Mi sobrina y yo 7
Al rato dejé de compartir la que se comía mi sobrina para comerme una yo sólo. Daniel estaba ahora dentro de Yolanda. Mi esposa se unió a mí. Hicimos que se corriera en la cara de mi esposa.
Mi sobrina y yo 7
Daniel
por Ramón Fons
Mientras esperábamos que nos abrieran la puerta, mi sobrina nos agradeció con un beso que hubiéramos aceptado llevarla a conocer el local. Nos recibió Melisa, la mujer de Tony, el propietario del local swinger y amigo de la infancia. Melisa lucía un mini vestido de cuero rojo mate. Le quedaba como un guante. Mulata oscura casi negra con el pelo largo ondulado y de rasgos europeo. De padre alemán y madre brasileña. Una chica preciosa y muy abierta.
Le entregamos los abrigos y nos condujo por el amplio recibidor hasta el salón donde se encuentra una barra con taburetes, una línea de sofás con mesitas y una tarima con dos barras de pool dance. Al fondo, unas cortinas esconden un pasillo francés o glory hole. Junto la barra un arco deja ver la sala de sofás con luz tenue para un primer contacto. Detrás de los sofás, una escalera que da acceso a la sala grande donde un enorme colchón da comodidad a todo el que se acerque a él. También se accede a los vestuarios con duchas y a los reservados. El cuarto oscuro y el privado del glory hole se accede desde la sala de los sofás. La sala de baile que en casi absoluta oscuridad da intimidad a los que quieren rozar sus cuerpos al son de la música de relajación que es imposible de bailar.
Hicimos las presentaciones
-Ella es nuestra sobrina. La hija una de tus ex novias
-No me digas que es..No me lo puedo creer..Pero si eres igual que tu madre. Los mismos labios, los ojos...
Nos sirvió las bebidas y reparamos en las dos chicas que en la tarima bailaban sensualmente.
-Hoy tenemos actuación? - pregunté a Tony.
Dijo que más tarde. Ellas eran clientas. El show comenzaría a las tres de la madrugada cuando el local ya presente buena entrada.
La verdad es que era muy pronto para apreciar el ambiente.
Me puse al día con Tony. En el móvil le mostré mis nuevos cuadros para la exposición que preparaba.
Tony me indicó que mirara detrás de mí. Las chicas de la tarima ya no estaban y su lugar lo ocupaban mi esposa y mi sobrina.
-No está mal el bailecito. Las podría contratar -bromeó Tony
Cogidas a las barras evolucionaron lo mejor que pudieron.
Dejaron los metales y bailaron al ritmo de la música de Sade.
Mi sobrina es alta, rubia con el pelo largo y algo ondulado. Los labios como su madre, carnosos, grandes, sensuales. Los ojos azul verdoso como los míos. Me recuerda a Lady Gaga pero más guapa. El pecho mediano. Se acercaron la una a la otra y bailaron juntas. Se juntaban y simulaban besarse. Mi sobrina le pasó la mano sobre los pechos a su tía. Ella dejó caer la cabeza hacia atrás y le paró la mano en el pecho apretando contra sí.
Melisa entró en la sala acompañada por un caballero. Sería quien llamó al timbre de la entrada. Alto, casi dos metros. Pelo más plateado que gris, corto y fuerte como sus espaldas. Era un hombretón. Guapo y elegante. Vestía traje negro corbata dorada con camisa blanca. Los Sebago de cordones brillaban al caminar.
Tony salió de la barra para abrazar al recién llegado. No tardó en presentarme. Daniel, que así se llama, ocupó el taburete contiguo. Unos minutos de conversación entre los tres y Tony sugirió dejarnos de charla y centrar nuestra atención el la tarima para ver cómo mi esposa se colocaba detrás de mi sobrina y le agarraba los pechos al tiempo que ladeaban las cabezas buscando sus bocas y se besaban mientras sus caderas se balanceaban al unísono. Mi sobrina giró quedando frente a su tía y siguiendo el baile le bajó un tirante del vestido. Mi esposa volvió a ponerse frente a su sobrina y de cara a la concurrencia para que todos viéramos cómo le bajaba el otro tirante y cómo el vestido de raso negro resbalaba por su cuerpo.
