Mi singular pareja... de 3? (1)

hoy quisiera centrarme en mi presente, lo que me ha traído tanta felicidad y un estilo de vida muy singular, que me ha traído la crítica de muchos que incluso están dentro del ambiente.

Hola, Mi nombre es Manuel y les contaré como llegué a tener una pareja muy singular.

Desde muy pequeño llegué a descubrir mi gusto por los hombres, pero les contaré más de mí. Pertenezco a una familia acomodada, y hemos vivido en distintos países de Latinoamérica, y cada país tiene su historia por contar. La magnitud de cada una de esas historias es de acuerdo a la edad en las que las protagonicé y no descarto la idea de irlas contando poco a poco. Pero hoy quisiera centrarme en mi presente, lo que me ha traído tanta felicidad y un estilo de vida muy singular, que me ha traído la crítica de muchos que incluso están dentro del ambiente, pero eso no me llega a molestar, pues los homosexuales estamos acostumbrados a saber vivir pese a lo que opinen los demás de nosotros.

Esta parte de mi vida que deseo contarles comienza cuando por cuestiones del trabajo de mi padre vivíamos en Argentina y había llegado el tiempo para que yo estudiara la Universidad. Mis padres y yo habíamos decidido que la cursaría en mi país de Origen, México, y que sería en una de las instituciones tecnológicas de más prestigio de la nación. Así que me mudé a un Loft que mi padre había comprado para mí en una de las principales áreas metropolitanas. Por las noches deseaba tener contacto con alguien, disfrutar el calor de un cuerpo masculino, disfrutar el compartir lo mejor de mí, mi intimidad, con un verdadero hombre que me hiciera inmortal al darme esa mítica ambrosía que sólo puede venir como resultado de un encuentro con un hombre en toda la extensión de la palabra, y no con una mala imitación de mujer. Pero había algunos problemas: era nuevo en esa enorme ciudad, no quería tomar malas decisiones que al final me complicaran la vida allí, tampoco quería ponerme a ligar en la universidad donde si elegía a una persona inapropiada podría "quemarme" y ganarme el apodo de "el puto del TEC", todo eso era un freno para a mis 18 años sacar todo aquello que como seres humanos llevamos dentro, es parte d nuestros instintos mas primitivos, lamentablemente esos instintos debían ceder lugar a la razón.

Un día, en uno de los descansos entre clases, leyendo un periódico vi el anuncio de un cine XXX, pensé que allí podría estar a gusto y conociendo la fama de esos lugares, mínimo podría conseguir a alguien que en la comodidad de as butacas del cine pudiera regalarme una deliciosa felación y yo, como todo un caballero, retribuir al favor que me prestara. Al terminar un viernes la última clase, corrí a casa a cambiar mi atuendo, dejé la ropa de marca que siempre usaba en la universidad, para ponerme un Levis 505 (muy común) y otra playera X, para no llamar mucho la atención. Dejé mi cartera con identificaciones y tarjetas de crédito en casa, pues nunca había ido a un cine de esa clase y no sabía que tipo de personas encontraría allí. Decidí no llevar mi auto y llamar un taxi, el cual llegó a eso de las 9:30pm por mí. Le indique a dónde me llevaría y sentí de alguna manera la mirada de juicio del conductor. Cuando bajé del taxi las piernas me temblaban, mi corazón aumentaba en cada segundo la frecuencia de sus palpitaciones, la voz me tembló cuando pregunté a la dulce viejecita de la taquilla el precio del boleto de admisión. Pensaba que esa señora me juzgaba y me tenía en el peor de los conceptos por asistir a ver esas películas. La mano me temblaba al darle eñl dinero y al recibir el boleto de entrada. Casi corrí hasta entrar a la sala. Encontré todo mas oscuro que en las salas de cine normales, en la pantalla pasaban la escena de una tipa siendo objeto de una doble penetración, los otros protagonistas eran unos negros con unos cuerpazos y vergas de campeonato.

