Mi segunda oportunidad-4

Debatiéndose entre lo que debe hacer y lo que no, Pepa se apunta a una nueva orgia. Esta vez irán Laura y ella solas, Antonio no puede acompañarlas. En esa segunda orgia Pepa tiene un incidente tan desagradable que seguramente provocará que deje de participar en eventos como ése, pero todo cambia cu

Mi segunda oportunidad

Por Jaypaka

—4—

Debatiéndose entre lo que debe hacer y lo que no, Pepa se apunta a una nueva orgia. Esta vez irán Laura y ella solas, Antonio no puede acompañarlas. En esa segunda orgia Pepa tiene un incidente tan desagradable que seguramente provocará que deje de participar en eventos como ése, pero todo cambia cuan se encuentra de nuevo con Esteban.

Esa primera orgia me marcó para siempre, por otro lado tenía el chichi tan irritado que estuve 15 días sin tener sexo; también  es verdad que la principal causa era que aún tenía que digerir la confesión de Antonio por eso no me urgía tener sexo y menos con él. Durante ese tiempo pude meditar sobre el rumbo que iba a tomar de ahora en adelante. Lo primero que iba a hacer era hablar con él y decirle que no sentía nada por él. El problema es que cuando Pedro y yo pasamos a su casa como era habitual no encontré la ocasión para decírselo. Cuando reanudé mi actividad sexual es fácil imaginar con qué ganas me follaba Antonio. Al pobre los sentimientos le desbordaban, lo notaba en su mirada y sufría por él; menos mal que la proximidad de su mujer le cortaba, lo único que yo podía hacer era gozar al máximo con los polvos que me echaba pero siempre con el temor de que sus sentimientos salieran a la luz; Laura es una bellísima persona y muy buena amiga, lo último que quería era causarle daño.

Así estaban las cosas cuando un día Antonio nos dijo a Laura y a mí que unos amigos le habían llamado para comunicarle que iban a montar una orgia donde seríamos bien recibidos. Como no mencionó los nombres de los anfitriones, di por supuesto que no se trataba de Jose Luis y Amelia, le pregunté a Antonio por el joven cirujano y me dijo que seguro que no estaría, oír eso me tranquilizó y al mismo tiempo me produjo una sensación de desasosiego, qué contrasentido ¿no? Pero así soy yo. Desde aquella orgia no le había visto y no negaré que deseaba casi desesperadamente volver a follar con mi “el hombre elefante”.

Los tres nos hicimos los análisis de sangre correspondientes para cumplir con el tramite, siempre tenía la opción de follar con condón pero desde que tengo la menopausia me gusta hacerlo a pelo. La cita era un viernes, como siempre, y a mí me vino de perlas pues al día siguiente no tendría que trabajar así podría descansar del “ajetreo”. El jueves anterior a la cita le dije a Pedro que al día siguiente me tocaba guardia por la noche; como siempre no hizo ningún comentario dando por hecho que yo no le mentiría; esa confianza que tenía en mí me corroía por dentro cada vez que le engañaba. Al principio fue muy duro pero con el tiempo me acostumbré a pagar ese precio.

Ese viernes salí a la hora habitual pero no estaba Antonio esperándome, en su lugar estaba Laura. Nos saludamos con un besito en la boca y me dijo que el pobre Antonio se había levantado con una gripe de tres pares, me quedé hecha polvo al escucharle.

—¿Y ahora qué hago yo? —le dije a Laura.

—Pues que iremos tú y yo, Antonio me ha insistido en que vayamos solas, ahora te lo dirá cuando lleguemos a casa.

—No me parece una buena idea Laura qué quieres que te diga.

—¿Y por qué no, acaso temes que vayan a violarnos? —dijo rompiendo a reír.

—No es eso Laura es por si Antonio empeora y te necesita.

—Pepa que sólo es una gripe ¡por dios! Tú sabes mejor que nadie el protocolo, además, imagino que le has dicho a Pedro que esta noche tenias guardia ¿no?

—Por eso no te preocupes, le digo que al final la compañera a la que iba a sustituir se lo ha pensado mejor y asunto arreglado.

—Me parece una tontería no ir, pero tú decides ¿qué hacemos, te vienes conmigo o te vas sola a casa?

No es que Laura no quisiera llevarme a casa, lo que pasa es que si mi marido se enterara de alguna manera que ella me había recogido en el hospital se extrañaría empezando a hacerme preguntas y no tenía ganas de inventarme más excusas; a veces me gustaría confesarle a mi marido toda la verdad y que “salga el sol por Antequera”.

El caso es que ir nosotras solas a una orgia me producía una sensación de inseguridad, aunque supiera que no iba a pasar nada malo. Laura me ofreció un cigarrillo y mientras me lo fumaba pensé en lo que iba a hacer; tras darle muchas vueltas al asunto y sopesar los pros y los contra al final le dije que iríamos las dos. Ella dio un gritito de alegría, se acercó a mí y en plena calle empezó a comerme la boca, me asusté por si alguien nos veía, intenté apartarla pero por más fuerza que hacia me era imposible, ella me abrazada la cintura con un brazo y con el otro me sujetaba por la nuca, al cuarto o quinto intento comprendí que era imposible frenarla y me rendí, ella al notar mi pasividad metió la mano por debajo de mi falda y me tocó el sexo por encima de las bragas, inmediatamente sentí que me invadía una oleada de vergüenza.

—Laura por dios ¡Para! Que estamos en plena calle a la vista de todo el mundo. —le dije intentando separarla de mí.

