Mi salvación Final!!

Pedí sintiendo como se me iba la vida en esa respuesta...

Empecé a acariciar su pelo y poco a poco fue cerrando los ojos hasta que se durmió. Le aparté el pelo de la cara y le di un beso en la frente, ella se movió y se acurrucó junto a mi. Alcancé a coger una manta y se la eché por encima, la observé durante horas, sintiendo su acompasada y tranquila respiración hasta que el sueño me venció a mi también.


Unos rayos de sol me despertaron y poco a poco fui abriendo los ojos cegándome por la luz que había. Observé la sala y me di cuenta de que estaba sola, Elisabeth ya se había levantado. Pesadamente me levanté y estiré mi cuerpo haciendo crujir algún que otro hueso, froté mis ojos para deshacerme de las legañas y después de un largo bostezo salí del cuarto, fui a la cocina y el salón y no la encontré.

Yo: Lisa?- la llamé.

Subí a su cuarto y tampoco estaba, repasé mentalmente todos los lugares donde podría estar y no se me ocurrió ninguno más, ya había revisado todos.

Yo: Elisabeth?- volví a llamarla empezando a preocuparme.

Realmente no tenía por qué, quizás hubiera salido afuera mientras dormía y no me había enterado. Fui a la cocina en busca de alguna nota o algo que confirmara mi suposición pero no encontré nada.

Yo: Eli...- iba a volver a gritar su nombre cuando miré por la ventana y la vi nadando en la piscina del patio.

Qué tonta soy, me había olvidado del patio ” pensé mientras suspiraba aliviada. Me dirigí al marco de la puerta que conectaba el exterior con el interior de la casa y me apoyé cruzando los brazos mientras observaba como nadaba. No sé si era porque me encantaba todo lo que hacía o porque de verdad lo hacía bien, pero tenía una elegancia y un estilo al realizar cada movimiento que me embelesaba. Caminé hacia la piscina, me desnudé y me tiré al agua. Elisabeth que me había visto desde un principio se había quitado las gafas y me miraba con una ceja levantada. Yo reí, me acerqué a ella, le robé las gafas y tras darle un pequeño besito acompañado de un “ Buenos días mi amor ” empecé a nadar.

Se me daba bien, puede que no tanto como a ella pero no lo hacía del todo mal. Después de haber echo alrededor de unos 20 largos sin descansar paré donde estaba Elisabeth y le devolví las gafas, suponía que me había estado observando todo el rato. Me sumergí en el agua y aparté mi pelo hacia atrás.

Yo: Había olvidado lo bien que se sentía nadar por la mañana, no hay nada mas refrescante y tranquilizador- comenté.

Lisa: Nadas muy bien, lo sabías?- elogió acercándose a mi.

Yo: Mis padres de pequeña me apuntaron a natación, algo tendría que conservar- contesté colgándome de su cuello.

Lisa: Yo nado por diversión, se me haría imposible nadar tanto tiempo sin parar, no te cansas?- preguntó.

Yo: Cansarme? Esto no era ni la mitad del calentamiento cuando tenía 10 años, he soportado cosas peores- dije riendo.

Elisabeth se acercó y me besó lentamente, tenía por seguro que jamás me cansaría de hacerlo.

Lisa: Podrías haberme pedido un bikini- dijo entre beso y beso.

Yo: Para qué? Así al desnudo se nada mucho mejor- contesté pícara.

Lisa: Sin duda así estás mucho mejor- respondió riendo.

Seguimos besándonos y jugando bastante rato, ella me acariciaba tanto como le daba la gana y me frustraba un poco no poder hacerlo yo con tanta comodidad.

Yo: Mi amor podría pasarme la vida aquí contigo, pero como no me alimentes esta será la última vez que podamos estar así, y tu no quieres eso, verdad?- dije.

Lisa: Jajaja no, no quiero eso- respondió acercándose a las escaleras para salir.

Yo directamente puse mis manos en el borde de la piscina, hice fuerza y salí por ahí. Pude notar como Elisabeth me miró de arriba a abajo descaradamente y cuando se dio cuenta de que la estaba mirando rió un poco mientras se sonrojaba levemente. Cogió su toalla y se dio cuenta de que yo también necesitaba una.

Lisa: No tengo más- dijo con la toalla ya en sus hombros.

Yo: Bueno no pasa nada- dije acercándome a mi ropa para ponérmela, ahora que estaba afuera, desnuda y además mojada me dí cuenta del frío que hacía en la montaña.

Cuando iba a coger mi sujetador Elisabeth me abrazó por la espalda y rodeó con sus brazos mi cintura, de manera que la toalla nos tapaba a las dos.

Lisa: Pero si estás temblando mujer- dijo preocupada.

Como pudo cogió mi ropa asegurándose de no destaparme y entramos dentro de la cabaña. Allí entré en el baño y me vestí rápidamente, aún seguía temblando, abrí el grifo y puse el agua caliente me distraí bastante dejando las manos debajo del agua para que me calentase. Cuando salí Elisabeth ya estaba cambiada y había encendido la chimenea, incluso habían dos tazas de café y unas cuantas galletas enfrente de la chimenea. Me acerqué a ella y me senté en el sofá.

Lisa: Ya estás mejor?- preguntó frotándome los brazos.

Asentí y ella sonrió, me ofreció la taza de café y yo enseguida la sostuve con mis dos manos para atrapar el calor.

Yo: Gracias- murmuré.

Lisa: No hay gran cosa, he sacado todo lo que he encontrado- dijo a modo de disculpa mientras yo daba un sorbo al café.

Yo: No pasa nada, con esto es más que suficiente- respondí sonriendo.

Desayunamos tranquilas aunque yo no pude conseguir calentarme del todo, todavía tenía frío pero no lo di a saber. Recogimos la mesa y fuimos a ver a los caballos antes de irnos, les dimos de comer lo suficiente para que aguantaran hasta que viniera su cuidador y los mimamos un poco, después volvimos a la cabaña y preparamos todas nuestras cosas, cuando lo hicimos nos pusimos en marcha hasta la ciudad.

Lisa: Bueno mi amor, espero que hayas disfrutado estos dos días tanto como yo- me dijo una vez en el portal de mi casa.

Yo: Y tanto, no cambiaría ni un segundo- contesté sonriendo.

Nos acercamos y nos besamos a modo de despedida, mis labios no querían despegarse de los suyos y no había ninguna señal de que lo fueran a hacer. En un momento dado una voz nos asustó.

Keila: Bueno bueno bueno, respirad chiquillas! Ni que tuviérais pegamento en los labios- soltó mi madre.

Di un brinco asustada y me giré rápidamente, cuando la vi suspiré.

Yo: Joder mamá!- me sobresalté, ella reía a lo que yo al cabo de unos segundos me uní junto a Elisabeth, aunque estaba sonrojada por la vergüenza.

Keila: Oh deja la timidez de lado Elisabeth, que estamos en familia no pasa nada mujer- dijo mi madre para que se le pasase el rubor.

Lisa: Jajaja está bien pero llámeme Lisa- contestó.

Keila: Eh! Qué te dije? No soy tan vieja! Tutéame por favor, a ver si esta vez te acuerdas para la próxima vez que nos encontremos, siempre se te olvida- dijo sonriendo.

Lisa: Lo siento, es la costumbre- se disculpó sonriendo.

Keila: No pasa nada. Quieres quedarte a comer?- preguntó amablemente.

Lisa: Me encantaría pero no puedo, mi madre ha llegado ya de viaje y tengo cosas que hacer en casa- respondió desanimada- Gracias igualmente.

Keila: Es una pena. Bueno Lisa tengo que entrar ya dentro que tengo la comida en el fuego, ya sabes que siempre serás bienvenida en esta casa así que si necesitas algo no dudes en venir- dijo con una sonrisa.

Lisa: Muchas gracias Keila, lo tendré en cuenta- agradeció.

Se dieron dos besos en las mejillas para despedirse y mi madre volvió a entrar.

Lisa: Es una gran mujer, es totalmente diferente a lo que yo me imaginaba- admitió.

Yo: A si?- pregunté sorprendida.

Lisa: Si, cuando te conocí y vi que entre nosotras había química me preocupé por como serían mis suegros, temía que tus padres no me aceptaran. Después me contaste que estaban ''muertos'' y la verdad me dolió por la cara que pusiste, y cuando supe que tu madre vivía y la conocí ella era tal y como imaginaba, no me aceptó, aunque después se disculpó y empezamos a congeniar. Y bueno, por tu padre no tengo de que preocuparme- contó.

Yo: La verdad es que si- dije mirando el suelo.

Lisa: Y ya que sacamos el tema de tu padre, has pensado en cuando irás a verlo?- quiso saber.

Yo: No lo llames así, para mi el es Damián- contesté un poco brusca.

Lisa: Perdón. Bueno pero has pensado el día para ir a verle?- preguntó.

Yo: Si, había pensado en ir pasado mañana por la tarde si a ti te va bien- contesté.

Lisa: Claro, me parece estupendo- contestó feliz.

Yo: He pensado en comentárselo a mi madre por el caso de que quisiera venir, aunque lo dudo mucho- dije.

Lisa: Bueno, por preguntar no pierdes nada- respondió- Mi vida me voy ya que mi madre me espera.

Yo: Vale, te va bien pasar a por mi después de mis clases?- pregunté.

Lisa: Perfecto. Te amo- me besó.

Yo: Y yo a ti- me despedí.

Se metió en el coche y aceleró hasta que la perdí de vista, cogí mi maleta y entré dentro. Olí la comida y se me hizo la boca agua así que subí a mi habitación y coloqué la ropa rápidamente, bajé enseguida y encontré a mi madre con los dos platos de comida en la mesa.

