Mi sobrina me la empina.

Mi sobrina, una tetona de 20 años, me somete en la habitación de matrimonio mientras al lado en el salón, mi mujer y mi cuñada ven la televisión.

  • Buenos días tía, .¿y el gatito?

Mi cuñada recoge animales abandonados, y su ultima "adquisición", un bonito gato siamés, tenía entusiasmada a mi sobrina.

  • ¡Hola sobrina! pues no sé, ahora mismo andaba por aquí, búscalo por la casa.

  • Mssss, Mssss, gatito... gatito...

Salón, baños, cocina, la joven tetona recorría todas las dependencias buscando al escurridizo felino sin éxito.

Mientras tanto, mi cuñada y su hermana, mi mujer, sentadas ambas en el salón viendo una serie comentaban...

  • ¿Te has fijado en las tetas que tiene esta chica con lo joven que es?

  • Si hermana son impresionantes, además, con esa camiseta blanca ajustada que lleva puesta le destacan muchísimo. Una vez coincidí con ella en el baño cuando salía de la ducha, tiene unas areolas oscuras redondas grandes y unos pezones salientes que estoy segura que vuelven locos a los hombres.

  • Si, recuerdo cuando fuimos a la playa, sus tetas son ubres gigantescas, creo que usa un bañador especial para pechos grandes y así disimula, si se pusiera un bañador normal se le saldrían fuera al caminar.

  • ¿Qué talla usa?

  • Creo que una 120

  • Wowww eso es muchísimo para su edad, con 20 años tiene las tetas tan grandes como una mujer de 40, además creo que está un poco acomplejada ¿no ves como se pone los brazos cruzados delante cuando la miran?

  • Si, pero por otra parte creo que le gusta mostrarlas, mira como vino hoy, camiseta y sujetador blancos, se le ve claramente el color oscuro de esos melones.

  • Como nosotras de jóvenes, ja, ja, a todas nos agradaba sacar a pasear los atributos.

Yo, ajeno a esta conversación de mí mujer y mi cuñada y a la presencia de mi sobrina en la casa, estaba descansando en el dormitorio principal deleitándome con un video de Milena Velba, una de mis tetonas favoritas.

  • Mssss, Mssss... gatito, gatito.

Mi sobrina ya casi había recorrido toda la casa y el gato seguía sin aparecer, solo le quedaba mirar en el dormitorio principal.

La puerta se abrió de repente.

  • Mssss, m... ¡oh tío lo siento no sabia que estuvieses aquí!

Yo, que andaba ya cachondo con el bamboleo de las tetas de Milena, solo necesitaba tener a los pies de mi cama a una supertetona joven con la forma de sus atributos mamarios claramente definida bajo esa fina camiseta blanca de algodón, para que la polla me creciera hasta hacer claramente visible el bulto bajo mi pantalón corto de deporte que usaba para estar por casa.

  • Hola sobrina qué sorpresa, ¿qué haces por aquí?

La chica, muerta de vergüenza, se cruzó de brazos haciendo estériles esfuerzos para intentar disimular el tamaño de sus enormes tetas.

Al tiempo, me di cuenta de que una mirada furtiva se le escapaba hacia el bulto de mi entrepierna que yo no me molestaba en intentar tapar de su vista.

Antes, al contrario, me quedé con las piernas abiertas, lo cual me producía un morbo exquisito porque con la evidente ereccion que presentaba, era como si le estuviese diciendo a mi sobrina: "mira lo que tengo aquí".

Con la sorpresa del. momento, se me olvidó apretar la tecla de oscurecer el teléfono móvil y mi sobrina, no pasó por alto el video que mostraba la pantalla; creo que presa del nerviosismo exclamó:

  • Tío, ¿estabas viendo porno?

  • No, ja, ja, más bien es erotismo, es una modelo que sólo se desnuda, se llama Milena Velba.

  • ¡Pues vaya tetas que tiene! bueno... aunque yo... no tengo de que quejarme, ja, ja.

Para mi sorpresa, luego de soltar esa ultima frase, mi sobrina relajó sus brazos y dejándolos caer, permitió que la enormidad de sus senos inundase todo el campo de visión de mis ojos.

Se miró hacia abajo, y, mordiéndose un labio, se levantó en peso las tetas con sus manos, demostrándome que, efectivamente, no tenía nada que envidiarle a Milena Velba.

  • ¿A qué son grandes tío? ¿te gustan?

  • Uffff si sobrina, me encantan las tetas grandes.

  • Un momento.

