Mi salida al mercado

Siempre me es necesario para satisfacerme lo imprevisto, lo que no está sujeto a una organización previa, por eso mi trabajo extra en el departamento, o las salidas sola o con mi hermana que organizaba Angélica siempre me llevaban a la rutina y en consecuencia al aburrimiento, por muy placenteras que fueran aquellas experiencias que por lo demás lo eran.

Siempre me es necesario para satisfacerme lo imprevisto, lo que no está sujeto a una organización previa, por eso mi trabajo extra en el departamento, o las salidas sola o con mi hermana que organizaba Angélica siempre me llevaban a la rutina y en consecuencia al aburrimiento, por muy placenteras que fueran aquellas experiencias que por lo demás lo eran.

Por ello siempre tengo que lanzarme a las calles, por eso aquel día sabía que sería un buen día, por tanto me vestí como más me gusta como una putita, medias hasta los muslos negras, ligero y sostén de igual color, una calza también negra y un vestido suelto con gran escote y fácil de sacar.

Recorrer las calles del puerto, de noche, es la forma de conocer a su gente, es precisamente de noche cuando se conoce su espíritu.

Caminar desde la plaza Victoria hasta la Avenida Argentina resulta toda una aventura, las luces se hacen más tenues, las calles se hacen más sucias, pero sobre todo su gente se hace más real, desaparecen los autos de los hijitos de papá y se hacen reales los grupos de los jóvenes del pueblo que caminan sin ningún destino, sin ningún lugar que los espere, deambular buscando lo que salga, igual que yo, buscando lo que salga.

Vi un grupo de tres jóvenes y me acerque a ellos con la excusa de pedir fuego para fumar, y me quedé fumando con ellos, prontamente me rodearon y uno me invitó un trago de una botella de cerveza, el cual acepté para integrarme, mi sorpresa fue cuando comencé a sentir que me acariciaban las piernas, no hice nada, y le dejé avanzar hasta que llegó a mi vagina por sobre las calzas, me excitaba estar siendo tocada así, disimuladamente, todos se daban cuenta pero se hacían los indiferentes, también con disimulo abrí más mis piernas para darle completa libertad, subía suavemente a mi cadera y luchaba por bajar mis calzas e introducir su mano, pero se lo impedí, por el sólo placer de dejarlo aún más caliente.

Pronto tenía otro pegado a mi espalda su mano me levantó el vestido hasta llegar a mi cintura, para descender por mis nalgas hasta llegar a mi entrepierna, y seguir bajando acariciándome sobre mis medias. Sentí su pene grande y gordo pegado en mi culito, lo sentía masturbarse en él, me abrazó por la espalda y comenzó a jugar en mis tetas, ya no había nada que disimular, sus manos se introducían por mi vestido, tratando de sacar mis pechos a la vista de sus amigos, reposé mi cabeza en su hombro dejándome llevar, prontamente otro estaba acariciándome, sentí su mano subiendo por mi ingle, tocar levemente mi pubis por encima de mis calzas, su mano se apoyaba con fuerza en mi conchita por lo que abrí mis piernas para facilitar su faena. Me sentía exquisitamente manoseada, con ese frote áspero de la ropa que me hizo acabar en un orgasmo que humedeció la misma.

Casi sin querer y producto de mi propio éxtasis me aferre al miembro del que tenía enfrente y comencé a sobarlo por sobre el pantalón, este tomó mi mano y la llevó al miembro de otro que no había participado en nada, lo mire fijamente y desabroche su cierre sacando su pene, flectando mi cuerpo y lo lleve a mi boca, comenzando a chupárselo mientras no dejaba de mirarlo, sentí a mis espaldas como bajaban mi calza dejando al descubierto mi culito el cual era sobado por varias manos, estaba cada vez más mojada, sentía sus dedos correr mis calzones buscando mi conchita, recorría mis muslos, mientras yo no dejaba de masturbar ese pene fuerte y duro que taladraba mi boca, rápidamente le facilité su tarea abriendo mis piernas, cuando noté un dedo introduciéndose en mi vagina y luego otro en mi culito metiéndolo y volviéndolo a sacar, mi éxtasis era total, no dejaban de penetrarme con sus dedos, podía sentir sus nudillos, llevé mi mano sobre aquella que tenía en mi concha apretándola fuertemente contra ella y alcancé un orgasmo que me encharcó toda, a la vez que podía sentir la descarga de semen en mi boca acompañada de gruñido gutural de quien me llenaba la boca.

Me saque las calzas y les dije que podíamos ir a otro lugar, no lo dudaron un momento, los cuatro nos encaminamos por sugerencia de unos de ellos hacia al Mercado, esta era un lugar de venta de verduras a granel ubicado en el sector más pobre de la ciudad y de noche se encontraba casi a solas pudiendo entrarse con sigilo a sus bodegas. En el camino dos iban a mi lado y otro iba a mi espaldas, conversábamos de cualquier cosa, indagando ellos de si siempre era tan puta, me preguntaban que me gustaría hacer, al pasar frente a otros grupos el de atrás levantó mi vestido dejando ver mis nalgas, ante lo cual otro me preguntó si no me molestaba, yo mordía mis labios pues la calentura ya traspasaba mi cuerpo, no le dije nada simplemente subí mi vestido sujetándole por delante dejando mi culito expuesto a quien quisiese verlo, no tardaron en cubrirlo con sus manos mientras caminábamos, y recibían los gritos y silbidos de los otros grupos al verme pasar semidesnuda.

