Mi salvación 18

He aquí la continuación!

Hola a todos! Gracias por los comentarios, me anima mucho leeros siempre me saca alguna que otra sonrisa. Espero que os guste!

Me callé para no discutir y me resigné a que me llevara a casa. Solamente esperaba que no le hubiera pasado algo malo.

Sarah


Cuatro días, ya iban cuatro desde que mi vida se convirtió en mi peor pesadilla, suerte que no iba a durar mucho, eso esperaba. Mike vino a casa y me contó como estaba todo organizado. Iría al lugar y me darían 15 minutos para intentar salir con el ya que así sería más fácil, si no ellos entrarían y le detendrían allí dentro. Tenía miedo, el podría haberse enterado de todo y hacerle algo a Elisabeth.

Por otro lado mi vida iba justo en la dirección que quería, mi disco como ya me dijo Félix estaba empezando a ser un éxito rotundo y me alivió el hecho de ser reconocida y que quieran hacerme entrevistas, ocupó mi tiempo y así tenía menos momentos para pensar en la mierda de vida que ocultaba tras ese disfraz de súper compositora y persona completamente normal, no sé como reaccionarían si se enterasen de la vida que llevaba.

Con Elisabeth la cosa iba “estupendamente”. Ella me odiaba y me destruía por completo su ignorancia y desprecio hacia mi. Solo intercambiábamos palabras para insultarnos o discutir y se me hacía extremadamente difícil aguantar firme frente a ella.

Tenía una entrevista y estaba nerviosa ya que era una de las primeras que me hacían. Me arreglé y entré al lugar en donde me la harían. El lugar era muy acogedor y enseguida los nervios se disiparon dejándome tranquila y segura de mi misma. La entrevista comenzó y con ello las preguntas. Eran básicas y entretenidas, la verdad es que me lo pasé muy bien. Contesté sinceramente y no hubo ninguna que me incomodase hasta el final.

Periodista: Bueno Sarah has destacado ahora muy joven y aparentemente llevas una vida perfecta, tienes dinero, salud, felicidad y mucho arte con el piano. Ya se saben tus preferencias y a mucha gente puede que no le guste pero, cómo llevas el tema del amor?- preguntó la chica.

Esa pregunta me dejó pensativa durante unos instantes, estaba escogiendo las palabras adecuadas para expresar lo que sentía sin descubrirme del todo.

Yo: No es lo mío no estoy hecha para el amor. Las relaciones que he tenido han sido un desastre, en una la chica me hacía daño a mi, en otra el daño se lo hacía yo a ella o en la siguiente nos hacíamos daño mutuamente- conté melancólicamente.

Periodista: Teniendo la vida tan lujosa que tienes, no sería más fácil la relación?- continuó.

Yo: Para nada, si la persona con la que estás no congenia contigo por mucho dinero que tengas no lograrás que la relación siga adelante. Después puede ser que otros factores influyan en la relación como es mi caso- contesté- El dinero no es la felicidad, la felicidad es tener salud y amor. A mi me falta uno de esos factores y espero que se solucione pronto.

Con esta respuesta acabó la entrevista, esperaba que no me ocasionara preguntas por parte de nadie. Me volvía a sentir frustrada. Salí afuera a esperar a Mike, el vendría y nos iríamos a un bar a tomar algo. A los pocos minutos llegó y nos fuimos. Una vez allí yo me pedí un café y Mike un refresco. La conversación era fluida y divertida cuando una voz nos interrumpió.

Paola: Hola Sarah, se nos hace frecuente encontrarnos en bares eh?- dijo.

Me giré lentamente maldiciendo todo lo que se me ocurrió por mi mente. Había conseguido que me apartase de Elisabeth y golpearme cuanto quisieran, no podían dejarme en paz?.

Mike: Qué haces aquí?- preguntó empezando a enfadarse.

Paola: Iba a tomarme un café con una persona no tardará mucho en venir- contestó sonriendo.

