Mi segundo relato ...con mi viejieto

Continuo con mi aventura con "Ambrosio" aquel verano

Después de un par de días de mi aventura con Ambrosio (ver en esta página bajo el título “fantasías de una mujer casada”) yo estaba hecha un lío. Él me mandaba whatsapps a todas horas.

Yo aún seguía en la gran ciudad (a mi amiga aun le quedaban 2 días más para que le dieran el alta) y me sentía, como en esas películas donde a un personaje se le aparecen, cerca de sus oídos, un demonio y un ángel.

El ángel me decía que soy una mujer casada. Con un buen marido. Bueno y cariñoso. Pero muy soso. Y mi nene. El demonio...me pinchaba para que contestara a Ambrosio.

El calor, seguía apretando. Y no ayudaba a decidirme. YA no podía más. Y, como era de esperar...me convenció el demonio.

Así que, desde la oficina, le conteste el martes por la mañana (el polvo anterior con él fue un viernes).

No recibía respuesta, así que pensé que igual se había cansado de esperarme. Estaba a punto de irme a casa (a mediodía) cuando el teléfono dio un salto en la mesa.

Era Ambrosio. Me decía:

  • Puta, así que al final te has decidido. Quiero contarte un plan que tengo para ti... - y me contó el plan. Joder..casi me mojo allí mismo.

El plan era que él pasaba a recogerme por mi casa esa noche. Pasadas las 12. Me llevaría a un local de intercambio que él  conocía. Allí, Ambrosio, había quedado con un conocido suyo, Pedro y su pareja. Me explicó que Pedro tiene 70 años y que él y Ambrosio se conocen de coincidir en el local varias veces y de haber compartido “aventuras”, me dijo. En cuanto a la pareja con la que iba a ir Pedro...de ella no me dijo nada más. Solo, que me gustaría.

Al principio, la idea de que Ambrosio me “compartiera”, no me hizo mucha gracia, la verdad. Aunque, a medida que hablaba con Ambrosio y me contaba alguna de sus “aventuras” con este “amigo”, me imaginé siendo penetrada con fuerza por aquellos dos viejos. Se me puso la piel de gallina y no pude evitar que una humedad se hizo presente en mis braguitas.

Se lo dije a Ambrosio y el muy cabrón, dio, una vuelta más de tuerca. Me pidió que me vistiera como en nuestro encuentro...o más zorra aún.

Me escribió:

  • ¿Has visto las “emociones” que te ofrezco?. Dime, perrita, ¿Serás capaz de ir vestida aun más puta que la vez anterior?, ¿Podrás?, ¿Te atreves?

No sólo me quería compartir con otro. Me pedía que fuera vestida...como una zorra.

Joder, solo con leer lo que me decía, me tuve que ir al baño. Estaba cachondísima. Tanto...que ni comí. Nada más salir de la oficina, me fui de compras.

¿Qué me podía poner? No podía fallar. Mini falda. Eso estaba claro. Elegí una de cuero, color rojo. En cuanto a la lencería, entre en una tienda de Intimissimi. Pero no me convencía lo que veía. Buscaba algo...llamativo. Finalmente, encontré en un Sex Shop, un tanga de hilo. Color...verde fluorescente!!!!!

Los zapatos, me costó encontrarlos, Tuve que ir casi a 6 zapaterías.

Me había fijado en unos preciosos zapatos negros de tacón de 7 cm de punta redonda. De color negro. Con una perlita justo en la parte más alta. Vi el precio. Madre mía!!! 65 euros!!!! ¿Estaban locos? Y eso que, el mes de Agosto, es un mes de Rebajas.

Caray!!!! 65 euros.

Mientras buscaba a la dependienta, para que me sacara unos, talla 37, de repente...los ví. Unas plataformas de tacón. De color fucsia con algún ribete en negro. Al igual que los tacones, no estaban rebajados y su precio, era aún más caro (10 euros más caros). Pero me daba igual. No lo dude un instante. Cogí las plataformas y me fui directa a la dependienta.

Por fortuna, el modelo les acababa de entrar el día anterior y tenían casi todos los números (no te puedes imaginar, amigo/a lector/a lo difícil que es encontrar buen calzado talla 37. Se agotan enseguida).

Faltaba la parte de arriba. No podía ser una blusa. Así que....un top!!! claro. Eso era. Entré en Bershka y me compré uno que me quedaba algo justo (me hubiera venido mejor una talla más).

