Mi sublime profesor de... Filosofía (Parte III)

Ramón me castiga merecidamente. Pero también me hace su perrita y disfruto por ello.

(En primer lugar, muchas gracias por los mails, los comentarios, las valoraciones etc. Es la primera vez que escribo algo, y ver que os está gustando es un verdadero placer. Gracias por las críticas por supuesto, intentaré ir mejorando para hacer de estos relatos una buena saga. Lo de siempre, seguid comentandome y diciendome como puedo mejorar, ¡Un beso a todos!)

Estaba pensando la suerte que teníamos en mi insti de poder salir fuera del recinto en los recreos, cuando vi la hora en mi reloj y supe que debía ir yendo a clase ya.

Después de haber estado pensando mucho (sin llegar a ninguna conclusion en realidad) sobre lo que había pasado una semana exacta atrás en la clase de Filosofía, mi cabeza tenía una guerra mental muy grande...  Todo esto se había desmadrado mucho, y bueno, una cosa era cierta, ese hombre me excitaba como nadie. Pero... No estaba bien, y lo sabía, aún siendo una jovencita de lo más salida entendía que lo que pasó aquel día no era muy normal y si hubiese pedido segundas opiniones me habrían corroborado esto. Por otra parte, estaba cansada de mi relación prácticamente nula con el mundo del sexo, entre que los niños (porque siempre los consideré niños) de mi edad no conseguían hacer que me sinitiera atraída por ellos, y que por primera vez en toda mi vida había conocido a una persona que me podía descubrir mi sexualidad de un modo bastante peculiar pero que me llamaba tanto la atención...

Me dirigía hacia las puertas de mi instituto cuando me detuve en seco. No sabía que hacer,  llevaba toda la semana pensando en el momento en el que Ramón entrase por la puerta, se me iba a caer la cara de vergüenza, sin embargo me apetecía muchísimo verlo...

No, no podía hacerlo, de verdad, me acordaba de su cara desfigurada por la excitación, mientras me humillaba y calentaba, y verlo ahora... No sabía de lo que era capáz, en realidad no sabía si podía confiar en él o no... (Y hasta que no lo hiciera no iba a poder disfrutar plenamente de aquel profesor).

Cambié de dirección, fui a casa a por dinero para comprarme algo de comer, y resultó que en la tele estaban dando una película que me gustaba bastante, por lo que me quedé a verla terminar. Pero 'Tesis' duraba más de lo que yo recordaba y cuándo me quise dar cuenta, habían pasado unos diez minutos desde que había acabado la hora de Filosofía, es decir, llegaría tarde a la hora siguiente. Cogí mi mochila y salí corriendo a la calle, al menos vivía cerca del centro, ''espero que el de inglés no se cabree demasiado...'' pensaba, y entonces:

Algo muy duro me golpeó la cintura, un coche, menos mal que el conductor había parado a tiempo y sólo estaba dolorida, me aparté del automovil e hice un gesto de disculpa al hombre que conducía, que bajó la ventanilla, sacó una mano y me hizo una seña para que me dirigiese hasta él.

-Vaya, vaya, mira a quién tenemos aquí.

Me quedé de piedra pensando ''tierra trágame''. Cómo habéis deducido, sí, era Ramón.

-Venga sube, te llevo.

Bueno...no se le veia muy enfadado. Subí mientras pensaba una explicación.

+Hola Ramón, siento haber faltado a tu clase, no me encontraba muy bien.

-¿Ya estás bien? ¿Qué te pasaba exactamente Laura?- Hablaba en un tono más amistoso de lo habitual.

+Pues sí ya estoy mejor, gracias.

Vaya, no sé porqué me daba tanto miedo verlo una hora atrás, tampoco era para tanto.

Conducía sin apartar la mirada de la carretera, vi que estábamos alejándonos del camino habitual para ir al instituto, cosa que me extrañó un poco, pero más me extraño el sonido del seguro del coche cerrándose.

-No me has contestado a todo, ¿Qué te pasaba?

Algo estaba pasando, pero mantendría la calma e intentaría que todo saliera bien,  tenía la excusa perfecta...

+Bueno, me da un poco de verguenza... Es que me ha bajado la regla en el recreo y he tenido que ir a mi casa a cambiarme.

-Aaahh... Eso lo explica todo.- Pareció complacido con mi respuesta.

+Oye,¿No nos estamos alejando un poco del instituto Ramón?

-Sí, es que ya he terminado mi jornada.

+Emmm... ya, pero yo tengo que volver a clase, ¿Podrías llevarme o dejarme aquí si te viene mejor?

-No, creo que eso no va a ser posible.-No dejaba de observar la carretera.

Empezaba a encontrarme mal, estaba encerrada con un hombre al que a penas conocía y de lo poco que conocía, me parecía peligroso.

+Por favor... dejame aquí.

-Laura haz el favor de callarte ya, eres muy pesada a veces, normal que no tengas amigos y siempre andes sola por ahí.

Me callé por el temor que me producía aquella situación, pero mi enfado aumentó tras su último comentario.

