Mi sobrina y yo 9 vacaciones en el trópico 2

Vi como la enorme lengua del hombre entraba y salía de dentro del coño de mi sobrina como si fuera una polla gigante. Me empalmé al instante. Cléo se dio cuenta. Me la agarró y tirando de ella me llevó al centro del corro para sustituir a la enorme lengua.

Mi sobrina y yo 9

vacaciones en el trópico (parte 2)

por Ramón Fons

Los dos días siguientes los dedicamos a nadar en las aguas cristalinas de la bahía donde estaba situada la villa. Le llaman así pero en realidad no deja de ser una casa no demasiado grande soportada por unos barrotes clavados en la arena. Parece que vayas en barco todo el día. El salón está por debajo del nivel del mar y el suelo es un cristal por el que se ve el fondo de arena con los curiosos peces nadando bajo nuestros pies.

Recuerdo la tarde en que Pierre me servía un café y mi sobrina nadó desnuda debajo de él. No tardé en reunirme con ella y vimos a Pierre saludarnos a través del cristal. En otra ocasión haciendo esnorquel visitamos a varios vecinos y algo pillamos a través del cristal.

Descubrimos que la mayoría también iban desnudos por la casa.

Pierre se estaba acostumbrando a vernos desnudos por la villa y las terrazas.

Yo esperaba ansioso la llegada de mi esposa. Con mi sobrina me lo paso de fábula pero no es lo mismo.

Pregunté a Pierre que se podía hacer en el complejo que fuera divertido.

-Nada.

-Cómo que nada. No hacen fiestas, bailes...

me interrumpió -para turistas. Para gente normal – dijo con cara de no querer ofender - Pero podemos salir del resort – añadió.

-Tu mandas. Unas copas, algo de ambiente y... - no me dejó terminar.

-Déjelo en mis manos.

Aquella noche cenamos en uno de los restaurantes del resort. Mejor nos hubiéramos quedado el la casa flotante porque ni glamour ni calidad. A la hora convenida Pierre nos recogió con su vehículo.

-Está usted preciosa señora – observó el mayordomo.

-Creo que será mejor que nos dejemos de protocolos y seamos tres colegas. Que además ya hemos follado juntos. No os parece.

Tardamos en llegar al pequeño pueblo pescador. Al acercarnos a una pequeña plaza ya se oía música propia del lugar.

Con aspecto de cabaña tenía una larga barra repleta de clientes. Más hombres que mujeres. Mesas y sillas rodeaban el resto del local. En un rincón una ristra de luces de colores suspendidas del techo parpadeaban al son de la música.

Quedaban pocas mesas vacías. Ahora sí vi a varias mujeres sentadas en la zona de las mesas. Nos aproximamos a una de las que estaban libres y Pierre nos indicó que tomáramos asiento.

-Voy a pedir las bebidas -dijo dirigiéndose a la barra.

Los asistentes más próximos a nosotros nos miraban de soslayo y cuchicheaban.

Alguna se centraba en el mini vestido con vuelo de gasa blanca sujetado por dos finos tirantes.

A los lados del enorme escote trasparentaban los erectos pezones de mi sobrina.

Al sentirse observada, con un grácil movimiento dejó caer un tirante y en consecuencia mostró medio pecho y un pezón entero.

Los ocupantes de las mesas colindantes se arrellanaron en sus asientos.

-Empezamos pronto – exclamó Pierre al legar con una botella de ron y una cubitera llena de botellines de cerveza. Los vasos los trajo en el siguiente viaje.

Mi sobrina subió el tirante escondiendo el pecho.

-No hacía falta que guardaras el pecho. Los de la barra te estaban haciendo fotos.

Le bajé de nuevo el tirante.

-Bien. La tarjeta de presentación ha sido excelente - dijo vertiendo el ron en los vasos.

Cerveza y ron. Más ron y cerveza. La música ya invitaba a danzar. Todo el local ya lo estaba haciendo. Parejas, hombre solos marcando el ritmo que llevan en la sangre, chicas bailando con chicas. Todos moviéndose.

Después de brindar y cantar el cumpleaños feliz a mi sobrina, que improvisé para llamar más la atención, Pierre se mezcló con la multitud.

-Dale un buen trago al ron y vamos a bailar, corazón.

Mi sobrina empezó a balancear su cuerpo moviendo las caderas lentamente de un lado al otro provocando que el corto vestido de gasa dejara ver sus piernas alternativamente. Los brazos alzados y el contoneo de sus pechos provocaba miradas de deseo. Nadie se fijó en mí.