Cuando mis ojos se acostumbraron a la oscuridad de la sala y mi olfato al desagradable aroma penetrante de tabaco, ví que la sala sólo era visitada por hombres, quienes estaban distribuidos a lo largo y ancho de la sala, casi en todos los casos de a uno por fila, y en algunos casos de a dos. Decidí sentarme en una fila que se encontraba sola, en la sección de la izquierda. A mi derecha se ubicaban dos hombres sentados juntos, con el paso del tiempo fui viendo que los dos se besaban con pasión, uno de ellos notó que los estaba observando y al principio se veía que no le importaba, pero después se notó que las caricias y besos que daba a su amante en turno aumentaban de intensidad y me ofrecía una mirada como brindándome el toro a quien le encajaría unos minutos después su sable. Poco a poco desabotonó la camisa de su acompañante, besaba su cuello y poco a poco bajaba hasta llegar a sus pezones, mientras el que era embelezado con esas atenciones se retorcía de placer y lanzaba uno que otro gemido. De un de repente vi que quien llevaba el papel de activo se detuvo en seco y susurró a su acompañante algo que hizo que de rápido se abrochara un botón de su camisa y los dos se pusieron atentos a la película, segundos después pasó un señor de unos 70 años con una mini linterna para asegurarse de que en el cine no pasaba nada inmoral (ahora al igual que todos sé que eso es sólo para cubrir apariencias). En cuanto se regresó el señor a las penumbras, ellos siguieron en lo que estaban, como si se hubiera deshabilitado la pausa en una película, en eso veo que el pasivo tenía los pantalones de bajo y que el activo estaba desabrochándose la hebilla de su cinturón y después el pantalón, el que se bajó al mismo tiempo que sus interiores, pues se veía una linda verga que brillaba con la poca luz que se reflejaba de la pantalla que exhibía una película que no me interesaba ver, estaba mas emocionado con el espectáculo que tenía lugar a unos cuantos metros de distancia de donde yo me encontraba. Entonces vi que quien actuaba esa vez no sólo era activo, pues posicionó su cabeza entre las piernas del otro tipo y comenzó a darle una reverenda mamada, parecía tan buena que el otro no se contuvo mucho y en poco tiempo retiró de su entrepierna la cabeza del excelente amante que tenía por un lado y gimió como signo inequívoco de su venida. Cuando pasó esto entonces quien había llevado siempre las riendas de ese acto, tomó por la cabeza a su amante en turno y la dirigió a esa palpitante herramienta que tenia en la entrepierna y mientras que el que hacía unos instantes había eyaculado estaba con su tarea "mamatoria", el hombre que me tenia embelezado acomodaba el cuerpo de cu compañero en la butaca, de tal manera que el culo de este quedara expuesto, y mientras el chavo que a mi punto de vista sólo actuaba como extra de la película mamaba esa herramienta que yo me moría por probar, el hombre que se había convertido en el objeto de mi deseo metía uno a uno sus dedos en el ano de su acompañante.

Duraron varios minutos en esos menesteres, hasta que se alcanzaron a escuchar los gemidos del hombre que demostraba ser el amante perfecto, y detenía en su entrepierna la cabeza de su insipiente compañero y entonces voltee a ver su cara y su penetrante mirada estaba fija en mis ojos, como dedicándome el rabo y las orejas que estaba recibiendo en esos momentos como trofeo.

En ese instante los dos se quedaron quietos, yo no aguantaba mas y decidí ir al baño de la sala de cine, puyes mi cuerpo exigía un sublime acto de onanismo, masturbación, manuela, jalada de pescuezo al ganso o como gusten llamarlo, no me atrevía a hacerlo allí mismo, pues mi pudor no me lo permitía. Me fui corriendo y vi que en todas las divisiones que había entre los inodoras habían de esos "agujeros gloriosos" donde bien cabía un ojo para espiar al vecino o también podría caber la verga de alguien que quisiera compartirla. Llegué y me bajé por completo el pantalón y vi que en mi boxer ajustado se veía una enorme mancha del precum producido por la escena de ese hombre que no me podía sacar de la mente, y también me lo bajé. Desabroché mi camisa, acaricié mi pecho baje poco a poco hasta llegar a mi verga que estaba apuntando hacia el cielo. Mi otra mano se dedicaba a acariciar mis nalgas y la entrada de mi ano… estaba disfrutando tanto de mis propias caricias teniendo en mente a ese hombre que me tenia delirando de calentura que me produjo, cuando veo que hay un ojo en el agujero de la división y una voz me preguntaba que si precisaba ayuda, y en vez de responder con voz, al ver que se retiraba el ojo, introduje mi pene en ese amplio hoyo, y para mi sorpresa, mi vecino también me ayudó a introducir por allí mis testículos. Primero dio un lametón general después les dedicó algunos minutos a cada uno de mis testículos y después le dedico todas sus atenciones a mi pene. Nunca había recibido una mamada tan buena y dedicada, chupaba mi glande como si fuera una paleta tutsi pop después mi pene desaparecía por completo en su boca y su lengua rodeaba mi falo, era maravilloso, me sentía en la gloria y llegó el momento en que comencé a sentir que se venia anunciando con bombo y platillo que venía el éxtasis total que acompaña al orgasmo, le avisé a mi compañero que me venía y en lugar de quitarse y dejar que yo solo terminara, succionó mi verga como un niño que quiere terminarse hasta la ultima gota de su mamila, nunca había terminado en la boca de alguien, eso era nuevo para mi, y fue delicioso que me exprimieran con la boca la verga hasta la ultima gota.