Siguió conduciendo el coche por calles que yo ya no conocía

Pasados diez minutos en el coche me acordé de mi móvil, ''estoy salvada'', sólo tengo que dejar marcado el número de la policía por si a caso la cosa iba a más.

Metí mi mano en la mochila en busca de mi teléfono, entonces el coche se detuvo, estaba acojonada pensando en que igual intuía lo que buscaba, pero ni si quiera me miró.

-Ya hemos llegado, vamos.- Quitó el seguro y salió del coche.

Automaticamente yo también le seguí, al abrir la puerta y ver una calle en pendiente completamente vacía pensé en correr, pero Ramón estaba en forma, y probablemente me alcanzaría enseguida.

De repente pensé que igual era yo la que estaba sacando de lugar todo esto, Ramón era un hombre muy inteligente, y no parecía una mala persona, si le explicaba que no quería seguir con aquello me dejaría marchar.

Abrió la puerta de un portal y me hizo una reverencia para que entrase.

Algo que noté a lo largo de aquella mañana fue que no me miró en ningún momento a los ojos, no al menos hasta llegar a su casa.

Entramos en su piso, yo seguía nerviosa pero ya tenía el plan de intentar razonar con él.

Su casa era como un largo pasillo con habitaciones, bastante minimalista, no sé, le pegaba aquel habitat.

-Al fondo a la derecha, sientate, ahora voy.

+Vale, pero escucha... Quiero hablar contigo de todo lo que pasó el otro di...

-Sí, sí. Lo sé. Obedece.

''Obedece'' eso retumbó en mi cabeza, y en todo mi ser, un escalofrío me invadió.Así lo hice, me senté en un sofá negro esperando su llegada y recordando una y otra vez las frases que iba a utilizar para explicarle que no quería seguir con aquel juego. Llegó enseguida se sentó a mi lado y por primera vez en todo el día sus azulados ojos penetraron en mi con una expresion fría, la que siempre tenía.

+Mira Ramón, me gustas y todo eso... pero no sé si esto está bien y casi que prefiero olvidar lo del otro día, ¿Vale?

Sonrió con cara de cabrón y me di cuenta de que yo  ya no tenía ningún control sobre aquella situación.

-Pudiste evitar lo del miércoles pasado, y no lo hiciste, pudiste decirme 'no' cuándo te dije que subieras a mi coche ¿Lo hiciste? No, y podías haberte ido cuando estabas en la calle hace unos minutos, pero tampoco lo hiciste.

Parecía conocerme más que yo misma... Sentí verguenza pensando que todo aquello lo había buscado yo, y agache la cabeza sin saber que decir.

Puso dos de sus dedos en mi barbilla y alzó mi rostro para que le mirara.

Me perdía entre los ojos de aquel hombre, me quedé mirandolo y sin querer y sin poder evitarlo me acabé mordiendo el labio.

Sus ojos bajaron a mi boca, resopló y me besó.

Su lengua acariciaba la mía, sus dientes mordían mis labios y yo perdía la cabeza devolviéndole los besos.

Su mano bajaba por mi nuca, me agarraba el pelo y yo me pegaba más  a él.

Con la otra agarró mi cintura y me pegó más a él, me acariciaba la espalda, me mataba a besos, y solté un gemido por todas aquellas sensaciones.

Se apartó de mi, estaba muy serio, giro la cabeza y sonrió.

¡Plas! Me había abofeteado.

-¡Eso por no haber venido a mi clase y tocarme los cojones con tus inseguridades de cría!

Me ardía la mejilla, no sabía si tenía sangre, sentía un dolor terrible, me dejé caer en el sofá y solté una lágrima sin hacer ruido.

Se acercó a mi y me acaricio dónde me había golpeado, me seco la lágrima con sus pulgares, y me besó en la frente.

-Espero que no me hayas mentido, o entonces si que vas a llorar Laurita.

Quería morirme allí mismo, lo peor de todo era que mi cuerpo obedecía a todos sus estímulos.

-Levántate bonita venga.- Me dio la mano y me puso en pie.

Yo agachaba la cara, avergonzada por todo aquello.

-¿Así que tenías la relga?

''Mierda, mierda, mierda'' Me había buscado todo esto y ahora no sabía como salir.

-Te he hecho una pregunta.-DIjo impasible mirando mis pezones erectos.

+Sí...

-¿Y qué usas, tampones o compresas?

¿Qué clase de preguntas me estaba haciendo? Estaba enfermo, y yo también, no quería que ese momento acabase nunca.

+Compresas

-Pues enseñamela

+¿Cómo...?

-Joder Laura, ¿Quieres que te pegue otra vez?

+¡NO! Por favor...-Casi vuelvo a llorar

Puse mis manos en mis shorts, los bajé, y me quedé en braguitas delante de mi profesor.

-Quitatelas coño.-Me miraba sin parar

Las quité y bajaron con mis pantalones hasta mis tobillos.

Estaba delante de Ramón, ya se había dado cuenta de que lo de la regla fue una excusa para no ir a su clase, me tenía a su merced. A mi y a mi coñito, completamente depilado, odiaba esos pelitos que me salían en el pubis, aunque no eran muchos me resultaban molestos.

