Mi reencuentro con los vampiros II

Este relato puede herir la sensibilidad del lector, y no recomiendo que se practique lo aquí relatado en casa, sin ayuda de un especialista. Contiene tortura extrema.

Mi reencuentro con los vampiros II

En el capítulo anterior dejamos a Verónica y a Adriana, dos mujeres esculturales de grandes pechos y cuerpos imponentes colgadas de unas cruces, con los maderos rozando sus doloridos pezones y preparadas para sufrir otra terrible prueba, donde se podrá comprobar su resistencia ante la tortura.

El presentador hizo la consiguiente presentación indicando en que iba a consistir la prueba.

-          Señoras y señores, a continuación se procederá a introducir por las nalgas de estas mujeres las agujas que pueden ustedes presenciar en las manos de quienes van a ejecutar la prueba.

Ambos hombres levantaron las manos donde se podían ver tres agujas en cada mano, de treinta centímetros de largas por unos dos milímetros de grosor.

-          Estas agujas serán calentadas hasta el rojo y la mujer que aguante la mayor cantidad de agujas, será la que pase a la siguiente prueba.

-          No se permitirá volver a calentar las agujas una vez se hayan enfriado ni clavar dos veces la misma aguja.

Una vez hubo terminado de hablar el presentador, cada torturador cogió una aguja y acercando la llama de una lámpara de gas esperaron a que estuvieran bien calientes, introduciéndolas casi simultáneamente en las desprotegidas nalgas de las mujeres. Los gritos fueron desgarradores y las dos se retorcieron en sus ataduras intentando en vano poder escapar, consiguiendo únicamente herir más sus pezones con la madera. No se habían acallado aún los gritos, cuando dos nuevas agujas estaban siendo calentadas. Esta vez la táctica cambió un poco en cada torturador, mientras a Adriana le introducía la nueva aguja en la misma nalga, a Verónica se la introdujo en la nalga contraria, aunque el resultado fue el mismo, ya que ambas mujeres volvieron a retorcerse como peces en un anzuelo y los gritos eran de los que ponen los pelos de punta.

Ya se estaban calentando las terceras agujas, cuando Verónica, la mujer rubia platino lanzó un grito pidiendo que pararan.  Se le hizo la pregunta si deseaba abandonar, y agitó la cabeza afirmando, por lo que se dio por terminada la prueba. Les fueron desclavadas las agujas y una vez desatadas se procedió a su curación. No mostraban derramamiento de sangre por la cauterización de las heridas, pero debían doler mucho por la cara de sufrimiento que mostraban ambas mujeres.

Estaba ensimismada en mis pensamientos cuando escuché mi nombre por megafonía  junto con el de Ioana la mujer rumana.  Tardé unos segundos en reaccionar y cuando salí al escenario ya estaba mi oponente delante de los espectadores.

-          El presentador no tardó en hacer las presentaciones y cuando me nombró, di un paso adelante y saludé al público con una reverencia sonriendo. A continuación hizo la presentación de la rumana, repitiendo ella también la reverencia.

Con un gesto nos indicaron que nos desnudáramos y nos colocáramos delante de las ruletas.

Me temblaban las piernas por la emoción de estar siendo parte del protagonismo de ese espectáculo y por nada del mundo quería defraudar a Verkan.  Hicieron girar las ruletas mostrando la primera, la vara de acero que ya había visto en acción sobre los pechos de Alika, me estremecí cuando la segunda ruleta pasó muy despacito por la figura que mostraba los pechos, pero se paró en el siguiente que mostraba la parte posterior del cuerpo. Así que íbamos a ser castigadas de espaldas. La siguiente ruleta se detuvo en la plataforma inclinada donde había visto azotar a Verónica y a Adriana, no tardando apenas en aparecer de nuevo ambas plataformas, mostrando que  habían limpiado las manchas de sangre.  Nos tendieron bocabajo con la cabeza orientada hacia la parte más elevada de la plataforma y con mis tetas aplastadas por el peso de mi cuerpo contra la dura superficie.

