Mi sirvienta
Un buen polvo con mi sirvienta.
Este relato que les cuento, me pone caliente cada vez que pienso en él, es un caso de mi vida de infiel, sucedió acá en Campeche. Soy casado hace ya 12 años, en los cuales me he pegado unas culeadas que ni mejor dicho.
Esta historia fue con la empleada del servicio, no sé porque me gustan tanto las viejas estas del servicio, son mi fantasma preferida y luego de dos años de casados, contrató mi esposa a una muchacha para que le ayudara con los oficios de la casa. Al principio, Idaly, que así se llama, llegó muy recatadita, muy seria y por supuesto, yo era el patrón, muy serio también, con ella la miraba pero con indiferencia pues no le veía como buen cuerpo que digamos hasta que un glorioso día, después de ella llevar ya como un mes trabajando para nosotros, yo estaba en el apartamento pues en esa época, estaba sin trabajo, entonces me mantenía en la casa todo el día mientras mi señora trabajaba.
Ese día, Idaly llegó y empezó a hacer sus labores normales, mientras tanto, yo estaba en mi habitación viendo la televisión, en mi cama y sin ponerle mucha atención, luego la saludé como de costumbre y seguí en lo mío. Al rato, como a las 10 a. m., llegó a sacudir la habitación y empezó por los nocheros, al lado de mi cama y por supuesto, al agacharse, se le alcanzó a ver una parte de los senos; inmediatamente, yo me di cuenta y la miré como quien no quiere la cosa, enseguida le vi ese par de tetas muy buenas por cierto.
Ella seguía haciendo sus cosas, organizando el almuerzo y cosas así; en ese momento, me empezó a entrar como el deseo por ella y empecé a mirarla, no le dije nada pero me di cuenta de que ella se dio cuenta de lo que ya había visto y empezó el entre y salga de mi habitación con cualquier pretexto, entraba a mi habitación y me ponía conversación hasta que, como a las 11:30 de la mañana pasadas, mi esposa llegó a almorzar y ahí paró la cosa, el hombre muy serio. Mi esposa estuvo la hora de almuerzo y todo muy tranquilo, yo muy despreocupado del asunto pero por dentro, que me le tiraba encima a la hembra cada vez que pasaba la miraba y ella se medio sonreía.
Así seguimos como hasta la 1:30 p. m. cuando Salma, mi señora, salía a trabajar de nuevo y en cuanto ella salió, yo arranqué a atacar de nuevo, entonces comencé a ponerle picante a la conversación y a preguntarle por el novio y pendejadas de esas, a volverla a ubicar en lo que estábamos. Por fin, ella me dio tiro y llegó el tema candente, el sexo; a ella no le disgustó la conversación y hasta se sentó en el borde de la cama, yo ya estaba como calientito y me la jugué toda.
En un momento dado, le toqué el tema de los senos diciéndole que los tenía muy bonitos y grandes, que el novio era afortunado porque los podía tener para él solito y cosas así, ella respondía que no, que ese ya no se fijaba en eso y ese fue el punto, inmediatamente empecé a echarle los perros, como se dice por acá en Campeche y ella no me esquivaba el tema así que seguía con mi tema hasta que le mandé la mano a la pierna. De inmediato, ella hizo un poco de repulsa y me dijo "cuidado, aquí no" y añadió que si de pronto llegaba alguien y nos pillaba; oyendo eso, yo pensé "esta ya esta lista" así que seguí insistiéndole pero ya con la mano en las tetas, manoseándoselas por encima de la camisa.
Ella trataba de hacer repulsa pero con ganas de seguir, en ese momento, yo estaba acostado así que la cogí por la cintura y me la eché encima de mí. Al principio, ella trató de apartarse pero cuando sintió el palo que tenía debajo de la pantaleta, ya no se resistió más y empezó a moverse como una licuadora, frotaba y frotaba la tremenda verga que sentía en su raja aunque aún estábamos ella en falda y yo en pants.
