Mi sensual inquilina y el cornudo de su mozo
Cruces fugaces de miradas cómplices de deseo y mucha lujuria con mi inquilina del piso de abajo hacen que no nos importe nada por poseernos en la misma casa de mis suegros hasta poder gozarnos deliciosamente en su apartamento y el mío.
Mi sensual inquilina y el cornudo de su mozo
Cruces fugaces de miradas cómplices de deseo y mucha lujuria con mi inquilina del piso de abajo hacen que no nos importe nada por poseernos en la misma casa de mis suegros hasta poder gozarnos deliciosamente en su apartamento y el mío.
Por razones laborales tuve que cambiarme junto con mi mujer e hijos de ciudad de residencia para venir a vivir con mejores opciones de ingresos económicos, para lo cual mis suegros del gusto que vengamos a vivir aquí me ofrecieron de buena voluntad un apartamento cómodo en su muy grande casa rentera en la cual viven hasta ellos mismo, luego de estar instalados ya por un par de meses y haciendo una vida normal un día sábado que llegué a la hora de almuerzo a casa observé sin darle importancia que se mudaban nuevos inquilinos a la casa y supuse que llegaban a vivir en el piso de abajo nuestro por que era el único que estaba desocupado, pasé a mi apartamento de la manera más normal posible y creo que no salí si no hasta el lunes en la mañana de nuevo a trabajar ese fin de semana de casa, ese primer día laborable al llegar en la tarde de trabajar al pasar por el zaguán que conduce a las gradas del segundo piso de los apartamentos de atrás de la casa en dónde debajo de las gradas se ponen las máquinas lavadoras por ocupar el espacio y también por que ya estaban ahí hechas las instalaciones adecuadas para su funcionamiento adecuado me llamó la atención oler un perfume penetrante de mujer unos metros antes de pasar por las gradas, al aproximarme más a dicho lugar de lavandería me topo con la grata sorpresa que se trataba de la nueva inquilina que había llegado a vivir el sábado, saludé al pasar percibiendo ya de cerca su aroma y mi detector natural de mujeres atractivas activó el sistema automático de escaneo, en cuestión de segundos mi sistema completo después de un pormenorizado análisis me dio el resultado, se trataba de una mujer 10 / 10, al subir seguí con mi escaneo y ella estaba agachada en la máquina lavadora con el pelo recogido y con un top que dejaba ver su plano vientre salido de las danzas de las mil y una noches y una lycra pegada a su escultural y firme cuerpo, parecía modelo de programas de televisión de los que dan en las mañanas y ayudan a las amas de casa a hacer ejercicios, mientras abría la puerta de la manera más lenta posible para poder verla más tiempo ella me pescó viéndole descaradamente su cuerpo de pies a cabeza, me plantó la mirada fija a mis ojos como diciendo que tanto miras y sin disimulo con el lenguaje de las miradas le hice saber que me encantó, ella lo entendió y con una sonrisa leve pero muy coqueta hizo una expresión de que se sintió halagada y ella sin bajarme la mirada en ningún momento con osadía hasta que ingresé a mi casa me demostró su atrevimiento, audacia y resolución.
Realmente me impactaron sus curvas bien delineadas, estaba torneada por las mismas manos de Dios, su vientre plano, sus caderas prominentes, sus culito puntiagudo, sus pechos perfectos bien parados y abultados, sus piernas muy bien trabajadas en una amalgama perfecta entre músculos y feminidad, su carita de cógeme, su mirada soberbia y desvergonzada, el color de su piel canela tostada por el sol, su monte de Venus destacado que sobresalía excesivo y ese calor de mujer criolla, ella no tenía descendencia española si no se notaba su origen autóctono sus ojos grandes rasgados o achinados, le calculé que tenía de 23 a 25 años y desde ese momento no dejaba de pensarla y se me venía su belleza exótica a la mente a cada momento.