Ioana desnuda mostraba ser  gordita con un poco de sobrepeso, sus pechos eran enormes y le sobresalían por los costados de su cuerpo, incluso el pecho que podía ver quedaba a la vista la enorme aureola cubierta de cicatrices de mordiscos, que seguramente le había dado su Amo.  Mis pezones al contrario que ella, quedaban aprisionados contra la fría superficie de la plataforma, notando como se me endurecían por el frío sumado a la excitación. Temía que notaran la humedad de mi entrepierna o manchar con mis flujos la base sobre la que estaba atada con los brazos por encima de mi cabeza y los tobillos firmemente sujetos.

Me estremecí sobresaltada cuando el presentador  habló por el micrófono anunciando lo que nos iban a hacer.

-          Señoras y señores a continuación podrán presenciar cómo son puestas a prueba estas dos mujeres que recibirán cuarenta golpes por toda la parte posterior de su cuerpo, quedando la opción de elegir el sitio a golpear por cada uno de sus torturadores.

-          La mujer que resista continuará para la siguiente prueba.

Miré a Bogdan sonriendo dando a entender que dependía de él que la prueba fuera más corta para mí.

El primer golpe sobre mi espalda no se hizo esperar, dando la sensación de que me habían cortado la piel, el siguiente silbido de la varilla en el aire fue seguido por el posterior golpe un poco más abajo pero igual de doloroso.

No quería dar muestras de debilidad pero inconscientemente mis piernas temblaban ante cada impacto y sentía arder la espalda. Podía ver como la espalda de mi oponente se iba cubriendo también de líneas sangrientas y el sudor de su rostro demostraba su sufrimiento.  Cuando ya llevaba muchos golpes nos dejaron de golpear para pasar el médico a revisarnos. Yo no contaba los golpes, pero la espalda me ardía y no pensaba que me quedara mucha superficie de piel sin haber sido golpeada. El que me azotaba estaba insistiendo en la parte alta de mi espalda para minar mi resistencia. Mientras Bogdan repartía los golpes por la espalda trasero y piernas de Ioana dejando toda su parte posterior recorrida por terribles cortes que no entendía cómo podía resistir. Yo tenía la espalda echando fuego, pero el resto de mi parte posterior no había recibido tanto castigo.

Una vez revisadas por el doctor, nos hizo la pregunta de rigor, por si queríamos dejarlo, a lo que ambas negamos con la cabeza y continuó el castigo. Era tanto el dolor que tenía en la espalda que ya era como si no sintiera los golpes. Mi cerebro se había bloqueado y estaba colapsado ante tanto dolor. Medio en brumas pude darme cuenta que había terminado la prueba . Me volvió a preguntar el doctor si estaba bien y afirmé con la cabeza por que no podía ni hablar de lo que me dolía la garganta. A mi oponente le había protegido la superior capa de grasa que cubría su espalda y nalgas, pero algunos pequeños regueros de sangre brotaban de sus heridas que mezclándose con el sudor manchaban la plataforma donde estaba tendida. Su castigo no cabía duda de que había sido igual o peor que el mío.

Terminada ésta parte del enfrentamiento nos desataron y nos volvieron a poner delante de las ruletas para presenciar lo que nos deparaba la suerte.

La primera ruleta se paró en lo que parecía ser un látigo con el mango muy largo y que posteriormente escuché que era un zurriago. Una vez se paró la segunda vi que ahora tocaba ser azotada por la  parte delantera de mi anatomía y  la tercera ruleta se paró en la cruz en forma de X.

Enseguida el presentador pasó a informar con su retórica de siempre.

-          Señoras y señores sigue el espectáculo con el azotamiento de Ioana y María con el zurriago por todo el frontal de su anatomía, sujetas en vertical sobre la cruz de San Andrés.

Cuando me dirigía hacia donde habían emergido las dos cruces del suelo, para ser atada, oí a Bogdan susurrarme al oído.

-          María recuerda el castigo de Yamilca y las velas en la mansión del Amo.

No comprendía el significado de esas palabras, quizás me estaba amenazando con castigarme igual que a ella si me rendía pronto ante este terrible castigo.