—Tranquila Pepa nadie se fija en nosotras—me contestó tocándome el coño.

—¡Estás loca joder! Puede vernos alguien del hospital. —insistí en voz baja.

—¿No es aquí donde se la mamas a mi marido cuando viene a buscarte? —me dijo.

—Sí.—contesté un poco cortada.

—¿Entonces qué problema hay en que nos demos el lote tú y yo?, anda sé buena chica y déjame tocarte el chumino, no sabes cuánto me apetece. —dijo metiendo su mano dentro de mis bragas.

Qué bien me conoce Laura, en cuanto noté sus dedos tocándome el coño separé un poco las piernas y me estuve  quieta para que me masturbara pero pendiente por si nos veían, pero Laura no me masturbó, en vez de eso se puso en cuclillas, me corrió las braguitas a un lado encajándolas entre mis nalgas y se entretuvo mirándome el coño y tocándomelo, luego me lo besó varias veces y empezó a chupar y lamer. El gusto era muy fuerte e Incliné la cabeza hacia abajo para ver como me metía su lengua, la cabrona no paró de me lamerme hasta que me corrí.

Laura me lamió la vagina un poco y se puso de pie apoyándose en el coche, me sonrió subiéndose la falda y me que le chupara el coño, la guarra no llevaba braguitas y de la vulva ya le sobresalía el clítoris muy empalmado, ella se desesperaba por mi indecisión pero en realidad lo que hacia era mirarla el coño, nunca me canso de mirárselo y no digamos de comérselo. Me acuclillé ante ella y empecé a mamarle el duro clítoris metiendo la lengua de cuando en cuando en su vagina para lamerle el jugo que segregaba; Laura terminó agarrada a mi cabeza encogida, convulsionándose como consecuencia del fuerte orgasmo que yo le había provocado, e incapaz de sostenerse de pie se agachó hasta quedar en cuclillas frente a mí.

Me besó en la boca y como el coche nos protegía de miradas indiscretas le seguí el rollo, empezó otra vez a tocarme el chichi y yo a ella, con ese juego nos pusimos muy cachondas. Para guardar el equilibrio  me apoyé en su hombro y ella en el mío, ambas empezamos a frotarnos el coño con la palma de la mano gimiendo de gusto al unísono, cuando la calentura se hizo insoportable nos metimos hasta tres dedos en la vagina y nos follamos mutuamente hasta corrernos de nuevo. Me hubiese gustado meterle la mano entera como me hizo Esteban, pero no dominaba la técnica.

Al vernos sudorosas y jadeantes empezamos a reírnos, cuando se nos pasó la risa me dijo que tenía que mear, yo también pero la llamé guarra y volvimos a reírnos, a continuación empezamos a mear con un potente chorro que nos salpicó las piernas lo que nos provocó más risas, me agaché para ver como meaba y ella me llamó guarra pero luego hizo lo mismo e incluso me tocó el coño mientras meaba.

—Joder nos hemos comportado como dos autenticas guarras.—dije

—Sí pero ¿y lo que mola el morbo?

Era verdad pero es que a nuestra edad nos encantaba transgredir las normas, siempre sin molestar a nadie. Partiéndonos de risa nos montamos en el coche y nos fuimos a su casa.

Allí comprobé que efectivamente Antonio estaba en la cama con un gripazo enorme, tendría para una semana o diez  días de cama por lo menos, no conocía otro remedio, cuando le pregunté si era prudente que Laura y yo fuéramos solas a la orgia me dijo que no había problema, además, Laura conocía a los anfitriones de otras veces y me aseguró que eran de total confianza; me quedé más tranquila al saberlo. El pobre se encontraba tan mal que no tuvo fuerzas para acompañarnos a comer; se tomó un poco de caldo en la cama y le arropamos para que sudara.

Laura y yo comimos solas y charlamos sobre la orgia en la que íbamos a participar, le pregunté si existía la posibilidad de que nos encontráramos a Esteban, Laura me guiñó un ojo sonriendo con picardía.

—No creo que veamos a Esteban, nunca ha asistido a las orgias organizadas por esta gente.—me dijo.

—Oye Laura me gustaría aclarar lo de esta mañana, que se la chupo a Antonio cuando va a buscarme.

—No tiene importancia, él no me lo ha contado pero yo no soy tonta, he observado que cada vez que te va a buscar al hospital regresa deslechado y la única que puede hacérselo eres tú Pepa.

—Yo no te he dicho nada porque no le di importancia, además, pensaba que tu marido te lo diría.—dije.

—No te justifiques conmigo, no lo necesitas, de todas formas sospecho que hay más cosas que Antonio me oculta.

—Me dejas de piedra Laura, siempre he pensado que erais la pareja perfecta y desde que me acuesto con vosotros tengo la impresión de que os queréis mucho.

—Pues ya ves que no es lo que parece, hace tiempo estuvimos a punto de divorciarnos.

—Si no quieres hablar de ello lo comprendo.—dije a Laura no fuera a pensar que era una cotilla.

—No te lo he contado antes porque no ha surgido la ocasión. Hace cuatro años, Antonio se encoño con Elena,  su secretaria que tendría entonces 40 años. Es guapa la jodía y tiene buen cuerpo te lo aseguro. La culpa no fue de ella, sino de él. Antonio sabia que estaba casada y que tenía una hija, aún así se la ligó y la sedujo. Se la estuvo tirando durante dos años antes de que me enterara por casualidad, se lo escuché decir a dos de sus empleados un día que fui a buscarle. A ella le costó el divorcio porque su marido también se enteró y no fue por mí, te lo juro, y nuestro matrimonio que ya hacia más que aguas se fue al cuerno.

