Mi sobrino (2)

Continuación de la relación entre Felicia y su sobrino

Cuando escribí la primera parte de este relato, no pensaba continuarlo. Iba a ser la historia del camino recorrido por Felicia hasta consumar el incesto con su sobrino, o no. Dejé intencionadamente el final abierto para que cada lector le pusiera el final que más le gustase.

Jeje, pero conozco a mi gente. Somos una panda de pervertidillos y muchos me han pedido que haga una segunda parte. La propia Felicia me lo ha pedido, así que aquí la tienen. Tiene que ser diferente a la primera parte. Espero que les guste.

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Me apoyé en la puerta, mirando a Jorge, que me miraba a mí con los ojos muy abiertos. ¿Si iba a disculparme por qué cerré la puerta?. Me acerqué a él. Me senté en su cama, a su lado. Mi desnudo muslo casi se rozaba con el suyo. Su rostro estaba ligeramente sonrojado, Mis ojos se dirigieron a su bulto, a su marcado paquete.

La palabras de Abe resonaban en mi mente. Dicen que cuando un hombre esté cachondo piensa con la polla. Yo no sé con qué pensaba en ese momento. Sólo sé que mi mano, lentamente, se apoyó el el muslo de Jorge, y mirándole a los ojos, con una ligera sonrisa, la empecé a acercar hacia su polla. Cuando llegué y la noté, durísima, la apreté ligeramente. Jorge, mi sobrino, gimió.

No sé lo que hubiese pasado. Bueno, miento, sí lo sé. Me habría follado a mi sobrino, pero el sonido de la puerta principal al cerrarse me trajo a la realidad. Le estaba sobando la polla mi sobrino. Quité la mano como si aquel duro bulto quemase y salí corriendo de su habitación.

-Feliciaaaaaa. Ya estoy en casa - gritó mi novio.

Fui a su encuentro. Nerviosa. Lo abracé y lo besé. Primero con suavidad. Luego con pasión. El llevó sus manos a mis nalgas, cubiertas sólo por el corto y fin pantalón del pijama y me las sobó y masajeó mientras me besaba. Llevé mi mano hacia su polla. Estaba floja. Bajé la cremallera y metí la mano. Enseguida noté como se empezaba a endurecer con mis caricias.

-Felicia... estás desatada.

-Te esperaba, cariño. Estoy muy cachonda por ti - mentí - necesito que me folles ahora mismo.

-¿ Ahora ? Pero...¿Y Jorge?

-Debe de estar en su cuarto Vamos al dormitorio. Echemos uno rapidito.

Lo cogí de la mano y lo llevé a nuestra cama. Él se pegó a mi espalda. Llevó sus manos a mis tetas y me besó el cuello. Sabía que es mi punto débil. Yo le restregué mi culito contra su ya endurecida polla. La sentía muy bien contra la fina tela del pijama.

Giré mi cuello todo lo que pude, hasta encontrar sus labios. Mi coño chorreaba. Necesitaba una polla ya. Iba a ser la de mi sobrino. Quizás hubiese sido un error. La llegada de mi novio había sido mi salvación.

llevé mi mano hacia la polla de mi hombre, la metí en por la abierta bragueta y le saqué la polla.

-Ummmmm cómo me gusta tu polla, mi amor. Qué caliente y durita está.

Tenía la polla de mi novio en la mano pero pensaba en la polla de mi sobrino. Según había tocado, parecía una buena polla.

Estaba siendo una chica mala. Deseando a otro hombre mientras pajeaba a mi novio. Necesitaba un castigo.

-¿Me quieres follar el culito? ¿Me quieres romper el culito con esta polla tan dura?

No me respondió. Sólo me bajó el pantaloncito y las minúsculas braguitas hasta las rodillas, me hizo arrodilla en la cama, con las rodillas casi al borde. Él se quedó de pié. Ni se bajó los pantalones.

-Vengo mi amor. De prisa. Fóllame ya.

Vi como se mojaba los dedos con un poco se saliva. Luego los llevó hasta mi culito y lubricó. Empecé a gemir al notar como me metía un dedo, y luego otro.

-¿Dónde está la cremita? - me preguntó.

-Aggggg no hace falta..sin..cremita...quiero me me folles bien fuerte.

-¿Estás segura?

-Sí...dame por el culo...ya....

¿Dónde estaba el castigo si me ponía cremita? Apoyé la cabeza en la cama, dejando el culo bien levantado, ofrecido. Cerré los ojos. Estaba dispuesta. Me lo merecía. Había sido una chica mala.

Sentí la punta de la polla apoyarse en mi cerrado anito. Noté la presión. Apreté los ojos al tiempo que la dura verga se abría paso dentro de mi. Me dolió, sí, pero estallé en un fortísimo orgasmo que hizo que mi jugos bajaran por la cara interior de mis muslos. Traté de disimular mi corrida. Me eché hacia atrás, clavándose la polla hasta el fondo. Mi cuerpo se tensó presa del placer. De mi garganta se escapó un ahogado gemido.

-Aggggggggggggg

-¿Te duele? - dijo mi novio, parando.

Yo no podía hablar. Me estaba corriendo y apenas había empezado a follarme. Apreté los puños hasta que mis músculos volvieron a responderme.

-No..fóllame...encúlame..ummmmm

Se agarró a mis caderas y empezó entonces la verdadera follada. Él todavía insistía en hacerlo lentamente, temiendo hacerme daño, pero cuando me sacaba la polla hasta la mitad yo empujaba hacia atrás y me la clavaba otra vez.

-Aggg que rico...así..así....dame fuerte.

Comprendió lo que yo deseaba. Ya no tuve que volver a moverme. Que quedé quieta, ofreciendo mi culito a su poderosa polla, que me taladraba, ahora sí, a fondo, con fuerza.

No era la primera vez que mi novio me follaba el culo. De vez en cuando me lo pedía y yo se lo daba. Lo hacía delicadamente, y me lubricaba siempre con cremita. Era algo agradable, que yo hacía más por él que por mi. Me llegaba a correr, pero sólo si él o yo misma me tocaba el coño al mismo tiempo.

Pero ahora se lo había pedido yo. Me había corrido sin tocar mi coño, sólo al sentir la polla clavarse en mi. Y sé por qué fue. Porque pensaba que era la polla de Jorge la que me follaba. Era mala. Necesitaba un castigo.

Aguanté el castigo. Castigo que me estaba matando de placer. Castigo que me provocó al poco tiempo un nuevo orgasmo, el cual esa vez no disimulé.

-Me...co...rróoooooo

Arqueé la espalda y levanté el cuello. Mis ojos estaba cerrados, pero aún así veía luces de lo fuerte que los cerré. La polla seguía violando mi ano sin piedad. Otra vez mi cuerpo tenso, recorrido por latigazos de placer, que emanaban de mi culo, se irradiaban hasta mi coño y de ahí a todo mi cuerpo.

-Joder...Felicia..yo también...me voy a correr....

Como a un herido al que le ponen un bálsamo en sus herias, así sentí yo como la polla estallaba dentro de mi. Aquel líquido caliente bañó mis entrañas, aun convulsionadas por el placer. Sentí como clavaba sus dedos en mis caderas, casi hiriéndome con su uñas.

Dio dos o tres fuertes envites hasta que quedó relajado, y yo, con él. No decíamos nada. Solo se oían nuestras respiraciones en la habitación.

