Mi sublime profesor de filosofía IV

Experimentando más a fondo...

Este relato es la continuación de una serie que hice hace como cuatro años y dejé abandonada... pero hoy he decidido retomarla.

PRIMERA ENTREGA ---> https://www.todorelatos.com/relato/114015/

SEGUNDA ENTREGA ---> https://www.todorelatos.com/relato/114028/

TERCERA ENTREGA ---> https://www.todorelatos.com/relato/114076/

Como siempre, se agradecen comentarios.

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La semana siguiente de aquel encuentro en casa de Ramón, se me hizo eterna. Pasaban los días y cuando lo veía de pasada por los pasillos ni me miraba. Siempre iba con prisa de un lado a otro y por lo visto no tenía tiempo de nada.

Al llegar el día de la clase con él, procuré vestirme de manera semiprovocativa (dentro de las normas del colegio), con una falda y camiseta escotada bastante ajustada. También me coloqué en el pupitre que estaba enfrente de su mesa y esperé a que llegase, nerviosa, mientras jugueteaba con el boli e intentaba no saltar por la ventana.

Estaba guapísimo. Se había cortado el pelo, recortado la barba, y traía unas gafas de sol negras que le daban un aspecto muy grounge. Yo me quedé embobada desde que le vi pasar por el marco de la puerta. Sus pantalones ceñidos negros y su camiseta de alguna vieja gloria que pocos melómanos conocerían, le quedaban como anillo al dedo.

Dejó las cosas encima de la mesa y al fin, después de siete días completos me dedicó una mirada y una sonrisa.

-Buenos días Laura- Dijo mientras se quitaba las gafas de sol.

+Hola Ramón. -Le dije poniendo el tono y la cara de más pervertida que pude, mientras apretaba mis pechos para que los apreciase bien.

Mi profesor me lanzó una miradita de...  ''no juegues conmigo aquí o te arrepentirás...''.

Alguien se sentó en el pupitre de al lado. Era Fran, un casi-amigo que a penas aparecía por clase.

-Oye... ¿Has hecho lo de mates?. - Me preguntó sin ni si quiera saludar.

+Mucho tiempo sin verte y eso es lo primero que me dices. Toma, pardillo. -Le tiré la libreta a la mesa de mala cara.

La clase seguía algo revolucionada como cada vez que se cambia de hora en un instituto. Ramón intentaba poner orden a su extraña manera: pasando de todo el que le preguntaba algo y esperando que nos diésemos cuenta de que debíamos guardar silencio.

Fran seguía a lo suyo, copiándose de mis deberes. Y yo, yo sólo miraba al impasible de mi profesor. Estaba deseosa de que se cruzasen nuestras miradas. Aunque fuera durante unas milésimas de segundos...

Noto que me abrazan muy fuerte y que alguien me besa en la mejilla.

-¡Aunque seas una rarita eres lo mejor del mundo!- Decía Fran mientras me agasajaba hasta el punto de ser vomitivo.

+Si hubiera sabido que te pondrías tan baboso igual no te dejaba copiarte joder.

-Sé que en el fondo te encanta. -Seguía dándome besos en la mejilla y empezó a hacerme cosquillas.

No sé si os lo había mencionado pero tengo una risa muy MUY ruidosa...

Empecé a desternillarme hasta que la clase entró en un silencio sepulcral de personas que escuchaban mis carcajadas resonando en el más absoluto de los silencios.

Cuando al fin Fran paró de fastidiarme, conseguí mirar a Ramón, que me observaba con cara de pocos amigos.

-¿Has terminado Laura?

+Sí, sí... perdón. - Dije aún roja de reír.

Ahora miraba a Fran. Se acercó a él lentamente. Podía notar su enfado...

Cogió sus deberes (MIS deberes), y los rajó en dos antes de que mi compañero pudiese objetar algo.

Ramón volvía a la pizarra cuando todos oímos como Fran susurraba un clarísimo:

-Capullo...

El profesor dio media vuelta, volvió firme a su pupitre y sentenció:

-Que esta sea la última vez que vienes a mi clase. Estás expulsado para el resto del año.

Yo me sentía muy mal por mi compañero. No sabía si Ramón habia actuado así por mi actitud con Fran (O más bien la actitud de Fran hacia mi) o si le había dado uno de esos venazos de profesor con exceso de poder pero yo no tenía nada que ver...

El caso es que pasé toda la clase de filosofía intentando animar al pobre Fran, que no dejaba de preguntarse cómo le iba a decir a sus padres que volvería a repetir este curso, ya que no podía pasar sin aprobarlo todo.