Seguidamente me sujetaron los tobillos a la parte inferior de la cruz y estirando de mis brazos me ataron de las muñecas, dejándome completamente estirada sin opción de poderme mover, con las piernas abiertas mostrando la humedad que hacía brillar mi inflamada vagina, igual que los pezones que debido al contacto de la superficie fría de la plataforma, se me habían puesto como los dedos de un pianista. La espalda al contacto con la madera me hacía sentir calambres cada vez que me rozaba. Ioana estaba igual que yo pero al ser algo más baja, su espalda estaba más en contacto con la parte central de la cruz, por lo que deducía que su sufrimiento podía ser mayor y eso me daba esperanzas de poder resistir más que ella.

Una vez dieron comienzo los azotes pude comprobar el dolor que esos zurriagos infringían cada vez que impactaban con cualquier parte de mi cuerpo. Para mi desgracia había tomado como objetivo mis pechos, sintiendo una y otra vez impactar la tira de cuero sobre esa parte tan sensible de mi anatomía. Pude apreciar como varias líneas rojizas recorrían la parte superior de mis pechos y una cruzaba la aureola de mi pezón derecho. No podía ni gritar por que ya tenía la garganta irritada.  A Ioana se le veía estremecerse con cada zurriagazo y cuando llevábamos ya quince empezó a gemir y pedir clemencia.  Pude apreciar cómo le goteaban regueros de sangre de donde deberían estar sus pezones y el clítoris se le veía ensangrentado.  Pude comprender las palabras de Bogdan, ya que había tomado como objetivo con una precisión extrema los pezones y clítoris de la desdichada mujer. El clítoris lo conservaba por haberse rendido pero los pezones le habían sido literalmente cortados. No podía creer que pudiera haber aguantado semejante dolor antes de rendirse.

Nos desataron y a ella se la llevaron entre dos hombres para ser curada. A mí me dejaron hasta nombrarme como ganadora de ese enfrentamiento y una vez hechos los honores me acompañó Bogdan hasta el camerino, donde me aguardaba Yamilca para proceder a curar mis heridas.

Las siguientes pruebas no pude presenciarlas por estar recuperándome pero fui informada de que entre Bianca y Amaral, había quedado ganadora Amaral la portuguesa por abandono de Bianca ante un severo castigo recibido, por lo que Amaral también había quedado muy maltrecha.

Una vez efectuado el sorteo fui informada de que la negra se enfrentaría a La gitana Por lo que la siguiente prueba sería de Alika y Adriana. Yo deseaba que de las dos quedara ganadora Adriana por que la encontraba mucho más agradable en el trato, pero Alika había demostrado ser una dura rival.

Debido a mi estado no me permitieron ir a presenciar el enfrentamiento y se prodigaron Yamilka y Bogdan en hacer que me restableciera para estar en las mejores condiciones posibles para mis posteriores enfrentamientos.

Bogdan se estaba prodigando lamiendo las heridas de mis pechos, haciendo que me excitara con sus chupetones en los pezones. Su boca daba la sensación de tener imán y atraer mis pezones hacia ella. Podía apreciar que no tenía dientes y sólo unos pequeños incipientes colmillos muy blancos despuntaban sobre su encía superior, dándome un placer añadido cada vez que rozaba con ellos mis pezones. Yo le dejaba hacer mientras Yamilka me curaba la espalda sin hacer comentarios.

Cualquiera de las rivales que me tocaban iban a ser muy difíciles de vencer y me conformaba con poder llegar hasta la final contando con la habilidad de Bogdan para poder superarlas. Mi confianza estaba puesta en él por su eficacia proporcionando el mayor dolor a mis rivales pero desconocía a quienes me iban a torturar a mí ni a las pruebas a las que me iba a tener que enfrentar.  La espalda y los pechos me dolían una barbaridad a pesar de los cuidados que estaba recibiendo.

Le llegué a ofrecer a Bogdan un trío con Yamilka, pudiendo hacer con nosotras lo que le apeteciera, si conseguía doblegar a mis oponentes rápidamente y sin recibir yo mucho castigo. Yamilka estuvo de acuerdo incluso ofreciéndose para que se pudiera alimentar de ella, chupando su sangre.

No tardaron en nombrarme de nuevo para mí enfrentamiento con la portuguesa, informándome de que la ganadora del anterior encuentro había sido la negra Alika. Por lo que se tendría que enfrentar en la final a Amaral o a mí. Teniendo ella la ventaja de que estaría más recuperada que nosotras, por tener un poco de tiempo entre su enfrentamiento con Adriana y el posterior con la ganadora del enfrentamiento entre Amaral y yo,  pasando de una prueba a la siguiente sin apenas tiempo para recuperarnos.

