Mi suegra (2)

Ser el amante de tu suegra es complicado. Pero el deseo anula la prudencia.

Lo de mi suegra me gustó, pero le daba vueltas los dias después. Ella mandaba whatsapp con besos y cosas de esas.

Me mandó un mensaje para que la llamara. Ella estaba cariñosa, provocadora (pienso en ti, quiero coger contigo, estoy deseando verte, etc...). Pero ella no es una niña y tiene experiencia. Intuyó que yo estaba prudente, algo retraído. No era el mismo, incluso de antes de aquél día, siempre habíamos bromeado y notó mi cautela. Me lo dijo.

  • Amor, te pasa algo?. Ya no te gusta la viejita?.

  • No. No me pasa nada. Me gustó lo del otro día. Me gustas tú. Pero sabes que nos podemos meter en un lio. Pienso en eso.

  • No será lío, tesoro. Seremos prudentes. Sé lo que dices. Yo lo he pensado también. Y yo tengo más que perder que tú.

Ella siempre es clara y directa. Tiene experiencia en la vida y habla con crudeza si hace falta. En eso tenía razón. Yo podía tener un lio, pero sin consecuencias más allá de un enfado de mi mujer. Para ella era casi su futuro. No lo mencionábamos hablando pero ambos lo sabíamos.

  • También lo digo por ti, María. No quiero que se complique. Para ti tampoco. Es un riesgo, sobre todo para ti. Lo sé.

  • Pero yo no pienso en eso. Y no quiero complicarte nada. Ni quiero más de ti que gozar, que me hagas sentir mujer, solo eso, amor. Cuando podamos. Cuando quieras. Llevaba mucho tiempo sin sentir lo que sentí el otro dia. Pero dime con sinceridad si no quieres seguir, lo entendería. Pero estoy deseando volver a verte, mi vida. En que me hagas gemir con tu verga.

  • Yo también pienso en lo del otro dia. Y deseando volver a verte.

  • Me hago pajitas por ti, bebé.

  • Y yo por ti, viejita.

  • De verdad?. Ven, que te las quiero hacer yo. Te gustó con la boquita, amor?.

Que las latinas digan papi, me resulta divertido y me gusta. Cuando te dicen bebé, me gusta todavía más.

Y que te provoquen, aún más.

  • Sabes que me encantó.

  • Te lo voy a hacer siempre que quieras, amor.

  • Me vuelves loco, viejita.

  • Y tú a mi, mi vida. Quiero que me cojas otra vez. Que me comas la chocha. Que me des verga y me preñes.

Sabia ponérmela dura solo con palabras.

A finales de mes tenia que ir a recogerlos. Cuando confirmé que mi mujer no vendría, llamé a María.

  • Mañana iré a recogeros. Voy solo.

  • Quieres que te espere sola?.

  • Sola?. Podrás?.

  • Si vienes temprano, Si llegas ya de noche será dificil. Por la tarde me es muy facil. Sabes que a la playa voy sola.

  • Llegaré a primera hora de la tarde. Diré que quiero bañarme en la playa y saldré temprano.

  • Entonces nos bañaremos juntos.

  • Sí, pero no en la playa. Jajaja.

  • Me vas a bañar en lechita, mi amor?.

  • Te lo bañaré todo. Y tú, me bañarás?.

  • Estaré tan mojadita que te podrás bañar entero.

Me gusta su provocación, su coquetería directa. Sabe excitar, halagar y ofrecerse.

Fuí todo el viaje pensando en María. Tenia sus complicaciones pero me excitaba todo lo que estaba pasando. Me gustaba ese juego furtivo, sus ganas, su provocación, su lenguaje. Cuando recaía en que era una mujer de 63 años me parecía increíble y me excitaba más. Era más morboso.

Llegué a primera hora de la tarde. Me duché y la llamé.

  • Hola, amor. Ya llegaste?. Donde estás?.

  • En la habitación del hotel. Estás sola?.

  • Si, mi marido se fué a caminar como todos los días y he dicho que me iba a la playa. Estoy en un café muy cerca. Quieres que vaya? - en eso último habia un tono de coqueteria.

