Mi sobrina es muy agradecida

Después de tomar unas copas, necesita mi ayuda y luego ella me lo agradece con un 69 memorable.

Son las cinco menos cuarto de la mañana de un sábado veraniego. Durante el invierno cuesta más despertarse, en cambio en esta época del año apetece abrir los ojos poco antes del amanecer para disfrutar del frescor de la madrugada justo antes de que el sol lo invada todo con su luz y calor.

Con las ventanas abiertas, oigo con claridad el ruido de un coche en marcha detenido justo debajo de la ventana de mi alcoba. Mantienen la música bastante fuerte, puedo oir voces de gente que se despide después de pasar una noche de diversión.

Destaca con claridad la voz de una joven que en medio de risas y exclamaciones tarda en despedirse de sus acompañantes. Ellos y ellas le ríen las ocurrencias, parece muy inspirada y graciosa. Me temo que la dichosa despedida no va a terminar nunca y si sigue el alboroto puede despierte a mi mujer que duerme plácidamente a mi costado ajena a lo que sucede.

Por fin, se cierran las puertas y el coche se aleja llevándose consigo la música y el ruido del motor. Vuelve la tranquilidad y la serenidad del barrio donde vivo durante la madrugada.

Instantes más tarde oigo ruidos en la puerta de entrada que terminan tras un brusco portazo. Luego unas risitas, unos golpecitos indeterminados de alguien que va tropezando… nuevas risitas. Intuyo que se trata de mi sobrina que vuelve a casa tras una noche de fiesta con una copita de más.

La oigo subir las escaleras que la llevan desde el recibidor hasta la primera planta donde están todos los dormitorios. Abro la puerta para ver que sucede. Me la encuentro sentada en la escalera tomándose un respiro tras el “enorme esfuerzo” de subir las veinte escaleras que hay desde la planta baja.

Lleva un colocón de miedo, ella se ríe de sí misma al ver lo torpe que está y lo mucho que le está costando llegar hasta su habitación. Me acerco, le ayudo a levantarse y trato de acompañarla. Toda la casa está en silencio y debemos tener cuidado de no despertar a mi esposa y sobre todo a mis hijos. Los ruidos han alertado a la perrita terranova de la familia y nos sigue con curiosidad moviendo el rabito alegre.

La reputación de mi sobrina como su cuidadora caería por los suelos si la vieran en este estado. La perrita no se puede chivar y yo le guardaré el secreto.

-         “Muchaaaas grassssias, es que no encuentro muy bien... y mi amiga Carmen no está para ayudarme”, me dice con la voz entrecortada de alguien que se ha pasado con la bebida.

-         “Estoy bien…pero es que las escaleras están tan altas y está tan oscuro, que me había parado a descansar un poco”, me confiesa para justificarse.

Le sonrío condescendiente recordando por un instante aquellos años, ahora lejanos, en que a mi me pasaba lo mismo.

En la semioscuridad la acompaño hasta su habitación, allí se sienta en el borde de la cama y con un gesto totalmente mecánico se quita la camiseta haciendo una maniobra extraña con los brazos debajo de la tela. Acto seguido se deja caer de espaldas sobre la cama y antes de que su cuerpo repose sobre el colchón ya está dormida.

Le levanto las piernas para acomodarla sobre la cama, veo que se agarra la almohada mientras busca una postura cómoda para dormir.

Me doy media vuelta y me encamino hacia la puerta para volver a mi habitación. Oigo un fuerte estrépito y vuelvo sobre mis pasos. La encuentro tirada en el suelo, tratando de avanzar arrastrándose como una oruga por el suelo en dirección al baño.

-         “Es que tengo mucho pis y necesito ir al baño urgentemente. ¿me acompañas?” me dice con cierto desconsuelo.

Como no respondo de inmediato y ella tiene prisa, insiste:

-         “A ver cómo te lo digo... este chochito de aquí abajo tiene ganas de hacer pis... estoy algo mareada, quiero que me ayudes a llegar al baño”, me dice señalando hacia su pubis.

