Mi sobrina y yo 6

A mi sobrina le gustó la idea. Se limpió la leche de la cara con las bragas que las tenía en la mano y nos colocamos los tres para follarle el culo y el coño. Ella quiso que Jordi se la pusiera por el coño y que no nos corrieramos dentro.

mi sobrina y yo 6

Francesca

por Ramón Fons

La estáncia de mi sobrina nos reconfortaba a mi esposa y a mí. Era aire fresco en la relación.

Ya pasaban quince dias de que llegara a casa para compartir el mes de vacaciones.

Cuando no salíamos, yo notaba que en ocasiones se aburría. Los dieciocho años quieren juventud a su alrededor. No tardó en confirmarlo. Ayer en el desayuno preguntó

-Tíos, estaríais de acuerdo en que viniera a vernos mi amiga Francesca?

-Quién es tu amiga Francesca? -preguntó mi esposa

-Es mi amiga del alma desde pequeña. Ahora está en Madrid para visitar el Museo del Prado. Estudia bellas artes.

No tubimos ningún problema en conocer a su amiga Francesca.

-Conoce nuestra manera de pensar y de vivir? Le pregunté.

Mi sobrina hacía años que la tenía al corriente de su familia española.

-Hasta te conoce – me dijo mostrando una foto de su móvil en la que se veía la cara de mi sobrina como me comía el capullo.

En el pasillo de llagadas esperábamos a Francesca de la que no nos quiso describir. Podria haber llegado y ni su tía ni yo nos hubiéramos enterado.

Y así fue. Tenían pactado no saludar al aparecer por la puerta automática para sorprendernos.

Noté unos golpecitos detrás del hombro y me giré.

-Soy Francesca

Mi esposa y yo quedamos atónitos. Un monumento de mujer. Alta como yo, pechos generosos. Cabello rizado a lo afro y su piel negra. Vaya, marrón muy oscuro. Una chica de color negro que se suele decir. Me enamoré.

De camino a casa contó que es italiana como su madre y su padre senegalés. Están separados hace años y el vive en Roma. Es del cuerpo diplomático.

Quisieron compartir dormitorio. Una vez instalada saliron de la habitación las dos desnudas.

Mi esposa y yo las seguimos con la mirada cuando se dirigían a la terraza. Se sentaron en las tumbonas y mientras tomaban el sol charlaban de sus cosas. Le iría bien la compañía de aquella escultura.

Comentamos la naturalidad que tenía con nosotros. Parecía conocernos de toda la vida. Mi sobrina explicó que Francesca era su confidente y que todo lo que hacía se lo contaba. Me cojió carraspera.

Tenía los pechos redondos con las areolas más oscuras que el resto de la piel. Los pezones pequeños. Me pregunté como se verían erectos. Los lábios parecían pintados de chocolate puro y carnosos. Algo más que los de mi sobrina. Los ojos negro azabache como el cabello a lo afro con corte redondo como una bola. El culo respingón y sin estrias. El pubis lo adornaban unos diminutos rizos dibujando un triángulo equilátero que apuntaba a su raja despejada.

La paella les gustó a las tres. Helado y café con espirituosos en la terraza.

Sonó mi móvil. Era Jordi, amigo de la familia y como un hermano para mí.

Tenía un problema y me padía ayuda.

-Chicas -comencé – Jordi se ha quedado sin coche. No le aranca. Hoy domingo imposible llevarlo al taller. Ha quedado por @ con una gente para un Dogging. Y quiere que le acompañe.

-Tío, podríamos ir todos. Yo nunca he visto un Dogging

-Yo tampoco – dijo Francesca

Miré a mi esposa y levantó el pulgar.

Hasta la hora convenida charlamos y bebimos en la terraza.

Le recogimos en su casa y me indicó el camino. No estaba lejos. Llegamos en media hora.

Jordi alucinó con Francesca. Con mi sobrina ya se conocian de otro verano.

En el trayecto nos dijo que nos quedáramos y fuéramos pasando por los coches parados para ver a las parejas de dentro.

-Hay quienes bajan las ventanillas para que las toques y ellas te la chupan. También hay tíos porque también vienen chicas a los Dogging- aclaró.

Un claro en un bosque de encinas junto a un prado. Un paisaje abitual en la zona. Varios vehículos parados a los lados de los encinares. Jordi salió de nuestro coche en direcció al más cercano. Saludó a tres hombres a los que él se unió mirando por la ventanilla del automóvil. Supuse que eran los que quedaron por @. Los cuatro le seguimos con la mirada. Mi esposa estaba sentada a mi lado, de copiloto. Detrás de mí se situaba mi sobrina y a su lado Francesca.

-Desde aquí poca cosa veremos – comencé a decir – sería mejor que bajáramos a dar un paseo por los coches para ver que pasa con...

Al girarme para terminar la frase mirando a mis oientes ví pegadas a las ventanillas de mi esposa y la de Francesca dos pollas batiéndose al aire.

-Román, no hace falta salir del coche para tener acción – dijo Francesca bajando la ventanilla.

Mi esposa también la bajó y tomó en su mano la polla que el desconocido le ofreció. Ví como un brazo entraba por su ventanilla y le buscaba la entrepierna para separarle el tanga y remover sus labios vaginales. Mi esposa sacó la polla de su boca y dijo - Esto es increíble. Parace un mac auto.

