Mi segunda vez casi programada

En mi nuevo despertar sexual busco formas para seguir conociendo a mujeres. Pero no todo termina como lo esperaba.

ras haber tenido mi despertar sexual con otra mujer había quedado con ganas de más. Soy una mujer terminando los 30 y a punto de cumplir los 40. Había pasado más de semana y media de aquella locura y no había tenido un mensaje de aquella bella muchacha llamada Paloma. Ella se encontraba en pareja, abierta pero en pareja al fin así que decidí no escribirle para no invadirla. No quería contarle a ninguna persona sobre esto así que descarte la posibilidad de ir a un bar o pub porque no iba a sentarme sola así que baje una app de citas y seleccione hombres y mujeres.

Estuve un buen rato mirando cómo si fuera una vidriera hasta que hice crush con una chica que se nombraba Paola. Nos pusimos a hablar de la vida, gustos, intereses. Ella era mayor que yo, tenía un hijo de su ex matrimonio y trabajaba en rrhh de una multinacional. Por su posición debía viajar bastante pero la pandemia y la virtualidad le jugó a favor para estar mas tiempo con su hijo. Sugirió vernos pronto porque si seguíamos en plan charla todo se iría marchitando. Estuve de acuerdo con ello y le conté que no era para nada experimentada. Quedamos en vernos a los dos días. Nos seguimos hablando mientras esperábamos el día y confieso que me masturbe pensandola. Quedamos en un brunch en un restaurant de zona norte. Llegue demorada así que la vi de espaldas cuando entre. Su cabello era castaño oscuro, vestía unos jeans y una camisa. Nos saludamos y la conversación fue muy fluida, risas, comida y vino. Había pasado hora y media desde que nos conocimos en vivo, cuando no me aguante y le pregunté si le había gustado y se sentía cómoda. No se cuanta inseguridad habré demostrado pero no me importo. Muy amablemente me dijo que estaba muy cómoda y que me encontraba muy atractiva. Pero me advirtió que no era una mujer sencilla y que no le gustaba el sexo casual, solo buscaba conocerme en este encuentro.

Me desanime un poco porque yo sólo quería disfrutar como lo había hecho y me sentía una adolescente con mi nuevo descubrimiento. Nos mantuvimos hablando hora y media más hasta que decidimos ponerle fin a la cita. Realmente quería seguir viéndola pero quería sexo. Nos despedimos con un beso estimulante. Me quede en la puerta fumando, no se en que momento pero de pronto apareció Maria, la chef del restaurant que me pidió uno. Se lo di y nos metimos en conversación. Me contó que Paola solía ir allí con hombres y mujeres, que era una gran clienta pero no solía repetir a la misma persona, no allí por lo menos. Fumábamos cuando me propuso sin ningún preámbulo ir hasta su casa “tengo unas horas libres hasta que se abra de nuevo la cocina. Queres venir a mi casa? No queda lejos y me parece que las dos tenemos apetito?” La vi linda cuando me pidió un cigarrillo así que no demore mi respuesta, inmediatamente le dije que si. Subimos a su auto donde nos besamos, sentí que su lengua me tocaba la campanilla pero era una sensación agradable y excitante. Le dije que no tenía mucha experiencia mientras manejaba. Realmente no le intereso mucho. Entramos a su casa y vi fotos de ella con una familia. No demore en darme cuenta que mantenía una relación estable con un hombre pero no quise preguntar. Solo me interesaba ese momento. María se sentó frente a mí y sin dar vueltas me comenzó a besar muy dulcemente mientras me tocaba la cara y el pelo, yo le respondía con las mismas caricias. Eran besos dulces como si fueran de amor, mojados para mayor regocijo, nuestras lenguas se enlazaban y de a poco nos íbamos tocando. Primero el cuello, luego las lolas por encima de la ropa, la cintura, la cola.

