Mi sobrina era frígida

Mi sobrina creía que era frígida, pero lo que le pasaba es que le faltaba una mano comprensiva.

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Mi sobrina era frígida

Mi sobrina creía que era frígida, pero lo que le pasaba es que le faltaba una mano comprensiva.

En aquellos años mi mujer y yo vivíamos en una piso antiguo del centro de la ciudad, era un piso enorme, viejo, con una cocina cochambrosa, un solo baño, y suelo de tablas rechinantes. Vino a vivir con nosotros, una sobrina; Begoña, de veinte años recién cumplidos, había discutido con su madre, y a todos nos pareció bien que se viniera a vivir con nosotros mientras terminaba sus estudios de filología.

Le dejábamos hacer su vida, y ella como buena criatura de esa edad iba a su aire, era bastante desordenada e irresponsable, pero estaba muy buena, casi cualquier mujer a esa edad a poco que este bien, esta buena. Era castaña muy clara, delgada, no muy alta, y como todas las mujeres de la familia de mi esposa, tenía tetas muy grandes, si bien a ella debido a su juventud aún se le mantenían erguidas. Esto lo sabía yo, pues muchas veces andaba por casa vestida con poca ropa, otras veces se cambiaba delante de nosotros probándose ropa, yo disimulaba y ponía cara de pariente comprensivo e indiferente. Algunas veces me encontré en el baño sus bragas usadas después de que ella se hubiera duchado, me cascaba una paja con ellas, y luego salía rezongando:

  • Begoña, que te dejas todo tirado, ya lo echo a la lavadora-

Una noche me quede leyendo en el salón un tratado de sociología, creo que me quede medio dormido, cuando el ruido de la pesada puerta de la calle me despertó. Era mi sobrina y debía venir con algún amigo, algunas veces lo hacía, ya era mayor, y no tenía porque rendirnos cuentas de su vida social. De todas manera me acerque descalzo hasta la puerta de su habitación, iba con temor de que el crujido de las tablas me delatase, pero Begoña y su amigo estaban entretenidos. Fueron rápidos, unas risas, un rechinar de muelles y algunas palabras inaudibles fue todo lo que pasó. De todas maneras cuando volví al salón mi pene ya iba ingurgitado, y me resigné a intentar volver a la pesada lectura.

Al poco paso mi sobrina, debía ir a mear, cuando volvió, pasó a saludarme:

Hola tío ¿Qué haces leyendo tan tarde?- y se sentó a mi lado en el sofá. Iba descalza y solo llevaba una camiseta amplia y unas bragas.

Nada, que no puedo dormir ¿Qué tal tú? Has venido con tu novio ¿no?- respondí

Bueno mi novio no, es un amiguete, pero esto es un desastre-

¿Cómo es eso? Susurré.

Ella puso cara de hacer confidencias,: - Mira tío, te cuento…, ligar se me da bien, pero a la hora de acostarme, es como si nada, hago el amor y no siento nada, debo ser frígida, ya me ha pasado otras veces-

Sonreí, cerré el libro y me preparé para soltar un sermón a aquella incauta.-Tal vez no lo hagáis bien, hay que ir con calma, no todo se puede hacer aprisa y corriendo-

Ya, yo intento hacerlo como en las pelis guarras, pero ellos se me tiran encima, y se corren en cinco minutos.

Bueno Begoña, lo de las películas es un poco ficción, ni los tíos normales tienen esas pollas incombustibles ni las tías follan con zapatos de tacones plateados puntiagudos.

Claro, ya lo se, pero a mi me ponen cachonda, seguro que ahora echan en la tele alguna.- y encendió con el mando a distancia el monitor.

Efectivamente programaban una película porno, particularmente no me maravillan, excepto cuando las actrices se meten la polla en la boca, y se les hinchan las mejillas, ponen una cara de guarras que ya más de una vez me había corrido sin ni siquiera meneármela.

Bueno, pero quita el sonido no vaya a ser que tu tía o tu amigo nos oigan.- ella con cierta complicidad así lo hizo, igualmente apagó la luz, se recostó en el sofá, y me puso los pies en el regazo, dónde mi pene empezó a hincharse nuevamente.

Mientras mi sobrina observaba con fruición las consabidas interminables penetraciones, las ya habituales multifelaciones y todas esas historias, fui deslizando mi mano por la cara interior de sus piernas, las cuales cuando llegue a su entronque, se abrieron tímidamente. Mi sobrina me miró con expresión asombrada, pero cuando mi mano presionó su pubis, subió ágilmente una pierna encima del respaldo del sofá y sonrió. Los dedos de mi extendido brazo, yo seguia sentado en un extremo del mueble, se introdujeron en su vulva, empujando la tela de la braga hacia su interior. Ella me cogió la mano y me la guió pasando por su ingle para introducirla debajo de la braga. Metí el pulgar entre sus labios mientras que con los otros roce su monte de Venus, y con un movimiento de vaivén empecé a despertar sus sentidos.

Ella cada vez se despatarraba más, con una mano empezó a guiar la mía, y con la otra se mesaba las tetas a través de la camiseta. Cuando sentí que empezaba a humedecerse saqué el pulgar y fui metiendo, primero dos, luego tres y finalmente cuatro dedos dentro de su vagina.