Dirigiéndose a la puerta procedió a echarle la llave. Ahora estábamos los dos solos sin posibilidad de ser molestados.

Se acercó hasta el borde de la cama donde yo seguía echado, y tomándome la mano derecha me la puso encima de sus tetas.

  • Oye... no podemos hacer esto, ahí al lado están tus tías y mi mujer, si nos descubren...

  • No te preocupes tío por esas dos, están muy entretenidas viendo la televisión, ni se acuerdan de nosotros.

Anda, sigue magreándome las tetas, lo deseo... hace meses que no me toca un hombre, desde que me dejó mi novio.

  • Imbecil, dejar a una chica como tú, mmm.. ¡joder sobrina qué melones!

  • Ya sé que te gustan tío, no soy tonta y he visto como me comes con los ojos cuando vengo a visitaros.

  • Para ser sinceros alguna paja ha caído recordando el verano pasado cuando fuimos a la playa y llevabas ese bañador blanco, guardo las fotos de ese día como un tesoro. A veces temo verlas para no estar todo el día caliente perdido.

  • ¿Me las quieres chupar?

  • Ufff claro que si.

Mi sobrina se puso encima de mí, sentada a la altura de mi endurecida polla, su culo ansiando recibir las feroces embestidas de mí ariete de carne.

En un indisimulado gesto morboso, tomó mis manos y entrelazó sus dedos con los míos sujetándome.

Al hacer presos mis brazos con los suyos, tuvo que vencerse hacia adelante, con lo cual sus enormes tetas aún con la blusa puesta, quedaron a la altura de mí cara.

  • Hoy vas a ser mío.

  • ¿Qué me vas a hacer?

  • Lo haremos a mí forma. ¿Sabes? siendo adolescente y ya con las tetas muy desarrolladas, un día bromeando con mi hermano caí encima suya y lo sujeté, tal como te estoy sujetando a ti ahora.

Así descubrí el placer de someter a un hombre, la sensación morbosa de dominio que produce ver su mirada de ansia al tener mis tetas rozando su cara, viéndose imposibilitado de tocarlas porque yo lo estoy sujetando.

Es un placer reservado solo a las mujeres tetonas. Aquel día fui más allá, me levante la blusa, me quité el sujetador, y dejé que mi hermano me las chupara un rato.

Mi sobrina liberó mis manos, pero no permitió que la tocara.

Maestra de los movientos estudiados pese a su escasa edad, se levantó despacio la camiseta mientras me lanzaba besos con los labios.

El sujetador era de un blanco virginal, y se podían ver claramente las dos grandes areolas abarcando casi toda la superficie, supuse que no me cabrían enteras en la boca, ya no veía el momento de comérmelas igual que si tuviera mi cara dentro de una sandia fresca.

  • Ja, ja, tienes cara de desesperación, estas loco por chuparme las tetas ¿verdad?

  • Joder sobrina como me haces sufrir, mmmm, ¡dámelas ya!

Se agachó hacia mi cara para desabrocharse el sujetador y esta vez la ley de la gravedad se puso de mi parte.

Los enormes pechos de mi sobrina cayeron sobre mi rostro, sólo los 2 milímetros de espesor del sujetador se interponían entre mi boca y el festival de carne del que iba a gozar en breves momentos.

Al fin, el cierre del sostén quedó libre, y esas dos ubres gigantes cayeron sobre mi rostro igual que la lluvia de primavera inunda la tierra fértil del bosque.

Mi sobrina tomó uno de sus pechos y me puso el pezón en la boca, era marrón, grande y duro, como la tetina de un biberón.

Comencé a chuparlo con fruición, a degustarlo, a saborearlo, igual que un postre largamente deseado, pasaba alternativamente de una teta a otra, litros de saliva resbalaban por mi boca, las apretaba, las manoseaba, era como intentar deshacer un caramelo en la boca.

No daba abasto a chupar una y otra pues a mi sobrina le encantaba, despues de media hora no quería cambiar de postura, ella era feliz refregando sus tetas contra mi cara, sus suspiros entrecortados procurando no elevar mucho la voz para no ser descubiertos lo probaban.

Pero yo estaba ya enloquecidamente cachondo y quería algo más. La tomé de la coleta y la obligué a bajar su boca hasta la mía, le metí la lengua buscando la suya y juntas lucharon durante eternos minutos hasta la extenuación.

