Mi sobrino (2)

Cómo concluye mi historia y cuánto gocé del tierno amor de mi joven sobrino.

MI SOBRINO

SEGUNDA PARTE

Por Silvia

Después de aquel frustrado intento de seducir a mi sobrino, me retiré a la habitación que compartía con su hermana, huyendo de mi vergüenza, para procurar descansar y olvidar lo sucedido. Estaba sin embargo demasiado excitada para lograrlo. A pesar de mi fallido intento, ya sea debido a mi orgullo herido o por simple vanidad femenina, no deseando quedarme con las ganas de cumplir mi propósito, me prometí a mi misma que buscaría la forma de lograr convertir en mi amante a mi joven y apuesto sobrino.

Sin embargo, cuando a la mañana siguiente desperté, aún sentía vergüenza, y no sabía como presentarme donde mi sobrino, y si debía decirle algo a modo de explicación, o por el contrario, si era preferible callar y asumir una actitud indiferente, como si nada hubiese pasado. Opté por esto último, sin embargo, mi primer encuentro con él me resultó muy dificil. Casi creía ver en sus ojos una mirada de reproche, y su voz al contestarme me sonó mas bien fria que cariñosa y atenta como días anteriores. Ciertamente me sentí mal, pensando entonces que fui una tonta al proceder como lo hice, y mas todavía pensando después que podría llegar a tener con ese apuesto muchacho la aventura que en mi mente imaginé. Bueno, después de ese primer y terrible día, los posteriores fueron normalizandose, sorprendiéndome a mí misma al caer en cuenta que ahora era yo quién miraba a mi sobrino con deseo, en tanto que él cambió su anterior actitud, ya que no volví a ver que espiaba mi cuerpo ni me dirigía miradas futivas.

Era la última semana de mi presencia con esa familia. La vacaciones tomadas llegaban a su fin, por tanto, tenía que decidirme a continuar con mi propósito inicial, ya que el arrepentimiento que sentí después de mi fallido intento, desapareció, transformandose mas bien en un claro deseo de sentir mi cuerpo acariciado por las tiernas manos de mi sobrino, y de usar las mias para tomar su virilidad en ellas. Quería besar sus jóvenes labios, y me excitaba la idea de convertirme en su maestra, para enseñarle cómo debería besar a una mujer, cómo debería usar su lengua para buscar la mía y cómo debía buscar su placer y el mío besando mis pezones primero y mi sexo después. Me imaginaba que con mis manos llevaba su rígido miembro guiándolo hasta ser penetrada por él, y el curso de mis pensamientos y deseos hacía que me humezca intensamente, precisando luego usar mis dedos en mi intimidad para satisfacer el deseo así despertado.

Si bien, yo deseaba cada vez mas convertir en realidad mis deseos y pensamientos, debía guardar las apariencias, pues, no quería asustar a mi sobrino, y menos aún me animaba a tomar la iniciativa para seducirlo. Mi estado de nerviosismo cuando estaba con él, se vió algo mitigado al notar que poco a poco ya no me miraba con reproche, sino que volvía a aparecer en sus ojos esa mirada de deseo con que antes recorría mi cuerpo. Confieso que me costó bastante lograr ese cambio, pero lo hice, recurriendo a las pocas tretas femeninas de atracción que conocía, pues, no descuidaba mi apariencia, procurando estar siempre bien y livianamente vestida para atraer su atención. El clima del lugar me ayudaba, pues, así pude usar, sin causar alarma en mi hermana ni en mi cuñado, una ligera ropa veraniega. Cuando sabía que debía estar cerca de él, perfumaba cuidadosamente mi cuerpo y procuraba hacer más notoria la figura de mis senos, que sabía que le atraían. Es así que, encontrándonos en la piscina, usaba una polera blanca que al mojarse sabía que hacía que resalten mis pezones y se denote el contorno de mis senos. Me pareció que esto funcionaba mas que el uso de un bikini, pues, volvió a mirarme como lo hacía antes, aunque esta vez yo procuraba también dirigirle a él una mirada como animándole a continuar.

Así pasaron los días y se acercó el último de aquellas vacaciones. Debía partir al día siguiente. Me sentia frustrada por no haber obtenido mi propósito, sin embargo no tenía mas remedio que alistar mi equipaje para salir muy de madrugada. Encontrándose toda la familia fuera, en un último paseo por el campo, decidí permanecer en la casa, pues, era yo quién mas lejos debía viajar, y por tanto, quién mas equpaje debía arreglar. Sin embargo, antes de hacerlo, fui a la pequeña sala, donde había un escritorio, donde me puse a hacer algunas cuentas, Muy concentrada en mi trabajo, estaba sentada de espaldas a la puerta, y por tanto no noté que alguien se acercaba hacia mí. Era mi sobrino, que para sorpresa mía tampoco había salido con el resto de la familia. Noté su presencia, y noté que se acercaba hacia donde yo estaba, pero fingí no reconocerlo y esperé callada y sin volverme para ver qué haría o escuchar qué me diría, imaginando simples palabras de despedida.