Daniel, no sabía quien era aquella mujer quince años más joven que yo, bien formada, uno setenta, con suaves curvas, pelo rubio oscuro algo ondulado apoyado en los ombros, noventa de pecho copa grandeque danzaba semi desnuda pero elogió su cuerpo y la lencería que cubría los secretos de mi esposa. Vi en su mirada el deseo de descubrirlos.
Una de las chicas que antes abrieron el baile subió a la tarima y se unió al contoneo sensual de tía y sobrina. Se dejó besar por las dos y les correspondió.
Les fue fácil desabrochar el cierre del vestido de la chica para dejarla en un mini tanga blanco.
Mi sobrina se fundió en los pechos de Bea, que así se presentó luego, mientras su tía le quitaba la camiseta y bajaba el pantalón dejándola en una braga brasileña negra.
Era un auténtico show lésbico. Miré la entrepierna de Daniel y estaba más abultada que la mía.
-Tendremos que aliviar las entrepiernas- dije. El sonrió y sin dejar de mirar al frente respondió
-Y pronto. La mayor me la pido yo. Tú atrevete con las dos niñas.
Tony, al oír el comentario de Daniel soltó una carcajada.
La primera en regresar a la barra fue mi esposa. Daniel al ver que se acercaba dio un respingo en el taburete.
-Te ha gustado, amor – dijo al buscar mis labios.
-De infarto – respondí mientras le ayudaba a ponerse de nuevo el vestido
-Te presento a Daniel, amigo de Tony. Mi esposa...
No me dio tiempo a pronunciar su nombre porque se lo dijo ella antes de besarle los labios.
Miré acia la tarima y Bea y mi sobrina habían desaparecido.
Charlamos un par de copas con Daniel. Nos cayó bien. Educado y culto. Arquitecto galardonado. Lo de galardonado lo dijo Tony. También apuntó que era gallego como la familia materna de Tony.
Melisa se unió a la conversación hasta que la requirió una mujer escultural. La vi más de espaldas que de frente. Unas caderas talladas sobre unas largas piernas que los tacones de aguja levantaban dando a su trasero más altura si cabe.
Pregunté por ella a Tony.
-Una gran amiga de mi mujer. Te ha gustado, no es cierto?
-A mí también. Es preciosa – dijo mi esposa
-Opino lo mismo. Un ángel – afirmó Daniel.
Seguimos hablando de todo un poco.
Daniel, pese a las canas, parecía tener la misma edad que mi esposa. Treinta y pocos.
Mi sobrina no aparecía.
Melisa volvió con la mujer escultural. La presentó al grupo. Yolanda, se llama.
De frente mantenía el rango de escultural. Ojos verdes, pelo largo, oscuro, labios carnosos, pecho generoso que mostraba en el sugerente escote del vestido verde como sus ojos.
Mi esposa reparó en cómo yo miraba a Yolanda.
-Daniel, me sacas a bailar? - preguntó retoricamente mi esposa.
Melisa y Tony nos dejaron a solas.
Yolanda era conversadora.
Terminé la copa al tiempo que propuso acompañar a los bailarines.
La sala de baile estaba tan oscura que tardamos en acomodar la vista. Tres o cuatro parejas abrazadas se besaban y acariciaban en la penumbra. Por la altura identifiqué a Daniel con mi esposa.
Yolanda rodeó mi cuello con sus manos y me besó en los labios. Le acaricié las caderas y paré en las nalgas. Firmes. Seguía besando mis labios. Ahora nos besamos los dos. Su lengua era tibia. Una de mis manos se coló bajo el vestido para sentir el calor de sus muslos. La otra subió hasta sus pechos. Firmes como toda ella.
-Quieres que nos acerquemos a ellos – preguntó refiriéndose a mi esposa y a Daniel.
Mi esposa levantaba la cabeza para que Daniel la besara con comodidad. La diferencia de altura tiene inconvenientes estando de pié.
Vi como Daniel hurgaba bajo el vestido por la parte de abajo y la superior.
-Te apetece que estemos los cuatro más cómodos?
Yolanda asintió con un beso caliente.
-Nos seguís, pareja – les dije.
Subimos a los vestuarios. Nos duchamos y enfundamos los albornoces. Nos encontramos con ellas en el pasillo del vestuario de señoras.
Ya en el privado del glory hole con luz de ambiente nos desprendimos de los albornoces. Mi esposa se volvió a poner la lencería y Yolanda un tanga verde como el vestido. Daniel y yo no fuimos tan sutiles.
