Mi residente (2)

Es una bella historia de amor. No supe cuando empecé a verlo como hombre, era un chico muy apuesto y varonil, y empecé a soñar con el y a desearlo como hombre

MI RESIDENTE (2)

Es una bella historia de amor. No supe cuando empecé a verlo como hombre, era un chico muy apuesto y varonil, y empecé a soñar con el y a desearlo como hombre

pasaron los días, me sentía sólo, vacío, la ausencia de Gerardo me afectó más de lo que yo mismo hubiera creído, caí en un estado de depresión, todo me lo recordaba, los lugares que frecuentamos, los partidos de fútbol, la oficina misma. Me pasaba largos ratos mirando sus fotografía en la computadora y leyendo la dedicatoria que me hiciera en el documento de su residencia profesional, al que le ayude económicamente para poder elaborarla, ¨ A ti, mi amigo y maestro, José Luís por todas tus enseñanzas en la vida profesional pero sobre todo por tus enseñanzas sobre la vida misma. Siempre te recordaré ¨ tu amigo y pupilo, Gerardo , ese texto me emocionaba de sobremanera hasta las lagrimas. Era evidente la huella que Gerardo había dejado en mi vida.

Pasaron tres meses de su partida, y aún seguía extrañándolo, recibí de el correos electrónicos para saludarme, mismo que le contestaba con toda la emoción del mundo, para saber de el, a que se dedicaba, que había sido de su vida, puede enterarme que aún no encontraba trabajo, y que quizá volvería a la Cd. de México. Al saber de esto me emocione ante la posibilidad de tenerlo de nuevo conmigo, pero sin hacerme muchas ilusiones porque el siempre manifestó que su deseo era trabajar en el lugar de donde el era originario.

Una noche mientras me preparaba para dormir, recibí una llamada y ¡ oh sorpresa ¡ la voz de mi amado Gerardo estaba en la línea, mi corazón dio un vuelco, emocionado le conteste, me dijo que quería saber de mi, que me quería saludar, que analizaba la posibilidad de volver a la Cd. de México a buscar algún trabajo, eso me emocionó y lo anime a hacerlo, le prometí que le ayudaría en esa empresa, me comento que platicaría con sus padres al respecto y que me informaría.

A la semana de la charla, me hablo de nuevo y me dijo que arribaría al día siguiente a la cd. de México, presa de la emoción le dije que viniera y que iría por el a los autobuses, y en eso quedamos. Apenas pude conciliar el sueño esa noche de la emoción de saber de que tendría de nuevo conmigo a Gerardo, al otro día, contaba las horas que faltaban para ir por el. Llegado el momento, lo recibí, y al vernos nos fundimos en un fuerte abrazo, de nuevo sentí un cúmulo de emociones al tener a mi chiquillo en mis brazos, de tener ese adorado cuerpo en mis brazos y de sentirme en los suyos, de sentir su calor corporal, lo abracé fuertemente hacía mi, diciéndole lo mucho que lo había extrañado, a lo que el contestó que también me extrañaba.

Ya en el automóvil le pregunte de sus planes y me dijo que no podía ya regresar a la casa del estudiante, y que debido a sus escaso presupuesto, buscaría un alojamiento barato y que estaría un mes máximo en la ciudad para ver si encontraba algo o tendría que regresar a su casa, mentalmente pensé en que tendría que ayudarle, si quería que se quedará en la ciudad d México.

Le ofrecí, sin ninguna malicia, pero sin con mucha emoción, en ese momento, que para ahorrarse un dinero, se podría quedar en mi departamento, así lo tendría conmigo prácticamente las 24 hors. Me respondió tímidamente que no quería molestar, que buscaría una casa de asistencia. Yo le dije que no aceptaría una negativa, que para nada me molestaba, que incluso me serviría de compañía, que para eso éramos amigos.

Al fin lo convencí que aceptara mi ofrecimiento y nos trasladamos al departamento, le asigné su recámara, y me dijo que me pagaría, a lo que yo le dije que no era necesario, que lo hacía con mucho gusto. ¡ Claro que lo hacía con mucho gusto!, ¡ahora tenía a mi muchacho para mi sólo!. Preparé la cena, cenamos, él tomo un baño y nos dirigimos a dormir. Ya en la soledad de mi recamará, no podía dormir de la emoción de tener a Gerardo dormido a unos cuantos metros de mi, al otro lado de la pared; me imaginaba su cuerpo dormido desnudo en la cama, y así penando en el me quede dormido soñando con algún día tenerlo en entre mis brazos.

