Mi segunda vez...y definitiva...por detrás

Ya estaba preparada. Física y mentalmente. Lo deseaba... y lo hice.

Bueno, gracias a todos los que me habéis escrito vuestras opiniones y reflexiones. Es agradable saber que hay alguien al otro lado de la pantalla. Para responder a algunas de vuestras preguntas os diré como soy físicamente. Soy una chica normal. No soy excesivamente guapa pero sí tengo una buena figura. Mido 1,65 y peso 50 kilos. Llevo el pelo largo, liso y castaño (color chocolate) y tengo los ojos marrones. Una española más. Morena y apasionada. Pero para no dilatarme en explicaciones, continuaré por dónde lo había dejado, que sé que más de uno está ansioso ;)

Por si acaso, os dejo el link del primero: http://www.todorelatos.com/relato/97909/

Después de nuestra primera incursión seria en el sexo anal David estaba entre flipado y asustado. Y yo también. Era la primera vez que me atrevía a hacer algo que jamás creí que haría y él... bueno, me vio sufrir por primera vez y aquello lo desarmó.

Al día siguiente de nuestra "experiencia" no hicimos más que mimarnos y dormir como acostumbramos, abrazados el uno junto al otro. Creo que no hablamos de ello por una mezcla de pudor y miedo. Pero yo necesitaba su piel, sus caricias, sus besos, a él, así que al otro día saqué el tema. Primero debo confesar que me documenté. Busqué en internet información sobre esa clase de sexo, e, incluso ¡vi dos vídeos enrojecida de vergüenza! Porque sí, lo admito, en la cama soy temperamental y viciosa pero fuera de ella... me cuesta mucho hablar de ciertos temas. Aún así, me atreví a ello porque vi que era importante que lo habláramos. Lo tranquilicé con el tema del dolor y le dije que ya lo intentaríamos más adelante. Que aquella mezcla de dolor y placer no había estado tan mal pero que la sorpresa y la falta de lubricación en la zona hicieron que diera aquel grito inesperado. Le expliqué que no pasaba nada, que no había nada de malo en lo ocurrido y que lo haríamos mejor.

Entonces él respiró y se relajó. Y volvimos a la rutina. Al sexo fogoso y apasionado de siempre. Todo dentro de lo normal hasta que decidí que era hora de retomar el punto en que habíamos quedado. Habían pasado dos semanas y yo me había ido entrenando mental y físicamente con los dedos. Sabía que podía y, además, me apetecía. Aquel día él llegaba tarde de la empresa y yo le esperé despierta. Cuando oí la llave en la cerradura le dije que estaba en la cocina. Escuché como dejaba el maletín y se dejaba caer sobre la silla, parecía cansado pero yo no podía más.

Le besé en los labios con urgencia. Me desnudé para él, que, atónito me miraba inmóvil sentado en la silla.

-Pau...

-Te deseo... mi amor... Necesito que me toques...que me hagas sentir viva... como siempre...soy tuya...

A David se le encendieron los ojos. El deseo centelleaba a través de su mirada. Se levantó y se acercó a mí. Yo estaba de pie. Quieta y desnuda para él. Me besó con ternura primero y con rabia después. Me subí a la encimera y le rodeé con mis piernas mientras mis manos acariciaban su espalda y su trasero.

  • Te quiero...no vuelvas a tener miedo de tocarme...nunca más.

-Nunca más...

Y se perdió en las curvas de mi cuerpo. Mordió mi cuello mientras yo intentaba zafarme de su ropa. Sonreía, por fin. Me susurró que fuéramos a la cama y obedecí encantada. Él se fue desnudando por el pasillo mientras yo lo miraba lujuriosa y divertida. Me encantaba mirarle.

Cuando llegamos a la cama me tumbé boca arriba. Esperándolo. Abrí las piernas invitando a que entrara y me miró como solo él sabe hacer. Se puso encima de mi y me la fue metiendo con cuidado, como si me fuera a romper, hasta que yo me moví hacia abajo haciendo que su polla me llenara entera. Él profirió un gemido ronco. No se lo esperaba. Yo estiré los brazos por encima de la cabeza a los lados del cabecero de la cama. Lo miré fijamente y le susurré: haz que me corra.

