Mi querida madre
Descubro mi verdadera sexualidad
Este relato y los posteriores con el mismo nombre son una continuación de "Mi adorable vecina", serie que he decidido continuar siendo una de las primeras de mi cuenta y la más leída y espero que tenga el mismo recibimiento que "Mi adorable vecina"
Habían pasado 17 años desde aquel terrible acontecimiento, mi padre había muerto antes de nacer yo por lo que no pude vivir con él, sin embargo, había estado rodeada de maravillosas personas como mi madre Clara, que era la que me había cuidado desde entonces, sabía que había tenido un marido del que se había divorciado, ya que se había follado al vecino, mi padre, y por eso ahora vivíamos solas en el departamento. Era un departamento grande, tenía una cocina, un salón, un cuarto de baño y 3 habitaciones. Ella trabajaba en el Ayuntamiento y no se había casado de nuevo ni tenía relaciones con nadie, nos teníamos la una a la otra. Cuando era pequeña me dejaba con unos amigos de papá, pero ahora que ya era mayorcita me dejaba sola sabiendo que no iba a incendiar la casa. Mi madre es una mujer de 50 años, de cabello rubio que le sobrepasaba los hombros, ojos azules, pechos erguidos y menudos y un culo de infarto. Yo, por el contrario, tenía el pelo de un tono más oscuro, casi castaño, ojos azules, gafas, granos y menos pecho, mi culo apenas sobreasalía del resto del cuerpo, aunque aquello no me disgustaba, así evitaba las violaciones y los toqueteos, pero me gustaría sentirme observada y deseada por una vez en la vida.
Aquel deseo crecía conforme yo me hacía mayor y con él, mis ganas por descubrir el sexo opuesto, había visto porno por Internet y me había puesto caliente, cuando lo veía, comenzaba a tocarme la vagina por encima, acariciando el Monte de Venus y me metía el dedo hasta que ya no podía más y me corría salvajemente manchandome los muslos y lamentandome por que aquello, en vez de ser la tranca de un hombre, fuera mi dedo. Había tenido incidentes en clase por observar los miembros de mis compañeros, pero prefiero no hablar del tema.
Un día me enteré de mi verdadera sexualidad, era un día de verano e íbamos en manga corta por casa, mi madre estaba tendiendo la ropa en el tendero de la casa, aquella casa en la que mi padre había estado viviendo 18 años atrás, estaba de espaldas a mí y yo la observaba desde la cocina, los tirantes de la camiseta clavandose en su espalda, aquella espalda que se había bronceado algo en esos años, bajo la cual no llevaba nada. Sacudí la cabeza y me dí golpes en la cabeza, no debía pensar de esa manera, ella era mi madre y yo no era lesbiana, fuí al baño a lavarme la cara con un poco de agua fresca. Mi madre tocó la puerta y abrí y me dio un infarto, ella estaba casi desnuda
-¿Puedo pasar?- preguntó mientras se tapaba con una toalla, las 19:30, su ducha diaria
-Claro, pasa-respondí apartandome evitando mirarla
-¿Pasa algo cariño?- preguntó ella
-Nada mamá-respondí yo- Voy a salir
-No tardes- ordenó ella
-Sí mamá-respondí
Salí de allí y expiré con la espalda apollada en la puerta, necesitaba una copa... Volví poco después, en el bar no me habían servido alcohol, solo una fanta, por lo que pagué y volví a casa esperando que mi madre se hubiera cambiado, en efecto se había cambiado, vestía un camisón de seda fino y se le marcaban los pezones, por lo que ocmprobé que no llevaba nada debajo.
-¿Ya regresaste cariño?-preguntó ella
-No, soy el coco, no te jode-respondí con ironía tumbandome en el sofá
-No me hables así, soy tu madre-dijo ella
-Menos mal, sino lo fueras- no acabé la frase y me callé
-¿Sino lo fuera qué?-preguntó ella
-Sino lo fueras...no serías mi madre-respondí saliendo del atolladero
-Obviamente Einstein, vete a la ducha, anda-dijo ella
M elevanté con pesadez del sofá y me dirigí al cuarto de baño, aquel cuarto de baño donde media hora antes había estado mi madre desnuda, me estaba volviendo loca, qué me pasaba, nunca me había excitado mirar un cuerpo femenino, bueno sí me había excitado, pero no de esa manera, lo había explorado por curiosidad en mí misma o en mis compañeras de clase cuando nos cambiabamos, pero nunca me había calentado tanto como en aquel momento. Poco a poco fui bajando mi pantalón y me quité mi camiseta de tirantes, pasé mis manos por la superficie de mis pechos, excitandolos y provocando que se pusieran erguidos y duros, me las toqué, aunque no había mucho que tocar,eran algo pequeños, deslicé la mano por mi vientre y me acerqué a mi Monte de Venus, completamente depilado y pasando los dedos por alrededor del clítoris, metiendo mis dedos dentro de mi cavidad doblando la espalda hacia atrás intentando introducir mis dedos, solté un gemido mientras continuaba masturbandome oyendo el chapoteo que producían mis dedos al contacto con la humedad de mi vagina, lo que sucedió a continuación fue el principio de todo. Mi madre entró en el baño y me pilló allí, desnuda, sentada en el borde de la bañera, con una mano acariciando mi pecho y la otra dentro de mi coño