Mientras nos besábamos y tocábamos me dijo que estaba casada pero que se solía dar concesiones para estar con mujeres. Que si bien su marido no sabía ella tampoco se esmeraba en ocultarlo. Le dije que no me importaba y comencé a quitarle la remera. Note como sus pechos, pequeños, ya estaban duros y se lo dije. Cada beso que me daba en el cuello me ponía más caliente y sentía el deseo irrefrenable de besarle todo el cuerpo. Me entregué por completo a mi apetito sexual y comencé a mamarle las tetas mientras me quitaba la mía también. Parecía que había practicado mucho porque su respiración era agitaba y me pedía que siga. Jugaba con sus tetas y las chocaba con las mías mientras le desprendía el pantalón y le metía los dedos por encima de su ropa interior. Ella hacía lo mismo conmigo. Fuimos a su habitación en donde caímos enredadas y desnudas. Nos besábamos, nos tocábamos, nuestras pelvis se buscaban. Se me ocurrió pedirle que se masturbe mientras la miraba y hacia lo mismo. Se abrió de piernas mordiéndose los labios y con una mano se tocaba una teta y con la otra estimulaba su clitoris. Comencé a hacer lo mismo mirándola, yo parada. Me excitaba verla. Luego se acercó a la punta de la cama y me empezó a meter ella sus dedos mientras yo le tocaba el pelo. Sin que me diera cuenta me estaba chupando la concha y yo temblaba parada cuando se escuchó la puerta. María continuó, era su marido. Yo no sabía que hacer. Me vio incómoda y me dijo que esté tranquila. Se levantó de la cama con una bata puesta y escuché algo de que estaba con una amiga mostrando ropa que tenía el almuerzo en la heladera y que cualquier cosa avisara pero que no entrara a la habitación porque nos intercambiábamos ropa. Llegue a oír que el hombre dijo que atendiera sus temas, y que debía tomar una llamada por el trabajo. María volvió y me pidió perdón que no contaba con la llegada de su marido a esa hora y enseguida continuó como si fuera un compañero de habitación. Nos besamos de nuevo pero no podía dejar de pensar en el marido que estaba afuera comiendo. Tenía miedo que entrase. Comprendió que yo no podía segur en esa situación así que me metió dos dedos en la concha y los movía mientras me decía que estaba bien que entendía mi molestia pero que estábamos en la mitad del sexo así que más me valiera que me relajara. Al terminar esa frase yo estaba gimiendo de nuevo pero no podía sentirme libre 100%. Entonces se le ocurrió pedirme que me vistiera así me presentaba. Ya pensando en cómo salir me vestí y fui a que me presenté. Cuando lo vi comprendí que podíamos hacer cualquier cosa que ese hombre no se iba a dar cuenta. Casi que no vio mis pelos y mi cara sonrojada, se limitó a decir: “ hola, hagan lo suyo que yo tengo mucho trabajo, si me necesitan para algo voy al jardín “ Quería irme realmente pero el hombre me daba sensación de no imaginarle realmente lo qué hiciera su esposa. Fue cuando Maria le dijo “vamos arriba a terminar entonces …” y el hombre contestó “ si pero no con tanta algarabia como la última vez que tuve que mutear la reunión por favor “ cuando entendí que no se daba cuenta que hacía María y volvimos . Confieso que me resultó excitante al principio saber que él estaba allí . Regresamos a su habitación a terminar entonces. Los besos eran más profundos, nos desnudamos más rápido y comenzamos de nuevo. Mi concha pedía contacto con la de ella así que comenzamos a hacer unas preciosas tijeras mientras nos tocábamos las tetas y nos besábamos. Rodamos por esa cama y me vine dos veces. Chorreábamos fluidos cuando ella comenzó a tragárselo y decirme que estaba rica. Me lamió la concha, me metía sus dedos y yo gritaba de placer. Cuando estuve bien atendida se lo hice a ella. Se la comí toda  y la exprimía con mi boca . Solo repetía que no pare así que seguí pasando la lengua por toda su concha como si fuera una paleta, le metía dos dedos de vez en cuando. A esto siguieron más besos en la boca y movimientos de conchas alocadas. Terminamos la tarde enredadas con la sábana.  Tocando partes íntimas mientras su marido tenía reuniones.