Al finalizar la clase esperé a que todos saliesen para poder quedarme con Ramón a solas (él estaba tranquilamente mirando cosas en el ordenador) pero me encontré con que Fran no se iba. Nos quedamos los tres. Ramón cerró el ordenador, me miró y le miró.

-¿Nos vamos? - Insitstió Fran.

Yo no sabía que contestarle. No podía pasar de Ramón. Sabía que no era una opción. Así que  acompañé a mi compañero al pasillo. Ramón me puso cara de ''Ah, te vas eh... muy bien''.

+Fran voy a intentar hablar con Ramón y explicarle que todo ha sido culpa mía.

-No te va a hacer caso, es un puto viejo, es un cascarrabias... no razona.

+Yo creo que sí razona, joder, es licenciado en filosofía, debe poder razonar, además por intentarlo no pierdo nada. A ti no te va a escuchar...

Fran dudó un momento pero le dio el visto bueno a mi plan.

-Muchas gracias guapa... Cuando quieras te invito a unas cervezas en mi casa. Mi padre tiene un mini bar genial...

Me dio un beso en la mejilla y un abrazo considerablemente largo.

Yo entré en el aula y cerré con prisa la puerta detrás de mi.

Ahí estaba Ramón, listo para irse.

+Me he deshecho de él. - Le suelto.

-Ya... lo he oído todo. ¿Parece que ese chico está un poco colado por ti no?

+Jaja, ¿Quién Fran?...- Dije haciéndome la tonta.

-(...) y tú vas y le sigues el juego en mis narices...-Continuó diciendo

-¿Querías ponerme celoso? ¿Con ese niñato?

+N...o, no, de verdad que no.

-A mi no me ha dado esa impresión.

¿Sería verdad? ¿Lo habría hecho de manera semi inconsciente? ¿Me había gustado que sintiese celos de que otro chico me deseara? La respuesta estaba clara, y Ramón lo sabía mejor que yo.

+Lo siento, no sé que me ha pasado.

-No me digas que lo sientes. Eso no me vale nada.

Yo no sabía qué hacer sólo quería besarlo, estaba realmente guapo.

Miraba al suelo y de vez en cuando buscaba su mirada. Y la encontraba. La encontraba clavada en mi. Y podía apreciar lo enfadado que estaba... cómo apretaba las manos apoyadas en su mesa. La mueca de su cara de desprecio absoluto. Ramón me hacía sentir minúscula...

Era mucha presión. No pude más, subí la mirada hacia él. Me levantó las cejas haciendo gesto de esperar una respuesta por mi parte. Pero no podía decirle nada, era tan imponente, no tenía palabras ni réplicas.

-Bueno... Pues muy bien. Recogió sus cosas de encima de la mesa e hizo el amago de irse.

Yo no podía más y exploté. Comencé a llorar de frustración y de pena, porque no aguantaba ver lo enfadado que estaba conmigo...

Estaba fuera de mi, ese hombre había cambiado mi vida en cosa de dos meses y no quería que desapareciera de repente. Todavía no.

Fui corriendo a sus hombros y me enganché de él pasando mis dos brazos a su alrededor, apoyando mi cabeza en su pecho y llenándolo de lágrimas.

Lloraba desconsoladamente mientras le decía mil veces que lo sentía.

Al principio se resistió un poco, pero cuando comprobó por la duración de mi llanto, que no se trataban de lágrimas de cocodrilo... me devolvió el abrazo.

Noté como su gran y firme mano subía desde mi espalda, pasando por mi nuca hasta mi cabeza, y cómo esta me empujaba hacia su pecho.

Mientras, su otra mano, rodeaba mi cintura en su totalidad. Y yo me apretaba con el deseo de fundirme con aquel hombre y quedarme dentro de él para estar siempre, calentita, segura y protegida.

No sé cuántos minutos estuvimos así. Pero os juro que podía haberme quedado allí de pie, y dormirme.

Pasado un rato largo desde que acabé con el lloro, me separó de su pecho y me miró, todavía con los ojos rojos y cara de pena.

-Qué guapa estás así. -Suspiró y volvió a pegarme contra él.

Se nos hizo de noche en aquella aula. Nos fuimos después de pasar una de las mejores tardes de mi vida. Yo estaba agotada de llorar tanto. Y Ramón muy amablemente me ofreció llevarme a casa en coche.

Yo lo miraba conducir como el niño que ve el mar por primera vez, lleno de infinitas posibilidades...