Me arreglé la ropa y salí del cubículo. Después de mi se abrió la boca del cubículo de quien me había regalado ese bello momento de placer y para mi sorpresa reconocí a quien de allí salía: era el hombre que tanto me había gustado dentro de la sala de cine. Me dijo que mi pene estaba delicioso y que mis "grandes huevos" le habían sabido a gloria.

Ahora que lo veía a la luz me gustaba más, media como 1.85 y de complexión regular. Era un hombre muy atractivo y con una barbita de candado que le deba un toque que lo hacía aún más deseable. Nos presentamos, me dijo textualmente lo siguiente: Hola, me llamo José, pero para mis amigos soy "pepe", tengo 28 años y lo mejor de todo, soy gay y soltero".

Yo también me presenté y al terminar de afinar detalles de nuestro arreglo personal en el espejo del baño, me dijo que si le aceptaba un café, para seguir conversando, café que por supuesto acepté, me había encantado el desenvolvimiento de ese hombre en la intimidad, tanto cuando lo vi con aquel tipo X en la sala del cine, como cuando lo sentí en los baños del mencionado lugar.

Me dijo que saldría primero y que me esperaba en el café que estaba a dos cuadras, que no lo plantara. Le dije que tuviera por seguro que lo alcanzaría. No terminaba de decir eso cuando me planto un beso "de piquito" y se retiró. Los segundos se me hacían eternos, cuando vi que mi reloj marcaba 3 minutos después de que él se había ido no aguanté más y salí del cine rumbo a ese café, pensando en que todo el muerdo me había visto salir y que todos sabían que estaba por verme con alguien a quien me había "ligado" en el cine.

Llegué con el corazón latiéndome a mil pulsaciones por hora y vi a ese hombre que me ganaba con 10 años allí a penas sentándose en la mesa que el mesero le asignó. Llegué y lo saludé como si no nos hubiéramos visto, a lo mucho, hacía unos 5 min.

En lo que hablamos le dije cuanto me excitó haberlo visto en plena acción en la sala del cine y me dijo que desde que llegué yo tb le gusté, pero que el otro chavo ya me había "ganado el lugar", pero que mucho de lo que hizo con él fue motivado para calentarme y cuando yo salí de la sala temía que me hubiera ido del cine, pero que en el baño comprobó que su técnica había producido resultado, ya hablamos de que los dos somos inter mas activos pero que para lo que queríamos que pasara (un buen momento de sexo) no seria inconveniente, los dos cederíamos.

Pagó lo poco que consumimos y me invitó a su casa. Aunque él aún vivía con sus padres ellos se encontraban visitando a algunos familiares en otro estado de la república. Acepté con algo de temor, pues era un hombre 10 años mayor que yo, y en su casa no se que me podría hacer, pero estaba con una gran calentura y ese hombre poseía la "medicina" que me la quitaría.

Llegamos en su coche de reciente modelo a una de las zonas residenciales exclusivas de la ciudad y llegamos a una casa muy bella. Yo me moría de ganas de besarlo en cuanto entramos a su cochera, pero no lo hice por temor a que alguien de sus empleados pudiera vernos y lo que menos quería era causarle problemas.

