Mi relación con mi Papá. Parte 1
Empecé a vivir con mi padre en los primeros meses de la cuarentena. Él se había divorciado una vez más, estaba viviendo solo y yo estaba desempleado y necesitando donde pasar lo que pensábamos iban a ser unos meses. Nunca habíamos hablado mucho, lo necesario, pero sabía que teníamos muchos intereses
Empecé a vivir con mi padre en los primeros meses de la cuarentena. Él se había divorciado una vez más, estaba viviendo solo y yo estaba desempleado y necesitando donde pasar lo que pensabamos iban a ser unos meses. Nunca habíamos hablado mucho, lo necesario, pero sabía que teníamos muchos intereses en común, solamente que no sabía realmente cuántos.
Con el pasar de los meses empezamos a hacer ejercicio en casa juntos, era algo que disfrutabamos y nos motivaba hacerlo juntos. No pude evitar notar la buena condición física en qué estaba. Brazos y piernas gruesos, pecho prominente cubierto de vello, un estómago que no estaba definido pero se notaba fuerte, el típico cuerpo de "papá en forma", acompañado de una barba prominente y una calva que lo hacía ver como un "papá sexy en forma", no voy a negar que ideas pasaron por mi mente en una o dos ocasiones pero las dejé ir rápido, aunque cada vez eran más frecuentes.
La búsqueda de trabajo me estresaba, necesitaba relajarme, y eso me llevó a en una ocasión encender un porro en la noche, cuando pensé que estaba dormido, seco y no me afectó cómo quería, pero él inevitablemente sintió el olor y eso llevó a una conversación no tan incómoda como creí donde me reveló que él también fumaba pero que no lo había hecho mientras yo estaba ahí por respeto.
Con el pasar de las semanas que se conviriteron en meses se fue convirtiendo en un buen amigo, conversabamos de todo, fumabamamos juntos, entrenabamos juntos y jugabamos videojuegos mientras se secaba el sudor de nuestros cuerpos semidesnudos. Las ideas venían cada vez más seguido y no voy a negar que a veces llegaban en la noche antes de dormir acompañadas de una sesión masturbatoria, o en la ducha.
En una ocasión mientras sacaba la ropa a la lavandería se le cayó un calzoncillo sin darse cuenta, no perdí tiempo antes de correr y recogerlo, lo guardé y rápidamente lo olí mientras me masturbaba y luego la usé para limpiar mi semen una vez terminé, empecé a hacerlo todas las noches, a veces en las mañanas, el olor me excitaba pero las ideas cada vez más, pero pensaba que eran solamente ideas.
Luego de varias semanas más, comenzamos a correr los viernes, para liberar el estrés y aprovechar que la cuarentena se estaba soltando. En ése viernes en particular, mi dealer me había conseguido edibles especialmente fuertes, él nunca había hecho edibles y yo no los había hecho hace tiempo. Decidimos comernoslos antes de correr ese viernes, aprovechar la corrida para que hicieran efecto y el efecto para hacer la corrida más placentera. Nos comimos uno cada uno, esperamos, y luego comimos uno más entre los dos porque sentimos que tardaba en pegar. Salimos a correr, luego de un rato regresamos, el efecto estaba completo y un poco más, un poco mareados, bastante relajados y bastante lentos y desubicados.
Subimos las gradas al apartamento juntos mientras él se quitaba la camisa, estaba desubicado y no se de qué manera o por cuanto tiempo vi su torso desnudo, velludo y sudado, me concentré en uno de sus pezones el cual quería lamer. Entramos al apartamento y comenzamos a estirar, las ideas estaban en mi mente y él estaba frente a mi. Creo que notó la atención con que lo miraba, quería secarlo completamente con mi lengua, se quitó los zapatos y el olor inevitablemente llenó la habitación, vi sus pies fijamente, tampoco se por cuanto, el no paraba de reirse por alguna cosa sin sentido, mientras me miraba fijamente, ¿qué tan fijamente me estaba viendo?, ¿era lo normal y yo lo sentía por horas?, ¿era más de lo normal?, ¿qué me quería decir con la mirada?. Seguimos en el suelo un rato más, quería revolcarme en los pequeños charcos de sudor que dejaba, de pronto me di cuenta que tenía una erección, ¿él la había visto?. Me acomode de manera que creí que la estaba ocultando. Estuvimos un momento más, ¿habrán sido minutos?, ¿horas?, la erección no se iba. "Tu baño sigue malo, ¿nos duchamos juntos?", recordé que mi ducha se había arruinado el día anterior y el fontanero no había llegado, ¿que podía decir?, ¿que no?. "Ve tú, ya te alcanzo". Mi esperanza era que la erección desapareciera en minutos y poder ir, ¿cómo nos ibamos a bañar juntos?, ya lo habíamos hecho juntos pero yo tenía 3. Me quedé acostado esperando que terminara sin mi y yo tuviera mi turno solo.