Desde ese mismo día comencé mi casería y por la ventana de la sala estaba atento al patio a ver a que hora salía a la calle o a comprar algo en la tienda, cada vez que la veía me gustaba más, salía vestida de diferente manera pero con ropas cómodas de estar en casa. Me daba cuenta de las costillas que se veían sobresalir de lo flaquita y rica que era y cada día me enloquecía más por ella. La mayoría de veces que la observaba ella sentía mi mirada y regresaba a ver de manera violenta a mi ventana para cerciorarse de que la seguía con mi mirada hasta perderse contemplando la hermosura de su cuerpo.
En una merienda que nos invitaron en el apartamento de mis suegros que queda en la misma casa mi suegra se puso a hablar de la pareja recién llegada y a manera de conversación o chisme a mi mujer le contó que la chica nueva que había llegado era moza del tipo, que no era su mujer, que este tipo al cual yo pensaba que era su marido y al cual había visto apenas en unas tres ocasiones era casado y que vivía con su mujer y familia en el centro de la ciudad, pero que a esta joven chica la había sacado de la casa humilde de sus padres para darse el gustito de tener una amante oficial a la cual la tenía instalada con todas las comodidades con tal de que esté con él, el tipo no era para nada simpático, no tenía buena presencia, usaba lentes muy gruesos como de asiento de botella de aspecto lánguido y hasta raquítico, un tanto déspota en su manera de ser de unos 48 años.
Mi suegra que no le encanta el chisme si no que le fascina esa noche le puso a mi mujer al día de la vida, pasión, virtudes y defectos de la pareja nueva, a lo cual yo en estado pasivo de oyente desinteresado de la charla no le di como siempre importancia a los chismes de mi suegra, pero entre mí le agradecía por la información detallada que sin pensarlo y quererlo me cruzaba.
Un día que estaba conduciendo por la calle cerca de mi barrio, la alarma de mi detector de mujeres ricas otra vez se encendió y regresé a ver un monumental y escultural cuerpo de una deliciosa hembra de pelo negro azabache hasta la cintura con una cintura que se arrancaba enfundada un unos ajustados vaqueros descaderados, al rebasarla se me hizo conocida su cara y por el retrovisor la hice seguimiento hasta darme cuenta que se trataba de mi deseada inquilina, caminaba como modelo en pasarela poniendo un pie delante del otro con unos tacos muy altos que hacían que se vea más protuberante su hermoso culo, casi no la reconozco, nunca la había visto así, que espectacular mujer, detuve el carro una cuadra más adelante y me bajé a darle alcance a pie, todos los hombres de la calle la veían pasar y se quedaban con la boca abierta de ver semejante criolla, al acercarme ella me reconoció apenas me vio y sonrió un poco a manera de saludo sin pensar que me la iba a acercar, nuestras cómplices miradas en el patio de la casa nos habían dado una confianza casi natural sin ni siquiera saber nuestros nombres.
Me acerqué y como si ya fuéramos amigos de siempre le saludé con un beso en la mejilla el cual ella lo recibió y acepté mi saludo, le dije que me gustaba mucho y que quería llegar a conocerla un poco más, le entregué una tarjeta de presentación mía invitándola a que me llame y ella un tanto apurada me despechó, me dijo que en la esquina se había citado con su marido, mozo, mantenedor y que ya estaba por llegar, que yo era un loco y un atrevido y le di mi nombre y ella me dio al fin el suyo, Viviana se despidió de mí con un apresurado beso y efectivamente más adelante en un taxi lo pasó a recoger su marido y estuvo todo sincronizado justo a tiempo.