Posteriormente me conectó que a esa hora y en ese lugar no había nadie más. Así que en cuanto nos bajamos me acerqué a él y le di un abrazo muy fuerte, con el que quería demostrarle el deseo que en mi interior explotaba por él, por sentir el calor y olor de su piel, el sabor de su boca, y la pasión compartida de las caricias. En ese mismo momento él me correspondió y me dio un gran plus, un beso lleno de pasión y deseo, que me hacia sentirme en el cielo, no me di cuenta de a que hora nuestras lenguas enfrentaron una batalla cuerpo a cuerpo y nuestros cuerpos y nuestros cuerpos, por debajo de la ropa que nos estorbaba, buscaban fundirse en uno solo. Ambos podíamos sentir la erección del otro, sentíamos cómo nuestras dos espadas luchaban por salir de sus respectivas fundas para librar esa batalla campal. Así me fue acercando a la puerta de su casa la cuela abrió sin dejar de besarme y acariciarme con la mano que tenía libre encendió la luz y me fue guiando a la sala que estaba cerca de la puerta, me tiró sobre el sofá que estaba super cómodo y el sentir todo el peso de su cuerpo frotándose con el mío hizo que mi calentura subiera hasta los niveles máximos. Estando así desfajé su camisa y comencé, como pude, a desabotonarla y a quitársela por completo. Habiéndola tirado a un lado mi boca abandonó la suya para cambiar de posición: lo guié para que ahora fuera él quien reposara sobre el sofá y mi boca procedió a dedicarse a su cuello, sentía cómo el ritmo de su respiración iba aumentando y bajé por su pecho hasta llegar a cada uno de sus pezones, lamerlos y darle pequeñas pero sentidas mordiditas, después baje por su ombligo, besé y lamí su pene por encima del pantalón que, lo deje lleno de mi saliva. Habiendo hecho esto seguí subiendo y cuando aun no llegaba de nuevo a sus pezones él me quitó la playera y desabrochó el cinturón y el pantalón que yo llevaba puestos, a lo cual ayude quitándomelos por completo. Sólo quedaba mi bóxer tipo brief y creí en ese momento que estábamos en desigualdad de circunstancias, y como siempre he sido muy justo, le ayudé a despojarse de su pantalón, sobre el boxer se notaba que su pene estaba por reventar esa delgada tela.

Me acomodé para que, siguiendo él acostado, su pene quedara justo en medio de la división de mis glúteos y me dedique a cabalgarlo como si ya estuviera siendo penetrado. Él gemía de placer mientras yo seguía así y de vez en cuando mis labios alcanzaban los suyos. En una de esas bis labios se dirigieron a su oreja y le pregunté si tenía a la mano un condón y su mirada brilló aún mas y me pidió que le acercara su pantalón. DE la cartera sacó un condón ultra sensitivo y me lo dio. Ya teniéndolo en la mano, con su ayuda mis dientes quitaron ese boxer tan ajustado que contenía ese hermoso pene y esos grandes y deliciosos testículos llenos de esa leche que a los 18 años me hacía falta para terminar de nutrirme. Ya que se los quité por completo, mi boca se dedico a lamer primero cada uno de sus testículos y después le di una buena mamada a ese instrumento de placer. Acto seguido destapé el condón y lo puse en su erecta verga. Acto seguido me despojé de la única prenda interior que me quedaba y en ese momento pasé una pierna por cada lado de él, que seguía costado, y poco a poco me inserté esa espada en el culo. No negaré que fue un agudo dolor el que me produjo al principio, pero con mis movimientos circulares originados desde la cintura que estaba rodeada por sus fuertes y suaves manos, pude acostumbrarme pronto. Mis manos estaban sobre su pecho y es sube y baja de mis nalgas, que estaba sincronizado con el movimiento similar de su pelvis, aumentaban de velocidad así estuvimos hasta que sentí un gran suspiro y gemido de su parte, lo que me anunciaba que ya estaba por venirse y terminó en un fuerte grito, me pidió que me quedara así hasta que re redujera dentro de mi el tamaño de su verga, lo complací hasta el momento en que me dijo que le hiciera el favor de bajarme y se quito el condón, lo anudó y lo dejó a un lado de nosotros, me pidio que me recostara sobre él y alli nos dormimos un rato recostados, abrazados y con mi cara sobre su hombro

(Esta historia continuará….)