Mi sobrina (8).
Mamen y yo continuamos con el adiestramiento de mi sobrina Bárbara, decidida a convertirse en puta.
MI SOBRINA (8ª parte).
Para que mi sobrina no advirtiera que Mamen había descubierto su verdadera identidad, me apresuré a disimular antes de que que entrase en el salón y pudiese ser testigo de nuestra breve charla sobre ella, de forma que empujé a Mamen sobre el respaldo del sofá, separé su torneadas piernas embutidas en el ceñido traje de látex, y metí mi cara entre sus muslos.
- Ya estoy aquí – dijo Baby anunciando su llegada y extendiendo la caja que le había pedido que bajase.
- Muy bien – respondí sacando la cara de la entrepierna de Mamen – Elige uno de los cinturones y póntelo, que quiero que te folles a Mamen.
- Antes … veréis … - dijo en tono avergonzado - … quería … pedir disculpas por haberme corrido tan rápido – se disculpó – Sé que es imperdonable, pero me habéis puesto tan cachonda que … que … no he podido evitarlo – reconoció cabizbaja - Lo siento mucho, pero no volverá a pasar. ¡Lo prometo! - se apresuró a añadir.
- ¡No digas tonterías! - respondió tajantemente Mamen – Me gusta tanto que me follen con el puño como provocar que una zorra como tú se corra de gusto a las primeras de cambio.
- ¡Claro, nena! - añadí restando importancia a su prematuro orgasmo – Lo importante no es que te hayas corrido antes que nosotras, sino que ese orgasmo no sea impedimento para que sigas dando caña a Mamen, que para eso nos paga. No le des más vueltas al tema y ponte ya el cinturón, que Mamen tiene ganas de que le metas algo largo y duro por alguno de sus agujeros.
- ¡Exacto! – añadió Mamen – Por mí como si te corres diez veces durante esta noche. También por éso, siempre y cuando no influya en que me sigas atendiendo como merezco.
- Vale, de acuerdo – respondió Baby, esbozando una tímida sonrisa y colocándose el arnés del cinturón-consolador que había elegido. Mamen y yo contemplamos cómo lo hacía. Introdujo las piernas por entre las correas y, sobre su braga-culotte de brillante látex, presionó la base del consolador para situarlo junto a su pubis. A continuación, ajustó las correas a sus caderas para que el consolador quedase fijo, prieto y listo para ser usado cual polla de semental. El cierre metálico de la cremallera de su entrepierna colgaba insinuante, recordando que a escasos centímetros de la polla de plástico sobre su pubis, se encontraba el húmero y tierno chochito de una putita adolescente – ¡Ya está!
- Antes de que se lo metas a Mamen, deja que lo lubrique – dije. De rodillas, me acerqué a Baby, de forma que el consolador quedase a la altura de mi rostro. Sin más dilaciones, me lo metí en la boca, empujando a Baby hacia mí, con las manos en sus nalgas, para conseguir que la totalidad de los 25 centímetros de plástico se perdiesen en el interior del mi garganta. Baby nunca antes había usado un cinturón-consolador, y aunque confiaba en su instinto de puta, la realidad es que no sabía a ciencia cierta cómo manejaría la situación de verse con una polla de látex atada a la cintura y la difícil tarea de satisfacer a una guarra tan salida y depravada como Mamen.
- Vamos, vamos … ¡para ya, Carol! - exclamó Mamen – Que esta zorrita tiene tantas ganas de meterme ese consolador como yo de que me lo meta.
- ¡Gluuurp, glurrrpp, glurrrp! - exclamé dando los últimos lametones a la polla de plástico - ¡Venga, nena! ¡Métesela ya! - ordené, apartándome. Baby se acercó a la entrepierna de Mamen, que permanecía despatarrada sobre el sofá, a la espera de ser follada. Se arrodilló frente a ella, para que consolador y coño estuvieran a la misma altura y dirigió aquél hacia la entrada del abierto chumino de Mamen – ¡Eso es, nena! - animé para que supiese que lo estaba haciendo bien – Ahora, ¡métesela hasta el fondo! ¡Sin miedo! Ya has visto que en su chochazo cabe un puño entero, …
- ¡Vamos, zorra, fóllame! - exclamó Mamen al ver cómo el consolador se iba deslizando en su interior.
