Mi querido primo

Todo cambio ...

Recuerdo la última vez que lo vi, yo acababa de cumplir los 18 y el los 22, había venido de visita justo por mi cumpleaños, desde hace mucho que no nos veíamos y salíamos de paseo, aunque yo solía viajar siempre con mi familia de visita donde mis tíos pero casi siempre él estaba ocupado y pocas veces coincidíamos.

Su nombre es Felipe, mi primo, con 1.80 de alto, un cuerpo muy bien definido, ya que le encanta ir al gym, ojos café claro y cabello castaño, siempre usaba el cabello corto, unos labios carnudos, de un color rosado que eran la tentación de cualquier chica, con una personalidad arrolladora, donde sea que él vaya siempre era bien recibido, su carisma robaba el corazón a cualquiera, obviamente sus dotes de galán también.

Nos llevábamos muy bien, siempre andábamos bromeando y a los golpes que siempre terminaban en guerras de almohadas o cosquillas, esta vez que vino lo hizo en una camioneta doble cabina que mis tíos le habían regalado por sus buenas calificaciones, no me sorprendió ya que él siempre fue considerado el más aplicado de mis primos.

Ese fin de semana salimos con mis amigas y unos cuantos amigos que él había hecho en las pocas ocasiones que había venido por acá.

La pasamos genial, nos divertíamos como locos, aunque esta fue la última ocasión en que lo vi con ojos de prima, el día anterior al que se vaya habíamos salido con un par de amigas a las que se le chorreaban las babas por él y nos encontramos con un grupo de amigos de el que también tenían su fama de galanes y creían que podían conseguir a quien les diera la gana, cosa que no iba conmigo y a ellos sí que les chocaba eso, me divertía cada vez que me piropeaban o intentaban propasarse y yo les era indiferente o los ponía en su lugar, no es que yo sea miss universo, pero tengo lo mío, el desarrollo no pasó desapercibido en mí, tenía mis dotes bien puestos, bueno, ese día salimos a la piscina y bebimos un poco, ya se estaba haciendo de noche y le dije a mi primo que mejor ya nos fuéramos porque no quería llegar tan tarde a casa y que recuerde que él tenía que descansar para su largo viaje del día siguiente, al principio me pareció que no le gustó la idea de irnos, pero me miro a los ojos de una manera dulce que nunca olvido y me dijo está bien, me dio un beso en la frente y les fuimos a decir a mis amigas que se alisten que ya nos íbamos, obviamente teníamos que irlas a dejar a casa, ya que vivían lejos y no me parecía dejarlas solas, Samanta una amiga que se moría de amor por mi primo, como ya estaba pasadita de copas me pidió de favor que me siente en la parte de atrás con Isabel, que ella deseaba ir de copiloto con mi primo, no me pareció mala idea así que la deje, vi su cara de gusto cuando iba al frente con mi primo, le iba dando masajes en la nuca y le hablaba al oído, pero él ni se inmutaba, me parecía tan gracioso aquello.

Terminamos de dejar a mis amigas y me dijo que si quería ir a dar una vuelta antes de ir a casa, lo cual no me pareció mala idea, aunque andábamos empapados por la tarde en la piscina y me moría de frio, pero acepte, fuimos por un par de cervezas más y a comprar algo de comer, me llevo a una especie de prado donde se podía ver las estrellas y la noche estaba hermosa, conversamos un rato en el balde de la camioneta, acerca de su vida, de mi vida, entre otras  cosas, ya comenzaba a hacer mucho frio así que le dije que mejor ya vayamos a casa, sonrió y me dijo está bien, me ayudo a bajar de la camioneta, como todo el caballero que es, lo notaba muy cordial esa noche, no sabía si eran las cervezas o que pero andaba más caballero de lo normal conmigo, por lo general siempre andamos como ya lo dije antes, a los empujones y esas cosas en son de juego, pero este día se había comportado diferente, me llevo de la mano hasta la puerta de la camioneta, me disponía a entrar pero de repente me volteo y así de la nada me estampo un beso tan intenso que sentí como me erizo la piel, trate de alejarme porque en mi mente me decía, que carajos está pasando, es mi primo, pero él era más fuerte que yo, así que fue en vano, me tenía presa en sus brazos, trate de esquivar su boca y le decía que ya se deje de juegos, me besaba el lóbulo de la oreja, me besaba el cuello con tanta pasión que no sé qué paso en ese momento, no sé si eran los efectos del alcohol, o el hecho de que era mi primo, que despertó un gran morbo en mí, me deje llevar por sus besos, eran tan intensos, tan deliciosos, tan excitantes, me olvide por completo que éramos familia y deje de tratar de alejarlo, me deje llevar por esos besos que me robaban el alma, que me cortaban la respiración, me apretaba contra su cuerpo y podía sentir su calor de hombre, podía sentir su corazón acelerado, su respiración cada vez más intensa, el momento se estaba volviendo el momento más excitante de mi vida, acariciaba mi cara, mis piernas hasta llegar a mi trasero, lo masajeaba con deseo y yo estaba perdida en el mundo de sus besos y caricias, sentir esos labios sobre mí, su respiración, su cuerpo tan bien definido gracias al gimnasio, sus fuertes manos apretando mis glúteos, me tenía a mil, pero de repente volví a la realidad, era mi primo, esto no podía estar pasando, esta vez sí logre alejarme de él, le dije que ya basta, que qué estaba pensando y lo mire enfadada, aunque en realidad no lo estaba, lo que estaba era deseosa y tratando de pensar en otras cosas para no volver a caer en lo que había pasado, me quede en la cabina de la camioneta y el afuera estaba hecho una fiera, me decía que lo perdone, que no me enfade con él, lo único que yo hacía era repetirle que no estaba enfadada  y que nos fuéramos rápido a casa, le dio una patada al neumático y se montó en la camioneta, de camino a casa no le dirigí la palabra, me sentía desconcertada, era mi primo por Dios, pero a la vez nunca había sentido lo que él me acababa de hacer sentir, sentía como estaba de mojada mi parte inferior del traje de baño y aunque asustada, no lo puedo negar, me encontraba muy excitada aun.

Cada cierto tiempo el me miraba por el retrovisor del carro y me pedía que lo disculpe, que no debió haber hecho eso, que no va a volver a pasar, bla, bla, bla, lo único que atine a decirle fue que ya dejara de decir eso y que mejor se olvide del tema, que de mi boca no iba a salir nada, pero que ya se calle, al siguiente día salí temprano de casa y le dije a mis padres que tenía que hacer unas cosas de la U, que ya me había despedido la noche anterior de mi primo que él me entendía y así fue, al regresar a casa me encontré con un enorme, inmenso, colosal oso de peluche, y unos globos flotando, en ellos había amarrado un papel y al abrirlo solo decía: PERDONAME.

CONTINUARA…