Yo: Hola mamá- saludándola con dos besos en la mejilla.

Keila: Buenos días hija. Qué tal lo habéis pasado?- preguntó.

Yo: Muy bien, ha sido mi primera experiencia montando a caballo, todavía me duele el trasero- contesté riendo mientras colocaba la mesa.

Keila: Jajaja me hubiera gustado verte. Oye, Elisabeth es una chica muy tímida verdad?- preguntó.

Yo: Si tú supieras...Conmigo al principio no hacía más que sonrojarse y incluso ahora a veces también lo hace, pero cuando entra en confianza es un amor de persona, tú dale tiempo- contesté.

Keila: No si yo prisa no tengo, disfruto conociendo a la gente importante para ti es algo que me he perdido durante muchos años- dijo triste.

Las dos nos sentamos en la mesa y empezamos a comer.

Yo: Hay una cosa que me gustaría comentarte. He decidido ir a ver el martes a Damián a la cárcel para hablar con el, sé la respuesta pero, quieres venir?- pregunté.

Su rostro se ensombreció y se puso seria al instante, nos centramos en seguir comiendo hasta que a los pocos minutos habló.

Keila: Lo has decidido tú o te han convencido?- preguntó mirándome.

Bajé la vista unos segundos y volví a posarla en sus ojos.

Yo: Elisabeth me ha convencido, dice que cree que es bueno para mi hablar de todo lo pasado con el porque dice que sigo sufriendo, ella me lo nota y es verdad, yo no estoy bien. No le hace gracia que vaya, y a mi tampoco, pero quizás pueda arreglar algo- respondí.

Keila: Hombre si por mi fuese te lo prohibiría pero al fin y al cabo no puedo negarte que vayas a verlo aunque no cuentes conmigo, yo no tengo nada que hablar con el- contestó.

Yo: Lo entiendo, te avisaba para que lo supieras- respondí.

Keila: Y sobre lo que dice Elisabeth que te ve mal, si quieres puedo pedir cita en el psicólogo, no me extrañaría que tuvieses un trauma o algo- propuso triste.

Yo: No lo sé, puede que sea lo mejor- respondí desanimada.

Terminamos de comer y recogimos todo, me senté en el sofá con la mirada perdida. No sabía si había sido por la conversación pero tenía mal cuerpo, mi madre se sentó junto a mi.

Keila: Sarah estás bien?- preguntó.

Yo: No sé me siento rara, no será nada- contesté.

Keila: Quiero verte bien Sarah, no así de apagada y distante. He pasado muchos años sin verte y me he perdido toda tu adolescencia, me duele saber que eso no voy a poder recuperarlo nunca pero ahora ya estoy de nuevo aquí y tengo la intención de quedarme hasta que la vida me lo permita. Hemos pasado por mucho y ya va siendo hora de que seamos felices, así que empieza por cambiar esa cara que pareces una amargada- dijo, lo último con un tono divertido.

Sonreí y la abracé fuertemente, tenía toda la razón del mundo. Debía apartar todas mis penas de una vez de mi vida y seguir adelante, la vida es muy corta y muy injusta así que era una tontería malgastar el tiempo pensando en cosas malas.

Yo: Gracias- susurré.

Nos separamos y sonrió, me besó en la frente y se puso a ver la tele. Me levanté y decidí acabar la pieza que tenía que entregar el día siguiente, no me llevó mucho esfuerzo y cuando acabé me uní a mi madre. Pasé toda la tarde con ella, fuimos a mirar ropa en tiendas y dimos una vuelta por el centro. Me encantaba compartir mi tiempo con ella, la vida nos estaba dando una segunda oportunidad a las dos y no pensaba desaprovecharla. Llegamos a casa y lo primero que hice fue sonarme la nariz, había estado toda la tarde moqueando y estornudando, no me extrañaba que hubiera cogido algo. Cené y me metí en la cama.

A la mañana siguiente desperté con un dolor de cabeza horrible, me tomé una pastilla y me duché. Cuando salí estaba un poco más despejada, me vestí, desayuné unos cereales y fui al auditorio. Cuando entregué la pieza Félix se quedó maravillado, sin duda alguna le había gustado lo cual subió un poco mi estado de ánimo. A media mañana tuve que pedir que me dejaran salir para ir a mi casa antes, me encontraba fatal. Cuando me dejaron ir fui inmediatamente a casa y me tumbé en el sofá.

Keila: Te encuentras bien Sarah?- preguntó apareciendo por la puerta.

Negué con la cabeza, se acercó y se sentó en el sofá junto a mi, puso su mano en mi frente y hizo una mueca.

Keila: Estás ardiendo cariño, quieres comer o beber algo?- preguntó.

Yo: No. Puedes pasarme una manta?- pregunté susurrando.

Se levantó, me la echó por encima y me quitó los zapatos para que estuviera más cómoda. Se fue unos instantes y me dio para tomar algo, lo bebí sin rechistar. Mi madre se alejó y medio atontada pude escuchar como llamaba a alguien.

Keila: Elisabeth, te importaría pasarte lo antes posible hoy por casa? Sarah está enferma.....No no te preocupes, solo tiene fiebre pero yo tengo una entrevista de trabajo y no quiero dejarla sola.....De acuerdo, yo he echo comida así que puedes comer aquí cuando salgas de la universidad......Muchas gracias, adiós.

Después de eso cerré los ojos, me acurruqué y no sé como me quedé dormida con tanto escalofrío. Desperté por el ruido del timbre, pude oír como alguien hablaba y acto seguido el ruido de la puerta cerrarse. Alguien entró el el comedor y inmediatamente la reconocí por su olor: era Elisabeth. Intenté abrir los ojos pero no podía, estaba muy cansada. Se sentó en el sofá junto a mi y sentí como me besó en la frente.

Lisa: Qué te pasa mi amor?- escuché que susurró.

Se fue y al cabo de unos minutos volvió, me destapó y me cargó en sus brazos después de ordenarme que rodeara su cintura con mis piernas. No paraba de temblar, me estaba muriendo de frío. Poco después me tumbó en mi cama y me tapó hasta el cuello aunque no sirvió de mucho.

Yo: Tengo frío- murmuré.

Elisabeth miró por los armarios para buscar más mantas pero no encontró ninguna, tampoco quería que lo hiciese.

Yo: Abrázame- pedí.

Se quitó los zapatos, se tumbó y se pegó a mi lo máximo posible pasando su brazo por mi costado y frotándolo para que entrara en calor, ella me preguntó algo y yo le respondí a lo que ella rió, no sé que es lo que le dije y lo que me dijo, tan solo tenía ganas de dormir y así lo hice. Cuando desperté me sentía mucho mejor, la cabeza me seguía doliendo a rabiar pero la fátiga había desaparecido. Ya era de noche, miré a mi alrededor y vi a Elisabeth dormida en una silla a mi derecha, enseguida la pena me invadió, seguramente había estado toda la tarde a mi cuidado y no había parado tenía incluso en la maño un paño medio mojado que supuse me había estado colocado en la frente. Me levanté y el dolor de cabeza se intensificó pero hice caso omiso, me acerqué a Lisa, la cogí y la tumbé en la cama, despertó al instante.

Lisa: Mi amor, qué haces levantada? Tienes que guardar reposo- dijo señalándome la cama.

Yo: Tranquila ya estoy mucho mejor- contesté.

Se levantó y puso su mano en mi frente.

Lisa: Pero si estás ardiendo mi vida, anda túmbate que ahora te traigo algo para la fiebre- ordenó.

Yo: Elisabeth enserio estoy bien- intenté convencerla.

Lisa: Que te tumbes te digo, vas a ponerte peor- dijo tan seria y decidida que me senté al instante.

Salió de la habitación y yo me recosté, Elisabeth estaba de mala hostia y por mucho que intentaba encontrar la razón no la veía, que yo supiese no le había echo nada. En ese momento entró en la habitación con un termómetro y un vaso con agua y una pastilla. Me puso el termómetro y tomé la pastilla. A los pocos minutos cogió el termómetro y lo miró.

Lisa: Tienes 40 de fiebre, solo a ti se te ocurre bañarte desnuda a primera hora de la mañana en medio de la montaña- dijo molesta y se sentó soltando un suspiro en la silla.

Yo: Por qué estás así conmigo? Qué te he echo? Te juro que no lo entiendo- susurré desanimada.

Elisabeth al escucharme suavizó su rostro al darse cuenta de como se había comportado, se sentó conmigo en la cama y me cogió las manos.

Lisa: Lo siento mi amor, no tienes la culpa de nada. Es que hoy en clase han enviado un montón de trabajos y estoy estresada, llevo desde las 6:30 levantada y no he parado en todo el día, no he comido y tengo un sueño increíble- contestó.

Yo: Espera, qué hora es?- pregunté.

Lisa: Las 19:15- contestó mirando su reloj.

Yo: No has comido nada en todo el día?!- pregunté alarmada.

Ella negó con la cabeza, me levanté decidida y la cogí por la muñeca intentando sacarla de la habitación.

Lisa: Espera, qué haces? Sarah vuelve a la cama no estás bien del todo!- ordenó.

Yo: No hasta que comas algo, cómo puedes llevar todo el día sin comer?- espeté algo cabreada.

En el momento justo que lo dije me mareé y si no llega a ser por Elisabeth hubiera caído al suelo.

Lisa: Sarah! Sarah, estás bien?- preguntó preocupada.

Asentí y me sentó en la cama, se me pasó enseguida pero me dejó aturdida por unos instantes.

