Mi restataurant favorito
Chica tiene juegos intimos en lugares favoritos
Vengo cada día a este restaurante. Me encanta comer aquí. Boxes íntimos. Mesas pequeñas, simples coquetas, cómplices. Me gusta porque aquí me siento más mujer que en ningún otro sitio. Si lo reconozco, soy una chica extraña…
Me excita estar en extremo estar en sitios donde hay mucha gente, pero en cambio no me gusta que me vean, que sepan lo que hago. Eso me limita mucho a la hora de buscar como satisfacerme. Y de momento no he encontrado a nadie capaz de seguirme el juego. Eso precisamente el lo que me atrae hasta aquí, mi restaurante favorito. Vengo a menudo, tengo que reconocerlo, y siempre me siento en la misma zona, lejos de la puerta pero frente de ella.
Mi camarera de siempre es muy correcta (Demasiado!) cuando viene a tomar el pedido, se queda prendida en mi escote, en trance. Me divierte! Me gusta inclinarme hacia adelante mientras pido una ensalada, un salmón casi crudo y una copa de un buen vino. (Siempre tengo que repetírselos dos veces!).
Mientras se aleja, mi cuerpo ya se ha inclinado levemente hacia atrás, a la vez que mi mano izquierda desaparece bajo el mantel. En mi cara una sonrisa picara delata mi impaciencia ante aquel ritual. Despacio como si no fuese mía, la mano baja por la falda hasta encontrar s borde, para volver a subir por sus medias. (Para entonces yo ya estoy completamente excitada) con las piernas apretadas, intentando que mi cara no varíe ni un ápice en el gesto, lo que me excita mucho mas.
La gente platica distendida a mi alrededor disfrutando de la comida. Mi mano asciende hasta encontrar mi sexo palpitante y dispuesto. Es entonces cuendo ella viene con mi copa de vino… Me resulta difícil ese “gracia” que apenas logro balbucear y mientras levanto la copa y bebo.
Debajo del mantel la otra mano separa silenciosamente mi humedad para ahondar dentro de mi con destreza. Aferro con fuerza la copa, aprieto los dientes mientras noto oleadas de placer que parten de mi interior y se expanden como las olas del agua. siento que llega el momento, mis dedos se vuelven mas y mas osados, mas y mas diestros, mas y mas profundos. Aseguro los pies contra el suelo, tenso las piernas… y por fin oleadas de placer recorren todo mi cuerpo. Durante unos instantes cierro los ojos intentando volver a la normalidad. Ella elije justo este momento para traer mi salmón.
(No hay nada mejoren la vida que tener un restaurante que tener un restaurante favorito).