—¿Y qué hiciste?

—Nada, por aquel entonces ya nos habíamos dado cuenta de que el amor se nos había gastado por así decirlo. En aquellas fechas yo también andaba encoñada con Esteban, el joven me gustaba mucho y me jodía aún mejor, ya le conoces y sabes lo fácil que es perder la cabeza con él, yo la perdí, me enamoré como una jovencita y cuando me enteré de lo de Antonio decidí presentarme en su casa, sabía donde vivía porque me había llevado otras veces a darme una sesión de sexo de primera. Al principio así era pero al mes me dijo que no sentía nada por mí, salvo sexo. lo entendí, me jodió porque me había hecho ilusiones con él, así que agradecí su sinceridad y le supliqué que me echara el último polvo. Fue de película Pepa te lo juro. Como Antonio llevaba 15 días llamándome porque quería hablar conmigo y arreglarnos pues regresé con él. Desde entonces vivimos más como amigos con derecho a roce que como marido y mujer. También me ha contado que anda detrás de ti, no sé qué rollo te habrá contado sobre nuestro lío pero seguro que te ha dado una versión diferente haciéndose pasar por víctima. Tú sabrás lo que debes hacer, te cuento esto por si te apetece follar con él fuera de ésta casa no te cortes por mí.

—Me contó una historia parecida pero diferente y efectivamente se hacia la víctima, pero te juro que no siento nada por él, es más, me quedé a cuadros cuando me lo confesó el día de la orgia, tú te fuiste a la cama y él aprovechó el momento para lanzarse. Tenía ganas de echar un polvo y accedí a enrollarme con él porque me juró que se conformaba con amarme solo lo que durara el polvo, después le mandé a dormir contigo. Después de contarme su versión insistió en que me mantuviera lejos de Esteban porque era un cabrón con las mujeres y cuando se cansaba de ellas les daba la patada.—le expliqué.

—Te dijo eso para tener el camino libre. Pobre Antonio, no tiene suerte con las mujeres, qué le vamos a hacer.—dijo ella.

—Por lo menos me quedo más tranquila respecto a Esteban.—le dije.

—Por lo que veo también te has encoñado con él, te aconsejo que antes de hacer lo que yo te asegures de que él siente algo por ti, sino no la cagues con Pedro, es un buen tío a pesar de todo.

Terminamos de comer, recogimos la mesa y tomamos café, luego nos sentamos en el sofá para ver la tele mientras fumábamos y dado que ambas conservábamos únicamente las braguitas no hacia más que mirar a Laura y ella a mí, nos excitamos y al apagar el pitillo le propuse enrollarnos. Laura aceptó encantada y mientras ella iba a por una manta para después, me quité las braguitas.

Laura regresó con la manta y al verme sin bragas le brillaron los ojos. Se quitó las suyas y se tumbó encima de mí, en cuanto percibí su calor los pezones se me pusieron de punta y ella arropó el pezón más cercano con su boca y empezó a chuparlo con delicadeza. Mi deseo despertó inmediatamente y empecé a excitarme cada vez más, cuando acabó con mi pezón me ladeé para que siguiera con el otro mientras yo le tocaba el coño, después nos besamos y nos dimos la lengua dejando que la pasión nos abrazara. Como estaba echada encima de mí, entre mis piernas bajé las manos hasta su culo, lo apreté y lo amasé un momento, después rodeé la curva de la nalga y colé una mano entre sus piernas, estaba tan mojada como yo y le dije que quería chuparle el coño hasta que se corriera.

Laura se levantó obediente poniéndose frente a mí que ya estaba sentada y apoyó un pie en el asiento del sofá, yo metí mis manos entre sus muslos, atrapé sus duras nalgas y la atraje contra mi boca. Pegué mis labios a su vulva y comencé a lamer el delicioso licor que discurría de su vagina dando lametazos como una perra caliente. Ella me sujetó la cabeza contra su sexo y gimió. A la vez, le acariciaba el esfínter del culo con las yemas de mis dedos hasta que metí uno de ellos dentro de su ano y mientras lo movía continué lamiendo la entrada de su vagina, más tarde, cuando empecé a mamarle el tieso clítoris soltó una especie de rugido, jadeó muy fuerte y resopló con violencia varias veces moviendo las caderas para acompañar el orgasmo, las contracciones de su vagina apretaban mi lengua y su ano el dedo que tenía dentro de su culete. Medio minuto después Laura me soltó la cabeza y se agachó dándome un beso fuerte en los labios expresándome así su agradecimiento por el fuerte clímax que le había proporcionado.

Me dijo que me pusiera yo igual pero contesté que estaba demasiado cansada para permanecer de pie, entonces ella se sentó con las piernas estiradas y la espalda apoyada en uno de los brazos del sofá, yo me coloqué a gatas y retrocedí hasta ponerle mi sexo casi en la cara. Laura agarró mis caderas y hundió su boca en mi sexo con la nariz casi pegada al esfínter de mi culito. Lamió y chupó mi chochete hasta hartarse, se cebó en el esfínter de mi culo follándome con la punta de su lengua y acabó metiéndome hasta dos dedos dentro del ano; también me mamó el inflamado clítoris hasta provocarme un fortísimo orgasmo. Eran las cinco y cuarto de la tarde cuando las dos, desnudas y abrazadas nos quedamos dormidas arropadas con la manta.