Una vez en el escenario se hicieron las presentaciones de rigor y se procedió a hacer girar la ruleta quedado detenida en el látigo de múltiples tiras de cuero. La siguiente se paró el  dibujo de las nalgas, para posteriormente detenerse la siguiente en la figura de dos postes verticales.

El presentador con su retórica de siempre anunció.

-          Damas y caballeros, en la siguiente prueba se enfrentarán María con Amaral y serán puestas al límite con los floggers, recibiendo cuarenta latigazos en las nalgas. La que se rinda o sea discapacitada por el médico para continuar será eliminada y pasará la ganadora a enfrentarse en la final con Alika del Amo Ahmad.  Puede comenzar la prueba.

A continuación dos ayudantes me acompañaron cogida de los brazos hasta dos barras metálicas verticales separadas  entre sí por alrededor de un metro y medio, para atarme de los brazos y tobillos, dejándome completamente estirada en forma de X.  Cuando se aseguraron de que ambas estábamos bien sujetas se retiraron y entraron en escena Bogdan y otro hombre , para ponerse cada uno a nuestras espaldas empuñando los látigos esos de múltiples tiras. Si el golpe de un látigo de una tira duele mucho, el de muchas tiras es demoledor.

El primer azote es como acercar algo ardiendo al culo, pero los posteriores son insufribles al estar ya la piel muy dolorida. Podía sentir el sabor salobre de la sangre en mi boca, por haberme mordido los labios y no haberme dado cuenta debido a la intensidad del dolor que estaba sintiendo en mis posaderas.

Cuando dejaron de golpear para comprobar nuestro estado suspiré con alivio pensando que ya se había terminado y cuando me preguntó el doctor si quería continuar, comprendía que me faltaba aún la mitad del castigo. El culo me ardía y las cuerdas se clavaban en mis tobillos y muñecas debido a los esfuerzos que hacía para escapar. Pero a pesar de eso asentí con la cabeza para que se continuara. Si alguien se tenía que rendir, no iba a ser yo.

Los siguientes veinte azotes fueron más dolorosos todavía al tener ya las nalgas casi con la piel arrancada. Me sentía correr gotas de sangre y sudor por la parte de atrás de mis muslos, pero no estaba dispuesta a ceder. Si yo estaba en esas condiciones, pensaba que la portuguesa estaría igual o peor que yo, por lo que si ella aguantaba, yo no iba a ser menos.

Cuando dejé de sentir los golpes en mi culo, respiré con fuerza cogiendo aire para evitar el desvanecimiento. El doctor volvió a revisarnos y después de desatarnos procedió a hacernos una cura desinfectando los cortes que mostrábamos en la piel.

De nuevo ante las ruletas temblaba esperando ver en qué consistirían las siguientes pruebas. Parando la ruleta en la figura de lo que parecía ser una pistola .  No podía creer que se llegara al extremo de jugar con pistolas, suponiendo que sólo podía ser el juego de la ruleta rusa, en la que se introduce una bala en el tambor y se va accionando el gatillo hasta que una de las dos se da por vencida o se tiene la mala suerte de que se dispare, metiéndose la desafortunada una bala en la cabeza. Las piernas no me sostenían del pánico que sentía en esos momentos. La siguiente ruleta mostraba la figura de una mujer por la parte delantera y la siguiente volvió a salir la X o cruz de San Andrés. Dejándome completamente intrigada, debido a que no entendía nada, aunque no tardé mucho en comprender todo.

El presentador no tardó en sacarme de dudas en cuanto a qué iba a consistir el espectáculo para deleite del público. Con su retahíla habitual pasó a anunciar la siguiente prueba.

-          Damas y caballeros aquí presentes, a continuación daremos comienzo con las siguientes pruebas para determinar cuál de estas dos mujeres pasará a la final.

-          La prueba consistirá en disparar diez dardos señalizadores sobre cualquier punto del cuerpo expuesto de ambas contendientes, sin que se pueda repetir el disparo en caso de fallar su objetivo. Para eso les serán entregadas las pistolas a los  verdugos y los correspondientes dardos.