Lisa: Quieres, por Dios, hacerme el favor de quedarte en la cama? Si quieres me traigo un plato de comida y como aquí contigo, pero no te levantes más, vale?- pidió.

Acepté y escuché como bajaba las escaleras. Pasaron unos minutos y Elisabeth subió no con un plato como yo esperaba, si no con dos.

Lisa: Toma, tú también tienes que comer- dijo dándome el plato.

Yo: No tengo apetito Elisabeth- contesté haciendo una mueca.

Lisa: Me da igual, tu madre me ha dicho que no has comido cuando llegaste a casa, así que no sé como puedes reprocharme no haber comido en todo el día cuando estás en las mismas condiciones que yo- repuso.

Yo: Así soy yo- dije encogiendo los hombros.

Ella sonrió y las dos empezamos a comer. Elisabeth casi devoraba el plato y no me extrañaba. Yo al principio no comía mucho pero poco a poco empezó a entrarme el apetito y acabé la comida incluso más rápido que ella.

Lisa: Menos mal que no tenías hambre, si no no hubiera bastado la comida- bromeó.

Yo: Jajaja si, me ha entrado de repente. No lo has cocinado tú, verdad?- pregunté.

Lisa: No, lo ha echo tu madre- respondió comiendo.

Yo: Se nota, está bueno pero tiene diferente sabor a tu comida- contesté.

Lisa: Jajaja, ahora tienes un exquisito paladar que reconoce la comida de todo el mundo?- rió.

Yo: Oye! Para tu información siempre he tenido un paladar exquisito, pero solo digo que el sabor es diferente- respondí mirándola.

Lisa: Ya, seguro...- contestó divertida.

Yo: Entonces has hablado con mi madre?- pregunté.

Lisa: Si me ha llamado antes para ver como estabas, dijo que no tardaría mucho en volver- respondió dando el último bocado al plato.

Se levantó, recogió los platos y bajó, después volvió a subir y se sentó a mi lado.

Lisa: Hay algo que necesites? Te duele la cabeza, te ayudo a ducharte o algo?- preguntó mirándome.

Yo: Hay algo que si podrías hacer por mi. Puedes llevarme abajo por favor? Quiero ir al jardín, estar aquí encerrada todo el día me pone más enferma- le pedí.

Lisa: No sé si podremos hacerlo sin que alguna de las dos se mate- rió.

Yo: Oh venga ya! Puedes cargar conmigo desde el sofá, subir las escaleras y llevarme a mi cama mientras dormía, pero no puedes ayudarme a no caerme estando despierta? De verdad eres alucinante- reí.

Lisa: Jajaja supongo que tienes razón- contestó ayudando a levantarme.

Pasé mi brazo por su cuello y ella me agarró por la cintura, bajamos sin ningún tipo de problema y nos sentamos en el escalón que da al jardín.

Yo: Esto es lo que me hacía falta- comenté mientras el aire me daba en la cara.

Estuvimos en silencio un par de segundos hasta que de repente Elisabeth empezó a reír.

Yo: Qué ocurre?- pregunté curiosa.

Lisa: Es que me acabo de acordar de una cosa que me has dicho antes cuando estabas medio dormida, justo cuando te dejé en la cama y que me pidieras que te abrazara porque tenías frío jajaja- respondió entre carcajadas.

Yo: Creo que recuerdo algo. Qué te dije?- quise saber.

Lisa: Bueno después de que me pidieras que te abrazara por el frío te dije que estabas ardiendo. Tú me contestaste que estabas ardiendo en deseos de hacerme tuya jajaja. Realmente si eso me lo hubieras dicho ahora seguramente te habría llevado a la cama, pero en ese momento era la respuesta que menos esperaba y pues...jajaja- contó mientras no dejaba de reír.

Enseguida noté calor en las mejillas y bajé la mirada seriamente avergonzada.

Yo: No puede ser- susurré con una sonrisa de incredulidad.

Lisa: Todavía necesitas que calme tus ardientes deseos carnales o ya se te ha pasado?- se burló.

Yo: No me hace gracia!- dije riendo mientras le pegaba un poco fuerte en el brazo.

Lisa: Au! Eso ha picado!- dijo entre risas mientras se rozaba el lugar donde le había dado.

Yo: Te lo mereces- contesté sonriendo.

Lisa: Sabes que no es verdad- dijo acercándose a mi.

La miré a los ojos mientras las dos sonreíamos y la besé terminando de acercarla a mi poniendo mi mano en su nuca. Cuando el aire empezó a escasear en nuestros pulmones nos separamos.

Lisa: Como mañana no vaya a clase por tener un virus tú serás la única culpable- me “amenazó”

Yo: Culpa mía no será, eres tú la que se ha ofrecido a calmar mis “ardientes deseos carnales”, tendrás que cargar con las consecuencias- contesté divertida.

Se quedó pensativa unos pequeños minutos mirando a ninguna parte y dijo:

Lisa: Bueno si tengo que contagiarme ya lo habré echo así que...- volvió a acercarse y juntó nuestros labios.

Reí ante su respuesta y la besé dulcemente aunque sin meter mi lengua de por medio, realmente no quería que enfermara. Nos separamos, pasé mi mano detrás suya abrazándola y apoyé mi cabeza en su hombro.

Yo: Te amo- susurré.

Lisa: Yo también- contestó besando mi cabeza.

Nos quedamos ahí viendo las recientes estrellas hasta que llegó mi madre no mucho más tarde. Le agradeció a Elisabeth el haberse quedado y tras preguntarme que tal estaba ofreció a Elisabeth quedarse a dormir, lo cual nos sorprendió a ambas. Se justificó diciendo que era tarde y que debía de estar cansada para conducir, Lisa aceptó tímidamente después de avisar a su madre. Me duché, cenamos y nos fuimos a dormir, aunque me hubiera gustado esa noche no pasó nada a petición de ella, ya que le avergonzaba que mi madre se enterara. Me resigné un poco pero la entendí, al menos eso no significó que no durmiéramos lo más juntas posible y abrazadas. Despertamos por la mañana y yo ya me encontraba mucho mejor, no tenía fiebre solo un poco de dolor de cabeza. Elisabeth se duchó, desayunamos y me llevó al auditorio. Cuando acabaron las clases salí afuera a esperar a Lisa, al poco rato vino y me subí con ella al coche.

Lisa: Hola mi amor- saludó besándome.

Yo: Hola mi vida- contesté.

Lisa: Estás preparada?- preguntó antes de arrancar.

Yo: Supongo que si- respondí un poco indecisa.

Lisa: Eh, todo va a salir bien- me animó poniéndome la mano en la rodilla.

Le sonreí y arrancó. Estaba terriblemente nerviosa, realmente la única razón por la que iba a hablar con el era por mi y por Elisabeth porque yo jamás hubiera ido por mi propia cuenta. Llegamos en seguida para mi mala suerte, Elisabeth salió del coche pero yo no fui capaz de hacerlo. Dio la vuelta al coche, me abrió la puerta y me dio la mano, salí y cerró el coche.

Lisa: Estoy aquí contigo, vale?- dijo mientras entrelazaba nuestros dedos.

Asentí y cruzamos la verja juntas. Entramos en un pequeño edificio y solicitamos la visita, un guarda nos guió a una sala y le llamaron.

Guarda: Ya pueden pasar señoritas- nos informó amablemente.

Lisa: Quieres pasar tú sola un rato o...- interrumpí.

Yo: Ni se te ocurra dejarme sola, te lo ruego- la miré angustiada.

Lisa: Vale vale, pero por favor no pongas esa cara- dijo acariciándome la mejilla.

Le cogí la mano y se la besé, miré la puerta y finalmente me atreví a atravesarla. Cuando entré Damián estaba sentado con el típico mono naranja. Cuando me vio abrió los ojos asombrado, estaba segura de que de todas las visitas que hubiera podido recibir la mía era la última que esperaba.

Damián: Sa...Sarah- murmuró sorprendido.

Yo: Hola Damián- le saludé, pude notar que al llamarlo por su nombre se entristeció.

Lisa: Damián- saludó ella un poco cortada.

Damián: Hola Elisabeth- contestó saliendo un poco de sus pensamientos.

Nos sentamos en dos sillas que habían enfrente de el, no le solté la mano en ningún momento a Lisa.

Damián: Has venido- dijo dirigiéndose a mi con una sonrisa.

Yo: Elisabeth me convenció, dijo que podría ayudarme hablar contigo- contesté.

El silencio inundó la sala, yo estaba tensa y muy incómoda mientras que Elisabeth miraba a Damián con odio, parecía que en cualquier momento le saltaría a la yugular. Los ojos de Damián empezaron a llenarse de lágrimas y habló.

Damián: Sarah siento todo mucho, lo siento de verdad. Sé que no es una excusa pero no era yo, jamás me hubiera atrevido a ponerte una mano encima a ti y a tu madre, jamás hubiera pensado en ti más que como a una hija y no una mujer, jamás me hubiera atrevido a amenazarte, a amenazaros- sollozó dirigiéndose a las dos.

Yo: Te crees que con esto solucionas todo el dolor causado? Damián he estado a punto de morir por tu “futura esposa” y el otro día fui de nuevo asaltada por ella en mi casa y si no llega a ser por Elisabeth no estaría aquí, mi infancia ha quedado reducida a peleas, violaciones, maltratos... Has echo que crea durante casi toda mi vida que mi madre había muerto por salvarme, me has obligado a renunciar y decirle a la mujer que amo que no la amaba, que no significó nada para mi, y todo para qué Damián? Tanto odiabas a tu hija por ser lesbiana que fuiste capaz de hacer todas esas cosas?- inquirí enfadada.

