Mi sobrino, mi esclavo
Se que mi sobrino me desea y pienso usarlo a mi favor
Hace un par de años que mi sobrino empieza a atraerme sexualmente. Ahora tiene 18 años y éste es su último año en Málaga antes de irse a Madrid a iniciar sus estudios universitarios. A simple vista, no es lo que se podría decir un muchacho atractivo. Es el típico empollón, nada deportista aunque delgado debido a su metabolismo. En mi opinión, tiene unos ojos preciosos y es bastante guapo, aunque estropea el efecto verle siempre con sus gafas, su peinado clásico y su ropa mal elegida.
Os preguntaréis porqué me atrae este empollón, pues bien, hace un par de años estaba en casa de mi hermana disfrutando de su piscina con ella, mi cuñado y mi sobrino. En aquel entonces yo tenía 32 años y acababa de salir de una larga relacion con un gilipollas y estaba en plan de comérmelo todo (cosa que a día de hoy no ha cambiado), había recuperado mi forma física estropeada durante los últimos años destructivos con el gilipollas y estaba mejor que nunca. Y allí estaba, tumbada en la toalla, con un bikini negro que apenas podía sujetar mis tetas, mientras me bronceaba para atraer a futuras presas. Le pedí a mi sobrino que me diera un poco de aceite bronceador en mi espalda y cuando terminó, observé al levantarse la erección que llevaba. Llevaba puesto un bañador tipo slip azul marino y desde ese día no pude quitarme de la cabeza la dimensión de su polla marcada en el bañador. Me pasaba las noches fantaseando con su miembro y aprovechaba buena parte de mi tiempo libre para visitar a mi hermana y hablar con mi sobrino.
Por supuesto, aquel pringado no había tenido ningún tipo de relación con ninguna chica debido a su aspecto y su timidez. Cuando mi hermana no estaba presente, yo llevaba la conversación a un tono más caliente y coqueteaba con él para que el interés por su tía no decayera. Me encantaba imaginármelo masturbándose cada vez que yo volvía a mi casa después de dejarlo con el calentón. Aún tenía Quería esperar a los 18, pero su elección de universidad no me permitió esperar más. Ese verano, con 18 años, iba a follarme a mi sobrino.
Aquel viernes de mediados de verano empecé a disponerlo todo. Llamé a mi sobrino para que viniera a echarle un vistazo a mi ordenador diciéndole que iba muy lento en hacer cualquier cosa. Fui al ordenador y abrí una carpeta con titulo "Tinder" llena de fotos mias desnuda y en lencería y la dejé minimizada para que pareciera un despiste. Abrí el cajón superior de mi mesita de noche y dejé bien colocadas mis braguitas y tangas mas sexys y dejé el cajón semiabierto, apagué el monitor dejando encendido el ordenador y me empecé a vestir.
Cuando acabé, me miré en los espejos de mi vestidor. Una belleza morena, tanto de pelo, ojos y piel, me devolvía la mirada. Observé mi camiseta blanca de tirantes que transparentaba un sujetador negro que guardaba mis generosos y aún firmes pechos, y me di la vuelta para observar mi culito firme del gimnasio con los pantalones vaqueros cortos que había elegido, sin nada debajo, y quedé conforme. Sólo faltaba que llegara mi sobrino, mi sobrino el virgen pringado que iba a disfrutar del mejor fin de semana de su vida. Mi sobrino que pronto se convertiría en mi esclavo.
Poco después, abrí la puerta y allí estaba. Me miró de arriba a abajo muy poco disimuladamente mientras le sonreía apoyada en la puerta. Le di dos besos en las mejillas y le invité a entrar.
- Ven a la habitación, Pablo.- Le decía mientras caminaba contoneando mis caderas. - Lo siento pero me ha llamado un "amigo" y voy a salir, te prometo que no tardaré mucho.
- No te preocupes tía. Si acabo antes, te mando un wassap y me voy a casa.
- No seas tonto sobrino, creo que acabaré antes de que termines. Y si no, no te vayas que quiero invitarte a cenar, ya te llevo yo en coche.
- Como quieras.
"Ay, sobrino, ¿cuántes veces repetiras esas palabras durante el finde?"
- Bueno, ahí tienes el ordenador. Ya que estás aquí te voy a pedir tu opinión de hombre sobre como ir a mi cita.
- Claro tía, aquí me tienes.- Me respondió sentado en mi silla de escritorio esperando verme desfilar para él mientras yo me hacía la inocente sobre su apetencia hacia mi cuerpo.
