Mi sobrinito pegó su palito a mi culito

Fue un movimiento descoordinado, un tanto brusco el que me provocó que su...

Lo siguiente que les voy a relatar es la historia que viví en el verano en que acabé mis estudios en la universidad, teniendo yo veintitrés años recién cumplidos.

Fuí a visitar a mi hermano, que vivía en la playa, más que nada una excusa para pasar unos días en la playa con mi exigua economía de universitaria por aquel entonces.

Mi hermano estaba casado y tenía un niño, mi sobrino Grabriel, que recientemente había cumplido su mayoría de edad. Yo hacía años que no le veía, pues lo recordaba con apenas seis años, con carita risueña y sonrisa malisiosa.

Ahora se había convertido en un mozalbete de pecho barbilampiño y fibroso, pero aún conservaba su sonrisa malisiosa.

Como mi hermano no tenía mucha capacidad adquisitiva, vivían en un apartamento más bien chiquito, de modo que únicamente había dos cuartos, el de la pareja y el del niño. Pero éste también era grande por suerte y por casualidades de la vida tenía también cama de matrimonio, así que estaba claro que yo dormiría con él en su cuarto.

Yo soy algo tímida, bueno, más bien mucho, por eso al principio me preocupó el hecho de dormir con mi sobrino, pero luego lo pensé y le quité hierro al asunto, pues él era cándido y no tenía nada que temer.

Todo quedó claro el día de mi llegada, donde hicimos buenas migas y aunque me miró las tetas, realmente todos los hombres lo hacen.

Por mi parte soy de piel extra blanca, de pelo negro y acaracolado y digamos que estoy entradita en carnes, pero pienso que eso gusta a los hombres. Aunque por mi carácter me es difícil entablar relaciones y tiendo a ser muy precavida al respecto.

Pero con mi sobrinito todo era distinto, jugamos en la playa a la pelota y nos vañamos juntos. Él estaba entusiasmado, tal vez porque nunca tuvo hermanos y me tomó como una hermana mayor que nunca tuvo.

Tras la cena tomamos algunos chupitos de tequila y mi sobrino también se unió a nosotros, yo no suelo beber, así que acabé súper mareada. Total que cuando nos fuimos a la cama, nos dimos las buenas noches. Yo me acosté con un camisón muy finito y mi sobrino únicamente vestido con sus underpants.

Hacía calor al principio, pero a medida que pasaba la noche se agradesia el tener la sábana encima, de modo que cuando desperté con frío en mi culito, me arropé y de paso arropé a mi sobrinito.

Me giré y me dispuse a dormir. Fue entonces que sentí su abraso, se pegó a mi culito y aunque me llamó la atención realmente estaba bien dormidito. Así que no me preocupé, y es más, agradesí el calor de su cuerpesito fibroso a mi espalda, pues me calentó y yo ya tenía frío.

En esto que en la duerme vela, sentí como su pélvis se pegaba más a mi culito y en esto que noté algo duro presionarme las cachas. ¡Oh no, era su palito! Admito que me sofoqué y entonces me pegué más al borde de la cama con objeto de alejarme de él, pero este me siguió casi al momento y volvió a pegarme su palito y su pélvis a mi culito.

—¡Ay  sobrinito! Anda no seas malo —le dije para intentar calmarlo.

Entonces el balbuceó algo ininteligible para mi, por lo cual deduje que se hallaba en sueños. Así que le resté importansia al asunto del palito y todo hubiese quedado ahí de no ser porque él seguía dándome culadas y una, que no es de piedra, empesó a sentir gustito con ese contacto íntimo.

En esto que se levantó y pensé que ya despertó, pero seguía hablando con aquel galimatías. Lo seguí y ví que fue a la nevera, se echó agua y bebió un vaso. Y al girarse me vió, pero su mirada era super rara, no sabría bien desir, me vió y pasó a mi lado, incluso me dijo: “buenas noches tía” y siguió hacia su cuarto.