Mi esposa se acercó a mí y dándome un beso de tornillo me dijo
-Disfruta como lo haré yo.
Abrazó a Daniel y también le besó. Luego lo empujó para que cayera sobre la cama boca arriba para agarrar aquella inmensa polla que pedía a toda costa que le hicieran una mamada.
Yolanda y yo nos quedamos unos segundo mirando cómo se la chupaba. Tenía un capullo enorme. Varias venas marcaban un camino hasta los depilados huevos. Mi esposa disfrutaba lamiendo y mordisqueando aquel tronco.
Me dí cuenta de cómo Yolanda los miraba y cogiéndola de la cintura la acerqué a ellos. Mi esposa alargó un brazo para que se uniera a ella en la mamada.
Daniel disfrutaba de las lenguas de las dos mujeres más bellas del local. Yo, mientras, me deslicé bajo mi esposa y apartando la braga comencé a golpear el clítoris con la lengua. Con la mano que quedaba más cerca de Yolanda acaricié su sexo ya mojado. Entré en ella con tres dedos.
Mi esposa se levantó y pasando por encima de Daniel se colocó para hacerle un sesenta y nueve. Daniel comenzó a ponerle la lengua en el coño y a jugar en él con los dedos. Yolanda seguía compartiendo la enorme polla de Daniel con mi esposa.
Alguien golpeó la puerta. Era mi sobrina con su amiga Bea. Estaban aún mojadas de la ducha. El pelo mojado les hacía más salvajes.
-Hemos estado en el cuarto oscuro. Una pasada – comentó mi sobrina.
No me esperaba el beso de las dos a la vez. Mi sobrina, Bea y yo nos besábamos a la vez. Agarré un pecho de cada una y pellizque los pezones.
Bea los tenía grandes como las areolas. Mi sobrina más pequeños pero igual de duros. Mi sobrina dejó que nos besáramos y ella de rodillas se puso mi capullo en la boca y comenzó a acariciarlo con la lengua.
Bea me acompañó una mano hasta su sexo. El bello púbico dibujaba un corazón y lo tenía teñido de rojo. Simpático. Era algo más baja que mi sobrina. Menos pecho y más delgada. Me gustaba.
Mientras me tumbaba en la cama vi como mi mujer estaba cabalgando a Daniel y Yolanda le tenía el coño en la cara mientras que ellas se besaban y acariciaban los senos.
Mi sobrina y Bea peleaban con sus bocas en mi polla. Alargué una mano y llegué a tocar las nalgas a mi mujer. Me estiré un poco más y llegué a jugar con su ano cuando bajaba de la embestida. Mi sobrina lo vio y se acercó al culo de su tía para comenzar a chuparlo para dejarlo bien mojado a la vez que lamía los huevos de Daniel que seguía comiéndole el coño a Yolanda.
Mi sobrina sacó la polla de dentro del coño de su tía y la chupó como una loca
-Vaya polla más enorme. Yo también quiero que me folles.
Bea al verla se unió a la boca de mi sobrina.
La polla de Daniel entraba en el coño de mi esposa, salía de él, entraba en la boca de Bea y volvía a entrar en mi mujer, salía de nuevo y entraba en la boca de Bea sin dejar de comerle el coño a Yolanda.
Y yo mirando.
Me puse el albornoz y fui a pedir otra ronda para todos.
Melisa y Tony preguntaron si todo iba bien.
-Perfecto. Vuestro amigo Daniel tiene el coño de Yolanda en la boca. Se está follando a mi mujer y le estás chupando la polla Bea y mi sobrina.
-Que Daniel está con cuatro a la vez?
-Y yo de pagafantas
Antes de volver a la habitación, Melisa me comentó que tenía a varios chicos para hacer un glory. Si nos apetecía.
Cogí a mi sobrina por las caderas y desde atrás comencé a follarla. Bea subió a la mesita donde estaban las bebidas y levantando una pierna me ofreció el corazón rojo. Le mordí el clítoris que estaba hinchado y le acaricié la vulva entera. Tenía a mi sobrina cogida por las caderas y ella apoyada sobre la cama. La giré sin dejar de penetrarla hasta dejarla cara a la pared. Ella no sabía en unos segundos aparecerían unas cuantas pollas en la pared.
-Mira tío. Han salido pollas de la pared- exclamó al tiempo que se acercaba a una.
-Nos pueden ver?