Al otro día como mujer a su marido, emocionado, le prepare el desayuno, el cual tomamos juntos. Me dirigí a mi trabajo y el se fue a entregar currículo a algunas empresas. En la tarde cuando llegue a la casa encontré a Gerardo en pantalones cortos y sin camisa lo que le daba un aire muy sensual, tremendamente atractivo, según en agradecimiento arreglaba una llave del fregadero, y así, sin darnos cuenta, él asumió el papel del hombre de la casa, arreglaba llaves del agua , arreglaba chapas, pintaba, cambiaba las llantas del carro, echaba mecánica, cargaba cosas pesadas, y yo asumí el papel femenino, preparaba la comida, limpiaba, lavaba los trastes, sin imaginar que esos papeles mas delante se repetirían……………… en la cama.

Tuvo suerte de encontrar un empleo por lo que decidió quedarse en la ciudad, acordamos que se quedaría a vivir conmigo, y me ayudaría con algunos gastos, así hincamos nuestra vida juntos.

Era feliz con Gerardo conmigo, sin embargo era un martirio, lo deseaba enormemente, quería ser de él, era tremendamente difícil verlo todos los días por la casa, en pantalones cortos, sin camisa, de repente me tomaba de la cintura entre juegos, lo que me emocionaba mucho,! deseaba decirlo que me abrazara!, ¡que me llevara a la cama ¡ ¡y que me poseyera!, ¡que hiciera de mí lo que quisiera!, que lo amaba, que vivía deseándolo, pero no me animaba a decirle lo mucho que lo deseaba, prefería tenerlo conmigo como amigo.

Empecé a hurgar en su ropa sucia recogía su ropa interior, olía el lugar donde sus verga descansaba, aspiraba ese aroma mezcla de orín, semen y sudor, me imaginaba que era su verga la que tenía en mi nariz , y así con esa ropa me masturbaba frenéticamente con su imagen en mi mente y su nombre en mis labios. Mi deseo por ese hombre me llevaban a hacer cosas que nunca me imagine hacer, la situación era ya insoportable para mí, llegué a pensar en pedirle que se fuera, pero solo de imaginarlo lejos de mi, me llenaba de horror. No hallaba que hacer. En algunas ocasiones que nos tomábamos cerveza, tuve que ayudarlo a acostar.

En una de esas ocasiones, al acostarlo, en su borrachera, me abrazo, fuertemente, yo aspire su aroma de hombre joven y empecé a sentir erección, y el me dijo que me quería mucho, que era su único amigo. Esa noche lo mire por vez primera en ropa interior, su verga se marcaba en ella en reposo, se miraba enorme, me la imaginaba sexualmente bella, venosa, prometedoramente sexual; se le adivinaban unos huevos enormes llenos de leche, él se durmió, lo tenía al alcance de mi mano, para tocarlo, acariciarlo y saciar esa sed que tenia de el, de su cuerpo, estire mi mano para tocarlo, para acariciar su virilidad, y su cuerpo varonil, sin embargo saque fuerzas de no se donde, me contuve, le cubrí con una sabana, y admire su bello rostro, como no queriendo profanar ese cuerpo, luego sin aguantar más me dirigí al baño y me masturbe como poseído repitiendo su nombre.

En una de nuestras visitas nocturnas a un antro, Gerardo se ligo a una chica, me preguntó que si podía llevarla al departamento para cogerla, sentí un agujón de celos, estuve a punto decirle que me cogiera a mí, pero entendí su necesidad sexual, y le dije que si, que la llevará. Así, llegamos al departamento y el se encerró con ella en su habitación para que ambos se satisficieran sexualmente. Ya en mi cama me imaginaba la escena

donde mi muchacho, mi Gerardo, como toro salvaje le hacía el amor a esa mujer, me imaginaba que era a mi a quien besaba, a quien penetraba, me imaginaba sus labios en los míos, sus labios recorriendo mi cuerpo y yo besándole y recorriendo su cuerpo, su verga en mi boca y penetrándome, sentía envidia de es mujer, hubiera deseado decirlo que ese hombre era mío, quisiera haber estado en su lugar y que Gerardo me hiciera el amor a mí, que ese cuerpo tan hermoso estuviera sobre mí. Esa noche tuve uno de mis más intensos eyaculaciones de imaginarme a Gerardo haciéndome el amor.