Yo andaba ya más tranquilo, no como antes que parecía diablo en botella por que ya me había desahogado diciéndole que me atraía mucho pero ella nunca me llamo al celular como hubiese querido, pero después de poco tiempo el diablo entró en acción nuevamente y me la volví a topar debajo de la grada sacando ropa de su lavadora para colgarle al secado, me siguió con la mirada de una manera muy atrevida sin bajarme como tratando de humillarme intentando que le baje la mirada, fue el colmo de su insolencia y en media grada me bajé a dónde estaba ella sin quitarnos la mirada ni un solo momento, me acerqué, la tomé de la cintura de una manera un tanto brusca atándola a mi cuerpo y que me sienta, acercando mis labios a los suyos le clavé un beso muy apasionado el cual ella lo recibió con deleite, me empujó contra la pared más cercana y metiendo su viboreante lengua hasta lo más adentro que pudo me hizo estremecer de placer, la empujé ahora yo a la piedra de lavar y tomando el control absoluto de todos los movimientos mis manos parecían luces de estreboscopía en su cuerpo, en cuestión de segundos cambiaban de lugar, topando con gran placer sensual cada parte de su cuerpo, ella suspiraba profundo a cada embate mío sin dejar de besarme hasta que le metí mis manos traviesas por debajo de su lycra llegando a su bien depilado coño, empecé a jugar con su caliente vulva húmeda y ella puesta los ojos en blanco y entregada como un corderito dejó de ser la potra indomable que parecía ser y lo único que hacía es respirar entrecortadamente jadeando de placer el sonido de unos pasos hizo que saltemos como resortes a la realidad y en milésimas de segundo ya estuvimos compuestos del todo, me quedé con una erección que me dolía dentro de mi boxer, pero con el placer de haberla sometido y disfrutado por el momento hasta esos avances y muy feliz por ello me hice al dolor con la ilusión de volver a encontrar la ocasión adecuada.
No pasó ni dos días de eso que volvimos a hacer lo mismo, como adolescentes, escondidos de los demás y con el pendiente de que alguien nos podía ver y hacer que se arme un problema gordo se nos volvió costumbre fajarnos a cada momento que podíamos en ese mismo lugar, la piedra de lavar se nos había hecho nuestro secreto lugar de encuentros. En cada acto de coincidir los dos el ese paso obligado para subir a mi casa nos volvimos adictos a nuestros jamoneos, pero yo quería ya más, peor no había como, estábamos siempre con la casa llena de personas, especialmente de mis suegros, los chicos y demás inquilinos, le decía para vernos afuera de la casa y ella me decía hasta la saciedad que no podía por que el tipo la tenía demasiado controlada, por que era muy celoso y posesivo, no quería para nada arriesgar el confort que le brindaba a ella y me contó que también a su familia, así que no había manera de sacarla, en cada furtivo encuentro subía hecho un león a mi casa y a mi mujer le pegaba unos fajes y polvos de gusto, llegué a obsesionarme por hacerle gritar fuerte a mi mujer de gusto en las noches para que la inquilina de abajo oyera, con ella me desahogaba terminado copiosamente y me causaba morbo que Viviana escuche todo abajo, logrando en ocasiones mi objetivo.
Cada vez nuestros fugases encuentros eran más arrechos y atrevidos pero no teníamos tiempo para pasar a penetraciones, máximo hacía que me sienta punteando su salido sapito con mi verga bien parada encima de la ropa y metía mis dedos en su concha y culo al paso.
Un día sábado dejé el maletín de mi computadota portátil en la oficina pensando regresar a recogerlo mas tarde y las llaves de mi casa metidas en el bolsillo pero como al regresar de visitar a un cliente y estando ya muy cerca de la casa decidí ya quedarme y no ir a la oficina, entré a la casa y estaba todo oscuro, no había nadie, ni una luz de ningún apartamento estaba encendida, se me vino a la mente que mi mujer ese día habían quedado irse con todos incluyendo mis suegros a la casa de campo y ni me había acordado, putee un poco y en la oscuridad del patio me dispuse a mandar mensajes de mi celular para pasar el tiempo, mierda, estaba sin la llaves de la casa, nadie que me abra dentro y la oficina a esas horas seguro cerrada, calculé que tenía que esperar unas dos horas para que ellos lleguen así que ya me hice al dolor.
