MI SARGENTO 3 (¿Dominación?)

Después de obligar a Montes ser penetrado por un desconocido. El soldado quiere vengarse pero...

MI SARGENTO -(3)- Dominación

1

Flores y Márquez estaban amodorrados en sus camastros. Yo me había quitado el tapón por orden de Mi Sargento, pero debía llevar puesto el suspensorio. Allí estaba, a la espera de la llamada, como si fuera una puta.

Su puta.

-Montes - me llamó - ven a mi cuarto, ya es la hora- Bajé de la cama y me dirigí a su habitación. - ¿Has hecho lo que te he pedido?-.

  • Si, mi sargento.

-¿Te has limpiado el interior?

  • Si, mi sargento.

  • No tienes que desnudarte, ya lo hará él...Tengo que vendarte los ojos...

Estaba vacilando, no le gustaba lo que hacía. No era el mismo de siempre. Me infundió algo de pena.

  • Mi Sargento, usted me dijo que sería suyo o de quién usted quisiera, y yo acepté. Aquí estoy. Para lo que usted me ordene.

Me sonrió y me acarició el cuello. ME ACARICIÓ. Mi Sargento me acarició...

Eso era lo más que yo podía pedir.

  • MI SARGENTO. Véndeme los ojos.

Me dejó a oscuras a la vez que oí que se abría la puerta. Silencio. Sólo oía ruidos suaves, roces de ropa al caer...pero ni una sola palabra. Noté una presencia cerca de mi. Por el olor, no era mi hombre. Me olió el cuello, me lo acarició, acercó sus labios a los míos y los rozó. Me agarró la cabeza para echármela hacia atrás y me volvió a oler el cuello debajo de la nuez y metió su nariz por el cuell abierto de mi de mi camisa. Comenzó a desabrocharla mientras me olía y me sobaba el pecho, me mordía los pezones, me arrancó la camisa. En ese momento yo no estaba excitado. No sentía nada. Algo de temor, nada más.

Acercó su boca a la mía y me lamió los sabios. Yo los entorné hasta dejar que su lengua me lamiera (Mi Sargento no me había besado núnca). Saqué mi lengua para encontrame con la intrusa. Nunca me había besado con un hombre. Era distinto a una mujer, era más fuerte, olía a tabaco y alcohol pero no me desagradaba, me gustaba el sabor a hombre. Me agarró por el cuello para apretarme a el y, entonces yo hice lo mismo, le agarré por su cuello, delgado y nervudo, y comenzamos a morrearnos con pasión (el desconocido se había quitado la camisa), el beso con lengua con un hombre era una nueva sensación que me estaba excitando. El desconocido apretó sus caderas contra las mías. Noté que estaba salido como un caballo, le acaricié con fuerza por la espalda hasta llegar a su culo desnudo, no sé porque pero los cuerpos no pedían agresividad, fuerza y lo apreté contra mi. Yo ya estaba excitado. El morreo contra su lengua húmeda, los muerdos en los labios y los cuellos, y el contacto del miembro duro contra el mio estaba acabando de ponerme como potro.

Me atreví a llevar mis manos hacia  su pecho para tocar sus tetillas y pellizcarlas. Lo hice y el gimió de placer. En un susurro me dijo al oído - Hazme daño...pellizca fuerte - Y lo hice. El que fuera un desconocido, no hacía sentir sumiso, me daba fuerzas. Le pellizqué y luego me atreví a mordérselos. No tenía vello. Era lampiño. Sus pezones eran pequeños y se pusieron duros como dos granos a reventar. Volvió a gemir de placer.

Me acariciaba el cuerpo con deleite, perfecto cuerpo, joven y atlético, y yo el suyo, delgado y muy fibrado. No joven pero un buen cuerpo trabajado. Cabello cortado al uno, afeitado, pero con una buena mata de vello en la polla. Intenté olerle el sobaco y el, subiendo el brazo se dejó que le oliera y la lamiera. Estaba cada vez más fuera de si, lo notaba, lo sabía. Bajé la mano para tocar sus genitales calientes y húmedos, de un buen tamaño, los sopesé con mis manos y apreté, volvió a gemir de placer, subí la mano para calibrar su miembro....Bien....muy bien...no grande, pero de buen tamaño, duro como roca, los dedos se me pringaron, los subí para lamerlos pero el no me dejó, me los lamió a mi limpiándome de sus fluidos.

