Mi salvación 22

Siento la espera!

Hola a todos! Bueno quería decir que no, no me he olvidado de vosotros. La causa de tanto tiempo sin publicar es que se me borró el capítulo y además la pantalla de mi portatil se ha roto, así que he tenido que esperar a que me llegara más después volver ha escribir el capítulo, lo cual habréis podido comprobar ha sido en total mucho tiempo. Pero bueno, ahora que ya tengo la pantalla y el capítulo se ha vuelto a escribir, espero que disfruteis con la publicación!

Me limpió y cosió de nuevo la herida, las caras que tuve que poner fueron alucinantes, el dolor era insufrible. Lo único que me reconfortaba era tener a Elisabeth cogida de la mano. Finalmente acabó y llegó la policía. Se llevaron a Paola y a nosotras nos tomaron declaraciones, se llevaron la bala que estaba en el suelo, impactó el la pared ocasionando un pequeño agujero y se fueron. Elisabeth cambió las sábanas y puso unas limpias, después volvimos a tumbarnos pero ninguna consiguió volverse a dormir.


Aún estaba impactada por todo lo sucedido, perfectamente podríamos haber muerto Elisabeth y yo, tenía a Dios de mi parte ya que había esquivado a la muerte tres veces. Al menos si que estaba totalmente tranquila, tanto Damián como Paola estaban bajo arresto policial, ya no había nadie quien se pudiera interponer entre Elisabeth y yo. Pero aún así me moría de ganas por saber que es lo que pasó con Damián.

Yo: Lisa estás despierta?- la llamé.

Lisa: Si- contestó.

Yo: Puedo hacerte una pregunta?- pregunté.

Lisa: Me acabas de hacer una- contestó sonriendo.

Yo: Bueno pues, puedo hacerte dos preguntas?- volví a decir.

Lisa: Pues claro, dime- respondió.

Me giré de manera que quedáramos cara a cara.

Yo: Qué ha sido de Damián?- pregunté finalmente.

Cambió su cara y nos quedamos unos segundos en silencio.

Lisa: El está en la cárcel, probablemente siga ahí hasta que le llegue la hora- contestó indecisa, no la veía muy convencida.

Yo: Qué más pasa?- quise saber.

Lisa: No creo que sea conveniente remover el pasado Sarah, es mejor dejarlo así- respondió.

Yo: Elisabeth quiero saberlo. Qué ocurre?- empecé a ponerme nerviosa, qué tenía tanto misterio?.

No contestó, se limitó a evadir mi pregunta.

Yo: Elisabeth tengo derecho a saberlo. Dime qué ha pasado?- dije tajante.

Finalmente accedió y me contó todo lo de su enfermedad. No lo creía, cómo un médico no pudo darse cuenta de que tenía una enfermedad? Lo que más me aplastaba era que el nunca quiso ir al médico porque si le pasaba algo sabría que le ocurría. Me dolía mucho, había sufrido tantas cosas y pensar que era una puñetera enfermedad lo que le hacía portarse así era devastador.

Lisa: Cuando estuvimos en la comisaría me dijo que te dijera una cosa de su parte- dijo.

Yo: Qué es?- pregunté con hilo de voz.

Lisa: Dijo que le perdonaras todo lo que te hizo, el sabe que es imperdonable pero tu te merecías una disculpa. Dice que con la medicación y las terapias que le están dando cambiará y que estará arrepentido durante toda su vida- contestó.

En ese mismo instante no pude soportarlo más y lloré, Elisabeth me abrazó para consolarme. Era muy duro todo esto para mi, saber que de haberle dado medicación mi infancia hubiera sido normal me dolía en lo más profundo de mi alma. Ahora bien, también mató a mi madre por la enfermedad? Eso era una cosa que no le podría perdonar nunca.

Yo: Y qué ocurre con mi madre?- pregunté.

Su cara expresó nerviosismo.

Lisa: Tu madre es un caso aparte. Mañana te juro que te explicaré todo, tengo una sorpresa para ti- respondió sonriendo.

Asentí con la cabeza y me quedé mirándola unos instantes en los que ella se acercó y me besó tiernamente, la tranquilidad volvió a mi y no pude evitar quedarme dormida entre sus brazos sintiéndome protegida. Cuando desperté supe que sería un gran día, la primera imagen que llegó a mis ojos fue la de Elisabeth con una pequeña sonrisa acariciando con un dedo mis facciones. Me fijé en que estábamos en la misma posición que cuando me dormí.