Seguidamente fuimos atadas sobre las cruces y se nos puso una protección trasparente que nos cubría desde la cabeza hasta la altura de los hombros. Una vez terminadas de preparar se les indicó a Bogdan y al hombre que me dispararía a mí, que podrían empezar cuando determinaran conveniente, dando carta blanca para disparar sobre nosotras.

El primer disparo me alcanzó en el pecho izquierdo, que me hizo sentir como si me hubiera picado una avispa. Justo al lado de la aureola se podía ver sobresaliendo de mi pecho un penacho pequeño de plumas color rojo, igual al que enseguida apareció en la aureola, junto al pezón de Amara, lanzando esta un grito estremecedor.

Los siguientes disparos fueron impactando uno tras otro en mis pechos, dos más en mis muslos y uno en mi monte de Venus, causándome un dolor terrible. Con la mitad de los disparos ya estaba al borde de la locura debido al dolor que causaban esos proyectiles. Amaral no cesaba de aullar de dolor debido  a que de los cinco disparos cuatro los tenía profundamente clavados en los pezones y uno cerca del pezón en la aureola.  Se podía decir que había dado en el blanco cinco de cinco, consiguiendo un efecto devastador sobre la pobre mujer que se retorcía como una serpiente herida. Siguieron los disparos con solo la pausa correspondiente al tiempo que tardaban en recargar el arma, apuntar cuidadosamente y disparar de nuevo, con el consiguiente dolor al clavarse profundamente en la carne esos terribles objetos de tortura.  Los pechos me dolían terriblemente debido a que los había tomado como objetivo primordial para los siguientes dos disparos, mostrando los  penachos de plumas el lugar de los impactos, por que los dardos quedaban completamente ocultos en el interior de los pechos, produciendo heridas profundas en ellos. Estaba desesperada cuando escuché a Amaral pedir a gritos que parará la prueba. Estaba temblando y retorciéndose espasmódicamente. Cuando me fijé pude comprobar que mostraba cinco impactos en los pezones uno junto la vagina y otro en el clítoris, lo que hacía que se agitara descontroladamente, pidiendo que se parara.

Gracias a la buena puntería de Bogdan, me había librado de recibir los dos últimos disparos además de haber superado a mi rival. Ahora me faltaba por pasar la prueba de desclavar los dardos de las partes tan sensibles donde los tenía profundamente introducidos, porque era casi tan doloroso o más como el clavarlos.  Con unas pinzas me los fueron sacando dejando unos agujeros por los que salían regueros de sangre, que recorrían mis pechos y piernas hasta dejar gotitas rojas en el suelo.

Una vez fui desatada me acerqué al borde del escenario con movimientos sexuales sujetando mis pechos y mientras hacia el gesto de ofrecerlos a los espectadores los provocaba relamiendo mis labios. Conseguí que se elevara un murmullo de comentarios donde antes imperaba un gran silencio. Una vez conseguido mi objetivo me hice acompañar por Bogdan hasta el camerino para prepararme para lo que me estuviera deparado el futuro encuentro.

Tuve el tiempo justo de beber agua e hidratarnos los dos después de lo mucho que habíamos sudado.

En agradecimiento por los intentos hechos por él para doblegar a Amaral, me abracé y lo besé en la boca, notando su instantánea erección al saborear la sangre de mis labios y sentir mi cuerpo completamente desnudo abrazado a él.  Lamió mis heridas con el consiguiente placer por parte de ambos, dejando que incluso succionara mis pezones aliviando mi dolor con la excitación que me produjo eso.

En principio no me había caído bien por la forma de maltratar a mi sirvienta, pero ahora estaba dándolo todo para conseguir que yo fuera la ganadora.

No habían pasado ni diez minutos cuando se escuchó de nuevo los nombres de Alika y el mío para que regresáramos al escenario. Apenas me habían dejado tiempo para recuperarme cuando ya estaba de nuevo ante los espectadores mostrando aún mis sangrantes pechos.