"¿Vas a venir?", no tenía opción, tenía que ir, en mi cabeza drogada pensé que iba a poder ocultar la erección. Caminé hacia su cuarto y vi la ropa sudada tirada en el suelo, quise recogerla, ponermela sudada y masturbarme, pero, tenía que ir al baño con mi papá. Llegué al baño y vi su cuerpo desnudo por la puerta, eso no ayudó a la erección. "Se va a acabar el agua caliente", no me iba a dar mi tiempo. Me desnudé y me confié de que estaba de espaldas a la puerta del baño, no me iba a poder ver y fijo la erección se me bajaba.
Dio un paso hacía adelante, en su ducha que ahora estaba notando era exageradamente grande o así se veía para mi en ese momento, pude ponerme bajo el chorro, cuidando que mi pene erecto no tocara su trasero que ahora estaba notando era más grande y duro de lo que pensé. Saqué mi sudor con el agua, ¿qué tan rápido podía enjabonarme, sacarme el jabón e irme?.
"Te lavo la espalda", vi en cámara lenta como se daba vuelta y mi reacción fue darme la vuelta para ocultar mi pene erecto, ahora seguramente soltando lubricante en el agua, no pensé que esa vuelta era una aceptación a su invitación. Escuché con detalle como agarró jabón y comenzó a restregarlo en mi espalda, estaba siendo bien detallado, mis hombros, mi espalda, mis axilas, seguía bajando, mi espalda baja, los lados de mi cuerpo. Para mi sorpresa siguó bajando, escuché como agarraba más jabón, ¿para mis piernas?, mientras me preguntaba qué pasaba sentí sus manos entrar entre mis nalgas. Mi sorpresa se ahogó entre mi exitación. Ahora mi erección no iba a bajar tan rápido. "Tranquilo, te tengo que limpiar bien". Mi reacción inevitablemente fue doblar la espalda y abrir las piernas, eso hubiera hecho con cualquier otro hombre, abrirle espacio para que su mano entrara más.
Y entrar más fuer lo que hizo, primero un dedo, luego otro y otro más acariciaron mi ano por fuera, no pude evitarlo y dejé salir un gemido que quizá se escuchó más como un grito. Mi espalda se curvó más y quería que entrara más. Escuché como respiraba fuerte, mi pene iba a explotar, mi culo estaba arriba para recibirlo, sentí un dedo, presión, quería entrar, sentí como mi ano iba cediendo, no entró mucho, pero se quedó ahí, luego lo sacó, metió otro dedo, yo estaba gimiendo según entraba, ya no tenía punto ocultarlo y él estaba respirando cada vez más profundo. Quería su lengua en lugar de su dedo, y luego su pene, que me llenara de su semen. Pero en ese momento sacó su dedo. "Ya estás limpio".
Se dió la vuelta. Mi cabeza me decía que era mi turno de lavarle la espalda, pero mi boca no respondió, solamente tomé el gel en mis manos y comencé a lavar sus hombros, lo sentí incómodo pero no me dijo que parara, respiraba cada vez más fuerte según iba bajando, pero yo no quería su ano. Toqué sus nalgas, las enjaboné bien, luego baje un poco hasta sus piernas, metí mi mano entre ellas y alcancé sus bolas. No gimió pero exhaló más fuerte, abrió un poco más las piernas para dejarme alcanzar más, eran grandes, velludas, no las podía ver pero en mi emoción no me di cuenta que mi pene empezó a rozar el lado de su pierna, eso pudo haber sido suficiente para venirme pero no. Quería seguir acariciándolas, su pene estaba erecto, no lo toqué pero lo sabía. Seguí unos segundos más cuando me dijo: "ya estamos listos, creo que es hora de ir a traer la cena". Se sacó el jabón y me dejó ahí, escuché como se cambiaba rápido y iba, a traer la cena.
Yo todavía estaba temblando, desubicado, excitado, no me masturbé y eso iba a doler luego.