…./….

2—La segunda orgia de Pepa:

La alarma de mi móvil sonó cuatro horas después, como faltaban dos horas para el evento empezamos a prepararnos. Las dos fuimos al baño de abajo para mear, Laura que es una guarrita me propuso que lo hiciéramos en la bañera y acepté encantada. Nos metimos dentro de la bañera y acercamos nuestro sexos hasta que se tocaron, ella fue la primera en me-ar, yo la secundé dos segundos después, las dos nos meamos poniendo cara de guarras. (Es un gustazo sentir el caliente liquido en tu entrepierna, lo recomiendo para todo el que quiera experimentar nuevos placeres con su pareja).

Nos duchamos juntas y claro, nos dimos el lote padre, chupándonos los pezones y dándonos morreos bajo el agua de la ducha. Nos sobamos a base de bien al darnos la crema hidratante, después nos secamos el pelo con secador y nos peinamos la una a la otra. Ahora tocaba vestirse, Laura subió a su habitación a por la ropa. Yo me había preparado la misma ropa que la otra vez, la minifalda vaquera, una camisa fácil de desabotonar, dos pares de braguitas muy sexys (Laura me insiste en que lleve tangas pero me niego a ello, no me gusta llevar el culo al aire, me gusta sentir cuando me meten la mano dentro de las bragas para tocarme el culo) y zapatos con poco tacón, Laura suele llevar doce centímetros de tacón, yo soy alta; mido 1,70 y no los necesito, gracias a esa altura y a que estuve en un equipo juvenil de natación es por lo que la grasa no se acumula en exceso en mi cintura aunque estoy un poco rellenita y entre eso y que aún soy guapa (no una belleza pues nunca lo he sido) es lo que provoca el interés de los hombres. En cambio la cabrona de Laura tiene una genética envidiable pues sin hacer dieta ni ejercicio conserva un cuerpo de treintañera, con el vientre liso y las tetas muy poco caídas a pesar de sus dos partos. Después de vestirnos pasamos por chapa y pintura; es decir, nos pintamos las uñas de las manos y de los pies con el mismo color, después maquillaje y por ultimo ojos y labios, luego las dos nos dimos el visto bueno mutuamente.

Subimos a ver a Antonio antes de irnos y como dormía, le dimos un besito en la frente con mucho cuidado. Al bajar al salón Laura se guardó los análisis y me comentó que había que pagar 100 euros cada una pues a dónde íbamos era un local alquilado y no una casa particular como la otra vez, total que la di el dinero, fuimos al garaje y nos montamos en el coche donde me escondí como siempre en la parte de atrás, más adelante me cambié al asiento del copiloto.

El local estaba en un polígono industrial a unos 50 km de donde vivimos. Me gustó porque parecía como un castillo aunque tuviera pinta de puticlub, en la puerta había un tío grande controlando la entrada que nos desnudó con la mirada pero nos dejó pasar sin problemas. Un poco más adelante nos esperaban los organizadores de la fiesta, una pareja joven de unos 35 años bastante guapos los dos, en esta ocasión nos saludamos con unos besos en las mejillas, nada de toqueteos, Laura les dijo que Antonio estaba enfermo y les entregó el sobre con los análisis y los 200 euros de las dos , abrimos una puerta grande y nos metimos dentro. Como había supuesto se trataba de una enorme discoteca, pero no sonaba música para bailar, sino más bien ambiental. Además no se podía bailar en la gran pista ya que estaba llena de sofás, divanes y asientos alargados sin respaldo ni brazos.

Me quedé asombrada al ver a tanta gente joven, sin poderlo evitar miré por encima de sus cabezas albergando la esperanza de ver la de Esteban, sabía que su estatura superaba a las de los allí reunidos pero no le vi. Laura me presentó a unas cuantas personas pero no me quedé con los nombres pues eran muchos para recordar. Las dos nos acercamos a la barra y nos pusimos unos refrescos pues nadie la atendía, mientras bebía vi grandes recipientes con condones e impulsada por una corazonada volví a mirar por encima de las cabezas de la gente, se nos arrimaron cuatro hombres y al volverme me llevé una desilusión al ver que eran desconocidos, nos presentamos y comenzamos a charlar animadamente; media hora después la pareja que nos recibió en la entrada y ayudándose de un micrófono anuncio que la fiesta podía comenzar.

3—Empieza la Orgia

Nadie empezó a desnudarse inmediatamente cosa que me sorprendió, Laura me explicó que cada fiesta tiene sus normas y costumbres, los jóvenes que estaban con nosotras se marcharon así que paseamos un poco entre la gente, más que nada para elegir, pues ya empezaban a formarse grupos, me llamó la atención ver que había grupos compuestos por dos o tres mujeres y cinco o seis hombres, en otros había seis tíos y una sola mujer, rápidamente calculé que en el mejor de los casos iba a follar con muchos tíos.

Me paré frente a un grupo en el que estaba una mujer arrodillada en el centro y seis tíos a su alrededor meneándose la polla, me quedé a ver lo que sucedería a continuación. De repente uno de los hombre se acercó a ella y empezó a correrse en su cara, aún soltaba lefa por su polla cuando se acercó un segundo hombre para correrse también encima, les siguieron los demás y la mujer acabó perdida de semen; entre risas la ayudaron a ponerse en pie y uno le acompañó al baño para que se lavara; Laura me dijo al oído que eso que habían hecho se llamaba “Bukake”. A mí ese nombre tan raro no me decía nada pero eso de que se corrieran en mi cara tantos tíos no me gustaba para nada y le dije que no quería probarlo, ella me recomendó que se lo advirtiera a la gente antes de empezar nada; cuando me dijo que dejara de buscar me puse colorada y le dije que no buscaba a nadie, ella me sonrió como si no me creyera pero no dijo nada.

