Mi sobrina y yo 3

Mi sobrina al caminar entre mesas y sillas iva encontrandose con manos, manos, manos y más manos que unas le tocaban el culo, otras le subían a los pechos.

Mi sobrina y yo 3

El desayuno

por Ramón Fons

Luís nos invitó a navegar aquel martes. Quedamos para desayunar y salir con el barco que tienen amarrado en Playa de Aro.

En la mesa que ya ocupaban Mercedes y Luís sólo habían dos sillas.

-Tío ya voy yo a por dos sillas- dijo mi sobrina

La vi pasar entre mesas y sillas ocupadas. Al fondo habían dos sillas libres. Me gustó como vestía. Bikini de sujetador de cortinilla amarillo con tanga de tira metida en el culo. El pareo que usa para tumbarse a tomar el sol colgaba de sus hombros.

En la terraza del bar del puerto, a las diez de la mañana de un martes, estaban desayunando unos cincuenta trabajadores de los talleres náuticos y servícios portuarios. Silbidos, piropos a cual más grosero, etc.

Mi sobrina al caminar entre mesas y sillas iva encontrandose con manos, manos, manos y más manos que unas le tocaban el culo, otras le subían a los pechos. Uno se levantó y le dió un pase torero sin antes bajarse la bragueta. La vuelta a la mesa fué más complicada. Una silla a cada mano y a manos alzadas, repartió ostias a toda cabeza que pilló por delante.

Nos gustó el espectáculo que ofreció. Puso el pareo en el culo de la silla y se sentó. Con un golpe de cabeza colocó bien la cabellera rubia y estrechó los triángulos del sujetador para ir bronceándose. En una de las mesas de enfrente ocupada por tres mecánicos jóvenes se percibía deseo. Le indiqué a mi sobrina que querían guerra.

Legó el camarero. Le repetí tres veces lo que queríamos desayunar. El señor era mayor y sordo. Además no quitaba ojo a las tetas de mi sobrina. Ella, para que se fuera ya el hombre, retiró la tela de un triángulo enseñándole un pecho. Al camarero y a todos los que la miraban. El hombre se fué contento.

-Los tienes a todos en el bote – le dijo Mercedes.

Luís no se dió cuenta de lo de la teta. Su mujer se lo contó

– Me lo he perdido. No me lo perdonré nunca- dijo imitando el lloro de un niño

-Toma llorón -le dijo mi sobrina levantándose de la silla y corriendo los dos triángulos para enseñarles a todos las dos hermosas tetas antes de enroscarse el pareo para dirigirse al interior del bar.

Al pasar por la mesa de los tres chicos se mordió el labio inferior con cara de lujuria.

No pasaron quince segundos y los tres chicos se perdieron tras ella.

Tu sobrina está hechauna fiera – observó Mercedes

-Ya te irá bien tener una fiera en el barco. Hoy te vas a poner las botas. Si puedes déjame algo para mí -pedía el pobre Luís.

-No te preocupes Luís. Ten por seguro que cuando yo esté con tu mujer tú estarás con mi sobrina.

Minutos mas tarde fuí al servicio y al recorrer el pasillo vi al viejo camarero como se la meneaba por dentro del pantalón. Me gustó pensar que se la tocaba mirando a mi sobrina. Me situé detrás de él. No me oió cuando le pedía los desayunos, no me iva a oir ahora.

Por la puerta del almacén, medio abierta se veía a mi sobrina devorando una tierna verga. El biquini colgaba en el tirador de la puerta. Un chico le introducía los dedos en el coño y el otro en el culo. Mi sobrina gemía de placer. Se sacó de la boca la polla que se estaba comiendo y dando un giro se la metió de un golpe en el coño mientras los dedos del otro chico seguían dentro de su culo. Vi como ella se tumbaba sobre unos sacos y desaparecía debajo de los chicos.

Aparté al viejo camarero y entré.

Antes de que los chicos se inquietaran dejé claras mis intenciones. No tardaron en confirmarlas cuando le puse la polla en la boca de mi sobrina que tumbada sobre los sacos boca arriba le entró hasta la garganta y comenzó a mamarla como si fuera lo último que haría en su vida. Uno de los chicos le retorcía los pezones. Mi sobrina chillaba con mi polla en su boca.

El que tenía debajo no dejaba de moverse follándole el culo con dureza. El de encima iba a correse y mi sobrina que lo notó soltó mi polla de entre sus dientes y le ordenó que se la pusiera en la boca. Le siguió follando con los labios hasta que se corrió. Mi sobrina abrió la boca y la llenó de semen. Yo no pude más y ocupé el sitio del chico. Se la puse en el coño que estaba tan mojado que parecía que se le habían meado todos dentro.