- ¿Te gusta así? - preguntó Baby con tono ingenuo.
- Sí, putita … pero necesito que me des caña, que me folles fuerte, que el capullo del consolador me llegue hasta la matriz – explicó Mamen, evidenciando su creciente excitación. Baby obedeció y comenzó a mover las caderas adelante y atrás, de forma que más de medio consolador se deslizaba fuera del coño de Mamen cuando retrocedía y, cuando empujaba hacia ella, la polla de látex se perdía por completo en su chorreante chochazo. Para ayudar a acentuar el ritmo de la follada, me situé detras de Bárbara, empujando con fuerza sus nalgas cada vez que envestía en el coño de Mamen - ¡Eso es! ¡Mucho mejor así!
- ¡Mantén el ritmo, cariño! - susurré a Baby en el oído, al tiempo que ayudaba a las envestidas con mi cuerpo y acariciaba su chochito por entre la abierta cremallera metálica de su braga-culotte. Mamen, mientras recibía la follada, no dejaba de magrear las tetas de mi sobrina y de pellizcar sus erectos pezones.
- ¡Ufff, ufff! - exclamó Mamen con gesto vicioso - ¡Sigue así!
La escena era preciosa. Las tetazas de Mamen se mecían rítmicamente con cada empujón de Baby, quien, a su vez, no paraba de empujar hacia el interior del coño de Mamen. Mi sobrina, a pesar del prematuro orgasmo, parecía haber recuperado su confianza y sus ganas por aprender a ser una buena puta. Viendo cómo se follaba a Mamen con aquel cinturón-consolador no daba la sensación de que fuese la primera vez que lo hacía. Al contrario. Sus gestos, con cada empujón, parecían más propios de una puta experta en estas lides que las de una adolescente de 15 años que había probado el sexo por primera vez apenas 24 horas antes. Fruncía el ceño y se mordía el labio inferior, en gestos claramente estudiados de los vídeos porno protagonizados por su madre y por mí, y que se había pasado la noche entera estudiando y analizando al detalle. Me sentí feliz de compartir aquello con ella. Y orgullosa, muy orgullosa de ver el talento que llevaba dentro. No cabía duda de que iba a ser una grandísima puta, si es que no lo era ya.
Ajusté a mi pubis otro cinturón-consolador en apenas unos segundos, y sin perder detalle de la follada de mi sobrina a Mamen, quien seguía recibiendo el mete-saca totalmente despatarrada sobre el sofá, me dispuse a entrar en acción. Tentada estuve de hacer un “trenecito” y meterle a Baby por detrás el consolador que me acaba de colocar. Pero le había prometido a Mamen el honor de ser la primera en follar el culo de mi sobrina. Así que no me quedó otro remedio que contener mis impulsos y dar a ese consolador otro uso. Antes de meterme en faena, tomé otro de los cinturones consoladores que contenía la caja que Baby había traído desde el armario de Susi. Ya tenía un consolador ajustado a la cintura y, como necesitaba ambas manos para dar placer tanto a Mamen como a Baby, me pareció buena idea utilizar un consolador para la boca. Se trataba de una polla de látex de color negro con una bola en su base y una correa ajustable para la cabeza o el cuello; de forma que, una vez ajustado, mi cara se convertía en la extensión de una dura polla de otros veinticinco centímetros. Lo había usado en multitud de ocasiones con Mamen, y con otras clientas, pero sabía que Baby jamás hubiera imaginado la existencia de un artilugio tan espectacular como práctico. De este modo, cuando entré en su ángulo de visión con el consolador sujeto a mi boca y con la correa de cuero apretada sobre la nuca, esperaba justamente la reacción de sorpresa que mi sobrina tuvo.
