Mi querida vecina, chiquita y gordita
Acompañandola en su soledad...
Mi querida vecina, chiquita y gordita
Era tarde, me encontraba escribiendo en el PC de mi casa, cuando me dieron ganas de fumar. Por hábito, no lo hago dentro de la casa, a si que salí a la puerta a prender un cigarrillo. Al frente estaba mi vecina, también haciendo lo mismo que yo. Conversábamos de un lado al otro de la calle, hasta que cerré la puerta y crucé a conversar con ella. Ella era casada, yo soltero, ella de 32 y yo de 34 años.
Mi relación con ella siempre fue muy amistosa, al igual que con su marido. Muchas veces habíamos compartido en asados, y cuando alguno salía de vacaciones, dejábamos las llaves de la casa con el otro vecino. Era tal la confianza, que sabía muy bien que en caso de llegar mi vecino, no encontraría nada malo que estuviésemos conversando en su casa, ya que no era la primera vez que pasaba.
La luz de su casa, estaba completamente apagada, solo la luz del equipo de música alumbraba algo el living. Le pregunte por mi vecino y me contó que se había reunido con unos ex compañeros de colegio, y que era seguro que llegaría al amanecer.
Ella estaba bebiendo un trago y me ofreció uno, para que me quedara un rato acompañarla. Los tragos se fueron repitiendo y nuestra conversación giró en torno al comportamiento de mi vecino. Como el salía mucho de la casa, como llegaba a altas horas de la madrugada, con tragos encima e incluso me confesó que tenía dudas de que el tuviese una amante. Esa duda la había tendido, ya que sus relaciones sexuales habían diminuido notablemente, estaba poco cariñoso e indiferente.
También me comentó que cuando ella se casó con el, su físico era muy distinto al de ahora, que luego de tener a su hija, (de siete años, que a esa hora dormía profundamente), ella había engordado mucho en el embarazo y que desde ahí, no había podido recuperar su físico, que incluso había engordado mas aun.
La verdad, mi vecina estaba bien gordita, y como no era muy alta, mas bien baja, se le notaba más aun. Sin embargo, lo que ella no sabía, es que a mi, sus grandes caderas y carnosas nalgas, me provocaron siempre una gran atracción, y para que decir de esos grandes pechos que casi siempre mostraba a través de generosos escotes.
Esa noche usaba un pantalón de buzo de color rosa, con una polera blanca que casi se rompía al tener que contener esas voluminosas tetas.
Le dije que lo lamentaba que se sintiera así, que la verdad yo no sabía nada de mi vecino, pero que tampoco metía las manos al fuego por nadie. Además concordaba con ella que estuviese molesta, ya que era cosa de todos los fines de semana, que mi vecino salía solo. Ella igual contenta como siempre, con su buen sentido de humor, me dijo que ya estaba aburrida y que si algún día se le presentase la oportunidad, seguramente la tomaría.
Ahí, yo bromeando, le decía que si tenía ganas de vengarse, ahí estaba yo para ayudarla y cosas por el estilo. Ella me dio las gracias, también en broma, y me decía que estuviese atento, que cualquier día cruzaría para vengarse una y otra vez del mal hombre que tenía por esposo. Pero mis bromas no eran tan sin sentidos, por dentro me moría de ganas de apoyarla contra la pared y sentir esas carnosas nalgas entre mis manos.
Ella estaba algo pasadita de copas, pero tampoco tanto y fue cuando dijo que entraría a cambiar la música, que me atreví a seguirla. Apenas entró a living de su casa, aun con la luz apagada, con solo la luz del equipo de música encendida, que la tomé de la cintura, la di vuelta y trate de besarla. Ella se sorprendió mucho de mi actuar y con sus manos en mi pecho, me rechazaba y me pedía que me tranquilizara. Pero ya mis cartas estaba en la mesa, y no podía dar marcha atrás a si que ahí, abrazándola trate de sacarle un beso, pero ella seguía rechazándome, diciendo que no quería que echáramos a perder nuestra amistad, que no podía hacerlo en su casa, que su hija dormía a dentro, que su marido podía llegar etc. etc. Pero yo seguí insistiendo, y no la soltaba, tratando de besarla casi a la fuerza. Casi a la fuerza , conseguí tomarla de la cara y dejando su cabeza quieta , conseguí que nuestros labios se juntaran Ella trataba de zafarse, pero en el fondo lo deseaba, y cuando se vio perdida, se entrego completamente y nos fundimos en un apasionado beso.