Yo: No has dormido?- pregunté al ver la posición en la que estaba.

Lisa: No quería despertarte moviéndome- contestó dulcemente.

Me separé de ella y me coloqué de manera que ella al fin pudiera estar a gusto.

Yo: Hay mi amor mira que eres tonta, debes estar muerta de sueño- comenté.

Lisa: La verdad es que no, en toda la noche no he bostezado ni una sola vez, me ha servido para darme cuenta de que realmente tu eres así de hermosa y no usas ninguna máscara ni nada- respondió melosa.

Yo le sonreí y la besé, esa mujer podría ser más perfecta? Me costaba creer que Dios la hubiera puesto en mi camino.

Yo: Sabes? Soy muy afortunada de tenerte a mi lado- dije acariciándole la cara.

Me sonrió, cogió mi mano y la besó.

Lisa: Te amo- susurró mirándome.

Yo: Yo también te amo- contesté de igual manera.

Nos levantamos y decidimos llamar a Mike y contarle todo lo ocurrido, ya por fin había acabado esa amenaza. Cuando vino y se lo dijimos se puso muy contento, eufórico podría decirse pero la situación lo merece. Desayunó con nosotras y pasamos juntos la mañana hasta que su trabajo nos lo quitó. Me tumbé en el sofá sin saber que hacer, Elisabeth supuestamente tenía que hacer la comida así que me tocó esperar. Al cabo de no mucho se podía percibir el olor de algo y a los 10 minutos la comida ya estaba en la mesa. Comimos, yo fregué los platos y me senté, la herida me estaba empezando a doler de nuevo. Elisabeth apareció por la puerta vestida y se acercó.

Lisa: Vístete, como te dije ayer hoy te tenía una sorpresa- dijo sonriente.

Yo: No puedes dármela mañana?- pregunté con cara de dolor.

Lisa: Te duele mucho?- preguntó agachándose y con cara de preocupación.

Solamente por su carita y la emoción que tenía decidí soportarlo.

Yo: No, nada que no se pueda soportar con los medicamentos- contesté.

Lisa: Segura?- preguntó.

Yo: Segura- afirmé

Lisa: Valdrá la pena, ya lo verás- dijo.

Me tomé el calmante, me vestí y salimos en mi coche al lugar donde Lisa quería llevarme. Me tenía intrigada, no hacía más que sonreír.

Yo: Elisabeth me preocupas. Te has tomado alguna sustancia no debida? No haces más que reír, parece que estás fumada- comenté.

Lisa: Jajaja no seas tonta! Es que lo de hoy no te lo esperarías en tu vida, dentro de poco tu estarás igual o peor que yo, hazme caso- contestó.

Yo: Me vas a secuestrar y a obligarme a fumar marihuana?!- exclamé.

Lisa: Pero mira que te gusta hacer melodramas de todo- dijo sacándonos las risas a las dos- Más drogada estarás tu que esos calmantes te hacen delirar o te dejan tonta.

Yo: Me dejan tonta?- me extrañé.

Lisa: Si. He dormido muchas veces a tu lado, y desde que tomas los calmantes tanto en el hospital como en tu casa cuando duermes sueltas babita- dijo sonriendo ampliamente.

Mi cara debió ser un poema, no me lo imaginaba por nada del mundo.

Yo: Yo? Soltando “babita”?- remarqué la última palabra.

Lisa: Oh si, y déjame decirte que es la cosa más mona que he visto en mi vida, hasta durmiendo me seduces- respondió riendo.

Me avergoncé inmediatamente. Que tenía 23 años y babeaba la almohada! Eso me lo decían dos semanas antes y no me lo creía.

Lisa: Jajaja no pasa nada mi amor es más me encantas así- dijo.

Al poco rato llegamos al lugar. Era un parque con un estanque enorme, todo era vegetación. Caminamos por el césped durante unos segundos en los que ninguna dijo nada, tenía ganas de saber que ocurría.

Lisa: Bueno voy a cumplir mi promesa- dijo caminando un poco más.

Hice cara de no entender, la verdad es que me estaba haciendo un lío.

Lisa: Quieres saber la verdad sobre tu madre no?- me preguntó.