Al otro día prepare el desayuno y durante el mismo le pregunte que como le había ido anoche, me comentó que la chica era un volcán en la cama, que había sido una noche muy caliente, que la chica cogía maravillosamente y que le había echado dos palos, que se seguirían viendo; en ese momento me hizo una pregunta – ¿oye, José Luís y tú, no tienes alguna mujer por ahí? , nunca te he conocido a nadie- de momento me quede callado y serió y el con una sonrisa picará a manera de broma, remató – ¿o te gustan los hombres? – me le quede mirando fijamente a los ojos, estuve a punto de decirle que me gustaba él, que él era el hombre con el que soñaba, el hombre que deseaba, pero me contuve, solté una carcajada y le seguí la broma- sí, así es, así que cuídate- le dije -no te vaya a violar-.

Como resultado de esa plática, me quede pensando en mi situación, vivía con el hombre que deseaba, pero al mismo tiempo sufría por no poder tenerlo. Tenía que ponerle remedio a eso, por un tiempo anduve algo serio, meditabundo, lo que fue apreciado por Gerardo. Una noche cenábamos en silencio y al final él me pregunto que si algo me sucedía, que si había hecho algo que me hiciera enojar que si ya no lo quería ahí que le dijera para buscar adonde irse, que el lo entendería. A lo que le dije que nada de lo que el hiciera me haría enojar. Que esa era su casa. En ese instante me salió del alma decirle que lo quería demasiado, que no podría vivir sin el, y deje salir mi sentimientos contenidos, y entre lagrimas, le dije que nos se que me pasaba, pero que el me desquiciaba, que siempre los había amado como hombre, que lo deseaba, que no podía estar sin su presencia, que era el amor de mi vida, que mi sueño era que me poseyéra.

Gerardo quedo impactado, quedo de una pieza, quedo pasmado y anonadado, no supo que decir, intento decir algo, pero no pudo, se levanto de golpe y se dirigió a su recamará. Yo me quede sentado con un revoltijo de ideas en mi cabeza. ¡Por fin me había liberado de lo que tanto me atormentaba! ¡Me había atrevido a decirle a Gerardo todo lo que me aguante de decirle en meses! Esa noche no pude dormir pensando en el, en como lo tomaría, en como reaccionaría. ¿Quizá me despreciaría? , ¿se iría de la casa? , ¿quizá me golpearía?, para el quizá en ese momento sea sólo un despreciable maricón, en fin tantas cosas pasaron por mi cabeza.

Al otro día me levante como todos los días prepare el desayuno, al ver que Gerardo no salía, a desayunar, le toque la puerta de la recamara, y no obtuve respuesta, pensé que seguiría dormido, volví a tocar y al no obtener respuesta, tome una llave y abrí y pude ver que Gerardo no estaba, salió muy temprano, quizá lo hizo para no verme, eso me entristeció, pensé que se había ido para siempre, pero mire sus cosas personales ahí y deduje que regresaría.

Al regresar en la casa por la tarde Gerardo aún no se encontraba, así llegó la noche y alarmado le marque al celular, pero sólo me contesto la grabación de buzón. ¿ donde estaría?, ¿ donde pasaría la noche?, pase otra noche en vela, pensando si no le hubiera pasado algo en esa ciudad tan grande.

Así pasaron dos días sin aparecer, le deje mensajes en el celular de los angustiado que yo estaba y no me contesto, pensé que ya no quería saber de mi, que había sido demasiado para el enterarse que su mentor y mejor amigo, era un homosexual ! y que estaba enamorado de él ¡.