Mientras caminaba hacia el mostrador, me quité la camiseta de tirantes y la arrojé en la cama mientras imaginaba su cara. Volví con una camiseta algo más elegante de color morado y una minifalda negra y en las manos la ropa que realmente pensaba ponerme.
- ¿Qué te parece?- Le pregunté mientras daba una vuelta sobre mi misma.
- Está muy bien, tía.
- Hmm, sólo bien no me basta. A ver que tal éste.
Me saqué la camiseta quedándome en sujetador frente a mi sobrino y después desbaroché los vaqueros dejándolos caer, dándole a mi sobrino una bonita visión del coñito de su tía. Al muchacho casi se le salieron los ojos de la cara, se empezó a incomodar moviéndose en la silla y se le puso la cara como un tomate.
" No digas nada, sigue actuando con normalidad o lo perdemos"
Me puse un vestido veraniego cortito con distintos tonos de verde y le miré sonriéndole.
- ¿Que tal?
El muchacho tragó saliva y me respondió.
- Estás preciosa tía.
- Eres un amor, sobrino.- Le respondí mientras le besaba en la mejilla .- Bueno, te dejo. Intentaré volver pronto. Suerte con mi desastre de ordenador.
Cogí el coche y me fui. No había quedado con nadie, ese fin de semana mi cuerpo era sólo de mi sobrino. Fui a un bar y me senté fuera. Pedí un tinto de verano y abrí la aplicación de mi móvil que me permitiría ver a través de la cámara que había instalado en la habitación lo que hacía mi sobrino.
Allí estaba Pablo, trasteando en el ordenador. No podía creer que no hubiera visto mis fotos o que hubiera cerrado la carpeta. Vi como las ventanas cambiaban y apareció una barra de progreso. Entonces apareció en el monitor, una foto mía totalmente desnuda, sentada y con las piernas bien abiertas y acariciando mis tetas con mis manos. Sonreí mientras miraba a mi alrededor para cerciorarme que no hubiera nadie cerca y volví a prestar atención a mi sobrino. Lo veía menear su brazo con rapidez. Obviamente se estaba cascando una buena paja auqnue desde ese ángulo no podía verle su tremenda polla. Al poco, lo ví moverse y sacar un tanguita blanco de mi mesita. ¡Qué predecible es un adolescente! Se lo acercó a su cara y se tumbó en mi cama. Ahora si que veía el pollón de mi sobrino como Dios manda. Empezó a machacarse la polla con frenesí mientras mantenía mi prenda en su rostro, imagino que oliéndolo auqnue estaba limpio. Empecé a acariciarme disimuladamente por encima del vestido mientras lo observaba, rezando para que se corriera en mi tanga, así sería más fácil la segunda parte de mi plan. Pero lo dejó a un lado y salió de la habitación, imagino que para eyacular en el baño.
"Pues nada, plan B. Hemos perdido el factor chantaje de la corrida en mis bragas pero puede hacerse"
Apuré la cerveza y volví a la casa.
Cuando entré, cerré de un portazo. Mientras veía como mi sobrino entraba en el salón, tiré mi bolso con rabia al suelo, me senté en el sofá y hundí mi rostro en mis manos.
- Tía, ¿qué pasa?- Preguntó mi sobrino sentándose a mi lado.
- Que todos los hombres son unos gilipollas, eso pasa.
- ¿Pero que ha pasado?¿ Te ha tratado mal?
- No, cariño. Prácticamente ni me ha mirado dos veces. La cita ha sido un desastre.- Me recliné en el sofá abriendo los brazos.- ¿Tan mal estoy, Pablo?
Mi sobrino me dio un buen repaso mientras calculaba sus palabras.
- Eres perfecta, tía. Si ese cretino no sabe apreciarlo que le den.
"Vamos por buen camino"
- Gracias Pablo, pero lo dices porque soy tu tía. Menudo cabrón el gilipollas ese.
Seguía hablando haciéndome la enfurecida mientras me levantaba. Me saqué el vestido quedándome sólo con el sujetador enfrente de mi sobrino pues seguía sin nada debajo. Mi sobrino se quedó impactado mirándome con la boca abierta.
- Yo creo que tengo un buen cuerpo, ¿tú no? ¿Qué os pasa a los hombres?
- No lo sé, tía. Estás buenís... Quiero decir, que eres muy atractiva.
"Ya es mio"
- ¿Si?¿Tú me tratarías como me merezco?¿Qué es lo que más te gusta de mi?