Yo: Si, pero no entiendo nada- contesté aturdida.

Lisa: Ahí tienes la verdad- dijo parándose y señalándome con la cabeza hacia adelante.

Miré hacia donde me había señalado, lo único que había cerca era una mujer de espaldas apoyada en la barandilla del estanque. Miré a Lisa preguntándole que pasaba y tan solo ella se dedicó a sonreír y a susurrarme que fuese, de cada vez todo me parecía más extraño. Le hice caso y me fui acercando lentamente, esa mujer me estaba resultando demasiado familiar, me seguía acercando a ella y entonces vi su reflejo en el agua. Instantáneamente me quedé congelada y mi corazón dio un brinco. Quería reaccionar pero no podía moverme ni emitir ningún sonido, tan solo me dediqué a aguantar la respiración. Había tenido que aguantar esos días demasiadas cosas y por un momento pensé que mi mente me estaba jugando una mala pasada pero no, realmente estaba ahí. Empecé a temblar no sé muy bien porque y retrocedí dos pasos negando con mi cabeza. En ese momento ella se dio cuenta de mi presencia y se giró dejándome ver con claridad su rostro. Me llevé una mano a la boca y seguí retrocediendo pensando en que si se acercaba a mi ella volvería a desaparecer, pero no lo hizo. Las lágrimas por mi parte no se hicieron esperar mucho, y las de ella tampoco.

Keila: Sarah...- dijo débilmente.

Yo: No, no puede ser- susurré retrocediendo otros dos pasos y negando de nuevo, mi mano seguía en mi boca pero eso no dificultó que no se entendiera lo que dije.

Durante unos cuantos segundos me quedé mirándola fijamente a los ojos, por un momento pensé que mis piernas me fallarían y que me iría contra el suelo, finalmente reaccioné.

Yo: Mamá- murmuré con voz queda.

Keila: Si, aquí estoy- dijo sonriendo.

Como si lo hubiéramos tenido planeado las dos a la vez nos acercamos y nos abrazamos. Creo que la abracé tan fuerte que le tuve que hacer daño, pero la tenía entre mis brazos y no quería que se marchara de nuevo. Ella no se quedó atrás, uno de sus brazos estaba rodeando mi cintura y el otro estaba en mi nuca, acariciándome. Lloré, lloré como una niña pequeña finalmente en los brazos de mi madre. La había echado tanto de menos, me había echo mucha falta y tenía un agujero en el pecho y la sensación de vacío que me quitó muchas veces el sueño, y estaba empezando a sentir como poco a poco se estaba empezando a llenar. Todavía no encontraba una explicación a todo esto, pero disfruté seguramente el que sería el día más importante de mi vida.

Keila: Por Dios Sarah perdóname, perdóname por todo, tuve que haberte ayudado pero no pude, te juro que no pude- dijo separándose de mi.

Yo: No mamá, no tienes que disculparte por nada. Tienes idea de cuántos años me he sentido culpable de tu muerte?- pregunté- Cada vez, cada vez que tenía un recuerdo de esa maldita casa, cada vez que tenía pesadillas, cada vez que los niños de mi clase se iban cogidos de la mano de sus familias... Nunca has sido culpable de nada, y no sabes cuanto me he arrepentido de no haberme dado cuenta antes- Ella sonrió aliviada y volvimos a abrazarnos, estaba eufórica, quería gritar con todas mis fuerzas, quería saltar durante horas, estaba feliz.

Yo: Pero cómo...?- no terminé de preguntar cuando me acordé de Lisa.

Me giré hacia ella, estaba con una gran sonrisa y incluso tenía los ojos un poco aguados. Me acerqué a ella, me miró con ternura.

Yo: Has echo todo esto tú?- pregunté incrédula.

Lisa: Hice una promesa, creo que la acabo de cumplir- contestó sonriente.

No tardé ni dos segundos en avalanzarme a sus labios. Me parecía increíble que todo lo hubiera echo ella. Me separé y la abracé.

Yo: Gracias mi amor, gracias de verdad. Nunca voy a poder agradecerte lo suficiente lo que has echo- dije soltando las últimas lágrimas.

Lisa: Tener tu amor es mi recompensa, con eso me basta- contestó acariciándome la cara.