Lentamente sacó su polla de mi culito. Cuando salió del todo, me sentí un poco vacía. Caí sobre la cama. Me dio una nalgada y sonreí, sin abrir los ojos.

-Ummmm vaya polvo que me has echado, mi amor.

-Uf, hacía tiempo que no echábamos uno así, salvaje y rapidito.

-Jejeje. Pues tenemos que hacerlo más a menudo.

Me ayudó a levantar y me abrazó. Nos besamos. El volvió a acariciar mis ahora desnudas nalgas. Yo le metí su morcillona polla en los pantalones y le subí la cremallera.

-Vete al salón. Iré a preparar la cena - le dije

-Vale lindura. ¿Vas a ir así?

-¿Cómo?

-Con las bragas en las rodillas.

-¿No te gusto así?

-Claro. Pero no sé que pensará Jorge.

-¿Le preguntamos?

-Jajajaja. Mira que eres...

Se dio la vuelta y me dejó allí, con mis pensamientos. Deseaba que Jorge apareciera. Que me viera así, con el culo al aire, recién follado. Si aparecía le pediría que me follara él también.

Había ido para ser castigada y volvía a las andadas. Me subí las bragas y los pantalones. Pero cuando me vi reflejada en el espejo, me cambié. No era adecuado estar así delante de mi sobrino.

Al menos, no si mi novio estaba en casa.

Cuando llegué al salón, los dos estaban ya pegados con la playstation.

-Chicos, en cuando les de un grito, dejan de jugar y van a la cocina a cenar.

Jorde me miró. Se le notaba aún un poco ruborizado. Su mirada me hizo temblar.

-¡Toooomaaaaa ya! - gritó mi novio - Estate más atento, Jorgito, jajaja. Te he machacado.

-Mierda - dijo mi sobrino, volviendo a mirar hacia la tele.

Mientras preparaba la cena, no podía dejar de pensar en lo que casi estuvo a punto de pasar. Unos segundos más y le habría sacada la polla a Jorge. Unos minutos más y me la habría clavado en el coño.

Pero el portazo de mi novio me ' salvó '. Nada había pasado. Sólo le había sobado un poco la polla. Sería fuerte y nada más pasaría. Cuando tuve todo preparado, los llamé. Me hicieron caso y vinieron rápido. Jorge venía contento porque al parecer había al fin machacado a mi hombre, que le exigía una revancha después de la cena.

Cena que transcurrió entre furtivas miradas. Mi novio diciéndole como lo iba a reventar a patadas y yo mirando de Jorge, que de vez en cuando cruzaba su mirada con la mía. Pero me evitaba. Quizás, avergonzado.

Eso, lejos de amedrentarme, me excitaba más. Mi coño se empezó a mojar, los pezones se me endurecieron y se notaban claramente bajo la tela del pijama. Él me los miró. Me sentí tan bien cuando me los miró.

Después de la cena, los dos se marcharon corriendo al salón a seguir jugando, dejándome a mí para que fregara los platos y limpiara. ¡ Hombres !. Pero bueno, al día siguiente yo me tiraría en el sofá y les tocaría a ellos.

Fui al salón y me senté un rato con ellos. No me hacían ni caso, sólo tenían ojos para el jodío jueguito. Y yo sólo tenía ojos para mi sobrino. Seguía cachonda, cada vez más mojada, así que decidí irme a la cama. Me despedí de los dos, que casi ni me miraron. Antes de doblar la esquina del pasillo, eché una última mirada hacia Jorge. Nuestros ojos se encontraron.

Entré en mi dormitorio con una sonrisa en los labios. Estaba jugando con fuego, lo sabía. Había dado un paso, pero aún no había pasado realmente nada. En un par días él se iría y todo volvería a la normalidad. Me quité el pijama y me puse un cómo camisón.

El coño me ardía. Estaba jugando con fuego y me estaba quemando. Bajo las sábanas llevé mi mano derecha hasta mi coño y me masturbé lentamente, recordando la sensación que la dura polla de Jorge me produjo. Mis dedos recorrieron mi babosito chochito, y gemí en la oscuridad de mi habitación. A lo lejos oía sus risas, sus gritos, sus desafíos.

Pensé en Abe, en lo que me diría cuando le contase lo que había hecho. Incluso me dije que no se lo contaría. Le diría que había sido fuerte y que nada había pasado. Cuando metí dos dedos en mi coño y la otra mano fue a mi culito y un dedo más se introdujo en mi ano, estallé en un fuerte orgasmo. Me estaba quemando, lo sabía. Y lo peor de todo es que me estaba gustando quemarme. Que deseaba quemarme, aunque eso significase tirarlo todo por la  borda.

Me costó dormir. Le daba vueltas a la misma idea. Dejarlo todo pasar. Ser...buena. Creo me me convencí a mí misma. Al menos, cuando me dormí tenía la fuerte convicción de ser una chica buena.

Me despertó mi chico, despidiéndose con un beso al irse a trabajar. Yo también tenía que irme. Me daría un duchita, un cafelito para espabilarme y me iría. Hablaría con Abe. Le contaría lo que estuvo a punto de pasar.

Me levanté y me dirigí al baño. La casa estaba en silencio. Miré al cuarto de Jorge. La puerta estaba cerrada, pero se veía luz por debajo.

Todo había comenzado por Abe. Ese maldito y maravilloso Abe me metió el deseo en el cuerpo, y volvió a ser Abe el culpable de lo que pasó a continuación. Me dormí queriendo ser buena, pero sin saber por qué, me vino a la cabeza el relato que me había comentado Abe, sobre aquella madre que le prestaba a su hijo sus bragas. Y en vez de ir al baño, me dirigí al cuarto de mi sobrino. El coño me volvía a palpitar, mojando mis braguitas.

Entré sin llamar. Lo sorprendí tumbado sobre la cama, tapado hasta mitad del pecho. Un precioso y musculado pecho. Las manos las tenía cruzadas detrás de la cabeza. Dio un respingo cuando entré.

Nos miramos. El se medio incorporó, y la sábana cayó hasta su cintura.

-Bu...buenos días, Felicia.

No dije nada. Mirándole a los ojos, con mi más lasciva sonrisa, metí mis manos por debajo del camisón y me quité las bragas. La carita que puso era todo un poema. Me acerqué a su cama, con las bragas en la mano. Estaban calientes y mojadas. Seguro que le iba a encantar. Se las acerqué, pero estaba petrificado.

-Toma. No hace falta que vayas al cesto de la ropa sucia a buscarlas.

Se puso rojo como un tomate. No movió ni un músculo.

-¿No las quieres?

Al fin reaccionó. Alargó su mano y las cogió. Miré a su entrepierna. Tenía la polla dura. Se notaba bajo la sábana.

Me di la vuelta y salí. Cuando estaba en la puerta, lo miré.

-Que las disfrutes.

Fui al baño, a ducharme. Dejé la puerta abierta, con la esperanza de que entrara y se abalanzara sobre mí y me follara salvajemente. Me desnudé y me metí en la bañera. El agua caliente no hizo más que aumentar mi calentura. Apoyada en la fría pared llevé mis dedos a mi coño y me hice una maravillosa paja mirando a la puerta, esperándolo.

Pero no vino. Intenté retrasar mi orgasmo. Fue en vano. Estallé levantando la cara, recibiendo el cálida agua sobre mi crispado rostro.

Mi sobrino, mi deseado sobrino no vino. Tenía las puertas abiertas para hacer de mí lo que desease. Y no deseó hacer nada.

