Mi segunda experiencia, ahora travestido
Cumpliendo mi segunda fantasía, esta vez vestido con lencería y siendo pasivo con dos tios y un travesti
Tras mi primera experiencia ya relatada, tardé algún tiempo en volver a quedar con alguien para satisfacer mis fantasías, pero no dejé de frecuentar los Chats donde buscaba conocer posibles contactos interesantes. Aparte de chupar pollas siempre me ha atraído mucho todo lo relacionado con travestirse y quizás por ello un día comencé a charlar con alguien en un Chat que tenía un nick relacionado con esos temas. La persona en cuestión era un hombre de 46 años que le encantaba travestirse para quedar con tíos, tenía bastante experiencia y unos gustos muy similares a los míos. Vivía a unos 100 km de mi casa, pero tenía un piso vacío en mi misma localidad en el que solía quedar con sus contactos. Estuvimos chateando un par de meses por lo menos, nos contábamos nuestras fantasías y gustos y comentábamos todo aquello que nos gustaría hacer. Me encantaba leer las experiencias que había tenido y que me iba relatando, eran siempre muy morbosas. Hubo mucho feeling desde el principio y nos propusimos ir realizando algunas de esas fantasías más pronto o más tarde.
A continuación os relataré la primera de ellas.
Era una tarde de domingo cuando finalmente quedamos. Tras gran cantidad de charlas donde me proponía dar el paso y quedar, acabé por armarme de valor y decidirme a ello, así que acepté y fijamos como fecha ese domingo. Me había comentado más o menos como iba a ser el encuentro, aunque se reservaba algunas sorpresas. Tan sólo con pensar lo que iba a pasar sentía que me temblaban las piernas mientras caminaba hacia la dirección que me había dado. El día anterior al encuentro me depilé las piernas y el pecho para no tener nada de vello en el cuerpo y parecer así menos masculino, me sentía muy excitado al imaginarme con la ropa que me tenía preparada mi cita. Recuerdo los nervios al llegar al portal y picar, y como se aceleraba mi corazón al subir luego por las escaleras. Finalmente llegué a la puerta y tras un profundo suspiro buscando inútilmente relajarme, llamé a la puerta. Me abrió la puerta Susana, (así le gustaba que se le llamara cuando iba vestido de mujer), y me invitó a pasar. Iba perfectamente vestida y maquillada y pasaba perfectamente por una mujer. Llevaba tacones altos y unas medias muy sexys que le recorrían las piernas hasta perderse bajo una pequeña minifalda. Por arriba lucía un corpiño del mismo tono que las medias y una larga peluca cubría su cabeza, con los tacones puestos me sacaba más de una cabeza. Me dio mucho morbo verla así vestida. Me dio un beso en la mejilla y me saludó llamándome Vero ya que ese era el nombre que habíamos pactado que utilizaría yo. Tras saludarnos y hablar brevemente de algunos temas triviales me invitó a pasar a su habitación y allí tenía sobre la cama lo que me había preparado. Ya sabía lo que era ya que lo habíamos comentado por el Chat y yo lo había comprado por Internet poniendo su dirección como destino para que lo recibiera ella. Eran unos tacones altos, unos pantys que me llegaban hasta la cintura con apertura por delante y por detrás y una máscara de latex con apertura únicamente para los ojos y la boca. Me puse muy nervioso al ver ahí todo aquello y a Susana se la veía muy excitada también y con ganas de que me lo pusiera. Así que sin perder tiempo me empecé a desvestir y me puse los pantys y la máscara. Me encantaba verme en el espejo así vestido y totalmente depilado, tenía la polla a la vista por la apertura delantera y estaba casi tiesa por la excitación. Susana sonreía viéndome. Al probarme los tacones comprobé lo realmente difícil que es caminar con ellos, eran muy altos y de aguja y al intentar caminar me iba para los lados, era bastante gracioso. Tampoco me preocupaba mucho la torpeza porque sabía que iba a estar la mayor parte del tiempo tumbado o de rodillas. Una vez vestidas las dos estuvimos charlando un rato haciendo tiempo. El motivo era que faltaba parte de los ingredientes de la fantasía, que eran dos amigos de Susana. Dos tíos que solían quedar con ella frecuentemente para follarla. Tenían cuarentaytantos años y estaban casados los dos. Según me decía por el Chat no eran ninguna maravilla físicamente pero si tenían buenas pollas y eran muy viciosos. Me repetía que me lo iba a pasar muy bien con ellos.