Le sonreí de nuevo y nos fundimos en un beso que para mi significó mucho. Nos separamos y volvimos junto a mi madre. Elisabeth quiso irse para dejarnos a nosotras dos solas, pensaba que teníamos mucho de que hablar y que ella sobraba. Evidentemente no la dejé ir y pasamos todo el resto del día juntas.

Una semana después

Estaba nadando en la piscina, hacía mucho tiempo que no lo hacía y la verdad es que me desanimó ver la poca resistencia que tenía, antes aguantaba mucho más. El médico me dijo que mi herida estaba ya prácticamente curada pero que aún así tenía que guardar reposo, cosa que no hice mucho caso porque nada más llegar a casa me tiré al agua. Cuando me cansé me senté en el bordillo y me levanté, pude ver como mi madre y Elisabeth estaban en unas tumbonas no muy lejos de donde estaba yo tomando el sol y mirándome. Me envolví en la toalla y me acerqué a ellas.

Yo: Creo que todavía sois muy jóvenes como para marujear- dije sonriendo.

Keila: Muy alagadora hija mía pero creo que no sabes la edad que tengo- contestó.

Yo: Habré estado separada de ti mucho tiempo pero sé perfectamente tu edad- respondí buscando otra tumbona.

Keila: Adelante pues- me desafió, pude escuchar como le susurraba a Elisabeth que estaba segura de que no lo sabría.

Sonreí satisfactoriamente y sin mirar respondí.

Yo: Tienes 40 años y cumples los 41 dentro de 7 meses, el 15 de septiembre- contesté.

Me rendí en buscar otra tumbona y me giré para verla, estaba asombrada. Elisabeth al ver que no podía sentarme hizo el intento de levantarse, pero se lo impedí sentándome en sus piernas, me puse la toalla lo suficientemente baja como para no mojarla.

Yo: Y tu, te acuerdas del mío?- pregunté divertida.

Keila: Por supuesto, el 6 de junio- respondió.

Lisa: Y el...- no la dejé acabar.

Yo: El tuyo es el 17 de diciembre cariño, de ese si que no me puedo olvidar- contesté dándole un beso.

Lisa: Con cuantos años la tuviste? Eres muy joven como para tener una hija de 23- preguntó.

Keila: Me quedé embarazada a los 17. En un principio el único que quería tenerla era su padre el fue quien me convenció, que irónico- dijo- Pero le doy gracias a Dios, pensaba que me arrepentiría pero ha sido justamente todo lo contrario- comentó mirándome con ternura.

Le sonreí, le cogí la mano y se la acaricié. Elisabeth se levantó y fue un momento al baño, yo me tumbé donde estaba ella y la observé alejarse con una sonrisa tonta en la cara.

Keila: La quieres mucho, verdad?- preguntó sacándome de mis pensamientos.

Yo: La amo con todas mis fuerzas, no sé que me hace esta mujer que me vuelve loca- admití.

Keila: Es una gran chica, me acuerdo cuando viajó a Islandia a buscarme, la traté fatal, pensaba que todo lo que te había ocurrido era por su culpa- dijo.

Yo: Fue a buscarte a Islandia?!- me exalté.

Keila: Si, no quería contártelo porque sabía que le echarías la bronca por gastarse tanto dinero- admitió.

Elisabeth salió de la casa y se tiró directa al agua, yo de mientras la observé negando con la cabeza, era alucinante.

Yo: Es un angelito, deberías ver como me consiente, me trata como a una reina- comenté.

Keila: Me alegro de que seas feliz hija- respondió

Cerré los ojos y me dediqué a disfrutar del día y tomar el sol,

a los pocos segundos alguien se tiró encima mía empapándome de nuevo. Abrí los ojos asustada y vi a Elisabeth riendo.

Yo: Elisabeth!- grité.

Ella no hacía más que reírse y para colmo mi madre se unió. La miré con cara asesina.

Yo: Te vas a enterar- le dije amenazadoramente.

Lisa: No!- chilló apartándose rápidamente.

Yo me levanté y empecé a perseguirla por todo el jardín entre risas y chillidos, finalmente la atrapé y empecé a hacerle cosquillas.

Lisa: No, para Sarah por favor! Jajajaja- rogó.

Yo: Está bien, está bien- la dejé en paz.