Se me habían hecho casi las 19 de la tarde (desde las 15 que había acabado mi trabajo. En muchos lugares de España, en Agosto, solo se trabaja hasta esa hora. Incluso un poco antes, en algunas empresas).

Tenía que ir a casa, darme un buen baño de burbujas, hacerme algo ligero para cenar (estaba sin comer), maquillarme. No tenía tiempo. Estaba nerviosa!!!!

En casa, traté de relajarme mientras me bañaba. Un relajante baño de espuma (al que eché unas sales de baño que tengo en casa) no ayudó a bajar la excitación y el nerviosismo que tenía.

Al contrario, esa sensación, aumentó cuando me probaba, frente al espejo que tenemos en el cuarto de baño contiguo a la habitación (la misma habitación donde aquel viejo me había poseído con furia la noche anterior).

Cené algo rápido. Preparé un poco de ensalada y freí unas setas. Apuré rápido la comida. Llegaba el momento de vestirse. De prepararme para la fiesta que mi amante me había preparado.

Al vestirme con la mini roja, el top (que dejaba ver mi ombligo y tenía un más que generoso escote) y sobretodo aquellas enormes plataformas, me sentía...una auténtica puta. Me eché unas gotitas de mi perfume favorito 212 de Carolina Herrera en el cuello y en el escote.

Estaba preparada. Me encendí un cigarrillo (y eso, que lo había dejado. Pero estaba nerviosa. Lo necesitaba y mi marido, que sí es fumador, siempre tiene un paquete de cigarros o puros en casa).

Aun disfrutaba del cigarro, cuando me zumbó el móvil. Ambrosio me esperaba en la puerta. Con su raído Renault 5 rojo.

Bajé a la velocidad de la luz y subí a su coche. Nerviosa. Él me recibió con un:

  • Hola Putita. Estás...espectacular – Su mano, se posaba en mi muslo izquierdo y amenazaba con subir.

Yo le miré a los ojos y le dije

  • ¿Has visto?. ¿Soy o no una buena pu..?

No me dejo acabar. Se lanzó a comerme la boca. Sus dedos, apartaron mi tanga fluorescente y mientras me besaba, sus dedos jugaron unos segundos en mi clítoris. Yo, que ya estaba excitada antes de bajar, no pude evitar comenzar a mojar ligeramente aquel tanga verde. La excitación que tenía apagaba el olor a tabaco que emanaba del coche y el cuerpo de Ambrosio.

  • Joder, que caliente estás ya, putita – dijo él, riendo. Volvió a su asiento y arrancó.

El muñequito de Elvis, que, pegado en el salpicadero, se movía alegremente, me ocupó apenas unos segundos. Solo los necesarios para responderle.

-Sí. Estoy mojada por tí. Te necesito. Necesito tus...emociones.

  • Nena...vas a alucinar!!!!

Y ya lo creo que aluciné.

Me comentó algo más del plan. El local al que íbamos está fuera de la gran ciudad. A unos 25 Km. Es pequeño, y muy discreto. Frecuentado, en su mayoría por parejas de mediana edad, a veces, van hombres solos (como él) y muy raramente, alguna chica sola.

Él iba desde hacía 3 o 4 años. De sus idas y venidas, había conocido a mucha gente. Había entablado cierta relación de camaradería con Pedro. Un divorciado (como Ambrosio) de 71 años (en el momento del relato es la edad que tenía), que a veces, iba con una pareja ocasional.

Yo le insistí en como era esa pareja. Y que me parecía raro que fuera con parejas “ocasionales”.

Ambrosio, esquivaba todas las preguntas acerca de la pareja de su camarada. Solo..sonreía entre dientes.

Después de una animada charla durante el trayecto (y que me metiera mano cada vez que paraba), llegamos.

Pensé que iba a encontrarme cola en la puerta, como en las discotecas a las que a veces, voy con mis amigas (a mi marido no le gusta salir). Pero no había nadie dentro. Ambrosio, adivinó mi pensamiento, porque me dijo:

  • Lo que pasa, que no es poco, pasa dentro.

Me pareció bien. Discreto.

Entramos y, nada más entrar, la chica que nos recibió, saludó a Ambrosio como Don Ambrosio. Pensé en qué habría hecho allí dentro mi amante. Me puse nerviosa.