Quizás era mejor así. Quizás él era más cuerdo que yo, más consciente que yo. Se diría que yo era su tía. Que una cosa era espiarme, desearme, y otra muy distinta ir más allá. Parecía que alguien de la familia pensaba con claridad.

Terminé la ducha, me fui a vestir y luego a la cocina a por mi café. En ese momento oí la puerta. O alguien había entrado o Jorge se había ido. Lo llamé, y no respondió. Se había largado. Había huido

Me sentí a la vez aliviada y decepcionada. Aliviada porque a pesar de mi locura, nada había pasado. Y decepcionada porque nada había pasado. Fui al cuarto de mi sobrino.

Sobre la cama, estaban mis bragas.

Me acerqué a la cama y las cogí. Estaban llenas de semen. Aún caliente. Una cantidad enorme. No me pude resistir a llevármelas a la cara. Aspiré con fuerza. Su aroma me embriagó.

"Te imagino cerrando los ojos y pasándote las braguitas manchadas por tu preciosa carita". Esas fueron las palabras de Abe. Y ahora tenía en mis manos semen fresco, caliente, recién ordeñado. Cerré los ojos y llevé mis bragas hasta mi cara.

Ummm, que sensación. Sentí la espesa y caliente leche en mi piel. Era casi como si mi sobrino se corriera en mi cara. Me miré en el espejo. Al quitar las braguitas mi cara apareció manchada. Saqué la lengua y lamí el semen que tenía cerca de los labios. Que rico estaba. Leche de mi sobrino.

Llegaría tarde a la oficina, pero tenía que calmar el calor de mi coño. Me masturbé mirándome al espejo, pasándome las bragas por la cara. Imaginándome arrodillada delante de Jorge y siendo usada por él.

Cuando me corrí tuve que agarrarme a la cómoda. Las piernas me flaquearon. Dejé las bragas en el cesto de la ropa sucia y me fui. Sólo deseaba contárselo todo a Abe.

En cuanto llegué a la oficina, me conecté. Su pilotillo verde me llenó de alegría.

-Hola Abe.

-Hola lindura. ¿Cómo estás?

-Abe...he sido, mala

-¡Felicia! No me digas que..

-Sí.

-Ummm, así que al final caíste.

-Bueno, casi.

-¿Cómo que casi?

Se lo conté todo. Como le puse la mano en la polla, como me folló mi novio, lo de las braguitas. Todo.

-Wow, Felicia.

-¿Te parezco un monstruo?

-Claro que no. Sólo eres una mujer...caliente. En el fondo sabía que caerías. Coño, hasta estoy un poco celoso y todo.

-No tienes por qué. Lo sabes.

-Sí, lo sé. Pero no lo puedo evitar. Felicia..

-Dime.

-Recuerda todo lo que te dije sobre los inconvenientes de un relación con tu sobrino. Tenlo presente, pero olvídalo. La relación ya ha empezado. Ahora sólo ten mucho cuidado. Y.....disfrútalo lo más que puedas. Porque vas a seguir, ¿verdad?.

-Ummm sí...soy mala, mala...pero me pone tan cachonda...es tan..morboso todo esto.

-Me pongo cachondo yo que estoy a miles de kilómetros.

-Jajajajaja.

-¿Cuándo se va?

-En un par de días. Creo que ya ha encontrado un piso.

-Ummmmm

-Uy..esos ummmm tuyos. Ya estás cavilando.

-Jeje. Sip. Se me está ocurriendo un cosa.

-A ver. Cuéntame. Me arrepentiré, seguro.

-No. Si me haces caso, quizás puedas pasártelo muy bien sin follarte de verdad a tu sobrino.

-¿Cómo? Explicate.

-Verás. Tu lo has dicho. El morbo te tiene enganchada. Te has corrido gracias a él muchas veces y aún ni te ha tocado.

-Sí.

-Pues aprovecha eso. Es tu sobrino. Eres su tía. No debe tocarte. No puedes tocarlo. El parece un poco tímido, y no creo que se atreva a nada si no le das pie. Juega con él. El sexo no es sólo penetración, no es sólo follar. Es mirar. Es sentir.

Me estuvo contando algunas cosas. Esa cabecita suya nunca deja de sorprenderme. No sé de donde saca esas ideas. Sólo de imaginarme las cosas que me contó, me puse cachonda, pero no se lo dije. Seguro que me hubiese dicho que me masturbara otra vez, y no quería volver a arriesgarme. Pero seguramente a la largo de la mañana alguna escapadita al baño sí que habría.

El resto de la mañana fue ajetreada. El trabajo me hacía olvidarme de Abe, de Jorge, de todo, aunque a medida que llegaba la hora de irme me iba poniendo más nerviosa. Cinco minutos antes de salir le escribí a Abe. Seguramente ya estaría durmiendo, así que el mensaje lo leería por la mañana. Le decía que iba a hacer lo que él me dicho. Jugar.

Llegué a casa, nerviosa, y cachonda. Si Jorge no estaba hubiese sido un buen chasco, pero sí estaba. En el salón, viendo la tele. Faltaba más de una hora para que llegare mi novio, así que me puse manos a la obra.

-Hola Jorge. ¿Qué tal al día?

-Muy bien, Felicia - me respondió, sin mirarme.

Ese día yo llevaba falda, perfecto para el jueguito que tenía en mente. Bueno, para el jueguito que Abe me había metido en la mente.

-¿Por fin cuando te vas?

-Mañana por la tarde. Hoy he arreglado todos los papeles del piso.

-¿Es una residencia?

-No no, es un piso que suelen alquilar a estudiantes. Estaré sólo, pero cuando empiecen las clases buscaré algún compañero para compartirlo.

-O...compañera.

Se puso un poco colorado. Ummmm cómo me gustaba ponerlo colorado. Mala, me sentía mala..pero tan....bien.

-¿Me ayudas a preparar la cena?

-Claro.

Fuimos a la cocina. Una vez allí, empecé mi ataque.

-Dejaste mi braguitas llenitas de leche esta mañana.

Miró al suelo.

-Mírame.

Levantó la vista. Ese rubor, esa mirada. Tenía ganas de lanzarme sobre él y comérmelo a besos. Pero no. Nada de tocar. Era mi sobrino. Era su tía.

-Me puse muy cachonda cuando la vi y as cogí. Tu leche aún estaba calentita y...ummmmmm que bien olía, sobrinito. ¿Te gustó correrte en mis bragas?

-S...sí...me gustó...Felicia.

-Llámame tía...Jorge..soy tu tía.

Me senté en el pollete de la cocina y abrí mis piernas. Los ojos de Jorge se clavaron en mis braguitas, unas preciosa braguitas negras, con encajes. Lentamente, llevé mi mano hasta mi coño, y las metí por dentro de las bragas. Gemí de placer cuando mis dedos recorrieron mi babosita raja.

-Ummmmm Jorge...mi coñito está muy mojada. ¿Te gustaría correrte otra vez en la bragas de tu tía?

El rubor de mi sobrino lo hacía tan apetecible. Su mirada de deseo. Su miedo a actuar.

-Agggggg Jorge....dímelo....¿Quieres correrte en mi braguitas?.

-Joder tía....sí...sí quiero.

-Ummmm malo...Soy tu tía...no puedes....tocar...a tu .....tía.

-Yo...lo sé.

-Acercate sobrino...acercate.