Al tercer día en la noche, me encontraba a punto de acostarme cuando lo escuche abrir la puerta, era él, traía barba de tres días, se miraba pálido, con señales de no haber dormido bien, con el cabello revuelto, lo que daba un aíre más atractivo, evitaba mirarme de frente, me dijo que venía por algunas cosas, que se iría a vivir a otro lado, el corazón me dio un vuelco, ¡Gerardo se iría!,¡Lo perdería!.................. ¿para siempre?. J.martinezcarrillo@hotmail.com

CONTINUARA

MI RESIDENTE (3)

Es una bella historia de amor. No supe cuando empecé a verlo como hombre, era un chico muy apuesto y varonil, y empecé a soñar con el y a desearlo como hombre

-.¿a donde irás?-le pregunte – prefiero que no lo sepas- me dijo con un dejo de tristeza en los ojos, en esos ojos que tanto me cautivan - estaré bien, no te preocupes- me dijo-, perdóname, pero ya no aguantaba más con ese sentimiento dentro de mí, tenía que decírtelo- le dije - no tienes que irte, aquí éstas bien, te prometo no tocar el tema y no pasará nada que no quieras que pase, siempre te he respetado y así seguirá siendo, las cosas no tienen por que ser diferentes – insistí – ésta es tu casa.

No José Luís, las cosas no pueden seguir igual, no para mí, no puedo vivir con un hombre que me ve con deseo, no puedo vivir con un puto, - nunca espere escuchar de él esas palabras hirientes - tengo que irme, necesito estar lejos de ti, al menos un tiempo, creo que es lo mejor- me dijo, e insistió – gracias por todo, no te preocupes por mi, estaré bien – diciendo esto tomo sus cosas y se dirigió a la puerta, no sin antes decirme un adiós, pero sin darnos el acostumbrado abrazo de antes, signo de que evidentemente algo había cambiado entre nosotros. Al verlo partir con la mochila al hombro recordé aquellas palabras de Mario Benedetti, ¨ si amas algo déjalo libre si regresa es tuyo, si no, nunca lo fue ¨.

Al verlo desaparecer tras la puerta, mi mundo se derrumbo, caí en un sillón, con lagrimas en los ojos, ¡ había perdido a Gerardo y quizá para siempre ¡, yo no lo vería caminar por la casa, su risa no se escuchará, no oiría su voz. Al otro día todo era diferente, los días se me hacían grices, deje de tomar alimento, sentí que la vida no tenía sentido, llegue a pensar que no tenía caso seguir viviendo, no tenía porque ni para qué, pues en mi matrimonio no tuve hijos, no tenía alicientes.

Le reclamaba a la vida por ese sentimiento hacía Gerardo, deseaba que el no se hubiera aparecido en mi vida, deseaba no haberlo conocido nunca, deseaba sepultar ese sentimiento hacía el, pero era inútil, todo me lo recordaba. Pasaron dos meses sin saber de él. De nueva cuenta me refugie en las fotos para recordarlo, leí varias veces la dedicatoria de la memoria de residencia.

Por medio de un ex compañero de él que laboraba en la misma empresa, que me visitó por razones profesionales me enteré que seguía en su trabajo, que le iba bien profesionalmente, que vivía en un departamento con otros compañeros. Me alegro saber que le iba bien, aunque ya no lo tenía conmigo.

En una ocasión acudí a cenar a un restaurant – bar al que algunas veces fui con Gerardo, y al salir me lo tope de frente en la puerta, traía del brazo a una linda chica, se veía esplendorosamente bello, mi corazón empezó a palpitar emocionado al verlo, se detuvo al verme, me saludo de mano y me presento a la chica como su novia – mira, es Mariana, mi novia- y a mi me presentó como un amigo. Fue todo lo que nos dijimos, se fueron a una mesa y yo me dirigí al carro. En el carro me quede pensando que por su actitud aún no asimilaba lo que paso, y por otro volví a sentir el aguijón de los celos de verlo con Mariana aunque sin dejar de reconocer que era una linda chica. Sin duda hacían una linda pareja.

A las dos semanas de ese encuentro, recibí una llamada a mi celular, de la cruz roja preguntando si conocía al Gerardo Mendoza, angustiado pregunté que le había pasado, me informaron que había sufrido un accidente que estaba inconciente en la cruz roja, que alguien tenía que responsabilizarse por el pues, aunque su vida no corría peligro, era necesaria una cirugía de cierto riesgo.

Aunque angustiado, me tranquilizó saber que su vida no corría peligro, corrí de inmediato a ver en que podía ayudarlo, me informaron que aún estaba inconciente, según los médicos lo habían atropellado, y lo recogieron como desconocido, que encontraron mi número telefónico en su celular y por eso me habían hablado. Les dije que era mi amigo, que un tiempo vivimos juntos, que el chico vivía solo en la ciudad, que sus padres vivían en provincia y que yo me haría responsable de el. Que no era necesario angustiar a su familia que vivía en provincia. Pues de todos modos era difícil que pudieran trasladarse a la ciudad.

