Mi Razón De Vivir 4
¿Sera Real?
Mi Razón de Vivir
Capitulo: 4
-Luke-
Terminada de ver la película, hablamos un rato acerca de nosotros, conociéndonos como es debido. Dominic era una persona que podía ganarse tu confianza fácilmente, era muy alegre y mientras hablaba con él, siempre mantenía sus ojos fijos a los míos, cosa que de momentos me hacía desviar la mirada hacia otro punto disimulando mi incomodidad, ya que me ponía nervioso.
Me hablo de su gusto por la lectura y los deportes, una combinación muy rara de encontrar en algún chico, pero bueno, la chica que lo tuviese definitivamente estaría feliz con él.
-Oye Luke, acá tengo algo de ropa que puedes utilizar, así no andas denudo por el campus-
-Gracias- tome la ropa un poco apenado.
-No hay problema- respondió sonriente. – Oye a propósito ¿Me podrías mostrar tu horario de clases?-
-Ehmm, claro, si- respondí buscando en la mesa de noche junto a mi cama, el horario que se me dio al llegar.
-mmm- murmuraba, mientras revisaba las horas de clases. -Luego te diré dónde queda cada aula en la que veras clases para que no seas burlado por los viejos-
Al parecer en todos los países del mundo, los viejos suelen confundir a los nuevos cuando piden ayuda para conseguir sus aulas.
-Gracias, lo necesitare-
Nos sentamos a hablar durante el resto del día y la noche, cual viejos amigos, sin duda Dominic sería el amigo que tendría en esta universidad. Le conté que no me la llevaba muy bien con esos chicos deportistas que suelen tratar mal a otros estudiantes por creerse superior; en cambio el me conto que no sabía mucho de esos temas acá en esta universidad, así que supuse que era de la clase de chicos corrientes, aunque muy guapos.
Habían pasado varias semanas en los que me adapte a la universidad, a las jugarretas de las porristas, de vez en cuando veía al equipo de football pasar por los jardines del campus hacia los campos deportivos a sus prácticas rutinarias; en muchas películas solía ver que esos jugadores eran muy guapos, por eso de vez en cuando me dedicaba a mirarlos en espera de que en algún momento se quitasen los cascos, pero no logre verlos ni una vez.
Luego de la bromita que me habían jugado las porristas, mi cara de había hecho un poco famosa en el instituto, donde muchos al mirarme no evitaban dejar salir una risa burlona. El único amigo que tenía era Dominic y solo lo veía en la noche al llegar a la habitación, ya que al parecer tenía un día muy apretado con sus quehaceres diarios.
Comenzadas las clases, no se hizo esperar ese profesor de smoking y corbata, de semblante serio y abundantes canas que hablan por sí mismas de su rigidez y experiencia recorrida. Si, ese profesor que tiene alta tasa de reprobados, en fin, en el transcurso de la clase las caras de desconcierto de mis compañeros no se hicieron esperar al no entender nada de lo que explicaba, en cambio a mí la matemática se me da fácilmente y no fue más que un paseo para mí el ver su clase.
No di a conocer mi entendimiento de la clase, muchos menos llegue a intervenir en clases para evitar un apodo de ñoño por los siguientes años. Si quería estar en paz, debía pasar desapercibido.
A la hora del almuerzo me sentí muy incómodo, ya que tal y como había visto en películas, acá se separan las diferentes clases sociales en grupos, los nerds, los de canto, soccer, porristas... En fin, intente buscar con la mirada en algún lugar a Dominic aun sabiendo que sería casi imposible encontrarlo entre tantas personas, pero no lo conseguí, así que busque un puesto vacío en una mesa, donde solo había tres chicos sentados. A simple vista parecían ser normales y dudaba que me fuesen a excluir o algo.
A medida me aproximaba, me iba dando cuenta que estaban hablando de historietas y juegos de consolas, genial, yo tenía algo de tema de conversación en esa materia, así que al menos no quedaría por fuera.
-Disculpen- atraje la mirada del pequeño grupo, quedando en silencio. -¿Puedo sentarme?-
-Seguro- respondieron sonrientes.
Continuaron con su tema de conversación como si yo no estuviese allí. Genial, excluido, hasta por los excluidos.