Lentamente se acercó hasta mi. Sus ojos clavados en mis bragas. Se notaba bajo ellas el movimiento de mis dedos. Miré hacia su entrepierna. Se notaba el bulto de su dura polla. Yo estaba tan cachonda mostrándome así ante él. Metí un dedo dentro de mi coño. Le miré fijamente a los ojos.

-Tienes la polla dura...lo noto...la veo.. Enséñale la polla a la tita Felicia.

Dudó, pero pudo más su calentura. Se bajó la cremallera  con dificultad se sacó la polla. Una hermosa polla. Al fin la veía. Me salió un chorrito de flujo del coño al verla. Era hermosa y grande.

-Ummmm vaya polla más linda que tiene mi sobrinito..Aggggg que cachonda estoy Jorge. Lástima que no pueda tocarla...No sería correcto...Soy..tu...tía.

La miré follándome con dos dedos. Saqué la mano. Tenía los dedos mojados y los llevé a mi nariz Los olí.

-Uf, Jorge...cómo huele mi coño. - me miró con los ojos desorbitados - ¿Quieres olerlos? ¿Quieres olerle el coño a tu tía?

Asintió con la cabeza. Acerqué los dedos a su nariz y él aspiró. Cerró los ojos y su polla se puso aún más dura, más tiesa. Tenía ganas de apartar mis bragas y gritarle que me la clavara en el coño y me follara como a una perra, pero....no...nada de tocar...Era su tía.

Volví a meter mi mano por dentro de las bragas, a acariciarme el coño. Estaba a punto de correrme, pero quería esperar...un poco más.

-¿A qué esperas?...Córrete en las bragas de tu tía...

-¿Así? ¿No ...te las quitas?

-Aggggggg sí...así...correte en mi bragas....llénalas de leche como esta mañana...

Llevó su mano a la polla, que daba saltitos sola. La agarró y empezó a hacerse una paja mirando mis bragas. Él me miraba a mí y yo le miraba a él. Nuestras miradas se cruzaban de vez en cuando, pero enseguida volvían hacia abajo, hacia su polla y hacia mi coño.

-Jorge...Agggggg la tita se va a correr... dame mi lechita...dámela.

No dijo nada, pero su cuerpo lo dijo todo. Se tensó, se acercó un poco más a mi, dejando la punta de su polla a menos de 5 centímetros de mi mano, cubierta por la fina tela de las bragas.

Todo fue como a cámara lenta. De la punta de su polla salió un fortísimo chorro blanco que se estrelló contra mis bragas, contra mi mano. Lo sentí golpear, sentí su calor. Me clavé los dedos en el coño y al fin me corrí, con él, a la vez que él, mirando como su polla seguía escupiendo su placer. Chorro tras chorro de espeso y caliente semen caían sobre mis bragas, sobre la cara interna de mis muslos, incluso sobre la parte alta de mi pubis, no cubierta por la tela. Y cada chorro era un latigazo de placer que rompía mi cuerpo.

Nos quedamos los dos mirando, callados, respirando agitadamente. Las bragas ya no parecían negras, sino blancas de la cantidad de semen que las cubría. Aún después de mi intenso orgasmo, mi cuerpo era recorrido por pequeños escalofríos de placer.

-Ummmm sobrinito...pero que malo eres. Mira como le has dejado las bragas a tu tía. Llenitas de leche....tan...caliente...Ahora tendré que lavarlas.

Cerré las piernas, notando su pegajosa leche entre mis muslos. Mirándolo con cara pícara, me bajé las bragas. Mi piel quedó con trazas de su semen desde los muslos hasta los tobillos.

Fui mala otra vez. No me pude resistir a abrir las piernas. Su mirada en mi mojado coño, abierto, excitado, me encantó. Su polla seguía dura. Podríamos haber seguido jugando, pero mi novio volvería de un momento a otro, así que sería mejor no arriesgarnos.

Le di las bragas.

-Tú las has manchado. Llévalas al cesto de la ropa sucia en lo que me...limpio un poco.

-Sí...tía.

Tía. La palabra me hizo estremecer. Se guardó la polla como pudo, pues seguía dura como una piedra y fue a la solana a dejar las bragas en el cesto. Yo fui primero al baño a limpiarme, y luego a ponerme una bragas limpias, aunque a los pocos minutos estaban empapadas.

Estaba tan cachonda. Mientras preparaba la cena me frotaba los muslos entre sí. Quería estar así, en continuo estado de excitación..Cuando oí la puerta principal, señal de que mi hombre había llegado, fui corriendo a recibirlo. Me abracé a él y lo besó con pasión, llevando una mano hasta su polla. En pocos segundos estaba dura.

Le cogí la mano y lo llevé al dormitorio. Necesitaba ser castigada otra vez, Cerramos la puerta y lo acerqué a la cama.

-Fóllame el culito..lo deseo tanto....

Ni se quitó los pantalones. Yo puse el culo en pompa al borde de la cama mientras el se bajaba la cremallera y se secaba la polla. Esta vez no me preguntó si quería crema. Me lubricó con un poco de saliva y me enterró la polla hasta los huevos. El dolor y el orgasmo fueron inmediatos.

Cerré los ojos con fuerza, enterrando mi boca en las sábanas para no gritar. Me enculó sin miramientos, fuerte, con ganas, agarrando mis caderas con fuerza. Parecía como si supiera lo mala que había sido, como si de verdad me castigase.

Ummmm divino castigo. Me hizo correr una vez más antes de llenarme el culito con un torrente de lava

-Joder Felicia. Últimamente estás muy caliente.

-Sí....mi amor...te echaba de menos

Sacó despacito su polla de mi culo. Sentí bajar por mi muslo un reguerito de su leche, y luego una cariñosa nalgada.

-¿Qué hay de cena? - preguntó.

La cena fue muy morbosa. Llena de miraditas, sonrisas. Mi sobrino  parecía un poco menos vergonzoso. No podía tocarlo, si no, hubiese llevado mi pie hasta su polla por debajo de la mesa.

Después de cenar, me levanté.

-Chicos, ayer dejaron todo para mí. Ahora me voy al salón a ver la tele mientras ustedes dos recojen la mesa, lavan todos los platos y dejan la cocina lista. ¿Entendido?

-Sí, mi amor.

-Sí...tía

Tía...Cómo me hacía sentir al oírlo llamarme tía. Los dejé y me fui al salón. Estaba cansada, y me recosté un poco. Cuando terminaron, me encontraron dormida. Mi novio me cogió en brazos y me llevó a la cama.

Todo esto me lo supuse, ya que cuando me desperté a media noche estaba arropada y mi chico dormía a mi lado.

Me puse a pensar. Mi sobrino se iría al día siguiente y mi vida volvería a la normalidad. Sería la chica buena de antes. Sentí alivio y pena. Sólo me quedaba un día más.

Tentada estuve de levantar e ir en busca de Jorge. Meterme en su cama y decirle que se follara a su tía, a la guarra de su tía. Pero me contuve. Nada de tocar. Uf...qué difícil resistir la tentación.

Me di la vuelta tratando de dormir. Me costó, pero al poco Morfeo me abrazó.

Debí de tener sueños húmedos, porque me desperté mojada cuando mi novio me avisó de que llegaría tarde a mi trabajo. No recordaba nada, pero mi cuerpo estaba sensible. Los pezones erizados. Mi novio me dio un beso y se marchó.

Tenía la ropa con la que me había dormido en el salón. Me la quité y me puse un pijamita ajustado, sin bragas ni sujetador. Era el último día de estancia de mi sobrino y lo iba a aprovechar.