En un momento con el rabo del ojo veo que dentro del apartamento de Viviana encienden el televisor, sorpresa la mía por que estaba casi seguro de que no había nadie en toda la casa, se me quitó el mal genio ipsofacto y las ideas solitas vinieron a mi mente, me puse a maquinar un plan a la velocidad de un procesador Centrino y ya estaba el plan y cuartada perfecta lista.
Entre mí dije, voy a golpear la puerta de Viviana y si está o sale su marido le contaré lo que me pasó de las llaves haciéndole dar pena y le preguntaré si vio salir a mi familia y a que hora pero si salía ella .eso no me imaginé la verdad, todavía no podía creer tanta suerte.
Me coloqué los huevos bien puestos y procedí a golpear la puerta, escuché que adentro venían pasos de chancletas y en serio nunca pensé que estaría sola y ya preparando mi expresión formal para hablar, me abre la puerta con ojitos somnolientos con cierta timidez, me dirigí a ella con mucho respeto tratándole de señora y hablando fuerte por que pensaba que adentro estaba su mozo y le pregunto susurrando que si estaba su marido y me dice que no, casi salto de la emoción y ya en serio le conté mi historia de la llave y me hizo pasar a su apartamento. Me contó que como su marido era profesor esa mañana había ido con sus alumnos a la playa, que no llegaba si no en tres días y que acababa de despertarse hace unos minutos y que por eso prendió la tele mientras se despertaba bien, que había dormido toda la tarde y que no sabía quien podía estar golpeando su puerta y que ni en sueños se había imaginado que era yo.
Se puso muy contenta y me dijo al fin podemos estar solos, me lancé sobre ella en el sofá de su sala ahora si a disfrutarla sin apuros ni presiones, no había nadie en toda la casa eran como las siete de la noche y calculaba que en dos horas más venía ya mi familia.
La desnudé despacio, disfrutando cada segundo, cada momento, arrancando sus prendas con mis dientes y con un poco de colaboración de ella, al fin tenía esa criolla totalmente desnuda, era un espectáculo poder contemplarla en total desnudez, qué rasgos para sensuales y femeninos tenía en cada centímetro de su cuerpo, de su cuerpo menudo y pecho flaco salían unos dos melones perfectos, redondos, paraditos y macizos que contrastaban con sus costillas sobresalidas de la piel, su cintura perfecta con el vientre plano como el de Shakira, sus brazos y piernas contorneadas, parecía un monumento erótico griego de la edad media que se movía con vida propia que me besaba con desenfreno y vibraba de placer a cada momento, como pudo ella me desvistió con urgencia, como que si otro ruido de nuevo nos fuera a interrumpir y no quería que pase lo de la otra vez, con la punta de su lengua iba recorriendo mi cuerpo de bajada, empezó en mi boca para luego seguir por mi cuello y me enloqueció de placer cuando llegó a mis tetillas y me las empezó a lenguetear, mientras presionaba mi verga todavía dentro del boxer que luchaba por salir, bajo por mi abdomen y metiendo su lengua en mi ombligo se saltó de una a su destino final, bajando con desesperación y angustia mi calzoncillo se aferró a mi garrote después de contemplarlo brevemente con mirada lujuriosa, como pensando qué mismo hacer con mi ofrenda que dura como una barra de acero apuntaba el techo desafiante y pujante.
Comenzó a darme lenguetazos como con antelación le había propiciado ese tipo de placer a mis tetillas, la misma técnica enloquecedora utilizó con mis huevos, culo y glande por turnos. Qué manera de utilizar su lengua, al fin la podía gozar, después de unos 4 meses de franeleos leves, al fin la tenía pelada en su apartamento a mi disposición y su cuevita en sus exteriores depilada como una niña clamaba por mis atenciones, sin pasar mas tiempo y con desesperación y esmero en su sofá me coloqué en posición para hacer un 69 delicioso, su lengua hacía milagros, por mi parte en competencia desmedida y con atención diligente ejecuté mi mejor técnica de mamada y con benevolencia absoluta logre que estallara con violencia en mi cara y boca con chorritos de líquidos que como meado le bajaban como una cascada nalgas abajo para terminar mojando la esponja de su sillón.
