Mi sobrina y yo 2

Tiró de los lazos del tanga y se repartieron dos delante y dos detrás . Quedó unos segundos con la tela metida entre las nalgas y la raja del coño.

Mi sobrina y yo 2

por Ramón Fons

Tenía previsto llevarla a la playa. Le pareció bien.

-Me verán el coñito recién depilado – dijo con voz de niña pequeña.

Ella tiene la voz algo ronca. Le da más personalidad y la hace más sensual.

-Y algo rojo, pero tranquila, ya te pondré cremita.

Se puso una blusa en color blanco de manga corta, muy fina que le trasparentaba los pezones y un tanga minúsculo color negro anudado en los lados y zapatillas de esparto con plataforma de vértigo. Gafas de sol muy grandes a lo italiana. El sombrero era mío. En la bolsa puse la crema y los móviles.

El acceso a la cala era angosto. Es lo que tienen las buenas playas nudistas. Suelen estar escondidas y es difícil llegar a ellas salvaguardando la intimidad. Saludé a los presentes y extendí los pareo el el sitio de siempre.

Mi sobrina en pié comenzó a desabrochar la blusa al tiempo que cuarenta ojos se clavaron en ella. Hombres y mujeres esperaban contemplar su desnudez. Mi sobrina se percató. Me miró de reojo y le sonreí.

Primero, muy despacio bajó una manga y les ofreció un pecho. Como si buscase algo en la arena giró sobre sí misma para que la vieran todos. Luego descubrió el otro.

Yo que estaba ya desnudo no disimulé mi erección.

– Román sigues en forma - oí decir a Mercedes.

Tiró de los lazos del tanga y se repartieron dos delante y dos detrás . Quedó unos segundos con la tela metida entre las nalgas y la raja del coño. Separó las piernas y removió el culo hasta que se desprendió cayendo sobre el pareo. Comencé a aplaudir y casi todos me siguieron. Mi sobrina se tumbó boca a bajo como si nada.

Para evitar confusiones, ya que todos nos conocíamos, La presenté como mi sobrina de Italia.

Mientras ella tomaba el sol yo me zambullí. Mercedes al ver que estaba en el agua corrió a saludarme

-Y tu mujer?

-Trabajando – dije mientras ella me cogía el pene con las dos manos.

-Está mi sobrina, vigila que haces

-Tiene pinta de ser tan puta como tú. Luego iremos a comer a casa de Javier. Ven con ella, lo pasará bien y yo también – dijo, y añadió - Corre a ponerle crema que estamos todos esperando a ver como se te pone gorda otra vez.

Me senté junto a mi sobrina y ella se incorporó poniéndose las gafas de sol.

-Tío, mira se la está chupando

Era Mercedes con su marido

-Sí. Aquí suele ser habitual tener sexo en público.

-Entre parejas? Preguntó – o entre todos. Somos un grupo amigos liberales y con derecho a roce. Aclaré.

-De ti no lo dudo pero la tía también?

-Dios los cría y ellos se juntan. No?

Tumbate que te pongo crema para que no te quemes. Se tumbó con el culo arriba. De rodillas a su lado dí un par de toses. Los cuarenta ojos enfocaron su culo. Levanté el bote de crema y lo apreté con fuerza. Los borbotones blancos que inundaron su espalda parecían otra cosa.

-Bukake – gritó Luís

Extendí la crema sensualmente. Mi sobrina ya supo de que iba la cosa. En la espalda me entretuve cuatro segundos. Bajé a sus caderas y las trabajé. Un par de minutos fueron suficientes. Ahora mis manos acariciaban con delicadeza sus nalgas. Aquí me recreé. Ella aflojó los músculos.

-Tío, pareces un caballo -dijo mi sobrina que tenía la cabeza ladeada mirando donde yo me encontraba.

-Te gusta, corazón

-Todo lo que me hagas me gustará

-Un dedo se perdió entre las nalgas

Los asistentes se acercaban con descaro y sin miramientos.

La otra mano las separaba dejando ver lo escondido a los que estaban más cerca. Puse otro chorro de crema encima del ano y lo masajeé. Cambié y dediqué un tiempo a su precioso clítoris y a reseguir la raja que comenzaba muy arriba. Separé sus lábios y comencé a introducir un dedo y otro.