Con la otra mano me saque la polla, estaba tiesa como un palo, y la restregué contra el pie de Begoña, que aún tenia encima de mi. Ella se dio cuenta de mi estado de ánimo y me dijo:

-Joder, follar no podemos, solo tenía dos condones, uno se nos ha roto y el otro lo hemos usado-

  • No solo hay que follar, se pueden hacer muchas cosas más- le indiqué, y puse mi cara sobre su vientre, entre mi boca y mis manos le baje las bragas hasta mitad del culo, ella termino de bajárselas, dejando al descubierto una suave entrepierna.

Mi sobrina se abría cada vez más de piernas, parecía que se iba a descoyuntar, yo notaba como mi lengua chocaba con su inflamado clítoris, yo le hociqueaba todo aquel vergel y su pelvis respondía con pequeños movimientos de excitación. Mientras en la tele seguían con su mecánico mete y saca.

Ella por fin se corrió, le temblaba todo el cuerpo, sus pechos se agitaban nerviosos debajo de la camiseta por la entrecortada respiración. Sin darle pausa le dije que se pusiera a cuatro patas en el suelo delante de mi, yo aun estaba vestido, con la polla fuera, pero vestido. Empecé a pasar mis pies por entre sus nalgas, primero uno y luego otro, como estaba sentado me era fácil la maniobra. Ella a cada roce se le curvaba el cuerpo, y ponía el culo más en pompa. Al final incline mi tronco, le agarré por los muslos, y embutí de nuevo mi boca en ella. Esta vez era su culo el objeto de mis deseos, mientras ella solo se apoyaba en el suelo con las manos, sus piernas me rodeaban, y la camiseta se enrollaba sobre su cabeza, dejando por fin al aire unas tetas que casi colgaban boca abajo.

Cuando ella se canso de la posturita, me puse de pie, aproveche para apagar la televisión, me quite por fin los pantalones y el calzoncillo y le indique con voz queda:

ahora mi querida discípula tienes que recitarme la lección- y le señale mi verga tumefacta por la espera.

Ella se puso de rodillas y aplico su boquita, al principio con tímidos lamidos en el glande, pero luego ya fue saboreándolo, y con un ligero empujón por mi parte engulló toda la polla. Le agarre la cabeza, mis manos aplastando sus orejas, y empecé a moverla hacia delante y atrás, ella se aferraba a mis piernas, para no desequilibrarse por la brusquedad del movimiento. Cuando note que me iba a correr, le hice parar, le levante la camiseta, que había vuelto a tapar las tetillas, y se la enrolle sobre la cabeza. Begoña tenía ahora la cara tapada y no pudo ver, solo sentir, como sobre sus pezones tiesos caía una abundante descarga de semen.

Me senté de nuevo en el sofá, ella finalmente se quito la camiseta, y quedo desnuda delante de mi enseñado la plenitud de sus formas de mujer recién hecha. Se acerco, coloque mis manos sobre sus tetas y las sobe con firmeza, pringándome por cierto de mi propio semen previamente derramado. Begoña mientras se mecía embelesada, con las piernas ligeramente flexionadas, nadie le había tocado tanto tiempo y estaba como en un sueño: Una de mis manos se deslizo, paso por su cadera, y traicioneramente se emplazo sobre su culo, ella se vino hacia mi, su cabeza estaba sobre mi abdomen, y su culo respingón era un objetivo lógico para mis manos, fui tanteando la canal de sus glúteos, y cuando llegue al esfínter, uno de mis dedos presiono, ella gimió, seguí tanteando y lubriqué mis dedos en los chorreantes labios de su vulva. Volví a la carga y ya fuera por la lubricación o por que aguantó, no oí sus quejas, cuando consideré que ya su esfínter se había preparado, le di la vuelta e hice que se sentara poco a poco, ella misma iba engarzando su culo en mi pene. Creo que aquel día estrené culo y cuando por fin mis testículos sirvieron de tope, me quede quieto y le incite a que se masturbará, lo cual ya ella sin previo aviso ya había empezado a hacer. Mientras yo estaba quieto, ella se movía, logre aguantar hasta que se corrió una vez más, luego placidamente inunde su recto.

Estuvimos un rato quietos y callados, ella miraba al frente, a la oscura pared, cuando se levanto, mi polla aun algo erecta, se deslizo por el ano de Begoña, al despegarse hizo un sonido como de ventosa al despegarse. Mi sobrina sin decir palabra, se dirigió a su cuarto.

Al día siguiente me he despertado pese a lo poco que había dormido con muy buen humor, me he duchado y me he preparado un desayuno opíparo. Luego ya se ha ido animando la casa, mi mujer trajinando, Begoña que estaba en el baño, y el pollo que estuvo con ella anoche, han ido aparecido por la cocina. Nos hemos saludado, hemos hecho comentarios sobre la Universidad y mi mujer ha sonreído al amigo de mi sobrina.

Cuando por fin Begoña ha salido del baño, es un rollo tener un solo baño, cuando tienes mujeres en casa, tardan horas en acicalarse, mi sobrina me ha mirado con cara de complicidad y con voz alegre- ¡Tío, que te has dejado los calzoncillos sucios en el baño!, échalos a la lavadora- me los ha tirado encima y he notado en la prenda una humedad que me ha hecho sospechar de un uso indebido de ella por parte de mi inexperta sobrina.

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