Cuando me miré en el espejo antes de salir, sonreí. Lo pezones se marcaban claramente. Jorge se iba a poner cardíaco.

"Eres mala" - pensé, sonriéndole a mi imagen.

Fui a la cocina, a prepararme un café. Cogí una taza, la llené de café y la puse en el microondas. La saqué y le puse azúcar. Esperé.

No tardó en aparecer Jorge, un poco despeinado y aún con pijama. Para comérselo,

-Buenos días, tía.

-Buenos días, sobrino. ¿Qué tal has dormido?

-Muy bien.

-Yo también. Esto...el café está un poco fuerte. ¿Me pones un poco de leche?

-Claro - dijo, dirigiéndose a la nevera.

-De esa no. De la tuya - le dije, poniendo la cara más lasciva que me salió.

Creo que la polla se le puso dura en el acto. Puse la taza delante de mi, a la espera. Se acercó despacito, hasta quedar de pie a mi lado. Yo le sonreía.

Se bajó el pantalón del pijama y el calzoncillo. Su preciosa polla saltó. Que ganas tenía de metérmela en la boca. "No tocar".

Acerqué más la taza, hacia su polla. Él se la cogió y empezó a hacerse una lenta paja, mirándome a los ojos, y también, a mis tetas. A mi pezones visibles contra el ceñido pijama. Mi coño era ya un lago.

-Ummmm eso es...ordéñate bien es pollita tan linda..Dale a tu tía mucha lechita.

-Aggg tía...que...caliente eres.

-¿Cómo le dices esas cosas a tu tía? No seas un niño malo.

Todo eso se lo decía para ponerlo más cachondo. Y para ponerme a mi también.

Surtió efecto, porque su mano empezó a moverse más rápido y su voz a temblar.

-Tía...me voy a...agggg correr....

Puse la taza justo debajo de la punta de su polla. No quería que se desperdiciara ni una gota.

El primer disparo hizo altar un poco de café de lo fuerte que impactó en la superficie. Le siguieron 4 o 5 más, cada vez más flojos. Con cada chorro el gemía, y yo con él. Estaba a punto de correrme, sin tocarme. Sólo frotando mis muslos.

Cuando terminó su corrida, de la polla colgaba un hilillo de semen. Con la taza, sin tocarle la polla con los dedos, la recogí.

-Ummm todo para mi. Que no se pierda nada.

La cantidad de leche que echó en la taza fue tal que el café casi rebosaba. Acerqué la taza a mis labios y empecé a darle sorbitos al café. Sabía a..café. El semen era más espeso y se había hundido.

Jorge me miraba, incrédulo. Incrédulo y cachondo, ya que su polla no se había aflojado ni un ápice y estaba dando brinquitos entre sus piernas.

Me tomé todo el café. La corrida de Jorge formaba un poso en el fondo de la taza.

-Huy, mira, toda tu leche se ha quedado aquí.

Iba a levantar la taza para hacer caer el semen sobre mi lengua, pero al ver la polla así, tuve otra idea.

-Sobrinito...¿Tienes más leche?

No dijo nada. Solo se agarró la polla y empezó una segunda paja. Siendo tan joven y estando tan cachondo, seguro que no le costaría volver a correrse. Pero esta vez no quería solo mirar.

Sostuve la taza con la mano izquierda y la derecha la metí por dentro del pantalón de mi pijama. Me hice una rica paja mirando como mi sobrino se hacía otra, apuntando a la taza que contenía su primera corrida.

Efectivamente, no le costó. En menos de tres minutos empezó otra vez a gemir y a temblar. Abrí los ojos para no perderme el espectáculo de su polla estallando contra el fondo de la taza, mezclando las dos corridas con el poco de café que quedaba.

Casi se me cae la taza al suelo cuando me corrí. La mano se me movió y un par de chorros me dieron en la mano. Ummmm, que caliente era su lechita. Y que ricos los espasmos que recorrían mi cuerpo. Que placer, que morbo, dios mío. Abe tenía razón. Mi sobrino no me había tocado un pelo y me corría una y otra vez. Lástima que todo iba a terminar ese mismo día.

Miré la taza. Llena hasta casi un cuarto de semen fresco, un poco marrón por el café.

-¿Quieres un poco? - Le dije, acercándole la taza.

-No...no.

-Ummm, mejor. Todo para mí.

Levanté la cabeza, saqué la lengua y deje caer el contenido de la taza sobre mi lengua. Jamás había tenido tanto semen en la boca. Lo saboreé y lo trague en tres sorbitos, haciendo ruido para que Jorge me oyera.

En sus ojos vi adoración. Miraba como su tía se tragaba con gusto sus dos corridas. Hasta relamí la taza para dejarla sin rastro de su rico semen.

-Ummm rico rico. Lleno de minerales y vitaminas. Jajajajaa

Los dos rompimos en carcajadas

-Coño, llego tarde a la oficina.

Salí corriendo a vestirme. No me dio tiempo a ducharme. Mientras conducía, pensaba que Abe no se iba a creer lo que había hecho. Tenía ganas de contárselo todo.

Pero ese día no apareció. Aproveché para adelantar trabajo que tenía pendiente, aunque al final no me pude resistir y le envié un e-mail a Abe, diciéndole lo que había hecho y lo que tenía pensado como fin de fiesta. Algo que sé que a Abe le encanta. Lo que no le dije es la sorpresa que le tenía preparada.

En cuanto llegó la hora de terminar, salí derechita hasta mi coche y volví a mi casa. Sabía que Jorge estaría allí, preparando sus cosas. Cuando llegara mi novio lo llevaríamos a su nuevo piso y todo acabaría.

Entré en casa. Nerviosa. Cachonda ya. Mojada. Babosita. Dejé el bolso en en salón, menos una cosa que cogí, y  fui derechita a busca a mi sobrino. Estaba en su cuarto, terminando de hacer las maletas.

-Hola sobrino.

-Hola tía Felicia.

-Qué pena que te vayas. Con lo que nos estábamos divirtiendo.

-Sí - dijo, aún ruborizándose un poco...que mono.

-¿Has pensado alguna manera de despedirte de tu tita preferida? Porque soy tu tita preferida, ¿No?

-Uf...eres mi mujer preferida.

-Ummm gracias...me halagas - le dije acercándome a él.

Nos quedamos frente a frente. Nuestras miradas fijas el uno en el otro. Lástima que no pudiera tirarlo sobre la cama, sacarle la polla y clavármela en el coño. No tocar.

-¿Y bien? ¿Cómo te despedirás de mí? ¿Qué imagen te gustaría recordar?

-Yo...no sé...Me pones...nervioso.

-Jajajaja. Ummmm ¿Sí? - miré hacia su polla. Estaba dura - Parece que nervioso y cachondo.

Nos miramos unos segundos más. Sabía que él no se decidiría a nada. Y yo tenía claro que es lo que deseaba. Sin apartar mis ojos de los suyos, con mi pícara sonrisa en los labios, empecé lentamente a arrodillarme a sus pies, y luego apoyé mi culito en mis talones. Mi cara quedó un poco más baja que su polla.

No dije nada. Sólo lo miré. Y él entendió lo que quería. Se bajó la bragueta y se sacó la polla. La miré. Uf, que ganas tenía de metérmela en la boca y hacerlo vaciar en mi garganta. Pero...no tocar.