Damián: Sarah te juro por ti, que eres lo más importante que tengo en la vida, que en mi sano juicio jamás hubiera echo nada de eso! Y lo de Paola, ella no sé cómo me encontró y me pidió ayuda para vengarse de ti, ella es otra enferma y encima enamorada de ti- contestó.

Yo: De verdad soy tan importante? Si lo fuese por muy enfermo que estuvieras habrías podido parar. Eres médico, cómo no pudiste darte cuenta?- pregunté con lágrimas en los ojos.

Damián: Sabes qué es lo que más me duele de todo? Que yo si fui consciente de que estaba enfermo- respondió.

En ese mismo instante la sangre me hirvió, sentí como me ponía roja de la rabia y me levanté de la silla enfurecida acercándome a el.

Yo: Te diste cuenta de que estabas enfermo y no hiciste nada para evitarlo?! Me estás diciendo que perfectamente podría haber tenido una vida normal si no fuese porque no te medicaste?!- le grité, Elisabeth me estaba agarrando para que no pudiera hacerle nada, si no llega a sujetarme le hubiera llenado de golpes.

Damián: Tuve miedo Sarah! El pánico se apoderó de mi! Necesitaba que otro médico me diera cura y me avergonzaba que me trataran como a un loco- gritó el.

Yo: Miedo? Miedo?! Tú no sabes que es tener miedo! Miedo es que tu propio padre te golpeé y te viole, que te tengan atada con una venda en los ojos sin saber que ocurrirá o que harán con tu cuerpo, miedo es no saber si te van a vender a otro hombre o que te pidan prostituirte. Eso es tener miedo, siéntete afortunado de no tener que haber vivido eso, porque entonces sabrías que es tener miedo de verdad- dije sentándome en la silla, tenía un nudo en la garganta y llorar hacía que me doliese más.

Damián: Lo sé Sarah, lo sé. Piensas que no recuerdo tus suplicas? Tengo grabadas a fuego en mi mente todas las tardes que pasé haciéndote eso. Crees que me siento orgulloso? Lo que te hice no tiene nombre, estoy avergonzado y arrepentido de lo que ocurrió. El error de no hacer nada para evitar mi enfermedad me costó muy caro, sabes? Perdí a mi familia, lo más importante para mi. Os perdí a ti y a tu madre. Desearía poder retroceder el tiempo y seguir siendo la familia que éramos antes, pero desgraciadamente no puedo- contestó con la mirada perdida, pude sentir el dolor el su voz al decirlo.

Por una vez en mi vida dejé que las palabras que el dijo entraran en mi cabeza y intenté entenderlas. En ese momento comprendí todo todo. Por un instante dejé de ver al hombre pervertido, ambicioso, egoísta y agresivo que yo pensaba que era para ver al hombre arrepentido, humilde y desesperado por recuperar a su familia que era en ese momento. Me puse en su piel y mi mente finalmente entendió que aquel hombre que me hizo todos esos males era un enfermo y no el mismo que tenía delante mía. Pude por fin comprender su dolor y me imaginé su impotencia al saber que todo el mundo lo veía como un violador y maltratador cuando en verdad el no era consciente de sus actos. Por fin pude comprender que el hombre que tenía delante mía no era un enfermo, ni un violador, ni un maltratador, si no mi padre.

Entender todo eso hizo que volviera a llorar pero esta vez no era de tristeza o de sentimientos incomprendidos, lloraba de felicidad al saber realmente la verdad. Elisabeth y Damián me miraron extrañados al ver que lloraba sin ningún motivo aparente ya que había dejado de hacerlo hacía un rato.

Lisa: Qué ocurre Sarah?- preguntó preocupada.

Me levanté mirando a los ojos a Damián, este a su vez también lo hizo. Me acerqué lentamente a el, me miraba confuso.

Yo: Ahora entiendo todo...papá- dije en voz baja, sonreí al decir la última palabra.

Mi padre se quedó atónito, sus ojos se llenaron de lágrimas y yo le abracé fuertemente mientras los dos llorábamos. Le había perdonado? No lo sabía, pero todo el mundo merece una segunda oportunidad, por qué el no? El y los médicos dijeron que si ponía de su parte con la medicación y las visitas al psicólogo sería una persona normal, podría llegar a perdonarle.

Damián: Lo siento mucho Sarah, lo siento mucho. Os quiero con todo mi corazón tanto a ti como a tu madre, te juro que jamás fue mi intención haceros daño- dijo mientras me estrechaba en sus fuertes brazos.

Yo: Te creo papá, al menos espero que sea así. Si tú sigues todas las instrucciones que te den y vas a todas las terapias y cambias, te daré otra oportunidad, mejor dicho, ya te la he dado, no la desperdicies porque no habrá más- le advertí.

Levanté la cabeza y vi como sonreía ampliamente, jamás había visto una cara tan feliz como la suya.

Damián: Gracias hija mía, te juro que cambiaré no lo dudes. Si así puedo volver a teneros a ti y a tu madre iré a mil terapias y me tomare mil pastillas- dijo alegre.

Yo: No te ilusiones tanto, mamá no quiere ni verte en pintura. Le propuse venir y no quiso- le dije.

Damián: Bueno creo que tu madre no me perdonará nunca pero no pienso rendirme, sabes? Es la mujer de mi vida, le haré ver que no soy ese monstruo y lucharé por ella así como tú lo has echo por Elisabeth a pesar de las consecuencias- respondió mirándola.

Me separé de el y me acerqué a ella, le cogí las manos y la miré a los ojos. Sin más la besé llena de euforia. Al instante ella se apartó.

Lisa: Sarah, tu padre...- le miró.

Damián: No pasa nada. Si ella es feliz al lado de una mujer que así sea- aclaró sonriendo.

Lisa también sonrió y está vez fue ella la que juntó nuestros labios, aunque por un corto periodo de tiempo. Una vez nos separamos la acerqué a el.

Yo: Bueno creo que ya va siendo hora de hacer las presentaciones como se debe- dije sonriendo- Elisabeth este es Damián, mi padre, y papá esta es Elisabeth, mi vida.

Elisabeth iba a darle la mano pero antes de que pudiera hacer el gesto completo ya estaba atrapada por los brazos de mi padre, me hizo gracia la expresión que puso.

Damián: Elisabeth también tengo que pedirte disculpas a ti, como ya he dicho antes jamás me hubiera atrevido a amenazar a alguien importante para mi familia siendo yo- se disculpó separándose de ella.

Lisa: Lo comprendo. No me cae bien, no voy a negarlo, eso no significa que en un futuro haga cambiar mi opinión, pero le aviso de que como intente hacer daño a Sarah, a su madre o incluso a Mike juro por mi vida que haré que lamente haber nacido. No me ponga a prueba o le aseguro que lo lamentará- le amenazó, por un momento me preocupé por la reacción que tendría mi padre pero me sorprendió ver que el asentía seriamente.

Damián: Elisabeth créeme cuando te digo que preferiría cortarme un brazo antes que volver a hacerles daño, entiendo tu reacción y espero hacerte ver que no tengo malas intenciones. Te estoy enormemente agradecido por haber traído a Sarah hoy, me has devuelto las ganas de vivir y eso es algo que no voy a dejar pasar por alto- contestó sonriendo.

Elisabeth asintió y tras unos minutos de charla nos despedimos, salimos de aquel lugar y nos apoyamos en el coche de Lisa. Agradecí que ella no me dijese nada por unos minutos, tenía muchas cosas en las que pensar. Cuando aclaré un poco mis ideas y volví de nuevo en mi, apreté la mano de Lisa que había tenido agarrada desde que salimos haciendo que me mirase. Le sonreí feliz y la abracé con fuerza metiendo mi cabeza en su cuello.

Yo: Eres increíble de verdad, tú no haces más que cosas por mi y yo no sé como devolvértelo- le dije agradecida.

Lisa: Ya te dije que me basta con tener tu amor, es suficiente para mi- respondió sonriendo.

Yo: Pero para mi no es suficiente, no me siento bien dejando que tú hagas todo por mi o que me motives a hacer las cosas sin después poder devolverte el favor- reproché.

Lisa: Jajaja Crees que no es suficiente? Tu felicidad es la mía y tu bienestar el mío. Mi amor hacia ti es incondicional, no espero más que ser correspondida, todo lo demás es un extra. Acaso tu esperas algo más de mi?- preguntó Elisabeth un poco preocupada por mi respuesta.

Yo: Qué? No qué va! Para nada. Es solo que justo por estos “extras” siento que me estás ayudando mucho más de lo que te imaginas, y a mi también me gustaría hacer eso- contesté.

Lisa: Cuando tenga que ser será, no pretendas anticipar las cosas, de acuerdo?- dijo acariciando mi cara-

Somos felices todo lo demás no importa.

Le sonreí y la besé cogiendo su mano. Nos quedamos en un silencio cómodo, las dos cogidas de la mano mirando posiblemente las musarañas.

Lisa: A día de hoy sigo sin entender porque no dijiste nada a nadie sobre lo que te estaba haciendo tu padre- rompió el silencio.

Yo: Porque si lo hacía el podría haberte violado, maltratado o, en el peor de los casos, podría haberte matado, y todo eso me hubiera dolido mucho más de lo que he tenido que soportar- contesté apretando su mano- De echo, he estado a punto de matarte.

Lisa: Qué? Cuando?- preguntó sorprendida.

Yo: Te acuerdas cuando Amara vino a reclamarme y me pegó en la nariz?- pregunté.