El local estaba muy oscuro. Ambrosio, entre penumbras, localizó a su camarada.

Pedro era un hombre alto (medía 1m77 según me explicó más tarde), con el pelo totalmente cano, barriga más prominente que la de Ambrosio (vamos..que tenía una barriga considerable), muy bien vestido (llevaba una camisa crema y una corbata).

A su lado estaba, cogida de su brazo...Sheila. Sheila era...una chica bajita (mediría como yo, poco más de 1m50) de 23 años. Muy morena de piel, buenos pechos (le calculé una 85 o una 90) y buena figura. Llevaba un vestido de tirantes muy corto (apenas tapaba su culo) y muy escotada. Por su acento y el color de su piel, no cabía duda. Era latina. En concreto (me lo contó luego) Colombiana (y más en concreto, “rola”. Según me dijo, los “rolos” o las “rolas” son los chicos y chicas de la capital, Bogotá).

Nos saludamos con los preceptivos besos en las mejillas.

En seguida se notó la camaradería entre los dos hombres. Y me impactó lo bien que se manejaba Sheila en aquella situación. Yo estaba, al principio, un poco fuera de órbita. Ambrosio me tenía cogida de la cintura. Los hombres mantenían una entrañable conversación, recordando aventuras pasadas. Sheila, sonreía y afirmaba. Yo parecía un mero florero hasta que, Ambrosio, dirigiéndose a a Pedro, dijo:

  • ¿Y quién este bellezón y de donde la has sacado?
  • De donde va a ser – río.
  • Ay, gracias – dijo la colombiana, con ese acento meloso.
  • Bueno, tu putita está muy buena también – dijo Pedro, desnudándome con la mirada. No me miraba a los ojos, solo...a mi escote.

En ese momento, Ambrosio me dio un leve empujón hacia Pedro. Vi que Sheila comenzó también a caminar hacia Ambrosio.

Intercambiamos las parejas. Pedro, me recibió...sobándome el culo. Directamente. Y Ambrosio, recibió a la exhuberante colombiana con un morreo de impresión, comiéndole la boca. Ella, le acariciaba el pecho.

  • Tienes un culo precioso, Vanessa - Os recuerdo, que ese es el nombre que le dije a Ambrosio y con el que me presentó a su camarada y a Sheila. Mientras lo decía, me metía mano por debajo de la mini
  • Pues el culo de ésta, no esta nada mal – añadió Ambrosio, refiriéndose a Sheila. Ambrosio, le cogía ambos cachetes, como el que le muestra un melón a un conocido. Ella parecía encantada. No dejaba de reir.

  • Chicos, tengo ganas de ir al baño, me acompañas, Vanessa – Dijo Sheila.

No tenía muchas ganas, pero le dije que sí. Mientras caminaba hacia el baño, vi que Sheila movía el culo de forma exagerada. Esa chica..se movía como pez en el agua por allí (no le hizo falta saber donde estaba el baño. Ya lo sabía).

Al entrar al baño, nos fuimos a los espejos y Sheila, me dijo.

  • Cielo, ¿A ti cuanto te paga?

Yo me quedé...sin saber qué decir. Estupefacta. No podía ser..

  • Vamos, cariño. Somos colegas- Dijo Sheila – A mi 300 euros por toda la noche. Para ganar eso, tengo que hacer 5-6 servicios de media hora y la cosa está floja. ¿Y a ti cuanto, amor?

Yo estaba en estado de shock. Sheila...era..lo que era. Una profesional. Una puta. La iba a follar un viejo (o dos) por 300 euros.

Pero mi siguiente pensamiento, me sacó de mi estado de shock. Pensé que a mi iban a hacerme lo mismo (follarme uno o los dos viejos) solo que...GRATIS. ¿Quién era más puta de las dos?. Estaba claro.

Reí, maliciosa y, mirándola a los ojos, le dije:

  • A mi no me paga nada. Lo hago por puro vicio – Me di la vuelta y me marché. Pero la cara debió de poner Sheila...jjajaa.

Volví con Pedro. De nuevo, palmeaba mi culo. Yo miraba a Ambrosio. Con mi mirada le decía “eres un cabrón”. Él, que parece que me leyó la mente (Ambrosio, desde que le conozco tiene una habilidad especial para saber qué pienso. Adivina mis pensamientos sin que le diga nada), río socarrón.