Al pasar por delante de los reservados vimos en uno a una chica bastante joven, de unos 25 años liada con tres chicos más o menos de su edad y bien “armados”, Laura me miró con los ojos brillantes y me dijo que iba a unirse a ellos. Le llamé zorrón pero me quedé parada en la entrada viendo como entraba al reservado, uno de los chicos la vio y se puso de pie, ella le agarró el tieso pene y empezaron a morrearse al instante, poco a poco se fueron acercando donde estaban los otros dos y la chica, en cuanto vieron a Laura comerse a la muchacha aplaudieron excitados. La chica parecía un poco nerviosa seguramente porque era su primer lésbico pero al cabo de unos minutos empezó a relajarse y acabó entregándose a Laura que no tuvo piedad con la pobrecita y empezó a devorarla el chochito depilado como si fuese su ultima cena, sonreí al escuchar los gemidos de la joven; me di la vuelta y sin poderlo remediar volví a mirar por encima de la gente cuando dos hombres me invitaron a ir con ellos.

Pepa entra en acción nada menos que con 8 hombres.

Les miré de abajo a arriba, ambos estaban muy buenos y tenían buenos penes así que me fui con ellos. Así de simple son las cosas en las orgias. Pasamos de largo los reservados y al llegar al que hacía el número 25 entramos. Allí aguardaban seis jóvenes más, nada menos que ocho jóvenes con edades comprendidas entre 25 y 32 años aproximadamente para mí solita, me mojé sólo de pensar en lo bien que me lo iba a pasar, aunque de entrada les dije que no estaba dispuesta a hacer un “bukake”. Ellos me dijeron querían hacer un “gangbang” conmigo, al ver mi cara de extrañeza uno de los jóvenes me aclaró que se trataba de follarme todos después de que yo les chupara la polla, aquello me gustó y acepté en el acto.

Inmediatamente me tumbaron en un asiento redondo que había en el centro de la sala y entre tres me espatarraron; alguno me apartó las braguitas a un lado y se lanzó sobre mi sexo como una fiera, acusé el ataqué con un gritito de sorpresa pero no pude hacer nada más pues uno se puso se rodillas encima de mi cara y me metió su polla en la boca. Me desabrocharon la blusa, me la quitaron rápidamente y el sujetador voló tan deprisa que ni me enteré, yo seguía mamando la polla y los huevos del tío que tenía encima de mi cara y noté dos bocas hambrientas devorándome las tetas; a veces me mordían los pezones haciéndome un poco de daño. Inmediatamente otro hombre me colocó la polla al otro lado de mi cara y empecé a pajearle, los demás se pajeaban esperando su turno.

Alterné una polla y otra ladeando mi cabeza, me quitaron las bragas, gracias a que yo cerré las piernas, sino me las hubieran arrancado, una boca me lamió el coño tres veces, me lo escupió, me frotó el escupitajo por la vulva y a continuación me penetró una polla de tamaño normal. El joven parecía desesperado pues me follaba muy deprisa; cuando empezaba a disfrutar un poco se corrió dentro de mi coño dejándome a dos velas, pero enseguida fui penetrada por otra polla cuyas embestidas me excitaron más, pero tampoco llegué a correrme, él lo hizo antes. Con la tercera mi placer se disparó pero ni por esas llegué a correrme, tenía la impresión de que estos tíos padecían de eyaculación precoz; entonces una polla grande y bien gorda se introdujo en mi boca, me esmeré en chuparla y mamarla con la esperanza de que cuando le llegara el turno rematara la faena de sus compañeros y efectivamente, así sucedió minutos después.

El joven de la polla gorda me agarró por los muslos moviéndome para colocarme a tiro y me la clavó hasta el fondo de una sola vez, su polla se deslizó sin problemas pues mi vagina ya estaba más que lubricada, de todas formas noté que me llenaba; es la sensación que me produce una polla gorda, las demás me dan gusto, pero las gordas me matan de placer. Empezó a embestirme con buen ritmo desde el principio y gracias a eso alcancé enseguida mi ansiado orgasmo, encima el tío me lo prolongó más tiempo follándome como una máquina, me agoté y me fue imposible seguirle el ritmo, así que me quedé quieta esperando que se corriera. Un rato después el tío me espatarró empujando con mucha fuerza, me encantó que me clavara la polla tan hondo y cuando descargó sentí cómo se le contraía la polla, al acabar de correrse le sujeté con la intención de morrearme con él pero el joven me eludió con habilidad y echándose hacia adelante me metió su polla pringada de semen en la boca; estaba muy agradecida por el orgasmo que me había proporcionado y me dediqué a chuparle la polla con esmero, pero el tío me la sacó a los pocos segundos quejándose de que le molestaba, seguramente tenía el glande muy sensibilizado después de correrse.