- ¡Jajaja! - no pudo contenerse Mamen al ver la cara de asombro de mi sobrina, quien incluso había dejado de empujar sobre el abierto chochazo de Mamen – Nunca habías visto un aparato así, ¿eh, zorrita?
- No … la verdad es … que no – acertó a decir Baby, sin perder su gesto de asombro y sin temor a reconocer parte de su evidente inexperiencia.
- Pues acostúmbrate, zorra … porque a Carol y a mí nos gustan mucho este tipo de consoladores – añadió Mamen - ¿Dónde vas a meterlo, Carol?
- ¡Uh, uh! - balbucí al no poder pronunciar palabra, ya que sujetaba con la boca la base del consolador (una especie de bola-mordaza de látex), al tiempo que señalaba a mi sobrina con un gesto.
- ¡Jajaja! - volvió a reír Mamen, mientras me subía al sofá y acercaba hacia su boca el consolador ajustado a mi cintura – Ah, ya entiendo – dijo en tono divertido – Quieres que chupe uno y el de la cara se lo vas a ofrecer a ella, ¿no?
- ¡Zzzzhhhjjjí – acerté a pronunciar con dificultad, ante lo que Mamen volvió a carcajearse. El gesto de mi sobrina, una vez superado el impacto de verme con una polla de látex atada a la cabeza, parecía también divertido – Sin más dilaciones, Mamen tomó el consolador de mi cintura, se lo metió en la boca y comenzó a mamarlo con energía. Entretanto, y una vez que habían quedado claras mis intenciones, acerqué el consolador atado a mi cabeza a la boca de Baby, con la finalidad de que comenzase a chuparlo. Mi sobrina había entendido a la perfección lo que pretendía y, sin dejar de follar a Mamen, acercó su boca al consolador y comenzó a mamarlo con energía.
Me encantaba usar aquel consolador, y más aún con mi sobrina, porque podía contemplar muy de cerca la forma en que lo succionaba. Cuando deslizaba sus labios entre el látex negro, podía sentir su mirada lasciva, su aliento entrecortado y su excitación a escasos centímetros de mi rostro. Permanecimos en aquella postura durante varios minutos. Mamen, abierta de patas de par en par sobre el sofá, recibía en su conejo las envestidas de Baby, al tiempo que devoraba el consolador sujeto a mi cintura; mientras Baby mamaba la polla de látex atada a mi cabeza.
Notaba cómo mi sobrina estaba tan a gusto que hubiera seguido durante horas en aquella posición. Sin embargo, sabía que para Mamen aquello apenas era el calentamiento para algo más fuerte. Ni ella ni yo podíamos corrernos tan sólo con mamar un trozo de látex en forma de polla o por una breve comida de coño.
- Carol, vamos a cambiar que necesito más caña – ordenó Mamen. Solté la bola-mordaza con que sujetaba el consolador de mi cabeza, de forma que el mismo cedió y quedó colgado a mi cuello por la cincha de cuero.
- Me has leído la mente – dije bajando del sofá y poniéndome en pié sobre la alfombra. Empujé a Baby para que sacase el consolador del coño de Mamen, al tiempo que ésta también se ponía en pié. Antes de que pudiese recomponer la situación, Mamen, visiblemente excitada, besó a mi sobrina en gesto de agradecimiento por la follada que le había regalado.
- ¡Has estado genial, zorrita! - dijo – Pero es hora de probar tu culo.
- Gracias – dijo mi sobrina.
- Mamen, ¿quieres follarla el culo con este consolador? - pregunté a Mamen señalando el que colgaba de mi cuello.
- ¡Buena idea! - dijo complacida por la idea, al tiempo que sacaba el artilugio y se lo entregaba a Mamen, que se lo colocó en la cabeza en apenas unos segundos.
- Baby, ¡ponte de rodillas y apoya las manos sobre el sofá! - ordené. Ella obedeció – ¡Ahora, separa las piernas y saca un poco el trasero hacia atrás, para que Mamen pueda meterte el consolador por el culo!