Tras una media hora de charla picaron a la puerta y Susana se levantó de la cama donde estábamos sentadas charlando y tras guiñarme un ojo salió a abrirles, cerrando la puerta de la habitación tras de si. Yo estaba muy nervioso. Les escuchaba hablar al otro lado de la puerta cuando entraron, había dos voces roncas y varoniles hablando con Susana, no entendía bien que decían pero sí que reían bastante. Apenas un par de minutos después Susana volvió a entrar en la habitación ella sola volviendo a cerrar la puerta no dejándome ver el exterior. Tenía una sonrisa dibujada en la cara mientras me preguntaba si yo estaba preparada. Le contesté que sí con la cabeza porque los nervios casi me impedían hablar. En ese momento me hizo una señal para que esperara y no me levantara mientras habría un cajón de una mesita. Del interior sacó un pequeño dildo anal. Esa era una de las sorpresas que me reservaba y no habíamos hablado antes. Se sentó con él a mi lado y acariciándome una pierna me empezó a decir que además de chuparles la polla también iban a querer follarme y como mi culo aun era virgen lo mejor sería que lo fuera dilatando poco a poco y para ello el dildo era una buena opción. Al escucharlo me asusté un poco pero estaba ya con un nivel de excitación que me atrevía con todo, así que haciendo caso a sus indicaciones me puse sobre la cama a cuatro patas ofreciéndole mi culo y ella comenzó a meterme un dedo primero y luego dos poco a poco mientras con la otra mano untaba el dildo con algún tipo de crema. Estuvo así un rato jugando con los dedos y preguntándome si me gustaba, a lo que yo contestaba que sí casi entre gemidos. La verdad era que me estaba gustando porque lo hacía muy bien. Finalmente empezó a meterme el dildo poco a poco. Entraba bien al estar muy pringado pero aun así dolió al principio. Era pequeño pero mi culo era virgen y no estaba acostumbrado a cuerpo extraños dentro de él. Una vez lo tuve dentro ella se me acercó por delante y me abrazó mientras me besaba y me susurraba que aguantara un poco el dolor y que me iría acostumbrando. No era un dolor inaguantable, era una sensación extraña mezcla de escozor y algo de placer así que vi que podría aguantarlo al menos de momento. A los pocos segundos me preguntó si estaba lista para salir y asentí nuevamente, así que me puse a cuatro patas en el suelo sin sacar el dildo de mi culo y vi como Susana sacaba del mismo cajón que sacó el dildo una correa. Esto no era nada nuevo porque sí lo habíamos hablado. Me ató la correa al cuello y cogió el otro extremo y tras guiñarme un ojo comenzó a caminar mientras yo gateaba a cuatro patas tras ella. Antes de salir de la habitación me miré en el espejo de refilón y la imagen me excito muchísimo. Susana era una auténtica ama y yo iba a cuatro patas tras ella cogida por la cadena como si fuera su perra vestida sólo con los pantys y los tacones y con el dildo en el culo. Era superexcitante.
Salimos al pasillo y caminamos despacio hasta el final del mismo. Mi corazón latía como si se fuera a salir del pecho. Se podía escuchar y reír a los dos tíos mientras avanzábamos. Me daba mucho morbo la situación y también me sentía desinhibido ya que al llevar la máscara no me iban a reconocer aunque por un casual me conocieran. Por eso quise llevarla, por la intimidad. Tras unos segundos eternos entramos en el salón y por fin les vi. Estaba sentados en el sofá al fondo del salón, completamente desnudos y tocándose levemente las pollas que aun se veían flácidas. Comenzaron a aplaudirnos y silbar al vernos entrar mientras reían. Eran cuarentones, ambos bastante velludos, uno muy delgado con barba y el otro con bastante barriga y bigote, pero a los dos se les notaba que estaban muy bien dotados pese a no estar aun “animados”.