Al ingresar a una bodega el olor a orines era persistente, no sé de dónde pero uno de ellos arrastro un sucio colchón, me arrodillé en él y saqué totalmente mi vestido y mi sostén liberando mis tetas, uno de ellos sin desvestirse se arrojó sobre mi llevando de espaldas lo cual hizo que se alzara mi conchita, chupaba como desesperado una de mis tetas, el otro no tardó en ponerse a un lado y chupar mi otra teta, mis suspiros surgieron en forma inmediata quería que me penetraran brutalmente, quería sentirlos descargarse en mi cuerpo, usar mis orificios a su mero antojo. Como pude me di vuelta, me puse de rodillas dejando mi culito paradito, el cual rápidamente fue agarrado por uno de ellos amasando las carnes de mis caderas y jugando con mi tanguita, él se puso de espaldas y coloco su cabeza entre mis piernas chupando mi conchita en toda su extensión, movía mi trasero para que el realmente me diera placer, me agache y desbroche el pantalán del otro tirándolo como pude hacia abajo a fin de liberar su pene en cual lleve a mi boca introduciéndolo profundamente, esta vez sí, quería sentirlo hasta provocarme arcadas, jugaba con mi lengua en la cabeza de su miembro, lo chupaba suavemente y volvía a introducirlo completamente, la saliva corría por su miembro, a la vez que mi conchita chorreaba sus jugos en la cara del que me chupaba, mientras veía masturbarse al otro frente a mí.

Mientras chupaba, sin dejar de hacerlo, lleve mi mano hacia atrás para desabrochar el pantalón del otro, y le rogué que me penetrara, pude sentir su miembro duro abriendo mi conchita, estaba a cuatro patas recibiendo el golpe de su cadera en mis nalgas a la vez que empujaba hacia atrás mi culito buscando provocarme una mayor penetración, me encantaba sentirme tan usada, me excitaba aún más escuchar sus cometarios obscenos respecto de la puta que se estaban comiendo, el no dejaba de penetrarme rápido, taladraba mi cuerpo, el primero en acabar fue el que se estaba masturbando, pude ver que se vaciaba en su mano, entonces acercó esta a mi boca, liberé el miembro que me ocupaba para beber la leche, actitud que inmediatamente hizo acabar a otro que me tomó del pelo y descargó su semen en mi cara, mientras el tercero seguía penetrándome con furia hasta venirse en mi concha.

Yo no había acabado, pero ellos se mostraban satisfechos, entonces lo vi, se encontraba un poco más allá en un rincón algo más oscuro, con su miembro inhiesto y tratando de obtener placer, pero no se acercaba, gatee hasta él, desnuda me paré extendí mi mano y lo atraje hasta el grupo donde estábamos, era por su forma de vestir uno de los tantos mendigos de la ciudad que buscan donde pasar la noche, los tres me miraban con dudas las cuales despeje lengüeteando el miembro de aquel desconocido y masturbándolo, le pregunté su nombre al desconocido, le pedí que se acostara de espaldas entonces dándole la espalda a él baje tome su pene con la mano y lo acomodé en mi culito, de a poco moviéndome suavemente comencé a introducirlo, pude sentir como cedió mi ano al penetrarme, le pedí que no se moviera y así poco a poco lo introduje todo en mi culo, me eche un poco hacia atrás recostándome en él, apoyando mis manos a sus costados, subía y bajaba lentamente por su pene, sintiendo sus quejidos de placer, abrí mis piernas al máximo y le pedí a los otros que frente a mí se masturbaran, -ahora si Manuel- le dije reviéntame el culo a tu putita, y el cómo pudo comenzó a penetrarme haciéndome gozar como una zorrita, mi concha abierta parecía respirar a cada embestida en mi culo, mi boca buscaba aire, mientras lo alentaba a darme más rápido, más duro, más fuerte, ahora si gozaba mientras mis nuevos amigos se pajeaban frenéticamente, uno de uno de ellos quien no me había penetrado no aguantó más, supe sus intenciones y lo alenté, si le dije úsame la concha, y me tuvieron entre los dos, sólo sentir sus vergas en mi interior me hicieron acabar en un orgasmo largo, intenso, que me llenó de placer, pero los alenté a seguir usando a su putita hasta que estuvieran satisfechos.

Conversamos un rato y nuevamente uno de ellos me arrojó sobre el colchón, puso mis piernas en sus hombros y me penetró violentamente el culo, eso le dije así quiero, quiero que dé a uno me rompan el culo y acaben en mi cara, fueron pasando todos uno a uno, pasaron los cuatro, luego otro, y luego otros, esa noche me culearon y me eyacularon no menos de nueve hombres, me sentía plena, se llamaban, se pasaban el dato y yo era un pedazo de carne que se prestaban entre ellos, que placer sentía al saberme entregada de tal forma, al terminar limpie mi cara que se encontraba llena de semen, que escurría también por mi cuerpo, me puse nada más que el vestido y me dispuse a irme, me despedí de todos con una última chupada, y a uno de los mendigos le deje mi fono, ya tenía en mente lo que quería para mi próxima salida.