Las de detrás rieron. Los de fuera también.

Mi sobrina se sentó encima de Fancesca para comprtir la verga poderosa de la ventana. Dos manos atacaban sus pechos.

Vi que la mano que tocaba el coño de mi esposa estaba en apuros debido a que el tanga le impedía un buen trabajo y se lo saqué. Ahora los dedos tocaban mejor a mi esposa. Yo le desabroché la camisa y el sujetador para que la vieran desnuda. Le comí las tetas mientras ella se comia dos pollas a la vez.

Mi sobrina abrió la puerta y salió del coche. La perdí de vista. Ya era oscuro. Francesca se quitó la ropa y con la puerta cerrada sacó el culo por la ventanilla.

A mi esposa le gustó la idea y la imitó. Yo salí del coche e invité a alguien a ocupar mi sitio. Sus manos fueron directas a las tetas de mi esposa que se mecían el aire con los embites que le daba el que por la ventamnilla se la estaba follando.

Dí la vuelta al coche y pude ver como le metía la polla por el coño. El hombre me reconoció y ofreció su puesto. Me follé a mi mujer dede la ventanilla. No me corrí por educación. Me hice a un lado y otro le llenó el agujero. Francesca gritaba. Vi que había dejado entrar a otro en el asiento de detrás. Le estaba rompiendo las tetas a mordiscos. Puse orden.

Busqué a mi sobrina. Primero localicé a Jordi que con señas decía que me acercara. Le hice caso. Estaba frente a un coche trasteando desde afuera el asiento trasero. Al llegar a él ví que estaba follándose a mi sobrina mientras otro tío se le sorría en su cara.

-Si no te conociera. Estás pensando en que nos la follemos los dos. Cabrón - le dije.

A mi sobrina le gustó la idea. Se limpió la leche de la cara con las bragas que las tenía en la mano y nos colocamos los tres para follarle el culo y el coño. Ella quiso que Jordi se la pusiera por el coño y que no nos corrieramos dentro.

Cuando regrasé a mi coche vi que aun salía por la ventana el culo de mi esposa. Ahora un hombre le hacía un conilingue sonoro desde una postura de lo más incómodo.

Francesca estaba tumbada con la puerta y las piernas abiertas y desde fuera del vehículo la tocaban muchas manos a la vez. Entré por la otra puerta y jugué con sus redondas tetas. Comprové el tamaño de sus pezones erectos al mordisquearlos. Una de mis manos se unió a las otras en la lucha por entrar dentro de ella.

Pasaron muchos minutos y estaba agotada. Me lo dijo. Salí y cerré su puerta. Invité a bajar al que estaba sentado en mi sitio y entré. Propuse a mi esposa una postura nueva. Aceptó.

Recliné su asiento hasta quedar en horizontal. Ella se tumbó de espaldas de culo arriba e invité a los voyeurs a tocar a mi esposa. Era todo un espectáculo ver como hundían los dedos entre las nalgas de mi esposa. Manos acariciaban su espalda. Más manos sus glúteos. Alguna se perdía bajo sus pechos.

Al rato, Francesca me invitó a su lado. Que lengua, Señor. Nos besamos. Me quitó los pantalones y comenzó a chuparmela. Que lengua. Señor. Mientras me la chupaba veía a mi esposa como disfrutaba siendo penetrada por un montón de dedos. Giró la cabeza y nos vimos los dos la cara de felicidad. Ahora uno le removía la vagina estimulando el punto G. Lo consiguió. Oímos el chapoteo de su encharcado coño. Francesca me pidió lo mismo. Tardé pero lo encontré. Fue maravilloso ver aquella hembra de évano correrse de aquella manera. Arqueó el cuerpo cuando soltó una descarga apocaliptica. Saltaba en el asiento. Poco a poco se fue calmando.

Creí oportuno terminar con aquello. Estubieron de acuerdo. Nos recompusimos. Toqué la bocina y al poco aparecieron los dos que faltaban.

Jordi vino a cenar a casa. Todos nos duchmos y comentamos alguna jugada. Estuvimos de acuerdo en repetir la experiencia.

Terminada la cena, mi sobrina y Francesca se disculparon y fueron a su habitación.

Los mayores salimos a la terraza a tomar unas copas al fresco. Le comentamos a mi esposa el trio con doble penetración que hicimos con mi sobrina. Nos reprochó que nunca se lo hubiéramos hecho a ella.

-Es que tú y yo nunca hemos hecho nada - le respondió Jordi.

Mi esposa se le sentó en las rodillas rodeándole con las piernas y cogiendole la polla le besó la boca. Jordi respondió al beso con una erección. Cuanto más duraba el beso más dura se le ponía.

Les dejé solos para que practicaran. Fui a mi habitación a buscar preservativos y al pasar por la de mi sobrina ví la puerta medio abierta y miré. Estaban haciendo un sesenta y nueve. Mi sobrina que estaba encima me vió

-Hola tío. Te unes a nosotras – dijo sin dejar de lamer aquella maravilla rosada. Entré ye hicimos turnos. A la media hora se unieron Jordi y mi esposa.