Había sufrido fractura de rodillas, por lo que era necesario, operarlo, hice los trámites necesarios para su traslado a una clínica para que le hagan la cirugía y no me despegue de el hasta después de la misma.

Al entrar al verlo después de la cirugía, lo miré con una palidez que acentuaba su apostura varonil, con la barba de tres días que tanto me atrae de el. Traté de darle ánimo.- mira nomás como te dejaron, no puede uno dejarte sólo- me miro y me dijo – gracias por todo lo que haz echo por mí, creo que no lo merezco, después de cómo me porte, contigo- no tienes nada que agradecer- le dije- ya sabes que te quiero mucho y que daría mi vida por ti, lo hago con mucho gusto – dentro de su palidez, se sonrojo,- me tomó de las manos y me dijo gracias – no se que haría sin ti.

Sus manos y las mías estuvieron entrelazadas unos segundos, nos miramos a los ojos, con esa mirada nos dijimos muchas cosas, sus ojos expresaban lo que decía en ese momento, era otro Gerardo, ya no era el que salio de la casa con la frustración de que su mejor amigo le confeso que lo deseaba como hombre, era el mismo chiquillo que se presento en mi oficina, lleno de nervios, con su mirada fresca, el mismo que se presentó como estudiante en su semestre de residencia profesional, el no retiro sus manos, hasta que yo retiré las mías.

Entre broma, le dije –ya estuvo bueno de apapacho, hay que llevarte a la casa – y los dos reímos por lo que dije – porque espero que no te negarás a ir al departamento, necesitas de alguien que te cuide, no se con quien vives ahora, pero en fin tu toma la decisión que yo la respetaré.

Se quedo un rato pensativo y al fin me dijo – bueno ya que insistes – y de nuevo reímos, hasta que la risa cambió a una mueca de dolor – ¿ algo te duele? – le pregunte - sólo cuando me río - contesto,- entonces te contaré muchos chistes le dije- de nuevo reímos.

Llegamos a la casa, donde yo había preparado todo para su rehabilitación. Otra vez tenía d nuevo a Gerardo conmigo, parecía que el destino se empeñaba a tenernos juntos. Contraté a una señora para que ayudara en la casa y estuviera pendiente de Gerardo mientras yo trabajaba. Avisamos a sus padres, los que decidieron venir a verlo, Gerardo me presentó con ellos como su amigo y su maestro, eran unos señores de campo, muy sencillos, que deshicieron en agradecimiento por lo que hacía por su hijo. Gerardo me pregunto si tenía algún inconveniente que viniera a verlo Mariana, a lo que yo le dije que no. Que podía venir, la chica vino a verlo, estuve un rato con ellos, luego los deje solos, en ese rato pude apreciar el enorme amor que ella sentía por el. Pensé entre mi, con cierto dejo de celos, lo quiere mucho, pero no tanto como yo.

Lo inevitable y lo que siempre yo había deseado llegó un día, casi sin proponérnoslo. Todo ese tiempo al ayudar a Gerardo en el cambio de vendas o de aplicarle algún medicamento en el cuerpo, tuve mucho cuidado de no hacer algo que el pudiera malinterpretar, me jure a mi mismo respetar su cuerpo y no volver a decirle nada de mi deseo por el. Como le había dicho esa noche, no pasaría nada entre nosotros que el no quisiera.

Ya casi al final de su convalecencia una noche me pidió que le aplicara un medicamento en la rodilla, y en la pierna, empecé lentamente a aplicar la pomada, suavemente, hasta casi convertirla en una caricia, era delicioso sentir los fuertes músculos de sus piernas, fue subiendo el masaje hasta casi tocar sus huevos, Gerardo mantenía los ojos cerrados, quizá disfrutando mis caricias o no decía nada por no querer hacerme sentir mal.

Quizá por el largo tiempo de abstinencia sexual, Gerardo reaccionó a mis caricias, su verga empezó a levantarse, hasta quedar a tope, subí mi mano hasta tocarle los huevos con la yema de los dedos, le di un leve masaje, la temperatura empezó a subir entre los dos, Gerardo estaba sin camisa, solo con su ropa interior, yo estaba ya a mil, mi verga estaba a todo lo que daba, quería más, quería ese cuerpo todo para mi.