Ya no me aguantaba más, entonces decidí acostarla a ella y me le monté encima para poder así apretar más a esa morena que ya se sentía caliente; así, comencé por meterle la mano por entre su camiseta y empecé a manosearle las tetas grandes y blanditas, con esos pezones que se querían salir del sostén y yo, encima, dándoles un masaje como para arrancarle los pezones. Ella todavía me decía que no le hiciera eso, que nos podían pillar pero ya las cartas estaban echadas, yo ya no pensaba parar.
Me tiré para un lado pero con la mano dentro de su blusa todavía, luego la fui bajando poco a poco hasta llegar a su ombliguito; ya en ese punto, ella ya no tenía voluntad, ya me cogía y me apretaba contra ella y se movía como si ya me la estuviera clavando. Enseguida, tomé el cierre de la falda y empecé a bajárselo y ya cuando tenía a mi vista la tanguita, le metí la mano por entre el calzón y la entrepierna; allí estaba esa vaginita encharcada a más no poder, con su babita brotando ya por la panty, eso sí me puso a mil.
Al momento, le bajé los pantalones poco a poco y ya ella estaba más que relajada, yo ya pensaba "esta ya lo tiene todo adentro" y no esperó ni siquiera a que terminara de quitarle la falda cuando ya se estaba quintando la panty, yo la detuve y le dije que todavía no, que me dejara a mí ese dispendioso trabajo y que más bien me quitara el pants a mí, lo cual no se hizo de rogar mucho y en un abrir y cerrar de ojos, yo ya estaba desnudo y con ese mástil como se debía. Ella no lo dejó caer y de inmediato, se le mandó encima y empezó otra vez a moverse encima de él y a decirme que se lo metiera, que lo quería todo adentro, que no esperara más.
Yo aproveché y la puse de nuevo encima de la cama pero esta vez boca abajo y empecé a hacerle un masaje con mi verga en el culito, por encima del panty, luego se lo metía por el borde de la panty y se lo ponía en la vulvita, toda encharcadita. Esa mujer empezó a chillar como una ternera mientras que yo le daba sus buenos toque en el culito pero ya ella como que se estaba enojando y me pedía que le quitara el calzón, que ya no aguantaba más. Yo accedí y cuando le quité el calzón, tremendo panorama el que descubrí, los pelitos los tenía enroscaditos y mojados hasta la raíz, eso me puso como un toro y de inmediato, sin decirle nada, le metí mi cabeza entre las piernas y empecé a hacerle la mamada de pucha más grande y rica que jamás le habían hecho pues según ella, nunca se la habían chupado así. Estuve por cinco a diez minutos pegado de ese gallito, chupé que no ha chupado, sentía como si le saliera sangre de lo rojo que lo tenía ya pero era toda la leche que le salía por la vagina la que me estaba chupando, ya tenía yo mi cara toda empapada pues se la pasaba desde el gallito hasta el culito y esa mujer gritó lo que no ha gritado. Al fin, la hice venirse dos o tres veces con mi boca pero yo, que tenía mi verga ya a reventar, me le puse encima y sin necesidad de hacer mucha fuerza, esta le entró hasta el fondo haciéndola retorcer pero no del dolor sino para terminar de acomodársela bien adentro; la tenía toda adentro y me apretaba contra ella para que se la metiera más y más. Así seguimos por espacio de dos o tres cuartos de horas, en un mete y saca que ni para que les cuento, el caso es que ella se vino conmigo adentro como cinco veces pues era seguido que se venía, incluso yo alcancé a chorrearme dentro de esa vaginita como cuatro veces, que ya no era vaginita sino puchota de lo abierta que la tenía. La cosa fue que esa tarde fue una corrida tremenda.
Descansamos un rato y fuimos a darnos un baño; ya en la ducha, los dos juntos nos enjabonamos de lo lindo y nos pegamos cada uno una mamada del carajo, incluso se me corría otra vez en la boca esa leche, ya era mi polvo y el de ella juntos, mezclados formaban esa leche espesa con olor y sabor a semen y a sudor que aún me acuerdo de ello y se me para el pito. Ahí fue la primera mamada que me dieron, ella se pegó a él como si se lo fueran a quitar y terminó con la poca leche que me quedaba en los huevos acabando con la boca roja de tanto mamar.