Con la boca empapada con sus flujos la besé sin piedad y poniéndonos cada vez más morbosos y ganosos seguimos con nuestras caricias, gozando de nuestros cuerpos a plenitud ahora ya sin ningún tipo de interrupciones, la habitación olía a su sexo que como aroma afrodisíaco exquisito estimulaba más mis sentidos y estaba loco e impetuoso, con vehemencia la tomé de su rica cintura y piernas y la llevé a su habitación tendiéndola en su cama al través
Ella se apoderó con lujurioso arrebato de mi pene que fogoso y vivo estaba que estallaba como nunca de grande, no me había crecido tanto la verga así en otras ocasiones, era tanta la arrechera que Viviana en mi causaba que parecía que iba a estallar con cada bombeo de mi sangre que emitía mi corazón directamente a las cavernas y venas de mi miembro palpitante. Ella degustaba con agrado las gotitas como de rocío que de mi uretra salían cristalinas a darle lubricación a nuestro acto, su estimulo con su lengua que una hora estaba en la punta y otra hora en la base misma de mis huevos, subía y bajaba a sus anchas y largas mientras en su rostro se dibujaba una expresión rebozante de su vicio consistente en un apetito desordenado de los deleites de la carne, no había mejor posición para el disfrute de ambos, mientras ella agarraba mi perlina maza me dediqué con mis dedos a darle placer dentro de su cuevita apretada que estrechamente albergaba mis dedos índice y medio abrazándolos con contracciones rítmicas con sus paredes vaginales, su chucha mojada hacía que resbalen hasta lo más profundo que podía y sentía dentro como una pepa de durazno con la cual jugueteaba a placer, no tardaron en venir los griticos de ella que acompañados de sus movimientos pélvicos buscando su mayor placer, disfrute máximo y la penetración adecuada que con su lenguaje corporal me hacía saber, mis dedos enfundados en ese guante de terciopelo con mi dedo pulgar jugueteando con su clítoris hizo que ella estalle en otro orgasmo más violento que el del sillón, encharcando las ropas de cama e impregnando de su olor su habitación.
Seguía yo con mi falo reluciente y brillante mientras ella flácida como pudo sacando fuerzas de donde no tenía alcanzó a acomodarse boca abajo poniendo una almohada suavecita en su carita, separó su pierna derecha alzando su rodilla a la altura de su cadera y la pierna izquierda la dejó estirada y se acostó en estado de trance a descansar de semejante corrida, sus nalgas eran dos montes unidos y viéndole de perfil su redondez perfecta hacían cada una semicircunferencias de 180 grados, en medio de sus dos montañas se observaba una gruta estrecha que todavía tenía rastros de que por ahí bajo hace pocos momentos un aluvión de líquidos, pasé mi lengua como lija, desde abajo hacia arriba para jugar con su asterisco y meter mi lengua hasta dónde más podía, ella no quería más estímulos, su cuerpo en estado de sobre excitación a cada momento daba reflejos condicionados cíclicos y su piel de gallina conjuntamente con su respiración muy agitada me pusieron un alto, no me permitía seguir dándole placer, me invadió una ternura inmensa al verle a semejante hembra rendida de placer, mi potra salvaje estaba domada y mansa, acariciando despacio su escultural cuerpo en forma de guitarra y besando muy despacio su cuello se fue tranquilizando poco a poco, tomando su cabellera negra y alzando su pelo hacia la cabecera de la cama pasaba la punta de mi lengua por sus orejas y cuello, se quedó dormida unos diez minutos en mis brazos sintiendo mis tiernas caricias.