El presentador me sorprendió al anunciar que en la final en la que nos enfrentábamos la negra y yo no se haría por suertes con las ruletas, sino que nuestros respectivos Amos  decidirían el castigo a proporcionarnos, dejando cierta libertad a los castigadores para decidir donde golpear. La única regla era que no se podía reutilizar los instrumentos ya empleados en castigarnos. Por ejemplo si nos habían colocado una pinza y esta se había desprendido no se podía volver a colocar.

-          Señoras y señores, a continuación pasaremos a presenciar la prueba, que consistirá en atar a ambas mujeres en el torno estiradas al máximo.

-          Se utilizarán en ellas los vampiros dorados en donde cada verdugo desee colocarlos, así como los látigos que escojan ambos castigadores, sin opción a cambiarlos por otros una vez escogidos.

-          Cada vez que se completen diez vueltas se les podrá ir añadiendo peso de doscientos en doscientos gramos a los vampiros, hasta que se hayan completado cuarenta vueltas o alguna de las dos mujeres pida que se pare.

Rápidamente aparecieron dos artilugios de los que sobresalían unas cadenas por ambos extremos y unas plataformas en medio en forma de camilla donde nos tendieron boca arriba, no tardando en sujetarnos los tobillos y las mulecas con unas muñequeras sujetas a dichas cadenas. Cuando las cadenas se empezaron a retraer dentro de los artilugios sentí como me estiraban de los brazos y tobillos, haciendo que mis articulaciones crujieran y me dolieran mucho los hombros. Mi espalda dejó de hacer contacto con la camilla, momento en que dejaron de estírame y la retiraron de debajo de mi, quedando completamente estirada en el aire sin ningún apoyo adicional. Mi castigador se inclinó sobre mí y metiéndose mi pezón derecho en la boca lo estuvo succionando y mamando, hasta conseguir ponerlo muy duro para a continuación pasar a mi otro pezón y conseguir el mismo resultado con sus chupetones. El tío ese mamaba muy bien y me estaba llevando al borde del orgasmo con sus labios apretando y succionando en ambos pezones.

Cuando consideró que los tenía suficientemente duros cogió dos objetos de la bandeja y me los mostró, semejando ser dos cabezas de murciélago doradas, pero lo que me heló la sangre en las venas fue cuando apretó la parte posterior de la cabeza de dichas figuras y se le abrieron las bocas, mostrando unos afiladísimos colmillos, por lo que comprendí que les llamaran vampiros dorados.  Colocó una de aquellas figuras en mi pezón derecho haciendo que se me escapara un terrible grito al sentir como me lo atravesaba y sin importarle mi sufrimiento procedió a hacer lo mismo con mi otro pezón, dejándolos firmemente sujetos  por los colmillos.  No conforme con eso enganchó una bola metálica en cada uno de los vampiros con una cadenita dejándolas descansar en mi abdomen.

Con el rabillo del ojo podía ver como a Alika se le estaba dando el mismo tratamiento, con la diferencia que a ella uno de los vampiros le había sido colocado en el clítoris, por lo que solo presentaba su pezón izquierdo taladrado por el vampiro pero en cambio tenía su clítoris terriblemente atravesado por los colmillos del otro instrumento de tortura.  Parecía increíble la forma en que soportaba el dolor, a sus sólo veinte años debía haber sufrido torturas terribles para poder soportar lo que se le estaba haciendo sin mostrar tantos síntomas de dolor como era mi caso, que ya ni podía gritar de lo irritada que tenía la garganta, mientras ella lanzaba tímidos gemidos en nada comparables a los gritos que yo daba. No tenía la menor duda de que a pesar de los esfuerzos de Bogdan por doblegarla podía ser ella la ganadora. Todas las apuestas se decantaban a favor de la esclava negra.