- Eeemm, eres una mujer preciosa.
"Así no, sobrino"
- Eso esta muy bien, pero te hablo de mi cuerpo.- Me quité el sujetador mostrando mis tetas. - A ver, ¿qué te parecen mis tetas?
- Tía...yo no se... creo que debería irme. Estás enfadada y... Creo que voy a irme.
Cuando se levantó le cogí del brazo.
- ¿A ti tampoco te pongo, sobrino?- Le dije con mi mejor voz de calientapollas. - Por lo que he visto estos años, no se porqué quieres irte cuando tienes mis tetas a tu alcance.
- Tía, yo no sé... no creo que...
"Que mal rato está pasando el pobre"
Alargué la mano libre y le cogí su tremenda polla a través del pantalón corto. Y estaba bastante empalmado y comencé a msajearsela.
- Venga sobrino. Arregla lo que ese gilipollas le ha hecho a tu querida tía. Tócame las tetas, masajeámelas.
Lentamente y con timidez, sus manos se posaron en mis turgentes pechos. Empezó a acariciarlos y a sobar mis pezones mientras yo notaba como su polla crecía.
- Hmmm, eso es, cariño. Parece que si que te gustan las tetas de tu tía. Ahora bésame, quiero sentirme deseada.
- ¿Besarte? Eres mi tía.. no se si esto está bien...yo...voy a irme, tía.
- ¿De verdad vas a irte? ¿No prefieres hacer lo que yo te diga y correrte sobre tus tetas favoritas?
Mi sobrino empezó a jadear mientras su polla alcanzaba su máximo esplendor. Ya no iba a ser capaz de irse. Se acercó lentamente hacia mi y juntó sus labios con los mios. Fue un beso muy torpe. El típico beso de quien nunca ha besado a una mujer. Comencé a mover mis labios y entreabí la boca para albergar la lengua de mi sobrino. Poco a poco la cosa fue mejorando. Seguimos un rato comiéndonos la boca, él con su camiseta de niñato y sus pantalones cortos y yo completamente desnuda con mi mano sobre su polla. El pobre no sabía muy bien que hacer y sus brazos caían inertes a sus costados.
- Muy bien sobrino, quédate ahí de pie.- Le indiqué.
Me agaché a recoger mi bolso, ofreciéndole una bonita vista de mi coñito depilado de espaldas a él. Cogí mi móvil y me senté en el sofá bien abierta de piernas.
- Mírame.- Le ordené con voz autoritaria y comencé a marcar.
- Hola, Blanca.- Saludé a mi hermana mientras su hijo me miraba con pánico en los ojos.
- Hola, Elena. ¿Ha terminado ya Pablo?¿Tengo que ir a recogerlo?
Comencé a acariciarme el coño ante la mirada de mi sobrino.
- Espera un momento.- Le dije. Pulsé la tecla de mutear el micrófono.
- Pablo, desnúdate.- El muchacho estaba en shock. - Vamos, desnudate para mi y yo te lo daré todo a ti.- Comenzó a quitarse su camiseta. Sonreí mientras pensaba en lo bien que me había venido tener a un pardillo como sobrino. Aunque aquellos tres días serían los últimos días de mi sobrino siendo un pringado con las mujeres.
- Hola, Blanca. Pues por eso te llamaba, se ve que tengo el ordenador hecho un desastre y le he dicho a Pablo que si terminamos muy tarde ya que se quede a dormir.
- Ah, de acuerdo. Pues mira, no me viene mal tener la casa para mi y Julio.
- Jejeje, pues de acuerdo entonces.- Le decía mientras veía aparecer la polla de Pablo.- Ya te llamaré mañana. Un beso, hermana.
- Besos, Elena.
Colgué y comencé a meter mis dedos en mi coño mientras observaba a mi sobrino.
- Tranquilízate de una vez Pablo. Lo que vamos a hacer será sólo un fin de semana y luego todo seguirá igual. Sólo voy a enseñarte a tratar a una mujer antes de que te vayas a la universidad. Así que se un hombre, ven aquí y ponte de rodillas delante de mi.
Mi sobrino me obedeció, medio herido en su orgullo masculino, medio cachondo por la tremenda hembra que le daba órdenes.
- Eso es, sobrino. Vas a hacer con mi cuerpo todo lo que se puede hacer con una mujer y yo haré con el tuyo lo mismo. Pero tu querida tía tiene una fantasía que quiere cumplir para dártelo todo.
- ¿Que fantasía es tía? - Me preguntó sin apartar la vista de mis dedos entrando y saliendo de mi coñito.