Enseguida me puse pálida, sabía perfectamente que esa persona era Damián y que a el le daba igual que la gente cercana a mi le viesen y supiesen que no estaba muerto, pero a mi no me daba igual. Mike se volvería loco y no sé como reaccionaría el, podría hacerle mucho daño y no quería eso, no a más gente.

Mike: Pues ya puedes largarte- contestó frío.

Paola: No te pongas así, hablemos un rato- dijo.

Paola: Cómo te va con Elisabeth?- me preguntó mirándome.

Le eché una mirada de odio, tenía unas ganas de matarla impresionantes quizás si no hubiéramos estado en un sitio público lo hubiera echo.

Yo: Ya no estoy con ella, lo hemos dejado- respondí con la mandíbula tensa y jugando con el sobrecito de azúcar.

Paola: De verdad? Vaya y yo que me estaba empezando a creer que íbais a seguir juntas- contestó aparentando estar sorprendida, no sé como lo hizo pero le salió como si de verdad le impactase.

Mike aparentemente estaba bien pero yo sabía que estaba a punto de echarla a patadas, quería que todo acabara ya.

Paola: La verdad lo siento mucho- dijo.

Podría ser una persona tan cínica? No lo creo. Ella se levantó y se fue tal y como vino. Yo tenía agarrada en mis manos la lata de refresco de Mike vacía, tenía tanta rabia que poco a poco fui estrujando la lata hasta partirla por la mitad. Emití un pequeño gemido y con decisión tiré los trozos en la mesa.

Mike: Sarah, es Paola la razón por la que has dejado a Elisabeth?- preguntó.

Yo: Qué?- me exalté. Lo único que me faltaba era que se enterase y que la liara.

Mike: Ha sido Paola la que te ha amenazado de que dejes Elisabeth?- volvió a repetir intentando calmar su creciente furia.

Yo: No, no. Por qué piensas eso?- negué nerviosa.

Mike: Tu reacción no ha sido muy normal y te conozco. Dime, es ella la razón?- empezó a desesperarse.

Yo: Mike ahora mismo no puedo contarlo estando en este lugar. Lo que si me enfurece es que ahora quiera preocuparse por mi. Qué coño pasa por su cabeza?- disuadí la situación.

Mike: A saber, está loca- contestó tomando un sorbo de su refresco, ambos reímos.

Al poco rato nos despedimos y cada cual se fue por su camino. Caminaba distraída cuando choqué con alguien.

Lisa: Mira por donde vas!- gritó.

Mi corazón empezó a palpitar rápidamente, era increíble como me ponía nerviosa cada vez que la veía como la primera vez que la vi.

Yo: Quieres no gritarme?- inquirí ásperamente.

Lisa: Ahora quieres que te trate con respeto?- se burló.

Yo: Pues si, al parecer es algo de lo que careces- dije.

Lisa: Estás cuestionando la educación que me inculcaron mis padres?- empezó a enfadarse.

Yo: Tus padres? Querrás decir tu madre...-la molesté.

Lisa: Pues al menos sé que mi madre me educó bien. Qué podría decir de los tuyos? Un padre maltratador y una madre que dio su patética vida por la tuya. Cómo desearía que a tu madre no le hubiera dado tiempo de esquivarte! Así los tres os pudriríais en el infierno- dijo visiblemente enojada.

Me quedé muda. Nunca, nunca en la vida nadie me había deseado la muerte y que ella me lo dijese me destruyó. Elisabeth al parecer se dio cuenta más tarde de lo que dijo y su cara denotaba que se había arrepentido de decirlo, pero ya lo había hecho. Era la cosa más cruel que me había dicho nunca. Con lágrimas en los ojos reanudé lentamente mi camino.

Yo: Créeme, yo también lo deseaba- susurré mirándola a los ojos cuando pasé delante suya.

No lo aguantaba más. Su indiferencia, sus hirientes palabras, su frialdad hacia mi... No podía ni quería aguantarlo más. Llegué a un bar que antes frecuentaba usualmente, me senté en la barra y vino el camarero, un conocido.

George: Hola Sarah cuanto tiempo! Quieres lo de siempre?- me habló mientras secaba con un paño una jarra de cerveza.