En ese instante, apareció Sheila, contoneándose. Se fue, directa, a por Ambrosio. Y le comió la boca ella a él. Además, sin ningún disimulo, le tocó, claramente, el paquete.

Sheila, parecía mandarme un mensaje. Ella...era la puta. Yo, una advenediza. No sé porqué se portaba así. Tal vez temía que le quitara “el negocio”.

Pedro, me llevo, de la cintura a una esquina del local. Pude ver a otra pareja; una mujer rubia y un hombre moreno. Ambos un poco entrados en carne, de la misma edad ( unos cuarenta y muchos). Ambos bailaban (si es que a eso se le llama bailar). El la cogía del culo, levantando su vestido, mostrando un tanga negro y unos ligueros. Ella le rodeaba el cuello con las manos. De vez en cuando, se besaban.

Pedro me dijo que era la zona de baile. Pero él, no se movía. Estaba claro lo que quería. Que yo, bailara para él.

Alcé mis brazos y empecé a moverme, sensual, tratando de excitarle. El no perdía ojo, me miraba con descaro. Por unos segundos, me olvidé de Ambrosio.

Cuando le ví, tenía a la colombiana sentada encima de él, en una de las mesas del local. Se comían las bocas.

Me entró un poco de celos y de rabia. Así que me puse de espaldas a Ambrosio y le comencé a restregar mi culo contra su paquete.

No me lo podía creer. Si no había tenido poco con Ambrosio la noche anterior (mi anterior relato) ahora estaba vestida como una zorra, rozando mi culo contra la verga de aquel orondo viejo de 71 y encima, estaba celosa!!!!

Durante unos segundos, Ambrosio y yo cruzamos nuestras miradas. De nuevo, esa sonrisa. De vicioso. Picarona. Socarrona.

Vi como Ambrosio cogía a la colombiana de la cintura, la quitaba de encima y cogiéndola del culo, venían hacia nosotros.

No dijo nada. Se situó en la misma postura que Pedro. De pie. Estático. Sin moverse.

Sheila, que ya sabía qué era lo que venía comenzó a bailar twerking. Ufffff. Como movía esa chica el culo.

Evidentemente, mas de una palmada de ellos a nuestros culos, resonaron en aquella mini pista de baile. Pedro me paró, me sujetó del brazo, tirando de mi. Cuando me hubo pegado a él (solo separados por aquella barriga) me puso las manos en las tetas.

  • Vaya tetas tienes, so puta

Me dijo. A bocajarro. Pero, lejos de ofenderme, le respondí.

  • ¿Te gustaaaaan?- Y las moví. A derecha y a izquierda. Me estaba comenzando a excitar aquella situación. Además, puede que Sheila tuviese un culazo mejor que el mío. Pero yo tenía más pecho y lo sabía lucir.
  • Seguro que haces buenas “cubanas” con ellas -
  • Si quieres probar... - le dije. Sonriendo. Toma, jódete, Sheila. Supera eso.

Pero de nuevo, el cabrón de Ambrosio, tuvo que dar una vuelta de tuerca más, Nunca se lo agradeceré lo suficiente. Él le dijo a la colombiana.

  • Y tu, zorra, ¿Qué sabes hacer? - La tenía cogida del pelo y del culo. Una mano en cada sitio.
  • Papito, lo que te voy a hacer con mi boca y mi culo, no te lo ha hecho nadie. Jamás.

Maldita zorra!!!! Y encima, Ambrosio...me miró. Riendo. Burlón. Sabía que yo me “picaría”. Y eso sacaría, aun más, la zorra que llevo dentro.

Eso es lo que quería Ambrosio desde el principio (me lo confesó más tarde). Él sabía que su colega iría con una putilla (así me la definió luego) joven y quería que yo me picara. Me contó que desde que se conocen (hace 3 años mas o menos) él siempre va con putas de 20 y pocos años. La mayoría de veces latinas. Aunque también había ido con chicas del este de Europa.

Me dijo que Pedro goza de buena pensión (había sido empresario) y que, incluso, juntos se habían ido de putas.

Bueno, que me voy..por las ramas.

Yo, tenía que hacer algo. No podía dejar que aquella niñata, por muy profesional que fuera, me dejara en evidencia. Ahí no había más puta que yo.