  • Estoy deseando.

  • Y yo, mi vida.

Tardó cinco minutos. Llamó despacio a la puerta. Abrí y al cerrar nos abrazamos. Yo solo tenia un boxer y ella llevaba un vestido de playa con tirantes. Se lo saqué por la cabeza y nos abrazamos. Nos comíamos la boca con desesperación, me mordía los labios y yo le pellizcaba y acariciaba el culo, le mordía el cuello, solo tenia un tanga y sus nalgas estaban desnudas, suaves, duras y tibias. Su culo es lo que mas me gusta.

Sn dejar de besarnos caímos sobre la cama y seguimos así un rato, se frotaba en mi paquete, se movía y se apretaba para sentirlo mejor, yo la cogía del culo para acercarla.

Nos quedamos mirando con la respiración agitada. Me incorporé para verla entera, desnuda. Solo tenia un tanga de encajes rojo sobre su piel negra brillante. Cubriendo su monte, abultado. Abrió los muslos para que viera mejor.

  • Te gusta?.

  • Me encanta. Estás preciosa con ese tanga.

  • Me lo compré para tí, amor. Quería adornarme la chochita para que estuviera linda.

  • Te tendrás que comprar otro. Este me lo voy a comer

  • Jajaja. No me importa. Cómete todo, mi vida. Es tuyo.

La besé en los labios y fuí bajando. Su cuello, sus tetas, su vientre. Me salté su coño, seguí en sus muslos. Suspiraba, jadeaba y casi se retorcía. Levantaba su cuerpo ofreciendo el tanga.

  • Cómeme ya, amor. Te lo suplico. Cómeme todo, mi vida

Le besé despacio sobre el tanga. Lo aparté un poco y lamí su raja mojada, me encantaba el interior rosado entre sus labios negros. Lamí, comí, mordí. Chocho y tela. Ella jadeaba y rompí la fina tira del tanga con los dientes. Cuando puse mi boca sobre su coño desnudo y lamí su raja entre los labios abultados.

Ya conocía su ritmo, su jadeo. Se corrió en mi boca muy rápido. Suspiraba, jadeaba y movía su cabeza de un lado a otro mientras se corría. Se quedó quieta y me incorporé. Me miraba con los ojos semicerrados, jadeando.

  • Cógeme, mi vida. Dame verga. Mátame, amor!.

Me quité el boxer y miró mi polla dura fíjamente. Me tumbé sobre ella y puse el capullo en su raja, sin meterla. La pasaba despacio, acariciando su raja. Me miraba e intentaba levantar su cuerpo buscando que entrara.

La fui metiendo despacio sin dejar de mirarnos, puso sus manos en mi culo para atraerme, se abría todo lo que podía. Cuando entró toda caí sobre su cuerpo buscando su boca. Y ella me abrazó con sus muslos. La metía y la sacaba y ella arañaba mi espalda, mi culo. Yo besaba su boca, mordía su cuello, sintiendo sus tetas en mi pecho.

Empezó a gemir más fuerte, yo la embestía más fuerte sabiendo que se corría. Ya no eran gemidos, casi gritaba.

No pude aguantar más. Me corrí junto a ella. Cuando lo notó me abrazaba más fuerte, con los brazos y los muslos.

  • Dámela toda, papi. Préñame, mi vida, dame tu lechita!

Seguimos un rato así. Yo sobre ella y moviéndonos despacio comiéndonos la boca. Se me salió la polla, ya floja. Pero me gustaba aplastarla sobre su coño mojado. Y a ella también, se movía a mi ritmo y nos acariciábamos con los vientres juntos.

Separó mi cara y la cogió entre sus manos. Me miraba a los ojos.

  • Te amo, bebé. Me haces sentirme hembra. Soy toda tuya, mi vida. Hazme esto muchas veces, mi amor. Dime que me harás tuya muchas veces.

La besé en los labios, en los ojos, me miraba con ojos vidriosos.

  • Si, viejita, si. Eres mía. Y yo tuyo.

Su sonrisa era un espectáculo. Me dió un beso larguísimo. Le correspondí y estuvimos jugando con las lengüas un rato.