Mi relación con Marta y Mario (l)
Una jovencita inicia el camino que le conducirá a formar un trío muy apasionado y lujurioso.
Mi relación con Marta y Mario (l)
Me llamo Marta. Me encanta el sexo y tengo algunas preferencias muy particulares que iréis descubriendo a medida que os vaya narrando mi historia.
He empezado mis estudios de sociología y por comodidad todavía vivo con mis padres en un edificio de apartamentos. Para poder pagarme los caprichos suelo ofrecerme para cuidar los hijos de algún vecino.
En el apartamento contiguo vive una pareja joven que tienen un niño de tres años y un bebe. Siempre que pueden me llaman para que les eche una mano en su cuidado.
La pareja que os menciono y yo nos conocemos desde hace mucho tiempo, he crecido teniendo a Elisa como mi referente durante mucho tiempo a medida que he ido creciendo. Ella ha sido mi principal fuente de conocimiento para todos esos temas que preocupan en la adolescencia y juventud. Desde hace varios años podría decir que ha ejercido de hermana mayor, me ha ido guiando para sortear problemas y dudas, incluso en los temas personales e íntimos.
Elisa me acompañó para superar el fracaso de mi primer amor platónico y también la primera vez que tuve relaciones íntimas con un chico. La siento muy cercana en edad y también en planteamientos. Es una mujer muy resuelta y liberal y me ha enseñado muchas cosas “útiles” de la vida cotidiana. La admiro mucho, me gustaría parecerme a ella y también conseguir en la vida lo que ella tiene.
Como un ejemplo de nuestra relación, recuerdo con mucho cariño aquellos días que dedicamos a que me enseñara las diversas formas para darme autosatisfacción. Me mostró en profundidad un mundo desconocido que me cautivó.
También me acompañó con sus consejos y estrategias en mis primeras experiencias con los chicos que iba conociendo. De una forma totalmente franca y clara me ha ido mostrando los secretos para conocer el arte de la seducción y del amor, que os iré relatando a medida que os vaya contando cosas sobre mí.
Hace unos meses la situación dio un giro inesperado. Me había quedado a dormir en casa de mis vecinos acompañando al niño al niño que tenía un resfriado tremendo. Elisa no se podía hacer cargo pues estaba en avanzado estado de gestación de su segundo bebé con la prescripción médica de reposo. Mario no podía perder horas de sueño pues tenía un trabajo con muchas exigencias y tampoco era lo suyo. Así que me ofrecí para pasar la noche acompañando al crío.
Aquella noche me desperté consecuencia de los ruidos que venían de la habitación de Elisa y Mario. Sentí curiosidad y presté atención para intentar averiguar que pasaba. Por algún motivo que no llegué a deducir estaban discutiendo acaloradamente, cosa nada frecuente pues ellos dos se llevaban fenomenal. Después de varios minutos intercambiando reproches, oigo que Mario se levanta y sale de la habitación dando un portazo. Se encamina hacia al salón y me imagino que se echa a dormir en el sofá. Un instante después reina en la casa un silencio absoluto.
Sin embargo yo me he desvelado y no se me ocurre otra cosa que empezar a fantasear. De un tema paso a otro sin ejercer control sobre el tema objeto de la fantasía. Poco a poco van desfilando por mi cabeza muchos de esos momentos que quedan retenidos en el subconsciente que nos hacen sentir bien.
Como si fuera un resumen de las secuencias más interesantes de una película, desfilan muchos momentos memorables. Aquí está el día que tuve mi primer orgasmo en la intimidad de la noche envuelta en las sábanas, el día que probé el primer vibrador de manos de Elisa, aquella noche de verano con aquel chico tan guapo con el que pase parte de mis vacaciones en la playa…
Tengo muchos momentos agradables que recordar, y estos van pasando una y otra vez delante de mis ojos. Me estoy calentando mucho, una de mis manos ya se ha desplazado hasta mi entrepierna para empezar a tocarme muy suavemente. Estoy en medio de un sopor que me hace disfrutar mucho, pero a la vez me impide controlar que recuerdos son los que deben ir apareciendo.
A los pocos minutos me doy cuenta que uno de los momentos que se repite una y otra vez es la escena que Elisa montó especialmente para mí.
Como parte de mi formación, Elisa me propuso que participara de sus relaciones con Mario. Se trataba de que yo permaneciera escondida dentro del armario, contemplándolos mientras ellos hacían el amor. La condición era que yo no podía participar al ser menor de edad y que su pareja no lo debía saber. La parte positiva era que podría observar de primera mano muchas de las posturas y técnicas para obtener el máximo placer dentro de la pareja.
Este juego a mí me encantaba. Mientras ellos practicaban sexo de múltiples maneras yo me masturbaba hasta alcanzar el orgasmo varias veces. Cuando terminaban él se solía dormir casi de inmediato y era cuando yo aprovechaba para salir de mi escondite. En alguna ocasión me quedé con Elisa para comentar alguna de las cosas que había visto, o lo hacíamos más tranquilamente el día siguiente.