En cualquier caso, los ocho jóvenes me pasaron por la piedra de uno en uno pero no volví a correrme. Empecé a sentirme incómoda, sudaba como un pollo y la mezcla de semen parecía una especie de nata que me escurría por el  culo aumentando la sensación de malestar (los hombres no lo entienden pero es bastante desagradable notar cómo te escurre el semen por los muslos, deberían probarlo para que fueran más comprensivos con nosotras). Pero la cosa no había acabado pues los primeros ya tenían ganas otra vez, así que vuelta a empezar.

Una polla se introdujo en mi boca de nuevo y automáticamente empecé a mamarla, cuando el tío me la sacó dos más vinieron a ocupar su puesto con la pretensión de metérmela a la vez, dejé que sólo entrara una de ellas y me dediqué a menear la otra pero enseguida otro hombre pretendió meterse en mi ocupada boca por lo que tuve que menearla con la otra mano pues mi boca no era un buzón, pensando en que debía parecer una malabarista sentí que una polla se hundía en mi sufrido coñito de golpe, así empezaron la segunda ronda. A la cuarta follada de esta segunda ronda ya no me sentía agusto, me ahogaba en sudor, por mi parte me hubiera ido pero sabía que ellos no me lo iban a consentir, tenía que aguantar aunque ya estuviera cansada de tanto “ajetreo”, así que les dije que me dejaran descansar unos minutos y aceptaron.

Seis tíos me miraban acariciándose las empalmadas pollas y entonces comprendí que para esos jóvenes yo no era más que un receptáculo que ellos pensaban llenar con su semen, ¡era deprimente! Alguien sacó un cigarrillo solamente y nos lo fumamos entre todos; eso fue lo que duró mi descanso porque nada más apagarlo un tío se tumbó en el asiento con la polla apuntando al techo, a mí me alzaron en vilo con las piernas separadas y me sentaron a horcajadas encima de él quedando empalada por el coño; otro joven se subió de pie poniéndose encima del chico que estaba debajo de mí y me metió la polla en la boca, me escupieron en el culo, me frotaron la saliva y a continuación me penetraron el ano. Fue molesto al principio y eso que ya estoy acostumbrada, pero o el joven estaba nervioso o era un torpe ¡joder que mal lo hacía! El caso es que cuando los dos empezaron a moverse la cosa cambio radicalmente; me gustó la sensación de que dos tíos me follaran a la vez, cuando le cogí el tranquillo yo también les acompañé moviendo el culo y esta vez me corrí al mismo tiempo que ellos.

A estos les sustituyeron otros dos, y encima uno de ellos era el de la polla gorda, lo supe en cuanto me la metió. El cabròn bien que se cebó con mi pobre culito. Pasados diez minutos más o menos, el tío que estaba debajo de mí y yo nos corrimos casi a la vez, los demás se masturbaban mientras aguardaban impacientes, pero el de la polla gorda no tenía prisa, calculo que estuvo más de un cuarto de hora dándome por el culo y con tanta fuerza que me dejó las lumbares doloridas y los costados señalados de lo fuerte que me agarraba mientras se corría, su follada no fue para nada placentera, lo malo es que aún tenía que sufrir las fuertes embestidas de los que quedaban, o sea, me trajinaron de dos en dos cuatro veces más y, encima tuve que soportar que me estrujaran las tetas sin miramientos; acabé toda pringosa, dolorida y mosqueada, no me gustaba lo que me estaban haciendo.

Cuando propusieron un descanso vi mi oportunidad para escapar de estos energúmenos. Les dije que quería salir a lavarme un poco y mear pero no me lo permitieron, les advertí que si no salía me mearía allí mismo ¡en qué hora lo dije!, un tío me cogió del brazo llevándome hasta un rincón de la sala. Allí se agachó conmigo y me dijo: — ¡Venga mea! —y el fulano inclinó la cabeza para verme mear. Los demás me rodearon con la escusa de que así no me vería nadie de fuera. Me sentí intimidada, no vi normal esa situación, además, me daba cosa hacerlo delante de tantos tíos y para colmo, el que estaba agachado frente a mí no paraba de estirarme de los labios vaginales instándome a mear, le dije que si seguía tocándome no podría hacerlo y se estuvo quieto.

Aquello era asqueroso, llegué a sentirme como una prostituta barata, los ocho tíos me observaban mientras yo hacía esfuerzos mirando al suelo y muerta de vergüenza (desde luego esta experiencia no volvería a pasarla por nada del mundo), Los tíos se cansaron de esperar a que meara y dijeron que me iban a lavar. De repente uno de los que estaban detrás de mí tiró de mis hombros hacia atrás hasta apoyar mi espalda en sus piernas, entonces el que estaba frente a mí se puso a mi lado y con sus manos me abrió la vagina tanto que me hacía daño. Me quejé de dolor y grité para que me soltaran y inmovilizaron, entonces comprendí que la situación se había descontrolado. Uno de ellos se agachó delante de mí y un poco asustada pensé —¿qué coño van a hacerme ahora?— el tío pasó una pierna por encima de la mía quedando pegado a mí y ladeado, se sujetó el pene poniéndolo contra mi coño y empezó a mearme el coño como si éste fuera un puto orinal.

Los demás se descojonaron de risa y uno tras otro desfilaron delante de mí medándome el coño sin que pudiera hacer nada por evitarlo. Aquello se había convertido en una autentica guarrería, las meadas de los ocho olían fatal, el colmo fue que yo no pude aguantarme más y meé también mojando a dos que tenía enfrente, pero éstos estaban tan atentos vién-dome mear que ni siquiera protestaron y cuando terminé de mear al menos cuatro pares de manos me sobaron el coño metiéndome los dedos en la vagina.