Yo: -asentí-Hola George. Te voy a dar un consejo. Nunca, repito, nunca te enamores, siempre acabas mal parado o te hacen daño. Para eso es mejor dejarse de gilipolleces- le dije mirando como depositaba el vaso de whiskey.

George: Vaya vaya, quién es la chica que te tiene tan mal?- preguntó secando otra jarra.

Yo: Se llama Elisabeth y era la mujer más maravillosa que había en la tierra- conté mientras daba un sorbo.

George: Ya no lo es?- preguntó.

Yo: Digo era porque ahora me odia. La he tenido que dejar por unos problemas que no puedo contar y me amenazaron con hacerle daño si no la dejaba y lo hice- conté con la mirada perdida.

George: Uy eso está muy mal. Y no puedes hacer nada para estar junto a ella?- dijo preocupado.

Yo: Tengo un plan en mente y espero que funcione, pero hasta entonces tengo que hacer como si no me importase, y es muy duro George- contesté liberando lágrimas que hacía rato que querían salir.

George: No llores preciosa. Nadie merece tus lágrimas y quien realmente las merezca no te hará llorar- me consoló el. Yo sonreí- Así me gusta. Tendrías que ver lo hermosa que eres sonriendo, si no me gustasen los hombres te pediría salir- rió el.

Efectivamente el también era homosexual, era un gran amigo y siempre me animaba cuando anteriormente venía para emborracharme. Seguimos hablando y con ello aumentaba el número de copas de whiskey que bebía. Me había vuelto como antes, ahogaba mis penas en el alcohol pensando que así el dolor desaparecería eternamente. Que decepción saber que al día siguiente la resaca sería incluso peor que los problemas que tenía.

Elisabeth

Sarah: Créeme, yo también lo deseaba- susurró con lágrimas en los ojos pasando enfrente mía.

Me sentía horrible. Cómo podía haber llegado a decirle tales palabras? No lo comprendía. Bueno, realmente si. Estos últimos días solo hemos intercambiado palabras para insultarnos y yo he sido una niña pequeña. Al principio pasaba de mi y me dolía, entonces empecé a enrabiarla. Ya sé que dirán, pero a esta qué le pasa? Fui muy inmadura pero prefería al menos hablarnos por insultos que no decir ni una palabra. Suena muy egoísta pero es así, y ahora lo único que había conseguido era herirla más todavía, he sido muy cruel y la verdad no me siento orgullosa de lo que estoy haciendo con mi vida.

Ya llevo 2 días con Amara y la verdad es que congeniamos mucho. Con Amara es muy difícil aburrirse y me cae muy bien, pero no siento absolutamente nada por ella. Los besos me parecen fríos, los abrazos vacíos y las caricias ásperas. Ella no es Sarah. Sus besos eran fogosos, sus abrazos cálidos y sus caricias suaves, la echaba mucho en falta. Pero era evidente que ella no quería volver conmigo y mucho menos después de lo que le dije.

Me estaba empezando a arreglar ya que Amara quería invitarme a cenar, últimamente lo hacía mucho y eso me molestaba. Terminé y al poco rato llegó ella, estaba realmente hermosa.

Amara: Hola amor- saludó dándome un beso.

Yo: Hola- contesté secamente.

Nos metimos en el coche y condujo hasta un bonito restaurante. Entramos y pedimos la cena. Sinceramente me estaba divirtiendo mucho, ella no paraba de bromear y reír. Acabó la velada y me llevó a casa. En la puerta me besó para despedirnos y cuando intenté alejarme me lo impidió y me arrinconó contra la puerta. Intentaba separarme de ella pero me lo impedía cogiendo fuertemente mis manos. La situación no me parecía para nada excitante es más, me estaba empezando a cabrear. Si hubiera sido Sarah la que me tenía en contra de la pared no hubiera dudado un segundo en responderle, pero ella no lo era, era Amara y estaba muy enfadada. Finalmente conseguí apartarme de ella y lo primero que se me ocurrió hacer fue darle una cachetada.