-¡Ey! ¿Tú no fuiste a el que Brithany baño en medio del campus?- Pregunto uno de los chicos saliendo de contexto.
-ehmm, si ¿Por qué?- Respondí apenado.
-Jaja, bueno, lo siento mucho amigo, ella es una bestia-
-Jaja, sí, todo una bestia- Respondió otro de los chicos con la mirada perdida, pensando en no sé qué, mientras babeaba.
De verdad no quería, ni necesitaba saber en qué pensaba.
-Pero toda bestia tiene su debilidad, como la de ella es el capitán del equipo de football-
-¡Sí! Ese...- fue interrumpido.
-Ya no hablemos de eso, hablemos del nuevo mortal combat que acaba de salir-
Me apresure en terminar de comer, ya que estos chicos me incomodaban más de los que necesitaba tener amistades. Al levantarme para regresar mi plato, note que atraía las miradas burlonas de muchos de los presentes, haciéndome sentir incómodo.
-¡Ey chico! No seas aguado- Dijo la porrista de aquella vez, brithany, a lo que todos comenzaron a reír.
Me apresure en llevar mi plato, pero justo al pasar, junto a la mesa de un grupo de chicos, sentí que me había puesto el pie, haciéndome caer al suelo. Rápidamente me levante, lleve mi plato a la casilla de la cocina y salí rápidamente del comedor.
Esa noche me acosté en mi cama boca arriba estaba en short y sin camisa cómodamente, de la nada se me vino una imagen a la cabeza que hacía semanas no recordaba.
-Marcos...- Susurre.
Recordaba aquella última vez que lo vi en el aeropuerto con sus ojos llenos de lágrimas, lagrimas que hasta el día de hoy no se a que se debían. Desde mi interior rogaba que esas lagrimas fuesen para mí, bueno, si eran para mí, pero no del modo que yo esperaba que fuese.
-Te extraño...-
-Jaja, yo también te extrañe- Dijo Dominic entrando a la habitación.
-jaja, claro- respondí saliendo de mis pensamientos.
-En serio, y para demostrártelo, pase buscando algo por la biblioteca- Me extendió un libro mientras dejaba su bolso a un lado de su cama.
Lo revise y era un libro conformado por múltiples anécdotas de un viajero, donde resaltan muchos chistes y románticos amoríos.
-Gracias, lo comenzare a leer lo antes posible-
-¿Quién dijo que lo leerás solo? Es para leerlo juntos, tiene muchas anécdotas graciosas que son más divertidas en compañía de alguien- dijo quitándome el libro de las manos y golpeándome levemente con él en la cabeza.
-Jaja ¡auch! Entiendo-
Se quitó la camisa, los zapatos, se soltó el botón del pantalón, se bajó el cierre del mismo y se acostó ampliamente en el sillón de la mini sala. Por mi parte me recosté en el sillón de en frente, en espera de la lectura.
Dominic que tenía el libro a la altura de su cara, bajo lentamente el libro, dejando ver sus ojos que expresaban gran seriedad e ironía.
-¿Es en serio?- levanto la ceja.
-¿¡Que!?- pregunte dudoso.
-Ambos vamos a leer, ven, siéntate a mi lado-
Trague saliva y respire profundo, mientras me acercaba a él. El corazón se me estaba acelerando y mi mirada tímidamente se enfocó en su entrepierna que estaba a la libre vista del bóxer que la sujetaba. Me situé a su lado, sintiendo el tímido rose de nuestros cuerpos y el suave olor de sus suaves risos.
-Ahora sí, yo leeré una parte, luego tú la siguiente- dijo mirándome directo a los ojos y con tal cercanía no sabía cómo esquivar su mirada.
-E-está bien-
Comenzó a leer, sosteniendo el libro con su mano izquierda, mientras con la derecha tímidamente rosaba mi mano izquierda. A penas pude concentrarme en lo que leía con su mano acariciando la mía cada vez más tangiblemente.
-tu turno- Me saco de mis ideas entregándome el libro.
Por suerte solo estábamos leyendo parodias y chistes; cada vez que contaba algo gracioso, lo veía sonreír, me encantaba verlo sonreír, se veía tan guapo.