Un fornido hombre de piel muy oscura salió de la multitud y colocándose frente a mi sobrina comenzó a bailar. Ella se siguió moviendo frente a él. Llevaba una colorida camisa desabrochada mostrando unos pectorales de envidia. Ella lo miraba con lujuria.

Mi sobrina le puso una mano sobre el pecho y lentamente la bajó acariciando hasta llegar al cinturón. El hombre le tomó de un mano y la hizo dar vueltas. El vestido subía y se mantenía a la altura de sus caderas dejando ver sus nalgas que entre ellas descansaba el hilo del tanga con la parte de delante en forma de triángulo blanco. Cambió la canción y siguieron con el baile. Ahora vuelta para aquí ahora para allí. Ahora te cerco ahora te alejo.

Alargué el brazo para coger mi vaso y al devolver la vista a los bailarines vi que mi sobrina ya bailaba con tres. Ellos, todos de color, la tenían rodeada. Ella en medio con los brazos alzados seguía moviendo las caderas la cabeza. Describía círculos rozándose con ellos.

El primero que apareció la cogió por la cintura y la atrajo a él. Comenzó a restregar el paquete en el culo de mi sobrina que seguía bailando al mismo son.

Otro de los hombres se le acercó para restregarse también por delante.

Ahora las tetas de mi sobrina estaban atrapadas por las manos de aquellos dos hombres.

La expresión de vicio que tenía mi sobrina al verse acosada por tres negros era para inmortalizarla. No creí prudente hacer fotos.

-No sales a defendela – oí justo en mi oído.

Ladeé la cabeza y vi a la mujer que me proponía aguar la fiesta a mi sobrina.

-Ya es mayorcita y sabe defenderse sola.

-Dicen por aquí que es tu esposa.

-También las esposas tienen derecho a divertirse.

-Y los maridos? -preguntó cogiéndome por la cintura con las dos manos y atrayéndome hacia ella.

Era muy oscura con ojos muy claros. Verdes o azulados. Los dientes blancos y los labios gruesos. El cabello muy rizado y cortado a lo afro. Delgada pero con pechos grandes y caderas potentes.

La música podría ser un merengue o una bachata pero nosotros bailamos lento y muy apretados. Me perdí flotando con ella.

A mi sobrina le habían bajado el vestido a la cintura y eran muchas manos las que le tocaban los pechos. Ya no bailaba. Permanecía quieta y con un brazo alzado por detrás del cuello acariciaba el rizado pelo de Pierre que le estaba besando desde detrás.

Se hizo un corro muy cerrado que privaba la visión de lo que allí sucedía. Sólo Cléo y yo veíamos lo que le estaban haciendo a mi sobrina los siete hombres que se iban alternando en ella.

-Dejalos y bésame – pidió Cléo.

Aún recuerdo el sabor de aquel beso. Largo. Lento. Caliente. Húmedo y mojado a la vez.

Puso mis manos sobre sus pechos y las apretó. Noté los pezones duros como piedras. Ella bajó una mano a mi polla que reventaba el pantalón chino y la restregó. Nos seguimos besando hasta que me la sacó y acarició con ternura.

-Si lo hacemos aquí nos van a meter en la cárcel – dijo.

Nos levantamos y la seguí. Paró para decirle algo al oído a Pierre.

Aproveché para mirar a mi sobrina. Hacía dos pajas y tenía los dos agujeros ocupados y se morreaba con varios a la vez.

Al salir del local y doblar la esquina la empotré contra la pared y la seguí besando. Ahora metí la mano por debajo del vestido hasta llega a tocarle las bragas.

Me separó y de la mano e hizo que acelerara el paso. Subimos a un bugy y tres más nos siguieron.

En escasos minutos llegamos a una casa que no lucía demasiada elegancia. Entramos y en el salón me tumbó sobre el sofá para seguir besándome.

Oí jaleo, me incorporé y vi a mi sobrina de la mano de Pierre seguidos por seis hombres y dos mujeres, a cual más oscuro.

Al ver que estaba Pierre quedé tranquilo.

Cléo se quitó el vestido y quedé boquiabierto. Tenía un cuerpo perfecto. Se acarició los pechos mientras me miraba con una agradable sonrisa en sus grandes labios.

Se acercó y me los puso en la boca, uno a uno. Luego bajó para quitarme el pantalón y mi polla saltó dándole un porrazo en la nariz. Reímos.

Comenzó a lamerla sin manos. Se tocaba los pechos mientras me la chupaba. Se puso el capullo en la boca y me con la lengua describía círculos. Apretaba el frenillo y lo soltaba. Se la tragaba toda hasta los huevos y no se que hacía con la lengua que me volvía loco.

Me levanté del sofá y con la mirada busqué una habitación.