Lisa: A si, aquella vez que te seguí, estabas muy rara- afirmó.

Yo: Pues cuando estábamos en el banco y me dijiste que si pasaba algo que te lo dijera, pensaba en decírtelo porque así quizás acabaría todo pero justo cuando iba a hablar me llamó mi padre diciendo si estaba totalmente segura de querer decirte la verdad. En ese momento intenté encontrarle pero vi como un punto rojo se ponía en tu frente, te estaba apuntado con un arma- un nudo se me formó en la garganta al recordarlo- Colgué y cuando te dije que no pasaba nada, que simplemente no estábamos echas para estar juntas, el punto rojo fue desapareciendo y evadí el tema mandándote a casa. Lloré y lloré sabiendo que podría haberte matado por la estupidez de tenerte cerca, me siento culpable aún- una lágrima rodó por mi mejilla.

Lisa:-limpiándome la lágrima- No tienes por que sentirte culpable. De echo tenía que pedirte disculpas yo a ti, no sé cómo pude decirte que deseaba que tu madre te hubiera atropellado, en el mismo instante en que lo solté me arrepentí y pensé que si así hubiera sido no sería nada de mi vida. Aún no puedo creerme lo inmadura que fui al insultarte y menos preciarte cada día pensando que no te importaba lo más mínimo cuando no era así- dijo abrazada a mi.

Yo: Todavía lo recuerdo, quise morir cuando me lo dijiste. Tienes que admitir que fuiste muy cruel ahí- le dije.

Lisa: Y tanto. He echo muchas cosas en mi vida de las cuales me arrepiento, la que más haberte dicho eso, pero jamás me arrepentiré de haberte conocido- me dijo acariciándome suavemente la mejilla.

Me acerqué a ella y la besé rodeando su cintura con mis brazos. Todo era muy bonito hasta que oímos como nos silbaban, nos separamos y vimos a un montón de hombres congregados en la verja que veían como nos besábamos. Tan solo diré que la primera frase que soltaron fue: “Rubia métele la lengua hasta la campanilla!”, las demás lo podréis imaginar. Iba a ir a decirles mil cosas cabreada pero Elisabeth me susurró: “Sarah déjalos, son gilipollas no vale la pena pelearse” junto con un pico. Acepté y cuando íbamos a subirnos a su coche se escuchó: “Ya se ha acabado la función? Venga comeros la boca!” No pude reprimirme y solté: “Cállate mamonazo, si quieres le comes la polla al de tu izquierda!” Elisabeth arrancó pero pudimos escuchar como sus amigos le hacían burla y le decían: “Lo que te ha dicho!” haciendo que Elisabeth y yo riéramos. Al cabo de poco Elisabeth recibió una llamada de su hermano.

Lisa: Si?...Hola Ryan que tal?...Estoy llevando a Sarah a su casa...Qué?!...Ahora mismo voy.

Yo: Qué ocurre?- pregunté al ver que cambiaba de dirección.

Lisa: Iris se ha puesto de parto, voy a ser tia!- contestó alegre.

Yo: Enserio?! Dónde está?- pregunté sorprendida.

Lisa: En su casa voy a ir a por ellos para llevalos al hospital, te importa?- me preguntó.

Yo: No para nada- contesté.

En menos de diez minutos estuvimos enfrente de su casa, tocamos al timbre y salió Ryan con Iris agarrada de su brazo. Le ayudamos a meter a Iris en el coche y a tumbarla en la parte trasera, Ryan se quedó junto a ella. Hubo un momento en el que tuvo una contracción haciéndola gritar un poco más fuerte de lo normal.

Ryan: Qué le ocurre? Por qué grita?! Le ha pasado algo?- preguntó exaltado.

Elisabeth y yo nos miramos y reímos, incluso Iris lo hizo.

Lisa: Tranquilízate hermanito solo es una contracción, no va a morirse- contestó riendo.

Ryan: Cómo quieres que esté tranquilo! Voy a ser padre!- dijo alterado, después se tranquilizó un poco y sonriendo dijo: Voy a ser padre!

Lisa: Dios mío, espero que tú no te pongas así Sarah porque no podré evitar pegarte para que te calles o en su defecto, te daré permiso para que si yo me pongo así me puedas pegar tú jajaja- dijo riendo.

Todos reímos, me encantaba la idea de tener un niño con ella.

Ryan: Eh eh ni se os ocurra! Elisabeth es demasiado joven para ser madre, Sarah tendrás que tener tu el niño- bromeó y volvimos a reír un poco, excepto yo.

Yo: Qué?! Tener un niño yo?- pregunté exaltada, no sabía porque me asustaba.

Lisa: No te gustaría?- preguntó mirándome desanimada.

Bajé la mirada hacía mis manos y no contesté, Elisabeth volvió a poner atención a la carretera y no volvimos a hablar más. Llegamos al hospital y nosotros nos quedamos en una sala de espera, Iris todavía no había dilatado lo suficiente y hasta que no estuviera lista no dejarían entrar a Ryan. El pobre estaba que se comía las uñas. El silencio era sepulcral.

Yo: Voy a salir un rato- avisé.

Cuando salí vi un muro que me llegaba por los codos y me apoyé ahí mirando el paisaje, ya que el hospital estaba alejado de la ciudad. La conversación del coche me dejó un poco impactada, nunca me había planteado quedarme embarazada siempre me imaginé que sería Elisabeth y no yo, y imaginarme a mi preñada me daba miedo.

Lisa: Entonces no quieres quedarte embarazada?- escuché detrás mía.

Me giré y la vi, pude notar la tristeza en sus ojos y el desánimo en su rostro, realmente le había afectado mi reacción.

Yo: No es eso, bueno si...hay es que no sé!- dije frustrada- Nunca me he imaginado embarazada, me da miedo. Me asusta que alguien pueda estar urgando por ahí abajo, tener todos los cambios que eso conlleva, el dolor de espalda, los nervios... Me aterroriza tener el cargo de ser madre.

Lisa: Eso quiere decir que tampoco quieres que yo me quede embarazada?- preguntó apunto de llorar.

Yo: Qué? No no no, todo lo contrario, quiero que seas tú la que se quede embarazada. Cómo no voy a quererlo? Lo deseo con toda mi alma- contesté cogiéndole las manos.

Lisa: Entonces que diferencia hay? Tú también serías madre de mi hijo, lo cuidarías tanto como si fuera tuyo- dijo, yo miré el suelo.

Yo: Pero tú tendrías más influencia sobre el. Lo que me asusta realmente es si yo tengo un hijo no saber educarlo, no cuidarlo bien, quizás tenerlo muy mimado o al contrario tenerlo descuidado. Lo que me aterroriza es no ser una buena madre- confesé.

Elisabeth suspiró no sé si de alivio o de impaciencia, me levantó la cara y vi que sonreía.

Lisa: Es eso lo que te asusta?- yo asentí- Pero eso es normal mi amor, yo también tengo miedo de no educar bien a mi hijo al igual que todas las madres. Ahora quizás no lo veas tan claro pero cuando tengas a tu hijo en brazos sabrás que hacer con el, es el instinto maternal y además, no estarás sola sabes? Yo te ayudaré y educaremos y cuidaremos bien a nuestros hijos juntas, no tienes que preocuparte por eso- contestó sonriendo.

Yo: No estoy tan segura- respondí.

Lisa: Ya verás que si, serás una madre excelente, yo lo sé- me animó abrazándome.

Yo: Ya veremos, de momento soy demasiado joven tan solo tengo 23 años, aún me queda por vivir- contesté alejándome.

Lisa: Lo pensarás?- preguntó emocionada.

Yo: Lo pensaré- afirmé sonriendo.

Lisa: Pues date prisa porque me han entrado muchas ganas de ser madre- rió.

Yo: Hey no tan rápido, primero tenemos que casarnos y vivir juntas, no te parece?- pregunté.

Lisa: Y no te da miedo casarte conmigo?- preguntó mirándome.

Yo: Me pone nerviosa, no voy a negarlo, pero me encanta la idea de estar más unida a ti- contesté besándola.

Lisa: Jajaja bueno pues después de casarnos y vivir juntas quiero ver a una niña rubia despertándonos cada mañana- dijo abrazándome por la cintura.

Yo: Quieres una niña rubia?- pregunté sonriendo.

Lisa: Exacto, quiero una mini Sarita corriendo y jugueteando por nuestro alrededor- contestó.

Yo: Pues yo quiero una niña pelirroja- afirmé.

Lisa: Jajaja una niña pelirroja? De dónde la vas a sacar?- preguntó riendo.

Yo: Lo llevo en los genes, que no has visto a mi madre y a mi abuela?- respondí.

Lisa: Jajaja bueno pues entonces tendrás que quedarte embarazada dos veces, en mi familia no hay nadie rubio y yo quiero una réplica tuya en miniatura- dijo mirándome.

Yo: Jajaja ya, seguro- la atraje y la besé.

Elisabeth puso su mano en mi nuca y yo atrapé su cara con mis manos.

Lisa: Siempre haces el mismo gesto- dijo en mis labios.

Yo: Cual?- pregunté extrañada.

Lisa: Cuando me besas siempre pones tus manos en mis mejillas, se debe a algo en particular?- quiso saber.

Yo: Jajaja pues nunca me había dado cuenta, supongo que es porque te siento más cercana a mi. Te molesta?- pregunté.

Lisa: En absoluto- contestó volviéndome a besar.