La situación cada vez es más irreal y tengo que pellizcarme para comprobar que estoy realmente despierto y no es un sueño, ni una broma.

La ayudo a levantarse y la acompaño al lavabo. La luz intensa parece dañar sus ojos y los cierra con fuerza. Hago ademan de salir pero ella se tambalea y está a punto de caer sobre el bidet.

-          “Ayúdame por favor…todo me da vueltas… y me siento muy mal”, me dice.

Mientras la sujeto por la cintura ella, trata desesperadamente de quitarse el vaquero ajustado que lleva. Levanta las caderas de un lado, después de otro, esconde el vientre, saca el culo hacia atrás y luego se agita graciosamente. Todo ello para conseguir bajar el pantalón poco a poco, despegándolo de sus nalgas y después de sus muslos.

Conozco bien a mi sobrina, la he visto en bikini en la piscina, completamente desnuda en nuestros encuentros, durante el viaje a Las vegas, en fin muchas veces, pero esto no me impide deleitarme cada vez que la puedo contemplar. Esta será la primera ocasión que la puedo observar sin que ella sea consciente de ello y me encanta.

Tiene unos bonitos pechos recogidos por un sujetador blanco muy sexy. Su culo, redondito con forma de corazón invertido, me encanta, me gusta tocarle los cachetes y juguetear con ellos. Su braguita tanga se pierde en la raja del culo hasta que aparece por encima de los glúteos repartiéndose a ambos lados de sus caderas.

Una vez que se ha quitado el pantalón, la dejo apoyada en el lavabo esperando que atine a quitarse las bragas y sentarse en el wáter para respetar su intimidad.

No deja de reírse, se mira en el espejo y ella misma se hace muecas graciosas como si quisiera hacer chiste de su situación. Es una escena muy entrañable y disfruto observándola en estas circunstancias tan especiales. Es la primera vez que la veo en este estado, fuera de control, pero conservando la chispa de alegría que la caracteriza.

Antes de que yo pueda salir del lavabo oigo el chorro de orina que sale de su coñito con mucha fuerza impactando con el agua del fondo del váter.

-          “Uy! cuantas ganas tenía...jejeje…un poco más y me lo hago encima”, dice sin ningún rubor al tiempo que se ríe con ganas.

A mi me hace mucha gracia, aunque le hago señas para que se contenga y no arme tanto follón pues va a despertar a toda la familia. Cuando acaba, me llama para que la ayude a volver a la habitación.

Sus bragas dan unas vueltas alrededor de su mano apoyadas sobre uno de los dedos hasta que salen despedidas y llegan hasta mi pecho. Las cojo al vuelo y ella se vuelve a reír a carcajadas.

Mientras me repongo de la sorpresa y las hago una bola entre las manos, ella se quita el sostén y me lo tira a la cara.

Veo que corremos el riesgo de que pierda el equilibrio y que caiga de bruces delante de mi. Me acerco, la tomo por la cintura colocándome a su costado y la acompaño hasta la cama. Una vez allí, ella se deja caer pesadamente, busca por debajo de la almohada un muñeco de peluche narigudo y con ojos saltones. Se abraza a él y se dispone a dormir después de una noche tan ajetreada.

Antes de irme y apagar las luces, doy una última mirada para ver que todo está bien. Miméticamente la perrita hace lo mismo, mira hacia mi sobrina como si le extrañara su comportamiento y sacude la cabeza como si no lo que ha visto no lo pudiera procesar.

Me encuentro delante de una bonita espalda desnuda, un culo generoso, unas piernas bien torneadas y unos pequeños pies.

No puedo evitar que crezca mi deseo por ella y que una morbosa excitación se apodere de mí. Por un instante pienso en como disfrutar de esta situación tan especial con ella. Me quedo mirando su cuerpo desnudo pues creo no le hará ningún mal.

