Mi regreso a las fantasias
Mi regreso a las fantasias.
Seguramente ya he perdido la práctica escribiendo, pero mi vida ha cambiado.
Hace más o menos dos años, sentía la necesidad de transmitir mis fantasías y encontré la forma de hacerlo mediante los relatos. Relatos eróticos que después publicaba en distintos sitios de Internet. Pero con el tiempo conseguí cumplir mis fantasías y por ende ya no sentía la necesidad de pensar en nada que me apeteciera, solo de disfrutar lo que vivía.
Ahora mi necesidad es la de mantener lo que he conseguido y por que no, mejorar si se puede, de ahí que estoy de nuevo frente al ordenador fantaseando con mi cuerpo.
Deseo sentirme la sumisa que MI AMA desea, la putita de mi amante y la amante de mi esposa. Diréis que como doy para tanto, pues fácil todas ellas son la misma mujer.
Una mujer que nubla mis sentidos, que hace que desee ser todo lo que antes os he contado y para empezar lo que tengo que hacer es volver a fantasear.
Volver a contaros mis mas oscuros deseos y sobre todo contárselos a ella y hacerlos realidad. Así que sin mas empiezo a contaros mis fantasías
Estoy sola en la habitación, con mis pensamientos lejos de la realidad y prácticamente desnuda. Nerviosa, espero que llegue mi esposa, me abrasa por la espalda y sin mediar palabra me bese el cuello apasionadamente.
Ufff!! Me pongo malita solo de imaginarlo.
Sus manos recorren mi cuerpo aprisionándome fuertemente contra su pecho. Me encanta sentirme a su merced y se que a ella también le gusta, su respiración entrecortada en mi oreja así me lo dice. El calor de su cuerpo junto al mío hacen que me derrita en sus brazos. Soy suya, ella lo sabe y me encanta.
Sus manos se apoderan del camisón, la única pieza de ropa que cubre mi cuerpo, y tiran suavemente de el hacia mi cabeza.
Cuando mi cuerpo esta completamente visible para ella me aprisiona las manos con el mismo camisón que sirvió para cubrirme. Como si me quisiera recordar que yo para ella tengo que estar completamente dispuesta siempre.
Con las manos ya sujetas se acerca a mi espalda y me acaricia entera.
Sus manos aprisionan mis pechos fuertemente, los pezones sucumben entre sus dedos y yo ya no puedo respirar.
La deseo. Quiero que me posea, que me agarre con fuerza y juegue con mi culo hasta que me corra.
Ella parece leer mi mente y casi con brusquedad hace que me agache, dejándome las manos libres pero completamente a su merced.
Sus manos se humedecen en mi entrepierna, que anhelaba sus caricias.
De mis labios escapan ya más que suspiros. Me contraigo buscando sus caricias mientras refriego mi culo contra ella.
Ardo de deseo.
Siento como sus manos se alejan un segundo de mi cuerpo y mi estomago se encoge.
Por fin me va a poseer. Me va a penetrar hasta lo más profundo de mis entrañas. Me encanta.
Está cogiendo un vibrador y su mano se acerca a mí sin dudar.
Siento el frió del látex como entra en mi sin piedad, hasta el fondo una y otra vez.
Estoy empapada. Caliente y dispuesta para ella.
Su respiración agitada me excita más aun. Muevo mi pelvis frenéticamente contra ella intentando seguir su ritmo.
Entonces su cuerpo se pega al mío, dándome unos segundos de descanso. Mi respiración es profunda y agitada y mi cuerpo no puede parar de moverse buscando el placer.
Siento como sale el vibrador de mí y lo pone justo en la entrada de mi culo.
El bello de mi espalda se eriza ante la perspectiva.
El vibrador empieza a abrirse paso lentamente en mí, mientras yo me abandono a las sensaciones. Intento relajar mis músculos y sentir lo que tanto deseaba.
El vibrador se mueve lentamente mientras mi cuerpo se acostumbra a su presencia, mis gemidos pueden escucharse ya desde lejos.
Soy incapaz de callar mi deseo. Me encanta. Me vuelvo loca y mis caderas empiezan a marcar un ritmo más rápido y seguido.
Me esta penetrando hasta lo mas hondo y me encanta.
Noto como en cada enculada las paredes del útero se contraen.
Estoy muy caliente y no voy a poder contener mucho mas mi cuerpo, voy a correr-me.
Le voy a regalar mi primer orgasmo de la noche, que conociéndola no será el único.
Sacudo mis caderas sin control mientras siento la humedad que escapa de mi.
Me estoy corriendo para ella.
Se que le encanta que así sea, y me imagino cuan caliente estará ella.
Su respiración entrecortada así me lo confirma. Se que si sigue jugando conmigo terminará corriéndose también y me encanta.
Yo sigo con mi danza imparable de caderas.
Me voy a correr de nuevo.
Estoy sudada, y en cada golpe de caderas mis músculos se contraen sin control.
Ya no soy consciente del exterior, estoy flotando en mi deseo. Mi cuerpo tiene vida propia. Mis músculos se contraen a voluntad y no puedo para de moverme y jadear.
Me encanta.
No se cuantas veces me corro pero mi cuerpo no deja de gozar. No quiero que pare, pero el cansancio esta haciendo mella en mi.
Me dejó agotada, sudada y deseándola más que nunca.
Cuando mi culo se ve libre del vibrador intento relajarme un poco más.
Me doy la vuelta y la beso apasionadamente.
La sigo deseando. Anhelo su sabor.
Mientras la beso mis manos la acarician dulcemente hasta llegar a la fuente de mi deseo.
Está mojada y siento como arquea la espalda a mi tacto.
La deseo.
La sigo besando lentamente por todo el cuerpo mientras me arrodillo a sus pies y hundo mi nariz entre sus piernas.
Bebo de ella con desesperación y siento como disfruta con mis caricias.
Está muy mojada y su cuerpo se acerca a mi boca, ofreciéndome su deseo, mientras mi lengua juega con su clítoris excitado.
La deseo y ella a mí.
Mis manos tantean las suyas, hasta alcanzar el vibrador que tanto me hizo gozar a mi.
Ahora soy yo la que penetro en su interior, lentamente al principio.
Mi ritmo aumenta a la vez que su respiración.
La siento estremecerse mientras mi boca sigue saboreando su pasión.
Sin dejar de jugar con el vibrador, me pongo en pie y la acerco a la cama.
Suavemente la recuesto en la cama y yo me fundo contra su cuerpo besándola dulcemente mientras sigo penetrándola con insisténcia.
Nunca me dice nada, pero yo se que le gustan mis caricias, su cuerpo se arquea contra el mío, en busca de más.
No dejo de jugar hasta que mi excitación es tanta que creo que me voy a correr de nuevo. Es entonces cuando después de besarla, con la mirada traviesa, me coloco encima de ella en un mágico sesenta y nueve.
Las dos bebemos la una de la otra sin dejar escapar ni una pizca de nuestra pasión hasta que nuestros cuerpos estallan de placer.
Terminamos rendidas encima de la cama, y casi sin fuerzas para movernos.
Nos abrazamos tiernamente, satisfechas y agotadas deseando que llegue la próxima vez.