Mi secreto infiel
Este relato detalla como fue que empecé a ser lo que soy, una mujer deseosa de verga.
MI SECRETO INFIEL
A raíz de que se publicó mi relato, en el que cuento mi experiencia con un perro, he recibido varias felicitaciones y me animan a que siga escribiendo mis anécdotas sexuales. Me dicen que mi temperamento es tal que sé disfrutar y me dejo llevar por el deseo. Déjenme decirles que yo no era así, alguien me convirtió en la mujer ardiente que me gusta ser, y fue un concuño, o sea, esposo de la hermana de mi marido, él sacó lo puta que escondía dentro de mí. Pero empecemos desde el principio;
Mi educación fue estricta, los novios que tuve, no pasaban de la manita sudada, aunque dentro de mí, deseaba algo más, si acaso con dos de ellos jugamos a masturbarnos, pero con ninguno tuve un orgasmo, pero ellos si eyaculaban. Mi virginidad la perdí con mi esposo, siempre fue algo machista y celoso, y escuchaba comentarios de que él quería por esposa a alguien recatada, yo estaba enamorada y gustosa acepté casarme con él. En mi noche de bodas, me concreté a que me hiciera suya, no demostré mi gusto por el sexo, y él quedó satisfecho de haberse casado con alguien que de sexo no supiera tanto, según él, para enseñarme.
De recién casados vivimos con mis suegros, al igual que la hermana de mi marido y su esposo Oscar, éste siempre me cayó mal por presumido, es muy guapo pero me molestaba su presunción. Cierta ocasión en que sabíamos mi marido y yo que estaríamos solos, me dijo que lo esperara lista en la noche ya que íbamos a tener "relaciones", muy dentro de mí, estaba emocionada pues teníamos como tres semanas sin hacerlo por una u otra cosa. Pero de repente llegaron todos, mis suegros, mis cuñados, y mi esposo nunca llegó, resulta que se encontró a Oscar y se fueron a beber, lo supe cuando llegaron y mi marido perdido de borracho, Oscar lo sentó en la sala, yo me quedé desilusionada ya que no iba a tener "relaciones". Oscar supo que me molesté, y dejé a mi esposo en la sala mientras yo regresaba a mi recámara, tuve la idea de masturbarme pero me aguanté, pensando que mi marido podía levantarse y descubrirme, o bien, deseaba que se levantara y me poseyera, aunque solo fuera un mete y saca, con eso me conformaba.
Como estaba en mi recámara, me quité la bata y me quedé solo con un corpiño y un calzón de los pocos bonitos que tenía, no era una tanga ni nada, pero sí coqueto. Me cansé de esperar y me dormí sin cobijarme ni nada, esperando a mi esposo, esperando ser penetrada.
Mi recámara era toda oscura ya que las cortinas no permitían nada de luz, pues en ese tiempo, todavía me daba pena que aún mi marido me viera desnuda, y no quería que viera mi expresión de gusto cuando lo hacíamos. De repente sentí unas manos acariciando mis nalgas, yo casi dormida creí que era mi esposo el que al fin se había acordado de mí, discretamente abrí mis piernas, fingía seguir dormida, las manos metían mi calzón a mis glúteos y lo volvían a acomodar, luego cerró mis piernas para quitarme el calzón, esas caricias eran extrañas para mí, supuse que mi marido como estaba borracho, me haría el amor como nunca, en ese momento pensé que si de eso se trataba, podía emborracharse lo que quisiera. Cuando mi calzón quedó en las rodillas, las manos regresaron a mis nalgas, acariciaba también mi espalda y el nacimiento de mis tetas debajo del corpiño, pues estaba boca abajo. Me quitó el calzón por completo, yo seguía fingiéndome dormida, creía que si cooperaba con "mi marido", perdería el encanto, y me cogería como siempre. Ya estando sin calzón, otra vez abrí un poco mis piernas, y esas manos me ayudaron para abrirlas más. De repente unos dedos entraban a mi vagina que estaba llena de jugos. La manera de tocarme era diferente, la otra mano abría mis nalgas y tocaba mi culo, esa caricia era nueva para mí, imaginaba que el alcohol ayudaba a mi esposo a sacar su lujuria, el solo contacto de la mano masculina en mi ano me estaba volviendo loca y levanté un poco mis nalgas. Las caricias cesaron y escuché que el intruso bajaba sus pantalones, se hincó en mis pantorrillas y siguió acariciando mi trasero, entre mis muslos sentí una verga, algo me decía que no era la de mi esposo, pero estaba ardiendo y no quería averiguar nada, solo deseaba ser poseída, escuchaba jadeos y luego sentí una respiración en mis nalgas que estaban muy sensibles, las manos abrieron de nuevo mis nalgas y una lengua recorrió la separación de ellas provocándome gemir, el que me hacía eso, se daba cuenta de mi disposición, siguió su trabajo sin hablar. Cuando la lengua se ocupo de mi esfínter, me sentía en el paraíso, ni siquiera sabía que existiera esa sensación, los dedos maestros se ocuparon de mi raja, me di cuenta que el extraño traía barba y bigote, en ese momento me vino la imagen de mi cuñado, ya que mi esposo siempre ha sido lampiño. El placer me impidió protestar, no me importaba nada, solo ser acariciada de esa forma tan sexual. En el silencio del cuarto solo escuchaba el chasquido de los dedos con los jugos de mi panocha. Levanté mas mis nalgas para sentir esa lengua en mi clítoris, el causante de mi placer sabía lo que