Me pongo a su lado, bien cerquita, tanto que me llega su perfume con fuerza. Me empiezo a tocar el pene por encima del pantalón, enseguida se despierta y se pone duro como una roca.

Sabiendo que nadie me descubrirá, ni tan siquiera ella, me saco el miembro, me pajeo lentamente mientras contemplo su cuerpo. Tímidamente le rozo con la mano sobre la piel de sus brazos, su vientre, sus caderas y sus pechos.

Me gusta tanto que tengo que frotarme cada vez con mas fuerza. Después de pasar la yema de los dedos sobre su piel me viene un orgasmo tremendo. La leche sale a borbotones y apenas puedo contenerla con la mano.

Miro el reloj y compruebo contrariado como las manecillas indican que pronto se hará de día. Doy una ultima mirada de admiración, en silencio pido perdón a mi joven sobrina por mi apropiación. También doy gracias al cielo por crear criaturas tan lindas, ponerlas a nuestro alcance y por permitir que mi cuerpo vibre con ellas.

Hace un rato, sobre las doce del mediodía mi esposa ha cogido a los niños y se han ido los tres a la piscina. No volverán hasta dentro de un rato, yo me he quedado en casa haciendo algunas tareas. Me asomo a la habitación de Davinia que todavía permanece a oscuras. Entro con sigilo  para abrir un poco la persiana y dejar entrar la luz del día.

-          “apaga esa luz…quiero dormir” dice mi sobrina mientras se revuelve en la cama debajo de la sábana que cubre todo su cuerpo.

-          “son las 12 del mediodía y debes pensar en levantarte antes de que vuelvan los niños”, “quien es bueno para trasnochar, debe ser bueno para trabajar”, le digo para que se haga a la idea de que pronto se tendrá que levantar.

-          “uhmmmm, ¡Qué bien he dormido!” , dice desperezándose al tiempo que saca la pierna de debajo de la sabana desde el pie hasta mas arriba de la cadera.

Recuerdo que está completamente desnuda porque fui yo quien la acosté hace unas horas y también se que si se mueve un poco mas podré ver su lindo cuerpo y eso me atrae poderosamente. Por otra parte estoy seguro que ella no se dio cuenta de nada y que ni tan siquiera se acordará de que yo la ayudé encontrar la cama.

Me mira y se da cuenta que estoy alterado. Ahora también es consciente que ella está completamente desnuda y que no recuerda como llego aquí.

-          “Me ha parecido oír que estamos solos?...¿quién me trajo hasta la cama anoche?... no recuerdo nada. ¿Fuiste tú?¿me quitaste la ropa?..pillín.

-          ¿seguro que te gustó lo que viste?, dice con picardía al tiempo que va tirando de la sabana haciendo que esta se deslice sobre su cuerpo como si se abriera el telón del teatro.

Un instante después está echada sobre la cama desnuda, apoyada sobre el costado, una pierna sobre la otra y con una postura que me invita a dar un paso adelante.

Me siento atraído poderosamente, como el pez al anzuelo, el ternero a la ubre, o el zorro hacia la gallina. Se que estamos solos en la casa, que tenemos tiempo para nosotros y que tanto a mi sobrina como a mi nos gusta entregarnos uno al otro. Tenemos una oportunidad, tenemos ganas y la vamos a aprovechar.

Me acerco hasta el borde de la cama, se incorpora lo suficiente para alcanzar mi paquete. Tras manosearlo por encina del pantalón de chándal y comprobar que ya estoy preparado, tira de el hacia abajo para hacerlo caer. Luego viene el boxer, se deshace de él pudiendo así cogerme la polla por su parte baja.

Juguetea con ella unos instantes haciéndola cimbrear al tiempo que acerca su cara varias veces haciendo el gesto de querer llevársela a la boca pero sin completar el movimiento.