Caí rendida en el coche.

Me desperté al rato, por la baba que caía desde mis labios hasta mi barbilla. Lo primero que noté fue que no podía abrir mis ojos.

Lo segundo, que no podía mover mis brazos ni mis piernas. Lo tercero que estaba amordazada con una especie de pelota blanda atada que no me dejaba cerrar la boca, y por culpa de la cual se me caía la baba, ahora hasta mi cuello.

Escuché su voz.

-Hola perrita...- Pasaba su mano desde la planta de mi pie hasta mi cara.

Intenté decir algo en vano...

Oí su leve risa...

Sonreí por escucharle reír. O bueno, lo intenté.

-No te has portado bien y tu llanto de esta tarde me confirma que lo sabes. Me has pedido perdón pero sabes que eso no me vale nada. Ahora vas a pedirme perdón de otra manera más especial.

Me quitó la venda de los ojos y vi una correa. Una correa de perro.

Lo miré con cara de súplica pero me la puso igual.

-Quiero que ahora te muevas muy despacio y únicamente hagas lo que yo te digo.

Me colocó la correa y me desató poco a poco.

-Ahora andarás por el suelo a cuatra patas mientras te paseo por la habitación.

Negué con la cabeza pero caí al suelo con el primer tirón que dio.

Empecé a obedecer, paseaba por la habitacion como si fuese una perra de verdad. Me veía en los espejos y... me encantaba. Sobretodo verme en las manos de Ramón, que me acariciaba con suavidad y me decía cosas como:

-¿Quién es una buena chica? - Mientras recogía mi saliva que caía de la comisura de los labios y la restregaba por toda mi cara.

Yo sólo salivaba más y más... Estaba absorta viéndole hacer aquella marranada... Quería que me empapase toda la cara... Lo hacía con tanto cariño y firmeza.

Llegó un momento en el que empezó a reír.

-¿Qué caliente está esta zorrita, no...? Que no para de salivar.

Asentí con ojos de corderito.

Recogió un poco de mi saliva y llevó su dedo a mi coño.

Untó con mucha suavidad y casi sin presionar por todo mi coño la saliva. Yo gemía con ansia. Me daba mucho gusto pero necesitaba más.Empecé a moverme y a meterme la punta de su dedo, que dejó firme para ver hasta cuánto era capaz de meter. Sólo entraba su yema...

-¿Vaya vaya... nunca te han follado Laurita? Me cuesta creerlo viéndote así...

Yo seguía amordaza, con la correa, con la cara desencajada de placer y moviendo mis caderas ritmicamente. Iba a correrme.

Ramón lo noto y apartó su dedo en el momento justo.

Solté un gruñido que se vió respondido por un bofetón en la cara.

-¿A caso tienes permiso para quejarte? No.... Ni para quejarte, ni para correrte, ni para respirar si yo no te lo doy.

Pasó su dedo manchado de mi flujo por mi nariz.

-Así es como huelen las niñas guarras como tú... a perrita caliente.

Me tapó la nariz y yo intentaba tomar todo el aire que podía aunque era realmente difícil con la mordaza puesta... Puso su otra mano en la mordaza, para taparme la boca y empecé a forcejear con él, que acabó tumbándome en el suelo, sentado encima de mi bloqueandome piernas y brazos. Apenas podía respirar y cuando ya no podía más, Ramón me soltaba y dejaba respirar. Me decía que lo hiciese tranquila, poco a poco.

Yo después de aquello sólo quería que me abrazase, y cumpliendo con mi rol de perrita intenté restregarme en él haciéndole ver que quería su atención... Me estiro de la correa hasta ponerme sobre dos patas, apoyada en mis rodillas, con mis brazos rectos y con mi cuello estirado por la fuerza que ejercía sobre mi.

Se agachó sin prisa alguna. Aproximó su cara a la mia. Me quitó la mordaza y antes si quiera de que pudiera tomar aire me besó. Su lengua recorría cada centímetro de mi boca, me mordía los labios con fiereza. Se pegaba más y más a mi. Fue un beso intenso, largo, caliente y muy húmedo.

Se levantó y yo todavía en aquella postura obedecí cuando me dijo:

-Ahora abre la boca

La abrí y vi como escupia en mi boca varias veces. Cómo restregaba su babas por mi boca. Y de repente y sin darme cuenta... Me metió su polla hasta la garganta.

Casi vomito. Empecé a toser muchísimo, me la saqué enseguida y empecé a toser.