Dejé de bailar. Miré la enorme barriga de Pedro. Y bajé mi mano, a su paquete. Le pegué una buena sobada de su miembro. Mientras introducía un dedo de mi otra mano en mi boca.

  • ¿Y tú?, ¿Qué sabes hacer con esto, cielo? - Le dije a Pedro. Mirándole a los ojos, retadora.
  • Te lo voy a meter por todos tus agujeros, zorra. Ya me ha contado Ambrosio lo puta que eres - ¿Quéeee?. Ambrosio le había hablado de mí. Seguro que le contó como me folló como a una auténtica zorra. En mi propia casa. En mi propia cama.

Yo apretaba con cierta fuerza aquel miembro de 71 años. Notaba como se endurecía. No parecía demasiado grande.

Mientras yo sobaba el paquete de aquel viejo, él aprovechaba para meter sus dedos en mi sexo, ya bastante húmedo. Fue sentir aquellas ajados dedos en mi sexo cuando empecé a mojarme más. Pedro, empezó a hacerme 1 dedo. Muy suave. Yo entrecerraba los ojos.

Aun así, pude ver como la zorrita de Sheila restregaba su culo latino en la verga de Ambrosio. Éste azotaba con violencia el culo de la colombiana.

La temperatura había subido sobre manera. Sobretodo la mía. Aquel viejo me estaba provocando un placer cercano al orgasmo con sus dedos.

Pero de repente, paró. Miró a Ambrosio. Ambos asintieron y Pedro fue hasta la barra a pedir algo. Habló unos segundos con la chica de recepción y vi como le entregaban una llave.

Ambrosio, cogió a Sheila y caminaron para encontrarse con Pedro. Yo les seguí. Ambrosio no quitaba su mano del culo de la colombiana.

Llegué al lado de Pedro y éste dijo:

  • Ya tengo la llave del cuarto oscuro. Vamos?

¿Cuarto oscuro?, ¿Qué era eso? Me preguntaba. Pedro, me cogía del culo y me hizo caminar a su lado recorriendo la sala principal (donde estábamos antes) hasta una pequeña puerta que daba a un estrecho pasillo. En el pasillo (que estaba solo iluminado por un fluorescente blanco en el medio) había puertas a ambos lados.

Pedro, se paró frente a la tercera puerta de la izquierda. Cogió la llave y…la dejó caer. Adrede. Me miraba. Quería que la cogiera. Que me agachara a por ella.

Lo hice...recreándome. Dándoles a aquellos viejos y a la colombiana una buena visión de mi tanga fluorescente. Si yo les daba una buena visión, Pedro me dio a mi...un fortísimo cachete. Tanto que casi golpeó la puerta con la cabeza.

No me inmuté. Seguí “agachada”. A los dos segundos...otro cachete. Aún más fuerte. Pero esta vez, no había sido Pedro. Me giré y vi sonreir a Ambrosio. Aaaaayyyy esa sonrisa. Maliciosa. Depravada. Sucia.

Me dolía algo el culo, así que me incorporé y entregué la llave a Pedro. Y le puse una sonrisa triunfal a Sheila. Que me miraba con cara de envidia.

Entramos dentro del cuarto oscuro.

Había un sofá de cuero rojo de dos plazas. Una cama de matrimonio y un pequeño mini bar. Todo ello alumbrado (por decir algo) con una tenue luz roja.

Los dos viejos se separaron de mi y de Sheila y se sentaron en el sofá. Algo habían pergeñado.

  • Nenas...queremos un striptease. Y rapidito. - Dijo Pedro.
  • Esperad…no. Mejor. Quitaos la ropa la una a la otra. - Corrigió Ambrosio. Pedro, asintió.

Sheila y yo nos miramos. Ella dio un paso al frente y se plantó a escasos milímetros de ambos viejos.

Estaba claro. Me tocaba quitarle el vestido a Sheila. El vestido ya estaba bastante subido por la parte del culo. Sheila levantó sus manos. Yo cogí el vestido. Sintiendo su piel. Esa piel canela. Empecé a subir el vestido poco a poco. Su culo…era espectacular. Redondo. Duro. Lo había adornado con un fino tanga negro. Seguí subiendo su vestido hasta quitárselo del todo.

Los dos viejos…rugían. Le lanzaban piropos. Muchos de ellos, cualquier mujer decente los consideraría inaceptables.

Pero Sheila, no era una mujer decente. Era una puta. Que cobraba.

