Mi relación con Marta y Mario (ll)
Ahora es Mario el que describe como se inicia el trio con su pareja y la joven niñera.
El capítulo anterior lo podéis leer haciendo clic aquí
Me llamo Mario. Hasta hace unos meses vivía la placida vida de un hombre con una bella esposa, vida desahogada y un niño pequeño que me entusiasma.
Elisa, mi pareja, es una mujer jovial, inteligente y muy hermosa. Además, nos llevamos fenomenal en los asuntos de cama. Es muy ingeniosa y sabe cómo encontrar la forma para darme siempre lo que más me satisface. Siempre encuentra lo que me gusta y más gusto me da.
Tenemos una relación muy satisfactoria y en el campo sexual ambos estamos muy satisfechos. Esta situación totalmente bajo control ha saltado por los aires con la irrupción en escena de la jovencita que a veces cuida de nuestro hijo.
Recuerdo que una tarde después de salir de casa con el plan de ir al estadio para ver a un encuentro de basket de mi equipo favorito tuve que volver a casa a por la bufanda de los fans que había olvidado.
“Soy yo”, dije al abrir y sin esperar respuesta me dirigí directamente hacia la habitación donde guardo la bufanda en el armario. No me extraña que Elisa no me responda, pues puede que este ocupada por la terraza. Abro la puerta de la habitación y la escena que se me presenta ante mis ojos me sobrecoge. Mi esposa y la niñera yacen completamente desnudas sobre la cama.
Marta, la niñera, es una joven con carita angelical, parece que nunca ha roto un plato. Es de carácter super dulce y cariñoso. Cuando la veo jugando con mi hijo me siento muy tranquilo.
Ahora al ver su cuerpo desnudo puedo comprobar que es menuda pero con unas líneas casi perfectas. Todo está en su sitio y muy bien proporcionado.
Viéndolas juntas disfrutar de su estupenda masturbación entiendo mejor esa manifiesta afinidad y amistad. Nos conocemos desde hace años y siempre la había visto como una adolescente simpática e inocente.
Reconozco que es posible que la relación con Elisa la haya transformado pues mi esposa tiene muy claras la ideas sobre cómo tiene que ser la relación entre hombres y mujeres, y lo que las mujeres deben hacer con sus vidas.
Marta pasó hace unos meses de ser la vecina simpática a la niñera de nuestro hijo para ayudar a mi esposa que está embarazada de nuestro segundo hijo.
Despues de observar la escena durante unos instantes, me retiro con sigilo sin interrumpir ni dejar que me vean. Me voy a ver el partido pero no logro concentrarme pues en mi mente se repite una y otra vez la escena que me ha dejado boquiabierto.
Al volver a casa todo está dentro de lo que es habitual, y Marta y Elisa están de buen humor. El único que esta estresado soy yo, mi equipo perdió y me siento un poco como “invitado”, cuando antes me creía el “rey de la casa”.
Despues de cenar y ver un rato la tele nos vamos a la cama como de costumbre. Una vez acostados hago caricias a Elisa para tantear el terreno, y ver si hay posibilidades de tener relaciones esta noche. En estas últimas semanas de embarazo se encuentra bastante cansada e irascible y hay que ir con cuidado.
Ante mis pretensiones se enfadaba porque no tengo en consideración su estado de avanzado embarazo. La disputa sube un poco de tono, y para no ahondar más en la discrepancia decido irme a dormir al salón. Con lo bien que se lo han debido pasar ellas, a mi me dejan fuera.
Me quede dormido enseguida sobre el sofá envuelto por la oscuridad y el silencio.
Recuerdo que estaba en medio de un sueño en el que estaba en una piscina. Yo quería salir del agua pero una fuerza extraña me tenía atrapado. Cuanto más esfuerzo ponía por salir del agua más fuerte tiraban de mí hacia abajo. Sin embargo tenía una extraña sensación de placer que me venía de la entrepierna.