-Sólo hay una y está ocupada.

Tiré los cuatro almohadones del sofá al suelo y se puso debajo del sesenta y nueve.

El vello corto y rizado me hacía cosquillas en la nariz. Olía a noche marina. Ya estaba lubricado. Mi lengua entró y salió un millón de veces en aquel helado caliente de fresa y chocolate. Su clítoris rosado, duro y erecto aguantaba mis mordiscos. Lo pellizcaba y ella se arqueaba.

Se introducía mis dos testículos en la boca y los movía como en un enjuague.

-Por dios, que placer!!!

A la vez me masturbaba y me pellizcaba la base del pene. Le tuve que decir que parara por que iba a correr. No me hizo caso. Me corrí en sus pechos. Me pidió que me comiera la corrida y la compartiéramos. Mientras nos besábamos, con tres de mis dedos dentro de su sexo le saqué un orgasmo con corrida espectacular. Dejamos de besarnos e hicimos lo mismo con sus fluidos.

Se levantó para buscar algo de beber. Que culo. Que espalda. Que caderas. Me había enamorado de aquel cuerpo que aún no sabía quien era.

Dimos unos tragos a las bebidas y nos relajamos.

Desde la habitación salían gemidos y gritos. Voces confusas y música suave.

Cléo adivinó mi interés.

Nos dimos la mano y acudimos a la habitación.

-¿Quieres ver sexo del bueno?

-Y seguir teniéndolo - afirmé.

-Pues éste es el lugar -terminó diciendo mientras giraba el pomo de la puerta.

Estaba encaramada a uno de ellos. Le tenía cogido por el cuello mientras le besaba en la boca. Otro hombre también de pié le tenía sujeta por la cintura y la cabeza metida entre las dos piernas.

Vi como la enorme lengua del hombre entraba y salía de dentro del coño de mi sobrina como si fuera una polla gigante. Me empalmé al instante. Cléo se dio cuenta. Me la agarró y tirando de ella me llevó al centro del corro para sustituir a la enorme lengua.

Entre dos le aguantaban las piernas separadas totalmente para que tuviéramos más espacio entre ellas.

Cléo fue la primera en poner sus gruesos labios en el tesoro de mi sobrina. Aquella boca se puso todo el coño dentro y lo lamió por dentro.

La folló como el negro, con toda la lengua. Mi sobrina gritaba y se retorcía de placer. De la boca de Cléo salían disparados líquidos a borbollonees. Los tres hombres tenían dificultades para aguantar a la chica.

Una de las mujeres que estaban en la habitación se arrodilló y comenzó a chupármela.

Cléo me cogió dos dedos de la mano y se los introdujo en la boca que aún encerraba el coño de mi sobrina.

-Méteselos dentro – dijo- mientras yo le hago lo mío.

Se volvió a correr. Se desplomó y los tres hombres la dejaron tumbada en el suelo.

Aquella mujer me la seguía chupando. Cléo me morreó con sabor a mi sobrina.

No quería pero iba a correrme de nuevo. Separé las bocas y se lo dije a Cléo

Bajó a compartir la mamada y la corrida.

Cléo y la mujer se tumbaron sobre unos almohadones y se comieron las bocas. Me uní a ellas. Dos lenguas grandes, anchas, sedosas. Y mi leche.

Miré de soslayo hacia el centro de la habitación y en el suelo, de rodillas iba comiéndose las pollas de los seis negros. Formaban un círculo y mi sobrina giraba alternado pollas en la boca y pajeando con las manos.

No tardó Pierre en situarse detrás de ella y reclinándola la puso a cuatro para incársela hasta el fondo mientras ella seguía dando placer a los otros cinco hombres.

Cuando Pierre se corrió dejó paso a otro. Y se acercó a nosotros.

-Es la mejor fiesta de cumpleaños de su vida – le dije.

-Aunque no sea el cumpleaños de nadie lo podemos celebrar igualmente – comentó y nos reímos.

La mujer que me la chupó se la cogió a Pierre y comenzó a ponérsela dura para otro asalto.

Mi sobrina no dejaba de dar gritos. Me acerqué. Estaba entre medio de dos. El de debajo se había metido en el coño y el que tenía encima le bombeaba el culo con una polla inmensa. A cada embestida soltaba un alarido. Me asusté y les dije que la dejaran un rato.

El que le daba por el culo me dijo que esperara un momento que ya se iba a correr. No tardó.

Los otros tres a los que se la estaba chupando también explotaron. Uno cuando la tenía hasta la garganta. Le entró directa al estómago. Otro le dio en todo el ojo y el tercero le quitó la que tenía en la boca y se corrió en la lengua.