Yo: Ni se te ocurra volver a hacer esto, entendido?!- grité alterada.

Amara: Pero qué te pasa?- inquirió sobándose la mejilla.

Yo: Que qué me pasa? Me pasa que estoy harta de esta relación, no tiene futuro y no quiero seguir adelante más tiempo con esta farsa- dije mirándola.

Amara: Qué tiene ella que no tenga yo eh? Dímelo!- me soltó.

No me esperaba que me la mencionase.

Yo: No es por ella...- me interrumpió.

Amara: Si, si es por ella Elisabeth. He intentado por todos los medios intentar enamorarte, al menos que respondas a mis caricias pero no lo has hecho- empezaron a salir lágrimas- No he conseguido ni una sola vez ver el brillo en tus ojos que tienes cuando la ves a lo lejos, todavía me vas a negar que la amas?

Yo: No llores- dije abrazándola, no sabía si era lo mejor pero no se me ocurría otra cosa que la pudiese animar.

Estuvimos así un buen rato hasta que ella se calmó, nos separamos y habló:

Amara: Siento haberte forzado a estar en una relación que desde el principio tenía contados los días, no debí hacerlo- se disculpó.

Yo: No pasa nada, créeme que yo también lo hubiera hecho...- contesté melancólicamente.

Amara: No la dejes ir. Una persona no deja de amar a la otra de la noche a la mañana Elisabeth, me extraña a mi y a mucha otra gente que os conocía- dijo ella.

Yo: No hay nada que hacer con ella te lo aseguro, y menos después de lo que nos hemos dicho últimamente, he sido muy dura con ella- contesté desanimada.

Amara: Hazme caso y investiga un poco. Tu no te habrás dado cuenta, pero al igual que a ti te brillan los ojos cuando la ves, a ella le cambia totalmente la cara y aunque lo intente ocultar más de una vez la he visto mirándote de lejos con una media sonrisa en la cara- me contó.

No lo creía, era imposible que ella sintiera algo por mi, me odia!

Yo: Puede ser una casualidad...- intenté convencerme a mi misma.

Amara: Piensa lo que quieras pero ve a buscarla ya, quiero verte feliz Elisabeth aunque no sea conmigo- me sonrió tristemente.

La abracé y se marchó. Entré en mi casa con la cabeza hecha un lío. Sarah no me amaba, Sarah no me amaba, Sarah no me amaba...repetía incesablemente en mi cabeza. Me moría de ganas de que fuese así pero no quería ilusionarme con tontas hipótesis. Fui a la ducha, me puse el pijama y decidí irme a dormir.

Cuando estuve a punto de quedarme dormida unos gritos me despertaron. No podía escuchar con claridad que era lo que decía pero estaba poniéndome realmente furiosa. Al cabo de unos minutos no lo aguanté más y salí. Estaba muy oscuro pero se podía apreciar la figura de una mujer, una mujer que poco a poco fui reconociendo.

Yo: Sarah?- la llamé sin creerlo.

Sarah: Eli-sabeth! B-bonita noche ehh?- comentó con la voz pastosa, me acerqué a ella y la olí, había bebido.

Yo: Estás borracha?- le pregunté, era una estupidez, no iba a contestarme y era evidente.

Sarah: Borracha yo? Nooooo no no noo. Mira te cuento un chiste- empezó a decir.

Yo: Qué haces aquí?- pregunté.

Sarah: Contarte un chiste, cállate que no me dejas contarlo. Qué le dice un jaguar a otroo?- dijo ella.

No sabía que hacer, no había traído coche ni moto y no sabía donde llevarla. Finalmente decidí dejarla en mi casa hasta que se le pasara la borrachera.

Yo: Anda entra en mi casa- la conducí.

Sarah: Jaguaryu! Jajajajaajaja. Mira mira te cuento otro.

Tenía que admitir que el chiste me había hecho gracia. Intentaba hacerla entrar en casa pero no quería.

Sarah: Qué le dice una piedra a otra??- preguntó.

Yo: Quieres entrar?- la empujaba para que entrase.

