Mi sobrino

Vacaciones con mi bella sobrina y mi joven sobrino.

MI SOBRINO

Por Silvia

Por invitación de mi hermana mayor y su esposo, hace un tiempo viajé a la ciudad donde viven, para pasar con ellos unas cortas vacaciones en su casa de campo. Fuimos allá junto a sus dos hijos, es decir mis sobrinos: una linda morena de 17 años, la mayor y un lindo jovencito de 14 el menor. Con toda esa familia realizabamos durante el día agradables aunque agotadores paseos por el campo, después de los cuales nos dábamos un refrescante baño en la pequeña piscina de la casa.

Durante esos baños, desde el primer día, noté que mi joven sobrino aprovechaba todo momento para mirar con inusual detenimiento la bella figura de su hermana, así como también la mía, recorriendo nuestros cuerpos con ojos en los que se notaba un naciente deseo, totalmente evidente cuando pude observar la erección que tenía y procuraba disimular, no consiguiendolo siempre dada la cercanía impuesta por las reducidas dimensiones de la piscina donde nos metíamos todos.

Ví que su confusión era muy grande, sonrojándose mucho si de algún modo me acercaba a él, aun con el más sano y despreocupado propósito. También noté que las miradas a la figura de su hermana eran cada vez menos intensas, concentrándolas mas en mí, lo cuál no dejó de turbarme, pues, yo era su tía, y le doblaba en edad.

Durante las noches, todos compartíamos una agradable charla después de la cena, pero como la jornada solía ser muy agotadora, tanto mi hermana como su esposo solían retirarse temprano a descansar, dejándonos a mis sobrinos y mí, en la sala, donde jugábamos a las cartas o veíamos la tele. En esos instantes mi sobrino se portaba con naturalidad, aún cuando yo no dejé de notar que en toda ocasión que podía, dirigía sus ojos hacia mí, y en especial á mis senos, que aunque no son exuberantes, siento que son bien formados y atrayentes pues, así me hacen saber saber las frecuentes miradas masculinas ya sea en la calle o en la oficina donde trabajo.

Pues bien, el intenso mirar de mi sobrino a mi cuerpo que era recorrido con ojos de evidente deseo, en principio me incomodaba mucho, procurando reprocharselo también con una severa mirada, que solo lograba contenerlo por unos minutos. En algún momento le reprendí con enojo, logrando que el pobre se turbe intensamente poniéndose muy rojo, y sin atinar a responderme. A pesar de ello ccntinuó con su actitud, haciendo que yo llegue a preguntarme a mí misma, si realmente sentía deseo por mí o si simplemente su actitud era motivada por la curiosidad de un adolescente que aprende a apreciar y sentirse atraído por el cuerpo de una mujer.

Durante una noche, me encontraba desvelada en la pieza que compartía con mi sobrina, quién al parecer tampoco podía dormir, pues, al rato me preguntó en qué pensaba, iniciando así una conversación íntima, propia de mujeres, que al cabo de un rato tocó el tema que me preocupaba, cuando ella me preguntó si noté cómo me miraba su hermano. Entonces ella se rió y me dijo que creía que el pobre se encontraba demasiado caliente y necesitaba desahogar su evidente exitación, pues, lo había encontrado también rebuscando entre nuestra ropa interior, palpandola y oliéndola con notorio deleite y goce. ¡ Seguro que se masturba pensando en tí !! ... concluyó diciendo mi sobrina, dejándome así con mayor curiosidad. Ella concluyó nuestra charla y dándose vuelta finalmente se durmió, en tanto que yo, aún sin poder conciliar el sueño, comencé a divagar notando que la curiosidad por lo que sentía mi sobrino, fue creciendo y convirtiéndose en exitación, cuando procuraba imaginarme su pequeño miembro erecto, sin que por haberse pajeado, disminuya su rigidez. Me imaginé que me convertía en su maestra en el arte del amor, y eso acrecentó mi deseo hasta que llevando las manos a mi intimidad me masturbé logrando un largo y placentero orgasmo que por fin concluyó por rendirme y dejarme dormida.