- Este fin de semana, vas a ser mi esclavo. Vas a cumplir todas mis órdenes y saldrás de aquí el domingo hecho todo un macho. Si no quieres, puedes correrte en mis tetas e irte a tu casa.
- Si, tía, haré lo que tu me digas.- Me respondió practicamente al instante.
- Muy bien, sobrino. Ahora suelta tu polla y dame tu mano.- Le dije, dándole las gracias a Dios por las hormonas adolescentes.
Guié su mano hacia mi coño, llevando sus dedos hacia mi clitoris. Comencé a acariciarme con su mano y le iba diciendo donde quería que me pellizcara o me presionara. Cuando tuve el coño chorreando, le ordené que metiera sus dedos dentro de mi y los mantuviera quietos. Cuando sentí dos dedos dentro, me agarré los pezones mientras lo miraba a los ojos y comencé a menear las caderas para follarme con sus dedos.
-Ohhh, si joder. Ahora fóllame con tus dedos Pablo. Fóllame fuerte, no tengas miedo.
Comenzó a follarme con rapidez y unos minutos depués, arqueé la espalda mientras gritaba disfrutando de mi primera corrida con mi sobrino. Cuando me relajé, le miré. Estaba embobado viendo el coño de su tía lleno de flujos.
- Muy bien, Pablo. Ahora saca tus dedos y metelos en tu boca. Quiero que aprendas a que sabe una mujer.
Mi sobrino se llevó los dedos a la boca mientras cerraba los ojos y saboreaba mis flujos.
- Eso es, sigue así y no te muevas.
Fui a mi habitación y abrí un cajón de mi cómoda para coger un collar negro con adornos rosa que uso con mis "amigos". Volví al salón y se lo coloqué a mi sobrino.
- Que guapo estás, esclavo. Espero que te guste porque es todo lo que llevarás puesto de aquí a que te vayas. Vas a ser mi perrito este fin de semana.
- Me encanta mi collar, tía.- Me respondió mientras me miraba desde abajo.
" Joder, es genial como se humilla esperando su recompensa"
- Muy bien, perro. Ahora ponte de pie, como has sido un buen chico vas a tener tu premio.
Cuando se levantó alargué la mano y cogí su polla. Joder, me relamí al tenerla tan cerca de mi boca pero tuve que contenerme. No podía darle aún demasiado, este día tenía que afianzar su obediencia y para eso tenía que dejar lo mejor para los día siguientes. Comencé a pajearlo lentamente mientra le miraba y me dí unos azotes con su polla en las tetas. Joder, era espectacular los golpes que me daba esa polla enorme. Me escupí en las tetas y coloqué su polla entre mis pechos. Puse mis manos sobre ellos y comence a darle a mi sobrino su primera cubana. Mi sobrino gemía sin apartar sus ojos de la acción y yo seguía escupiendo sobre su polla. Le dí unos diez meneos entre mis tetas y la solté.
- Vamos, sobrino. Machácatela delante de mi. Llena las tetas de tu tí con tu leche.
Me empecé a masajear las tetas mientras mi sobrino se pajeaba frenéticamente delante de mi. Bastaron unos segundos para que empezara a bufar, coloqué mis brazos debajo de mis tetas para ofrecérselas y comencé a recibir trallazos de semen caliente sobre ellas mientras mi sobrino aullaba de placer. Cuando terminó, miré mis pechos. Joder, cómo me puso ver esos chorros de la lefa de mi sobrino sobre ellos.
- Vaya, sobrino. menuda carga tienes. Nos vamos a divertir. Agáchate y cómele la boca a tu tía.
Cuando terminamos de besarnos, le ordené que calentara en el microhondas la comida china que había en el frigorífico, que yo había pedido al mediodía, mientras yo me daba una ducha.
Volví de la ducha y me senté a la mesa. Mi sobrino sirvió la comida y se sentó conmigo y empezó a comer.
-¿Que crees que estás haciendo? - Le dije mientras cogía su plato y tiraba la comida al suelo.- ¿Desde cuando un perro come con su ama?- Mi sobrino se quedó mirándome
"Joder, ya te has pasado, puta. Demasiada humillación para el primer día"
Ante mi asombro, mi sobrino bajó de su silla y se puso a comer directamente del suelo a cuatro patas.
- Buen chico.- Le dije mientras le daba un suave apretón en los huevos y pasaba mi mano por su culo.