Qué haces tía?, me preguntó - Continuando después:

Escribes?

Sin contestar nada, pues, me dejó aturdida este acercamiento imprevisto, solo atiné a mover la cabeza afirmativamente, pues, los días anteriores, apenas me había dirigido la palabra mediante saludos corteses, pero muy fríos, por lo que el tono de su voz me sorprendió, y más aún tenerlo tan cerca y con una actitud tan diferente a la mostrada antes.

Creo que él tampoco supo qué decirme y tal vez en ese momento solo quiso ser amable antes de mi partida. No sé, todo fue tan inesperado o por lo menos transcurrió de manera tan distinta a todo cuanto imaginé y planeé que hasta ahora me sorprendo al recordarlo. Mi sobrino simplemente se puso detrás mio. Entre su cuerpo y mi espalda solo se encontraba el respaldo de la silla en la que yo estaba sentada. En eso pude notar que ponía sus manos en mis hombros, sobre los cuales yo tenía una ligera bata de mangas cortas, de esas que se abren por delante, puesta directamente sobre mi ropa interior. Noté que sus manos le temblaban ligeramente, por lo que, sobreponiéndome a mi sorpresa inicial, hice un esfuerzo para tranquilizarme, pues, al sentirlo tan cerca de mí, con sus manos en mis hombros, iniciando una torpe caricia, el corazón quiso salirse de mi pecho, latiendo aceleradamente. Quise mostrarle serenidad, y por eso simulé tener tranquilidad, pues, deseaba que su evidente nerviosismo desaparezca, ya que pensé que esa era la oportunidad que tanto deseaba y estaba esperando.

Cerré los ojos y eché ligeramente mi cabeza hacia atrás moviendola leve y lentamente hacia los costados para darle a entender que apreciaba y disfrutaba su caricia. La verdad es que no tenía que mentir ni fingir nada. El solo contacto de sus manos, simplemente hacia recorrer por todo mi cuerpo una corriente que lograba que yo me estremezca toda entera. Al cabo de un momento me arriesgué, tomando con una mano una de las suyas, para acariciarla suavemente, a tiempo que con voz muy baja le dije:

  • ¡ Qué manos tan bellas tienes !

Noté que su nerviosismo desaparecía y los músculos de esas manos que tomaban mis hombros, se relajaban. Más aún, con alegria noté que bajaban hasta mis desnudos brazos para tocar mi piel, lo cuál me hizo sentir de maravilla. Después, siempre sin decir nada, como si pretendiera disimular su propósito final, las manos de mi tierno sobrino se movieron poco a poco, muy lentamente, hacia mis senos, tocándolos cuando llegaron, solo muy levamente en la parte superior, para retirarse después inmediatamente. No me atreví a ayudarle a llegar con sus manos donde por fin, mi joven amor, se había animado a alcanzar.

Estaba ansiosa de ser acariciada por él, pero temía asustarlo y ahuyentarlo, por eso me dejé hacer un momento, pero luego, notando que no se animaba a continuar me decidí a tomar sus manos con las mías guiándolas con toda suavidad hacia mis senos. El me permitió hacerlo, lo que me llenó de gozo, pues, adivinaba que por fin cumpliría mi deseo despertado de manera tan inusual. Mi alegría fue aún mayor cuando al cabo de unos momentos gloriosos en los que sentí sus torpes, pero agradables caricias en mis pechos, él se soltó de mis manos y tomó la iniciativa de soltar los botones de mi bata. El ligero temblor de sus manos, que no se había perdido por completo, le impidió hacerlo con la rapidez que anhelaba mi cuerpo, pero pudo lograrlo sin mi ayuda por lo que empezó caricias mas directas, aunque aún sobre mi sostén, cuyos tirantes después trató de bajarlos, aunque sin conseguirlo.

Ese fue el motivo que encontré para volverme hacia él, levantándome de la silla en que estaba sentada para mirarlo con ternura, más que con pasión, y tomándolo de ambas manos las llevé a mis senos para darle a entender que mi gesto no significaba propósito alguno de finalizar lo que habia sido iniciado, diciéndole a continuación con la voz mas suave que pude:

Vamos a otro lado, aquí pueden vernos.

Tal vez mi expresión, dadas las circunstancias no haya sido de lo mas erótica o romántica, pero era acertada, pues, a pesar de la creciente excitación que sentía, no pude dejar de pensar que nos encontrábamos en la sala de la casa, donde cualquier momento podía aparecer alguien, y lo peor es que estaba consciente que en ese momento me encontraba en un acto sexual con mi sobrino, un joven de apenas catorce años, con quién en ese instante empezaba una relación incestuosa, de la cuál podía ser acusada de perversión.

Para mi tranquiliad él no dijo nada y se dejó llevar de la mano hacia las habitaciones interiores de la casa, de las cuales elegimos la suya.

