Mi sublime profesor de...Filosofía. (Parte II)
Mi profesor Ramón empieza a dejarme claro quién manda. Descubro lo excitante de la humillación.
Las semanas pasaron, las clases pronto adquirieron su habitual normalidad, el primer trimestre estaba acabando, y yo (como todos los años) empezaba a tener problemas para aprobar los exámenes. La verdad es que siempre he sido una chica muy lista pero solía andar pensando en todo menos en los estudios...
A todo esto, mi relación con Ramón, aunque no había conseguido intimar con él tanto como me hubiera gustado, ya había cierta comunicación entre ambos aunque solo fuera por temas de su asignatura, él notaba mi interés en la Filosofía y aunque seguía siendo muy frío, a veces, cuándo nadie miraba, nos dedicabamos alguna sonrisa, pero sin importancia.
Empezaron a surgir ciertos rumores de que a Ramón ''le gustaba demasiado castigar a las chias''. Sí, era cierto que muchas veces sacaba a alguna alumna durante sus clases por alguna tontería que esta había hecho y se iba con ella para sermonearle, y aunque eran eso, rumores... De repente, me llene de celos, ¿Por qué nunca me había sacado a mi de clase?, es decir, ¿Yo no era suficiente para él? ¡Era la única alumna que lo veía como un Dios! (A los ojos del resto de la clase Ramón era un viejo) Me calmé un poco, pero estaba dolida, ese hombre me estaba volviendo loca joder.
Por fin, miércoles, tocaba Filosofía. Como siempre, esperé a Ramón en mi sitio, bien sentada y callada, como sabía que le gustaba encontrarme. Llegó a paso firme y rápido, pasó de mi de largo y dijo:
-Cerrad los libros y dejar un boligrafo sobre la mesa solamente.
+¿Examen sorpresa?- Pregunté yo.
Sonaron unas carcajadas a mis espaldas
-Laura, ¿Cómo?, tenemos programado este examen desde que empezó el curso prácticamente, ¿Por qué no bajas de tu planeta a la Tierra de vez en cuando? Te sería útil.
Genial, acababa de dejarme en ridículo delante de todos mis compañeros. SI hubiese sido alguno de los chicos de mi edad le habría soltado algún comentario ingenioso y elocuente, o alguna bordería para defenderme como hacía siempre, pero esta vez, se trataba de Ramón.
Este hombre empezaba a desquiciarme demasiado y yo ya me debatía entre el amor y el odio muy seriamente.
Ramón repartió los exámenes, y cuando llegó a mi, me miró, supongo, en busca de la habitual sonrisa que le dedicaba en sus clases, pero yo estaba demasiado cabreada para intentar camelarmelo en ese momento, Ramón lo notó y puso cara extrañada a mi rostro de 'pasota'. Iba a decir algo, pero calló.
-Tenéis 50 minutos, si pillo a alguien copiando.... que se prepare.
Estaba buena.... Ni copiarme podía, no sé como cojones iba a aprobar. Así que ya que no tenía ni idea de las preguntas del examen, decidí dárselo completamente vacío, de ese modo además me haría notar. Sí, estaba decidido.
Me levanté hacia su mesa, y... Ramón me observaba mientras me acercaba, su mirada recorría mi silueta una y otra vez. Para cuando quise llegar a su mesa mi enfado se había esfumado. Pero había tomado una decisión, vacilé un momento, recordé su eterna indiferencia hacia todo lo que hacía y le di el examen.
-El examen está en blanco Laura.
+Muy observador...- Lo dije casi sin pensar, creo que fue el cabreo.
-¿Perdona? ¿Me estás tomando el pelo o qué cojones crees que haces?- Era la primera vez que un profesor me hablaba de ese modo, aunque supongo que también sería la primera vez que una alumna le hablaba así al intimidante profesor.
''NO, que cojones haces tú, poniéndome cachonda con tus gestos, palabras y todo. Y encima después pasas de mi'' Pensé
+No puedo hacer nada, no me se las respuestas- Le dije en un tono más amable.
-Pues suspendes el curso, niña.-Me soltó con una sonrisa malévola.
Ya no podía echarme atrás, esto era un pulso en toda regla.
+Bueno, es Filosofía, ya ves tu...-DIje mientras me daba la vuleta con la intención de irme.