Sobresaltado me despierto y me encuentro tumbado en el sofá, Marta de rodillas junto a mi cogiéndome la polla que ya está bastante gorda. Sorprendido po la situación trato de separarme pero ella me sujeta firme y me da unos enérgicos meneos que terminan de ponerme cachondo.
Enseguida se me pone tiesa y gorda. Antes de que pueda reaccionar siento como su boca se la come entera dándome gran placer. Me la chupa con cuidado y con destreza. Después del calentón de la tarde, el sueño erótico que he tenido y esta sorprendente mamada que esto disfrutando, apenas puedo aguantar unos instantes antes de explotar con una buena corrida.
Ella también se ha masturbado mientras me la chupaba, aunque en cuanto me he corrido, ella se ha ido a su habitación, dejándome con la polla todavía goteando y mi cabeza dando vueltas como un tiovivo.
Unos días después, envuelta por la oscuridad de la noche, Marta se coló en nuestro dormitorio. Cuando desperté por el contacto de su mano dentro de mi slip, la descubrí de rodillas frente a mi cama. Me hico una señal para que me quedara en silencio y sin moverme. Ella jugueteaba con una mano en su entrepierna y con la otra con mi polla. Esta ya estaba bastante gorda por lo que deduje que ya debía llevar algún tiempo así.
Sobresaltado y con miedo que esta situación pudiera desembocar en un conflicto grave si mi pareja nos descubría, trate de huir. Su reacción fue inmediata, me mando silencio y me agarro con fuerza de mis huevos. Estaba claro que no me podía escapar sin su consentimiento.
Me hizo poner de costado justo al borde de la cama con lo que mi polla quedaba perfectamente accesible para su boca. Me la empezó a chupar lentamente mientras ella se seguía masturbando entre ahogados gemidos. Así me tuvo un buen rato, debatiéndome entre la opción de retirarme hacia el centro de la cama o dejar que la mamada continuase hasta el final.
De repente siento como el cuerpo de Elisa se pega a mi espalda y su brazo me abraza por encima del pecho.
Estoy atrapado. Si me muevo seguro que la despierto, y si no la hago voy a terminar explotando víctima de las lamidas y chupetones de Marta me da.
El final se aproxima, aprieto el culo para intentar controlar los espasmos, mantengo todos mis musculos en tensión pero no puedo evitar la corrida. Una y otra vez salen chorretones de leche hacia los labios y boca de Marta. Inmóvil solo puedo esperar a que mis movimientos involuntarios cesen sin despertar a Elisa.
Por su parte Marta me relame una y otra vez para no dejar ni rastro de mi corrida. Entre gemidos ella también hurga en su chocho. Los dedos humedecidos por su flujo vaginal me los introduce en la boca una y otra vez para que se los chupe. El gusto y sabor de su coño me invaden y me cautivan.
Terminada esta fantástica sesión su silueta se funde con la oscuridad y continúa la noche con su placidez habitual.
Esta situación se repitió varias noches, siempre que por una razón u otra Marta se quedaba a dormir en casa con la excusa de cuidar de mi pequeño.
El estadio siguiente se produjo un domingo por la tarde en la típica situación de sofá, mantita y sesión de televisión. Elisa, mi pareja, en un extremo del sofá casi tumbada con el apoya pies extendido. Marta en el otro extremo con las piernas recogidas sobre si misma y cubierta con una mantita. Yo permanezco en el medio manteniendo enlazada mi mano con la de Elisa.
La película transcurre de forma cansina sin sobresaltos, sin gustarnos mucho consigue mantener viva nuestra atención siempre que no caigamos en un dulce sopor propio de la hora y la circunstancia.
De reojo vigilo a Marta ya que ha empezado a poner caras extrañas. Después de observarla con sigilo he llegado a la conclusión que por debajo de su mantita se está tocando. Cuando la veo que cierra los ojos y suspira entrecortadamente confirmo mi sospecha. En movimiento de la mantita no me deja lugar a dudas. Sin querer me dejo atrapar por la curiosidad y ella me encuentra observándola mientras se masturba ante nuestras narices.