quería, así que lamió mi vagina con tanta delicadeza y paciencia que me volvía loca, deseaba que me poseyera, quería pedírselo a gritos pero me contenía, sin importarme ya nada empecé a mover mis nalgas en forma circular, sabía que si no lo hacía, me arrepentiría, me dejé llevar por la locura, eso permitió que un orgasmo, el más intenso que había sentido hasta ese momento, inundara mis entrañas, mis piernas temblaban y para no gritar de gusto, mordía mi almohada, apenas terminaba mi explosión orgásmica cuando sentí que mi panocha se abría sin piedad, un enorme miembro atravesaba mi vagina, con mis manos trataba de detener la impetuosidad del hombre que me poseía, sentía dolor y placer. Cuando mis manos tocaron el pecho de él, lo sentí cubierto de vellos, ya no había duda, era Oscar el que me había enseñado el cielo del placer, con mis movimientos le indicaba mi aprobación por ser poseída de esa manera, su verga es tan enorme que con solo ser cogida estaba a punto de hacerme venir otra vez. Mientras me cogía, trataba de meter sus dedos en mi culo, en ese tiempo muy apretado pues nada había entrado por ahí, ni un dedo siquiera, quizá solo entró la punta de uno de sus dedos, porque mis movimientos exagerados no se lo permitieron, pero si provocó que se viniera dentro de mí, el chorro de semen era tanto que sentí que mi útero ardía, ya no me contuve y de nuevo un orgasmo, el segundo más rico chocaba con la eyaculación de Oscar. Se quedo sentado en mi trasero, yo no me atreví a voltear ni a hablar, no quería que se perdiera la magia de haber sido cogida, y al mismo tiempo, no sabía que decir. Cuando sacó su verga, sentí la sensación de vaciarme toda, mientras se levantaba me dio un par de nalgadas, sentí que me agradecía, y se fue. Por un buen rato me quedé boca abajo, repasando los momentos vividos, y satisfecha como nunca.
No sé cuanto tiempo estuve pensando, pero ya en la calma sin querer pensar en las consecuencias, quise levantarme para limpiarme el semen que depositó en mí, y en eso vi a mi marido, completamente borracho sentado en un sillón que amueblaba nuestra pequeña recámara. Estoy segura de que si me hubiera dado cuenta de que ahí estuvo en todo momento, nada hubiera sucedido. Ahí lo dejé, al despertar seguía en el mismo sitio, me levanté para empezar con las labores de la casa. Al terminar decidí darme una ducha, aún sentía las caricias y la verga de Oscar, ya en la regadera, entró mi marido, que según él, quería contentarme, pero solo quería deslecharse, y lo hizo me pidió disculpas por no haber tenido "relaciones" la noche anterior. Observaba como me enjabonaba y cuando me agaché se arrimó a mis nalgas, estaba muy excitado, como pocas veces, yo solo me empiné un poco y lo dejé que terminara, como andaba muy caliente sabía que se vendría enseguida, y así fue, no pude evitar compararlo con su cuñado, cerraba los ojos para invocarlo, pero todo era diferente, el tamaño de la verga, la experiencia y el saber provocar verdadero placer. Terminé de bañarme y lo dejé en la regadera, no podía quitarme de la mente lo sucedido apenas unas horas.
Por la tarde hubo una reunión familiar, Oscar se comportaba como si nada hubiera pasado, y se lo agradecí, había momentos en que envidiaba a mi cuñada, y muy en el fondo sentía que empezaba odiarla, a ella y a mi marido, deseaba ser ella y tenerlo para mí. Pero reaccionaba y trataba de disimular mi incomodidad. La reunión era para darnos la noticia de que él y su familia se iban a otra ciudad. El hecho de que partiera lejos, me tranquilizaba, pero muy en el fondo de mí, sentía tristeza de saber que una cogida como la de Oscar ya no experimentaría, y se fue. Ni cuando se despidió, me habló de lo sucedido.
En la despedida familiar, nos abrazamos y les deseamos buena suerte, cuando me tocó despedirlo, me dio un apretón de manos, le respondí igual, pero a la vez daba gracias de que se fuera, pues no sabía que decir o como reaccionar cuando estaba cerca.
El tiempo pasó, no volví a tener otra experiencia similar, solo mi matrimonio y ya, creí que lo sucedido se olvidaría y ya, que nunca volvería a estar con él, pues en sus cartas sólo me mandaba saludos y en sus llamadas, nunca habló conmigo, sabía que había sido yo una de sus tantas aventuras, pues tiene fama de mujeriego, y tiene con qué serlo, mi experiencia con él fue mi secreto por varios años.
Mi vida matrimonial siguió siendo la misma, ¿orgasmos?, ya los extrañaba. Pero me conformaba con ser una mujer de hogar, y lo vivido era sólo un bono placentero en mi existencia, una rica experiencia, pensaba que ahora sí, me podía contar entre las mujeres que habían experimentado un orgasmo al menos una vez, en la relación sexual, y de que manera.
Cuando regresó con su familia, se portaba muy natural, con su indiferencia asumí que ya no le interesaba yo, ya que se rumoraba que tenía amante, y yo me descartaba por completo por ser de la familia y por que me sentía mayor, por no decir vieja, tenía 33 años, y cuando sucedió lo que les relaté, tenía 20. Pero todo cambió, y otra vez establecido aquí, empezó a buscarme. Lo que aconteció después, lo contaré en el siguiente relato. Su amiga MARLEN.