Íntimamente sentía muchos deseos de ser yo la protagonista. Elisa es una mujer alta, con muy bonita figura y unas curvas pronunciadas. Es una mujer de las que hace volver la cara a los hombres cuando pasa junto a ellos. Además, a pesar de su apariencia tranquila y comedida, en la cama se transforma en pura pasión y lujuria.
Yo soy mucho más menuda, todo está en su sitio y me siento muy orgullosa de mi cuerpo. Si tuviera que definirnos de forma simbólica Elisa es una hermosa yegua y yo soy una grácil gacela.
En mi fantástico sueño, desde mi escondite me veo cabalgando sobre Mario, mientras siento su polla dentro de mí tropezando una y otra vez contra mi techo pélvico, o me imagino como debe ser estar en la postura del perrito recibiendo las fuertes embestidas que me hacen sentir un placer descomunal.
Tengo que decir que siento un aprecio infinito por Elisa, pero también la envidio profundamente por tener como pareja a Mario que para mí reúne los mejores atributos como hombre y como pareja.
En medio de todas estas ensoñaciones me introduzco los dedos en la vagina. Los saco completamente mojados y no puedo hacer otra cosa que restregarme el clítoris una y otra vez. Me froto y me doy golpecitos tal como me enseñó Elisa con lo que la excitación crece y crece.
Con la impunidad que me proporciona la soledad y la oscuridad me abro de piernas y me dispongo a darme placer hasta llegar al orgasmo con la esperanza que luego me llegue el apreciado sueño.
Una idea surge como un chispazo en mi calenturienta mente. Podría ir hasta el salón y terminar mi sesión de caricias a mi rajita contemplando el cuerpo dormido de Mario. Ese con el que tantas veces es soñado pero que nunca me atrevería a tomar pues sé que no me pertenece.
Después de dudarlo durante unos minutos la calentura puede más, me levanto y con sigilo me voy hasta el salón.
Me recuesto en la butaca contigua, me pongo a frotarme con ganas mientras contemplo a Mario tumbado en el sofá gracias una tenue luz que viene de la calle. Solo lleva puesto el slip lo que me permite disfrutar de la visión de su cuerpo mientras me sigo masturbando.
Me llama la atención que el bulto en el slip es considerable y cualquiera diría que está teniendo un sueño erótico. No sería extraño pues según me ha confesado Elisa, estas últimas semanas están a “régimen” y quizás esto ha sido la causa de la discusión anterior.
Teniéndolo tan cerca, al alcance de la mano y sabiendo que nadie lo va a saber me pregunto por qué no puedo tocarlo un poquito. Como en mi calentura no veo el riesgo, me acerco un poco, lo suficiente para poder tener una mano en mi entrepierna y la otra para poder rozar levemente sobre el paquete.
Me masturbo muy a gusto mientras sobo el paquete de Mario. Este en medio del sueño se acomoda para tener una postura más cómoda, y ahora su bulto quede perfectamente a mi alcance. La cosa va bien y estoy disfrutando mucho del morbo de la situación.
Dentro de su sueño, Mario debe percibir algo y sin inmutarse, con un rápido movimiento se baja el slip hasta las rodillas con lo que su polla morcillona queda a mi vista y a mi alcance.
No sé qué hacer. Si se despierta puede ser un escándalo y tirar por la borda todo lo que tengo con esta pareja, especialmente con Elisa. Por otra parte la lujuria que me invade no me permite razonar.
Venga, le daré un pequeño toque, terminaré de frotarme hasta correrme y luego me iré a mi habitación.
Ese era el plan, pero… nada más rozar su polla esta ha reaccionado como un resorte y se ha puesto bien tiesa. Busco en la librería de enseñanzas una posible solución. ¿Qué se debe hacer en una situación como esta? ¿me voy?¿lo dejo así? o…
Antes de encontrar la respuesta ya tengo dentro de la boca su ardiente capullo. Lo chupo con deleite y sin pensar en las consecuencias. El morbo ha podido más.
Mario se despierta. Su primera reacción es la de tratar de apartarme, casi instintivamente se retrae y saca su polla de mi boca. Tras un instante de duda, lo reconsidera se acomoda de nuevo en el sofá y en voz muy baja me pide que se la siga chupando.
Así lo hago durante unos dulces minutos hasta que se corre llenándome la boca de semen. Yo aprovecho para darme los últimos frotes y también alcanzo mi orgasmo.
Sin darme un respiro me vuelvo a la habitación y dejo a Mario con su polla todavía goteando sobre su vientre.
A la mañana siguiente tengo la sensación de haber tenido un dulce sueño. Todo me parece irreal y tengo dudas de si sucedió realmente o no.
Elisa está de muy buen humor y trata de contagiarnos. Dirigiéndose a Mario pregunta: ¿has dormido bien, cariño? Se te ve mucho más relajado que ayer.
Y tú Marta, ¿has tenido algún jugoso sueño propio de una bonita joven?, me pregunta luciendo una amplia sonrisa.
Deverano.