Susana no tardó en preguntarles si les gustaba su perra refiriéndose a mi y ellos aumentaron los aplausos mientras daban claras muestras de su aprobación. Intercambiaban comentarios entre los tres sobre lo puta que parecía y si estaría a la altura mientras mi ama me hacía girar para que me apreciaran bien y sobre todo el dildo que tenía metido en el culo, que al verlo su excitación creció aun más. Una vez me mostró comenzó a avanzar hacia ellos arrastrándome y se paró a un metro escaso. Los dos tíos, llamésmosles Paco (el de barba) y Juan (el de bigote) en ese momento ya no se podían aguantar y se pajeaban a buen ritmo mostrando las excelentes medidas de sus pollas (rondarían los 18 cm y ambas bastante gruesas). ¿Te gustan su pollas? me preguntaba Susana mientras se agachaba y acercaba su cara a la mía. Yo asentía sin decir nada, estaba demasiado nerviosa y excitada como para soltar palabra. ¿Quieres chupárselas? me repetía a lo que yo no paraba de asentir. Mientras me preguntaba también se dirigía a ellos. ¿Queréis que mi puta os coma las pollas?, pero ellos no asentían en silencio, más bien gritaban diciendo que sí. Susana disfrutaba haciéndoles esperar, era una maestra en esas situaciones, y decidió que siguieran esperando porque en vez de acercarme hacia ellos les hizo un gesto con el dedo en señal de negación con una sonrisa en la cara mientras me giraba para ponerme lateral a ellos y frente a ella y se subía un poco la minifalda. “Antes me la va a chupar a mi, que para eso es mi puta”. Y tan pronto lo dijo se sacó la polla y con la mano derecha tiró de la cadena para acercar mi cara a su rabo y con la izquierda me cogió la cabeza y la apretó sobre ella. Su polla estaba totalmente flácida y pequeña, tenía un agradable sabor salado que me encantó y comencé a chuparla mientras ella me iba bombeando en la boca a golpe de cadera al ritmo que me acercaba la cabeza con su mano. Al mamársela notaba como iba creciendo poco a poco y pese a no ser tan grande como la de los tíos sí que mediría unos 16 cm y estaba totalmente descapullada, justo como a mi me gustan. Debí estar mamando unos 5 minutos, el tiempo que ella me permitió y mientras lo hacía miraba por el rabillo del ojo a Pedro y Juan que seguían pajeándose a mayor ritmo cada vez y que no paraban de hacer comentarios sobre mi. Juan insistía en que me iba a romper ese culo de puta que tenía a lo que Pedro contestaba con carcajadas. Ya casi ni notaba que el dildo seguía en mi culo, la excitación me poseía. Mamé y mamé hasta que Susana me ordenó que parara y separó mi cara de su polla. Me sonrió y se agachó para darme un beso en la boca y acto seguido me escupió en la máscara. “Ahora vas a mamársela a tus hombres, zorra” me dijo sin dejar de sonreirme y se reincorporó y tiró de la cadena para hacerme avanzar hacia ellos. Me acerqué a gatas y apoyé mis codos en el sofá donde ellos seguían sentados y se movieron hacia mi de forma que sus pollas estuvieran al alcance de mis manos y boca. “Sí pedazo de puta ahora me vas a chupar la polla” me decía Juan mientras me cogió la cabeza con las dos manos y me acercó a su cara para escupirme en la máscara primero y empujarme luego la cabeza hacia su polla y metérmela en la boca casi a la fuerza. Me costó que entrara al principio sobre todo por el grosor. Era una gran polla, descapullada y con las venas abultadas, un sueño para mi. Apretó mi cabeza contra su rabo mientras bombeaba como si me follara la boca haciendo que casi me costara respirar mientras notaba que Pedro también me escupía en la máscara y con su mano cogía la mía y la llevaba a su polla que también se veía expléndida mientras se la pajeaba. Tras varias embestidas de Juan, me dejaba sacar la polla de la boca para coger aire y volvía a repetir la operación sin parar de repetirme que la tragara toda y lo zorra que era. Mi máscara estaba cubierta por sus babas y las mías que rebosaban de mi boca. Al mamar escuchaba a Pedro reclamar mi boca pero Juan le decía que esperara que aun no había tenido bastante y continuaba follándome la boca. Susana por su parte no perdía el tiempo y estaba de rodillas tras de mi metiendo y sacando poco a poco el dildo de mi culo, cosa que ya en vez de darme dolor comenzaba a ser muy placentero. No sé el tiempo que pasaría pero ante la insistencia de Pedro, Juan acabó por separar mi boca de su polla y dirigió mi cabeza a su