-No. Sólo oír
Las dos jóvenes me dejaron y comenzaron a besar y chupar aquellas pollas de desconocidos. Mi sobrina dejo la que tenía dentro de la boca y se acercó a mi oído
-Porqué no chupas una. Si no te ven se creerán que somos nosotras.
Al rato dejé de compartir la que se comía mi sobrina para comerme una yo sólo. Daniel estaba ahora dentro de Yolanda. Mi esposa se unió a mí. Hicimos que se corriera en la cara de mi esposa.
Mi sobrina se subió a la cama. Colocó un preservativo en una de las pollas y puso el culo en la pared para que le penetrara.
Mi esposa cogió otra y también hizo que se corriera. Bea se la restregaba por las tetas cuando lanzaba la corrida.
Se cerraron las trampillas y las chicas subieron a lavarse. Me quedé con Yolanda y Daniel.
-No pensé que fueras bisexual
-No lo soy. El placer no tiene genero. Es placer por placer – contesté agarrando la enorme polla y le dí un par de meneos de paja
-Ves. Eso te hace homosexual
-No - Respondió
Me la puse en la boca y se la chupé unos segundos. Yolanda me cogió la cabeza y acompasó la mamada. Daniel no dio muestras de desagrado. Yolanda soltó mi cabeza compartió la mamada hasta que se la dejé para ella. Me puse detrás y la penetré. Me gustó. Lo tenía prieto. Daba mucho placer.
La follé un buen rato. Le comencé a trabajar el ano y no se opuso. Sobre la mesita, junto a los preservativos teníamos lubricante. Me puse un condón y la lubriqué.
En tres envites suaves la tuve dentro. Tan apretado como el coño. Un gozada. Daniel relinchó como un caballo al correrse en la mamada. Yolanda y Daniel se fundieron en un morreo pasándose leche el uno al otro.
Ella gimió también cuando se corrió. La saqué del culo, quité el condón y le dije que me corría. Se la puso en la boca y me la comió hasta correrme. No se tragó todo mi semen para besarnos como hizo con Daniel.
-Las chicas no bajan. Que os parece si vamos todos a ducharnos y quedamos en el bar? - propuso Yolanda
-Ya vestidos?
-En albornoz, Daniel. Quiero que os corráis dentro.
Estábamos a media copa sentados en la barra y no aparecían las chicas. Melisa se nos acercó y en voz baja dijo
-Cuando las chicas del equipo de limpieza salían de la habitación donde estabais la han ocupado tres parejas. En unos minutos podréis poneros en la pared – nos dijo Melisa.
Daniel se preparó frente al agujero más alto. Yolanda con el culo pegado a la pared y yo entre ellos dos.
Se abrieron las trampillas y pasados unos segundos, que creo que a la vez, nos cazaron a los tres.
La boca desconocida tenía escuela. Al minuto noté que era otra la que la mamaba.
Yolanda jadeaba. En susurros me dijo que ahora la tenía dentro del culo.
Daniel emitía sonidos como de gato.
Ahora noté como mi polla entraba en un coño. No me puso preservativo. La retiré. La volví a introducir en el agujero y me puso un condón. Ahora sí me folló como un animal. Tenía el coño ancho pero lo apretaba de vez en cuando. Iba a correrme y lo notó. Se la sacó y también el preservativo para seguir chupándola hasta que con la mano me pajeó provocando una descomunal corrida. Desde la barra oyeron mis gritos.
A Daniel también se lo follaron. Yolanda después de que se corrieran dentro con condón, otra polla la folló por delante.
Las trampillas se cerraron y regresamos a la barra. Terminamos las copas y de nuevo a las duchas.
Al encontrarnos en el pasillo pensé en que las chicas podían estar en el cuarto oscuro.
Entramos y evidentemente no vimos a nadie. Algún punto rojo delimitaba el perímetro. Yo sabía que en el centro de la habitación una cama redonda de tres metros
de diámetro con dos grandes sofás uno en cada extremo eran el mobiliario negro como las paredes y el techo.
A cada paso tropezábamos con algún cuerpo. Una mano me agarró y no me soltaba. Como pude me liberé.
Pronuncié sus nombres pero no obtuve respuerta.
Salimos del cuarto oscuro y volvimoe a la barra. Sentadas y vestidas tonteaban con dos caballeros.
Yolanda propuso terminar la noche en su casa. (continuará)