Al cabo de un rato entramos y estuvimos esperando en total unas 3 horas hasta que finalmente dio a luz. Después de que limpiaran al bebé y que trasladaran a Iris a una habitación entramos para hacerle compañía. Las dos felicitamos a los recientes padres aunque Iris estaba medio dormida. Trajeron al bebé y Ryan lo cogió con miedo por si le hacía daño, la enfermera tuvo que enseñarle como hacerlo.

Ryan: Hola chiquitín- dijo emocionado mientras lo cogía en brazos.

Elisabeth pidió para cogerlo y se lo dio, me dio mucha ternura ver como cogía al bebé, la cara que ponía era de una inmensa felicidad y no pude evitar imaginarme como sería que ella cogiese a nuestro hijo.

Lisa: Quieres cogerlo?- me preguntó.

Por un momento dudé ya que no quería hacerle daño pero después pensé, que daño podría hacerle si apenas se movía?

Yo: Claro- acepté sonriendo.

Me lo dio y lo puse en mi regazo. Estaba medio dormidito y le acaricié la mejilla, en ese momento cogió mi dedo con su pequeña manita y inmediatamente una sonrisa apareció en mi rostro, en ese momento entendí lo que me dijo Elisabeth del instinto maternal, se puso a llorar un poco y enseguida supe que era porque tenía frío, lo dejé en la incubadora tapándolo un poco y dejó de llorar.

Yo: Es precioso- le dije a Ryan.

Ryan: Gracias- dijo contento.

Elisabeth y yo nos fuimos al poco rato y finalmente me llevó a mi casa, paró el motor enfrente.

Lisa: Sabes? Hoy me ha encantado verte con el bebé en brazos, no dejabas de sonreír y le mirabas con una carita casi como si fuese tuyo- me dijo.

Yo: Si, cuando lo tenía en brazos he tenido una sensación que no sabría explicarte, pero que hacía que quisiera proteger al bebé de todo- respondí.

Lisa: A eso me refería con lo del instinto maternal, te dije que sale naturalmente- contestó.

Nos despedimos con un beso y yo entré en casa, mi madre estaba viendo la tele en el comedor.

Yo: Hola mamá- la saludé.

Keila: Hola hija- me contestó.

Dejé mi bolso en mi cuarto, bajé y me senté con ella para ver la tele.

Keila: Qué tal te ha ido con tu padre?- me preguntó.

Me quedé unos segundos sin responder ya que no sabía como explicarle todo lo sucedido y, lo peor, no sabía como reaccionaría.

Yo: Pues mira mamá, tú sabes que yo le odiaba a muerte verdad?- ella asintió- Bueno pues si lo odiaba tanto era porque no le entendía, no entendía que había pasado y mi cerebro no quería asumir que el estaba enfermo- contesté.

Keila: Qué me quieres decir con esto?- preguntó extrañada.

Yo: Lo que quiero decir es que he hablado con el, me ha explicado todo lo que siente y piensa, todo lo que le llevaba a pensar su enfermedad, el por qué no se medicó sabiendo que no estaba bien y la horrible persona que se convirtió. Yo le escuchaba y pasaba de el, nada podía hacerme cambiar de opinión pero en un momento dado mi cabeza hizo un "click" y entonces le entendí- conté.

Keila: Me estás diciendo que le has perdonado?- preguntó exaltada.

Yo: No le he perdonado pero si le voy a dar una segunda oportunidad. Si, el hizo de mi adolescencia un infierno pero yo le he escuchado realmente, le he escuchado siendo mi padre y no un enfermo mental, y puede que me equivoque pensando en que va a ser el mismo hombre al que yo llamaba padre pero todo el mundo merece una segunda oportunidad, no crees?- pregunté.

Ella se había quedado congelada, suponía por la sorpresa.

Keila: Pero Sarah tú estás loca?! Cómo puedes mirarle a la cara sabiendo lo que te ha echo? Acaso lo has olvidado? Ese hombre no cambiará jamás!- espetó cabreada.

Yo: Mamá creo que tú sabes mejor que nadie que no voy a poder olvidarme de lo que me hizo, y puede que cada vez que lo mire a la cara lo recuerde, pero tú sabes que no soy una persona rencorosa. El me ha echo cosas imperdonables, pero eso no significa que yo no pueda dejarlas pasar, más aún sabiendo que no era consciente de sus actos- respondí.

Keila: Aún así, ese hombre sigue estando enfermo, es imposible que cambie no entiendo como puedes ni siquiera dirigirle la palabra- contestó seriamente.

Yo: Mamá, acaso yo antes no te odiaba casi por la misma razón? Dejaste que el me pegara y violara porque el te impedía ayudarme y cuando al fin pudiste hacerlo escapé sin creerme ni una palabra de lo que me dijiste en mi cuarto. No fue hasta que pensé que habíais muerto que me di cuenta de la realidad y cuando supe que estabas viva te di una segunda oportunidad porque sabía la verdad. No pasa lo mismo con el? El no quería hacerme nada pero su enfermedad le impedía parar, fingió vuestras muertes no sé muy bien porque pero estuve libre de el hasta hace poco más de 2 meses, y ahora que sé el porque ha actuado así, no merece una oportunidad? Por qué tú si y el no?- le pregunté.

Keila: No es lo mismo...- susurró.

Yo: Si es lo mismo! Lo único que cambia son los actos que habéis echo, pero vuestra situación es la misma. Ahora no me entiendes, al igual que yo no lo entendería si no hubiera ido a verle, por qué no haces lo mismo que yo? Por qué no vences tus miedos y tú orgullo y vas a hablar con el?- propuse.

Keila: No quiero ir a verle porque no es el mismo hombre del que me enamoré- dijo con lágrimas en los ojos.

Yo: Mamá si que lo es. Sabes qué me ha dicho? Que lo que más desea es volver a tener a su familia, a nosotras. El te ama mamá y me ha jurado que hará todo lo posible para volver a tu lado porque el sigue enamorado de ti, el es un hombre arrepentido y dispuesto a hacer lo que sea para demostrar que sigue siendo el mismo hombre.

Mi madre no contestó pero comenzó a llorar. Me acerqué a ella y la abracé para consolarla.

Yo: Intenta ir a hablar con el, quizás veas todo más claro- dije mirándola.

Ella me sonrió y me besó la frente.

Keila: Sabes? Estoy muy orgullosa de ti. Si yo hubiese sido tú jamás hubiera ido a verle, me importaría una mierda que le pasara. Pero tú has sabido dejar atrás el dolor y el rencor para hablar con el, y encima has cambiado tu punto de vista. Yo no tendría el coraje que has tenido tú- reconoció.

Yo: Nunca hubiera ido a verle si Elisabeth no llega a hablar conmigo de esto, ella ha sido la que me ha dado el coraje necesario para ir. Yo te acompañaría pero hay cosas que creo que tendréis que hablar a solas, así que si quieres puedo llevarte. Qué me dices?- pregunté.

Keila: Está bien, iré a verle- dijo después de dudar.

Yo le sonreí y la estreché más entre mis brazos. Esa misma tarde la llevé a la cárcel y después me fui a casa de Mike a explicarle todo. El también se sorprendió y al principio no lo aceptó pero después me felicitó diciendo que si así era feliz el también lo era. Pasó la tarde y fui a recoger a mi madre, en todo el camino no dijo nada y yo tampoco la forcé a hablar. Llegamos a casa y tras insistirle en que me dijera algo de lo que habían hablado o que le había parecido me dijo que tenía muchas cosas en las que pensar, pero que la visita no había sido como ella pensaba. Se fue a la cama y yo me quedé en el patio pensativa. Quizás ese día podría ser el comienzo de una nueva vida para mi.

Cinco años después

El tiempo pasó realmente rápido al menos para mi, y en ese corto tiempo pasaron muchas cosas. Finalmente pude saber lo que era una familia, mi padre tuvo la libertad condicional al cabo de no mucho y tras muchas terapias con el psicólogo nos demostró a todos que sus intenciones eran volver a ser un hombre normal con su mujer e hija, y así fue. Después de mucho tiempo mi madre finalmente dejó de hacerse la dura y volvió con mi padre formando así una familia de nuevo cuando parecía imposible. Elisabeth al ver que mi padre era honesto y no iba a hacernos daño tal y como dijo empezaron a llevarse estupendamente, los dos eran tal para cual. Mike tardó un poco más en perdonarle pero finalmente lo hizo y bueno, yo no podría estar más feliz.

Elisabeth volvió a ser tia, Ryan y Iris volvieron a tener a un niño, los dos estaban muy emocionados y a mi me dieron más ganas todavía de ser madre. Mis padres y la madre de Lisa se conocieron y no podrían llevarse mejor, tenían todos el mismo humor así que yo y Lisa estábamos muy contentas en ese aspecto.

Mike continuó con Michelle y me colgué de su cuello al contarme que se iban a casar, estaba realmente feliz por ellos dos y en su boda no pude evitar llorar al verle en el altar con ese traje que le quedaba perfecto, había estado toda mi vida junto a el y me hacía muy feliz ver como seguía con su vida.

Pasaron muchas cosas, pero el quinto año fue el mejor. Estaba en la graduación de Elisabeth, al fin acababa la carrera y ella estaba muy feliz ya que por fin podría ser profesora. Dieron un gran discurso y después hicieron fiesta. Ella estaba preciosa, llevaba una falda blanca y una blusa pegada que resaltaba su buen físico. Yo llevaba un vestido verde azulado atado al cuello con un escote bastante provocativo pero no muy exagerado que resaltaban mis senos, el vestido me llegaba a medio muslo. La fiesta fue en un recinto cerrado y habían bandas tocando en la tarima, todo muy bien organizado. Cuando la fiesta acabó me escaqueé de Elisabeth y me subí a la tarima que estaba a oscuras ya que los focos ya se habían apagado. Estaba realmente nerviosa y mi corazón latía frenéticamente. Me senté en frente del piano, dejé la pequeña cajita que tenía en mi mano a la derecha del asiento y localicé a Elisabeth, me estaba buscando. Cuando vi que se dirigía a la salida hice unas señas a los organizadores de la fiesta y soltando un suspiro empecé a tocar el piano que resaltó por el silencio que había.