Después de ingresar a su cuarto y cerrar la puerta, ambos de pié, frente a frente, nos abrazamos, apoyando él su cabeza en la mía, sin decir nada, aún cuando de inmediato sus manos comenzaron nuevamente la exploración de mi cuerpo, ya que con una procuraba coger completo uno de mis senos, y con la otra intentaba abrir del todo mi bata pretendiendo hacerlo a la altura de mis piernas. Era maravilloso como me sentía yo, siendo explorada por sus tiernas manos; mi excitación creía en cada instante, pero procurando controlarme, símplemente dejé que continúe palpándome, aún con torpeza, es cierto, pero transmitiéndome las mas placenteras sensaciones.

Comprendí que no podía continuar así. Yo deseaba más; quería besarle y ser besada por él, pero entendí que mi sobrino no sabía como hacerlo. Por eso, sintiendo que besaba mi cuello, volví de pronto hacia él mi rostro y busqué con mis labios los suyos. Creo que lo sorprendí, pero se dejó besar; primero lo hice muy suavemente, apenas rozando sus labios, pero notando que no se resistía, por lo que poco a poco fui haciendo mas intensos mis besos. El aprendió rápidamente y al poco rato me respondía de igual manera, así que cuando introduje mi lengua en su boca, la aceptó, uniendo la suya a la mía en esa íntima caricia, tan grata cuando es realizada con la persona deseada.

En ese momento ya tenía la bata totalmente desabotonada, pero aún llevaba el sujetador puesto. Notando que mi sobrino trataba de despojarme de él, lo ayudé desabrochandolo por detrás, lo cuál puso mis senos a su total disposición. El no se cansaba de tocarlos, acariciarlos y palparlos, deteniéndose en mis pezones que los tomaba entre dos dedos estrujándolos levemente. Entonces, viendo la atracción que mi sobrino sentía por ellos le invité a hacer lo que yo mas deseaba que hicierse en ese momento, diciéndole:

Bésalos

El muchacho no se hizo rogar, y comenzó a hacerlo, concluyendo en llevar mis turgentes pezones a sus labios para sorberlos con delite, produciéndome a mí las mas gratas sensaciones. Al mismo tiempo, acariciaba mis piernas atreviéndose a realizar rápidos pases por mis nalgas y mi sexo, por lo que sentí el ímpetu de guiar sus manos hacia mi intimidad para lo cuál debí tomar la iniciativa de bajarme la tanga que usaba. No pude aguantar mas cuando sentí sus manos en mi sexo, y llevé las mias a la de él, palpándolo por encima de su pantalón, todo rígido e irresistiblemente atrayente. Por eso me animé a conducirlo hacia la cama de su cuarto, donde después de despojarlo de su ropa, la que quité poco a poco a tiempo que acariciaba la tersa piel de su cuerpo, me deleité con la contemplación de su bello y varonil miembro, notándolo todo excitado, pues, estaba casi tan húmedo como lo estaba yo en mi intimidad. No resistí la tentación de besarlo, pero solo hice eso, pues, quería recibir su primera eyaculación en mi vagina, por lo que me tendí de espaldas y lo guié hacia mí, tomando luego su miembro para ayudarle a encontrar el camino que él instintivamente buscaba, y yo anhelaba que encuentre para llegar a mi interior. Cuando lo hizo debí ser yo quién inicie aquellos movimientos que con suavidad, lentamente le llevaron a lograr poseerme perdiendo así conmigo su virginidad, al derrarmar dentro mío una larga y caliente ayaculación que a mi me brindó la enorme satisfacción de sentirlo mío, dándome el mayor goce sexual que nunca experimenté y que me dejó agotada después de un largo y plancentero orgasmo. Después continuamos haciendo el amor de varias maneras, terminando yo totalmente satisfecha, con mi cuerpo lleno de él y con su sabor en mi boca. Apenas logré convencerle para que me permita ir, pues, las horas avanzaron rápidamente, y la familia regresaría en cualquier momento. Fue así que me despedí de mi joven y amado sobrino, pues, al día siguiente partí para no verlo en mucho tiempo.

Durante la noche, la emoción y el recuerdo de lo sucedido no me permitieron dormir, por lo que me revolví inquieta en la cama, haciendo que mi sobrina que dormía en otra que se encontraba al lado de la mía, despierte preguntándome intrigada qué es lo que me pasaba. No le contesté, pero ella que además de bella, es muy inteligente, me dijo:

Se trata de algo con mi hermano?, - continuando después así:

¡ Seguro que es eso ¡ , pues estaba alegre y eufórico como nunca después de pasar contigo toda la tarde en casa. Qué paso?, - dijo - preguntando después:

Acaso le hiciste el amor? .... ¡ Cuéntame ¡, - terminó.

De improviso saltó de su cama y vino hacia la mía, metiéndose entre mis sábanas de manera totalmente sorpresiva, esperando que le cuente lo sucedido. Bueno, así comenzó otra historia ..... tal vez algún día me decida a contarla.