Me quejé porque me dolían las rodillas de estar acuclillada tanto tiempo, intenté incorporarme pero un tío me lo impidió empujando mis hombros hacia abajo. Uno de los que estaban agachados delante de mí se puso de pie y se acercó hasta ponerse encima de mi cara, por un momento temí que fuera a mearme, pero el tipo me ordenó que le chupara los huevos, se los chupé y ya está, lo hice para no soliviantarlos; lo malo es que después de ese vinieron los demás; total, que me pasé más de un cuarto de hora lamiendo y chupando siete pares de huevos peludos, el que faltaba estaba detrás de mí y no paraba de frotarme el coño con la palma de su mano el muy cabrón, seguro que acababa irritada otra vez joder, lo más contradictorio para mí fue que a pesar de todo lo que me hacían acabé con una calentura bestial.

Después de haberles chupado las pelotas a todos, el que me había estado frotando el coño se puso de pie, se acarició los huevos con la mano pringada de mis jugos y me ordenó también que le chupara los huevos. Era consciente de que no tenía que haber aguantado ese trato, encima con mi actitud no hacía más que contribuir a que me humillaran más, lo único que puedo alegar en mi defensa es que por culpa de los frotamientos estaba salida como una perra en celo, por eso disfruté viendo la cara de vicio que ponía el joven mientras le comía las pelotas; segundos después me dijeron que seguiríamos follando.

Uno se tumbó de espaldas otra vez en el asiento, tuvieron que ponerme en pie pues me temblaban las piernas, los tíos se descojonaron de risa por eso pero me ayudaron a subirme encima del hombre dándole la espalda, sabía lo que debía hacer, le sujeté la tiesa polla con una mano y mientras me sentaba me la metí por el culo, a continuación otro joven se subió por delante, me pasó una pierna por encima de la mía y me la metió por el coño sin contemplaciones.

Tengo que decir que pese a todo esa postura me gustó mucho más que la anterior, las folladas no eran molestas y yo me estaba corriendo con mucha facilidad. Apoyada sobre mis codos y bastante cansada, vi que todos tenían la polla tan destrozada como mi pobre coño, sólo faltaban dos hombres para terminar esta pesadilla, después de eso cogería mi ropa y me largaría de allí, lo malo es que uno de los que faltaban era el cabròn de la polla gorda.

El tipo me dijo textualmente que me iba a romper el culo. Me tuve que poner de pie para que él se tumbara metiendo las piernas por debajo de las mías, en cuanto me senté me agarró por las tetas y tiró de mí hacia atrás pegándome contra su pecho. El bestia me abrazaba con tanta fuerza que me inmovilizó. Quiso penetrarme a base de mover el culo pero no lo conseguía, entonces uno de sus amigos le agarró la polla con la mano y la puso contra mi ano; con un violento empujón hacia arriba logró penetrarme y grité de dolor, el que iba a penetrarme por delante tenía cara de susto, seguro que no era partidario de lo que me estaban haciendo pero él también se unió a la fiesta. Fue más considerado y me penetró con sua-vidad. Los dos cogieron buen ritmo casi desde el principio, un rato después mi gemido era constante pues el bestia que tenía debajo me estaba destrozando el culo. El que tenía encima se corrió en seguida para quitarse de en medio; el bruto de la polla gorda me arrastró con él por el asiento hasta ponerse al borde y empezó a elevar el culo con fuerza hundiéndome su polla salvajemente, los otros empezaron a jalearle completamente excitados: —“¡Jódela, jódela!— Gritaban, y el que me follaba el culo se enardecía empujando con más fuerza; esto ya parecía una violación.

A veces me sobaba el coño de forma brusca, no sé qué pensaría conseguir con eso. El muy animal me follaba como un salvaje, chillé pidiendo ayuda pero mis voces no se escuchaban a causa de sus gritos animando a su amigo. Media hora estuvo el cabròn dándome por culo y cuando iba a correrse me estrujó las tetas con tanta fuerza que grité de dolor, el tío no aflojó y empezó a eyacular. No estaba dispuesta a esperar a que terminara de correrse, quise levantarme enseguida pero el tío me retuvo y me dio un mordisco en el cuello que me hizo gritar, le llamé cabrón golpeándole el muslo con la mano abierta, el tío ni se inmutó, se echó a reír y elevó el culo con violencia penetrándome profundamente, noté las contracciones de su polla; medio minuto después empezó a aflojar su abrazo de oso hasta que me soltó; liberada por fin me incorporé, me sentía un poco mareada. El “bestia” se puso de pie tranquilamente y me arrimó su polla pidiéndome que se la chupara, iba a mandarle a la mierda pero al ver la cara de “loco” que tenía decidí que era mejor mamársela para no tener problemas; total que empecé a chuparle la flácida polla.

Cometí un tremendo error sin saberlo y lo pagué caro. Uno de los tío dijo que le estaba chupando la corrida, el resto le dio la razón. Les advertí que no estaba dispuesta a tragarme la corrida de todos y que si insistían gritaría pidiendo auxilio; eso les cayó y yo aproveché el momento para cortar por lo sano, la fiesta se había terminado por mi parte. Al ver que me le-vantaba un tío me insultó “vieja asquerosa”, no quería problemas, le mandé a la mierda y me agaché para recoger mi ropa, pero al incorporarme el tío de la polla gorda me cruzó la cara de una hostia. No fue un bofetón fuerte pero sí contundente y no supe reaccionar. Jamás en mi vida me han dado un tortazo, ni siquiera mis padres cuando era pequeña; me quedé hipnotizada acariciándome con una mano el dolorido carrillo, no me esperaba eso y lo malo es que nadie me iba a defender ya que el resto de invitados estaba a lo suyo y no se enteraban de nada, podían hacer conmigo lo que quisieran y esa impotencia me aterró.