Estaba haciendo el amor con un hombre por primera vez en mi vida y era lo más excitante que me había pasado nunca. Mi Sargento me había follado pero no habíamos tenido sexo. Y esto era sexo volcánico.

Me metió la mano por el pantalón hasta llegar a mi culo y tocar mi fuente de placer... y ahí me dio... en el centro del gusto, y entonces es cuando yo gemí...Aquello se estaba pasando de madre...yo estaba al borde...El desconocido bajó los pantalones dejándome en suspensorios y aprovechó la inmediatez de mi desnudez para comenzar a sobarme el ano con pasión, mientras yo le cascaba una paja húmeda...muy húmeda...

  • Puedo saborear los fluidos.....- Le dije al oido

Sin más, me empujó de los hombros hacia abajo hasta que me encontré con su deliciosa fuente que lamí y chupé..

Me estaba convirtiendo en una auténtica puta... pero me gustaba tanto.

El sabor de su saliva, el del sudor de su sobaco, el de su polla...el olor que emanaba por todo su cuerpo. Me estaba volviendo loco de lujuria y, ahora me estaba metiendo los dedos por el culo mientras yo le ordeñaba. ¿Qué más podía pedir?....Que me follara...QUE ME FOLLARA DE UNA PUTA VEZ.

Me giré de repente poniendo la punta de su capullo en la entrada de mi flor y grité...¡FOLLA!.....¡FOLLA DE UNA PUTA VEZ!....COMO A UNA PUTA PERRA

Y me ensartó de golpe, de una sola atacada. Y ahí entró gloriosamente Como el ariéte que rompe la puerta de un solo golpe. Mi culo se desbocó para dejar entrar el tronco sin poner resistencia hasta el final y mi gemido se convirtió en un grito de placer. ¡DIOSssssssss

Medió placer hasta que no pudo más y, yo, notando que se venía, le supliqué -En mi boca.....en mi boca....

Salió de mi me puso su fuente en la boca y se corrió y se corrió y me llenó toda la boca hasta que el manantial bajó por mi garganta. El sentir aquella polla en mi boca dando espasmos y derramando lefa me causó tal efecto que me derramé con un placer que creía que no terminaría nunca. Seguía saliendo lefa de su polla y de la mía, hasta que al final fue remitiendo entre gemidos. Estábamos agotados.

Noté como me abrazaban para incorporarme. Era Mi Sargento, Me llevó hasta la puerta y me dijo que fuera a la ducha y que me podía quitar la venda.

Fui hacia la ducha mientra el entornaba la puerta y puede oír una voz conocida que decía: "Héctor (así se llamaba Mi Sargento), ahora es tu turno y quiero que estés a la altura".

Me quité la venda y me fui al baño. Me lavé la cara y mientras lo hacía pensé que yo quería saber quién me había dado ese placer, con quién había tenido la primera experiencia de sexo homo completa, quién me había convertido en una auténtica puta.

El baño tenía un ventanuco, un tragaluz que daba directamente a la habitación de mi señor. Me subí a un taburete y me acerqué para mirar. Y lo vi.

Vi al hijo de puta del capitán Iglesias, el que me había arrestado, desnudo a cuatro patas con el culo abierto y a Héctor, mi sargento, con su miembro en todo su esplendor chorreando fluidos (sería de la excitación de haber visto la follada anterior), que se acercaba al culo del capitán para darle la gran follada. Mi Héctor, todo hombría, derrochando feromonas por todos los poros de su cuerpo acercándose al capitán que, en ese momento, era otra puta más deseando que le ensartara por el culo el trabuco de mi macho.

Y lo folló, vaya si lo folló, como si fuera un semental le clavó el tronco de un solo envite, el capitán gimió, le debió de doler, pero el ansia de ser penetrado pudo con el dolor. Vi a mi hombre como lo hacía como disfrutaba viendo a su victima gemir de placer mientras le penetraba una y otra vez. Así había estado yo muchas veces, pero ver hacérselo a otro hombre no tenía paga. Me quedé mirando mientras se lo beneficiaba y mientras el capitán gozaba de tal penetración.

Ni que decir tiene que me volví a excitar.

Vi como lo levantaba en vilo y lo ponía en el catre frente a el, como le levantaba las piernas para sujetarlas con los brazos, como me hacía a i, como le hincaba el cipote y como el capitán se desgañitaba  de placer.

