempre les hablé de mi, sin guardarme ningún secreto. Ahora ya lo sabes Fernando, aparte de el amor que te tenemos a ti las dos, hoy descubrí que me gusta tu madre y yo a ella y que me gustó infinitamente coger con ella, como también me gusta coger contigo. Yo sigo siendo abierta con los dos a pesar de ser engañada.

Solo puedo decirles a las dos… dijo Fernando con recelo… que lo que me están descubriendo en este momento, es mi fantasía secreta que he tenido desde que nos casamos, siempre fantaseé estar con estar con las dos juntas, ahora solo es cosa de que ustedes lo acepten así.

Las dos sin proponérnoslo, levantamos un brazo hacia él al mismo tiempo llamándolo para que se acercara a nosotras y nos tomara entre sus brazos. El de inmediato se levantó y camino sonriente y nervioso hacia sus dos mujeres a quienes desde ese momento podría cogerlas juntas o una por una, haciéndolas felices a las dos.

Solo hay algo mas que me gustaría… dije pensativa… y es que quisiera tener leche en mis chiches para alimentarte yo también. Pero no quiero hijos todavía.

Eso no es problema… me dijo mi suegra… hay varios métodos para ello, nosotros te vamos a ayudar y en pocos meses estaremos mamando tu leche. FIN.

A los lectores les agradezco su paciencia y espero que les haya parecido interesante y de su agrado, pues es mi vida real, aunque a muchos les parezca increíble, es lo que me ha tocado vivir.

Han pasado ya varios meses desde ese día y cada día estoy en un difícil dilema en mi vida, por un lado están mis preceptos con los que he crecido y he sido educada y son muy difíciles de hacer a un lado y mucho menos borrarlos, y por otra parte está la nueva vida que descubrí al lado de mi esposo y mi suegra, con quienes disfruto verdaderamente la convivencia y nuestras intensas sesiones sexuales. Pero a solas aparecen miles de reproches en mi mente, y me han ido alterando bastante. No he acudido a ninguna ayuda profesional para evitar que haya el riesgo de alguna indiscreción que ponga al descubierto nuestra forma de vida intima, a petición de mi suegra. Pero también he considerado muy seriamente separarme de ellos y evitar esta tensión mental que tanto me está afectando. Pero sé bien que esta decisión afectaría enormemente a ellos dos y también a mi, pues no se que podría ser de mi vida sin ellos.

Por esa razón pedí al amable escritor me ayudara a redactar mi historia y ponerla a su conocimiento, con la finalidad de acudir a ustedes, con la esperanza de recibir opiniones y consejos, y si hay alguien que pueda haber vivido, o esté viviendo una situación similar a la mía, me aconseje por favor, sobre su experiencia, para seguir con ellos o separarme definitivamente. Por favor es mi vida real y solo les pido su consejo. Gracias de antemano por su ayuda, Lidia.