Después de un rato manteniendo su jueguecito se levanta envuelta en la manta y se va al baño. Cuando vuelve se coloca de nuevo en su sitio pero esta vez mucho más cerca de mí. Una esquina de su manta se posa sobre mi pierna tapando mi bragueta. Marta resulta ser muy osada, siento como su mano escondida bajo la manta recorre mi pierna hasta llegar al paquete. Me lo soba levemente mientras que continúa tocándose. Su cara refleja claramente su alto grado de satisfacción por el juego que practica.
Elisa cambia la postura, se acomoda y ahora nos da parcialmente la espalda. Marta aprovecha que su mano esta fuera de la visión de mi pareja para bajar la cremallera e introducir su mano buscando mi polla que ya está bastante gorda.
La miro sorprendido y contrariado. Si Elisa se da cuenta vamos a tener un serio problema, aunque en el fondo el riesgo también contribuye a aumentar el morbo. Por suerte parece dormida y eso me tranquiliza.
Dejaré que Marta siga con su temeraria aventura. Mientras juguetea con mi polla ahora totalmente dura, se sigue frotando hasta alcanzar el orgasmo. Para mi desgracia, se va al baño y me deja empalmado y con la miel en los labios. Me conformo con terminar de ver la película abrazando a mi dormida esposa, aunque esta afrenta se la guardo y ya me vengaré.
Ese día ha llegado más pronto de lo que esperaba. Salgo de la ducha y le cedo el baño a Elisa que enseguida se pone bajo el agua, y como es habitual se pasará un buen rato disfrutando del masaje de los chorros de agua tibia.
Mientras busco en el armario la ropa, entra Marta en la habitación. Al verme semidesnudo se queda parada y me mira con curiosidad. Disimuladamente, hago que la toalla que tengo anudada a la cintura se desate y caiga a mis pies dejándome completamente desnudo ante ella.
Marta luce una enigma sonrisa y adquiere una pose que quiere expresar: “y ahora qué?”
Mi respuesta es inmediata. Me doy unos toques suaves, bajo el pellejo para dejar al aire el capullo y dejo que la polla vaya creciendo y creciendo hasta alcanzar una erección mediana. He conquistado su atención y la veo muy interesada en lo que ve.
Me pongo frente a ella y me la meneo con fuerza hasta conseguir una erección semejante a la que provoco el otro día en el sofá tocándomela por debajo de la manta.
Mientras se oye canturrear a mi pareja bajo la ducha, Marta se acerca lo suficiente como para poder tocármela. Antes de que pueda hacer otra cosa la agarro, le doy la vuelta y con un manotazo le bajo los leggins. Hago que se incline y apoye las manos sobre la cama dejando su culo al alcance se mi polla.
Me la cojo y froto con la punta sobre su raja. Uyyyy, que gustito me da. La siento dura como una piedra y busco metérsela hasta el fondo.
Bombeo fuerte una y otra vez, acelerado y con energía. Solo tengo pocos minutos para finalizar mi aventura, y la excitación me hace tener un comportamiento casi salvaje. Marta gime muy excitada y también dolorida por las impetuosas embestidas que le doy.
Estoy tan excitado que lo que en otras ocasiones necesito un buen rato para correrme en esta ocasión la lleno de leche en unos pocos minutos. En cuanto me corro, la saco rápidamente le hago señas para que se vaya porque estamos escuchando como Elisa está saliendo de la ducha y enseguida vendrá hasta la habitación donde estamos.
Antes de subirse los leggins, Marta se pone frente a mí se lleva la mano a la entrepierna, introduce los dedos en su vagina y los saca completamente mojados. Se los lleva hasta la boca y los chupa con deleite.
Luego hace el conocido gesto de señalarse con dos dedos los ojos y a continuación señalarme con el dedo índice. La “competición” solo acaba de empezar.
Deverano.