derecha hacia su compañero y nuevamente me empujó para que su rabo me taladrara la boca. La polla de Pedro tenía más sabor, al pajearle ya le debía haber salido algo de líquido preseminal y le daba un gusto que me encantaba. Me folló la boca unos segundos imitando a su amigo pero pronto disminuyó el ritmo temiendo tal vez correrse demasiado pronto y me ordenó que la mamara con calma y reposó su espalda contra el sofá mientras cerraba los ojos y suspiraba de placer mientras yo continuaba concentrado en la mamada. Juan se levantó del sofá y se puso de pie a mi izquierda, se pajeaba con fuerza con una mano y con la otra alternaba peñizcándome los pezones y tocándome el culo a la vez que intercambiaba comentarios con Susana que no había parado de jugar con el dildo en mi culo. Me excitaba escucharlos decir que yo era una buena puta y que iban a quedar satisfechos. Me hacía sentir muy bien. Cada poco Susana se dirigía a mi y me preguntaba si me gustaban sus pollas y yo asentía como podía sin sacar la de Pedro de la boca, cosa que hacía que todos se rieran. Y así seguí mamando un buen rato más hasta que dejé de notar movimiento en el culo y fue en ese momento que me fijé como pude y vi que a mi izquierda Susana le estaba mamando a Juan la polla de rodillas justo a mi lado. Era una escena superexcitante y yo estaba disfrutando como la perra que era. Llegó un momento en el que Pedro sacó su polla de mi boca y me hizo una señal para que parara un rato, se le veía muy excitado y como tratando de aguantar y no correrse. Yo asentí y me giré para contemplar como mamaba Susana, y lo hacía de vicio. Juan al ver que yo estaba mirando me dijo que me acercara y le comiera los huevos. Asentí y acerqué mi lengua para pasarla por sus peludos cojones mientras Susana seguía mamando. El suspiraba presa del éxtasis. “Así zorras así, que buenas sois” nos decía. “Ahora ponte por detrás y mete tu lengua en mi culo”, y yo sin rechistar me puse por detrás y obedecí su orden al instante mientras notaba que Pedro se ponía tras de mi y empezaba a empujar el dildo de mi culo cada vez más fuerte. Así continuamos otro par de minutos hasta que Juan con voz decidida dijo “ya no aguanto más, quiero desvirgar a esta perra”. Y se sacó la polla de la boca de Susana y se giró hacia mi mientras se pajeaba fuertemente. Yo estaba de rodillas con ellos tres de pie mientras pensaban como ponerme y finalmente decidieron poner varios cojines en el suelo de manera que poniéndome a cuatro patas mi culo quedara a la altura suficiente para que Juan me follara. Los pusieron de forma que mi cara estuviera sobre el sofá y la apreté con fuerza contra él para tratar de aliviar el dolor que suponía iba a sentir. Pero no pude aplicar esa técnica porque Pedro se sentó en el sofá nuevamente frente a mi abriendo las piernas a ambos lados de mi cara e insertando nuevamente su polla en mi boca y obligándome a mamársela. Mientras mamaba notaba como me sacaban el dildo del culo y notaba poco a poco el contacto de la polla de Juan, que primero jugaba con mi culo frotándola hasta que sin aviso comenzó a meterla poco a poco primero, y con un fuerte golpe de cadera después con el que consiguió metérmela entera y sin que yo pudiera evitar lanzar un grito. “Disfruta perra” me decía él mientras comenzaba a bombear a ritmo cada vez más fuerte mientras que Juan me obligaba a seguir mamando y Susana se acercaba por mi derecha y me cogía la mano para llevarla a su polla y me obligaba a pajearla. Era una situación nueva para mi, sentía mucho dolor al principio por las embestidas y pese a que había leído que ese dolor va desapareciendo y acaba convirtiéndose en placer, nada de eso pasaba, me dolía y mucho, pero no podía quejarme, aguantaba como podía esperando que acabara cuanto antes mientras seguía mamando. Pero aquello parecía no acabar nunca, Juan bombeaba cada vez más fuerte y así estuvo al menos durante cinco minutos hasta que empezó a decir que estaba a punto de correrse. En ese momento Susana le recordó que no se corriera que toda la leche tenía que acabar en mi cara y él asintió mientras luchaba por aguantar mientras bombeaba. Hasta que finalmente no pudo más y la sacó de mi culo y me giraron rápidamente para quedar con mi cara junto a su polla. Mientras él se pajeaba fuertemente Pedro no perdió el tiempo y apartó los cojines y se tiró en el suelo de espaldas y se arrastró