-Vaya vaya, ¿Y tu compresa? ¿NO estabas con la regla, putita?- Dio una vuelta rodeándome y se paró frente a mi culo.

Casi temblaba, no sabía si por el miedo o por el calentón.

¡Zas, zas, zas! Tres azotes horriblemente dolorosos marcaron mis cachetes de rojo.

-Aaaaaaaaahggg-Grité todo lo fuerte que pude.

Caí al sillón, llorando desconsoladamente, berreaba, no podía con ese insufrible castigo.

Ramón estaba ahí de pie disfrutando con el espectáculo.

Cuando mis quejidos y mi llanto hubieron cesado, el profesor de FIlosofía se sentó a mi lado.

-Te lo dije Laura, a mi no me mientas. Espero que hayas aprendido la lección.-Me hablaba completamente convencido de lo que me decía.

Y su poder de convicción era tan fuerte que empecé a pensar que tenía razón, y la tenía, la culpa era mía por haberle mentido.

+Lo... siento...-Dije de corazón.

-Me encanta tenerte así.-Decía mientras acariciaba mi larga y lisa melena castaña.

Sus caricias eran lo mejor... Después de aquel horrible sufrimiento notar su cariño me hacía apreciarlo aún más, quise llorar, pero de felicidad.

-Bueno, confío en que hayas aprendido la lección, la próxima vez no seré tan bueno.

+Sí Ramón-Levante mis ojos llorosos del sofá y le miré.+Te prometo que nunca más te mentiré.

-Muy bien... así me gusta.-Seguía acariciandome.- Y ahora ponte en cuclillas pequeña.

NI me lo pensé.

él coloco una de sus piernas debajo de mi coño, y por un momento temí que la subiera rápido para golpearme la entrepierna, pero no fue así.

Su espinilla se pego despacio a mi coño, él noto que estaba mojadísimo.

-¿Sabes lo que hacen las perritas en celo como tú? Follarse las piernas de las personas, y es lo que vas a hacer tú. Quiero ver como lo haces venga.

NO podía mirarle a la cara, me encantaba todo aquello. Bajó su pierna hasta dejarla en una posición normal, ahora me tocaba a mi mover ficha.

Pegué mi coño a su pierna peluda y empecé a frotarme contra ella como si fuera un verdadero animal.

-MIrame a los ojos Laura.- Su cara rebosaba placer, pero no más que la mía.

MIs mejillas ardían y cada vez más. Aceleraba el ritmo, estaba dejando la pierna llena de flujos.

No pude contenerme más y comencé a gemir, cada vez más fuerte, tuve que apoyar mis manos en sus rodillas para poder pegarme más a su pierna y deslizarme sobre ella más rapidamnente.

Ahí venía... iba a correrme, oía algunas risas de Ramón al verme siendo tan zorra, y me ponía más, no dejaba de mirarle a los ojos para que viera lo guarra que podía llegar a ser.

-Muy bien, puedes irte.-Dijo él.-OLvidaré todo esto, no te volveré a molestar y te trataré con total normalidad el resto del curso.

Apartó su pierna de mi coño.

+Ramón... NO quiero eso... quiero ser tu puta por favor..-Le contesté sonrojada

-¿Seguro que no lo dices porque quieres correrte?-Acercaba su pierna hacia mi coño y la restregaba un poco, quitandola enseguida.

NO dejaba que me corriese, pero estaba a punto.

+Quiero correrme... Pero sólo si tú me dejas.

Le encantó oir eso, volvió a acercar su extremida a mis humedades, si volvía a moverla iba a explotar en un orgasmo impresionante. Pero cómo el lo sabía, no lo hizo.

Bajó una de sus manos a mi coño, y yo ilusionada de que sus dedos por fin me tocasen de verdad... Pero no fue así.

SImplemente me pellizcó fuertemente mi clítoris y apartó la mano rápido.

Me corrí.

+Aaaaaahmmmmm....... Que dolor sentí por su pellizco y que placer al correrme, mis musculos más internos se contrayeron y caí muerta entre sus piernas.

Mi baba goteaba por la camisura de mi boca, pero yo estba demasiado extasiada como para limpiarme.

-Jajajaja... Pero que guarra eres Laura.

Recogió con un dedo un poco de líquido que había manchado su pierna y fue a darmelo para chupar. Cuándo saqué mi lengua me sonrio y soltó

-Esto, al igual que tu ahora, es mío.- SU mano cambió de rumbo y su dedo paró en su boca.

FUe increible verlo chupar mis flujos más internos.

Quedé en aquella postura, en el suelo, con la cabeza entre sus piernas hasta quedarme dormida.

Ya a la noche, desperté en su coche por un beso que le dio a mis labios.

-Ya estás en casa, baja. Nos vemos la semana que viene, pórtate bien y queda prohibido que te des placer si no estoy yo para disfrutarlo. ¿ENtendido?

+Entendido Ramón.-Le dije, esta vez con mucha más seguridad sobre lo que estábamos haciendo.

Bajé del coche y subí a mi habitación. Me tumbé en la cama, dónde pensé, aún con la cara y el culo doloridos que auel día fue increíble.

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