-Mamá-grité yo tapandome con la cortina del baño
-Lo siento, lo siento-se disculpó ella cerrando de nuevo la puerta
-¿Qué quieres?-pregunté
-Me he dejado el reloj y necesito contabilizar el tiempo de cocción de la cena- respondió ella
-Toma-dije yo alcanzandoselo a través de un hueco que abrí en la puerta
Volví a cerrar la puerta y me apoyé contra ella echandome las manos a la cabeza, menos mal que no había dicho su nombre, sino estaría perdida, encendí el grifo y me dispuse a ducharme. Durante la cena evité todo contacto con mi madre y respondí con monosílabos (sí, no, ya, ajá, etc) a las preguntas que ella me hizo, recogida la cocina me marché a la cama, ella pasó poco después y, creyendome dormida, se echó en la cama y me abrazó, yo estaba desnuda, tapada unicamente con la sábana y ella me apretaba contra su pecho, pronto mi zona íntima estuvo húmeda
-Mamá-dije yo
-Shh, no hables-pidió ella apoyando la cabeza sobre la mía acariciando mi cabello
-Mamá, no puedo-dije yo apartandome de su lado
-Solo quiero decirte que me puedes contar lo que sea, soy tu madre, lo voy a entender, no necesitas esconderte para masturbarte-dijo ella
-¿Qué dices mamá?-pregunté yo
-Que no necesitas esconderte en el baño para masturbarte, no es nada malo como para esconderse, es algo natural con lo que se goza mucho-dijo ella perdiendo la mirada al decir esas últimas palabras
-¿Estás bien mamá?-pregunté
-Sí, estaba recordando cómo-se calló
-¿Cómo qué? Puedes contarmelo mamá, soy tu hija- respondí
-Cómo...cómo tu padre me hacía gozar cuando aún vivía-respondió ella
-No me contaste cómo murió-dije yo
-Eras muy pequeña, pero ya no lo eres tanto, murió haciendo lo que más le gustaba, haciendome el amor, no tenía el corazón para muchos trotes y supongo que yo, lo forzé demasiado- respondió ella
-No te culpes- dije yo abrazando su cabeza poniendo mis pechos a la altura de su cara
-Perdón-dijo ella apartando la cara de ellos, estaba llorando
-No pasa nada- dije yo sentandome junto a ella
Durante unos instantes me dieron ganas de plantarle un beso, meterle la lenfua hasta la campanilla, pero no lo hice, era mi madre, merecía un respeto, sin embargo, la sorpresa me la llevé yo cuando ella se lanzó sobre mí y fue ella la que me metió la lengua hasta la campanilla, se apartó pasados unos segundos
-Perdón-dijo ella
-No, no debes disculparte-dije yo
Retomé el beso, empezando yo y la tumbé sobre la cama, quedando yo encima.
Con mucha lentitud fui bajando mis manos hasta sus piernas y cogí el vestido, tirandolo para arriba, ella no puso impedimentos y continuó besandome, observé su cuerpo, un cuerpo muy diferente al mío, los pechos más erguidos y grandes que los míos, su tripa con algo de grasa y su vagina, decorada con una mata de vellos rubio-grisáceo. Tras mirarla y que ella diera su consentimiento, encorvé mi espalda hasta colocar mi boca a la altura de su vagina y abrí sus labios vaginales hundiendo mi lengua en su cavidad sorbiendo su nectar y rozando el clítoris con la lengua, nunca había hecho, era una inexperta, pero mi madre me guió en todo momento y ahí estaba yo, chupandole el coño a mi madre, ella se corrió y me dio todo su nectar, levanté la cabeza y ella me cogió de la barbilla limpiandome con el pulgar algunas gotas que se habían extraviado y se las metió en la boca, me levanté y me dirigí a su boca con intención de comermela a besos y nos besamos, me quitó las gafas por lo que vi menos que antes, pero no me importó, estaba con ella, no necesitaba la vista, tenía otros sentidos, me colocó la pierna sobre la mía y la levantó hasta mi concha depilada, haciendo que chocasen nuestros coños, se cogió un pecho me lo llevó a la boca mientras se movía con movimientos ascendentes y descendientes mientras se cogía a mi espalda hasta que tuvimos un orgasmo, el primer orgasmo de mi vida, con mi madre, le empapé todo el coño y el pelo con mi corrida
-Lo siento-dije yo disculpandome
-No te disculpes por lo que no te han echado la culpa-me respondió ella
Nos echamos desnudas sobre el colchón sin manta alguna y allí, una frente a la otra, le di las gracias
-¿Cómo lo supiste?-pregunté
-Una madre lo sabe todo,jajaja,na es coña, no lo sabía, sismplemente necesitaba a alguien y tú estabas allí y sucedió, sin te ha molestado lo dejamos aquí- respondió ella
-¿Qué dices loca? Ni de coña, ha estado bien, bastante bien, y me da verguenza decírlo, pero creo que soy lesbiana, por que me he puesto a 100-dije yo
-No pasa nada, yo estaré ahí para aliviarte cuando lo necesites y cuando no lo necesites también-dijo ella
Nos besamos y nos acomodamos una frente a la otra en la cama, durmiendonos al instante.