El sí podía tocarla. La cogió con su mano y empezó una lenta paja, mirándome, deseándome. La punta de su polla estaba a menos de 5 centímetros de mi cara. Pude olerla. Un olor embriagador. No se había duchado desde lo de la mañana y olía a semen, a sudor. Se me hizo la boca agua. El coño ya lo tenía hecho agua desde que salí de la oficina. Necesitaba mimitos, así me metí una mano por debajo de la falda y lo acompañé en su lenta paja.

Se notaba que no quería correrse rápido. Iba lento, recreándose en su placer, mirándome. Mis ojos iba de su polla a sus ojos. Los entornaba cuando frotaba mi clítoris. No lo hacía con fuerza, porque me hubiese corrido, y quería correrme con él.

-Aggggg tía...eres tan guapa...

-Gracias sobrino...Dime...dime que le vas a hacer a tu tía.

-Ummmm me voy a correr en tu cara, tía.

-Aggggg malo... mira que eres malo. Correrte en mi carita. ¿No te da vergüenza?.

-No...no me da.

De la punta de su polla empezó a salir un poco de babilla pre seminal. ¿Y si le daba un lametoncillo? Sólo uno.

"No tocar". Mierda.

Ya no podía más. Si no se corría pronto me correría yo, sin remedio. Y quería sentir su leche estrellarse contra mi cara. Lo necesitaba.

-Jorge...me tienes tan cachonda....Córrete en mi cara..dame toda tu leche...venga...dámela...córrete....llénale la carita a tu tía....

Él aceleró la mano, los gemidos. Se iba a correr. Yo no pude aguantar. Cerré los ojos y empecé a correrme, mi cuerpo a tensarse y el orgasmo casi me hace gritar.

Cuando no pude reprimir mi grito fue cuando sentí contra mi cara estrellarse el primer chorro de su corrida. Lo sentí golpear mi frente, mi nariz, mi mejilla. Mi grito permitió que parte del resto de los disparos cayesen en mi lengua, en mi boca. Aquel fue sin duda una de los orgasmos más fuertes de mi vida. Se intensificó al sentir su hirviente semen en mi cara, al notar su sabor en mi boca. El aire no me llegaba a los pulmones. El grito de placer cesó de golpe. Solo sentía espasmos. Espasmos y placer. Puro placer.

Mis párpados estaban cubiertos de leche. Pero aunque me picase si entraba semen en mis ojos, tenía que mirarlo. Los abrí lentamente. Jamás olvidaré su expresión al mirarme. Lo hacía como si que estaba mirando era la cosa más hermosa que había visto en su vida. A mí.

-Ummm Jorge...siento toda mi cara llena de ti. ¿Estoy guapa?

-Oh...Tía....estás.....

-¿Cómo estoy?

-No tengo palabras.

Estuvo un rato así, sólo mirándome, contemplando su obra. Su leche goteaba sobre mi pecho, manchando mi blusa.

-Tía...¿Me dejas ver...tus tetas?

-¿Quieres verle las tetas a tu tía? ¿No te da vergüenza? - le contesté, poniendo morritos con la cara cubierta de su semen.

-Por favor...

Me abrí los botones y luego la blusa. Llevaba un lindo sostén negro que me quité también. Que bien se siente una mujer cuando un hombre la mira como mi sobrino me miraba. Llevé mis manos a mis tetas y las acaricié con las yemas de mis dedos. Un estremecimiento recorrió mi cuerpo.

-¿Te gustan las tetas de tu tía, sobrino?

-Uf...son preciosas.

Su polla daba saltitos otra vez. Dura como si no se hubiese corrido como lo hizo. En ese momento, un goterón de semen cayó de mi barbilla sobre mi teta derecha. Se me encendió una lucesita en la cabeza.

-¿Te queda leche en esos huevitos tan monos? ¿Podrás regarle las tetas a tu tía con otra buena corrida, sobrino?

-Joder... creo que sí. Como me pones, tía.

Me levanté un poco, para que mis tetas quedaran a la altura de su polla. El tiempo se acababa. Dentro de poco volvería mi novio.

-Date prisa, o nos pillará. No creo que le gustara verme así, con la cara llena de semen y a ti haciéndote una paja sobre mis tetas...¿O a lo mejor sí? Jajajaja.

Puso todo su empeño. Iba a ser la cuarta corrida del día, pero lo consiguió. Gimiendo y con espasmos, su polla escupió a los pocos minutos una última ración de blanco líquido. No fue tan abundante como las otras, pero me gustó sentir el calor contra mi piel. Y su olor...me llegaba al cerebro y me mojaba el coño.

Me restregué con las manos su leche por las tetas. Los pezones eran como dos pitones, duros.

-Ummmm dicen que la leche es buena para la piel.

La polla empezó a aflojarse. Había sido demasiado placer. Le tendí una mano.

-¿Me ayudas a levantar?

Tiró de mi. Cuando me levanté casi choco con él. Casi le restriego mis pezones por su pecho. Nos miramos a los ojos. Quería darle un besito. Sólo uno. Un piquito. Abe apareció a mi lado, en mi hombro derecho, vestido de angelito. "No tocar".

-Será mejor que me de una ducha. ¿O me quedo así a ver que dice tu tío al verme así?

-Coño...mejor dúchate.

-Jajaja. Vale

Salía del baño cuando llegó mi novio. Decidimos cenar antes de llevar a Jorge a su nueva casa. Después de la cena, recogimos sus cosas y nos fuimos.

Era un pisito pequeñito, perfecto para un estudiante o dos, no lejos de la facultad.

-Bueno, tía, gracias por todo. Los dos habéis sido estupendos conmigo. Gracias.

Le di un abrazo. Un fuerte abrazo. Mi novio también lo abrazó.

-Chaval, ven de vez en cuando a vernos y nos echamos unas partidas a la play. Voy a echarte de menos las palizas que te daba

-Jajaja vale - le dijo, y me miró. Un escalofrío recorrió mi espalda.

Pero no. El juego ya había terminado. No podíamos seguir. La cosa seguramente iría a más y al final podríamos arrepentirnos. Nos despedimos y lo dejamos en su nueva casa, en su nueva vida.

Al día siguiente Abe si se conectó. Entonces le pude contar todo. Le encantó.

-Wow, Felicia. ¿De verdad has sido buena?

-Sí, sí, del todo. Jajaja. No le he tocado ni un pelo

-¿Y ahora?

-¿Cómo que ahora? Ahora nada. Ya se acabó. Ha sido un juego, nada más. Ahora que haga su vida, que se busque a una novia a la que sí puedo tocar.

-¿Vive lejos de tu casa?

-Algo, al otro lado de la ciudad, en la zona universitaria.

-Ummmmmmm

-Coño! Esos ummmmm. No me digas nada, que te conozco.

-Jejeje. Vale, vale, me callo.

Hubo una pausa. El muy cabroncete sabía que no me podría resistir.

-¿Qué me ibas a decir?

-No te lo digo.

-Venga. No seas malo. Dímelo.

-Nop, que siempre me echas la culpa a mí.

-Pliiiiiis.

-Bueno. Sólo pensaba....Puedes hacerle....visitas.

-Pero mira que eres malo. Tú lo que quieres es que me líe con él.

-No no, para nada. Pero me pongo en la piel de tu sobrino, lo que ha pasado contigo. Uf, estaría deseando que continuara, aunque fuera así, sin tocarte. Y no me digas que a ti no te ha gustado.

-Abe, me ha encantado. Estoy mojada sólo de recordarlo. Pero tengo miedo de que si sigo, pase algo más, algo de lo que tú mismo me has prevenido varias veces.