Se empezó a recuperar un poco y en el momento en el que se despistó me tiré sobre ella tirándonos a la piscina. Salimos a la superfície y me colgué de su cuello, ella me cogió y la besé. Fue acariciando mi espalda y lentamente descendió sus manos hasta que acabaron en mi culo. Me sacó una sonrisa lo cual rompió el beso pero no importó ya que empezamos otro. El día se pasó bastante rápido y cuando me quise dar cuenta ya estaba en la puerta despidiéndome de Elisabeth después de la cena.

Yo: De verdad que no quieres quedarte a dormir?- pregunté con cara triste.

Lisa: Por mi me quedaría a dormir cada día Sarah pero no quiero abusar, además quizás incomodaría a tu madre o algo y no quiero eso- contestó colocándome un mechón de pelo detrás de la oreja.

Yo: Bueno, está bien- me resigné.

Lisa: Además mañana tengo una sorpresa para ti, tendremos todo el fin de semana juntas- añadió.

Yo: Ya no sé que esperarme, la última sorpresa que me dejó boquiabierta- dije.

Lisa: Tendrás que esperar a mañana- contestó- Vendré a buscarte a las 9 de la mañana- dijo.

Yo: De acuerdo- asentí.

Lisa: Bueno yo me voy ya- se despidió.

Yo: Ve con cuidado- le advertí- Te amo

Lisa: Te amo- me besó y se fue.

Entré en casa, me puse el pijama y tras hablar unos minutos con mi madre y ponerme la alarma me fui a dormir. Mi móvil sonó, me levanté y fui a ducharme. Cuando salí cogí un bolso grande y metí un poco de ropa por si acaso, bajé y justo llegó ella. Me despedí de mi madre y fui junto a ella. Me invitó a desayunar lo cual no quise permitir pero finalmente acabó saliéndose con la suya. Después nos metimos en el coche y arrancó hacia donde íbamos a pasar el fin de semana.

Yo: Anda al menos dame una pista. Hacia dónde vamos?- volví a insistir.

Lisa: Es una propiedad que tan solo me pertenece a mi, no voy a decirte más así que para ya de preguntar porque no sacarás nada- dijo.

Yo: Seguramente sacaré tu mal genio...-susurré divertida.

Lisa: Qué has dicho?- preguntó mirándome.

Yo: Nada, que te amo mucho cariño- contesté rápidamente.

Ella rió, puso música y fijó su vista en la carretera. En ese momento agradecí el hecho de que tuviéramos los mismos gustos musicales, un poco de Linkin Park y Paramore bastó para que Elisabeth y yo nos emocionásemos y cantásemos a pleno pulmón, no paramos de reír en todo el camino. Al cabo de una hora y media de viaje llegamos a una cabaña en la montaña, debido a que era por la mañana el aire era fresco y puro, una verdadera maravilla. Salí del coche con mi maleta asombrada y observando todo lo que nos rodeaba.

Yo: Es tuya?- pregunté absorta señalando la cabaña.

Lisa: Exacto, yo no tengo tanto dinero como tu pero eso no significa que no pueda tener algún que otro lujo- contestó sonriendo.

Cogimos las maletas y las entramos dentro. La cabaña era completamente de madera barnizada, era un ambiente muy hogareño y cálido, sinceramente el lugar me encantó. Después de dejar nuestras pertenencias salimos y Elisabeth me guió por un caminito hasta que llegamos a un especie de cobertizo, no sabía muy bien lo que era.

Lisa: Quédate aquí- me dijo mientras se dirigía hacia aquel “cobertizo”.

Pasaron unos cuantos minutos en los que me dediqué a observar el paisaje y cuando estaba empezando a perder la paciencia apareció ella montada en un caballo mientras manejaba a otro que tenía a su lado. Me quedé bastante sorprendida, podía haberme esperado cualquier cosa pero eso era lo último que habría imaginado.

Lisa: Apuesto a que nunca has montado en caballo- dijo ella una vez se hubo acercado.

Yo: Apuestas bien- contesté mirándola.

Se veía hermosa subida en aquel caballo, me fijé mejor y la verdad es que me pareció muy mono. Era completamente negro excepto por las patas, tenía calcetines blancos. Me acerqué a el y le acaricié el hocico.

Yo: Hola precioso- dije.

Después de unos segundos miré a Elisabeth la cual me observaba sonriente.

Yo: Son tuyos?- pregunté sin dejar de acariciar al caballo.