-Bien, ahora es mi turno- Al comenzar a leer el capítulo, note que se trataba de una anécdota de amor, eso me erizo un poco la piel.
Al leer, me había gustado esa historia, así que le dedique mi atención, el rumbo que llevaba me atraía mucho, puesto a que hablada del amorío juvenil prohibido. A medida que se aproximaba a la parte cumbre del relato, sentía a Dominic acercarse más a mí; su mirada se fijaba en el libro, leía un poco, luego me miraba directo a los ojos para relatarla. Su mano ahora no estaba rosando la mía, ahora estaba acariciándome, casi inconscientemente, pero de manera creciente.
-La proximidad entre sus cuerpos no se hizo esperar...- Ahora su mano estaba completamente sobre la mía, mientras sus ojos estaban directo a los míos. Mi corazón estaba muy acelerado.
-Ella intento huir, intento mentirse a sí misma de lo que sentía, pero el escucho a su corazón y la detuvo con un fuerte abrazo- Sus dedos se escabullían entre los míos suavemente, mientras lo sentía aproximándose lentamente a mí. Mi cuerpo temblaba, no podía controlarme.
-Ella intento zafarse, pero termino por dejarse llevar por el abrazo de aquel hombre que estremecía su corazón- empuño su mano, con la mía entre sus dedos quedando entrelazados, mientras me miraba al leer. También sostuve su mano.
-Se separaron por un segundo, se miraron a los ojos...- Me miro a los ojos, volvió a ver el libro y continuo – Sus miradas decían más que mil palabras- Me miro una vez más tímidamente
– Se fueron aproximando un al otro suavemente – Dominic se aproximaba lentamente a mí. – A tal distancia que podían sentir la respiración del otro- Estaba a pocos centímetros de sus labios, sintiendo su respiración entrecortada. Sentía que no podía respirar con el fuerte palpitar de mi corazón.
-Hasta llegar a ese suave rose entre sus labios que tanto habían esperado, ese beso- Bajo el libro suavemente y cerrando ambos nuestros ojos, paso su mano izquierda por mi mejilla, y posos suavemente sus labios sobre los míos.
Eso fue, un simple rose que a mi corazón hizo volar, mis sentidos habían explotado con ese suave toque de nuestros labios. Luego se separó unos centímetros de mí, abrió los ojos y mirándome con ese par de esmeraldas que lleva por ojos, tomo mis manos llevándolas a lo alto de sus labios para plantarles un suave beso sin quitar sus ojos de los míos.
Sentí muchas cosquillas en mi barriga, esas famosas mariposas que te hacen sentir volando
-Y-yo....- me silencio.
-Shhh, no digas nada, por favor- me silencio con su dedo índice en mis labios.
Se volvió a aproximar a mí y me volvió a besar suavemente. Se reincorporo, quedando arrodillado arriba de mí, mientras continuaba con ese suave beso que no cambiaba su velocidad, como si fuese a quebrarme si fuese aunque sea un poco brusco.
Pase mis manos por debajo de sus brazos hasta sus hombros aferrándome y tirando de el para que quedase encima de mí.
De pronto bajo sus besos a mi cuello, haciéndome gemir suavemente, intente contenerlos, pero fue imposible, era todo un experto en lo que hacía; bajo hasta besar cada uno de mis fuertes pectorales, continuo hasta mis abdominales, mientras que me sostenía fuertemente de los cojines del mueble. Paso por mi pelvis, hasta finalmente llegar a mi dura tranca que marcaba sus 18cm por encima del pantalón, la miro un segundo, luego me miro, me sonrió y me bajo el pantalón hasta los pies, quedando aún más marcada con el bóxer blanco que llevaba puesto.
Me la masajeó unos minutos, luego bajo el bóxer, haciendo que mi polla le golpeara suavemente la cara por lo empalmada que estaba. Cerré mis ojos, mientras sentía como algo suave y caliente envolvía casi la mitad de mi falo; no pude evitar dejar salir un fuerte gemido. Lo tome de la cabeza suavemente dirigiendo la velocidad de la mamada, mientras me mordía los labios de la excitación.
-Ahh, ahhhh. N-no pares p-por favor- Articule como pude.