Al día siguiente, al despertar noté que aún tenía mi vagina húmeda y mi deseo continuaba despierto. Me sentía exitada, por lo que tracé un plan para convertirme en la maestra de mi sobrino, al mismo tiempo que le permitiría hacer realidad el deseo que notaba que sentía por mí y que mi sobrina me había confirmado en nuestra conversación de la noche pasada.

La oportunidad que esperaba llegó en esa misma noche, después que mi hermana y mi cuñado nos dejaron solos, cuando mi sobrina expresó que tenía mucho sueño por no haber dormido bien la noche anterior y se despidó dejándonos al muchacho y a mí solos, viendo la tele. No recuerdo qué programa daban, pero él se encontraba muy concentrado en él, en tanto que yo, algo nerviosa no sabía como empezar ya que no deseaba dejar pasar la oportunidad que se me había brindado. Como ya era usual en su manera de comportarse, el muchacho volvía su intensa mirada hacia mí en cada ocasión que podía, así que decidí aprovechar eso para incrementar su deseo y facilitar así mi acercamiento a él. Nos encontrábamos sentados casi frente a frente, pero ambos de cara hacia el televisor, por lo que fingiendo no verlo, primero llevé mi mano hacia el botón superior de mi blusa soltándolo y dejando que esta se abra ligeramente. Pasados unos minutos, fingiendo buscar mayor comodidad, me acomodé en mi asiento haciendo que mi falda suba unos centímetros por encima de la rodilla. Cuando de reojo ví que él notó esto, observé que abria los ojos como con asombro, pero después los volvía hacia la tele. Por tanto, yo continué con mi propósito, llevando mi mano hacia mis senos, que acaricié ligeramente, como sin darme cuenta de ello, concluyendo después en soltar otro botón, lo que hizo que la parte superior de mi sostén quede expuestoa la vista. Ya estaba lanzada, no quería detenerme, menos aún si sentía ese agradable cosquilleo entre las piernas, signo inequívoco de la exitación que nacía en mi cuerpo. Sin bajar las manos de mi pecho, continué acariciando mis senos, por sobre la blusa y tocando levemente la tela de mi sostén como si me dispusiera a bajarlo dejando mis senos desnudos. Al mismo tiempo, subí un poco más mi falda, dejando que mis muslos se vean, quedando así aún mas expuesta a la mirada de mi sobrino.

Tenía que animarme a continuar hasta el final. Por eso, dejando ya de ver la tele, me volví hacia él para enfrentar sus cada vez mas frecuentes miradas, y esta vez en clara actitud de provocación, como desafiándole, solté el tercer botón de mi blusa y abrí esta para quedar con los senos apenas cubiertos por la ligera tela del sostén que llevaba. La mano que los acariciaba la dirigí hacia mis pezones, tocándolos no solo para notar que estaban turgentes y duros, sino sobre todo para lanzar un mensaje mudo a mi sobrino, invitándole a tocarlos. Fui aún mas descarada, ya no cabía lugar al disimulo, pués el también, sin decir nada, dejó de ver la tele quedando con la vista fija hacia mí, recorriendo con su ávida mirada mi cuerpo cada vez mas descubierto para él mediante el espectáculo que le estaba dando. Es así que, ya sin duda alguna, terminé de subirme la falda hasta dejar ver el bikini que llevaba, tomando luego este por los costados para dejarlo resbalar hasta el suelo, de donde lo aparté con un pié, abriendo luego las piernas en clara señal de estar dispuesta a recibir a mi sobrino dentro mío.

El me miraba cada vez mas azorado e incómodo procuraba disimular la enorme erección que se notaba que en ese momento tenía. Estaba entonces segura, se lanzaría hacia mí en cualquier momento y yo ya estaba casi lista para recibirlo. Me encontraba húmeda y con un grado de exitación y deseo muy grande. Quería tenerlo dentro de mí y quería acariciar su miembro que adivinaba joven y bello. Por eso, concluyendo el espectáculo de preparación que quería darle, me saqué la blusa, bajé los tirantes de mi sostén y puse al descubierto mis senos, animándome a extender los brazos hacia él y decirle con la voz más suave y sensual que pude: Ven .... ; entonces mi sobrino se paró, me miró, se dio la vuelta ..... y se fue, dejándome así desconcertada, casi desnuda del todo, muy exitada y con la vagina húmeda y dispuesta.

(Continuará)