Esos dos cuerpos: uno delgado, fibrado, moreno, elegante, de cara atractiva, de cuerpo  lampiño; y el otro burdo, fuerte, musculado, con un vello corto que le cubrías pecho, abdomen brazos, piernas y culo. Uno con un rabo negro venoso y que seguía lanzando escupitajos sobre su tripa, mientras el otro, digno de un dios, lo ensartaba como lo que era, EL MACHO,  hasta que su zumo se derramara dentro del cabrón.

Héctor bramó mientras se corría, se tensó, apretó las piernas del capitán sobre sus hombros, dio varias estocadas y paró con la respiración entrecortada y sudoroso. Me alejé del tragaluz y me duché.

El capitán me había dado la mejor experiencia sexual de mi vida, pero Mi Sargento era MI SARGENTO. Mi hombre.

Cuando se fue el capitán, mi sargento se acercó a mi camastro y en voz baja me preguntó si sabía quién había follado conmigo, le dije que si, el mismo cabrón al que se había follado usted, el capitán Iglesias. Se sonrió de costado. Me dijo que le había dicho que cuando terminara el encierro , si yo quería, querría  volverme a ver, bueno,  a ver.... Le pregunté si todo el asunto de mi arresto y todo lo demás había sido planeado por los dos. Me dijo que si que el capitán se había encaprichado de mi y lo planeó todo y el sólo recibía ordenes, que era SU CAPITÁN,  pero que debía estar contento porque me había servido para encontrar mi verdadera personalidad. Me quedé mudo.

  • Eres un cínico, un cabrón y un hijo de puta.-Intentó abrazarme y no le dejé - Me has jodido la vida.

  • No, mi niño ...te la he dado. Te la he dado. Ya te darás cuenta. La otra era una mierda, era una mentira.

  • Por favor déjame en paz. Déjame dormir.

Me cogió de la mano y me entregó un papel donde estaba escrito a mano el número de teléfono del capitán Iglesias.

Y se fue a su habitación. Sentí su tristeza y su pesar.

Yo sentí odio.

2

Me faltaban dos días para cumplir la condena. La relación con el sargento había cambiado.  El estaba avergonzado y yo encabronado de la encerrona que me habían hecho.

Había estado pensando en todo lo ocurrido y mi sargento tenía razón en que tenía que dar gracias a que lo hubiera descubierto ahora. Más tarde hubiera sido un desastre (casado, hijos, casa, etc etc. y yo engañándoles y escondiéndome  por los locales gays pidiendo que me follaran con ansia de zorra ninfómana. ¡NO JODAS!), por lo menos ahora sabía quien era y lo que quería.

Lo peor de todo era que a quien quería era a MI SARGENTO. Me había enamorado como un loco de él  Era como el primer amor de un quinceañero. No se me iba de la cabeza. Me armé de valor y se lo dije.

Me dijo que era imposible, que estaba casado, que tenía dos hijas...y nunca les haría daño.

  • Y lo del capitán?- le pregunté.

  • Eso es casual y sólo en el cuartel. Yo....yo supe lo mío tarde...ahora no puedo dejar a mi familia...Lo siento...no puede ser.

Me levanté y me fui a mi camastro del calabozo. Me tumbé y no me dormí. En toda la noche. Tenia una decisión tomada. Quería joderle. Yo sabía que me deseaba y que me quería. Su coraza no era lo suficientemente dura.

El día siguiente era el último cía de mi arresto. Había decidido no darles ni a Flores  ni a Márquez su medicina. Quería que esa noche estuvieran lúcidos.

Limpié y ordené los aposentos de mi sargento. Dejé todo el calabozo como una patena. Le lavé la ropa etc. Mi sargento prácticamente no apareció por el calabozo.

l

Llegó la noche. Tenía todas mis cosas guardadas en el macuto a la espera de irme al  toque de Diana.

Mis compañeros de celda estaban cada uno en su cama. No les había dado la medicación durante todo el día, aún tenían los efectos de toda la mierda que les habían metido, pero sabiéndo su historial, sabía como comportarme así que, cuando apagaron la luz me desnudé y me quedé en suspensorio y con el tapón en el culo.

Márquez dormitaba en su jergón, me acerqué a el y le puse el culo en la nariz para que me oliera. Comenzó a olisquear como un perro. Me aparté y me fui donde Flores e hice lo mismo. Hizo ademán de desperezarse, siguió atontado pero también comenzó a olisquear. Volví a la cama de Márquez para dejarle que oliera mi polla. Ahora comenzó a despertar. El cabrón se relamió. Volví a la cama de su amigo e hice lo mismo con el mismo resultado, con la diferencia que este comenzó a empalmarse. ¡ Bien !.