Comí un poco más y cuando terminé, cogí mi plato y volqué los restos de salsa y grasa por mis tetas. Estaba desatada ante el placer de tener sometido a mi sobrino. Yo soy una mujer que me encanta que, con ciertas parejas con las que tengo confianza, me traten como una puta y una perra. Disfruto mucho con una buena velada de sexo salvaje y humillación. Y aquella noche estaba disfrutando del lado opuesto y era muy excitante. El trato que le estaba dando a mi sobrino tenía su motivo, asi que seguí con el fin de semana. Restregué mis manos por mis tetas para llenarlas bien de los restos de comida.
- ¡Perro! Tu ama se ha manchado. Sube aquí y limpiame con tu lengua.
Me estremecí al sentir la lengua de mi sobrino pasar por mis pezones. Era una escena muy cerda, mi sobrino desnudo con su tremendo cipote totalmente erecto de nuevo, mamando mis tetas llenas de grasa mientras yo me acariciaba el coño. Me levanté y le ordené que me siguiera. Fuimos a mi habitación y me tumbé en la cama con las piernas bien abiertas.
- Quédate ahí masturbándote.- Le ordené mientras yo hacía lo mismo delante suya. Observaba fascinada aquel capullo brillante mientras era masajeado por mi sobrino.- ¿Te han gustado mis fotos, sobrino? Las he dejado ahí para ti.
- Me han gustado mucho, tía.- Me dijo sin dudar. Comprendí que ya sabía que las había dejado a propósito después de como se ha desarrollado el día.
- Antes de irte, guárdatelas en un pendrive. Son para ti.
- Gracias, tía.
- Ahora ven aquí, que tienes que aprender a comerte un coño.- Le dije mientras abría bien mi coño con mis manos.
Pablo vino hacia mi, acercó su cara a mi coño y comenzó a pasar su lengua por mi rajita.
-Mmm, así perrito así, muy bien. Sube un poco y chupa mi clítoris. Donde te he enseñado en el salón.
Mi sobrino comenzó a chupar mi clítoris y me daba pequeños mordisquitos. Por fin empezaba a demostrar algo de intuición en lo que tenía que hacer. Yo me pellizcaba los pezones y amasaba mis tetas mientras gemía.
- Oh, joder, perro! Que gusto! Vuelve a mi raja. Chúpame el coño. Fóllame con tu lengua.
Mi sobrino siguió comiéndome el coño con maestría. Le sujeté la cabeza para moverlo y apretarlo contra mi raja y al cabo de unos minutos mis piernas empezaron a temblar, mis gemidos se transformaron en gritos, y comencé a correrme directamente en la boca de mi sobrino. Pablo siguió lamiéndome, parecía no querer dejar que nada se escapara de su boca.
- Joder, sobrino. Que bien lo has hecho. Ahora ven aquí y vuelve a correrte sobre mis tetas.
Se subió a la cama de rodillas y se puso a mi lado sujetándose la polla.
- ¿Puedes chupármela un poco, tía?
Me incorporé y le solté una bofetada.
- ¿Desde cuándo un perro le da órdenes a su ama? Por esta vez te lo perdonaré por ser el primer día, pero ten cuidado con lo que dices o haces a partir de mañana.
- Si, tía.- Me respondió con un lado de la cara enrojecido y una tremenda erección en la polla.
- Buen chico.- Le dije, agarrando su miembro y pajeándolo un poco.
"Joder como resiste el muchacho. A ver cuánto resisto yo antes de tener que meterme esta polla enorme."
Observaba como el cipote aparecía y desaparecía en mi mano mientras mi sobrino jadeaba. Después de un rato de darle placer a cambio de la bofetada, solté su polla y comencé a acariciar mis tetas. No hubo falta decir nada, mi sobrino agarró su polla y comenzó a pajearse. Segundos depués vi como los chorros de leche salían para estrellarse contra mi cuerpo desnudo. Me llenó las tetas y el vientre mientras jadeaba sin parar.
- Muy bien, perro. Ahora ve al baño a por una toalla y limpiame.
Mientras buscaba la toalla no pude resistir recoger un reguero de semen con mi mano y llevármelo a la boca. Estaba delicioso y me imaginé como sería recibir una descarga como aquella directamente en la garganta. Mi sobrino volvió y me limpió con ternura. Cuando terminó le ordené irse a la habitación de invitados a dormir y le prohibí masturbarse. Cuando salió me puse boca abajo llevándome mi mano a mi coño y la mano aún con restos de su corrida a mi boca pajeándome como una loca hasta que me volví a correr.
Continuará...