-Se nota que te falta experiencia... Igual aún no te mereces chupármela... esto es sólo para niñas buenas.

Me la metí aún más a dentro de una. La sacaba y la volvía a meter hasta que notaba como mi nariz tocaba su pubis. Lo repetía con rapidéz mientras escuchaba los gemidos de Ramón. Que me excitaban muchísimo.

Ramón estaba durísimo. Tomó mi cabeza y empezó a follarme la boca sin piedad alguna hasta hacerme llorar. Yo le miraba a los ojos con cara de estar siendo violada pero también con cara de estar disfrutando como nunca. Él me miraba fijamente con cara de cabrón mientras me ponía cara de pena como burlándose de mi y me la metía cada vez más dentro conforme cambiaba esa expresión a la de cabronazo máximo y empezaba a soltarme cosas como:

-Si te hubiese pillado hace 10 años te hubiera reventado igual... Seguro que eras una niña muy muy putita... Seguro que se la comerías hasta a tu papa, ¿Eh, zorra?

-Cómo disfrutas... Y cómo lloras. ¿Te gusta como te humillo? ¿Quieres que te humille aún más verdad? Lo haré pequeña... - Y de nuevo, la metía tan al fondo que casi sentía que iba a atravesar mi garganta.

Entonces la sacó. Yo al fin pude respirar, toser, secarme las lágrimas, los mocos... Pero Ramón tardó solo unos segundos en poner en marcha de nuevo su plan...

Me ató de pies y de manos a la cama, completamente inmóvil. Colocó un vibrador justo en mi clítoris. Continuó follándome la boca mientras me subía el mentón con dos dedos de manera dulce para que mantuviese la mirada fija en sus ojos.  Yo sentía como me iba a correr. Y así fue... sólo que esta vez lo manché todo... un chorro salió disparado desde lo más profundo de mi cuerpo y empecé a gemir como una verdadera puta.

Ramón mientras sonría mientras seguía clavándome la polla en la boca, y me decía

-Eso es... eso es cariño... córrete hasta morirte del gusto, mi putita tiene que correrse porque sólo vive por y para el placer.

Yo todavía bajo los efectos del mejor orgasmo de mi vida le dije

+Profe por favor, quiero que me uses... quiero ser tuya, quiero que me humilles y me hagas todo lo que quieras.

Ramón muy complacido y enternecido con mi discurso, fue a por su móvil, y empezó a grabarme mientras le comía la polla y disfrutaba aún de la vibración del aparato.

-Veamos... ¿Dime quién eres?

Me sacaba la polla de la boca y decía con voz de niña pequeña...

+Soy la putita del profe...- Y volvía a comerle la polla a Ramón.

Estaba fuera de mi, pero el placer que estaba sintiendo con todo aquello era indescriptible.

-¿Y que pasa si esto acaba en algún sitio? ¿Y si lo ve tu papá?

+Si lo ve mi papá me parece bien... así puede tocarse imaginando cómo me como una buena polla.- Espeté sin saber muy bien porqué...

-Eres una niña muy cerda...¿Y qué es lo que quieres eh, zorrita?- Dijo haciendo énfasis en la palabra zorrita

+Quiero tu leche....

Parecieron ser las palabras mágicas.

-Quieres mi leche eh guarra... pero qué nenita tan zorra joder... vas a ser mi cubo del semen...

Me apretó hasta el máximo la cabeza y yo mirándole suplicante intentaba sacarme aquel miembro de la boca... sólo le gustaba más.

Noté como salía a borbotones una gran cantidad de semen directamente hasta mi garganta y cómo no, no podía hacer otra cosa que dar grandes tragos para que no se me escapase nada... Aún a pesar de mi esfuerzo acabé con la boca llena de semen.

Me soltó las cuerdas y seguidamente me prohibió limpiarme.

Me besó la frente y me dijo al oído.

-Ahora vas a repelarlo todo. -Empujó mi cabeza contra el suelo y me hizo lamer hasta dejarlo todo bien limpio. A veces me restregaba a propósito la cabeza contra el fluido llenándome el pelo y todo de su semen...

-¿Estaba rico? - Me dijo cuando consideró finalizada mi labor.

+S... sí... Le dije aún afectada por todo lo sucedido...

Me llevó en brazos a su bañera. Me bañó, me limpió, me secó, me puso una camiseta suya y me acostó con él, en su cama. Estaba rendida y juraría que él también... así que acabamos durmiendo sin pensar muy bien en lo que estabamos haciendo y los problemas que aquello podría desatar...