Aquello fue la mecha que encendió aun más su libido. Empezó a entrar y salir de mí con rabia, con una fuerza que apenas recordaba mientras yo gritaba y pedía más y más y más. Mi coño estaba empapado y su polla más dura que nunca. Yo tenía los ojos en blanco, estaba a punto de correrme y entonces me la metió hasta el fondo haciéndome chillar de placer mientras me corría sobre su polla. Me había dejado exhausta pero no había terminado conmigo. La sacó de mi coño y me lo comió. Lamió mi clítoris mientras sus dedos me llenaban por dentro. Joder creía que me iba a morir de gusto, pero entonces paró y subió hasta mis pezones. los chupó y mordisqueó hasta ponerlos duros y luego volvió al trabajo anterior: comérmelo entero.

-Mmmm no pares...hazlo...todo

-Mmmm me gusta verte así...tan...cachonda...

-Comételo todo...

-Lo estoy haciendo...

.No...

Y entonces lo entendió. Metí dos de mis dedos en la boca. Los chupé como si estuviera chupando una polla. Mi chico estaba excitadísimo. Entonces cogí y me acaricié el coño mientras él me observaba atontado y cachondo. Después me puse boca abajo, con las piernas completamente estiradas y primero uno y luego el otro, los metí en mi culito. No podía mirarlo desde mi posición pero oir su respiración me bastaba para saber cómo estaba.

-Ya no duele...no pasa nada...quiero intentarlo...poco a poco...quiero que seas el primero...

-No puedo...no voy a aguantar...Dios verte así es...pufff

-Shhh calla...

Y comencé a sacar y meter mis dos dedos de mi culo. Estaba cachondísima y sabía que así era como debía estrenarme. Pero él me paró. Sacó mis dedos e introdujo los suyos. Se colocó detrás de mí y su polla comenzó a follar mi coño con rabia. Entraba y salía sin contemplaciones. Yo mordía la almohada para que no me oyeran los vecinos pero aquella sensación que me invadía era imposible de contener y así me corrí, entre gemidos y gritos como nunca antes, mojé la cama con mis flujos mientras él, sudoroso y excitado sonreía triunfal.

  • joder...ha sido...es...no pares de follarme...

-¿quieres más?

-Quiero darte placer.

-¿Más?

-Todo...

-¿Estás segura Paula? ¿En serio quieres que lo haga?

-Estoy muy excitada...hoy es el día...es el momento...quiero que lo hagas...

-Dímelo...sabes que oírtelo decir me pone...dímelo...

-Fóllame...fóllame por el culito...

Aquello fue el detonante que él necesitaba. Sacó los dedos y comenzó a restregar mi agujerito con los fluidos que emanaban de mi coño. Puso su glande en la entrada y, para sorpresa de los dos, con un suave empujón entró con bastante facilidad. Se quedó quieto, esperando que yo hablara y, obedeciendo, fue metiendo un poco más la polla dentro de mí, hasta que le dije que parara. Me metió más o menos la mitad y paró. Se quedó quieto dentro de mí unos minutos. Lo necesitaba. Era una mezcla de dolor y placer. Me sentía llena por una parte donde nunca había sentido nada y quería acostumbrarme a la sensación. Como digo, así permaneció, con la polla dura y callado hasta que le pregunté:

-¿Qué sientes? ¿Te gusta?

-Joder...me encanta...es super estrechito es...joder Pau! Te la he metido en el culo! En tu precioso culito virgen...estoy cachondísimo! Eres...increíble.

-Me gusta darte placer...me excita...me pone...

-mmm

-Muévela, pero poco y no metas más...por favor...

Y David obedeció. No introdujo ni un centímetro más de su dura polla en mi culo pero lo que estaba dentro comenzaba a moverse en mi interior. Eso y sus dedos que volvían a retomar el juego con mi coño. David moría de placer al estrenar mi culo y a mí, esa mezcla de dolor y placer iba a volverme loca. Él ya no podía más, iba a explotar y lo sabía...

-Joder nena...¿sabes lo que estoy haciendo? ¡Te estoy follando el culo! joder...cómo entra y sale...mmm ¿Te gusta? ¿te duele? dime Pau... ¿paro?

-Noooooo!!!

Y el ritmo de sus dedos en mi coño se aceleró y con ellos un orgasmo enredó mi cuerpo. El primero con una polla metida por mi culito. David ya no pudo más. La sacó de mí y se corrió abundantemente sobre mis nalgas, mi espalda y me rozó el pelo.

Yo no podía moverme. No podía. Estaba exhausta. Él fue al lavabo y volvió con una toallita de bebé. Me limpió el semen del cuerpo y me besó en los labios.

-¿Te ha gustado? -le pregunté-.

-Nunca dejarás de sorprenderme cielo... Eres... la mejor.

Y se tumbó a mi lado en la cama mientras me acunaba en sus brazos.