Todo el mundo quedó expectante intentando localizar de donde provenía el sonido cuando las luces se posaron sobre mi dejándome a ver ante todo el mundo, miré a Elisabeth que estaba sorprendida y le sonreí.

Yo: Quiero dedicarle esta canción al amor de mi vida, a la niña de mis ojos, por todos estos maravillosos años junto a ella- dije haciéndome oír por encima del piano.

Todos que sabían de mi relación con Elisabeth empezaron a gritar: “Qué bonito!” y algunos se le acercaron y le dijeron algo que evidentemente no pude escuchar por la lejanía. Volví a empezar esa melodía y me dispuse a cantar sabiendo que mi familia, mis amigos y conocidos me estaban observando.

With every appearance by you, blinding my eyes,

I can hardly remember the last time I felt like I do.

You're an angel disguised.

And you're lying real still,

but your heart beat is fast just like mine.

And the movie's long over,

that's three that have passed, one more's fine.

Will you stay awake for me?

I don't wanna miss anything

I don't wanna miss anything

I will share the air I breathe,

I'll give you my heart on a string,

I just don't wanna miss anything.

La gente empezó a aplaudirme, todo el mundo entendía la canción ya que en esa carrera el inglés era lo primero que había que aprender, miré a Elisabeth que era la que estaba más adelantada con toda la gente detrás. Se veía muy emocionada y eso me dio fuerzas para continuar.

I'm trying real hard not to shake. I'm biting my tongue,

but I'm feeling alive and with every breathe that I take,

I feel like I've won. You're my key to survival.

And if it's a hero you want,

I can save you. Just stay here.

Your whispers are priceless.

Your breathe, it is dear. So please stay near.

Will you stay awake for me?

I don't wanna miss anything

I don't wanna miss anything

I will share the air I breathe,

I'll give you my heart on a string,

I just don't wanna miss anything.

Say my name. I just want to hear you.

Say my name. So I know it's true.

You're changing me. You're changing me.

You showed me how to live.

So just say. So just say.

That you'll stay awake for me.

I don't wanna miss anything.

I don't wanna miss anything.

I will share the air I breathe,

I'll give you my heart on a string,

I just don't wanna miss anything

(Os dejo el link de la canción y los subtítulos

http://www.youtube.com/watch?v=alUwW5X9Rck

)

Cuando terminé una masa de aplausos y silbidos inundó el recinto. Temblando cogí la cajita y me la guardé en la mano de manera que no se viese, bajé de la tarima y me acerqué a Elisabeth que tenía los ojos vidriosos.

Yo: Me he pasado toda la vida sufriendo, he sido engañada, humillada y despreciada. He vivido cosas que han cambiado mi vida completamente arrancándome gritos de terror por las noches y dos veces he intentado acabar con todo el dolor que llevaba dentro, afortunadamente sin éxito. Pero los 6 años que he pasado a tu lado han sido más que equivalentes para que mi miedo y mi dolor desaparezcan, y yo no quiero seguir otros 6 años a tu lado, quiero seguir contigo toda mi vida- le dije.

De fondo se escuchó un “Ohh” y Elisabeth no pudo contenerse más y empezó a llorar. Con los nervios casi matándome y el corazón casi saliéndose de mi pecho me arrodillé ante ella, puse la cajita en mi mano derecha y la abrí enseñándole el anillo.

Yo: Elisabeth Gordon Swift, quieres casarte conmigo?- le pedí sintiendo como la vida se me iba en esa respuesta.

La gente emitió un grito de sorpresa pero para mi en ese momento no existía nadie más que ella. Se quedó perpleja y yo empecé a preocuparme al no contestar nada. Entonces sonrió.

Lisa: Si quiero- contestó.

Exhalé el aire que había retenido en mis pulmones mientras los aplausos y gritos felicitándonos nos rodeaban. Me levanté y Elisabeth saltó sobre mi besándome, la estreché llena de alegría y me dediqué a sentir sus suaves labios sobre los míos. Nos separamos y le di el anillo.

Lisa: Es precioso- dijo admirándolo.

Yo: Tú lo eres mucho más- contesté sonriendo.

Se lo puso en el dedo y me miró.

Lisa: Te amo- dijo besándome de nuevo.

Yo: Yo también te amo- susurré en su oreja.

Mike: Sarah!- gritó al verme.

Yo: Mike!- también grité.

Se acercó corriendo hacia mi, salté y me abrazó al vuelo dándome vueltas.

Mike: Felicidades pequeña!- dijo llevándome al suelo pero sin dejar de abrazarme.

Yo: Muchas gracias- dije sin parar de sonreír.

Mike: Buah todo ha sido precioso. No puedo creerme que vayas a casarte, parece que fue ayer cuando jugábamos en la arena del parque con tan solo 7 años- dijo melancólico.

Yo: Si eh? El tiempo pasa muy rápido, yo también me sentí así- respondí igual de melancólica.

Le miré a los ojos y vi como estaba empezando a llorar, en el fondo es muy sensible jajaja.

Yo: No Mike no empieces, me vas a hacer llorar a mi también- dije también empezando a llorar.

Mike: Es que es increíble...mírate, ya eres toda una mujer y apenas me he dado cuenta- dijo con la voz ronca.

Yo: Tú también, tienes una mujer, casa propia, un trabajo... Ya estás completamente formado- dije.

Volvió a abrazarme fuertemente y intenté calmarme un poco.

Lisa: Venga venga que esto no es un funeral. Sarah me has dejado sola mientras todos me felicitaban, ven y hazte cargo de tus actos!- dijo bromeando.

Me separé de Mike y le sonreí. El se acercó a ella y también la abrazó.

Mike: Felicidades a ti también, espero que seáis muy felices las dos juntas.- dijo.

Vi como mi padre y mi madre venían haciéndose un hueco entre la gente, cuando mi padre estuvo delante mía me abrazó y también me levantó del suelo.

Damián: Hay mi niña, no me puedo creer que vayas a casarte ya, el tiempo pasa muy rápido- dijo emocionado.

Yo: Ya lo sé papá, pero siempre seré tu niña pequeña, verdad?- dije aparentando un tono de derrota por que me viera como a una adulta.

Damián: Jajaja si, exactamente- contestó separándose- Felicidades cariño- me besó la cabeza.

Mi madre estaba detrás de el y también me acerqué a ella, que tampoco había podido evitar llorar. Me felicitó y también lo hicieron con Elisabeth. Después de que todo el mundo quedara satisfecho con preguntas tipo: “ Cuando será la fecha?” “ Qué tipo de vestido llevaréis?” me llevé a Elisabeth a un motel con la habitación decorada y la volví a hacer mía.

3 años después

Tres años, tres años de matrimonio con la mujer de mi vida. En ese tiempo me dediqué especialmente en vivir para hacerla feliz cumpliendo así la promesa que me hice nada más conocerla 8 años atrás. Después de haberle pedido matrimonio y que aceptara nos casamos 9 meses después en mi ciudad natal, Ontario. No podría explicar jamás lo preciosa que estaba Elisabeth con su vestido, y mucho menos la alegría de estar en el altar junto a ella. Después de nuestra luna de miel en el Caribe (viaje pagado por nuestros padres y Mike), un lugar precioso por cierto, nos fuimos a vivir a la ciudad de Elisabeth, Londres. Yo ya lo tenía planeado y compré la casa en un lugar un poco apartado de la civilización para tener tranquilidad. Cuando se lo dije a Elisabeth casi no lo creía y aunque intentó pagarme la mitad del dinero que me costó la casa de todas las maneras posibles no lo permití. Mis padres también se fueron a vivir a Londres para poder estar cerca nuestra y aunque Caroline se moría de ganas por venir también no pudo por el trabajo.

Mike no sé como se las arregló pero convenció a Michelle para también ir a Londres, me tranquilizó mucho ya que me dolía en lo más profundo de mi corazón irme lejos de el después de todo lo que hemos pasado juntos. Y bueno, Elisabeth me dio una sorpresa con la casa. Había preparado una habitación tan solo para mi exactamente igual que la habitación del piano de su abuelo, trasladó absolutamente todo lo que había en esa habitación para que en nuestra casa quedara exactamente igual, incluso tenía vistas muy bonitas. Me emocioné mucho ya que sabía el aprecio infinito que le tenía a esos muebles. Finalmente ya vivíamos juntas como un matrimonio y no podíamos estar más felices. Yo seguí haciendo composiciones con el piano y Elisabeth encontró trabajo en la universidad así que nuestras vidas estaban casi completas, tan solo faltaba una cosa que al cabo de poco conseguimos.

Elisabeth y yo habíamos estado hablando el tema de la inseminación artificial y después de mucho pensarlo finalmente accedí a hacerla yo. Después de 2 semanas de habérmela echo estaba sentada en el sofá cuando llegó Elisabeth del trabajo.

Lisa: Hola mi vida- me saludó besándome.

Yo: Mi amor- la llamé cuando ella se fue a dejar las cosas que traía.

Lisa: Dime- dijo sentándose a mi lado.

Sonriendo le entregué el test de embarazo y reí al ver la cara que puso.

Yo: Estoy embarazada- anuncié.