Nos dimos un duchazo para quitarnos ese olor a sexo que teníamos pegado al cuerpo y cuando la estaba enjabonando por la espalda, le pasé la mano enjabonada por entre las dos nalgas y por error pero con unas ganas y con la ayuda del jabón, le metí un dedo por el culito. Al principio, ella dio un brinquito y se quejó como de dolor pero yo seguía ahí insistiendo y por supuesto, ella se relajó y empezó a menear el culo pegada contra la pared, ¡qué delicia!, fue la primera vez en mi vida que metía un dedo dentro de un culito que no fuera el mío.
Estando en esas, pasó algo que acabó por arreglar la tarde, sonó el teléfono en la sala a eso de las cinco de la tarde, hora en que más o menos estaba saliendo mi señora del trabajo y la noticia fue que se quedaba con unos compañeros a celebrar la firma de no sé qué acuerdo, contrato o algo así y que iban a estar en una disco por ahí cerquita, para que me reuniera con ellos a eso de las siete de la noche.
Nos pusimos de acuerdo, colgué el teléfono y claro, volví a lo mío, a lo que tenía en el baño esperándome para terminar la faena y ya en el baño de nuevo, ella ya se estaba poniendo la tanguita y claro, yo ya estaba de nuevo como un toro con el cacho donde era. Enseguida, la cogí por la espalda y como ella es más bajita que yo, me tocó agacharme un poco para poder ponerle mi chimbo en su culito y hacerle el masajito; de inmediato, ella paró la colita como un pato, como queriendo decir "cómetelo que es todo tuyo", lo cual me lo hizo casi reventar. Al instante, le baje la tanguita otra vez y ella me preguntó si teníamos tiempo, entonces le di la noticia del teléfono así que había tiempo de sobra para el último polvo del día y ese fue el más espectacular. Como ya habíamos empezado a sentir las delicias del culito, cosa que ella nunca había hecho ni yo tampoco, nos encargamos de que fuera el más rico para los dos.
Para ello, salimos del baño y ella tomó la posición de culeada, ya sabía por donde iba la cosa; de inmediato, yo me agaché un poco y empecé a chuparle el culito, por lo que poco a poco, ella se fue soltando y calentando de nuevo. Entonces, le metí mi lengua y le hice la mina más rica del mundo, me sabía la boca amarga pero me la aguanté, luego cogí un poco de gel lubricante y se lo puse en el culito, enseguida le acerqué mi verga poco a poco hasta que empecé a penetrarla en esa cuevita de placer.
Mi verga le fue entrando, al principio sentí apretadito pero luego se fue abriendo el ojete y ahí sí empecé a meter y a sacar, primero despacio y luego más rápido, luego ella empezó a gritar. Estuvimos en esas casi quince minutos, primero se vino ella y con un resoplido como un buey, me le vine yo también hasta que terminamos los dos de nuevo empapados en sudor, ella con la chimba y el culo rojos del voleo y yo, con los huevos secos, sin leche y el chimbo más que amoratado, ya casi se me estaba pelando pero seguía parado a más no poder. Descansamos un rato revolcándonos por todas como perro y perra en calor, metiendo el dedo y la lengua, mamando y chupando, luego nos metimos de nuevo a la ducha y otro baño y otra manoseada por todas partes. Terminamos el baño con las piernas temblorosas del agotamiento, luego nos salimos del baño y nos vestimos, ella se terminó de organizar ya para irse y terminó de arreglar lo poco que pudo en la casa dejando todo en orden. A eso de las 6:30 de la tarde, ella salió del apartamento no sin antes pegarnos una apretada más buena que las anteriores y por supuesto, dejar todo listo para los otros días que venían, se pueden imaginar la feria de polvos, pues ella venía tres veces por semana y yo seguía sin trabajo.