No perdí la oportunidad de tener por fin esas carnosas nalgas entre mis manos, apretándolas fuertemente, asiéndole sentir mi dura verga contra su sexo. Ella me decía que no, pero estaba entregada al placer que le entregaba su vecino, siendo infiel en su propia casa, con su hija durmiendo en la pieza de adentro.
Hace mas de un año que me había fijado en el culo de mi pequeña vecina, y ahora lo tenía ahí, en mis manos, recorriéndoselo completamente. No me resistí y le metí las manos por dentro del pantalón.
Sus nalgas estaban heladas, frías, pero se sentían exquisitas al contacto de mis calientes manos. Ella seguía pidiéndome que me detuviera, pero ya era tarde, ya que corriendo su calzón., ya mis dedos jugaban con la entrada de su ano, causándole intensas sensaciones, que hace rato su marido no le entregaba. Tampoco podía perder la oportunidad de acariciar sus pecho a si que sacando una mano y metiéndosela por debajo de la polera, comencé a acariciárselos por sobre la tela de su brasier , que mostraba una gran y duro pezón.
Ella tampoco aguantó más y bajando mi cierre, metió la mano adentro de mi pantalón y comenzó a acariciarme ansiosamente la verga.
Aun así, me pedía que paráramos, pero yo, envuelto en calentura, le metía la mano por delante del pantalón, y corriendo nuevamente su calzón, comenzaba a penetrarla con mis dedos. Comenzamos a masturbarnos mutuamente, sin dejar de besarnos. Su sexo estaba completamente mojado y mi dedo se perdía en esa húmeda cavidad.
Como su pantalón era muy suelto, en un movimiento se lo bajé un poco, dejándole todo el culo al aire. Ella trató de subírselo, pero yo le tome su mano y no deje que me soltara la verga. Así, de pie, en su living, con todo su culo al aire, y masturbándonos mutuamente nos entregábamos al placer. Quise sacarle sus tetas al aire, pero no me lo permitió, solo me decía que no parara de tocarla, y así lo hice, nos masturbamos mutuamente hasta que ambos alcanzamos el orgasmo, fundiéndonos en un apasionado beso, lleno de callados gemidos.
Su mano y pantalón quedo lleno de semen, pero aun sin soltármela jugaba con mi verga y con la leche que sobre ella estaba, sin dejar de besarme. Le dije que me moría de ganas de tenerla completamente desnuda, para poder hacer muchas mas cosas con ella. Ella también me confesó que se moría de ganas de estar en otro lugar para darme mucho placer. Que seguramente yo no me arrepentiría, pero que ese no era el lugar ni la hora apropiada, que su marido podía volver en cualquier momento y que era mejor que me marchara. Nos besamos un rato mas, siempre tocándonos, hasta que muy cariñosa, me terminó por echar de su casa.
Crucé la calle y me entre a mi casa. Vi como las luces de su casa se prendían, seguramente estaba limpiando los restos de semen que deben haber caído al piso. Me olorosaba mis dedos, impregnados con el olor a sexo de mi vecina. Sabía muy bien que este era el principio de una buena aventura, y no hallaba la hora de tenerla como yo quería.
Cerca de las 5 de la mañana, sentí como la reja de la casa de mi vecino se abría. Era el que llegaba a su casa, a acostarse con su mujer, que pocas horas antes, había estado en mis brazos, y con mi verga entre sus manos.