Me corrí como un animal. Rují y relinché mientras vi al viejo camarero con la polla flácida dentro de la boca enlechada de mi sobrina.

Volví a la terraza y esperé. Luís y Mercedes dejaron una nota escrita en un posavasos. Nos esperaban en el Barco.

-Tienes grasa en las mejillas -le dije.

Intentó limpiarse pero fué peor.

Los chicos no habían salido aún cuando nos fuimos de la terraza.

-Los he matado a polvos – dijo riendo al tiempo que se abría el pareo despidiéndose del personal.

-Donde has dejado el bikini? - le preguté riendo.

Salimos de puerto rumbo a unas calitas virjenes que Luís conoce. Mercedes descorcho una botella de cava y brindamos por nosotros. Las chicas ya estaban desnudas. Luís y yo pilotando en la cabina podíamos observarlas tumbadas en proa bronceandose.

-Luís, vé a poner crema a mi sobrina que se va a chauscar. Yo cojo el timón. Tómate tu tiempo – le dije guiñándo un ojo.

Se acercó a ellas y se colocó junto a mi sobrina con el bronceador en la mano.

-En mi barco no pido permiso a nadie, pero a tí si -dijo educadamente -puedo ponerte crema?

-No es que puedas. Es que quiero que me la pongas- dijo dándo la vueta y quedando de espaldas a Luís.

Dejó caer un chorro de crema y comenzó a extenderla sobre la espalda. Unos segundos y fue bajando por la cintura. Ahora ya estaba sobre sus nalgas. Aquí estubo más tiempo. Siguió bajando por los muslos, despacio, hasta llegar a los tobillos y volvió a subir por los muslos. Descargó otro chorro de crema sobre una nalga. Se untó las manos y las deslizó por el interior de los muslos. En una de las pasadas rozó le sexo a mi sobrina. Dió un respingo y separó las piernas.

Luís leió el gesto y siguió dentro de los muslos. Ahora el contacto ya era más intenso. Los dedos de una mano subían y bajaban acariciando los labios del sexo de mi sobrina.

Mercedes contemplaba en siléncio la mano de su marido. Mi sobrina se relamía los lábios.

Una mano de Luís acariciaba una nalga y ls dedos de la otra jugaban con su clítoris.

Segundos después la mano que acariciaba la nalga recorrió la raja del culo para entretenerse en su agujero. Con toda le crema que había puerto los dedos se deslizaban solos.

-Puedes materme los dedos deonde quieras Luís. Hoy soy toda tuya.

No se lo pensó ni un istante. El índice y el medio de la mano izquierda entraron por detrás y los mísmos de la otra mano lo hicieron en su vagina.

Mercedes se puso de rodillas para ver mejor lo que hacía su marido. Le bajó el bañador hasta las rodillas y agachándose le comenzó a cupar el pene que ya estaba erecto.

Siguió poniendo y sacando dedos. Su mujer, mientras se la comía le ayudaba con los dedos. Mi sobrina quiso cambiar de postura y giró quedando boca arriba.

-Ponme cremita por aquí. Dijo señalando los pechos.

Mercedes entró en la cabina y me quitó el pantalón.

-Buena vista desde aquí – dijo mientras se arrodillaba.

Las manos de Luís sobaban los pechos de mi sobrina. Ahora le lamía los pezones mientras le seguía metiendo dedos.

Miré los instrumentos comprovando si ya podía conectar el automático. El indicador me comfirmoó que sí. Salimos a cubierta y me tumbé en una colchoneta para que Mercedes me la pudiera comer mejor. Esa mujer chupa la polla que es una maravilla. Todos los del grupo vamos locos por que nos la chupe, Le gusta que se corran en la boca y sigue chupando, lamiendo y sorbiendo hasta que te mueres. Creo que ahora lo hará porque no aguanto ma......

Me corrí en su boca y creí morir de placer. No tardé en recuperarme. Faltaba casi una hora para llegar a la cala donde haríamos el aperitivo.

Mi sobrina tenía a Luís dentro de ella. Lo cabalgaba como una amazona sólo moviendo las caderas de alante a atrás. La cara de Luís anunciaba una corrida. Cuando sacó la polla ya flácida del coño de mi sobrina su mujer la voteó y le levantó las piernas para perderse entre ellas.

Luís fue el primero en usar la ducha del camarote, luego pasé yo. Las mujeres jugaron un buen rato antes de ducharse.

La cala en la que Luís quería fondear había una embarcación con juventud bailando y bebiendo. Una buena fiesta tenían montada. Pero este será otro relato.