Cuando terminaron de colocarnos los vampiros, ambos hombres empuñaron los correspondientes látigos que habían escogido, siendo el de Bogdan el de cuero de vaca trenzado mientras mi castigador había preferido el más corto de varias tiras de cuero  llamado Floggers . Pulsando un botón en el torno, éste empezó a girar haciendo que me fuera inclinando de lado .  Al inclinarme las bolas enganchadas a los vampiros se cayeron de golpe pegando unos tirones terribles de los heridos pezones, pero no había terminado de asimilar el dolor en mis pechos, cuando sentí el contacto del flogger en mis espalda, cuando se completó la vuelta las dos bolas quedaron colgando por la parte derecha de mi cuerpo hasta que al seguir girando volvieron a caer repitiendo los terribles tirones que fueron complementados por un latigazo en mis caderas. Así se repitió durante diez vueltas, con sus consiguientes tirones de los pezones y latigazos en mi espalda culo y piernas por la parte posterior. Una vez de nuevo boca arriba paró el torno y cogiendo dos pesas más, las enganchó junto con las anteriores, pasando a tener ahora dos bolas enganchadas en cada vampiro.

Cuando volví a dar la vuelta de nuevo los tirones de la punta de mis pechos fueron terribles, las bolas pegaron tal estirón que llegaron hasta el suelo y volvieron a rebotar haciendo esto dos veces hasta quedar detenidas apoyadas. Me habían estirado los pezones hasta el extremo de que las bolas llegaban hasta el suelo, quedando allí para volver a subir cuando mi cuerpo continuó girando. Ahora colgaban de mis pechos cuatro bolas, con lo que el peso era de casi medio Kilo en cada pezón, con el agravante de que estaban suspendidas de los dos colmillos de esas terribles figuras clavados en esa parte tan sensible de mis pechos. Durante cada vuelta era azotada en espalda  glúteos y piernas mientras mis pechos colgaban terriblemente estirados. Así me hizo dar diez vueltas más, para dejarme parada de nuevo y añadir dos bolas más en las cadenas, pero esta vez acortó las cadenas a la mitad para que no llegaran hasta el suelo y continuaran balanceándose de mis pezones durante todo el tiempo que permanecía boca abajo. Me temía que con más de un Kilo colgando de mis pezones, estos se iban a desgarrar y tenía la esperanza de que antes se rindiera la negra, porque ella las tenía colgando de su clítoris, debía ser mucho más doloroso.

Alika debía estar muy arrepentida de que no le hubieran mutilado el clítoris de niña, porque ahora se estaría evitando esta terrible tortura. Mientras yo daba gracias a que el sirviente de Ahmad no había pensado en que yo si tenía clítoris para ponerme ahí un vampiro mordiendo esa parte tan sensible de mi anatomía, aunque no sabía si llegaría a soportar esta terrible prueba.

Las tetas me dolían terriblemente y la parte posterior de mi cuerpo estaba llena de costurones rojizos que se añadían a los anteriores, haciendo que dolieran una barbaridad. Sabía que todas las apuestas estaban en mi contra, pero no iba a darles el placer de que una jovencita me venciera.  Estaba dispuesta a resistir aunque me costara perder ambos pezones arrancados por el peso de las bolas, cosa que pensaba que podría pasar cada vez que las bolas caían a peso tirando de mis pezones con fuerza y quedando balanceándose un poco hasta que volvían otra vez a subir siguiendo la rotación de mi cuerpo.

Cuando ya se me habían colocado cuatro bolas en cada pecho, alcanzando el peso aproximado demás de un Kilo y medio colgando de mis pechos, notificaron que se continuaría dando vueltas hasta terminar la prueba sin más pausas, continuando los azotes en cada vuelta hasta el final, completándose los 40 azotes junto con la misma cantidad de vueltas.

Podía ver las bolas manchadas de sangre que goteaba de las heridas causadas por los colmillos en mis pezones y que se deslizaban manchando en su recorrido la cadena.  Mi parte dorsal también estaba ensangrentado por el roce de las bolas al desplazarse por encima de mí para volver a caer por la parte posterior de mi cuerpo en cada rotación y producir nuevos tirones con el consiguiente dolor. El espectáculo de mis pechos ensangrentados debía estar produciendo en los espectadores unos enormes deseos de chuparlos para saborear mi sangre.