Lisa: Si. Este es Astor lo tengo desde que es un potrillo, es un amor de animal. Y esta de aquí es Akirah, la encontré perdida y herida por el bosque hará dos años, me encargué de cuidarla y como nadie vino a buscarla me la quedé yo- dijo acariciándole la grupa.

Bajó de Astor y se acercó a mi.

Lisa: Quieres que te ayude a montarla?- preguntó.

Yo: No yo sola puedo- contesté decidida.

Lisa: Estás segura? No es tan fácil como parece- me advirtió.

Yo: No te preocupes- contesté.

Me planté enfrente de Akirah y la miré, era enorme. Levanté mi pie y lo puse en el estribo, cogí fuerza y me impulsé. Me quedé unos segundos con la pierna levantada haciendo fuerza para no caerme y terminar de pasar mi pierna por encima de Akirah, pero cuanto más tiempo lo intentaba más me cansaba, pude notar como mi cara se puso roja del esfuerzo hasta que Akirah se sobresaltó y dio un pequeño brinco, lo suficiente como para estrellarme contra el suelo.

Lisa: Estás bien? Te has echo daño?- preguntó preocupada.

Yo: No, estoy bien tranquila- contesté levantándome y sobándome el culo.

Lisa rió al ver que no me había pasado nada y volvió a ofrecerme su ayuda, esta vez lo pensé mejor y no la rechacé. Cuando hube estado montada ella se subió a Astor y me dio unas indicaciones básicas para no caerme y montar bien, después hice como me dijo Lisa y espoleé a Akirah la cual empezó a caminar.

Dimos un paseo por los alrededores. Todo era precioso, me encantaba estar entre tanta naturaleza me relajaba mucho. Cuando íbamos a trote nos encontramos con un río alrededor de un montón de arboles que al haber caído las flores habían dejado todo el suelo de miles de colores. Elisabeth paró y se bajó de Astor, yo hice lo mismo y conducí a Akirah hasta donde estaba Lisa. Atamos a los caballos en un poste que había, cuando terminamos iba a preguntarle que haríamos pero antes de que lo hiciera me cogió de la mano, me sonrió y empezamos a caminar lentamente por la costa del rió. No hablamos de nada, estábamos en un completo silencio pero no era para nada incómodo, más bien todo lo contrario, no faltaron las miradas y las sonrisas cómplices. Con ella el tiempo pasaba realmente rápido y cuando fui consciente estábamos las dos sentadas en el suelo, encima de una tela, no me había dado cuenta de que había preparado un especie de picnic. La miré y sonreí.

Lisa: Tienes hambre?- preguntó dulcemente.

Yo: La verdad es que si, me muero de hambre!- contesté llevándome las manos al estómago.

Sonrió levemente y me sirvió en un plato la comida, había preparado arroz con carne, tenía una pinta muy apetitosa. Ella se sirvió también y empezamos a comer, estaba exquisito!

Lisa: Te gusta?- preguntó.

Yo: Mmmm me encanta, está delicioso. Espero que sigas cocinándome- contesté.

Lisa: Todas las veces que tu quieras- contestó tiernamente.

Terminamos de comer y atacamos el postre, había tarta de coco algo que me sorprendió ya que era la primera vez que lo veía.

Yo: Quiero más postre- respondí.

Lisa: Lo siento no hay más, traje las porciones justas para que no se pusiera malo- contestó inocentemente.

Reí y me acerqué a ella, me miró un poco extrañada.

Yo: No me refería a eso- contesté.

Entonces me acerqué y la besé, ella correspondió inmediatamente. La tarde pasó realmente rápida, en todas esas horas lo único que hicimos fue estar tumbadas, yo me apoyé en un árbol y ella puso su cabeza en mis muslos. Tan solo nos acariciamos y intercambiamos alguna palabra y unos cuantos besos, podría parecer muy aburrido y “ñoño” pero para mi eso era lo mejor que podría hacer con ella en esos momentos, dejar las palabras a un lado que verdaderamente sobraban y tan solo centrarnos la una en la otra. Desgraciadamente todo llega a su fin, así que muy a mi pesar nos tuvimos que separar y volver a la cabaña.


Aquí lo dejo. Después d etanto tiempo escribiendo al fin puedo subirlo jejeje. Espero que os haya gustado y de no ser así, o siendo así, espero que comentéis para dar vuestra opinión. Gracias por leer. Un beso muy grande!