-          “Vagamente me parece recordar que anoche te portaste bien conmigo, me ayudaste… te lo voy a agradecer de una forma muy especial”, me dice al tiempo que restriega la punta alrededor de su boca.

Uffff, ¡que guarra es algunas veces!... ¡pero cómo me gusta todo lo que hacemos!. Me afirmo apoyando las rodillas en el colchón y dejo que me haga alguna de sus diabluras con la mano y con la boca. En un momento, estoy desnudo ante ella, luciendo una erección de campeonato.

-          “¿Te das cuenta que no querías irte todavía?... y yo tampoco quiero que te vayas sin aprovechar esta ocasión”, me dice mientras restriega mi polla por su cara.

Ver cómo me hace las lamidas me gusta tanto o más que las sensaciones reales que me proporciona su traviesa lengua. Ver la carita que pone cuando se interrumpe para mirarme a los ojos es algo que me pone a cien . A mi sobrina le encanta ver la expresión de mi cara cuando me pasa la lengua por el frenillo o cuando me sorbe todo el capullo.

No me puedo ir, me excita tanto que juegue con mi polla que correré cualquier riesgo con tal que me haga una buena mamada.

Me tumbo sobre la cama boca arriba para que se pueda situar a mi lado y así continuar con la mamada. Se acomoda poniéndose de rodillas, y sentándose sobre sus talones. Luego se inclina sobre mi pubis y continua con la chupada.

Con la mano alcanzo para acariciarla pasandola por su espalda, por las caderas, por el culo. Me gusta poder acariciar su piel mientras me la chupa. Es realmente delicioso, pero quiero algo mas…

La interrumpo, con ambas manos la guio para que se ponga encima de mi en cuatro, con la conocida postura del 69. Ella con su cara en la vertical de mi polla y yo a un palmo de la cara tengo delante las nalgas de mi sobrina. ¡Uhmmm, cómo me gustan!

Veo sus cachetes redondeados y prietos que se juntan en una estupenda raja. La curva de los glúteos se prolonga hasta fundirse con los bien torneados muslos. Allí dónde se encuentran, un poco más allá del ano, puedo ver como la piel se corta dibujando una fina línea… tengo delante el chochito de mi sobrina… rasuradito…delicado…bonito…

Siento sobre mi polla su lengua entreteniéndose sobre el capullo para luego alternar ricas e intensas succiones que me provocan unas dulces sensaciones. Trabaja con ahínco para hacerme una buena chupada como recompensa al trato recibido durante la madrugada y esto la distrae de lo que le voy haciendo en su entrepierna.

Yo también debo concentrarme en ella y no prestar demasiada atención para no sucumbir demasiado pronto. Quiero que ella disfrute mientras me la chupa y también con las caricias que le hago.

Con ambas manos separo los cachetes para abrir paso a mi boca. Queda el ano, el perineo y su rajita a mi alcance. Le doy besitos por toda la zona, saco la lengua y la restriego lentamente desde el principio de la raja para terminar en el ano. He almacenado una buena cantidad de saliva que voy dejando sobre su piel en una segunda pasada y en una tercera.

Me concentro sobre sus labios lamiéndolos una y otra vez. Primero uno y después el otro. Me voy hasta la  ingle y después vuelvo al labio opuesto. Entre labio y labio me detento justo sobre la raja, endurezco un poco la lengua para abrirme paso, penetrando cada vez mas hasta que rozo sus labios internos y el capullito dónde guarda su “perlita”.

Después de un rato de lamer sus labios externos, estos se han dilatado, son mas carnosos y blandos, me transmiten su calor y puedo jugar con ellos atrapándolos entre mis labios. Ha llegado el momento en que mi mano entra en acción. Dejo de acariciar sus piernas, sus caderas y su bajo vientre para llevarla a su entrepierna.