-Me pareció ver a otra mujer pero hace rato que he no la veo - le comenté a Cléo.

-Está preparando las bebidas y una sorpresa.

No tardó en regresar. La bandeja en una mano con los vasos y una botella de ron. En la otra una bolsa que adiviné nos pondríamos en las narices.

Todos alzamos los vasos y volvimos a cantar el cumpleaños feliz. Nosotros en español y el resto en francés.

La que nos entregó las copas se sentó frente a una masita y comenzó a dibujar líneas blancas que luego uno a uno fuimos borrando hasta en cinco ocasiones, yo por lo menos.

Mi sobrina volvía a estar bien atendida.

La que dibujó estaba besándose con Cléo. La otra mujer, la que me la comió, desapareció. Yo salí buscando un servicio y ni que fuera un bidé. Encontré un cuarto de baño con ducha.

Regresé y nada había cambiado.

Cléo me acercó con la mano para compartir besos y caricias con la otra chica. Ahora que la veía de cerca me pareció más joven. Treinta como mucho. Buenas formas. Pecho mediano. De boca golosa y ojos negros, como toda ella. El pelo largo y rizado dominado hacia atrás.

Cléo se apartó del beso y me pareció ver como metía la cabeza entre las piernas de Monic, que ese era el nombre de la chica.

Un par de minutos más tarde la mano de Cléo me condujo junto a su boca. Nos besamos. Ella salió de mi boca pero siguió lamiendo mis labios y yo los suyos. De pronto entre nuestro beso se entrometió un enorme pene que rápidamente formó parte de nuestro beso.

No dije palabra y seguí el juego. Monic me cogió una mano y la llevó a sus pechos. Eran duros y los pezones erectos. Dejé a Cléo allí abajo y subí a recrearme en los pechos de Monic. Mordisqueé los pezones y lamí las oscuras areolas. Apreté las dos tetas interrogando si eras reales o no. Decidí que sí. Hormonadas, pensé.

Cléo jugaba al mismo tiempo con mi polla y la de Monic. En su gran boca metía aquella enorme verga negra y mi pobre pene que al lado de todo aquel festival de descomunales falos tenía la categoría de pito.

A mi sobrina la volvieron a llenar de leche aquellos insaciables.

Ahora Cléo hizo tumbar boca arriba a Monic para que ella encima se la follara. Me gustó ver como una trans se follaba a una mujer. Monic me dijo que le chupara el culo a Cléo Me puse detrás y en posición. Le pasaba la lengua por la raja del culo. Le lamía las nalgas y a golpes de embestidas le lamía el ojete. La polla de Monic se salía de vez en cuando. Se la agarraba y volvía a meter.

-¿Se la puedes poner más dura que se está aflojando? - preguntó Cléo

Ya estaba muy dura. Quería que me comiera la polla enorme de un trans negro. Dicho así, aún me da más morbo

Era ancha y dura. Negra como el carbón. El capullo de color chocolate con leche.

Cléo la reclamó. Se la puse dentro y me dediqué a acariciar los huevos que bailaban en las embestidas.

Luego me puse a cuatro con la polla colgando sobre la boca de Monic y mientras me la comía me besaba con Cléo

Apareció mi sobrina. Cléo le cedió el sitio. Ahora me puse frente a mi sobrina para que mientras se la follaba un trans negro me comiera a mí la polla. Cléo se sentó en la cara de Monic.

Hicimos un descanso para ducharnos y empolvarnos la nariz.

Mientras hacíamos ésto último, mi sobrina nos pidió otro regalo de cumpleaños.

Quiso que la follaramos Monic y yo. La negra por el culo y yo por el coño.

Lo hicimos un rato. Yo casi me corro pero la saqué a tiempo. Monic siguió matando de placer a mi sobrina y a mí de dolor ya que estaba tumbado debajo de los dos.

Les hice levantar.

-Román, ahora quiero que Monic me la meta en el coño y tú se la metas por el culo- pidió mi sobrina.

Los seis hombres y la mujer hacía ya un buen rato que nos habían hecho un corro con nosotros en el centro. Ahora todo el mundo pedía a gritos “ baise le dans le cul”

Entre el ron, una cosa y la otra, me la follé por el culo y me corrí dentro. Monic también se corrió dentro y mi sobrina un montón de veces.

Ya había amanecido. Le pedí a Pierre que nos llevara al hotel.

Al llegar a la villa fuimos directos a la piscina. Pierre antes de unirse al baño preparó leche de coco con no se qué que nos mantuvo frescos como una rosa sin dormir en todo el día. Se agradeció porque aquella tarde llegaba mi esposa.

Pero ésto es el siguiente relato.