Elisabeth se quedó con la boca abierta, después una gran sonrisa apareció en su cara y me abrazó emocionada.

Yo: Vamos a ser mamás- le susurré al oído.

Ella se separó y me besó alegre.

Lisa: Te amo te amo te amo!- casi gritó besándome

Desde entonces me cuidó como a una reina, me consentía mis antojos, le hablaba a mi vientre, cuando lloraba sin razón me consolaba o por el contrario cuando me cabreaba por tonterías la pobre aguantaba al saber la razón. Cuando dimos la noticia todos se alegraron mucho, mis padres al fin serían abuelos y Mike podría decirse que tendría un sobrino. Una tarde estaba en su casa hablando con el y Michelle cuando un líquido salió sin darme cuenta.

Mike: Qué ocurre?- me preguntó al ver que había parado de hablar.

Enseguida me puse nerviosa y muerta de miedo dije:

Yo: He roto aguas- susurré.

Mike enseguida me cogió y al ver el agua con sangre me dio una toalla para no manchar el coche, cogió unas cuantas cosas y nos metimos en el coche mientras Michelle llamaba a Elisabeth. Rápidamente y con alguna pequeña molestia llegamos al hospital y me metieron en una habitación. Inglaterra era diferente en referencia a Colombia ya que aquí si que dejaban a los visitantes entrar en la habitación hasta incluso en el parto. Mike y Michelle intentaban calmarme pero el dolor de cada vez se intensificaba más. De repente la puerta se abrió bruscamente y apareció Elisabeth que no podría estar más preocupada.

Lisa: Sarah!- se acercó rápidamente a mi y enseguida me cogió de la mano.

Yo: Mi amor- logré susurrar.

Lisa: Cómo estás? Está todo bien? El niño está en peligro? Hay algo mal?- empezó a preguntar desesperada a Mike.

Mike: Tranquila Elisabeth está todo bien, tan solo queda esperar a que dilate lo suficiente para poder parir- la tranquilizó.

Elisabeth se sentó en una silla a mi lado muerta de nervios. Al cabo de media hora me indicaron que ya estaba preparada para el parto y tras venir los doctores me indicaron que empujara. El dolor era insoportable, Elisabeth y Mike estaban los dos a ambos lados de la cama cogiéndome de la mano y animándome a seguir empujando. Los doctores contaban y me hacían empujar 10 segundos, me dejaban descansar brevemente y volvía a empujar.

Doct: ...8, 9 y 10- contó.

Dejé de empujar, estaba muy cansada y el dolor me estaba matando, Elisabeth de vez en cuando me limpiaba el sudor de la frente.

Lisa: Lo estás haciendo muy bien mi amor, ya queda poco- me animaba.

Esta vez cuando volví a empujar pude escuchar como dijeron: “Ya sale, ya le veo la cabeza!” hice un último esfuerzo y finalmente escuché el llanto del bebé, de mi hijo. Descansé y sonreí al saber que todo había acabado.

Lisa: Mi amor ya está, ya ha acabado- me dijo feliz.

Yo sonreí y la besé aunque no por mucho rato, estaba agotada.

Mike: Ya está Sarah, lo has echo fenomenal- dijo Mike abrazándome.

Se llevaron al bebé para limpiarlo y cuando volvieron nos indicaron que era una niña, nosotras queríamos que fuese una sorpresa aunque las dos deseábamos tener una niña. Todo el mundo nos felicitó, ya que también habían venido mis padres. Cuando trajeron a la niña inclinaron un poco la cama y la enfermera me puso a mi hija en mi regazo. Al verla no pude evitar llorar de felicidad, después de tanto esfuerzo ahí tenía el resultado, a mi hija. Era preciosa, rosadita y muy pequeña, la nariz respingona y unos mofletes grandecitos. Se la pasé a Elisabeth la cual también lloraba y fue pasando por todos hasta que la metieron en la incubadora, de ahí no supe más porque me quedé dormida.

Los dos días que estuve hospitalizada Elisabeth me enseñó fotos de ropa de bebés y las dos elegimos los que más nos gustaban y fue a comprarlos, lo demás que no era necesario saber el sexo ya lo habíamos comprado. A la niña la llamamos Katrina era un nombre que tanto a Elisabeth como a mi nos gustaba. Cuando creció y empezó a salirle pelo Elisabeth saltó de alegría al ver que era rubia con los ojos verdes, ella cumplió su sueño de tener mi réplica jajaja. Pasaron 3 años más y Dios nos bendijo con otra niña con la diferencia de que esta vez fue Elisabeth la que se quedó embarazada aunque a la niña la quise tanto como si hubiera sido mía. La llamamos Aria. Tenía las esperanzas de que por algún milagro fuese pelirroja, pero no hubo suerte y fue morena, aunque la quise de todas formas.

Dos años después, con nuestras hijas de 5 y 2 años nos encontrábamos en la cama recién levantadas por nuestras hijas.

Yo: Katrina hija deja a mamá dormir tranquilamente- pedí adormilada.

Katrina: No, no son horas de dormir mamá, díselo mami- le dijo a Elisabeth.

Nos hacía gracia ya que Katrina y Aria me llamaban a mi mamá y a Elisabeth mami, verdaderamente lo agradecíamos ya que si no no sabíamos a quien llamaban.

Lisa: Mi amor nuestra hija tiene razón, levántate ya- dijo besándome el hombro.

Aria: Mamá depiétate ya- dijo Aria estirándome del brazo.

Yo: Está bien está bien, ya me levanto- dije.

Jugamos un rato con las niñas y después ellas se fueron al salón.

Lisa: Buenos días mi amor- me besó.

Yo: Buenos días- saludé.

Lisa: No sabía que los niños eran tan hiperactivos- admitió bostezando.

Yo: Son incansables pero me vuelven loca- contesté.

Ella me abrazó y nos perdimos las dos en nuestros pensamientos.

Lisa: En qué piensas?- me preguntó.

Yo: En toda nuestra historia- contesté.

Lisa: A si?- preguntó mirándome.

Yo: Si. Mi vida ha cambiado mucho y desde luego no me imaginaba esta vida tan maravillosa, todo gracias a ti. Me salvaste de aquellos tipos, me sacaste de la droga y el alcohol, me ayudaste a superar a Paola, cuando ingresé en el hospital sé que no me dejaste sola más que una semana, descubriste que mi madre no estaba muerta y me la trajiste de vuelta, me volviste a salvar de Paola en mi propia casa, conseguiste que me arreglara con mi padre haciendo así que formáramos una familia, accediste a casarte conmigo y ahora tenemos a dos hijas que son mi vida- enumeré.

Lisa: Vaya, pues si que he echo cosas- admitió.

Yo: Y tanto. Has sido un rayo de sol en tanta oscuridad, una esperanza en mi corazón, has sido

mi salvación-

dicho esto la besé sintiéndome la mujer más afortunada del mundo teniendo a la mujer de mi vida y a dos niñas por las que mataría.

----->Fin


Aquí acaba esta historia. Me siento un poco triste al acabar esta historia ya que ha significado mucho para mi, me ha servido para superar una etapa de mi vida un poco dura y para madurar bastante y, además, me ha echo darme cuenta de lo injusta que puede llegar a ser la vida. H

e dejado aquí un pedazo de mi, a todos los que me habéis leído y a todos los usuarios de TodoRelatos y ha sido una experiéncia maravillosa en la que me lo he pasado muy bien pero sin duda os estoy enormemente agradecida a vosotros, a los que habéis leído, hayáis comentado o no, ya que sin vosotros esta historia jamás hubiera sido escrita. A los que me habéis preguntado si escribiré otra historia me complace comunicaros que si, volveré por estas páginas con una nueva historia que ya tengo en mente, siempre que guste y queráis que continue (ya que escribir una historia que nadie lee sería una tontería para la gente que escribe para los demás) aunque me daré unas mini vacaciones, pero dentro de poco me veréis por aquí de nuevo.

Me gustaría agradecerle especialmente a : Aurora la Diosa, Hombre FX, FarruKo,Krizty, Miriamgirltv, Javiet, Angeles 2875, Karina, Braguitas, Smile, El Enfermero, Chapis, Bittersweet, Marie, Lisa, Ana Maria, Shantyy, Natzi, Butler, Zjen, Alexa, Saray, Forchue, Alanna, Petaka 59, Angie, Barker, Uma, Labrys 28, Juli0 713, ValentinaMorales, Alone, AlLIZon,  Laura 04, Xxgagax4ever, Laura, Alone 23, Danny, Viviana, Luna, Universo, Vane, Claudia y Nirvana, por haber comentado, algunos lo han echo dos o tres veces, otros tan solo una o otros directamente lo han echo desde el inicio de esta historia, pero lo agradezco a cada uno de vosotros por haberme dejado saber vuestra opinión, lo he agradecido mucho en toda esta aventura. Todos esos momentos en los que me habéis querido matar (de verdad, hasta yo misma me he dado cuenta de que hay veces que realmente lo merecía jajaja), os habéis ''enfadado'', os ha encogido el corazón, os ha enternecido o incluso si os ha echo gracia algo me deja realmente satisfecha del resultado de esta historia, que es lo más importante de todo y creo yo el objetivo, sentirte agusto con lo que has creado y saber que lo has echo de la mejor manera posible.

Y bueno, yo ya no tengo nada más que decir que no sea volver a agradeceros por todo, por leer, comentar, valorar y hacerme saber que TodoRelatos es una gran comunidad en la que todos somos como una "familia".

Gracias de verdad de todo corazón, y así me despido de vosotros, volveré dentro de poco. Besos y abrazos a todos!

Peke.