No llevaba la cuenta de las vueltas dadas y me pilló por sorpresa cuando se paró el torno e indicaron que se había terminado, quedando boca arriba para mi satisfacción, por que el estiramiento de mis pezones era menor, aunque mi rostro debía ser todo un ejemplo de sufrimiento, aunque la negra no daba sensación de haber sufrido tanto como yo y esperaba impasible a que le quitaran los vampiros dorados de su clítoris y pezón, que también daban muestras de haber sufrido un duro castigo con las mismas muestras sangrientas que tenía yo. El dolor al soltar mis pezones de las fauces de aquellas terribles figuras hizo que se me escapara un grito de dolor, con solo rozar los pezones me hacía ver las estrellas. Estos mostraban por la parte superior dos agujeros que los atravesaban hasta la parte inferior, dando la sensación de haber llevado dos piercing en cada pezón,  puesto que los agujeros eran idénticos.

Pusieron otra vez las camillas debajo de nosotras y aflojaron las cadenas quedando tendidas y libres de las ataduras, para a continuación ponernos de píe con ayuda de dos ayudantes que nos cogieron de los brazos para bajar de las camillas.

El que me había azotado con una sonrisa me dijo:

-          Ahora ya tu no tener ganas de hacer broma con tetas a Amos.

Me produjo tanta rabia que acercándome de nuevo al borde del escenario, sujeté mis doloridos pechos y ofreciéndolos al invisible público los incité a chupar la sangre que brotaba de mis pezones al apretarlos manchando mis manos, ya que sabía el efecto que puede producir esa imagen en quienes tienen la sangre como su único alimento y la excitación que les podía producir verla brotar de las heridas recientes de mis pechos. El murmullo que se produjo en la sala confirmaba que igual que la vez anterior,  había conseguido fijar su atención en mí. Siempre que he participado en algún evento o fiesta me ha gustado ser el centro de atención de todos y me he valido de las más diversas argucias para conseguirlo, porque me excita mucho, como una vez que conseguí atraer la atención de todos con mi vestido completamente empapado en leche de mis pechos y que dejaban entrever mis oscuros pezones a través de la tela mojada. No me cabe duda de que conseguí mi propósito dadas las miradas de todos fijas en mis pechos. Seguro que a más de dos les dieron ganas de cogerse y mamar como bebés, igual que ahora estarían relamiéndose viendo mis tetas cubiertas de sangre.

Cuando me hicieron volver junto a Alika, el presentador continuó con su repertorio.

-          Damas y caballeros, ahora si la señorita me lo permite, pasaré a informar de las siguientes pruebas.

-          Éstas consistirán en seis agujas, que serán calentadas e introducidas en los pechos de ambas contendientes, sólo si alguna de las dos lo pide, será detenida la prueba dando por ganadora a su oponente.

-          Para ello serán atadas a un poste colgando de los brazos.

-          En caso de superar esta prueba  la siguiente será, darles la vuelta sobre el mismo poste, para a continuación sujetar sus pechos con clavos al madero y proceder a ser azotadas en la espalda glúteos y piernas hasta que una de las dos pida que se detenga el castigo, cada diez azotes se añadirán dos nuevos clavos en los pechos de las contendientes y  en esta ocasión no habrá límite en la cantidad de clavos ni de azotes proporcionados.

-          Se admiten apuestas sobre la cantidad de latigazos y clavos que serán capaces de soportar.

No tardaron en aparecer dos postes en el escenario surgidos del suelo, para a continuación levantarnos los brazos y sujetarnos de las muñecas con unas argollas sujetas con cadenas en la parte alta de las columnas de madera. Cada castigador mostraba seis agujas largas y muy afiladas, que debían doler una barbaridad al ser introducidas en los pechos, pero no conformes con eso mostraban en la otra mano una lámpara de soldar de gas, con la que procederían a calentar las agujas.

Ambos hombres acercaron la llama a una aguja hasta verla de color rojo y acercándose a nosotras las apoyaron en nuestros pechos cada uno, empujando e introduciendo la aguja poco a poco hasta verla aparecer por la parte contraria del pecho. El dolor fue insoportable consiguiendo que me meara delante de todos sin poder contenerme.

A continuación calentó otra aguja y sujetando mi dolorido pezón estiró y apoyando de nuevo la punta incandescente en la parte inferior de mi pecho fue empujando hasta que pude ver la punta apareciendo por la parte superior de mi pecho. Ya tenía dos agujas clavadas atravesando mi pecho en vertical cada una a un lado del pezón y dudaba mucho en poder soportar que me introdujeran las cuatro restantes.

Continuará.