Empecé a escuchar unos leves gemidos de Gerardo, de pronto siento que sus manos, toman mi cabeza y la dirige a su verga, y me pregunta - ¿ la quieres? , es toda tuya- yo tímidamente le pregunte -¿ tu quieres ¿- por toda respuesta me tomo de la cabeza y dirigió mi boca a su bulto, fuera de mi a través de la tela de la ropa interior, le di de besos a esa verga con la tanto había soñado, le pase la lengua sobre la tela, ya con toda la calentura del mundo con su ayuda le quite la ropa interior, quedando mi chiquillo acostado en la cama, completamente desnudo, era verdaderamente hermoso, a pesar de conocerlo de hacía mas de un año, era la primera vez que lo veía desnudo, su verga completamente parada, era sexualmente hermosa como me la imaginaba, de un tamaño de cerca de 19 cm, gorda, con una cabeza color violáceo, ligeramente curvada hacia la izquierda, con abundantes vellos, unas venas azulosas y gruesas que corrían a lo verga del mástil, un miembro viril que prometía muchas emociones, unos huevos congruentes con el tamaño de la verga, grandes y jugosos, por unos segundos disfrute visualmente ese hermoso cuerpo, cubierto de vello oscuro, fuertes y musculosos brazos, axilas con vellos, barba de tres días, cabello despeinado, abdomen marcado , y unas apetitosas tetillas que se antojaba chuparlas. Se me hacía agua la boca de ver ese cuerpo tan lindo, máxime al ver esa preciosa verga que mostraba ya signos de la exitación de Gerardo con una gotas de presemen en la cabeza. Estaba yo absorto, recargado inclinado sobre su cuerpo.

Sin decir nada, me toma de nuevo de la cabeza y me dirige la boca a su verga, -¿ la quieres chupar? - me dijo- como toda respuesta le pase la lengua para lamer el precum, sentí un sabor saladito, rico, y un fuerte olor a sexo de macho invadió mis pulmones. Era rico, era delicioso, tener la verga de Gerardo a mi disposición. - Anda chupalá, no eso querías? , es toda tuya - me dijo – si mas preámbulo me metí la cabeza de la verga en la boca, una rara mezcla de sabores me invadió, olía entre a orin, semen y sudor, pero era una mezcla deliciosa, era el sabor de mi macho, antes de conocer a Gerardo, nunca me imagine que el chupar la verga de otro hombre me daría tanta exitación y ahí estaba yo, con todos mis postgrados y diplomas en el extranjero, prendido de la verga de un muchacho de 23 años, le di unos chupetones a la cabeza, lo que hizo que Gerardo se arqueara y gimiera de placer. Luego me metí toda la verga en la boca, tan grande era que apenas me cupo en la boca, y chupe con ganas, me sentía en la gloría con esa verga tan deseada en mi boca.

Baje a los huevos, siempre entre gemidos de Gerardo los chupe, me los metí uno por uno en la boca, subí de nuevo a su verga, le chupe de nuevo la cabeza, Gerardo se arqueaba de placer disfrutando de la mamada de verga que le propinaba, le lamí la cabeza de la verga como si fuera un helado, se la ensalibe para chuparla de nuevo. En la habitación se escuchaban los gemidos de Gerardo – aahhhhhhhhhhh, mmmmmmhmmm, que rico la chupas ahhhhhhh, augmmmhh…..sigue…..no pares……………mmmmmm, que placer ahhhhhhh- que bien la mamas…..ahhhhhh hhhhhhhhhhhhhh. Yo afanosamente le daba placer a Gerardo y me daba a mi mismo placer, el placer de chupar la verga de mi hombre. Así estuvimos por varios minutos, hasta que el tomó la iniciativa, prácticamente me cogía por la boca, su verga como pistón entraba y salía vertiginosamente de mi cavidad bucal, entre gemidos decía….uauggggg….me vengo…….augggggg ggggggggg…………….no aguantó mássssssss…………………….. y tomándome de la cabeza me ensarto todo su verga hasta mi garganta, y con un ………aaaaaaaaaaa hhhhhhhhhhhhhh………..prolongado me lleno la boca y la garganta de varios chorros de su ardiente leche, la que me tuve que tragar, a pesar de su sabor acre, agridulce, pero delicioso de saber que era la leche de mi amado muchacho. En ese momento también, sin siquiera tocarme experimente una eyaculación.