Encarada al tío de la polla gorda me descuidé y no vi venir al que me tiró la ropa al suelo, el de la polla gorda me empujó para atrás hasta sentarme otra vez en el pringoso asiento, entonces me agarró de los pelos haciéndome daño y acercó su cara a la mía: —Escucha con atención puta, ahora nos vas a lamer el culo hasta que nos corramos en tu asquerosa boca o habrá más hostias ¿entendido? — asustada moví la cabeza asintiendo, no quería que me pegaran otra vez. Aquello era una pesadilla, mentalmente me dije que nada más terminar buscaría a Laura y denunciaría a estos hijos de puta, pero antes, no me quedó más remedio que pasar el peor trago de mi vida.

El primero no fue el que me había amenazado. Se subió de pie en el asiento poniéndose encima de mi cara con las piernas separadas, me agarró del pelo y me guió hasta su culo, asqueada tuve que lamerle el culo mientras él se pajeaba, cuando le vinieron las ganas de correrse me agarró de los pelos, me enchufó la polla en la boca y me la llenó con su asquerosa corrida en medio de las risotadas de los demás; así uno tras otro, escupí la mayor parte de sus asquerosas corridas, pero aún así no pude evitar tragar algo de lefa de esos malnacidos; tuve dos nauseas provocando que se carcajearan de mí, a pesar de estar asustada me encabroné tanto que les llamé cerdos hijos de puta; el cabrón de la polla gorda exclamó: “—me tienes hasta los cojones—“ me puso de pie y me dio una fuerte patada en el culo que me sacó fuera del reservado y me caí al suelo, me tiraron la ropa con desprecio mandándome a tomar por el culo llamándome “vieja, zorra, cerda viciosa y puta vieja” entre otras lindezas.

Llorando recogí la ropa del suelo llorando, nadie se había dado cuenta pues estaban entretenidos en sus reservados. Caminé desnuda y con el culo dolorido por la patada sin saber muy bien a donde ir, miré en los otros reservados pero no vi a Laura por ningún sitio; algunas personas me miraban con curiosidad pero nadie se paró a auxiliarme, entonces me encaminé hacia la pista de baile a ver si la encontraba allí; mientras observaba a la gente buscando a mi amiga alguien me abordó por la espalda agarrándome por la cintura dándome un sobresalto.

—¿Qué hace aquí mi enfermera favorita? —dijo una voz a mi espalda.

Al darme la vuelta me llevé la sorpresa más agradable de mi vida, ahí estaba Esteban, mi “hombre elefante”. Dejé caer mi ropa al suelo inmediatamente y le abracé, enseguida me sentí más tranquila.

—¡Eh!, ¿qué pasa Pepa, por qué lloras?

Sollozando le conté atropelladamente la terrible experiencia que acababa de tener. Esteban se puso serio al escucharme, cuando terminé de contarle todo recogió mi ropa del suelo y cogiéndome por un brazo me dijo que le siguiera aunque no hizo falta ya que él tiraba de mí, mientras caminaba detrás de él me dio por pensar asustada en la que se podía montar por mi culpa; en dos minutos localizó a los organizadores. Al pasar al interior del reservado vi a Laura teniendo sexo con tres tíos a la vez, uno de ellos era el organizador. Esteban le habló al oído y éste se quedó quieto escuchando. Laura se deshizo de sus folladores y vino a abrazarme al verme llorando, entonces le conté lo sucedido, enseguida la mujer del organizador me abrazó solidarizándose conmigo; el marido me pidió que le llevara a donde estaban los jóvenes con los que había estado. En un principio me negué, no quería montar una trifulca pero al ver la mirada acerada de Esteban y la cara de cabreo del otro hombre, su mujer y Laura no me quedó más remedio que obedecer. En un momento nos detuvimos frente al reservado donde aún estaban los ocho jóvenes. Entramos los cinco aunque varias personas más se quedaron en la puerta mirando.

El organizador les preguntó si era verdad que me habían golpeado, ellos no lo negaron alegando que yo les había insultado primero, ante los gritos del hombre admitieron que me habían obligado a hacer cosas que yo no quería, al escucharles los demás el cabreo se incrementó. Esteban les chilló diciendo que cuando alguien dice ¡No, es que No! Alguien llamó al personal de seguridad porque Esteban les estaba provocando, por eso no denuncié al de la polla gorda. Se presentaron cuatro hombres vestidos que los acompañaron a la salida. El matrimonio me juró que jamás los vería en otra fiesta organizada por ellos y así se zanjó el tema. Era curiosos ver a unas diez personas en pelotas mirando a otras doce vestidas.

Laura me preguntó si quería irme a casa, pero le dije que no, sonrió al ver que me pegaba a Esteban. El matrimonio le dio unas llaves diciéndole que me llevara al baño privado que ellos tenían reservado y que no tuviera prisa en devolverle la llave, me dio mucha vergüenza ver como los allí reunidos (entre ellos Laura) me miraban sonriendo después de mirarle la polla a Esteban; a partir de ahí continuó la fiesta como si nada.

—Fin de la 4ª parte—

………./……….