-Lo sé, lo sé. Haces bien. No tientes más a la suerte.

La cosa quedó ahí. No hablamos más del tema. Y durante unos días, la cosa fue bien. Traté de olvidarme, pero no pude evitar recordar como me había sentido esos días. El morbo continuo en el que vivía. El intenso placer que sentí con aquellos 'inocentes' juegos.

Me masturbé un par de noches recordándolo todo. La cara de Jorge al mirarme. Su polla corriéndose para mi, sobre mi, en mi café.

¿Y si iba a su casa a jugar? Sólo una vez más. Como despedida definitiva...Una vez más. Sólo una.

Me lo estuve pensando un par de días. Y no le dije nada a Abe. Quizás por temor a que me metiera más ideas raras en la cabeza. Quizás, no sé, por temor a que me las quitara de la cabeza.

Me decidí. Cogí el teléfono y llamé a mi sobrino.

-¿Sí?

-Hola sobrino. ¿Me recuerdas?

-Claro, Felicia. ¿Cómo estás?

-Muy bien. Te echamos de menos. ¿Y tú? ¿Cómo te van las cosas?

-Uf, liado con las clases.

-¿Ya has conseguido compañero de piso? O...¿Compañera?

-Jeje. No. Aún no. Primero prefiero conocer alguno que me caiga simpático antes de meter a nadie. El piso es demasiado pequeño como para convivir con cualquiera.

-Mañana tenía pensado ir a verte. Podríamos comer juntos. Quiero asegurarme de que estás bien. Mi hermana me dejó a tu cargo y me siendo algo responsable.

-Estoy bien, de verdad. Pero será un placer comer contigo. Es más, prepararé yo la comida.

-Ummmm no sé si llevarme un sandwich por si las moscas! jajaja

-Jajaja. Mejor. Soy nuevo en esto.

-Pues nada. Hasta mañana, Jorge.

-Hasta mañana, Felicia.

Me di cuenta de que no me llamaba tía, sino Felicia. Había entendido que lo que pasó ya estaba atrás. La única que parecía no entenderlo era yo.

¿Qué estaba haciendo? ¿Estaba loca? Me dije que tenía que dejar las cosas como estaban. Dejarlo hacer su vida. Hacer yo la mía. Volver a ser, simplemente su tía. Al día siguiente, comería con él, comprobaría que las cosas le iban bien, llamaría a su madre para tranquilizarla y me volvería a casita. Sería buena. Nada de juegos.

Pedí un par de horas en el trabajo para tener tiempo de ir tranquilamente a la casa de Jorge, comer y volver. A la hora acordada, estaba subiendo el ascensor. El corazón me latía con fuerza. Toqué el timbre a los pocos segundos me abrió la puerta.

-Hola Felicia. Pasa.

Nos dimos un casto beso.

-Coño, que se me queman....

Salió corriendo hasta la pequeña cocina en donde salía bastante humo. No pude evitar reírme. No había llevado el sandwich, así que temí que me quedaría con hambre. Pero no. La comida se salvó y fue más o menos decente. Comimos uno frente al otro.

Me contó como le iba en la facultad. Sobre los profesores. De vez en cuando nos mirábamos a los ojos. Noté algo en su mirada. Algo que me hizo estremecer.

Noté que esperaba algo. Sabía lo que era. Quería seguir con los juegos. Quería que tía Felicia volviera. Pero yo estaba decidida. Todo se había acabado.

Terminamos de comer. Le ayudé a limpiar los platos y a recoger la mesa. Después nos fuimos al salón. Nos sentamos en un pequeño sofá en su pequeño salón.

-Bueno, sobrino, me voy contenta. Veo que te las estás arreglando muy bien solito.

-¿Te...vas?

Otra vez esa mirada, pero más intensa. Me empecé a poner nerviosa.

-S..sí...se me hace tarde. Tengo que volver a la oficina.

-No te vayas aún, tía.

Tía. Ya no era Felicia. Era la tía. Me levanté.

-Jorge...yo...perdóname. Me dejé llevar por el deseo. Lo que pasó nunca debió de haber pasado. Sólo fue...un juego.

-¿Un juego? ¿Un juego? Pues para mí fue mucho más que un juego. No sabes lo loquito que me tienes. Tenía ganas de tocarte, de.... pero me conformé con aquel...juego.

-Me voy Jorge.

Me agarró del brazo. Lo miré, asustada.

-No. No te vas. Ahora me toca jugar a mí.

-Jorge, déjame.

-¿Ya no soy tu sobrino, tía?

Tiró de mí y su cuerpo se pegó al mío. Nuestras bocas quedaron casi pegadas. Mi cuerpo temblaba, pero no era sólo de miedo. Era lo que sentía cuando estaba delante de un hombre que me miraba como mi sobrino me estaba miranda. Quien haya leído los relatos que Abe ha escrito conmigo como protagonista, sabrá de algunas de mis debilidades.

Su aliento me daba en la cara. Sentí como el corazón se me aceleraba más.

-¿Cómo crees que me sentí cuando me corrí en tus bragas llevándolas puestas? Deseaba que las apartaras y me pidieses que te follase. ¿Y cuando te arrodillaste para que me corriera en tu cara? Me moría por meterte la polla en la boca. Y ahora dices que sólo era un juego. Pues juguemos, tía. Juguemos.

-Jorge...déjame... Fue todo un error...

Intentó besarme en la boca, pero aparté la cara, tratando de zafarme. Era más fuerte que yo. Su labios besaron mi cuello y un estremecimiento recorrió mi cuerpo. Era uno de mis puntos débiles. Me empecé a mojar.

-Error o no, tía...vamos a jugar un poco más.

-No...por favor.

-Sí...jugaremos. Pero esta vez, la reglas las pongo yo.

Me besó el cuello otra vez. Me dio un ligero mordisquito. Cerré los ojos. Me estaba poniendo muy cachonda, pero no quería que él lo notase.

-Está bien, Jorge...Una última vez.  Y después haremos como si nada hubiese pasado. Pero..como antes..sólo..solo mirarnos.. sin tocarnos

-¿Jorge? ¿Ya no soy tu sobrinito?. Ya te dije que las reglas las pongo yo. Y las reglas dicen que la zorrita de mi tía se arrodilla delante de mi, me saca la polla y me hace una mamada.

Casi me corro cuando me llamó zorrita. Mi resistencia estaba llegando a su límite. Se derrumbó del todo cuando me cogió del pelo con fuerza y tiró hacia abajo.

-He dicho que la zorra de mi tía se arrodilla y me hace una mamada.

Me arrodillé. Estaba ahora bajo su poder. Ahora, el juguete era yo. Me sentía...Ummm todo mi cuerpo temblaba.

-Eso es. Sácale la polla a tu sobrino.

Tenía la bragueta abultada. Se la bajé. El sonido me hizo estremecer. Levanté la vista para mirarlo. Sus mirada era distinta. Seguro de sí mismo. Dominante.

Metí la mano y saqué su polla. Al fin la tocaba. Caliente, dura. Puso su mano en mi cabeza y me empujó hacia su polla. Se coló en mi boca.

Tenía mi boca llena de la polla de mi sobrino. Empezó a moverse, follándome la boca.

-Aggggg deseaba esto desde que te vi en navidad. Cuando empezaron tus jueguitos no me lo podía creer. Era un sueño hecho realidad. Y ahora....agggg ahora le estoy follando la boca a mi tiíta...¿No te hace sentir un poco zorra tener la polla de tu sobrino en la boca?