Su orgullo de hembra hizo que se despertara a acabar con su pendiente y cogiendo mi verga todavía de espaldas a mí, estirando su mano hacia atrás tomó otra vez una voz de mando y me dijo:
- Quiero que me cojas papi, méteme tu verga hasta el fondo, me muero de ganas de tenerla adentro, todo este tiempo lo he deseado desde el primer día que me quedaste viendo con deseo en la lavandería.
Fue música para mis oídos escucharla decirme eso y uniendo la acción a las palabras ella acostada boca abajo la comencé a clavar de a poco, tenía una chuchita por demás apretada, le intentaba meter mi glande en la entrada de su cuevita pero se me hacía casi imposible por su estrechez, a pesar de que estaba muy lubricada no le ingresaba, de a poco fue entrando y sus paredes me daban un poco más de espacio a cada embestida, le dije tranquila amor, si te entra la cabeza lo demás es verga, así fue que me enterré de un empujón de mi parte unido al de ella que hizo para atrás su culo con el único afán de recibirme, invadí hasta las tres cuartas partes y ya sentía como me mordía, esto me causó más arrechera y sin compasión la ensarte colocando mi cabeza en su mera matriz, estaba en la misma gloria, sentía el fin y al fin su chepa caliente como un horno y mi escroto pegado a su culo se refregaba a cada arremetida, su conejito apretaba, su perrito mordía, la comencé a moler contra su cama que crujía con mucha fuerza, ella gritaba, puteaba y decía palabras inteligibles en las que sólo alcancé a entender las palabras me partes rico cabrón, siseaba y arrugaba con sus manos hechas puño en la cubrecama, le entró una locura erótica y alzando su culo buscando mayor penetración y de manera incomoda hacia atrás cogía mis nalgas para empujarme más a ella.
Alzó luego de un rato más su culo para ponerse en cuatro y como una perrita arrecha se movía contorsionando su cuerpo y su cabeza y pelos de un lado a otro, acariciaba sus nalgas primero suavemente para luego empezar a darle nalgadas sonoras en su culo, mis manos quedaban dibujadas en lo rojo de su piel y ella pedía más y más.
- Haz conmigo lo que quieras papi, sabes que desde hace tiempo te pertenezco cabrón, ya quería que me tengas así gozándome, al fin, al fin te tengo, al fin, soy tu perra mira como me tienes hijo de puta, esto querías verdad ? Esto querías ? Cierto cabrón ? Ahora vas a ver lo que es tenerme, te tendré deslechado siempre y a la modosita de tu mujer ya no te podrá tener por que quiero que seas mío, aaaaaaaaaaaaaa que rico hijo de puta me matas de gustooooo aaaayyy que rico, que rico, ahora sé por que chillaba tu mujer si coges de gusto cabrón, que rico te mueves. Dame más, dame más y no pares nunca, quiero que me des por el culo, métemela por el culo.
En un arranque de locura me lo pidió lo cual obedecí a la brevedad, le intenté ensartar por su rico culito, pero no hubo como, lo tenía muy cerrado, para que quería un culo si su chepa apretaba mejor que ninguna cosa en el mundo, me entré de nuevo en ella y mis movimientos hacían que suene como aplausos en la habitación en la acción del choque de sus paradas nalgas, en esa misma posición de perrito tomé con mis dedos su clítoris y le empecé a masajear fruto de lo cual no aguantó mucho y se vino en un orgasmo largo y fuerte.
- Voy a acabar hijo de puuuuuuuuuuuuuuta mira como me tienes y todo lo que me haces, mal parido, puto de mierda, sí que sabes culiar bien a una mujer, quiero que te vengas conmigo, dame tu leche, dame esa leche, no quiero que le des a tu mujer esta noche, dámela toda, eres un animal mira como me tienes bestia, miraaaaaaaaaaa aaaaaaaaaa ohhhhhhh ya sé por que gritaba esa como puta.
La di la vuelta y en posición de misionero abriendo sus piernas como libro viejo la hice acabar hasta la última gota y chupado sus tetas me dijo:
- Dele verga y leche desde ahora a su mujercita que soy yo, dámela cabrón quiero sentirte.