Seguí con mi treta de darles olor hasta que despertaran sus instintos,  y así pasó. Al principio se miraron de cama a cama. Se incorporaron y se tensaron. Fueron desperezándose  como dos lobos, tensaban sus músculos, se miraban, se tensaban y hacían amago de levantarse.

Entonces tosí, estaba debajo de la ventana para que la luz me iluminara y me vieran. Me vieron. Se quedaron observando inmóviles, Me incliné lo suficiente para que vieran mi culo todavía taponado. Se fueron levantando y se acercaban a mi con precaución. De vez en cuando miraban hacia el enrejado para ver su venía el carcelero. Cuando estaban cerca me di la vuelta par que vieran el suspensorio y me sobé los huevos. Se quedaron inmóviles. Volví a sobarme.

-Queréis esto?....o...- Dándome la vuelta les enseñé el culo obstruido - ...o Esto?

Los cabrones se relamieron, tenían las pollas a punto. Los calzoncillos eran dos carpas mojadas. Comenzaban a sudar y se miraban con desconfianza entre ellos.

En un instante se lanzaron el uno contra el otro como auténticas fieras. Los dos me querían a mi.

¡QUIETOS!. ¡PARAD!.

Se quedaron inmóviles otra vez. Me miraban sin saber que hacer.

  • Chicos - les dije pausadamente- aquí tenéis para los dos- Y dándome la vuelta me incliné y me saqué el tapón haciendo un ruido  de descorche.

Los dos olisquearon el aire y se tiraron a mi culo como putos perros encelados. Metían las dos lenguas a la vez, se lamían y me lamían, mientras yo les agarraba por el pelo. Quería provocarles para ver quién era el vencedor y ganador de mi culo.

Márquez dio un puñetazo a Flores que cayó al suelo. Aprovechó ese instante para  ensartarme. Me agarró por el pecho para que nadie le arrebatara su presa y comenzó a follarme como un loco.

Flores miraba desconsolado. Le hice un gesto para que se acercara. Me miró con desconfianza. Volví a llamarle. Se acercó poco a poco. Le agarré del brazo y le puse delante mío. Me agaché mientras el otro me follaba, puse mi cara frente a su polla y le di una lamida de perro. Se estremeció y su polla respondió al instante. Aproveché el momento para metérmela en la boca y comenzar una mamada en consonancia con la follada que estaba recibiendo. Dulzura, cero. Sexo bestia a tope.

Se corrieron como lobos uno en mi rabo y otro en mi boca. La abstinencia de esos días dieron rienda suelta a una fuente de lefa que me llenaba por los dos orificios.

Cuando terminaron, se fueron mánsamente a sus camas.

Miré hacia la puerta y distinguí a Mi Sargento observar desde su habitación.

3

A la mañana siguiente me presenté a mi sargento para pedirle el pase. Me lo dio firmado y sellado. Me cuadré y saludé - Mi sargento, ha sido un placer estar a su servicio. Si no ordena nada más.

-No Montes, puedes retirarte.

Iba a salir del despacho cuando me llamó.

  • Montes...lo de anoche...

  • Mi sargento. En eso es en lo que me ha convertido.

No supo que responder, pero vi que sus ojos se entristecían.- Eso es todo Montes. Puede retirarse.

Salí del edificio con una congoja en el pecho que me impedía respirar. Me senté en el pollete al lado de la puerta. Bajé la cabeza hasta las rodillas y comencé a llorar desconsoladamente.

Noté como se abría la puerta de golpe y el sargento se quedó en la puerta. Se acercó a mi, me abrazó y me dijo que pasara dentro. Entré con el y en la penumbra del portalón me abrazó y me besó en los labios mojados de lágrimas y mocos - No, Montes. No era eso lo que quería.

Me sorbí los mocos y le besé con pasión. Con sólo haberme abrazado y sentir su cuerpo hubiera sido suficiente, pero el encuentro de nuestras lenguas fue un estallido de pasión y de amor.

Me separó de el con ternura. Me puso algo en el bolsillo del la camisa.

  • Soldado. Buena suerte.

Me alejé del edificio y saqué el papelito que había metido  en mi bolsillo. Lo desdoblé  y vi que había escrito un número de teléfono móvil. Nada más. Sin una frase. Sólo el número. Pero era más que suficiente.

Si quereis hacer algún comentario personal mi mail es karl.koral@gmail.com