Las hostilidades sexuales quedaron desatadas, y ambos buscamos satisfacer la voracidad de nuestros instintos sin tener en cuenta que en el salón, mi mujer y mi cuñada miraban la televisión, ajenas a la follada que estaba teniendo lugar entre tío y sobrina en la habitación de matrimonio.

  • Tío, cómeme el coño.

En un segundo se levantó de la cama y se desvistió totalmente, y demostrando su vocación dominadora, se sentó en mi pecho y comenzó a acariciarse el clitoris a escasos centímetros de mí boca.

El aroma a hembra poseída por la fiebre del éxtasis lascivo me embriagó. Mi sobrina se llevó dos dedos a la boca y los lamió mirándome, con sus pupilas negras enormes como eclipse de luna.

Avanzó un poco más, y en un momento mi cara quedó encajada entre sus dos muslos, mientras su coño sin depilar pugnaba por tomar posesión de mi lengua, mis labios, mi boca...

Así quedé, en un instante interminable, mi sobrina estaba disfrutando como nunca, el penetrante olor a coño me llegó, previo a su sabor salado, juvenil, casi intacto, inexplorado aún por una lengua experta como la mía.

Cuando se sentó definitivamente en mi cara, ya estaba mojado como una esponja de baño, fue cuestión de minutos que se corriera sobre mi boca mientras me tomaba del pelo tirando como una gata salvaje de un trozo de tela con sus uñas.

Se frotaba adelante y atrás, adelante y atrás... una y otra vez... una y otra vez...

Había visto videos de facesitting, como mas tarde me confesaría, y conmigo trajo a la realidad una fantasía secretamente oculta que no se había atrevido a llevar a cabo ni siquiera con su anterior pareja.

Cuando se cansó de correrse y yo tenía ya la cara enrojecida de tanto refregón vaginal, se volvió a retrasar quedando en la posición previa con mi cara entre sus muslos.

Empezó a pellizcarse los pezones mordiéndose el labio de abajo, luego subía sus enormes pechos hasta la boca y se los lamía ella misma mirándome con lujuria.

  • Me ha encantado tío, me has hecho correr más de 10 veces.

  • Pues yo aún ninguna, ahora me toca a mí, túmbate.

Me desnudé, me subí encima de ella, y le metí la polla en la boca.

  • Cómetela sobrina, mira que grande y que dura está.

Se la saqué de la boca y comencé a golpearle la cara con mi polla, al cabo ya tenía los pómulos rojos, le volvía la cara de un lado a otro y le golpeaba, le frotaba el miembro por la nariz, la boca, la garganta...

Al cabo se la volví a meter en la boca, la follé como si fuera su coño, dentro fuera, dentro fuera,.... dentro.... hasta que tuvo arcadas.

Pero mi propósito no era correrme en su cara, quise acabar tal como empecé, disfrutando de sus tetas.

Le puse la polla entre sus dos enormes pechos, tiré de sus pezones duros como piedras para envolver mi polla con sus tetas y procedí a masturbarme.

  • Mmmm, sobrina, ¡qué tetas...! verás que corrida, te voy a inundar las tetas y la cara de leche.

  • Siiii... AHHHH... tiooo... mmmm...deja que yo te masturbe.

  • Así muy bien sobrina, bien envuelta mi polla entre tus tetas, uffff... qué aureolas tan grandes, me encantan.. sigue... sigueeee...

La corrida fue tremenda, el disparo seminal le llegó más allá de la frente. Cabellos, cara, ojos, nariz, boca, y por supuesto tetas, quedaron salpicados de esperma.

Yo estaba tan cachondo que luego de correrme le volví a meter la polla en la boca mientras veía el líquido lechoso resbalar por su cara. Tras unos minutos, mi polla aún endurecida se apiadó de mi sobrina y me levanté de encima de ella.

Le ofrecí toallitas higiénicas y con delicadeza la ayudé a limpiarse, era vital que nadie la viese salir del cuarto donde habíamos follado, y menos aún con signos de un opulento acontecimiento sexual.

Abrí la puerta, miré fuera, y comprobé que en el salón aún seguía la película a todo volumen.

Mi sobrina podía salir sin temor, nadie sospecharía nada, antes de salir me me puse detrás de ella y tomé en mis manos sus tetas una vez más, ya vestida, para tener un vivo recuerdo de aquella gloriosa tarde de satisfacción inesperada entre un tío y una sobrina de tetas descomunales.

Cuando me quedé solo, miré a la derecha, y en las tinieblas del fondo del armario, divisé a través de la puerta entreabierta una mirada felina...

¿Sabrían los gatos guardar secretos?