Esto era demás, empecé a venirme dentro de ella y Viviana sintió mis chorros, me lo hizo saber y dijo vente aquí señalándome su plano vientre, saqué mi manguera y salieron los últimos chorros a su preciosa pancita, ella regó mi semen caliente, blanco y espeso por toda sus tetas y vientre mientras seguía contorneándose como culebra en su destendida y mojada cama.
Esa noche nos volvimos adictos a nuestros cuerpos, repitiendo una vez más otro sobervio polvo de iguales características, llegó mi familia y subieron a nuestro apartamento lo mismo que hice yo después de un prudente tiempo, nadie se dio cuenta de nada y entré a casa como si nada.
Luego de este encuentro con Viviana aprovechamos cualquier mínima oportunidad para pegarnos los mejores palos de nuestras vidas y a veces con la velocidad de un conejo, lo hacíamos en la lavandería, en su casa y en la mía dependiendo de las circunstancias.
Un día en lo mejor de un buen polvo la tenía a Viviana empalada con las piernas de par en par gimiendo agudamente de placer en el sillón de su casa y en menos de 4 segundos se abrió la puerta del patio general que daba precisamente a la sala, era su marido que nos encontró in fraganti y a mí con las manos en la maza de sus bien paraditas tetas, nunca me había pasado, pero los dos de la arrechera que teníamos ni siquiera nos movimos haciendo intento de levantarnos, sólo nos quedamos quietos y fríos.
Él comenzó a dar alaridos de indignación, con lo celoso que me contaba que era, la escena fue como que le tiraran un balde de agua fría con cubitos de hielo incluidos, realmente era una situación de lo más comprometedora, ella con su aire de mujer mandona, se paró y le enfrentó diciéndole que si él no estaba en casa para satisfacer sus deseos pues que yo estaba ahí para eso, que conmigo se siente una mujer plena hecha y derecha y que no pensaba dejar de verme, que si quería, se quede con su apartamento y con todo y que ella ya no quería estar más con él.
Yo me quedé perplejo oyendo lo que decía mientras me vestía, ella tomó de una la situación de la manera más frontal y decidida y él me lanzaba miradas de rencor las cuales le plantaba sin tenerle miedo, en la casa no estaba nadie de mi familia ni parientes pero sí inquilinos de otros apartamentos los cuales salieron a ver el alboroto que se armó, ella dominó la situación tomando el toro por los cuernos dejándome admirado de su valentía y determinación, a mí al acabar de vestirme el tipo me dijo que esto lo iba a saber mi mujer y mis suegros y yo sólo de imaginarme que se iba a armar una chúpame el culo más grande, también le planté.
- Si esto se llegan a enterar mi mujer y mis suegros te cagas por que yo también voy y te cago con tu mujer, así que más te vale que te vayas tranquilizando y no jodas y te saco la recontra puta que te arrepentiràs toda tu vida así que tú decides, hacer esto más grande o no.
El tipo refunfuñaba y le dije que no le vaya a topar a Viviana por nada del mundo, ella me pidió que por favor me retire y desde arriba escuchaba todavía los gritos del tipo aunque no tan claramente para entender la conversación en su totalidad.
Al otro día me supo decir que el tipo no dirá nada y que ya lo había amanzado y arreglado todo, cómo?..... no sé todavía, pero lo que sí sé es que nunca el tipo dijo nada a nadie y por suerte tampoco los vecinos, ella me dijo que siguiéramos con lo nuestro de una manera normal, que no iba a renunciar a mí y al placer que le daba, me he dado cuenta que al tipo en el fondo le gusta que le cuenten como me la cojo por algunas cosas que ella me ha contado. A veces me dice que vaya a llenarle de leche su chepa un poco antes de que él llegue qué dicen ustedes, les pregunto, verdad que el tipo sí sabe bien y le gusta esto de ser cornudo?
Espero la respuesta a mi pregunta y sus comentarios a:
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Tato