Sarah: La v-vida es dura, sob-bre todo si eres una p-piedra. Jajajajaja- se reía.

La pobre estaba que no podía con su cuerpo, caminaba dando tumbos hasta que finalmente se cayó y empezó a llorar, fui hacia ella pensando que se había hecho daño.

Yo: Te has hecho daño? Dónde te duele?- pregunté mirándole los brazos y piernas en busca de alguna herida.

Sarah: No, me duele aquí- dijo señalándose el corazón.

Yo: El corazón?- pregunté asustada.

Sarah: Si. Me duele que me trates mal, que me ignores, que me insultes y sobre todo, me duele que me desees la muerte- empezó a llorar más fuerte.

Mi corazón se paró por completo. No había sido obra de mi imaginación, era ella la que me había dicho eso. “Está borracha, no sabe lo que dice” me repetí.

Sarah: Elisabeth no soporto verte con Amara, me muero de celos cada vez que os veo, cada vez que os besáis, porque todavía no he dejado bien claro que tus labios son míos- dijo abalanzándose sobre mi.

Yo estaba en el césped y Sarah encima mía, sus manos aguantaban mis muñecas que estaban a los lados de mi cabeza aunque no sabía por qué me agarraba no estaba poniendo ninguna resistencia. Lentamente se fue acercando y rozó su nariz con la mía. Parecía que mi corazón se me saldría del pecho iba a mil por hora. Fue intercambiando su mirada de mis labios a mis ojos, se acercó más todavía y en mis labios susurró.

Sarah: Te amo- murmuró mirándome.

Finalmente juntó sus labios con los míos. Una corriente eléctrica me sacudió de arriba a abajo. Sus labios me sabían a miel, hacía ya 4 días, bueno ahora 5, que estaba sin ellos y ahora que los volvía a probar no sabía como logré estar tanto tiempo. Soltó mis muñecas y puso sus manos en mis mejillas, acariciándome. Estaba disfrutando del momento pero tenía que acabar ya, mañana se arrepentiría o ni siquiera lo recordaría, no podía aprovecharme de ella estando en ese estado.

Yo: Sarah estás borracha y no eres consciente de tus actos- dije separándome de ella.

Sarah: No estoy borracha hip- dijo- Te amo Elisabeth te amo, créelo porque es verdad- susurró.

Decidí levantarme y entrarla en casa. Difícilmente logré convencerla de que se metiera en la ducha, esperé en la puerta y cuando salió me quedé muda. Estaba en ropa interior, llevaba un conjunto de encaje negro que le quedaba de miedo y estando mojada se veía mucho más provocadora. Tuve que tener un autocontrol sobrehumano para no tirarla en la cama y hacerle de todo. La tumbé en mi cama y la tapé. Cogí su ropa y saqué las llaves y su móvil, la doblé y la dejé en la mesa. Iba irme al sofá cuando me detuvo.

Sarah: Duerme conmigo- pidió.

Yo: No es correcto que lo haga, no estás en tus 5 sentidos- intenté convencerla.

Sarah: Por favor Elisabeth, te hecho de menos- rogó con la voz quebrada.

Yo: Está bien- me resigné.

Entré en la cama y me tumbé mirándola. Ella enseguida me abrazó juntando nuestros cuerpos al máximo. Estaba helada pero no me importó, puse mi mano en su cintura y ella juntó nuestras frentes, rápidamente se quedó dormida. Solté unas cuantas lágrimas, me frustraba saber que al día siguiente seguiríamos peleando y que todo lo que ocurrió no lo recordaría. Me acerqué más a ella y inspiré su fragancia. Olía a la colonia de Paco Rabanne XS, me encantaba su olor y esa colonia le favorecía mucho, no tardé en quedarme dormida.