Los cuatro hombres que ya estaban de rodillas a mi lado se estaban masturbando. Mi sobrina veía a los dos que estaban en su lado y suspiraba. Luís me pedía permiso con la mirada. Asentí. Retiré una mano y en su lugar la puso él. Yo seguía jugando con mis dedos en su ano. Andrés sin pedir permiso luchó con mis dedos. Le dejé todo el ano para él.

No noté que mi sobrina notara que no eran mis manos las que la estaban perforando y quise comprobarlo. Me agache junto su cara y le acaricié los labios con las dos manos. No abrió los ojos pero dijo

-Nadie me toca como tú, tío.

Uno a uno fueron pasando por el pareo de mi sobrina. Le dieron la vuelta, la pusieron a cuatro pata, le alzaron las piernas, se la follaron dos y tres a la vez, ellas le comieron el coño repleto de flujos y leche de diez pollas. Mercedes me la comía mientras Luís, su marido se la follaba por el culo diciendo – que pena que haya venido tu mujer. Me debe un culo.

Una lancha fondeó en la cala. Se lanzaron al agua varias personas que nadando unos metros llegaron a tierra. Dos parejas y un chico de color. La mayor tendría unos treinta años, el resto algo menos. Al vernos hicieron ver que no nos veían. El de color fue el primero en quitarse el bañador.

Mi sobrina, que estaba a cuatro patas con Andrés follándosela desde atrás y mientras se la comía a Juan que estaba tumbado sobre el pareo, al ver el ver el tamaño de aquella polla exclamó

-Quiero que me folle el negro!!

El chico quedó inmóvil. Los otros dos le animaban – Jonás, aprovecha que está muy buena.

Se acercó contemplando la escena. Mi sobrina extendiendo el brazo le cogió la polla y tiró hacia ella. Andrés abandonó el coño de mi sobrina. El chico tenía un buen cuerpo. Hincó las rodillas en la arena y vio como los carnosos labios sonrojados jugaban con su capullo. Tenía una vena hinchada recorriendo todo el tronco. Ella la resiguió. Yo me acerqué poniéndome justo al lado de su boca.

-quieres tío?

No pude contestar. La tenía agarrada por la base y la ladeó hasta mis labios. Saqué la lengua y lamí la vena. Luego me puse el enorme capullo en la boca lamiéndolo por debajo. Sabía a polla pero dulzona. El chico lejos de molestarse comenzó a mover las caderas. Mi sobrina se sentó en el pareo y jugueteó con los grandes huevos que se balanceaban de delante a tras.

El corro que formaron los de mi grupo animó a que se acercaran las dos parejas que llegaron con el chico de color.

Mercedes que ya me había terminado quiso compartir la polla de color. El chico le aceptó de buen grado. La compartí un rato y se la dejé toda para ella. Mercedes es la más joven del grupo con treinta y un años. Pelirroja de cabello, el otro nunca lo hemos visto. Caderas poderosas y pechos grandes como las aureolas y pezones. Le encanta comer pollas y chupar coños. Es una fiera cuando tiene una polla en la boca.

Mi sobrina le dijo al negro que se la metiera. El obedeció. Se colocó sobre ella y poco a poco la fue penetrando. Mi sobrina con la mirada me pedía que se la pusiera en la boca.

La dos parejas no perdían detalle mientras ellas masturbaban a los chicos. Una de las chicas, la rubia, repasó al grupo buscando complicidad. Luís reconoció la mirada y sin mediar palabra se acercó a ella sentándose a su lado. Comenzó a tocarle un pecho y la otra mano se perdió entre los muslos.

La rubia se tumbó en la arena y su chico la comenzó besar. Luís bajó y le comenzó a chupar los labios y el glande del clítoris.

La otra chica chupaba el miembro a su novio. Andrés se sentó junto a ella y tocaba los pechos. Ella se la cogió y comenzó a menear.

Paco y Fernando hacían un sesenta y nueve. Sus mujeres les acariciaban mientras se succionaban los penes.

El chico de color explotó dentro de mi sobrina. Yo en su boca.

Estábamos cansados. Mi sobrina me pedía un descanso. Nos dimos un buen baño. Le introducí dos dedos en la vagina y extraje semen en cantidad. No se disolvía en el mar.

-Te apetece ir a comer con ellos?

-Prefiero ir a casa y que tú me hagas una buena comidita.

Nos besamos y me dijo

-Mamá tenía razón. Contigo se está como en el cielo.