tras de mi hasta que su polla quedó debajo de mi culo y me la ensartó bruscamente para comenzar a follarme con fuerza. El alivio que sentí cuando Juan sacó su polla de mi culo desapareció de inmediato y volvi a sentir bastante dolor. Pero ese dolor no me impidió disfrutar la corrida de Juan, que en ese momento estallaba y se pajeaba con fuerza con su mano derecha mientras con la izquierda acercaba mi cabeza a su rabo para que toda la leche cayera sobre mi máscara. Fueron dos o tres chorros abundantes los que me bañaron y nada más echarlos me obligó a tragarla entera y me folló la boca hasta que se la dejé limpia. El olor y sabor a corrida era intenso y me encantaba. Cuando se cansó y se le empezaba a poner flácida se separó de mi y en ese momento ocupó su lugar Susana y tras decirme que ahora era su turno me metió su polla en la boca y también empezó a bombear. Trataba de chupársela como podía mientras recibía las embestidas de Pedro hasta que noté como Susana se convulsionaba y se corría dentro de mi boca. Sentí su leche caliente dentro y tuve que hacer esfuerzos para no tragarla y escupirla como podía ya que ella no paraba de follarme la boca. Finalmente se separó de mi y se sentó en el sofá junto a Juan, ambos exhaustos y con una sonrisa en la cara mientras observaban como Pedro continuaba follándome. Yo tenía la máscara llena de su leche y me movía al son que él me marcaba. Gracias a la máscara apenas se notaba mi gesto de dolor. Al poco Juan me separó de su polla cosa que agradecí y creí que ya se iba a correr pero no era así. Se sentó en el sofá con la polla tiesa apuntando al cielo y me hizo señales para que me sentara encima de espaldas a él. Dudé por el dolor y cansancio pero rápidamente Susana se levantó y tras coger la cadena que colgaba de mi cuello tiró de ella obligándome a hacer caso a Pedro. Así que me puse como pude de cuclillas en el sofá, que me costó bastante por los tacones y apuntó con su polla a mi culo hasta acertar. Una vez que tomó posición me cogió por las caderas y comenzó a bombear despacio, pero lo complicado de la postura hizo que no pudiera aguantar la posición y me caí sobre él haciendo que me ensartara la polla entera, y nuevamente grité de dolor. Pero lejos de sacarse el rabo comenzó a bombear con fuerza mientras yo gemía con fuerza, sufriendo más que disfrutando. Como para tratar de silenciarme Juan se levantó y se puse de pie delante de mi y ayudado por Susana se subió al sofá de forma que su polla flácida quedara a la altura de mi boca y me hizo mamársela otra vez. Todavía tenía restos de su leche y ese sabor que tanto me gustaba pero estaba muy flácida y le costaba ponerse dura otra vez, pese a ello se la mamé con ganas. Pero no por demasiado tiempo porque finalmente y de forma brusca, seguramente por evitar correrse Pedro me empujó a un lado y caí en el sofá mientras él se incorporaba y buscaba mi boca con su polla para metérmela y bombear fuertemente. Al igual que Susana se corrió dentro y nuevamente tuve problemas para no acabar tragándolo, estaba muy caliente y tenía un sabor muy salado. Apenas lo pude ir escupiendo cuando remitían sus embestidas tras su corrida. Una vez se relajó se levantó y suspiró mientras Susana y Juan se reían y le vitoreaban. Yo estaba agotada tirada en el sofá, pero no me dejaron descansar. Enseguida Susana se acercó a mi y me susurró que ahora era mi turno y tirando de la cadena me obligó a levantarme del sofá y me hizo sentarme en el suelo. “Ahora pajéate tú hasta correrte” me dijo y sin dudar le hice caso mientras les miraba. Los tres me observaban con gestos de aprobación mientras yo me masturbaba y de vez en cuando alguno se acercaba a mi cara para escupirme o para pasar su polla por mi máscara y luego metérmela en la boca. Yo chupaba todo lo que me ofrecían sin dudar hasta que ya no pude más y empecé a agitarme antes de correme. Momento en el que Susana se agachó y puso su cara frente a mi polla para recibir mi leche. Me corrí como no me había corrido nunca, varios chorros de leche llenaron su cara y le encantaba. Juan y Pedro nos observaban de pie casi sin pestañear mientras Susana saboreaba mi leche y se acercaba a mi para meter su lengua en mi boca y darme un buen morreo con sabor a nuestras corridas. Tras esto me quedé tumbada en el suelo agotada. No podía más. Estuve allí tirada un buen rato mientras ellos se iban duchando…