  • Vanessa, amor…dale la vuelta a tu amiga. Queremos admirar esa obra de arte – Decía Ambrosio. Ese cabrón sabía cómo pincharme. La colombiana rio, descarada. Yo la cogí de la cintura y la hice girar. Ella quedó de espaldas a ellos e inició una maniobra de ir agachándose poco a poco hacia adelante. Apoyándose en mí. Su culo, quedó casi rozando la cara de aquellos dos viejos, que no tardaron en azotar, incluso, en morder.

Ella...no se quejaba. Al contrario, se reía, mirándome victoriosa.

  • Ahora tú a Vanessa y rapidito – Ambrosio, dirigía las operaciones. Mientras lo decía, ambos viejos se quitaban pantalones y calzoncillos.

Sheila, se situó detrás mío. Yo miraba, entre excitada y furiosa a Ambrosio. Con que obra de arte eh, cabrón. Ahora verás.

La colombiana bajo la cremallera de la mini falda y...yo misma la bajé. Estaba caliente. Mucho. Estaba desnudándome ante aquellos dos hombres con una prostituta ayudándome. Me sentía...una zorra.

Miré a Ambrosio. Él estaba sonriendo. Su expresión era tranquila. De quién lleva las riendas. El que lo controla todo.

En cambio Pedro, esta excitado. Sus ojos puestos en mi tanga verde fluorescente. Miré su verga.

Era algo más larga que la de Ambrosio (mas tarde, Pedro me confesaría que su polla mide 15 cm) pero eso sí…mucho más gruesa. Creo recordar que me dijo que 6 o 7 cm (ya no lo recuerdo) de grosor. Y, al contrario que Ambrosio, que tiene bastante vello en el pubis, Pedro solo tenía unos pocos pelos, todos ellos canos.

Con la mirada fija en la verga de Pedro, Sheila, me dio la vuelta. Ofreciéndoles mi culo. Ni que decir tiene que mi trasero recibió una buena sesión de azotes por parte de aquellos dos viejos. Con todo aquello, yo cada vez estaba más excitada, más cachonda.

Tocaba el turno de quitarle el sujetador a Sheila. Ella comenzó a bailar de nuevo, sensual, mirando alternativamente a los dos viejos. Pero, sobre todo, a Ambrosio. Le lanzaba besos, se metía uno de sus dedos en la boca mientras le miraba a los ojos. Zorra!!!!

Le quite rápidamente el sujetador y lo deje caer, dejando ver unos pechitos talla 85 con los pezones mirando hacia arriaba. Ambos viejos rugieron. Unas tetitas jóvenes, radiantes, derrochando lozanía.

Ahora…fue mi turno. Sheila se puso detrás de mí, procedió a desabrochar el corchete del sujetador, cuando, en lugar de permanecer quieta y permitir que me lo quitara con facilidad fui hacia Pedro. Le di un bueno morreazo mientras sus manos me cogieron del culo. Fue el propio Pedro quien me desabrocho el corchete y yo misma lancé mi sujetador al aire.

No me lo podía creer. Aquella situación me había vuelto como loca. Jamás en mi vida me había portado así. Y me estaba encantando.

Así que ahí estábamos las dos chicas. Solo con nuestros tangas.

Como impulsados por un inexistente resorte, los dos viejos se levantaron del sofá.

  • Venid hacia aquí. Gateando. PERRAS!!! - Dijo Ambrosio.

Joder…qué morbo. Yo me puse a 4 patas, gateando directa hacia Pedro. Pasé al lado de Ambrosio. Él me miró, riendo. Con un cabeza, hizo un gesto, ignorándome.

Hoy...su plan era un intercambio. Yo era la puta de Ambrosio. Pero hoy me había “cedido” a Pedro.

Así que me fui, gateando, hacia Pedro.

Que me recibió cogiéndome del pelo. Me levantó, cogiéndome del pelo. Llevando mi cabeza a la altura de su boca.

  • Abre la boca, PUTA – Dijeron ambos hombres, casi a la vez.

Las chicas, estábamos de rodillas, siendo folladas en la boca. Aquella polla de Pedro...era gorda. Gruesa. Casi, ocupaba toda mi boca.

El muy cerdo me follaba la boca a lo bestia. Sin cortarse. Obligándome a tragármela. Y si Pedro no estaba siendo nada “delicado”, mucho menos lo estaba siendo Ambrosio.