Con la yema de los dedos rozo sobre la raja para que se humedezcan; con los dedos índice y pulgar hago que sus labios se separen y dejen a la vista su sonrosada flor. ¡¡¡Uhmmm, que rico…se me hace la boca agua…estoy deseando de ponerle la lengua encima, para degustar su sabor, para sentir su calorcito, para notar su aterciopelado tacto!!!

Como estoy tan concentrado en lo que le hago, que no soy consciente de lo que mi sobrina me está haciendo. Si no fuera así ya me habría corrido, realmente me está haciendo una mamada tremenda. Sami está adquiriendo una destreza increíble, sabe muy bien que hacer para darme mucho gusto y se esfuerza en hacerlo bien.

Tengo que centrarme mucho en mis caricias si no quiero quedarme atrás. Deseo que ella se corra antes que yo, y que mi eyaculación venga justo después de su climax, cuando empiecen a aflojar sus contracciones quiero que vea como estallo de placer.

Paso la le lengua repetidamente por sus labios menores. Restriego arriba y abajo mis labios contra los suyos, el labio superior cuando voy en dirección a su clítoris y el labio inferior cuando voy hacia el ano. ¡¡¡Uhmmmm, uhmmmm que rico está!!!. Se mezcla mi saliva con sus flujos dándome la sensación de estar comiéndome un dulce melón, con su néctar chorreándome por la barbilla.

De vez en cuando busco su perlita para darle mi atención. Ha crecido, ha emergido y puedo atraparla entre mis labios. La sorbo delicadamente y luego la envuelvo con la lengua. Uffff creo que me gusta a mi tanto como a ella.

Separo mi boca para tomar aire. Veo su chocho enrojecido, brillante por la presencia de sus jugos… es una visión deliciosa. Quiero ver más…acerco la otra mano y le meto un dedo. Se hunde con toda facilidad. Lo saco y ahora con el dedo medio e índice juntos le acaricio los labios para terminar introduciéndolos.

La yema de los dos dedos unidos se posa sobre la protuberancia que el clítoris tiene en la parte interior. La acaricio lentamente describiendo círculos sobre su superficie intercalados con suaves golpecitos. Es el momento de prestar atención a las reacciones de su cuerpo. Hay que escuchar sus gemidos para entender cómo percibe mis caricias.

Cada roce, cada cambio de velocidad o de presión se traducen cambios en sus gemidos o en sus movimientos. Poco a poco voy aprendiendo lo que mas le llega y voy adaptando mis caricias. Quiero que se corra entre mis dedos y en mi boca.

Noto que culea, que ya no puede mantener mi polla en su boca porque le falta aire. Para compensar me la menea frenéticamente con la mano. Yo le sigo frotando tal como he ido aprendiendo que  mas le gusta.

Gime, jadea…ondula la espalda…culea moviendo las caderas….hasta que grita diciendo que ya le viene…que le viene. Cuando noto que se desatan las contracciones de su vagina pongo la boca sobre su coño y lo pego como si fuese una ventosa. Deseo sentir sus vibraciones y recoger su caldo. Es mi mejor recompensa…es mi premio.

Davinia tiene su orgasmo, sus contracciones avanzan por su espalda como una bomba expansiva, su respiración esta acelerada y su corazón palpita alocado.  Mientras su cerebro recibe el aluvión de hormonas de la felicidad, un coctel de endorfina, serotonina, dopamina y oxitocina

Sus ojos contemplan con agrado como mis pelotas se recogen y aprietan en la base del troncho, justo antes de lanzar una andanada de leche al aire. Mi corrida ha llegado justo cuando debía para contribuir a la satisfacción de mi sobrina y a mi propia felicidad.

Davinia se deja caer a mi lado para terminar de degustar los últimos coletazos de su orgasmo; yo permanezco boca arriba, con los ojos semicerrados y la mano entre sus piernas recuperando lentamente la normalidad en mi respiración. Nuestros cuerpos invertidos entre si forman un 69 perfecto, vamos a disfrutar un rato mas de esta placentera situación.

Deverano.