Ni media palabra me dio la oportunidad de cruzar, pues se fue tirado para el cuarto y yo de nuevo lo seguí y ví cómo se acostó. Entonces siguió hablando sin entenderse nada y yo deduje que igual era sonámbulo.

Y con esa duda me metí en la cama y al hacerlo, volvio a abrazarme cariñosamente y a pegarme su pelvis, que no tardé en sentir de nuevo su erección.

De modo que dormí poco aquella noche, confundida por lo ocurrido y turbada por tener su palito pegado a mi culito, y como se dise, ¡bien durito!

Por la mañana se levantó y tras él me levanté yo, estaba muerta de sueño, pero no quería pareser una peresosa, así que me levanté tras él.

Nos encontramos en el baño y le saludé, le pregunté que qué tal la noche y el me dijo que bien. Le pregunté si recordaba algo y él me negó con la cabeza.

Yo desconfiaba así que le pregunté si bebió agua y el me dijo que nada. Aquello era normal, pues si se levantó sonámbulo, no recordaba nada del momento, así que respiré tranquila y le resté importancia al insidente.

Desayuné con él y con mi cuñada, pues mi hermano se marchó temprano al trabajo. Y al terminar, cuando mi sobrino se levantó le pregunté a ella por si era sonámbulo o qué. ¡Sin decirle el porqué claro!

—¡Ah, ya te diste cuenta! ¿No? En efecto Gabriel es sonámbulo, a veses se levanta y parece que está despierto, pero no, está dormido.

—¿Y es normal que no se le entienda? —pregunté yo preocupada.

—¡Sí si, es eso justamente! ¡No controlan el idioma, pero por lo demás está dormido!

—Ya me paresía a mi, anoche me lo encontré al ir a tomar agua del refrigerador y me saludó, ¡pero esta mañana ni se acordaba!

—Si, si, no te preocupes. Es normal —dijo mi cuñada para tranquilisarme—. ¿Y dormiste bien con él? —añadió.

—¡Oh, si, bueno cuesta un poco cambiar de cama! —dije yo sonriendo, sin darle detalles de que me había tenido pegándome su palito en el culito y arremetiéndome toda la noche contra mis cachas.

De forma que nos fuimos a bañar de nuevo y allí juguamos a la pelota los tres y nos volvimos a almorzar. Y después tomamos siesta y como es normal yo me quedé rendida, pues pasé mala noche, y si mi sobrinito andó sonámbulo es que ni me enteré.

Por la tarde tomamos la cena y volvimos a tomar tequila de postre, lo que hiso que nos acostáramos calentitos de nuevo.

Aquella noche sentí su palito, casi nada más quedarse dormido. Y como yo había tomado una larga siesta me desvelé y sintiendo su palito comensé a mojarme toda…

Ya sé que era mi sobrinito, pero como ya dije, una no es de piedra y a mis veintitrés años y aún virgen, ¡sí, en serio! Pues como que me recreé en sus movimientos y me permití acarisiarme por delante mientras él me daba por detrás.

Pero una loca idea me aterrisó en la mente, si no se enteraba de nada, por qué no me permitía ir un poco más allá. Así que le desabroché su boxer y extraje su palito, bien durito y palpitante y me lo coloqué bajo las braguitas insertado entre mis muslos y de culito el siguió dandome ricos empujones, mientras yo sentía su palito entre mis muslos carnositos.

Así cooperé en los motivientos y en aquel coito simulado me acarisié muy rico y me corrí, pero para más inri el también se corrió y me puso mis muslos como pueden imaginarse, ¡pringados todos con su semen!

Así que me fui a lavar, pero antes limpié bien su palito y lo dejé guardado con su botonsito abrochado y todo, aunque el muy bribón aún no se bajó, por lo que devolverlo a su lugar, fue un poco difícil, he de admitir.

El resto de la noche dormimos como troncos y ya no volvió a molestarme. Así que, ¡dormí estupendamente!