- Vale – asintió Baby, colocándose tal y como la había ordenado. Antes de que Mamen pudiese apuntar el consolador sujeto a su cabeza hacia el pandero de mi sobrina, me tumbé boca arriba, con mi cara entre los muslos de Baby. El objetivo era poder comerla el coño mientras Mamen la follaba el culo. Además, Mamen podía elegir agujero para meterse el consolador sujeto a mi cintura. Así lo hizo, sentándose sobre dicha polla de plástico, en cuclillas, al tiempo que apuntaba el consolador sujeto a su cabeza hacia el agujero trasero de mi sobrina.
- ¡Cómo sabes sacarle partido a todo, puta cabrona! - halagué a Mamen, al comprobar que había entendido a la perfección la postura, y una vez que botaba sobre el consolador sujeto a mi cintura – Bueno, Baby … ¿no querías que te follaran el culo? Ayer gritabas desesperada que permitiese a alguno de los tres negrazos que te desvirgaran por detrás …
- ¡Sí! ¡Lo estoy deseando! - gritó Bárbara.
- ¡Vamos, Mamen! - ordené - ¡Dala por culo!
Mamen apuntó el consolador hacia el ojete de mi sobrina. Presionó lentamente, y ayudándose con la mano, intentó que cediese ante el látex en forma de polla. Yo lo contemplaba desde cerca, con el rostro entre las piernas de Baby, al tiempo que acariciaba su mojado chochito. La tarea no era fácil. No olvidemos que, aunque se ayudase con las manos, ese consolador, en realidad, Mamen lo manejaba con la boca, desde la bola-mordaza que apretaba entre los dientes. El inexperto culo de mi sobrina, a pesar del tapón anal que había albergado durante la tarde, no gozaba aún de la dilatación a la que Mamen y yo estábamos acostumbradas; de forma que, para conseguir penetrar su joven culito, separé con mis manos sus nalgas. El agujero, poco a poco, fue cediendo, y la polla de látex avanzó en el interior de su recto.
- ¿Te duele? - pregunté.
- Un poco – reconoció Baby – Pero también me gusta.
- Tiene que doler un poco, nena. Pero en cuanto la tengas dentro, verás qué placer te va a dar – la animé para que aguantase un poco. Mamen apretaba lentamente el consolador y éste avanzaba centímetro a centímetro en su interior - ¡Eso es, Mamen! ¡Méteselo poco a poco! ¡Desvirga su culo!
- ¡Ahhhh! - susurró Baby – Me gusta … ¡aaaahhh!
- Ya casi lo tienes metido hasta el fondo, Baby – la indiqué, contemplando desde cerca cómo Mamen estaba a punto de hundir todo el consolador - ¡No pares hasta que lo tenga todo dentro! - ordené - ¿Lo sientes, Baby? ¿Sientes cómo se ta parte el culo en dos?
- ¡Sí, oh, sí! - exclamó - ¡Me encanta!
- Claro que te encanta – dije para calentarla aún más - ¿A qué puta no le gusta que le rompan el culo?
- Lo siento dentro, muy dentro – explicó Baby al notarse invadida por aquellos 25 centímetro de polla de plástico.
- Cuando te metan una de verdad, una de carne y hueso … ¡te gustará más! - la calenté – No podrás dejar de follar por el culo.
- ¡Ufff, uffff! - gimió - ¡Qué gustazo! ¡Qué sensación más increíble! - exclamó presa de la excitación. Era el momento de entregarme a la tarea de comer su joven chochito al tiempo que Mamen la daba por el culo. Como sabréis, es una de mis postura favoritas: que me follen por el culo mientras me comen el coño. Y quería que mi sobrina experimentase la misma sensación que yo.
- ¡Voy a comerte el coño! - anuncié un segundo antes de que mi lengua entrase en contacto con sus labios vaginales. Separé los laterales de la cremallera metálica de su braga-culotte y comencé a mamar su tierno y húmedo chochito.
Continuará ...