Desperté bastante tarde eran las 13:45. Miré a mi derecha y ahí me la encontré, tal y como estaba antes de dormirme. No pude resistirme y la besé delicadamente, siendo consciente de que sería la última vez que podría hacerlo. Me duché y preparé la comida. Tenía que salir a hacer unas cosas así que le dejé una nota explicándole que hacía allí, claramente obviando la parte de los besos. Regresé al cabo de una hora y media, yo pensaba que ella ya habría despertado y que probablemente ya se hubiera ido, pero subí y la encontré en la misma posición. Me quedé unos instantes observándola y poco a poco comenzó a moverse hasta que abrió los ojos.

Lo primero que hizo fue suspirar y llevarse las manos a la cara, no quiero ni imaginarme la resaca que tendría que tener. Fue mirando a su alrededor y cuando reconoció donde se encontraba abrió los ojos sorprendida. Se sentó en la cama y volvió a llevarse las manos a la cabeza soltando un quejido, se levantó y vio que estaba en ropa interior.

Sarah: Pero qué coño?- se preguntó a si misma.

Yo: No me preguntes el por que estás así porque ni yo misma lo sé- dije finalmente dejando que me viese.

Al verme intentó taparse, después pareció pensar lo mismo que yo, era una tontería que se tapase habiéndola visto ya así miles de veces.

Sarah: Qué hago aquí?- quiso saber poniendo cara de desconcierto.

Tenía que decir que me era casi imposible hablar con ella mirándola a la cara, mis ojos querían comerse su cuerpo escultural.

Yo: Por la noche cuando estaba a punto de dormirme apareciste en mi casa buscándome, no iba a dejarte en la calle a esas horas- le conté.

Sarah: Pues no entiendo porque, seguramente te alegrarías de que un coche me hubiera atropellado o algo- dijo tristemente.

Se hizo el silencio. No quería decir nada sobre ese comentario, le llega a pasar algo y me muero yo.

Yo: Se nota que te gusta dormir mucho, son ya las 19:25- dije sonriendo un poco.

Cuando le dije la hora que era puso una cara de horror y miró el reloj comprobando si era cierto lo que había dicho.

Sarah: No no no no no, mierda!- se alteró y empezó a buscar su ropa.

Yo: Qué ocurre?- pregunté extrañada, me miró pero no dijo nada. Me preocupé ya que en su mirada se veía el miedo que tenía.

Empezó a vestirse mientras no dejaba de maldecir todo. Cuando quiso salir la detuve.

Yo: Quieres contarme qué es lo que pasa?- quise saber.

Sarah: No tengo tiempo de contártelo!- miró su reloj- Joder mierda!

Bajó rápidamente las escaleras, “rápidamente para el estado en el que se encontraba”.

Yo: Sarah no puedes irte así! Y si te caes y te haces daño?- me preocupé por ella.

Sarah: Daño me voy a hacer igual me caiga o no- empezó a buscar su chaqueta desesperadamente, la encontró y abrió la puerta- Lo siento mucho Elisabeth- con esto cerró la puerta y se fue corriendo.

No entendía su reacción, daño se iba hacer igual? Por qué me pedía perdón?. Subí a mi cuarto para ordenar las cosas cuando vi su móvil, se le había olvidado cogerlo. No pude resistirlo y miré su bandeja de entrada, a lo mejor tenía algo que ver. Solo había uno y se lo habían mandado a las 12:36 de la noche. Lo abrí y cuando lo leí me quedé helada.

Hoy tienes que ir a la calle * número 15 a las 19:00h. Ya has faltado las normas otras veces y te lo he perdonado,pero como hoy tan solo llegues tarde tu amorcito lo pasará muy mal.

Era una amenaza? No lo sabía, lo único que entendía era que llegaba tarde, normal que estuviera así. Así que si tenía novia, eso me destrozó enormemente. Entonces sus palabras vinieron a mi mente: Daño me voy a hacer igual... y si le hacían algo? Me quedé pensativa durante unos instantes, me levanté decidida con una idea en mente. La seguiría y iría a ver que demonios pasaba.


Aquí acaba! Puedo asumir que si salgo de mi casa estoy expuesta a que alguien me mate de una vez, estos días sinceramente me lo estoy ganando jajaja. Gracias por leer, comentar y valorar se agradece mucho. Besos y abrazos!!