Ya por la mañana, de nuevo descansada, le pregunté en el baño si había dormido bien y él me dijo que sí. Pero que había tenido sueños raros… Esto me puso en alerta así que le pregunté y tras insistirle me admitió que no lo recordaba exactamente, pero que fueron sueños un poco húmedos. Pero me aseguró que no sabía dónde ni con quién, sólo que se había excitado en sueños.

Esto, lejos de separarnos nos unión al hacerme confidente de sus sueños húmedos y así aproveché para asegurarme que no sospechaba nada.

De modo que pasamos otro maravilloso día de playa. Y así llegó de nuevo la noche. Yo me preparé para todo y hasta pensé estratégias, pues ya estaba lanzada, tras disfrutar del coito simulado en la noche pasada.

Aunque tardó un poco más y me hizo esperar, terminó pegándose a mi culito y yo terminé sacándole su palito del boxer y aquella noche me permití ir un paso más allá y apartando mis braguitas a un lado le dejé rozarme los labios vaginales, con su palito, ¡bien durito!

¡Uf, aquello fue el no va más! Estaba todita mojada, pero lo que más me impactó es que en un momento dado, moviendo yo mi culito, ¡sentí como su palito se me clavaba en el culito!

Fue un movimiento descoordinado, un tanto brusco el que me provocó que su palito se colara sin querer en mi culito. Entonces tuve una idea, ya que no me atrevía a meterla en mi conchita, por no quedarme preñada, ¿y si la metía en mi culito?

Pero lo que es la teoría es distinto cuando se pone en práctica y hacerla entrar por mi culito fue algo que costó sudores. Pero puse mi empeño y sintiéndola ya casi dentro, de repente me entró toda y él siguió moviéndose como si tal cosa. Mientras yo rabiaba entre el dolor y el placer. Así que seguí meneando mi culito y noté como mi agujerito se dilataba y adaptaba rápidamente, por lo que comensé a sentir un plaser extraño.

No sabría explicarlo, pero tener su palito metido en el culito me daba dolor y a la vez gustito. De repente mi sobrinito se activó y como si fuese un resorte comenzó a chingarme con tremendas ganas y yo sentí el dolor y el placer increscendo dentro de mi maltratado culito. Tanto es así que me corrí al sentir como sus contracciones me llenaban de leche mi culito. ¡Oh, qué cosa le hice a mi pobre sobrinito!

Así que sacándola aquella noche no tuve que limpiarlo, pues salió limpia de algo tan sucio como mi culito, pero sonreí para mis adentros, ¡aquello había sido perfecto!

El siguiente era mi último día, pues tuve que adelantar mi vuelta, ya que mi madre calló enferma. Algo de un virus, pero yo no lo sabía así que me dió rabia pero tuve que dejar mis ricas vacaciones, con sus ricas ensoñaciones nocturnas.

Por si se lo preguntan, aquella mañana le pregunté de nuevo a mi sobrinito qué tal fueron sus ensoñaciones… pero su respuesta me dejó del todo intrigada.

—Volví a tener sueños extraños, pero me da vergüensa confesar que, ¡creo que soñaba contigo tía marta!

—¡Ah si, bueno no pasa nada cariño! Es normal, como dormimos juntos, pues… —dije yo intentando disimular.

—Si, eso he pensado yo esta mañana —dijo él sin más.

De modo que tras el desayuno mi cuñada me llevó a la estación de autobuses y allí me despedí de ella y de mi sobrinito. Cuando él me besó, me susurró algo que nunca olvidé…

—¡Gracias tia Marta!

—¿Por qué? —pregunté curiosa.

—¡Por el rico despertar! —me dijo muy pegadito a mi oreja.


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La madre de Adri no podía sospechar la escena que se encontraría en el salón de su casa al llegar. ¡Una perturbadora escena donde su hijo y su amigo serían cómplices de algo más que una amistad! Pero esto le trae sus propios recuerdos, recuerdos de una juventud pasada donde ella también fue protagonista de una historia similar...