Mi Reina

Primera sesión real de dominación con mi Reina

Esto es un relato real basado en una experiencia de mi mujer y yo unas semanas después de haber firmado un contrato reina perrito.

Una noche después de que todos se durmieran mi Reina sacó su bolso, cerró todas las persianas del salón y se aseguró que todos estaban dormidos, se quitó el tanga y se puso una camiseta transparente que no dejaba lugar a la imaginación, llamó por teléfono y pidió la cena para que la trajeran a domicilio. Me cogió y me puso en mi posición natural a cuatro patas en el suelo, me puso mi collar y empezó a sacar del bolso sus juguetes; Sacó un consolador lila de 18cm de plástico duro, seguidamente sacó otro de 16cm blando,(imitación a una polla real) y saco un bote de lubricante. Cogió y puso mis patas delanteras en el sofá:

  • Reina: toma perrito lubrícalo.

Me dió el consolador de 16cm y me hizo comerlo como si fuera una polla, después de un ratito me lo quitó y empezó a intentar meterlo por mi culo, ese día mi culo no se abrió como debía y ella enfadada me hizo volver a comer el consolador aunque ésta vez fue ella quién me dirigió, me lo metía hasta el fondo para que se lo lubricara bien, después de un rato me lo sacó y quise más, e intente seguir el consolador girando mi cara, pero ella cogió, me golpeó con él en mi mejilla y me lo volvió a meter hasta el fondo dejándolo ahí hasta que me entraron arcadas; Seguidamente cogió, volvió a mi culo y empezó a meterlo ya más lubricado, debido a mis babas esta vez si consiguió meterlo. Mientras, mi cuerpo, la parte superior de él estaba tumbado en el sofá y mi parte inferior de rodillas, por supuesto, en el suelo.

Empezó a follarme duramente.

Mientras intentaba no gemir de placer para no hacer ruidos, ella se acercaba a mi oído y me decía:

  • Reina: ¿te gusta perrito?.

  • Perrito: si, mi Reina.

  • Reina: pues no tiene que gustarte, no lo hago para que tengas placer, ¡Lo hago para tener placer yo!

En ese momento por haber gozado me propinó una bofetada que me hizo girar la cara al sofá, estaba cabreada por que yo hubiese disfrutado, me sacó el consolador del culo, me lo tiró y me dijo:

  • Reina: Está lleno de mierda, ¡¡¡limpialo!!!

  • Perrito: si, mi Reina.

En ese momento empecé a metermelo en la boca como si de una polla de verdad se tratara y empecé a limpiarlo bien para que mi reina estuviera contenta.

Mientras lo tenía en mi boca y lo metía y sacaba de ella le pasaba la lengua por todos los rincones para limpiarlo bien y que no le quedara nada de heces.

Mientras yo limpiaba todo lo que salió de mi culo ella se fue a la mesa, cogió el consolador lila, se echó lubricante en la mano y untó un poco en el consolador.

Se dirigió hacia mi, se puso detrás y en ese momento termine de limpiar el consolador dejándolo reluciente, sin ningún rastro de heces. Se lo entregué a mi Reina y ella lo puso sobre la mesa, sin previo aviso me introdujo el consolador hasta el fondo haciéndome retorcer de dolor, mordiendo los cojines del sofá y ella no tubo reparo en seguir follandome muy duro; notaba como el consolador me hacía tope en el culo y yo sentía un dolor inmenso que me hacia saltar, pero a la vez un placer descomunal. Me agarré del respaldo del sofá y lo mordía para no gritar, ella me bajó y me volvió a poner en mi posición.

Agarré de nuevo el cojin y sin poder impedirlo me retorcía de dolor y placer a partes iguales, ella seguía dándome sin parar, empezó un mete saca de manera rápida, brusca y violenta.

Yo notaba como mi culo se abría y se cerraba al compás que mi reina quería y yo cada vez gozaba más de lo que me hacía. Asi estuvimos durante un buen rato, hasta que en la última embestida lo metió hasta el fondo y allí lo dejó inmóvil durante unos segundos, me lo sacó y me dijo:

  • Reina: ¡Mira este también lo has manchado, limpialo!

-Perrito: si, mi Reina.

Lo cogí y de nuevo comencé a limpiarlo, este tenía la mezcla de heces, sangre y lubricante.

No podía meterlo entero en mi boca, entonces comencé a lamerlo de arriba a abajo sin parar, para dejarlo limpio y poder comer todo lo que manché.

Mientras yo limpiaba mi Reina miraba.

Cuándo al fin acabe de lamerlo y dejarlo todo limpio cogió los dos y los guardó, se sentó tranquila y me dijo:

-Reina: ¿a qué esperas para limpiarte?

Me levanté y me dirigí al baño.

Entré, cerré la puerta y comencé a limpiarme tal y como me había dicho mi reina, tuve que utilizar gran cantidad de toallitas para deshacerme del lubricante y la sangre.

De repente ella entro al baño, se dirigió hacia mi y me dijo:

-Reina: ¿tu que coño haces andando? Que sea la última vez que veo eso.

Asentí con la cabeza por mi error de no andar como debo(como un perrito), acabé de limpiarme y como debía a cuatro patas me dirigí al salón donde ella se encontraba tumbada en el sofá, me puse a los pies de ella de rodillas.

Pasados unos minutos ella se levantó y se puso a mi lado donde yo estaba y me dijo:

  • Reina: tumbate que no me apetece ir al baño.

Sin rechistar me tumbé boca arriba, mientras ella se iba poniendo de cuclillas sobre mi yo iba notando el delicioso olor de su coño, y cuanto más se acercaba más lo sentía y más ganas tenía de lamerlo, pero sabía que no debía, que tenía que esperar.