Pasados unos minutos, se levantó y me volvió a besar suavemente, se reincorporo arriba de mí, así que lo tome de los pantalones y de un tirón se lo fui quitando suavemente, dejando ver esas gruesas piernas que hacían juego con el grande y grueso falo que se le marcaba por encima del bóxer ¡era enorme!
Se paró en frente de mí, dejando su polla a la altura de mi cara, mientras me miraba con sensualidad mordiéndose los labios. Tímidamente la tome en mis manos.
-Ahhh- Inmediatamente dejo salir un gemido que éxito mucho.
Era caliente al tacto aun por encima del bóxer, me gustaba mucho, sentía que la boca se me hacía agua de tan solo verla, era muy larga y gruesa. Dominic solo veía en espera a que yo hiciese algo, así que de un segundo tirón, le baje el bóxer, liberando esa fuerte herramienta de su prisión de tela y colisionando suavemente con mi cara.
Era hermosa, un glande rosadito y grande, con el tallo de un color más oscuro y grandes bolas en la base y un poco se pre-seminal en la punta. No espere más y me la metí suavemente en la boca.
-¡Ahhhh.... Ufffff!- Exclamo dominic entre gemidos.
Intente metérmela toda en la boca, llegue a sentir arcadas, pero no me había metido ni la mitad en la boca, era muy grande, así que fui chupando todo lo que podía y con mi lengua lamiendo lo que no podía tragar. Dominic no paraba de gemir, movía su cabeza hacia arriba con los ojos cerrados, mientras se mordía los labios en fallidos intentos por no gemir.
De pronto me tomo del mentón, haciéndome pararme en frente de él, para comenzar a besarme nuevamente, aunque con la misma ternura que antes, luego se paró unos centímetros de mi mirándome a los ojos.
-No sé qué me sucede contigo Luke, pero si de algo estoy seguro es que Te Quiero- dijo abrazándome fuertemente, incluso sentía sus dedos enterrarse en mi piel con suavidad.
No dije nada, solo respondí a su abrazo con la misma intensidad y sinceridad con la que él lo hacía.
Me volvió a besar y se recostó conmigo en su cama. Ahora me besaba de una manera más lujuriosa; si dejar de besarme saco algo de su bolso que estaba a un lado. Me hizo poner mis piernas por encima de su hombro, luego con una mirada me pidió mi aprobación, a lo que le respondí con un beso.
Abrió la cosa que había sacado de su bolso y se unto en los dedos, se acercó a mí, me beso suavemente, mientras acariciaba la entrada de mi trasero suavemente y presionaba, haciéndome sentir un fuerte dolor, hasta acostumbrarme y no sentir dolor, así fue hasta que logro meter tres dedos.
Después de unos minutos en los que ya me había acostumbrado, sentí la enorme cabeza de su polla acariciar la entrada de mi trasero, mientras me besaba suavemente el cuello, hasta que de un momento a uno presiono y comenzó a entrar dentro de mí.
-¡ahhhhhh!- intente gritar, pero mis gritos fueron ahogados por un beso de su parte.
-Shhhh, tranquilo, no pasa nada, estoy contigo, no te hare daño, yo te protejo- Sus palabras me hicieron sentir en paz. No me importaba lo fuerte que fuese el dolor, lo soportaría por estar asi a su lado.
Cuando me acostumbre a la cabeza, fue presionando, mientras entraba el tallo.
-Ahhh- ahhhh- ahhh- gemía de dolor y placer al sentirlo dentro de mí y besar mi cuello.
-Ves, ya entro más de la mitad- Me susurro al oído mientras comenzaba una serie de movimientos suaves.
-Ahh, ahhh, ufff- gemía de placer mientras aceleraba sus movimientos.
Con el pasar de los minutos el dolor se convirtió en placer; dominic solo me había metido la mitad y me sentía en la gloria.
-M-me- métela t- toda- dije entre gemidos.
-Shh, no puedo, te hare daño- dijo aun con sus excitantes movimientos.
Hasta que yo mismo mi hinque a su falo, metiéndomela toda
-¡Ahhhhh!- sentía un dolor acompañado del placer más grande que jamás había sentido.
Dominic había gemido al mismo tiempo que yo, haciendo que nos viniésemos el mismo tiempo. Me volvió a besar, me abrazo y nos quedamos dormidos del cansancio abrazados.