Sheila cobraba 300 euros. Pero se los ganaba. Ambrosio, hasta le daba algún bofetón que otro, le escupía, estiraba de su pelo, atrayéndola hacia si, obligándola a comerle…su sucia polla.

Pedro se “limitaba” a cogerme del pelo. Haciendo como una coleta con su mano. Aplastándome contra el. Luego…me separaba. Lo que le gustaba era tenerme con su polla en mi boca. ENTERA. Teniéndome, siete, ocho, diez segundos con ella hasta la campanilla. Después...me soltaba, me dejaba toser, respirar y…vuelta a empezar.

Cuando me aplastaba contra él, su barriga chocaba con mi cabeza. De hecho, yo diría que me quedaba casi “encajada” entre su barriga y sus huevos.

Ambrosio lo hacía (y lo sigue haciendo) diferente. Él entraba y sacaba su polla de la boca de Sheila a un ritmo vertiginoso (mmm lo que me gusta a mí eso, jejeje). Ella, también de rodillas, tenía sus manos entrelazadas a la espalda.

Ambrosio, en voz alta, para que yo le oyera, le decía:

-          QUÉ BIEN LO HACES, NENA. ERES UNA CAMPEONA.

Ese viejo buscaba provocarme. Aunque se lo decía a ella…el mensaje era para mí. Como retándome a ser más puta que ella.

Mientras a mí, la polla de Pedro, me provocaba, en ocasiones, alguna arcada, aquella chica la tragaba sin mayores problemas. Estaba acostumbrada. Una profesional.

Pedro, de repente, me hizo ponerle el preservativo (nunca follo a pelo. Ni siquiera cpn Ambrosio). Una vez se lo puse, usando mi boquita, me empujó, echándome al suelo, me dice:

-          PUTA, A 4 PATAS

Ni qué decir tiene que no dude en obseder. Me puse en 4, en el suelo. Noté como él se situaba detrás de mí y, sin decir palabra, empezó a follarme. Por mi depilado coñito.

Por el rabillo del ojo, veía como Ambrosio, hizo apoyarse a la colombiana sobre el mueble bar. Como le daba unos azotes y le decía que abriera su culo.

Vi como trataba de abrirse paso, como apoyaba la “cabecita” para ir empujando. Ella, le movía el culo. A derecha e izquierda.

Yo, no me lo creía. Aquel viejo mal oliente estaba enculando a otra chica y a mí eso, me ponía muy cerda.

Los suficiente para que las embestidas de Pedro me provocaran un orgasmo. Recuerdo que grité como una loca. Mientras él, me penetraba, con violencia, una y otra vez. Parando solo, de vez en cuando, para darme algún cachete.

Estuvo como unos veinte minutos dándome. Hasta que noté que su cuerpo se convulsionaba, que bufaba, como un toro. Me anunció que se corría.

No hizo falta que me dijera nada más. No me ordenó ni pidió nada. No hacía falta. Le quité el condón rápidamente y dejé que se corriera sobre mi cara. Me “maquilló” enterita. Casi no podía abrir los ojos.

De hecho, solo pude abrir uno. Lo suficiente para ver los brutales empellones que recibía Sheila por parte de Ambrosio.

Él la follaba, como lo hacía conmigo. Como un animal. Sin cortarse. Y, en el caso de Sheila, por el “segundo canal” (como dice Ambrosio). O sea, le estaba follando el culo como una bestia.

Mientras Pedro, se tumbaba en el raído sofá a “descansar” y yo trataba de limpiarme, Ambrosio y Sheila seguían a lo suyo. Yo aproveché para limpiarme la cara con el tanga de Sheila (te jodes, zorra, pensé). Vi como Pedro se levantaba. De su polla, aun colgaban unos hilillos de semen que no dudó en meter en la boca de Sheila.

La escena, no duró mucho. Apenas, uno o dos minutos después, Ambrosio, sacó su polla del culo de la colombiana, lanzó el preservativo y se puso al lado de Ambrosio.

Sheila…se metió la polla de Ambrosio en la boca llenándose del semen.

-          Menuda puta has alquilado, macho – Le dijo Ambrosio a Pedro.

-          Carne de primera – respondió el mayor de los dos viejos

Si os ha gustado..decídmelo..y os contaré como acabó la historia