En ese momento comenzó a orinarse en mi boca llenándose de su delicioso pis y cuando acabó de hacerlo trague todo con ansia.

Comencé a limpiar su coño para que no lo tuviese sucio, ella me agarró del pelo y me pegó la cabeza a su coño para que sintiera todo en mi cara, boca, nariz y barbilla, me la dejó toda mojada y me retiró la cara, mientras yo me volvía a poner a cuatro patas ella iba hacia al sofá a volver a tumbarse, cuando sin previo aviso me dejo caer una patada no de muy fuertes dimensiones, pero si que hizo que me desplazara un poco.

Yo mientras tanto, volví a ponerme a cuatro patas y esperé sus nuevas órdenes.

Ella con toda su sensualidad, cogió su paquete de tabacao, se encendió un cigarro, me llamó a su lado y me dijo:

-Reina: abre tu puerca boca perrito que vas a ser mi cenicero.

Asentí y como ella me ordenó abrí mi boca al instante. Ella empezó a fumar.

Yo estaba totalmente empalmado de ver todo lo que ella estaba haciendo, de recibir sus órdenes y de hacer todo lo que ella quería. Me encantó que quisiera usarme de cenicero y poder recojer la ceniza de su cigarro,ella comenzó a utilizarme como tal y cada vez que sacudía el cigarro y dejaba caer la ceniza sobre mi lengua yo la saboreaba y me la tragaba esperando que lo volviera hacer una vez tras otra y mientras se fumaba todo el cigarro fuí tragando toda la ceniza que mi reina me propiciaba, hasta que se lo acabó.

Quedé muy satisfecho, con ganas de que no acabara la noche.

Me quede de rodillas durante varios minutos hasta que apartó un poco la mesa que tenía delante, me llamó y me dijo:

  • Reina: ven perrito, ponte delante de mi.

Caminando a cuatro patas me acerque al borde del sofá tal y como me había ordenado mi reina. Me puse entre el sofá y la mesa y en ese momento ella puso sus piernas sobre mi espalda, utilizandome cuál taburete para reposar sus piernas. Fueron aproximadamente unos diez minutos los que me tuvo así, en los primeros momentos estaba totalmente bien, pero al paso de los minutos notaba el dolor en mis muñecas, que me hacían cambiar de posición constantemente mis manos, intentado no hacerlo muy bruscamente para no mover mucho las piernas de mi reina.

Aunque tenía ese dolor y tuve que cambiar bastantes veces de posición, la satisfacción de que me usara para su comodidad era mayor que el dolor. Incluso eso me hacía estar empalmado.

Pasados los 10 minutos fue cuando llamaron a la puerta, la comida había llegado.

Ella se levantó, cogió la correa, se dirigió hacia la puerta y yo detrás caminaba cuál perrito al ritmo que ella me marcaba.

Llegamos y abrió la puerta, el repartidor no supo que decir ni que hacer al verme a cuatro patas con el collar puesto, entonces miró hacia arriba y vió algo que le llamo aún más la atención: mi Reina con su camiseta transparente donde se le notaban los pezones totalmente marcados, ademas de que se le entreveia el coño aún humedecido, eso más que sorpresa le causó alegría o satisfacción, en ese momento no supo que decir, entonces mi Reina le dijo:

  • Reina: ¿cuánto es todo?

A lo que él sin apartanos la mirada ni a mi ni a ella, sin saber cual de los dos le sorprendía más respondió:

  • Repartidor : ehhhh 21,85 creo.. un momento tengo por aquí el ticket...un segundo.

Sus nervios eran obvios, dudo que le recibieran así a menudo o más bien nunca, cuando acabó de mirar el ticket dijo:

  • Repartidor: si, como te dije, 21,85.

  • Reina: ¿Te pone nervioso el perro?

  • Repartidor: no, no, para nada, es que tengo muchos pedidos y estoy un poco estresado.

  • Reina: bueno, toma 25 y quédate con el cambio.

  • Repartidor: vale gracias.

El chico se va sin apartarnos la mirada, no sabia si sorprenderse por verme así o sonreír por lo que le gustaba mi reina, se lo notaba por el bulto que tenía entre las piernas ,que no pudo evitar mostrar al ponerse de perfil para irse.

En ese momento mi reina cerró la puerta se agachó y me dijo:

  • Reina: tienes suerte de que tenga prisa... jajaja

  • Perrito: si, mi Reina

  • Reina: no te preocupes, pronto llegará el momento y no tendrán prisa jajaja.

Ella me cogió y me llevo de nuevo al salón, me volvió a poner en el mismo sitio de la primera vez donde es un poco más espacioso, ella se dirigió a la cocina y preparo la comida, primero puso la suya en un plato y la llevo a la mesa con su bebida, luego trajo la mía en la misma caja de cartón donde la traía el repartidor,eran unas deliciosas alitas de pollo, me las puso en el suelo y me dijo:

  • Reina: acuérdate de que eres un perro, así que come como tal.

  • Perrito: Si, mi Reina.

Me dispuse y me puse a comer como podía, fui cogiendo las alitas de pollo con mi boca, me costaba mucho meterlas en mi boca para poder comerlas, entonces Iba quitándole lo de los laterales que me era más fácil y poco a poco fui comiendomelo todo hasta que acabe, cuando acabe le dije a mi reina:

  • Perrito: ya acabé mi reina.

  • Reina: ¿y?, ¿Quieres un premio o que?.

  • Perrito: no, mi Reina.