Mi segunda cita
Ya estaba a gozar del sexo, mis temores pasaron al olvido.
Para introducirlos en las últimas líneas de mi anterior relato, les recuerdo que después de vivir una jornada de sexo espectacular con mi amiga Marlen, quedó abierto el desafío para conformar un trío con su esposo. Para ser sincera, sólo escuché a mi querida amiga y no reaccioné a su planteamiento. Es que aun estaba aturdida de goce y mi mente no estaba más allá de esa vivencia.
Unas semanas más tarde, en conocimiento que me encontraba sola, Marlene me recordó el desafío y que estaban, con su marido, esperando el tan ansiado encuentro.
El recuerdo de la última velada, la abstinencia sexual y la expectación de tener a mi disposición un hombre, mitigaron cualquier frente conservador y sin esperar un segundo le confirmé mi deseo de participar.
Mi madre, intuyendo mi problema, otra vez me cubrió. Al despedirme de ella, con un guiño de ojo me dijo, no te preocupes, ve y disfruta..
Mientras me dirigía a la casa de mi amiga repasé mi vida, mi último encuentro y lo que venía. Me extrañó no sentirme culpable y menos desasosegada con lo que venía, es más mientras me duchaba pensaba en este encuentro, en sentir, después de largo tiempo, un miembro duro y caliente introduciéndose en mi vientre. Tan entusiasmada estaba en mis cavilaciones eróticas que de pronto me encontré en la calle que conducía al hogar de mi amiga.
Ahora, en el momento de tocar el timbre, me traicionaron los nervios, fue algo desequilibrante hasta el punto de pensar en arrancar si no es porque Marlen abrió la puerta en ese momento de debilidad o de prudencia como quieran llamarlo. El abrazo y el beso cariñoso que me brindó mi amiga, fueron suficiente para que retomara mi postura rebelde. Ya totalmente relajada, me enfrenté al hombre de mi amiga y al que iba a ser mi seductor. Hacía bastante tiempo que no lo veía y no me causó sorpresa su estampa varonil y galanteo con que me trató.
Fue un cálido apretón de manos y un beso muy suave y muy cerca de mis labios. Ya lo tenía claro, mi sentimiento en ese momento era tomarlo y llevarlo a la cama y pedirle que me penetrara, que no me hiciera esperar más. Marlene, sin perder un cuadro de este episodio, interpretó muy bien mi ansiedad y me tomó por los hombros apoyando su frente en la mía. Sin mediar palabra, Beto, se instaló a mi espalda rozándome apenas con su cuerpo. Marlene, recorrió mi cara con su fino dedos y sus labios buscaron los míos que no rehuyeron si no que fueron a la busca de ellos. Fue un beso largo, con mucha ternura y con cariño. Mientras nos perdíamos en ese beso profundo, Beto, se acercó más hasta sentir su protuberancia en mis nalgas. Ahí estaba entre un hombre y una mujer, excitada a más no poder. Entre los dos me acariciaban y desnudaban, atrás quedo el protocolo del aperitivo y la comida, ya nada quedaba de mi vestimenta, ahí estaba desnuda y sintiendo el calor del miembro de Beto que también se había desnudado.
Lo sentía entre mis piernas y yo lo quería en mi conchita que hacías meses que no sabía de un miembro. Luchaba internamente para no darme vuelta y entregarme sin tapujos, todavía me quedaban trazos de mi formación y me retenía, hasta donde?. Marlen, dibujaba con sus labios rutas en mi piel, cuyo destino era mi sexo ya mojado y ansioso por ser tomado. Beto, atacó por mi retaguardia introduciendo su pene por entre mis piernas, tiro al blanco y acertado¡¡..eso era lo que faltaba para cortar el último hilo de decoro que quedaba. Haciendo un lado a mi amiga, me agaché y dejé a la vista mi concha anhelante de ser poseída. Todo fue instantáneo, mi curvatura, el calor de ese miembro en mis entrañas y unos pequeños movimientos pélvicos para sentir aquello ya tan olvidado, fue maravilloso volver a sentir ese orgasmo que te hace sentir mujer y que tu cuerpo se convierte en un hervidero de sensaciones. Revolqué mis nalgas en la pelvis de Beto y con mis manos lo insté a que siguiera poseyéndome, era todo rico, su cuerpo, sus manos acariciando mis pezones, con delicadeza y con fuerza. Mientras tanto Marlen, se arrodillaba para besar mi sexo. Como mujer sabía muy bien donde hurgar y ahí estaba besándome y después usando su lengua.
No lo podía creer, después de todo ese tiempo sin nada excitante, estaba entre dos frentes atacada y a punto de llegar a mi segundo orgasmo en menos de cinco minutos. Venía, venía, sentía como mi cuerpo se contorsionaba delatando mi segunda escalada al placer. Ya no me quedé quieta como la primera vez, ahora tomé partido, usé mis manos y brazos para juntar aun más los tres cuerpo, quería sentirme aprisionada y amaba y lo estaba consiguiendo. Mi cuerpo pedía más y comencé a moverme , como lo hacía antes, hacia los lados y hacia delante. Beto ya no daba más y aceleré mis movimientos para sacarle el jugo de la vida. Se vino y con fuerza, sentía sus pulsaciones en su pene que botaba su semen caliente.
Por mientras mi amiga no perdía su tiempo, sin darnos cuenta, se apropió de "su" miembro y con su nariz en mi concha saboreaba las últimas gotas de semen. Lo que vino después fue orgía pura, tres cuerpos entrelazados y prodigándose todas las caricias posibles, sin restricciones. ; Marlen recorrió cada centímetro de mi cuerpo, incluso mi ano conoció sus dedos, los que lubricados y muy suave abrieron la ruta para que Beto me hiciera sentir sensaciones que ni en mis momentos más caliente hubiera imaginado. Al sentir la punta, instintivamente le hice el quite pero las caricias de ambos me soltaron y de a poco fui sintiéndome penetrada en mi último punto virgen. Era otra sensación, un poco molesta al principio y después excitante, ya no quedaba nada afuera, lo tenía todo y muestra de esto era el abrazo de Beto que aplastaba mis nalgas contra su cuerpo, iba y venía, me arrancaba suspiros del alma. Por su lado, Marlen besaba mis pechos, mi cuello y todo mi cuerpo. Nuevamente y por cuarta o quinta vez me venía y con la misma fuerza que las veces anteriores. Beto coincidió con mi orgasmo y a pesar de no sentir esos chorros de semen en mi culito, sentía el calor de su miembro y las embestidas que denunciaban la rendición de su herramienta viril.
Ahí estaba, totalmente desnuda, poseída por un hombre y una mujer, por delante y por atrás. Lo mejor y fantástico, sin culpas, sin emociones encontradas y ...dispuesta a repetirlo.