YO ya sonreía triunfal y de repente, su mano me agarró de la muñeca muy fuertemente y me hizo volverme hacia él.
-Estás castigada, quédate aquí al final de la clase.- Ya no parecía enfadado, de hecho estaba mucho más tranquilo, y he de admitir que aunque me había gustado verlo tan cabreado conmigo, empezaba a darme miedo.
Pasaron los 50 minutos, Ramón miraba por la ventana, yo, que ya se me habían bajado los humos, estaba algo nerviosa. Se habían ido todos pero el profesor me preguntó para asegurarse.
-¿Estamos solos?
+Sí.
-Bien-Dijo acercándose a mi mesa- ¿Me puedes explicar que te pasa conmigo Laurita?
+¿Qué? Nada, ¿Qué iba a pasarme?
-Hay varias posibilidades, que hoy te hayas aburrido en clase y te apeteciese dar la nota con lo del examen o que quisieras llamar mi atención.
+¿Tu atención?-Reí falsamante- ¿Y eso para qué?- La había cagado, le había dado la razón.
Sonrió y contestó sin prisa.
-A lo mejor es por que te gusto.
+JAJAJA- reí como una tonta, otra vez.- Sí, ya quisieras, ¡Me doblas la edad!
Su mano acarició mi mejilla tiernamente.
-Lo siento Laura, pero tú no me gustas a mi.-Me hablaba como si fuera una niña de 5 años-Eres muy pequeña efectivamente, y además no creo que pudieras seguirme el ritmo.
+Te sorprendería lo rápido que aprendo, y el empeño que le pongo a lo que me interesa.- ¿Por qué había dicho yo eso? Quién era esa Laura? POrque yo desde luego no.
Se agacho a mi pupitre para susurrarme al oído:
-Eso es lo que quería oír...-De repente cambió el tono, su expresión facial, todo.
-Eres una guarra Laura, ¿Te crees que no me di cuenta cuándo te frotabas contra la silla de clase el primer día?- Esto empezaba a salirse de madre.
Quería decirle que no me hablara así, que no era quién.... Pero me estaba humillando tanto, me hacía sentir tan frágil, que no tenía ni aliento para hablar.
-Te he hecho una pregunta.
+No...
-¿NO a qué?
Subí un poco la mirada y le miré a los ojos, yo sentada y el de pie, todavía la sensación de haber empequeñecido ante él era mayor.
+Pensaba que no te diste cuenta cuando intenté masturbarme en clase.-Creí morirme tras decir aquello, de repente me fijé, me ardía todo el cuerpo.
Sonrío amablemente como si nada.
-Saca la lengua.
+¿La lengua para qué?
-¡Sacala!
Saqué mi lengua, la humillación iba a más, me sentía un animal de compañía.
MOvió uno de sus dedos hasta mi lengua y empezó a acariciarla sin cambiar su rostro un centímetro.
NO entendía nada, ¿Que pasaba?, no lo sé, me sentía fatal conmigo misma, me veía como una... guarra, ''OJalá no pare nunca'' pensé involuntariamente.
-Muy bien Laura, ya sabía yo que eras como una perrita... ¿Verdad?
Asentí con la cabeza porque no podía hablar con mi lengua fuera.
Me hacía cosquillas, guardé mi lengua un momento en mi boca y...
-¡¿Qué crees que haces?! NO te he dado permiso para que cierres la boca, sacala vamos.
Sólo se entretuvo jugando con sus dedos en mi boca, pero yo noté lo excitado que estaba, una polla de por lo menos 22 cm quedaba marcada en sus pantalones ceñidos.
Cuándo se cansó me dijo:
-Esto que mirabas golosa, es un premio que te tienes que ganar ¿Entendido?- Se agarró la polla y suspiré fuerte de lo excitada que me ponía ese hombre.
Oyó mi respiración y sonrío.
-Me gusta que seas tan guarra, nos lo vamos a pasar muy bien.
Se fue del aula y yo me quedé en 'estado de shock' por lo que había pasado, me levanté para ir a casa, y por el camino noté como mi coñito había estado mojandose hasta tal punto de que me chorreara un liquido transparente por toda la pierna.
(Este es mi segundo relato, agradecería que me dijeseis que os parece!!)