No me dejó sacarme la polla de la boca para contestarle. Le hubiese dicho que sí. Que me sentía como una zorra, pero que me encantaba. Como no podía hablar, asentí con la cabeza.

-Ummmm lo sabía. Sabía que tenías que ser así. ¿Cómo si no iba a ...aggggg quitarte las bragas y dármelas para que me hiciera una paja con ellas?

Me soltó la cabeza. Se quedó quito. Podría haber huido, salir corriendo. En vez de eso, llevé mis manos a su culo y lo atraje hacia mi. Le iba a demostrar lo zorra que era su tía.

Me esforcé que hacerle la mejor mamada de su vida. No sé cuantas le habrían hecho antes. Lo que sé es que en menos de dos minutos empezó a temblar, a ponerse rígido y un chorro fortísimo se estrelló contra mi paladar. Apreté los labios y chupé, aspiré con fuerza.

-Agggggggggg sí.. siiii eso eso...tía preciosa..trágatelo todo...toda mi leche..

Él tenía los ojos cerrados mientras se descargaba dentro de mi boca. Fueron varios disparos se espeso semen. Ya conocía su rico sabor, y no desperdicié ni una gota. Mi barriguita quedó llenita de la leche de Jorge.

Abrió lentamente sus ojos. Me miró, complacido. Sin hablar, sacó su polla de mi boca, que seguía dura y me empezó a acariciar la cara con ella. Yo sonreí.

-Vaya mamada, tía. Me has vaciado rápido. Levantate.

Obedecí. Nos quedamos uno frente al otro, mirándonos. Acercó su boca a la mía y esta vez no lo rechacé. Sabía besar. Lo hizo con pasión, buscando mi lengua con la suya. Sus manos abarcaron mi culo, apretándome contra él, haciéndome sentir su dura polla contra mi barriga.

-Ummmm sobrino....como me tienes.

-¿Cómo te tengo?

-Muy...cachonda...

-¿Quieres que te folle?

-Sí...

-Pues pídemelo

-Fóllame.

-No. Así no. Pídemelo como tú sabes.

Le miré a los ojos. Sabía lo que quería.

-Sobrino...fóllame. Fóllate a tu tita. Méteme esa preciosa polla en el coño y fóllame bien follada.

-Mejor así. Desnúdate.

Me observó mientras que quitaba toda la ropa. Cuando quedé completamente desnuda delante de él, me contempló unos segundos.

-Wow, tía. Eres...la cosa más linda que he visto.

-Sobrino..no puedo más....fóllame.

-Te follaré cuando decida follarte, y no antes. Siéntate en el sofá

Cuando quedé sentada, pensé que se acercaría para que le chupase la polla un poco más. Pero no eran esas sus intenciones.

-Bien, ahora échate hacia atrás y abre las piernas. Enséñale a tu sobrino ese precioso coño tuyo. Ese coño que huele tan rico.

Abrí las piernas. Tenía el coño empapado. Brillaba a las luz del techo. Hinchado, rojo

-Qué cosa mas linda, tía. ¿Te gustaba mirar como me hacía una paja para ti? ¿Lo tenías así de mojado?

-Ummmm sí...me encantaba mirarte...

-Ahora me toca a mi. Hazte una paja para mí.

Llevé mis manos hasta mi coño y pasé los dedos a lo largo de la rajita. Estaba demasiado caliente, demasiado cachonda. A punto de correrme. Él me miraba. Su polla, saliendo por su bragueta, daba saltitos de excitación.

No quería correrme así. Quería sentir su polla dentro de mí, taladrando mi coño.

-Fóllame...fóllame por favor...

-Ummm, no no..aún no. Quiero ver como te corres. Así sabrás como me sentí yo deseando follarte y sin poder hacer.

-Aggggggg eres...malo...sobrino...muy...malo con tu tía...

Metí dos dedos en mi coño y me dejé ir. Mi espalda se arqueó sobre el sofá y me corrí, cerrando los ojos y mojándome los dedos con los jugos que mi coño expulsó. Fue un orgasmo largo, placentero...pero incompleto. Necesitaba más Necesitaba ser follada por mi sobrino.

-Ahhhh me corro.......ahhhhhhhh fóllame ya.....

Pero no se movió. Siguió mirándome, sonriendo, hasta que los espasmos de mi orgasmo cesaron.

-Estas preciosa cuando te corres. Otra vez.

-Por favor...

-Córrete otra vez.

Me seguí tocando. Se acercó más, pero no me tocaba, sólo me miraba. Me estaba castigando.

Metí dos dedos en mi vagina y con la otra mano froté mi clítoris. Esta vez no quería retrasar mi corrida. Quería acelerarla lo más posible. Quizás me follara después.

Mirándolo, sentí el nuevo orgasmo nacer en lo más profundo de mi ser y estallar por todo mi cuerpo. Tensión. Rigidez. Placer.

-Agggggggggggggggg

Me quedé floja. Me había corrido dos veces para él, pero no estaba satisfecha. Me faltaba algo. Me faltaba su polla dentro.

-Ummm tía...estas preciosa. Venga, sé que puedes. Córrete otra vez para tu sobrino.

-Te lo ruego...fóllame ya. - le dije, volviendo a acariciar mi coño.

Miró unos segundos como me tocaba. Luego dijo algo que me dejó congelada.

-Aunque...pensándomelo mejor, creo que no te voy a follar. Vístete y largate.

No podía creer lo que estaba oyendo. No me iba a follar. Me entraron ganas de llorar. Le iba a suplicar que lo hiciera, que haría lo que quisiera, pero que por favor me follara, cuando de repente se vino hacia mí, se arrodilló y me clavó la polla en el coño de un sólo golpe.

Mi orgasmo fue instantáneo. Arqueada sobre el sofá sentí como su polla llenaba mi coño. Me quedé sin aire. Quería gritar pero no pude. En mi vida había tenido un orgasmo así, pleno, completo, total. En esos segundos no había en el universo más que placer.

Volví a la realidad cuando el aire llenó mis pulmones de nuevo.

-Aggggggggg dios..... -fue lo único que pude decir.

Abrí los ojos. El me miraba, sonriendo. MI cuerpo estaba flojo. No me quedaban fuerzas.

-Al final creo que sí, que te voy a follar, tía.

Sonreí y cerré los ojos

Me hizo acostar en el sofá, se puso entre mis piernas y volvió a meterme su polla. Me besó con ternura, empezando un lenta follada, profunda. que me hizo empezar a gemir otra vez.

-Te deseo, Felicia...te deseo.

-Te deseo Jorde..agggg..sí..

Fueron largos minutos de...amor. Me hizo el amor con suavidad. Cerré los ojos y acaricié su cabello mientras él besaba mi cuello, mis labios, mis mejillas.

Y cuando se corrió en lo más profundo de mi coño, me corrí con él, abrazándolo.

Ahora tengo un amante. Mi sobrino. A veces somos Felicia y Jorge, y hacemos el amor como ese primer día. Con ternura. Otras veces somos tía y sobrino, y me folla como a la zorrita que soy, con fuerza, demostrándome que soy suya, que es mi dueño.

No sé de que manera me gusta más. Las dos por igual, seguramente.

Pensé no contarle nada a Abe, para que no pensase que había sido débil. Pero no pude resistirme a compartir mi felicidad con él. Me dijo que haría un relato.

Lo acaban de leer.

FIN

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